La paranoia de Quinn

By karlaeilishh

11.5K 1.7K 1K

Nada es lo que parece. More

Personajes e info:
Capítulo 1: A medio camino
Capítulo 2: Mala espina
Capítulo 3: Las dos mochilas
Capítulo 4: Historias tristes
Capítulo 5: Tres días
Capítulo 6: La farmacia
Capítulo 7: Sam
Capítulo 8: Renovada
Capítulo 9: La autopista
Capítulo 10: Escaparemos
Capítulo 11: La hija de Josh
Capítulo 12: ¿Qué es la vida sin amor?
Capítulo 13: Una nueva era
Capítulo 14: Insomnio
Capítulo 15: Casa tapiada
Capítulo 16: Celos en la cárcel
Capítulo 17: La verdadera guerra
Capítulo 18: Humo y fuego
Capítulo 19: Un ángel
Capítulo 20: Te lo prometo, mamá.
Capítulo 21: La actriz
Capítulo 22: La verdad duele
Capítulo 24: La única verdad
Capítulo 25: Una sola forma
Capítulo 26: ¿Situación?
Capítulo 27: Maggie

Capítulo 23: No todo es mentira

343 58 52
By karlaeilishh

Las personas más importantes para mí rodeaban la hoguera.

Por fin había llegado el momento que tanto ansié desde que descubrí a Billie, pero en el fondo una parte de mí creía que no podía ser, que probablemente se trataba de alguna alucinación mía. Ahora que todo había salido a la luz y todos supimos que era real, hubiera preferido estar loca.

La realidad estaba machacándome por dentro.

—Claudia no ha dicho ni una sola palabra. —dijo mi padre. —Hemos interrogado a Billie en una habitación a parte, y aunque no nos ha dicho mucho hemos podido unir algunos hilos.

—Lo que sabemos por seguro es que Billie apareció el día de la misión de la fábrica por un motivo. —continuó Austin. —Y sabía exactamente el camino que tomaríamos.

—¿Quieres decir que alguien se lo dijo? —pregunté. —Ya descubrimos que Sam era un infiltrado, aunque no tenía nada que ver con Claudia y tan sólo se trataba de Nick y La Cárcel.

—Aprovechó el tema de La Cárcel a su favor. —habló de nuevo mi padre. —Estábamos demasiado ocupados intentando evitar una guerra, incluso os arrestaron a las dos durante muchos días. Eso seguramente alertó a su gente pero se mantuvieron escondidos, hasta que todo terminó y venimos al Pueblo. Ahora quieren atacar con todo porque saben que lo hemos perdido todo, que estamos empezando desde cero.

—Cuando apareció ya os dije que no me gustaba ni un pelo. —hablé. —Os lo dije, y nadie me creyó.

—Lo sabemos. —contestó mi hermana. —Y ahora ten por seguro que nadie, nunca más, va a dudar de tu palabra.

Asentí.

Al fin y al cabo no podía enfadarme con ellos por haberme tratado de loca. Yo hubiera pensado lo mismo de alguien que sufre alucinaciones constantemente.

—Ahora tenemos que averiguar de dónde vienen, cuantos son y qué es lo que buscan. —dijo Richard. —A lo mejor podemos llegar a un acuerdo.

—Hemos visto que el diálogo es posible. —dijo Alicia. —Con nosotros funcionó y mira dónde estamos ahora.

—Tu padre y tú sois buena gente, Alicia. ¿Y si ellos no lo son? —pregunté.

—Si Billie hubiera querido ya nos habría hecho todo el daño posible. —dijo Judith. —Creo que puede haber algo de esperanza en este tema.

Recordé nuestra primera sonrisa, el primer beso, nuestra primera vez. Recordé lo mucho que luchó en la guerra de La Cabaña, cuando me salvó la vida más de una vez. Me acordé de todas esas veces que nos quedábamos mirando y ella pronunciaba ese te quiero que erizaba toda mi piel.

No todo puede ser mentira. No puede ser.

—Dejadme hablar con ella.

Todos me miraron cuando pronuncié esas palabras.

—Es demasiado temprano para eso. —dijo mi padre. —Podrías perder los nervios...

—Y si los pierdo, ¿no tengo derecho? —mis ojos se empañaron. —Tengo todo el derecho del mundo a perder los nervios porque la primera afectada aquí soy yo.

—Quinn tiene razón. —dijo Judith. —Se merece poder interrogarla. Quién sabe, a lo mejor consigue algo.

Después de pensarlo y debatirlo durante un buen rato, mi padre terminó cediendo y él y Richard me acompañaron a la habitación donde tenían a Billie. El soldado de la puerta nos dejó paso.

—Dejadnos solas. —ordené a los dos soldados del interior de la habitación. —Es una orden.

Acabaron asintiendo y salieron por la puerta. Me quedé quieta allí, a lo lejos, mientras observaba a Billie hecha una bola en la cama.

—¿Te dan de comer? —pregunté.

No obtuve respuesta, así que me acerqué para cerciorarme de que no estuviera dormida. Tenía los ojos abiertos y estaba llorando.

—Siéntate. —le pedí, pero no se movía. —Que te sientes, joder.

Poco a poco su cuerpo se movió con dificultad y terminó sentándose con la cabeza agachada.

—Mírame a los ojos. —ordené. —Levanta la puta cabeza y enfréntate a mí.

La armadura que me puse antes de entrar cayó al suelo en cuanto sus ojos azules y enrojecidos por el llanto se posaron en mí. Hice un esfuerzo terrible para no llorar.

—¿Quién eres?

—Soy Billie. —dijo. —No me... no me mires así.

—¿Y cómo quieres que te mire, eh? —casi grité. —Eres una maldita impostora.

Su expresión se arrugó por el llanto.

—¡Deja de llorar! —me puse en pie y me alejé de ella, dándole la espalda. —No intentes darme pena.

—Te quiero, Quinn. Eso es lo más cierto que he dicho en la vida.

—¡Mentira! —grité encarándola. —¡Todo es una puta mentira!

—¡No lo es! ¡Te quiero! —gritó poniéndose en pie y acercándose a mi. —Nada de lo que he vivido contigo estaba en mis planes, tampoco estaba planeado que terminara enamorándome de ti.

La miré fijamente con la respiración acelerada y por más que intenté evitarlo, acabé derrumbándome frente a ella.

—Si es verdad que me quieres... Si sientes algo de amor por mi... Dime quién es tu gente.

—No quiero que os enfrentéis. Llevo evitando una guerra desde que me encontrasteis. —dijo. —Tienes que creerme, Quinn, no quiero más muertes.

—Como no respondas a mis preguntas la próxima muerte que habrá será la tuya, y yo seré quien apriete el gatillo. —me acerqué desafiándola con la mirada. —Desde que apareciste noté algo extraño en ti, sabía que no eras de fiar. Nadie me creyó, me creían una loca y hasta terminé por creérmelo yo misma. Te pedí perdón, te ganaste mi confianza y me utilizaste. ¡Te di mi corazón y lo utilizaste!

—¡No! —gritó.

—¡Me utilizaste! —me acerqué más.

Me mantuvo la mirada y no retrocedió. Mis ojos quisieron observar aquellos labios rosados de cerca por última vez y ella lo notó. Sus ojos imitaron el gesto y antes de cometer una locura di un paso atrás.

—Te digo la verdad. No quiero otra guerra, ni más muertes. —dijo sin apartar su mirada. —Por eso he estado haciendo todo lo posible para convencer a Claudia de que se puede hacer de otra manera.

—Si no quieres más muertes ya puedes estar soltándolo todo. —me crucé de brazos. —¿Cuál es vuestro plan?

—Quieren todas vuestras armas, toda la munición que recogisteis de la cárcel, toda vuestra comida y sobre todo la maquinaria de hospital que guardáis. —dijo. —Quieren armarse con todo lo posible para poder llegar al hospital de Salt Lake cuanto antes.

—¿Y no es más fácil hablar? —pregunté. —¿Qué clase de salvajes sois?

—Theo no habla, él prefiere evitar conflictos y matar. —contestó. —No es como Richard, él no cree que haya gente buena más allá que su gente. No cree que exista alguien que quiera compartir sus pertenencias.

—¿Quién es Theo y por qué quiere llegar al hospital?

—Theo es el único hombre que ha amado con toda su alma a mi madre, después de mi padre. —contestó. —Gracias a él estamos vivas.

—¿Y Finneas y tu padre?

—Eso fue verdad. —dijo volviendo a derramar lágrimas. —Mi padre murió hace años y a Finneas me ayudaste a enterrarlo. Lo único que es mentira es que no he estado sola por el mundo durante estos años. He estado con mi madre y con Theo, que poco a poco fue construyendo un lugar donde pudimos vivir durante mucho tiempo.

—Vamos, que la mejor parte te la has estado callando todo este tiempo.

—Mi madre se muere, Quinn. —su labio comenzó a temblar. —La única manera de ayudarla es yendo al hospital de Salt Lake con la ayuda de vuestras armas, munición y ese doctor que tenéis.

Me la quedé mirando unos segundos. El temblor en su cuerpo, su llanto y su mirada no parecía ser actuado.

—No me creo nada de lo que me has contado.

—Por una vez en tu vida... Tienes que creerme. —se acercó.

—Aléjate. —retrocedí.

—Escúchame.

Detuvo sus pasos cuando mi espalda se pegó a la pared. Ella se paró a pocos centímetros de distancia y el azul de sus ojos estaba consumiéndome.

—Sí, Quinn, has tenido razón desde el principio. —dijo. —Llegué a vuestra ruta hacia la fábrica empapada en barro expresamente, me infiltré entre vosotros para estudiaros, para saber lo que teníais o no teníais. —comencé a llorar bajo sus ojos tristes. —Informé de que no teníais mucho, que a pesar de ser mucha gente tan sólo vivíais con lo justo. Me pidieron que me retirara y que volviera a intentarlo con otro campamento, pero entonces aparecieron los de La Cárcel. Por esas fechas yo ya estaba completamente enamorada de ti e intenté hacerles creer que en La Cárcel tampoco tenían mucha cosa. Pero Theo no es tonto y los estudió en la distancia... Vio todas esas armas, esos trajes militares, la munición, la comida que movían de un lado a otro. Quise huir de ti y de Theo porque sentía que estaban estirándome de ambos brazos intentándome partir por la mitad... Y nadie puede partirse en dos.

—Continúa. —le pedí.

—Casi te pierdo en la guerra de La Cabaña... Casi muero intentando salvarte y lo volvería a hacer una y otra vez. —se secó las lágrimas aunque volvieron a brotar. —Y desde ese día estoy intentando negociar con Claudia, intento que no se forme ninguna guerra.

—Pues por gente como Theo, ese hombre al que tanto idolatras... Morirá mucha gente.

No quería hablar más, y mucho menos escuchar las verdades saliendo por su boca. Su verdad estaba dañándome, y aunque desde que comencé a espiarla había deseado este momento con toda mi alma, ahora tan sólo quería que todo esto fuera un terrible sueño.

Sin decir nada más y bajo su atenta mirada, me acerqué de vuelta a la puerta. Pero entonces recordé algo, algo que no me dejó dormir esas primeras noches cuando apareció.

—Dime una cosa. —me giré y nos observamos en la distancia. —El día que apareciste... En la misión de la fábrica... —la vi tragar hondo. —Volviste a por esa mochila porque tenías por seguro que ninguna bala te tocaría. Porque era tu gente, ¿verdad?

No contestó, y sin necesidad de abrir la boca me confirmó lo que tanto me torturó esos días.

—El mejor amigo de mi hermana murió ese día. —me tensé. —Freddy murió frente a ti y tú ni siquiera dudaste en seguir con tu plan. Eres... Eres una asesina.

Quiso caminar hacia mí y decirme algo para intentar convencerme de que no era así, pero levanté la mano y la detuve. Sus preciosos ojos volvieron a empañarse.

—Cuando empecé todo esto no sabía hasta dónde llegaría. —dijo. —Pero ahora lo se, sé de lo que Theo es capaz... Y tienes que creerme cuando te digo que tienes que hacerme caso.

Le regalé una risa incrédula y no volví a decir nada. Caminé de nuevo hacia la puerta dispuesta a terminar esta conversación. Ya había escuchado lo suficiente y estaba a punto de derrumbarme, y no quería que ella lo viera.

—Quinn. —pronunció mi nombre y mi cuerpo se tensó al agarrar el pomo. —Comencé esto por amor a mi madre, y ahora quiero terminarlo por amor a ti.

______

Esto empieza a ponerse MUUUUY interesante... ¡Me encanta! 😈😈

Preparáos para los siguientes capítulos, van a pegar fuerte<3

Continue Reading

You'll Also Like

596K 94.1K 37
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
519K 53.3K 133
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
49.5K 9.2K 40
Cassiopeia Polaris, melliza de Draco y princesa de la familia Malfoy - Black, vuelve a Inglaterra luego de estudiar dos años en Durmstrang, pero.. po...