AILA
El día había pasado con una lentitud inquietante, no me había levantado de la cama en toda la tarde, mi madre y Henry se habían ido desde el día anerior y no habían vuelto, ni siquiera una llamada, aunque era mejor que así fuera, no quería volver a discutir con ella, era mi madre y la adoraba, pero no podía dejar que siempre me quisiera imponer su voluntad.
Había estado muy decaída, me sentía débil y la verdad no encontraba razón para que eso pasara, sentí unos toques en la puerta, minutos después entró Lillie, la cuál me miraba preocupada.
-¿Cómo estás, Aila?
-¿Como crees que me siento, amiga? -suspiré- No me gusta discutir con mi madre
-Te entiendo, yo también he discutido mucho con la mía, de hecho en estos momentos ni nos hablamos
-Pero es que esto es distinto, yo nunca había peliado con la mía, y mucho menos me había golpeado
-Siempre hay una primera vez para todo, pero ya verás que las cosas se arreglarán, después de todo es tú madre, y te ama
Sabía muy bien que su intención era única y exclusivamente la de animarme y que dejara de darle tantas vueltas a la situación, pero el problema radicaba en mi misma y mis acciones, y mientras siguiera con Maxwell, mi madre no daría su brao a torcer y yo no estaba dispuesta a renunciar a él. Aún así, le regalé una sonrisa a Lillie, no quería que se preocupara más por mí.
-Tienes razón -susurré- ¿Dónde está Maxwell?
-No lo sé, luego de que te dejó aquí se fue sin más, pero eso sí, iba muy enojado
Me incorporé en la cama, estaba dolida y preocupada, luego de que mi madre y Henry se había marchado, Maxwell estuvo un poco esquivo conmigo en lo que restó del día y ho no lo habíá visto, al contrario, cuando desperté por la mañana ya no estaba.
¿Qué se suponía que pasaría ahora?
No tenía ni idea, ni tampoco quería pensar en eso. No podia seguir torturándome con la situación, no era bueno para mí. De pronto sentí un poco hambre, dejé de lado el tema de mi madre y Maxwell para concentrarme unicamente en Lillie.
-Lillie -la llamé suavemente.
-¿Qué pasa, Aila?
-Tengo hambre, mucha
Dije haciendo un puchero involuntario, Lillie me miró con curiosidad y luego de unos segundos sonrió enormemente.
-¿Que deceas de comer?
Me quedé unos segundos pensando.
-Bueno, quiero helado de chocolate y galletas con chispas
-Vaya, no sé si sea bunea idea, luego te duele la barriga -se burló- Pero si es lo que quieres
Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta con una sonrisa al ver mi cara indignada por su comentario, sin embargo, no dió un paso más, pues mi voz la detuvo.
-Pensándolo mejor, quiero helado de fresa
-Está bien
-No, sabes qué, mejor de los dos
Lillie no dejaba de mirarme, pero finalmente asintió y salió por la puerta de mi cuarto, yo me levanté de la cama dispuesta a darme un baño de agua caliente, eso me relajaría un poco.
Al salir me puse un vestido fresco y corto, a los pocos minutos Lillie entró al cuarto y me dejó todo lo que le había pedido, luego se volvió a ir ya que tenía cosas que hacer y yo me dispuse a ver una película mientras comía los helados.
Sin duda alguna, ese día estaba más que deprimida.
[…]
Ya habían pasado varias horas y no había rastro de Maxwell, me había terminado los helados, las galletas y una ensalada de frutas que le había pedido a Lillie hacía unos minutos. La verdad tenía hambre y no sabía porque, yo no era de comer mucho, a lo mejor era por la ansiedad.
Fui cerrando los ojos y me quedé dormida, estaba muy cansada, no quería pensar en más nada, solo quería olvidarme de lo que había pasado en estos últimos días.
Desperté varias horas después, ya era de noche, me levanté de la cama con cuidado y baje a la sala, ahí estaba Maxwell con los chicos, Henry también estaba ahí, sin embargo, mi madre no, y eso hizo que soltará un suspiro de alivio y tristeza a la vez.
¿Por qué tenía que ser todo tan difícil?
Me acerque a ellos y me senté entre Maxwell y Henry, el cuál me regaló una mirada preocupada, pero no hizo ningún comentario al respecto de lo sucedido el día anterior.
-Hola chicos -saludé suavemente- ¿Cómo están?
-Bien, Aila, pero, -hizo una pausa Samuell- ¿Tú cómo estás?
-Si lo dices por lo de mi madre, no te preocupes, estoy bien -traté de sonar segura, pero mi voz se quebró un poco.
-No, no es por eso, es que te vez algo -Samuell hizo una pausa- Pálida, decaída
-No es nada, me acabo de despertar, debe ser eso
-¿Estás segura, nena? -intervino esta vez Landon.
-Sí -dije un poco irritada de tantas preguntas.
-Aila -me llamó Maxwell con suavidad- Lillie nos dijo que estabas actuando un poco extraña, dijo que comiste mucho y que se te notaba muy cansada
-No le tomes importancia, solo estaba estresada por lo de mí madre
-Aila, ¿estas segura que estás bien? -preguntó esta vez Henry.
-Ya les dije que sí, maldición!!!
Grité y me levanté del sillón, los miré seria y ellos a mí preocupados, me sentí cansada y con una sensación extraña plantada en mi pecho, la irritación y el enfado estaban presentes en mi, sin saber realmente por qué.
-No soy una niña, no necesito que me estén controlando todo el tiempo
-No te pongas así Aila, solos nos preocupamos por tí -consilió Donnan.
-No hace falta que lo hagan, mejor preocupate por tu propia vida y deja la mía tranquila de una maldita vez
-Aila, ¿que te sucede?, ¿Por que les hablas así?
Dijo Lillie a la vez que entraba a la sala con una mirada preocupada, y eso hizo que por alguna extraña y absurda razón me enojara mucho más y la verdad, me sentí muy alterada sin ninguna razón.
-¡Tú no te metas es esto! -alcé la voz- Mejor vuelve a la cocina a fregar platos
-¡Aila!
Maxwell me alzó la voz a la vez que se levantaba eojado del sillón, y yo temblé en mi lugar, sin embargo, no deje que se diera cuenta y alcé la mirada desafiante.
-¿Qué te pasa?, no le hables así a Lillie -volvió a decir.
-Está no eres tú, ¿que te sucede? -preguntó Landon.
-En primer lugar, tú no me dices que hacer y a tí no te importa lo que me pase
Dije refiriéndome a Maxwell y a Landon respectivamente, ellos se quedaron callados ante mi respuesta tan cortante y demasiado fría.
Me giré para irme a mi habitación bajo la mirada atenta de todos, sin embargo desidí ignorarlos, cuando iba a subir las escalera un mareo me invadió, me tuve que aguantar del barandal para no caer, llevé una de mis manos a mi cabeza.
-Aila, ¿que te pasa? -me pregunto Henry, preocupado.
-¿Te sientes mal? -intervino Samuell.
Ignore las preguntas de ambos, no tenía fuerzas para responderles, me sentí sumamente débil.
Mi cuerpo dejo de tener la fuerza necesaria para seguir de pie, todo se volvió negro en un instante, lo último que sentí fue la voz de Maxwell llamarme preocupado y unos fuertes brazos sostenerme antes de caer desmayada.
-¡Aila!
[...]
Abrí los ojos lentamente, pestañe varias veces para poder acostumbrarme a la luz, me dolía la cabeza y me pesaban los párpados, traté de incorporarme lentamente, pero no tenía fuerzas, unas manos me ayudaron a sentarme en la cama, giré mi rostro y ví a los chicos y a Lillie, todos mirándome fijamente, con preocupación y un poco de enfado en sus rostros.
-¿Qué pasó? -pregunté con voz aún adormilada.
-Te desmayaste Aila -explicó Donnan- Nos asustaste mucho, en especial a Maxwell
-No recuerdo nada
Dije con total sinceridad, en mi mente había muchas algunas de lo ocurrido, por lo que no tenía una idea relamente clara de lo que había sucedido.
-Bueno, primero te compórtate muy extraña y grosera -dijo con suavidad Landon- Y luego te desmayaste en los brazos de Maxwell
-¿Qué?, Acaso yo... ¿dije algo malo? -pregunté preocupada.
-Dijiste muchas cosas y sí, todas malas -dijo Henry con una suave sonrisa triste- Pero no te preocupes por eso ahora
-¿Deberíamos llamar a un doctor? -preguntó Lillie preocupada.
-Estoy de acuerdo -apoyó Samuell.
-No, ya estoy bien
Negué al instante, no queríá causar más roblemas, si todo lo que decíá eran verdad, pues entonces lo mejor sería descansar y luego disculparme rápidamente con ellos.
-Aila -la voz de Henry sonó preocupada- Te desmayaste prácticamente por una hora, creo que lo mejor es que te revise un médico
-No se preocupen, estoy bien, en serio -traté de tranqulizarlos
-Si tú lo dices -se encogió de hombros Landon.
-Creo que lo mejor es dejarla descansar -propuso Lillie.
-Si -concordó Samuell- Nos vemos luego, Aila
Los chicos salieron de la habitación con paso calmo y mirada aún preocupada, Maxwell se acercó a mí y se sentó a mi lado. Estaba preocupado y asustado, se le notaba claramente en el rostro, le dí una sonrisa para tratar de tranquilizarlo, pero creo que no funcionó.
-Me preocupaste mucho -confesó.
-Estoy bien
-No sabes lo que sentí al verte en mis brazos, desmayada y pálida -su voz sonó temblorosa.
-Muñeco, relájate -traté de calmarlo- Seguro me bajo la presión, he estado muy estresada estos días, debe ser solo eso
-Aún así creo que deberíamos llamar a un médico
-Maxy, no te preocupes, mira, si me vuelvo a sentir mal voy al doctor, ¿está bien?
-Esta bien -aceptó rendido.
-Pero ahora ven, dame mimos
Maxwell sonrió y se acercó a mí, me abrazo y pasó sus manos por mi pelo, dejando besos en este, con mucho cuidado, como si fuera algo que en cualquier momento se pudiera romper, cosa que me causó mucha ternura.
-Te compórtaste muy raro -su voz sonó baja- Dijiste cosas groseras y trataste muy mal a todos. ¿Qué te sucedió?
-No recuerdo mucho, pero lo que sea que dije, estoy segura de que no fue intencional, solo estaba enojada
-Bebé, deberías tratar de tranquilisarte, no me gustó verte así, la Aila que yo amo no trata así a las personas, ella es cariñosa, amigable y amorosa, no te reconocí -me abrazó más fuerte.
-Lo siento, no se que me pasó
De pronto las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, me sentía extraña, me dolieron las palabras de Maxwell, y la verdad no sabía cuál era la maldita razón, ya que no dijo nada malo, solo la verdad.
¡Maldición!
Algo andaba muy mal conmigo.
-¿Qué pasa, muñeca? ¿Por qué lloras?
-No sé -confesé.
El sonrió con ternura y me estrechó más fuerte entre sus brazos, separé mi rostro de su pecho y lo miré a los ojos.
-Te quiero, Maxwell -sentí las inmensas ganas de decírselo.
-Yo también te quiero, Aila
Mis lágrimas salieron con más intensidad, estaba muy sensible, Maxwell me las limpió con cuidado y luego unió sus labios con los míos en un beso profundo y llenó de cariño, un beso que me hizo estremecer, hizo que me olvidara de todo y de todos, solo éramos el y yo.
De repente, toda la asniedad que me había estado consumiendo hasta ahora desapareció mágicamente.
-¡¿Pero que carajos es esto?!
Nos separamos rápidamente al escuchar la voz de alguien, miramos hacia la puerta y entonces lo vimos, estaba serio y una expresión de confución, asco, incredulidad y enojo reflejada en el rostro.
Estaba segra de que el color se había ido por completo de mi rostro, mis manos comenzaron a temblar sin control, y, mi mundo se vino abajo en tan solo un maldito segundo.
-Henry -dije en un suspiro ahogado.