FORBIDDEN LOVE

By Lej_27

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Kim Taehyung solo quería olvidar y pasar un buen rato, por eso después de una acalorada discusión con su jove... More

ADVERTENCIA
PROLOGUE
ONE
TWO
FOUR
FOUR.2
FIVE
SIX
SEVEN
EIGHT
NINE
NINE.2
TEN
ELEVEN
ELEVEN.2
TWELVE
THIRTEEN
THIRTEEN.2
THIRTEEN.3
FOURTEEN
FOURTEEN. 2
FOURTEEN.3
FIFTEEN
FIFTEEN.2
SIXTEEN
SEVENTEEN
EIGHTEEN
EIGHTEEN.2
EIGHTEEN.3
NINETEEN
NINETEEN.2
TWENTY
TWENTY.2
TWENTY-ONE
END
EPILOGUE
CHARACTER SPOILERS
THANKS

THREE

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By Lej_27


OCHO MESES DESPUÉS



HOSEOK

Hoseok no entendía, cómo es que siendo esta, quizás su décima vez, viendo el Titanic junto a su amiga Jennie. Esta aun terminaba, con una expresión de tristeza en su rostro y las lágrimas brotando por sus mejillas. Siendo honesto. Él no era muy fanático, de las películas de romance. Mas, sin embargo, siempre accedía a verlas, por su mejor amiga.

Jennie sorbe ruidosamente por la nariz y sacude las lágrimas de sus mejillas, levantándose del amplio sofá, para caminar hacia la cocina y llenar el bol con palomitas de maíz. Me levanto y tomo el mando del control, para buscar una nueva película, cuando tres suaves golpes se escuchan del otro lado de su puerta.

Dándole un rápido vistazo a Jennie, en la cocina. Pregunto—¿Esperas a alguien? —Jennie niega con la cabeza, sorbiendo ruidosamente por la nariz, para despejar un poco la mucosidad, que dejo su reciente llanto. Finalmente responde — No que yo sepa. ¿Puedes mirar de quien se trata?

Doy un breve asentimiento de cabeza y me dirijo a la puerta. Era un domingo por la tarde y no entendía quién podría estar tocando a su puerta. Sin embargo, asumiendo que pagaban por una buena administración y que no tenían permitido, dejar pasar a cualquier persona, sin antes avisar. Decidió que debían ser los de la admiración, por algún problemilla y quien sabe, que otro inconveniente. Pensando en ello, tomo la manija y giro de está abriendo la puerta, con una enorme sonrisa, de esquina a esquina. Pero su boca cayo abierta y sus ojos se abrieron enormes, como dos platos, por el shock. Ante lo que sus ojos veían.

Un rubio de mejillas regordetas, le sonreía ampliamente. Su expresión decayendo, al ver la expresión horrorizada de él. A su lado. Un Sejun con expresión indescifrable, me miraba con sus ojos color marrón, como los de madre. Trago; forzando una sonrisa en mis labios y no por el hecho, de que ellos estuvieran aquí, parados frente a mí. Si no por el hecho, de no haber avisado. Lo que no le hacía, presentir buenas noticias.

Abriendo un poco más la puerta; doy un paso adelante, escondiendo el repentino miedo, que empezó surgir dentro de mí. Mis ojos enfocan a Jimin; quien intenta sonreírme nuevamente, la preocupación surcando, sus bonitos ojos color miel.

— Hola— Digo y extiendo mis brazos hacia Jimin, quien parece relajarse. Mi pequeño primo, esboza una enorme sonrisa tirándose en mis brazos.

— Hobi. No sabes cuánto te he extrañado. — Murmura en mi oído y escuchar su voz tan cerca, me hace querer, echarme a llorar como un niño, haciéndome ver, lo mucho que lo he extrañado.

— También te he extrañado Jimin. Pero Dios mío, que hacen aquí. Porque no avisaron que vendrían, podría haber ido a recogerlos—Pregunto, sin poder detener las palabras, queriendo respuestas; para intentar aquietar mis emociones.

Separándome de los brazos de Jimin, para mirarlo a los ojos, espero por una respuesta. Cuando él se encoge de hombros y sus ojos pierden la alegría, algo dentro de mí se rompe. Mi corazón aleteando como un pájaro ansioso. —Yo —Lo escucho titubear, pero las palabras no salen de su boca. Me giro, para buscar respuestas en mi hermano; al tiempo que una voz conocedora, detrás de Sejun espeta.

— Hola Hoseok — Mis ojos se dirigen al hombre detrás Sejun y mi mundo se viene abajo en picadas.

Jung Namjoon.

El hombre me mira exudando poder a su alrededor, haciéndome encoger en mi lugar, como un niño pequeño. Odiaba que el hombre tuviese tal efecto en mí. Pero parecía que mi cuerpo, no podía evitar estremecerse y conectarse con mi cerebro. Le doy una mirada a mi hermano y lo observo dar un suspiro, mirándome con culpa en sus ojos. Intento recomponerme rápidamente; no queriendo verme débil frente a mi padre. Pero no puedo evitar el temblor, que se filtra en mi voz, cuando pronuncio con voz dura — Papa — ácido llenando mi estómago.

Desde nuestra última conversación, hace ocho meses atrás; donde prácticamente lo había mandado a la mierda, las cosas habían estado tensa entre nosotros No había vuelto a hablar con él, durante todo este tiempo. Sin mencionar, que tenía un año, que no lo veía. Había estado intentado comunicarse conmigo, pero siempre dejaba perder las llamadas y cuando hablaba con Sejun y Jimin, por supuesto que estos, me daban sus mensajes, de que debía contestar sus llamadas. Pero no era capaz de contestarle ni un mensaje. Mucho menos después de lo que ocurrió esa noche. Por lo que su presencia imponente, me había descolocado por completo. Arañando sus nervios. También su presencia allí, le hacía cuestionarse; de si de alguna manera, su padre había logrado enterarse, de la estupidez que había hecho esa noche y estaba ahí en persona, para reprenderlo por su tontería, como si de un niño pequeño se tratase. Y a pesar de que el pensamiento, me hizo temblar. Debía admitir, que Incluso una pequeña parte de mí, rogaba que haya sido eso y no por lo que había llamado, ocho meses atrás. Sabía también, que la situación me estaba volviendo loco, porque ninguna jodida persona en su sano juicio, estaría deseando que su padre se enterara, de su noche de desliz y revolcón que tuvo con un desconocido. A que viniera personalmente a intentar convencerlo, de dejar Paris.

— ¿Hobi? ¿Estás bien? —Por primera vez desde que habían llegado, oyó preguntar a su hermano. Sus palabras apenas penetrando, en la niebla de su cabeza.

Obligándome a reaccionar, Parpadeo varias veces y aclarándome la garganta. Murmuro.

— Ummm si claro— Hago una ligera pausa y les doy una, de mis mejores sonrisas; negándome a dejarme intimidar, por mi padre— ¿Por qué mejor no pasan? — Digo girando en mis talones y dirigiéndome adentro, esperando que me siguieran. Una vez dentro del apartamento. Mis ojos se encuentran con los de Jennie; que se dirigía al amplio sofá de nuestra sala, donde habíamos estado sentados, minutos antes de la tragedia. Okey. Pueda que este siendo un poco dramático y mi miedo, no tenga fundamentos hasta ahora y solo se trate, de una visita amistosa. Pero ¿puedes culparme? Cuando lo único que mi padre, ha hecho hasta ahora, es querer obligarme a volver, a un lugar donde no pertenezco.

Jennie se deja caer en el sofá y me mira. Una ceja oscura levantándose, interrogadoramente.

— ¿Quién era? —Abro la boca para responder, pero todavía me encontraba en mi estupor. Y bueno. Supongo que mi rostro tenso, tuvo a Jennie levantándose del sofá, para dar un paso, hacia donde me encontraba estático — ¿Por qué tienes esa expresión en tu rostro? Pareciera que hubieras visto un fantasma. — Entonces sus ojos se dirigir detrás de mí, abriéndose de par en par. Su boca en una enorme ''O'' Mirando entre mi familia y yo.

Su expresión es realmente cómica y si hubiéramos estado en otra situación, donde yo no fuera el protagonista, seguramente estaría tirado en el piso, sosteniendo mi estómago, sin poder contener la carcajada, que hubiese salido de mi ser. Sin embargo, la realidad era otra y en vez de encontrarme riendo, hasta que no pudiera aguantar las lágrimas. Me encontraba tratando de forzar una sonrisa, para que Jennie estuviera tranquila. Ella tarda un poco en recomponerse. Pero finalmente su boca se cierra y aclarando su garganta, le da una breve inclinación a mi padre.

— Señor Jung. — Mi padre le da un breve asentimiento, y pasando por mi lado, se detiene frente a Jennie. Entonces toma sus pequeñas manos, entre las suyas.

— Jennie—El hace una pausa y le sonríe con una mirada de agradecimiento, en sus ojos verdosos. Jodidamente le sonríe. Su expresión suavizándose. Cosa que me molesta, por no ser capaz de actuar así, con su propio Hijo. Rodando los ojos, espero expectante a sus próximas palabras— Por fin tengo el gusto, de conocerte en persona.

Por supuesto que Jennie conocía a Sejun y Jimin, porque eran los que constantemente, cada que podían me visitaban. Pero mi padre era otro tema aparte. Cuando estaba en el internado. Mi padre me visitaba con bastante frecuencia. Sin embargo, cuando salí del internado y empecé a volverme adulto, las visitas se redujeron. Entonces, en las pocas veces, en las que mi padre venia. Siempre se quedaba en un hotel y yo iba a su encuentro. Tampoco se quedaba por muchos días. Porque en palabras de él, su trabajo no se lo permitía. Por eso nunca había tenido la oportunidad, de conocer a Jen. Hasta ahora, que decidió muy convenientemente, que éramos dignos de su presencia.

— Se lo importante que eres para mi hijo y me encantaría agradecerte personalmente, por estar al pendiente de Hoseok. — Continuando con su discurso. Mi padre me da un rápido vistazo, sobre el hombro y vuelve su atención nuevamente a mi amiga. — Él es un chico bueno, pero suele meterse en problemas con bastante facilidad.

— Papá— chillo avergonzado y molesto, por su actitud. Él no tenía ningún derecho, en tratarme como si fuese un niño.

Mi padre por fin suelta las manos de mi amiga y me dirige una mirada, antes de volver a ignorarme y continuar — Gracias por cuidar de mi hijo— Jennie parece sonrojarse, pero trata de ocultarlo inmediatamente y si no supiera del pequeño enamoramiento, que tiene por mi hermano Sejun, pensaría que la pequeña traidora, acaba de tener un flechazo por mi padre. Se aclara la garganta y pronuncia, con voz firme.

— No tiene nada que agradecerme señor Namjoon. Hobi es realmente un adulto y sabe cómo comportarse, por sí solo. —Bueno. Esa definitivamente fue una buena respuesta, para salvar mi trasero. Y yo que empezaba a pensar, que Jen se estaba poniendo del lado de mi padre. Lo que era una completa mierda. Después de todo lo que le había contado y ella misma había notado de mi familia.

Mi padre frunce levemente el ceño, ante la respuesta increíble de Jennie. Esta le da una sonrisa inocente, mientras se aparta de mi padre, para saludar a Jimin en un abrazo y un asentimiento a Sejun, dejando a mi padre congelado en el lugar. Una pequeña sonrisa curva mis labios y trato de ocultarla rápidamente. Toma eso Jung Namjoon.

Después de unos breves segundos, en los que Jennie saludo amablemente a Jimin y Sejun. Ella les ofreció de tomar, cortando con el incómodo silencio, instalado en la habitación. Pero mi padre como siempre, dijo que no era necesario, que no podían quedarse por tanto tiempo, ya que esa misma noche viajarían, de regreso a corea. Su declaración, hizo que mi corazón se detuviera, por una mili fracción de segundos. Porque el que se haya tomado el tiempo, de venir a Cannes, para solo decirme algo e irse, no era un buen augurio. Entonces Finalmente, la parte que era inevitable llego y mi padre me pidió, una conversación a solas. Jennie me miro y vi la preocupación reflejada, en sus ojos grises. Jimin y Sejun también observaban la situación, con expresiones tensas y preocupadas en sus rostros. Obligándome a mantener la calma y mostrarme fuerte y maduro. Asentí y guie a mi padre, hacia mi habitación. El cerro la puerta tras de sí y en el primer segundo, que estuvimos los dos solos, en una habitación, el ambiente se volvió tan tenso, que podría ser letal para otra persona, que se arriesgara a entrar en la habitación.

Me sentí expuesto, cuando padre empezó a estudiar mi habitación, con su dura mirada. Se sentía como violar mi privacidad y como si estuviese, escaneando un pedazo de mi alma. Mi habitación era amplia, con colores cálidos y claros en las paredes, que la hacían lucir luminosa. Una gran ventana, por la que casi todo el día, entraba la luz del sol. El suelo era de azulejos. Con una cama bastante amplia. Armarios grandes, que guardaban toda mi ropa. También había un pequeño escritorio, con mi portátil, algunos libros de medicina esparcidos y una lámpara azul turquesa, porque es mi color favorito, que me iluminaba en mis noches de lectura. A su lado un pequeño estante, pero sustancioso, con más libros de medicina y algunos de psicología que Jennie me había prestado.

Mi padre se acerca al pequeño escritorio y toma en sus manos, el último libro, al que le había estado poniendo más interés, que, a los aburridos libros de cirugía general, en los que se suponía debía trabajar, para mi especialización en cirugía. Sin embargo "La mente criminal" de Vicente Garrido, prometía mucho más, robar mi tiempo, mientras leía acerca de cómo entender de forma completa, cómo actúa un asesino en serie, para qué se utiliza el ADN en la investigación de un crimen, qué es el modus operandi y cómo utiliza su firma un asesino. Creo que hubiese sido, un buen psicólogo forense. Pero no. Lastimosamente me encontraba aquí, atrapado entre libros de cirugía, mientras mi amiga, se encontraba cumpliendo el sueño de los dos. La verdad sea dicha. A veces sentía envidia por ella. Claro está, envidia de la buena, porque por lo menos uno de los dos, estaba cumpliendo sus sueños.

Observo como el ceño de mi padre se frunce y me da una mirada de ¿Es enserio Hoseok? Antes de pronunciarlo con sus duras e insensibles palabras. Claro. No es como si hubiese esperado, menos de él.

— Creo que no deberías estar pendiendo tu tiempo, en estas cosas Hoseok— Para reafirmar su punto, el hace un gesto hacia libro en su mano. No queriendo tener esa conversación con él; le ignoro y evado el tema, sosteniéndole la mirada.

— Y tú me vas a decir de una buena vez por todas, ¿Por qué es que estas aquí?

— Voy a pasar por alto, tu falta de respeto Hoseok. Pero solo por esta vez—Ruedo los ojos por su egocentrismo, peo el solo me mira como un niño, rebelde y berrinchudo. Lo que me hace arder internamente y querer descargar mi ira, contra él. Pero me contengo y escuchó atentamente sus próximas palabras, mientras deja el libro en el pequeño escritorio. — Y creo que es más que obvio, el por qué, estoy aquí.

Nos miramos fijamente el uno al otro, la tensión construyendo por doquier. Las náuseas agitaron mi estómago. Un dolor que no quería desaparecer, se formó dentro de mi corazón, mientras mordía mi mejilla interna. Mi mano viajando a mi muñeca, para jugar con la pulsera, que claramente ya no tenia, porque la había perdido esa catastrófica noche. Era un hábito que había adquirido, hace menos de siete años. Tiempo después de que mi hermano Sejun, me la haya regalado por mis quince años. Creo que el hecho de saber, que mi hermano me la había regalado, me daba seguridad y estabilidad emocional. Además de que las palabras gravadas, en el pequeño dije ovalado, me encantaron, cuando mi hermano me las mostró expectante, a mi reacción.

Vive. Sueña. Ama.

Las palabras tenían un profundo mensaje y recuerdo que Sejun, pronuncio las palabras, en voz alta. Diciéndome que era, lo que quería para mi vida. Lo que me puso muy triste, cuando me di cuenta que la había perdido. Y no había tenido el valor, para decírselo a mi hermano en sus llamadas. Siempre diciéndome, que se lo haría saber cuándo me visitara. Bueno. Parece que el momento, también había llegado.

La voz de mi padre me saca de mis pensamientos, cuando dice.

— Debido a que desde la última vez que hablamos, has estado evitándome. Tuve que presentarme aquí, porque debemos hablar. — La tensión en la habitación parece alcanzar un nivel máximo, mientras sus palabras penetran en mi cabeza. Me niego a verme vulnerable frente y que vea lo mucho, que sus palabras pueden desestabilizarme. Por lo que, interrumpiendo sus palabras, lo desafío con voz firme.

— Y Yo creo que fui bastante claro contigo papa. Si viniste a pedirme que regrese a corea, creo que perdiste tu tiempo. Porque no voy a dejar Paris, para regresar a un lugar, que jamás fue mi hogar... No tengo nada en corea papa. Entiende eso de una vez por todas.

Mi padre me lanza una mirada interrogante y por primera vez, desde que llego a mi apartamento, esta tarde. La máscara que siempre ocultaba sus emociones, pareció quebrarse en una mili fracción de segundos. Donde me pereció ver dolor y agonía en sus ojos. Su voz baja, con un atisbo de tristeza cuando mi nombre, sale de sus labios— Hoseok— El da un paso hacia mí, queriendo alcanzarme y yo me alejo, como un cachorro herido. Sus ojos se estrechan, ante mi reacción. Luciendo dolido y derrotado. Pero no me dejo engañar por él. Y lo miro con ojos acusadores. Da un suspiro frustrado, pasando su mano, por su nuca tensa y dice con cautela.

— Tienes a tu madre Hoseok. A tus hermanos. A Jimin. Me tienes a mí, ¿no es eso, acaso suficiente para ti?

Niego con la cabeza

— Pues como que mama y ella, no estarán felices de tenerme allá. De lo contrario ¿Porque nunca me visitaron? ¿Porque nunca me llamaron papa?... Y no trates de fingir, que ellas me aman o que siquiera se preocupan por mí. Por sabes que eso, no es cierto. — Presiono. Lagrimas formándose en mis ojos. Odiando el hecho, de que me esté viendo tan vulnerable.

Lo odio

No soy así de débil...no normalmente

Y él es la última persona que quiero, que me vea así. Él es fuerte. Nada lo toca. Así que no tengo ni idea, el cómo manejaría la situación, si me rompo frente a él.

Lo observo abrir la boca y cerrarla, quizás buscando las palabras correctas, para no hacerme enfurecer más y ganar esta batalla. Claro. Como si yo fuese a dejarlo. Finalmente se decide y tantea.

— Hijo. —Pero no estoy dispuesto a dejarlo continuar y levanto mi mano, pidiéndole que pare.

— No papa. No va a funcionar... Tengo una vida aquí. Tengo una jodida profesión y tengo mi trabajo. Trabajo que conseguí, por mis propios méritos y no porque mi padre, es el jodido, maldito dueño de un hospital — Repito levantando mi barbilla obstinadamente.

Mi padre desvía la mirada y puedo ver como sus pensamientos, juegan en su cabeza. Entonces siendo el hombre, que le gusta tener todo bajo control, sin importar como lo conseguía. Deja caer la bomba en el aire, amenazando con derrotarme completamente. Solo que esta vez. Estaba decidido a luchar. Sin importar lo herido que pudiera salir, en el proceso.

— Hoseok... no me obligues a utilizar mis conexiones, para hacerte entrar en razón.

Una risa sin humor, abandona mis labios. Mi voz firme e irritada y el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, cuando hablo.

— Querrás decir jugar sucio. ¿A caso no siempre es eso, lo que haces? — Mi padre abre la boca, para responder ante mi altanería. Pero no le doy oportunidad, a que responda a tal y continúo dejándolo con la boca abierta y los ojos en grandes— Estas aquí para darme un ultimátum y te agradezco por tu consideración. ¿Pero sabes que papa? No me importa. Porque ya tomé una decisión. —Ignorando olímpicamente mis palabras. Él dice, duramente.

— Mañana viajaremos te guste o no Hoseok. Y te voy a dar dos opciones... o vienes conmigo y nos ahorras a ambos, un escándalo... o te quedas y me veré obligado a intervenir y que tengan que prescindir de tu trabajo, en el hospital universitario de Cannon. Tú decides.

— ¿Me estas amenazando? —escupí con los dientes apretados, escupiendo fuego como un pequeño dragón, apunto de asesinar a cualquier persona, que se atravesara en mi camino.

¿Qué le pasaba a este hombre?

¿Cómo se atrevía a amenazar a su propio hijo?

— Solo quiero que vuelvas a casa — Fue su simple respuesta, cuando se dirigió a la puerta y abandono la habitación. Dejándome furioso. Devastado y hecho un manojo de nervios. Las lágrimas derramándose por mis mejillas.

Me dejo caer en la cama y me hago un ovillo, resoplando y botando lagrimas por doquier. Quería estrellar todo y romper cosas, para descargar mi ira. Pero Jennie siempre decía, que, con eso no lograría nada. Así que me resigno y lloro en silencio, no queriendo que nadie se dé cuenta, de mi estado. Un par de minutos después, escucho dos suaves golpes en mi puerta y antes de que pueda pronunciar alguna negativa, la cabeza de mi hermano se deja ver por la puerta, dándome una débil sonrisa.

— ¿Puedo?

No se cómo sentirme respecto a Sejun. Lo amo y admiro mucho. Siempre ha estado para mí y ha sido ese hermano protector y cariñoso, con el que cualquier chica o chico soñaría. Pero me había traicionado. Claro. No es como que pudiera culparlo. Sabiendo lo manipulador, que mi padre podría llegar a ser. Aun así, me sentía furioso y no podía entender que, Sejun no era responsable de mi desdicha.

Ante mi falta de respuesta. Sejun camina directo a mi cama y yo me acurruco, sintiéndome derrotado y sin vida. Él se sienta a un lado en la cama, atrayéndome entre sus fuertes brazos y deja que su mano se pierda en mi cabello consolándome. Como cuando era un niño. Como cuando venía a visitarme en las vacaciones y notaba mi tristeza. Inevitablemente, envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, reposando mi cabeza en su pecho duro, dejándome mimar.

Sus suaves caricias en mi cabello, me ayudan como siempre lo han hecho, a calmarme. Me siento mal y avergonzado por él, al recordar lo de la pulsera. Pero no creo que sea un buen momento, para contárselo. Unos minutos después, me decido por unas cortas palabras, para hacerle saber que me encuentro mejor.

— Gracias. —Musito. Sejun inclina su cabeza hacia abajo, de tal manera, que sus ojos marrones puedan ver mi rostro. Le doy una débil sonrisa y el me corresponde, con una de sus hermosas sonrisas, con la que estoy seguro, volvería loca o loca a cualquier chica o chico, que mirara en su dirección.

Sejun era un hombre admirable. Inteligente y muy apuesto. A sus veinte años de edad, había alcanzado su título de medicina. A sus veintitrés, había logrado una especialización en cardiología. Y a sus actuales veintinueve años de edad, Sejun había obtenido su doctorado, en ciencias de la salud. Dos meses después, una de las mejores universidades de corea del sur, le había mandado una invitación, para unirse al cuerpo de docentes, en el área de medicina de la institución. Llevaba un mes trabajando allí y por lo que Jimin me contaba, las chicas y chicos estaban coladitos por él. Y es que bueno, como no estarlo. Mi hermano era de verdad, un tipo bastante atractivo a la vista. con su 1. 80 de estatura. Cabello negro como mi padre y ojos marrones como los de madre, tenía babeando a más de una y uno en el hospital y no dudaba que Jimin tuviese razón.

Sejun también era un hombre, bastante alegre y amable. Siempre preocupándose por los demás. Pero con el tiempo y viviendo al lado de una mujer, como lo era mi madre. Note como su brillo y alegría se iban apagando, siendo remplazados, por un Sejun más duro y con expresiones fuertes, mientras sus emociones eran ocultadas, solo permitiéndome a mí, ver más allá de ello.

— Hobi lo siento... De verdad no había nada que pudiera hacer para detener a padre... De hecho, creo que Jimin intento advertirte con un correo, pero padre se dio cuenta y borro los mensajes antes que pudieran llegar a ti. —Una sonrisa floja curva mis labios. No me sorprende que padre haya hecho, un truco tan sucio como ese. Creo que, a este punto, nada podía sorprenderme respecto a mi padre. Sejun me mira expectante. ¿Pero que podía decir? Después de todo, ya habían quedado claro, los alcances de padre. — ¿Nos perdonas?

Miro el rostro preocupado de mi hermano y no puedo evitar, la sonrisa que escapa de mis labios. El realmente se preocupaba por mí.

— No estoy enojado contigo. Ni con Jimin...Por lo menos ya no. — Mi hermano sonríe y me da un beso, en la parte superior de la cabeza. Suelto una breve risita y me inclino para besar su mejilla. El parece más relajado y nos quedamos en silencio, por un par de minutos, solo disfrutando de la presencia del otro. Finalmente, Sejun da un suspiro y cambia la posición de su cuerpo, para poder enfrentarme. Su mirada seria, me dice que dirá algo, que no va gustarme. Sin embargo, lo escucho, porque él ha sido un muy buen hermano conmigo y es lo menos que puedo hacer.

— sé que piensas que padre está haciendo todo esto por capricho — Mi hermano dice. Su voz suave y tranquilizadora. —Pero no es así... Jimin. Padre y yo te queremos de vuelta en casa.

Resoplo antes que pueda terminar y me acomodo a su altura en la cama. Mi espalda tocando, el respaldar de la cama.

— Tú lo acaban de decir Sejun... Jimin y tu... Padre, Lo dudo...Porque si así fuera ¿Porque no me defendió, cuando tenía doce años y le suplique, que no me mandara a otro país? ¿Porque aun, cuando mi tiempo en el internado había acabado, no hizo lo imposible para llevarme consigo a corea? — Sejun abre la boca, pero le interrumpo con la sangre, subiéndome a la cabeza y no le permito hablar—¿Y qué me dices de madre y ELLA? ...No creo que estén nada feliz, con el nuevo capricho de padre.

Sejun me mira y veo un destello de culpabilidad en sus ojos.

Culpabilidad por no poder hacer nada, cuando me enviaron a otro país ¿Pero que hubiera podido hacer él? Si solo era un adolescente. Nunca lo he culpado por ello. Sería estúpido e irrazonable de mi parte. Sejun suspira y murmura.

— El abuelo está enfermo Hoseok— Sus palabras llaman mi atención y mis ojos hacen contacto visual con los de mi hermano. Frunzo el ceño, curioso por la nueva información ¿Enfermo? No sabía que el abuelo Doyoung estuviese enfermo.

El abuelo Doyoung. Se había retirado hace años del hospital, dejando a mi padre a cargo. Mi relación con él era muy buena. Siempre siendo un gran abuelo, con el que guardo los mejores recuerdos, de mi infancia. Siempre jugaba con Jimin y conmigo. Nos dejaba hacer travesuras y comer muchos dulces a escondidas de nuestros padres. Todavía recuerdo su rostro triste y afligido, cuando se despidió de mí, hace más de nueve años. Y aunque desde entonces, nunca nos volvimos a ver personalmente. El abuelo y yo hablábamos cada vez que podíamos, por llamadas e incluso video llamadas. Siendo la última vez que hablamos, hace un par de semanas. Pero lo que no recuerdo, es que me haya dicho algo al respecto.

— ¿Enfermo? —Logro musitar, atraves de mi trance. Sejun asiente.

— Yo... No debería estar diciéndote esto—Sejun murmura—Se lo prometí al abuelo... Pero no tengo otra opción Hobi—Sejun hace una breve pausa, pasando sus dedos, por su cabello lacio y continua—Hace un año. Al abuelo le diagnosticaron cáncer de pulmón. — Mis ojos se abren de par en par y siento mi estómago hundirse.

¿Cáncer de pulmón?...

No. No, no. El abuelo me hubiera dicho.

Excepto que...

— El abuelo no quería que te enteraras, porque él sabía que dejarías todo, por lo que has luchado aquí y regresarías a corea, para estar a su lado... Nos hizo prometerle que no te diríamos nada.

Una lagrima silenciosa rueda por mi mejilla y la aparto inmediatamente. El sabia, lo feliz que yo era en Cannon y lo desdichado que me sentía, con solo pensar en tener que volver a corea. Por supuesto, que él no me diría nada.

Me muevo en la cama. El ácido se eleva en mi estómago. Pero me obligo a mantenerme en calma. Arreglándomelas para preguntar con voz temblorosa.

— ¿Cuál es el pronóstico?

— Menos de un año

— ¿Qué?

— El cáncer estaba muy avanzado cuando lo detectaron...Lo siento Hobi

Cada palabra de mi hermano, cae como una piedra en mis entrañas, que amenaza con romper, todos mis órganos internos. Y sin poder evitar y contener más mis lágrimas. Dejo que estas, se deslicen por mis mejillas.

Menos de un año.

Por supuesto que esto, lo cambiaba todo.

El abuelo había sido bueno conmigo. No podía quedarme aquí; teniendo esta nueva información. Sabiendo que su tiempo en este mundo, era contado. No podía. Y aunque me rompía el corazón, tomar esta decisión. No había nada que pensar.

Limpiando mis mejillas con el dorso de mi mano resoplo y trato de tranquilizarme. Me lleva un minuto encontrar mi voz, y es un chirrido patético cuando lo hago.

— Volveré con ustedes a corea.

Sejun me envuelve en sus brazos y yo enredo mis delgados brazos, en sus caderas. Se siente fuerte y cálido a mi alrededor. Su corazón, un latido reconfortante en mi oído y me dejo ir en la sensación y calidez, que los brazos de hermano, me dan. Solo me quedaba esperar, que mi valentía, me ayudara a sobrevivir a esta situación.






(...)

Había tomado decisiones difíciles en mi vida. Como cuando padre, me propuso pagar mi carrera y dejarme quedar en Paris, a cambio de dejar la carrera de psicología. Como cuando, con Jennie. No sabíamos si escoger este apartamento, que nos quedaba casi a dos horas de la universidad, pero nos brindaba tranquilidad y paz. O. En cambio, escoger el apartamento ruidoso, en el centro de Cannon, pero que nos ahorraba bastante tiempo, para trasportarnos a la universidad. También, como cuando, dos de los mejores hospitales de Cannon, quedaron encantados con mi perfil, a pesar de que no tenía experiencia. Pero que, aun así; tenía buenas referencias de mis practicas universitarias. Me solicitaron trabajar con ellos. Sin embargo, por una razón que conocía perfectamente. Esta decisión, había sido la más difícil de toda mi vida. Y aunque me estaba muriendo por dentro. Sabía que estaba haciendo lo correcto.

Un año.

Un año era lo que debía aguantar, para volver al lugar, que me había hecho la persona, que hoy en día era. No sabía cómo iba a sobrevivir a las palabras y miradas, crueles de mi madre. O cómo iba a soportar el desprecio en los ojos, de ELLA. Pero lo haría y lo lograría por el abuelo. Después de ese tiempo. Nada ni nadie, me retendría en un lugar, donde no quería estar.

Por supuesto que media hora después. Cuando mi familia se había ido y le conté a Jennie. Pensó que me había vuelto loco y que la estaba abandonando. Ella lloro y lloro, quizás por una hora. Lo cual me hizo llorar también, junto a ella. Pero finalmente, ella comprendió porque lo hacía y me felicito, por comportarme como una persona adulta y tomar una decisión tan grande e importante, como la que estaba tomando. Tiempo después de decirme, lo mucho que me extrañaría y yo a ella. Me hizo prometerle, que hablaríamos mucho por video llamadas y que regresaría pronto. Esa noche dormimos juntos.

A la mañana siguiente. Me desperté con un cosquilleo en mi estómago y los nervios comiéndome vivo. Me obligue a salir de la cama y desperezarme; para enfrentar el día, que se me venía encima. Jennie también se despertó, cuando me sintió fuera de la cama, acompañándome en todo momento. Tomamos un desayuno juntos y posteriormente, hicimos mis maletas. Aun no podía creer, que hubiera aceptado tal locura. Pero lo único que podía importarme en estos momentos, era estar al lado, del abuelo Doyoung.

Alrededor de las siete de la mañana, ya me encontraba listo. Decidiéndome por algo casual y cómodo. Como lo eran, mis Jeans negros rotos y una polera beige, con mis habituales tenis blancos. Eventualmente, cuando mi padre. Sejun Y Jimin se presentaron en mi apartamento, muy temprano. Sentía mis piernas como fideos, mi pulso palpitando en mi cuello tan fuerte, que estaba seguro era visible para todos, en la sala de estar. Me despedí de Jennie y esta lloro un poco más. Juro que nunca la había visto llorar tanto, desde que la conocía y eso rompía mi corazón en trocitos. Aun así, se las arregló para recomponerse y darme un abrazo y un beso en la mejilla, murmurando para que solo yo pudiera escuchar, lo mucho que me amaba. Yo también la amaba y se lo hice saber una vez más.

De camino al aeropuerto, el silencio en el auto era aterrador De vez en cuando, pillaba a padre e incluso al mismo Sejun, echarme miradas furtivas por el espejo retrovisor, como si de repente temieran, que fuese a cambiar de decisión y me lanzara del auto. Jimin iba a mi lado en completo silencio, y con los ojos cerrados. Anoche habíamos tenido una conversación y le hice saber, que no era culpa de él, ni de Sejun, lo que estaba pasando. El pareció relajarse mas.

Nos tomó una hora llegar al aeropuerto. Mi padre tenía un Jet privado, por lo que pasamos inmediatamente, a la pista de despegue y aterrizaje. El avión privado de mi padre, era una maravilla. Una completa belleza. Poseía las comodidades necesarias, para un buen viaje. Sillones blancos en la parte delantera. Un pequeño baño. un pequeño frigorífico y en la parte de atrás, pude visualizar dos camas. Mi padre y Sejun se hicieron en los sillones blancos. Jimin tomo mi mano y me guio a la parte de atrás. Entonces rodo una cortina, para que pudiéramos tener más privacidad. Una vez solos, se dejó caer en la cama, con una sonrisa enorme en todo su rostro. Parpadee incrédulo y confundido, por su repentino comportamiento tan alegre. Un par de segundos después, Jimin levanta su mano y me señala su dedo anular.

Un anillo que parecía más costoso, que el mismo Jet privado de mi padre, brillaba en su dedo anular. Mi ceño se frunce, tratando de entender a donde quería llegar, mientras mis ojos permanecían en el objeto circular, puesto en su dedo. Yo no sabía mucho de anillos y esas cosas, pero a simple vista, se veía, que era muy y cuando digo muy. Era porque era, muy, muy costoso. Un anillo de oro blanco, con una preciosa esmeralda incrustada en el centro del anillo, brillando como los ojos mieles de Jimin. Entonces un pensamiento me golpea.

— Ohh. Por. Dios. No me digas que...

— ¡Si. ¡Si, si Hobi! Me voy a casar — El chilla emocionado, interrumpiendo mis palabras. Sus ojos más vivos de lo que alguna vez los había visto.

Acercándome, me dejo caer a su lado.

— Pero... ¿Cuándo? ¿Porque no me habías dicho que te iba a casar?

Por supuesto que sabía de la relación de Jimin, con este tipo. ¿Cómo era que se llamaba?

A sí.

Jungkook. Con Jeon Jungkook. Lo había visto y saludado algunas veces, por video llamadas, cuando hablaba con Jimin y él se encontraba presente. Era un tipo alto, de ojos negros. Cabello oscuro lacio, que le caía a los hombros y lo hacía ver como un tipo malo, de esos que andan en motocicletas. Sus facciones muy marcadas y tenía esa sonrisa. Quita bragas. Claro. Nunca admitiría eso ante Jimin. Seria condenarme a mí mismo. Por lo que sabía también. Jungkook era un médico neurólogo y que trabaja en el hospital de mi padre. El tipo se veía un poco mayor que Jimin. Quizás unos cinco años de diferencia. Pero bueno. ¿Importaba realmente eso?

No.

La verdad era que no. Él se veía feliz, siempre a su lado y para mí. eso bastaba y sobraba. Porque Jimin merecía toda la felicidad, que este mundo de almas perdidas, pudiera darle. Creo que Jimin, siempre tuvo un pequeño enamoramiento, por el tipo. Recuerdo cuando éramos adolescentes, en las constantes llamadas que nos hacíamos, él me contaba de lo fascinante que era este tipo. Jungkook. El solía ir Junto con Sejun y el ahora esposo de mi hermana mayor, a la misma universidad, tomando las mismas clases y posteriormente graduándose Juntos. Pero entonces sucedió, lo de los padres de Jimin.

Él había perdido a sus padres, cuando tenía 15 años, en un accidente automovilístico. Su madre. Jung Miya, era la hermana menor de mi padre. Recuerdo lamentarme mucho, por no poder estar a su lado, en un momento tan difícil. Y aun lo lamento, pero con el tiempo, entendí que era algo que no estaba en mis manos. El hecho, es que Jimin cambio mucho y se volvió un chico, un tanto solitario. Él entro en un estado de depresión, donde muchas cosas, dejaron de interesarle. Entre ello. Jeon Jungkook. Por supuesto, cuando algo está destinado a ser, no hay fuerza humana que cambie eso. Y así fue, como tres años atrás, volvieron a tener un acercamiento, en la boda de mi hermana. Desde entonces ellos se mantuvieron cercanos, hasta que finalmente se hicieron novios.

— Lo siento Hobi... Es que todo fue tan rápido y tan reciente. Lo juro. De hecho, aún no lo hemos hecho oficial.

Sé que no tenía ningún derecho, pero muy en el fondo, su respuesta alivio una parte de mi corazón, porque después de todo, era la primera persona a quien se lo contaba. Así que, egoísta o no, lo único que quería, era estar al lado de mi primo, en un momento tan importante en su vida. Como lo era casarse con el hombre que amaba.

Durante la siguiente hora, Jimin me conto, como Jungkook había preparado una cena hace dos días, para pedirle matrimonio y como todo, en palabras de Jimin, había sido como un sueño. También me contó, que aún no habían podido hacerlo oficial, porque mi padre se había encontrado bastante estresado, con lo del viaje. Por lo que no lo habían visto pertinente. Unas cuantas horas después, Sejun se unió a nosotros, trayéndonos una bandeja de panecillos con jugo. Después de devorar todo, decidí echarme una siesta. Jimin se colocó sus auriculares y se perdió en la música, que reproducía su celular. Mientras tanto, Sejun tomo su celular, y se dedicó a leer. Fue la última visión, que mis ojos obtuvieron, antes de dejarme arrastrar, a los brazos de Morfeo.








(...)

TAEHYUNG

— Vamos Taehyung. Ha pasado un tiempo, desde que nos hemos tomado una copa. No seas aburrido.

Suspiro ante las palabras de mi mejor amigo, dejándome caer en el asiento, detrás de mi escritorio.

Jungkook llevaba un poco más, de media hora; tratado de convencerme, para ir a tomarnos unas copas, en un bar cercano al hospital. La verdad es que me encontraba cansado y aunque se suponía, que era nuestro día de descanso, nos habían informado de una explosión, en una fábrica de petróleo y tuvimos que venir al hospital, para reforzar al personal. El día había sido bastante ajetreado. Con la urgencia al tope y tratando de atender a todos los heridos posibles. finalmente, en la tarde pudimos tomar un respiro. Y me encontraba agotado. Sin embargo y para ser honesto. No era la única razón, por la que había estado negándome a su petición. No solo hoy; si no también durante los últimos 8 meses.

Después de aquella noche, en la que cometí el peor error de mi vida. Me las arregle para actuar normal delante de Lía y quedarnos en Paris, durante una semana, que era lo previsto de nuestras vacaciones. Entonces lo que se suponía, que debían ser las mejores vacaciones, que hubiéramos tenido. Se convirtieron en una pesadilla y un completo infierno. Siempre que salíamos a conocer, los lugares turísticos de la ciudad, mi corazón daba un vuelco y no podía concéntrarme en nada, por estar alerta a todo mi alrededor; evitando algún encuentro incomodo, con el chico del bar. Lo que era una mierda, por ser esta una ciudad tan grande.

En una ocasión, cuando nos encontrábamos en una galería, de objetos antiguos. Pasábamos por unos de los pequeños puestos, cuando un destello naranja, llamó mi atención. Mi respiración quedo atrapada en mis costillas, cuando mis ojos enfocaron, al chico de espaldas en el puesto. Quise tomar la mano de Lía y salir corriendo, pero sabía que eso hubiera sido, bastante sospechoso. Sin embargo, cuando el chico de cabello naranja en el puesto, giro, en lo que pareció un movimiento en cámara lenta, acelerando su ritmo cardiaco. Pudo darse cuenta, que no era el chico del bar. Solo así, su respiración pudo volver a la normalidad. Estaba volviéndome loco y lo único que quería, era volver a corea y empezar de nuevo, dejando atrás el desliz, que tanto atormentaba mis sueños. Después de esa semana. finalmente volvimos a corea. Lía y yo más unidos que nunca. También había estado evitando a toda costa, salir a lugares públicos a tomar. Y durante los pasado ocho meses, solo en tres ocasiones, accedí a pasar un buen rato con Jungkook, por petición de Lía, que decía que debía salir más y no vivir solo en mi pequeño mundo. Lo cual no me importaba, si la tenía a ella en mi pequeño mundo, como ella decía. Sin embargo, solo fueron unas cuantas copas, en el apartamento de Jungkook.

Sacudo la cabeza, saliendo de mis pensamientos y tomando un bolígrafo. Firmo algunos documentos, de salidas de pacientes que no sufrieron daños mayores, en la explotación y que están listos, para ser dados de alta. Mientras murmuro.

— Estoy cansado Jungkook.

— Por Dios Taehyung. Tenemos más de ocho meses que no salimos. ¿Cuál es el problema contigo? — Gime, ante mi corta y evasiva respuesta.

Puedo sentir su dura mirada, perforándome. Pero no hay manera de que logre convencerme, de ir a ese sitio. Y no por el hecho de que piense, que pueda ocurrir lo mismo de parís y traicionar a Lía. Si no, porque no quiero, los estúpidos recuerdos en mi mente e ir a un bar, podría tener tal efecto en mí—. Para otro día será. Hoy ha sido un día largo y solo quiero ir a casa y descansar. —Digo, perforando los documentos en mis manos, para no tener que enfrentar la dura mirada de Jungkook. Creo que él, podría tener sus sospechas, sobre que ocultaba algo. Y a pesar, de que es mi mejor amigo y la persona más cercana que tengo, a un hermano. No podía confesarle, lo que había pasado en parís. Me había prometido a mí mismo, no pronunciar las palabras en voz alta. Evitando que cualquier persona, que no debería, las escuchara y llegara a oídos de Lía.

Escucho el chasquido de Jungkook y me arriesgo a darle un rápido vistazo, para verlo entornar sus ojos y soltar un resoplido.

— Ja claro. Tú te lo pierdes. Aburrido. — Abro la boca para darle una respuesta, cuando escuchó un suave golpe. Sabiendo de quien se trata. Sonrió y pronuncio un fuerte. Adelante, para que la persona del otro lado de puerta, pueda escuchar.

Segundos después. La puerta se abre, dejando ver a una Lía, de rostro cansado. Pero que, aun así, me da una débil sonrisa, adentrándose a la habitación.

— Por Dios Jungkook. Creo que voy a ponerme celosa, si cada vez que venga a buscar a mi esposo, te voy a encontrar aquí. — Lía farfulla, mientras se dirige hacia a mí y me da un beso corto en los labios. Jungkook aparta la mirada y pone una expresión de asco, fingiendo tener arcadas.

— ¡Ustedes dos! —Exclama Jungkook, señalándonos con su dedo índice. — Guarden su cursilería para otro momento. Dios. Tengan compasión de mí. — Lía suelta una breve carcajada, seguida de Jungkook. Sonrió, negando con la cabeza y los veo, intercambiar un par de palabras, sobre el día pesado, que cada uno tuvo. Entonces; Jungkook suelta un suave suspiro, levantándose del asiento.

— Bueno yo como que me voy dice levantándose el da un leve asentimiento a Lía y sale de la habitación dejándome con mi esposa.

Una vez solos. Lía se quita la bata, dejándola en el perchero de mi consultorio y posteriormente se deja caer con un suspiro frustrado, en la silla, que minutos antes había estado ocupando Jungkook. La miro desde mi lugar. Ella se ve cansada. Con sus ojos marcando unas líneas oscuras, debajo de sus parpados y su expresión casina y estresada.

— ¿Estas enfermas? — Pregunto, viendo también lo pálida que esta. Ella niega con la cabeza y un suspiro tembloso abandona sus labios.

— No. Solo cansada ...Ha sido un día largo.

Ella había estado un poco estresada y preocupada, porque hace cuatro meses atrás, habíamos decidido intentar tener un bebe. Lía estaba muy emocionada y creía que era el momento. Sin embargo, las cosas no habían salido como esperábamos. Ya que cuatro meses después, Lía aun no podia embarazarse. Le había propuesto ir con un especialista, pero ella se negó, diciendo que debíamos esperar un poco más. Creo que, en el fondo, ella tenía miedo de que hubiera un problema. Para ser más específicos, que alguno de los dos no pudiéramos tener hijos. Por supuesto yo también tenía temor por ello, porque se lo mucho que eso la destrozaría. Pero tarde o temprano, teníamos que hacer frente a la situación y averiguar que estaba sucediendo.

Le doy una suave sonrisa y la observo frotarse el cuello. Lo que es suficiente, para hacerme levantar de la silla, detrás de mi escritorio. Camino hacia donde ella está sentada, y me posiciono del lado atrás, dejando que mis dedos caigan, en su cuello tensionado, masajeando el área adolorida. Ella gime y deja que su cabeza caiga por completo en el respaldar de la silla. Lo que me lleva a sugerir.

— Bueno... será mejor entonces que nos vayamos a la casa, para que puedas descansar.

Lía asiente y dejo caer un beso en su cabello, para alejarme de ella y quitarme mi propia bata, dejándola en el perchero. Entonces, después de dirigirnos al estacionamiento del hospital, y poner en marcha el auto, nos dirigimos hacia la casa de los padres de Lía, donde aún vivamos.

Para cuando llegamos a la mansión, creo que ambos estábamos funcionando, en piloto automático. Cenamos. Nos duchamos juntos, y nos metimos debajo de los edredones, de nuestra cama, cayendo inmediatamente en un sueño profundo.

Al día siguiente, me levanto a las 5:30 de la mañana, ya que debía estar en el hospital a las 7:00. Lía duerme como un bebe, y trato de no hacer mucho ruido en la habitación, para no despertarla. Y debido a que no tenía que ir al hospital hoy, porque tomaría su descanso por el día agotado de ayer, no me pareció necesario, que se levantará. Presionando mis labios en su sien, le doy un beso rápido y dejo una pequeña nota en la mesita de noche.

Cariño. No me esperes para almorzar, ya que debo quedarme en el hospital. Disfruta de tu día y descansa. Por favor, no pienses en cosas estresantes. Te amo. T

Para ser honestos, hubiese preferido quedarme en casa con Lía. Pero debía dirigirme al hospital y posponer mi día de descanso, ya que el padre de Lía, el cual era el director científico del hospital, se encontraba por fuera del país, por asuntos familiares y me había dejado a cargo del hospital, para cubrir su ausencia. Así que lo único que quería, era que el día pasara rápido, y regresar al lado de mi esposa. Sin embargo, el día en el hospital se complicó, cuando tuvimos un inconveniente con un paciente, al cual una de las enfermeras, le había administrado un medicamento, al que era alérgico. El paciente obtuvo dos paros cardiorrespiratorios, que se lograron atender a tiempo. Ahora, la esposa e hijo del paciente, pedían un traslado de hospital y una cantidad de dinero, para no demandar al hospital por negligencia.

Después de llamar al padre de Lía y ponerlo en aviso. Me aseguro, que llegaría lo más pronto posible, mientras tanto, debía mantener la situación con los familiares del paciente, para no llegar a problemas mayores. Así que, aquí me encontraba atrapado, esperando que el director del hospital apareciera.

Para cuando dieron las seis de la tarde y la secretaria del padre de Lía, me pidió que me acercara a la oficina del director, ya que este me estaba solicitando, sentí un gran alivio inundarme, ya que los familiares del paciente, se estaban impacientando y ya estaban comenzando a amenazar, con demandar al hospital. No veía la hora de acabar con todo este rollo e irse a su casa. Pero definitivamente, la vida puede ser un completo caos y una mierda, cuando no está de tu lado. Y mientras salía del ascensor, a lo que se suponía iba hacer, encontrar tranquilidad y terminar con este día catastrófico. En menos de un segundo se había convertido, en una enorme tormenta, capaz de arrasar con todo a su paso, dejándome con la boca abierta y los ojos de par en par. Ácido llenando mi estómago, mientras luchaba por respirar. Por qué no era posible, y no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Porque quizás, solo era otra mala pasada, que mi mente me estaba haciendo.

Excepto que...

No

Él estaba aquí.

Pero, ¿Cómo? ¿Porque? 








#FORBIDDEN_LOVE💜

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