El Capítulo de Nuestro Amor ©...

By ponche_26

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"La vida consta de muchos capítulos, pero sin duda el del amor, es el más interesante de ellos." Cuando Ameli... More

1. Un rostro taciturno.
2. Ausencia
3. Una torpe caída.
4. Almuerzos en la oficina.
5. "Déjame dormir en tu auto"
6. A paso de tortugas.
7. El viaje hacia Merrel.
8. Traición, la mía.
9. Isaac en la brecha.
10. Huyendo.
12. Lo único que lamento
13. El parque de las aguas.
14. La familia Taylor
15. Una sola cama.
16. Tonto por ella.
17. Una broma de goma
18. "La derribaré"
19. Una publicación inesperada.
20. "Perdón"
21. Una llamada inoportuna.
22. Un panorama confuso y desconocido
23. Propuesta.
24. "Todo un caso"
25. Demostrar lo contrario.
26. Elegir
27. El final de una historia casi real
Epílogo
AGRADECIMIENTOS FINALES

11. Todo mal.

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By ponche_26


"El amor es una de las cosas más hermosas del mundo, pero a la vez, es una de las más dolorosas. Nos importa tanto, que ante cualquier decepción sentimos que aquello que nos mantenía firmes, volando en un cielo de posibilidades, nos suelta, y caemos hasta tocar fondo. Doloroso, pero real."

Allison Ponce.


Desde aquel día, en el que sentí que lo había arruinado todo con Isaac, no volví a toparme con él ni por accidente. Sabía que me evitaba, así que no me esforcé mucho en buscarlo.

¿Por qué me sentía tan mal por eso? ¿no era acaso lo que quería?

Me permití confiar en Amanda después de mucho tiempo, y le conté finalmente toda la historia que nos involucraba a ambos. Me sorprendió el haber terminado llorando después de eso; jamás pensé que me la pasaría tan mal siendo ignorada por él. Me dolía, pero sabía que me lo merecía.

Después de varios días de encontrarme en aquella situación, decidí emprender un viaje hacia Merrel. Se acercaba el cumpleaños de Sophia, y habíamos planeado celebrarlo con una pequeña reunión familiar.

Llegué a casa con un hermoso regalo para mi hermana; era un hermoso libro de romance que sabía que le encantaría. La abracé tiernamente y luego a mi madre. De cierta forma, el estar en casa me transmitía paz.

Para las ocho de la noche la cena estaba completamente lista sobre la mesa. Tanto mamá como Richard, Sophia y yo nos encontrábamos alrededor de ella esperando que sea el momento adecuado para comenzar a cenar.

—En mi familia siempre se nos enseñó a agradecer antes de comer. —habló Richard, con una sonrisa —Y pienso que es el momento perfecto para hacerlo.

—Venga. Inicio yo. —dijo mi madre, con entusiasmo. —Gracias por mis hijas, son lo mejor que tengo.

Miró a Sophia y luego a mí mientras sonreía. Le devolví una tierna sonrisa, mientras inspeccioné su rápidamente su rostro; ella lucía feliz, tanto como lo había sido mientras mi padre vivía.

—Gracias por el pastel de mora. —Habló Sophia.—Y por la pizza con piña también.

Casi todos reímos después de escucharla. Sin duda, era la cumpleañera más feliz que había conocido.

—Gracias por tu amor.

La voz de Richard sonaba tranquila mientras sus ojos se encontraron con los de mi madre

Los observé con cierta incomodidad, más no dije nada por respeto a mi hermana. Era su día y no quería arruinarlo.

—Tengo hambre. —hablé de inmediato, mientras tomaba los cubiertos de la mesa. —Hay que comer.

—Pero es tu turno de...

—No, Sophia. —La frenó mamá. —Déjala comer.

Sabía que mi actitud le parecía extraña, más traté de disimular mientras le hablaba a mi hermana de una saga de libros nueva.

...

Después de cenar me dirigí a la cocina con los platos sucios en mano. Era mi turno de lavarlos, así que no me quejé y comencé con mi tarea.

—Dios me dio un talento para identificar cuando una de mis hijas está pasando por un mal momento.

La voz de mi madre llamó mi atención. La cocina era su terreno, durante toda mi vida las conversaciones más profundas que había tenido con ella se habían llevado a cabo entre estas cuatro paredes.

—Es sólo estrés mamá.

—No me mientas, cariño. Yo te traje al mundo. Ahora dime por qué chico es que estás así.

—¿Cómo...?

—Reconozco tu mirada de tristeza cuando algo no va bien con un chico. He soportado todas tus rupturas en la secundaria.

Reí ligeramente y me recosté sobre la isla de la cocina. Era evidente que exageraba; poseía cierta popularidad entre los chicos cuando estaba en la escuela, pese a eso no había tenido mas de dos enamorados.

—¿Prometes no enojarte?

—¿Por qué me enojaría?

Es que sabes de quién te voy a hablar.

Comencé a contarle todo lo sucedido los últimos meses, esperando que la presencia de Isaac en mis relatos no la sorprendan de la manera en la que me había sorprendido a mí encontrármelo después de varios años.

—Entonces el pequeño Isaac Taylor te robó el corazón.

—Ya no es tan pequeño cómo lo recuerdas, y no me robó el corazón, mamá.

—Yo no estaría tan segura de eso. —habló. —Aquel brillo en tus ojos cuando hablas de él no lo tiene cualquiera.

Por momentos olvidaba lo observadora que mi madre podía llegar a ser.

—¿Qué debo hacer? Siento que estoy traicionando a papá.

—Él es un buen chico, y pienso que Wilfred estaría muy orgulloso de verte feliz.

Oh claro, por un segundo pasé por alto que estaba hablando con la mujer que había olvidado a mi padre al reemplazarlo por otro.

—No mamá, yo no soy como tú. —le dije, un tanto fría. —Yo no puedo olvidar lo mucho que sufrió papá aquella noche.

—Has vivido llena de resentimiento todos estos años, hija. No es bueno para ti vivir aferrada al pasado. Hagas lo que hagas, las cosas ya están hechas.

—¿Y lo dices así, tan sencillamente?

—Ame, me encantaría decirte algo que pueda ayudarte, pero nada de lo que diga hará que respetes mi decisión de rehacer mi vida. Las cosas son así; y la vida es sencilla: o te acostumbras, lo aceptas y lo superas, o te condenas a vivir aferrada a lo que siempre te hará daño.

—Pensé que tendrías algo mejor que decirme. —concluí. —Gracias por no ayudar. Buenas noches.

—Amelie... —intentó hablar, pero no fui capaz de escucharla. Había corrido escaleras arriba con los ojos llenos de lágrimas, sintiéndome el ser más miserable del mundo.

...

El silencio para muchos es tranquilizante, pero cuando lo mezclas con la soledad, puede que se convierta en algo difícil de tolerar.

Yo misma lo había entendido.

Todos se encontraban tranquilamente durmiendo, no obstante, yo no había podido conciliar el sueño por más que lo había intentado. Me resigné a no dormir al cabo de un rato y demanera sigilosa caminé en dirección a la que alguna vez había sido la oficina de mi padre.

Aquella habitación tenía un gran ventanal sobre el cual la luz de la luna entraba para alumbrar toda la zona, y debajo, un pequeño espacio para sentarse y observar el panorama. Ahí, en la soledad del lugar, me encontraba yo recostada, mientras rodeaba mis piernas en un abrazo.

Unas lágrimas recorrían mi rostro, más no me esforcé por mantenerlas ocultas, necesitaba llorar aquel día.

Unos pasos interrumpieron mi solitaria velada, provocando que me pusiera de pie de inmediato en silencio. No quería que nadie me encontrara en aquel miserable estado, pero era demasiado tarde.

—¿Estás bien, Amelie?

Richard había entrado a la sala mientras susurraba.

Su aparición me había sorprendido. De todas las personas presentes en la casa, él era a quién menos esperaba ver.

—Sí. —respondí, aunque la verdad era evidente.

—Perdón que te interrumpa, pero escuché los pasos de alguien y vine a vigilar.

Asentí en silencio y volvía tomar asiento.

—Hace algunos años...—comenzó a decir al cabo de unos segundos de mutismo, mientras tomaba asiento en una de las sillas. Su voz era serena. — Veinte, para ser exactos, mi única hija murió.

La confesión de Richard era muy personal; me había sorprendido, sin duda, tanto que no supe que decir. Me limité a guardar silencio mientras lo escuchaba hablar.

—Tenía cinco años cuando pasó. Fue una época muy triste para mí y para su madre, pero sabíamos que pasaría. Cuando Brianna nació nos dijeron que no viviría mucho, pero sorprendentemente logró vivir cinco años, los cinco mejores años de mi vida.

—¿De qué murió? —pregunté, esperando no sonar inoportuna.

—Tenía leucemia. Después de que nos dejó, mi esposa y yo nos hundimos en una etapa muy difícil. Todo en nuestra casa le recordaba a Brianna; y aunque lo intentamos por años, nuestra relación no funcionó, así que tomamos caminos separados. —Richard soltó un leve suspiro. —Conocer a tu madre ha sido una de las mejores cosas que me han pasado después de Brianna, y aunque suene gracioso, Sophia me recuerda a ella.

—Sophia es muy ocurrente. —hablé con cierta soltura. La conversación seguía un rumbo que me comenzaba a agradar.

—Sí, lo es.

—¿Cómo hiciste para vivir tranquilo después de que Brianna se fue?

Mi pregunta enclaustraba aquella verdad que aún me costaba admitir: todavía no había superado la muerte de mi padre.

—Recordar no es malo, de hecho, nos permite volver a existir. Lo malo es aferrarte al recuerdo y no disfrutar el presente. Aprendí a soltar, aunque me costó mucho, pero al hacerlo comencé a disfrutar las cosas hermosas que la vida me estaba proveyendo y no me había dado cuenta, inclusive hasta me permití enamorarme nuevamente después de años de estar solo.

—¿Y si su recuerdo jamás regresa?

—Cuando se trata de aquellos que amamos, siempre regresan, pero tú decides como recordarlos. Con sufrimiento o con amor.

Para este punto de la conversación, las lágrimas habían brotado nuevamente de mis ojos, algo que le indicó a Richard que necesitaba un momento a solas para procesar aquellas cosas que mi corazón estaba sintiendo, y sin fluctuar, se puso de pie.

—Soltar el pasado nos permite disfrutar el presente, y amar a aquellos que forman parte de él. —terminó diciendo, y salió de la habitación.

Estaba equivocada. Lo había hecho todo mal hasta aquel momento y finalmente me había dado cuenta de aquello.

Primero; había juzgado mal a Richard. Él era mucho mejor de lo que pensaba; aún después de haber sufrido aquella pérdida tan grande en su vida, se había permitido amar nuevamente con un corazón sano. Eso lo había convertido en alguien superior a mí.

En segundo lugar; había entendido finalmente que el momento había llegado. Debía soltar a mi padre, era hora de liberar aquel dolor que revivía al recordarlo y que impedía que disfrutara el presente que tenía enfrente mío.

Y, en tercer lugar; comprendí que el amor no es egoísta ni abandona, que el amor es sufrido, y que, de ser necesario, olvida aquel pasado atormentador con el fin de disfrutar de un futuro lleno de ternura y confianza.

Sabía que las cosas con Isaac no estaban del todo bien, que quizás lo había arruinado todo, pero de algo estaba segura: debía buscarlo, debía arreglar todo lo que había hecho mal, debía confesarle la verdad, aquella verdad que le había ocultado la última vez que mis ojos se habían encontrado con los suyos.

...


IG: ponche_26

Estoy muy segura que amarán el siguiente capítulo. 

Mucho amor para todos. Nos leemos <3

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