MAXWELL
Me levanté de la cama con sumo cuidado, tenía un dolor de cabeza insoportable, la verdad es que después de todo lo que bebí ayer no me sorprendía para nada, estaba muy agotado y con un pequeño dolor en la espalda, miré sobre mi hombro y me encontré con Aila, estaba profundamente dormida, no pude evitar repasar su rostro mientras analizaba cada detalle de este, era preciosa, no lo podía negar, pero también era prohibida, aunque después de lo de ayer no estaba tan seguro de que pasaría a continuación.
Suspiré frustrado y me levanté con cuidado de la cama para no despertarla, necesitaba estar solo un rato y pensar sobre lo que habíamos acabado de hacer y es que en estos momentos lo que menos quería era enfrentarme a ella.
Me dirigí al baño y puse a llenar la bañera mientras me iba quitando la ropa, aún podía sentir su olor impregnado en mí y eso me gustaba, mucho más de lo que me gustaría admitir. No voy a negar que esto es justamente lo que yo quería que pasara, tenerla en mi cama se había convertido en una fantasía para mí, y ahora que se había hecho realidad me sentía terriblemente mal conmigo mismo.
Luego de unos minutos salí de la bañera y me puse un pantalón gris deportivo y una camisa banca holgada, hoy no iría a trabajar, me tomaría un día de descanso, me lo merecía.
Al estar listo baje a la cocina, vi a la tal Lillie, la amiga de Aila, preparando un café, ella se giró hacia mí y me hizo una pequeña reverencia en señal de respeto, tenía una sonrisa tímida en su rostro, la verdad es que era una joven muy atractiva, pero Aila lo era mucho más, en mi opinión.
-Buenas tardes, señor Maxwell–dijo respetuosa -¿Le puedo ayudar en algo?
-Buenas tardes, veo que te preparaste un café –mi voz sonó más autoritaria de lo que pretendía.
-Lo siento señor, sé que no debo usar la cocina para mi uso personal, pero la verdad es que necesitaba calmarme un poco y (…)
-No te preocupes, puedes usar la cocina cuando quieras, ahora sí, yo también estoy un poco estresado, ¿me podrías preparar un café también?
-Sí señor, enseguida
-Gracias, llévamelo al despacho por favor
Salí de la cocina y me dirigí al despacho, entré y me puse a revisar unos documentos que tenía pendientes y así despejar mi mente de todo lo ocurrido la noche anterior, unos minutos después alguien entró al despacho sin ni siquiera tocar y eso hizo que levantara el rostro enojado, si había algo que odiaba era que me interrumpieran cuando trabajaba y más de esa manera.
Landon ignoró mi clara molestia y entró al despacho cerrando la puerta tras de sí y sentándose en la silla frente a mí.
-No me mires así, Maxy
-¿Se puede saber qué haces aquí Landon? –pregunte molesto.
-¿Ahora no puedo venir a visitarte?
-Si puedes, pero sabes que no me gusta que interrumpan en mi trabajo, además ¿no sabes tocar la maldita puerta?
-Si sé, solo que hoy estoy un poco perezoso –dijo tranquilamente.
-No tienes remedio –rodee los ojos.
Tocaron la puerta y segundos después entró Lillie con el café que le había pedido, ella hizo una pequeña reverencia hacia Landon y luego colocó el café sobre mí mesa para luego retirarse, no perdí detalle de como Landon la recorría con la mirada y su vista no se despegó de ella hasta que se retiró, no pude evitar alzar una ceja y mirarlo con una sonrisa burlesca.
-¿Qué? –preguntó con voz fría.
-¿No que te gustaban los penes?
El me miró con una ceja alzada para luego negar lentamente con su cabeza a la vez que me regalaba una sonrisa ladeada.
-Soy bisexual y lo sabes –dijo risueño –Que me gusten más los penes no significa que no me pueda llegar a fijar en una mujer –expuso calmadamente –Sobre todo cuando es tan hermosa como la joven
-Es una sirvienta, Landon –dije obvio.
-No seas clasista, Maxwell –bufó -Además, tú te acuestas con Melissa y yo no te digo nada
Suspiré pesadamente, era cierto, yo no tenía ningún derecho de opinar con quién él se acuesta o no y menos en la posición que me encontraba yo en estos momentos. Landon era el único que sabía que yo me acostaba con Melissa y aunque en un principio se enojó demasiado conmigo, al final terminó por perdonarme y no comentarle nada a Samuell.
Salí de mis pensamientos al sentir la mirada penetrante de Landon en mí, alce los ojos y vi como miraba con el ceño fruncido la tasa entre mis manos.
-¿Eso es café? –preguntó sorprendido.
-Sí. ¿Qué tiene?
Landon me miró fijamente y después sonrió débilmente alzando una ceja.
-Maxwell, tú no tomas café, es más, lo odias, ¿Por qué de repente estás tomándolo?
-Tenía ganas, además de que es bueno para cuando estás estresado
-Sí, pero tú siempre estás estresado y nunca lo habías tomado
-Esta vez es diferente
Landon se reincorporó en el asiento y cruzó sus manos sobre su regazo mientras su rostro se ponía levemente serio.
-Bien ¿dime que te pasa?
-¿Qué? –fruncí el ceño.
-Me acabas de decir que estás estresado ¿no? –Asentí - Así que dime que sucede
-No me pasa nada
-Mira, Maxwell, te conozco mejor que nadie, así que ahorrémonos la parte donde te sigo preguntando que te sucede y tú te sigues negando hasta que al final terminas contándomelo
-Es –suspiré -Es complicado, Landon
-Soy todo oídos y además tengo tiempo
Cogí mi café y le di un pequeño sorbo, a lo mejor contárselo a Landon sería buena idea, él me podría aconsejar, claro, después de querer matarme, pero sabía que tarde o temprano se enteraría, así que prefería ser yo quién se lo dijera.
-Creo... bueno no, es una certeza, me acosté con quien no debía –confesé.
Landon me miró a los ojos con tanta intensidad que me hizo sentirme pequeño a su lado, cosa que he de aclarar, raramente pasaba, finalmente terminó estallando a carcajadas.
-Tú te has acostado con media Inglaterra amigo, no me sorprende
-No te burles Landon, no entiendes la gravedad de la situación
-Está bien, ¿Cuál es el problema?
-Es que creo que me gusta
-Ya era hora de que sientes cabeza de nuevo, hace mucho que no estás en una relación estable, sabes que yo siempre te apoyaré
-Si supieras quién es no estarías diciendo eso, créeme
-¿Y quién te dijo que no sé quién es?
En ese momento casi me atraganto con el café, miré a Landon, el cuál había cambiado su expresión a una mucho más seria.
-Landon, yo (…)
-No digas nada, Maxwell, aunque no esté de acuerdo con lo que han hecho, es su vida y yo no pienso meterme en ella
-¿Cómo te enteraste? –dije sorprendido.
-Ayer los vi besándose fuera del Club –suspiró- Sin contar la escena de celos que le montaste a Donnan
-¿No estás enojado?
-Más que enojado estoy disgustado, no entiendo del todo lo que se les pasó por la cabeza para hacer tal cosa, pero tampoco soy quién para juzgarlos –se encogió de hombros.
-Landon, necesito que me ayudes a entrar en razón, necesito que me digas que no puedo desearla de esa manera, que te enojes y me regañes, que me digas que estoy enfermo por haberme acostado con mi hija, que soy un pedófilo por querer a alguien menor que yo –alcé un poco la voz - ¿Y tú solo me dices que no eres quién para juzgarnos?, ¿Qué clase de mejor amigo eres?
No lograba entender su actitud tan calmada.
-Soy la clase de mejor amigo que te conoce muy bien y sabe que si te prohíbo volver hacerlo simplemente lo seguirás haciendo, porque a ti te gusta ir en contra de todos con tal de satisfacer tus necesidades, Maxwell
-Tienes razón –acepté rendido -Ya viste lo que pasó con Melissa
-Exacto, por eso es que te lo digo, ya una vez cometí el error al prohibirte acostarte con ella y no me escuchaste, no lo volveré hacer
Landon se levantó del sillón y se encaminó a la puerta del salida, pero antes de salir se giró hacia mí nuevamente.
-Pero te voy a advertir algo, por muy mal que todo salga no me voy a involucrar, te quiero Maxy, pero no importa cuán destruido salgas de todo esto, te dejaré sufrir, porque es la única manera de que aprendas la lección
-Landon, por favor, no le digas a nadie
-Si no lo hice cuando me enteré de que te acostabas con Melissa, menos lo haré ahora, pero ya estás advertido
Sin más salió haciendo un estruendo al cerrar la puerta, me acomodé mejor en el sillón, respiré con dificultad, dios, en que me había metido.
Luego de varias horas de trabajo en el despacho, subí a mí habitación, al entrar no vi a Aila por ningún lado, por lo que decidí ir a su habitación, ni siquiera me molesté en tocar la puerta, ella estaba de espaldas a mí, su cuerpo solamente cubierto por una toalla, tenía el cabello húmedo, supuse que se había acabado de bañar, aproveche que no se había percatado de mi presencia para mirarla detenidamente, era hermosa y tenía un cuerpo envidiable.
Sin duda alguna la deseaba y no estaba dispuesto a renunciar a eso, me arriesgaría que pasara lo que tuviera que pasar, ya poco me importaban las consecuencias.
-¿Tienes una idea de lo sexy que eres?
Vi como Aila dio un pequeño salto asustada, aunque eso no duró mucho ya que se giró hacia mí con una expresión demasiado seria, yo no pude evitar sonreír, ya sabía yo que se arrepentiría de lo que habíamos hecho, pero yo me encargaría de que se volviera a entregar a mí nuevamente.
-¿Qué demonios haces tú aquí?, ¿Con qué derecho te metes a mi habitación?
-Esta es mi casa –sonreí -No tengo que pedirte permiso para entrar a ningún lado
-¿Qué?, estás loco, fuera de aquí
-Pues no, fíjate que no me pienso ir, yo voy a pasar una noche muy entretenida contigo, así que tú dirás Aila, ¿cuándo empezamos?
Ella se cruzó de brazos con expresión fastidiada, yo ignoré sus réplicas y me terminé de adentrar a la habitación para luego cerrarla con seguro tras mi espalda, vi como ella se removió nerviosa y eso me encantó, me quité la camisa mientras caminaba lentamente hacia ella, la cual retrocedió un poco.
-Ni creas que me volveré acostar contigo, Maxwell, lo de ayer fue un error
-Un delicioso error que está a punto de volver suceder
-Ya te dije que no, ¿Tú quién te crees?, ¿Piensas que me vas a tomar como tu pasatiempo favorito solo porque nos acostamos una vez?, ni lo sueñes
-Bebé, yo te tomo por lo que eres, mi mujer
-No, no, no, tu a mí no puedes obligarme a nada ¿Tu que te piensas Maxwell?, yo no soy como Melissa, no voy a ser tu juguete sexual, olvídalo
-No te compares con Melissa, tú no eres mi juguete ni nada por el estilo, ya te dije, eres mi mujer, o lo serás
-Soy tú hija, estás loco
La tomé de los brazos y la pegue a mi cuerpo, ella no puso mucha resistencia, así que supe que solo estaba haciéndose la dura, pero era obvio que al final iba a terminar cediendo, me deseaba tanto como yo a ella.
-Vete, Maxwell, por favor
-Bebé, no me voy a ir, aquí tenemos dos opciones, o nos olvidamos de lo que pasó anoche o seguimos por este camino –susurre - Y déjame decirte que me gusta más la segunda, yo no pienso renunciar a ti ¿me oyes?
-Suéltame, Maxwell
Me separé un poco de ella para quitarle la toalla de su cuerpo y la dejé caer al suelo, volví a tomar a Aila entre mis brazos para comenzar a caminar en dirección a la cama dejándola caer en esta para luego posicionarme sobre su cuerpo desnudo, se veía tan caliente así, tan dispuesta, tan mía.
-Aila, desde que te besé por primera vez no pude dejar de pensar en ti –confesé -En tu olor, en tu piel, en tus labios
Dejé un pequeño beso sobre sus labios, ella giró la cabeza para evitar el contacto, pero yo solo la volví a besar, aunque esta vez en la mejilla.
-Tengo tu cuerpo grabado a fuego en mí memoria, tus mejillas ruborizadas y tus dulces gemidos no salen de mi mente
Baje hasta su cuello para darle un tierno beso, ella tembló ligeramente, pero aun así intento volver a poner resistencia.
-No, Maxwell, suéltame
Tome su rostro entre mis manos y le di un profundo beso en sus labios, eran tan suaves, que podría quedarme besándolos para siempre, disfrutando de la dulzura de estos.
-Y como si fuera un ladrón, te robaré el corazón y jamás, jamás te lo regresaré
Volví fundirnos en un beso, esta vez no puso ningún tipo de resistencia, por el contrario, rodeo mi cuello con sus brazos y pegándome aún más a su cuerpo desnudo, el cuerpo que sería de ahora en adelante solamente mío.