Otra vez lo despertó el condado ruido de todos esos niños chillando y corriendo de un lado a otro en el jardín, ya casi llevaba más de un año viviendo en la mansión soviética y aún no se acostumbraba a esa "Vida en familia", así que prefería meterse todo el día en la oficina del eslavo mayor a robarle planos para corregirlos o hacer nuevos de armas que antes había pensado para su territorio.
Por suerte con el cambio de estación el maldito frío comenzó a disiparse, así que le costó menos trabajo levantarse de cama para tomar una ducha en la gran tina del carmesí debido a que compartían la habitación principal siempre y cuando no hubiesen peleado como en ocasiones era bastante común, al terminar de asearse secó su cuerpo y se vistió con shorts y uno de los suéteres ajenos que prácticamente cubría en su totalidad lo que llevaba debajo pero así le gustaba por lo que finalizó colocándose calcetines antes de bajar a desayunar.
Durante buen rato ignorando los parloteos de los niños mientras comía comenzó a sentirse un poco extraño, aunque para cuando el cosquilleo en su interior se hizo presente el mirar el calendario cercano lo hizo caer en cuenta de que la temporada de celo oficialmente había empezado esa mañana, así que para vengarse del comunista que lo hacía lidiar con mocosos esperó a que este se sentada para comenzar a lamer la cuchara de su yogurt de forma provocativa mientras lo miraba, asegurándose de que los niños estuviesen aún en su propio mundo. Notando que su pequeño plan tuvo éxito cuando el azabache arqueó una ceja aún sin entender, decidió subir con cuidado su pie derecho hasta dejarlo en medio de sus piernas para acariciar por sobre su pantalón reteniendo una risa cuando lo vio tragar en seco lanzándole una mirada de advertencia para que se detuviera pero sin importarle continuó acariciándole aquella zona frotando los suficiente para despertarla y que él dejará de comer.
A medida que pasaban los minutos la sensación de celo en su propio cuerpo iba subiendo mientras que la ya también aparecida en el de hoz y martillo lo estaba desesperando, siendo obvia en la manera en que lo estaba mirando resoplando cual toro y apretando los puños sin soltar sus cubiertos sobre la mesa, se relamió los labios y y apoyó su mano izquierda extendida en un lado de su rostro para cubrirlo cuando abrió la boca enseñándole la lengua de manera provocativa, era una suerte que estuviesen sentados tan cerca para que nadie más lo notara. Incluso podría quitarse un calcetín y masturbarlo ahí mismo, de no ser por esos niños metiches con la cara llena de comida, estaba tan caliente que por un momento se le antojó acostarse sobre la mesa y abrir las piernas frente al carmesí para que este se la chupara... nunca lo había hecho y era una fantasía que comenzaba a tener.
Por otro lado, URSS no dejaba de gritarse maldiciones internamente reprochándose el hecho de haber llevado al rubio a su propia casa y más el haber olvidado el incio de la primavera, sentía que estaba demasiado duro como para poder disimularlo pero aún debía aguantar al condenado nazi hasta que sus hijos acabaran de comer.... Al menos agradecía que al ser unos niños aún no pudieran sentir las feromonas que ahora estaban llenando el ambiente por parte de ambos adultos pero más que nada las del foráneo que parecían ser una invitación insistente a ser follado ya mismo.
Contó prácticamente hasta quinientos antes de que sus niños se levantaran de la mesa agradeciendo para llevar sus platos a la cocina, los oyó hacer fila y lavar lo que usaron. Solo que antes de que los últimos dos salieran de allí el de esvástica se levantó con prisa y corrió al segundo nivel riendo como un demonio dejándolo allí solo teniendo que pedirle a Kazajistán que le alcanzara su gabardina antes de poder levantarse también despidiéndose de sus hijos Para seguir al otro, al cual percibió en su oficina.
—Nazi bastardo, cuando te ponga las manos encima te voy a.. –Apenas abrió la puerta el de ojos hielo dejó de gruñir y se dispuso a cerrar de un portazo para evitar que alguien más viese—.
—¿Qué, tanto te gusta lo que ves que te quedaste mudo?.. –Reich se relamió los labios y abrió más sus piernas estando acostado sobre el escritorio ajeno vistiendo solo el suéter ajeno, dejándole ver su entre pierna expuesta y despierta por culpa del celo—.
—¿Qué diablos plenas provocándome así? –El más alto frunció el ceño acercándote, que el rubio estuviese desnudo solo aumentaba la fluidez de su aroma en el ambiente—.
—Se me antojó que te metas entre mis piernas y me des un poco de atención con tu boca –Haciendo una señal obscena el de esvástica dejó en claro lo que quería, acomodándose de lado para verlo mejor con esa expresión de excitación frustrada– Y a cambio de eso dejaré que toques mi bonito trasero o de lo contrario puedes quedarte con esa erección que se ve tan dolorosa ya.
—Me pregunto qué te hace creer que me voy a rebajar a tanto. –Ocultando su ansiedad por la provocativa vista el de ushanka se cruzó de brazos a relativa distancia tratando de mantenerse estoico a pesar de las punzadas que sentía en la entrepierna—.
—¿Acaso no me quieres ni un poquito como ahora consentirme al menos una vez? –Reich sonrió de lado acariciándose la cadera muy seguro de si mismo y la expresión ansiosa nal disimulada del eslavo—.
—¿Quién te dijo que siento algo por ti? –Lo había dicho más por el instinto de darle siempre la contra al escarlata, pero no midió su tono indiferente hasta que lo vió bajar las mirada ya con un aura totalmente diferente—.
Ante eso las esmeraldas del europeo se irritaron un poco a causa de las lágrimas que se formaron en sus ojos aún sin mojar sus mejillas, ciertamente lo único que hacía en esa casa era dormir en la cama del soviético y quedarse en un espacio rodeado de niños que preferían hablar entre ellos, como si fuese un adorno hasta la temporada de Primavera como ahora.
—....Perdón.. –URSS levantó sus manos en rendición suspirando y se acercó a colocarlas en la cadera del menor que desvío la mirada sin querer verlo– Déjame ver entre esas bonitas piernas, me voy a arrodillar...
No podía negar que en todo ese año conviviendo y desde su primera vez juntos en ese tanque no había podido evitar desarrollar no solo única atracción sexual ante el alemán, sino que también la imposibilidad de ver sus ojos tristes por cualquier motivo, no quería aceptarlo pero había gran posibilidad de que se hubiese enamorado del ex facista al que siempre veía cómodamente dormir como si fuese el dueño de su cama.
El azabache separó con cuidado las piernas ajenas mientras pasaba a dejar un camino de besos húmedos desde el cuello contrario hasta bajar por su pecho finalmente a su vientre bajo sintiendo cómo jadeó despacio y se tensó viendo lo que le hacía, así que son detenerse a pensar dejó un beso allí humedeció sus labios tomándose un momento para pensar en la mejor manera de hacerlo sin parecer un estúpido o atragantarse incluso si el de esvástica no era muy grande en ese aspecto. Entonces apoyó ambas rodillas en el suelo alfombrado de su oficina y comenzó a mover un poco su diestra para masturbarlo en lo que terminaba de preparar su boca la cual acercó a la punta para dar una lamida pequeña, seguida de una más lenta una vez perdió el ligero miedo y se permitió disfrutar de la suave piel de Reich quien comenzó a gemir cubriéndose la boca con su mano izquierda.
El de esmeraldas levantó el pecho y echó su cabeza hacia atrás disfrutando totalmente de sentir la boca del ruso chupando una zona tan sensitiva, incluso acariciando en la base y apretando un poco generándole ligeros temblores que lo hacían respirar agitado, olvidado el vacío que sintió en su pecho momentos atrás. Levantó un poco las caderas moviéndose para llegar más adentro en la garganta del mayor que se concentraba para no toser en lo que sus labios también hacían presión hasta que el escarlata soltó un gemido agudo de su nombre y se corrió mirándolo con los ojos brillantes por la lujuria. No le quedó de otra más que tragar de una sola vez antes de levantarse a sostenerlo de las mejillas y robarle un beso en el también lo abrazó frotando un poco su espalda.
—Los niños pueden oír, vamos al bosque... –Le susurró al oído para después morder despacio la oreja del europeo alcanzándole un abrigo grande para que se cubriera—.
. . .
Dritte se abrió el abrigo subiéndolo para dejar su trasero expuesto al soviético que se bajaba el pantalón ya desesperado, tomándose un momento para complacerse a si mismo calmándose antes de acomodarse a la entrada del germano que apoyó su pecho contra el árbol en el que se había recargado.
—Justo como esa vez.. –El de ojos hielo acarició ambos lados de la cadera ajena hasta subir al pecho y dar apretones no muy bruscos en sus pezones pequeños– Solo que ahora soy yo el que está desesperado.
Dicho esto lo abrazó desde la espalda a la par en que se colaba en su interior hasta entrar completamente y comenzar a moverse llenándole de sonoros besos el cuello contratando con los gemidos bajos del otro que le daba acceso total a su piel antes impecable, tan solo de oírlo jadear o incluso verlo caminar con shorts cortos por la casa sentía la necesidad de empotrarlo contra alguna mesa o respaldo de sofá para follarselo hasta que le temblaran las piernas, lastimosamente debido a la presencia constante de sus niños en el mismo espacio se veía obligado a dejar de lado sus bajos instintos para llevar su vida al margen del placer solo compartiendo cama con el rubio para dormir todas las noches.
—Sowi.. más, más fuerte –El Europeo soltó en tono agudo perdido en el calor que nublaba su mente únicamente dejándole sentir como era tomado por el más alto que le respiraba en el cuello y a momentos devoraba sus labios sin piedad—.
Ante esas palabras URSS se detuvo respirando agitado para girar al menor y alzarlo de los muslos apoyando la espalda contra el mismo árbol, haciendo que el de esvástica gimiera más en los saltitos que daba a causa del movimiento del fuerte eslavo al que se estaba abrazando por el cuello, sintiendo su interior palpitar de lo grande que era su pene y de lo duro que estaba.
—Mierda, Рейх... Mmm te amo.. –Balbuceó el carmesí hundiendo su rostro en el hombro ajeno murmurando también lo bien que se sentía y cuánto le gustaba, sincerándose en medio de su frenesí complacido hasta soltar un gruñido ronco en ir más despacio sintiendo cómo llenaba el interior del contrario quien contrajo sus paredes apretándolo un poco—.
—...Entonces.. ¿Si me quieres al menos un poco?... –Un murmullo tímido emergió de los labios hinchados del más abajo aún aferrado al azabache que salía de su interior dejándose sentir como el semen de este goteaba por sus muslos hacia la hierba—.
—Lamento haber soltado esa estupidez. –Inició suspirando el bolchevique acariciando la espalda baja ajena, disfrutando del pequeño momento de privacidad que tenían allí en lo más profundo del bosque– Me gustas mucho Reich, eres mi pareja de Primavera hasta que la muerte nos separe..
—¿Eso es una propuesta? –Recuperando un poco su humor bromeó en tono bajo el rubio al fin sintiendo sus pies tocar la tierra al ser bajado de los brazos contrarios para acomodarse la ropa—.
—....Solo si dices que si –El de hoz y martillo lo abrazó por el hombro para comenzar los quince minutos de camino devuelva a la mansión rústica donde vivían, recibiendo una afirmativa respuesta silenciosa entregada por un beso en su mejilla—.
Llegaron tranquilos de vuelta a casa incluso riendo un poco ante sus planes de intentar intimar también esa noche en su habitación tratando de ser lo más silenciosos posibles.
—¿Por qué están todos en la sala? –Se preguntó en voz alta el de esmeraldas al ver a los quince niños rodeando la mesita de centro mientras cuchicheaban entre si—.
—Папа, vino un señor a dejar algo –Rusia se hizo a un lado entre sus hermanos para señalar una canasta con un bebé tricolor chupeteando tranquilamente una sonaja—.
El aludido quedó frío con al vista en el nuevo pequeño y el germano al reconocer los colores de su familia acabó por desmayarse de la impresión sabiendo a qué se debía.