Desde aquel día el mundo se puso en contra de mí.
No me dejaban hacer expediciones, ni unirme a las misiones importantes, ni trabajar en la restauración del pueblo... Casi no salía de la casa. Mi padre decía que no estaba en condiciones para hacer ciertas cosas, que podría pasarme de nuevo aquello a lo que llama... Ataque.
¡No sufro de ataques de nada!
Me pasé días indignada sin poder dejar de darle vueltas a la cabeza. El tema de Billie no me dejaba dormir, y por más que me negara a aceptarlo... Más que enfadada con ella, estaba decepcionada. Fue capaz de utilizar mis paranoias en mi contra, fue capaz de hacerle creer a mi familia que lo que pasó aquella noche en mi habitación fue fruto de mi ''enfermedad''.
Ella había mentido y me había utilizado. Y lo peor es que no podía dejar de quererla.
—Extraño a Linda, joder. —me quejé. —¿Ni siquiera puedo ir a cocinar con ella?
—Podría ser peligroso. —contestó mi padre. —Si te vuelve a pasar algo así fuera de la casa no tendremos manera de pararte. Aquí estás controlada.
Golpeé la mesa y tanto él como Joy dieron un brinco.
—¡Estoy harta! —grité furiosa. —No se en qué momento hemos llegado hasta este punto, pero no os hacéis una idea de lo que me hacéis sufrir. Me duele que me veáis así.
—Quinn...
—No Joy. Tú eres la primera culpable. —interrumpí. —Soy tu hermana, me conoces más que papá... Y os digo la verdad, lo que pasó con Billie no tiene nada que ver con mis putas alucinaciones.
—Aún no lo sabemos. —dijo mi padre.
—¿Y estáis tratando de averiguar algo?
Ambos se miraron entre sí ante mi pregunta.
—Ya... —me reí con tristeza. —Estoy loca y punto, ¿no? No estáis investigando nada.
—Lo haremos. —contestó papá.
—Si me queréis aunque sea un poco... Por favor, intentad creerme y hacedme caso, en cuanto veáis lo mismo que yo os cerraré la boca a todos. —me levanté de la mesa. —Y ahora me voy, no soy la prisionera de nadie.
No pararon mis pasos y por fin salí de la casa. Hasta la luz del Sol me molestó en los ojos cuando lo hice. Muchos se acercaron a saludarme mientras me dirigía a casa de Linda, por lo que se ve estaban todos preocupados y extrañaron verme por allí.
Cuando vi de nuevo a toda mi gente, a toda esa gente que me seguía y que confiaba en mi, tuve una idea.
Linda me ayudó, ni siquiera puso pegas y me creyó a la primera cuando se lo expliqué. Terminamos llenando la casa de la mujer, los más fieles a mi estaban allí, no me faltaba nadie más. Y de sobra sabía que Judith y Austin vendrían conmigo.
A Alicia y a Richard quise dejarlos al margen. El padre de la castaña estaba muy unido al mío y sabía con certeza que no se pondría de mi parte. Y el plan se iría a la mierda.
—Os he reunido a todos aquí para pediros un favor. —hablé. —Se que últimamente no he estado bien mentalmente, que algo me pasa... No sabemos exactamente lo que es pero no tiene nada que ver a lo que os voy a contar ahora.
Les expliqué detalladamente lo que vi, lo que escuché y los hilos que até. Muchos se extrañaron al principio, pero poco a poco comenzaron a cuchichear por lo bajo.
—Yo la vi el otro día saliendo de la muralla. —dijo una mujer. —Me pareció raro que saliera a esas horas.
No fue el único comentario por el estilo, y cuando miré a Linda a mi lado, supe que la mujer estaba conmigo al cien por cien.
—Vosotros sabéis que todo lo que hago lo hago por la comunidad, que sois mi gente y que jamás dejaría que nadie os hiciera daño, ni siquiera la chica a la que amo... —dije. —Soy la primera en tener miedo e inseguridades, porque no sólo me ha conquistado a mi... —muchos asintieron. —Se ha ganado la confianza de muchos, incluso la de mi familia, pero esta noche todo terminará. La mujer que viene con el caballo y la túnica hoy no saldrá de aquí.
El plan se puso en marcha.
El campamento actuó como si nada hasta la hora de la cena, donde todos nos sentamos con nuestro respectivo plato de sopa y confirmamos que Billie no andaba por allí. De toda esa gente, más de la mitad estaba conmigo, y mi padre y mi hermana se levantaron cuando todos lo hicimos.
—¿Qué hacéis? —preguntó mi padre cuando vio que la mayoría había sacado la pistola. —¿A dónde vais?
—En marcha. —dije y todos me siguieron. —Es la hora.
Nos movimos formando un gran círculo por el bosque de manera que si aquella mujer andaba por allí, no saldría. Mi padre y Joy me siguieron por detrás.
—Es una locura. —dijo Joy. —Quinn...
—Lo vais a ver ahora mismo. —les dije. —Si no os agacháis y permanecéis en silencio, iros.
Me extrañó, pero al ver a toda esa gente de mi parte no tuvieron más remedio que obedecerme. Poco a poco nos movimos entre los arbustos.
—Ya vine aquí contigo una vez. —susurró mi hermana. —No había nadie.
—Porque ella sabía que vendría.
—¿Y si vuelve a pasar? ¿Y si en realidad son alucinaciones tuyas? Toda esta gente sabrá realmente que tu tema es grave.
—¿Puedes abrir ya los putos ojos, Joy? —intervino Judith.
Después del comentario de mi amiga, todo fue silencio. Como acordamos, a medida que pasaban los minutos fuimos avanzando, acortando ese círculo. Hasta que la vi.
—No puedo volver sin nada. —le dijo la mujer. —No es lo que acordamos.
—Desde que Quinn se lo dijo a su padre presiento que me vigilan, Claudia. No he podido traer nada. No tengo nada.
—Claudia... —susurré.
Miré a mi padre y a mi hermana. Escondidos a mi lado, observaban la escena de las dos mujeres con los ojos bien abiertos. Interiormente sonreí. No estaba loca del todo.
—En posición. —dijeron por el walkie.
—Aguardad, necesito escuchar más. —contesté. —Joy, ven conmigo.
Mi hermana obedeció y las dos nos movimos entre las hojas, acercándonos un poco más para poder averiguar lo que tramaban.
—Theo vendrá. —le dijo Claudia. —Y ya te puedes imaginar lo que va a pasar.
—Dadme tiempo, por favor... —suplicó la rubia. —Sólo un poco más. No hace falta llegar a una guerra.
Mi hermana y yo nos miramos.
—Sois muy pocos... —se rio la mujer. —Sería un ataque, no una guerra.
—No sabes de lo que son capaces esta gente. Llevo viviendo con ellos durante más de medio año y hemos ganado una guerra juntos. —le contestó la rubia.
Algo en su tono de voz me dijo que tenía miedo.
—No te habrás encariñado, ¿verdad? —Claudia se alteró. —Cíñete al maldito plan, Billie. La vida de tu madre está en juego.
—Ahora. —dije por el walkie.
Cuando todos salimos de nuestro escondite, la primera en levantar las manos con la cara pálida fue Billie.
—Levanta las manos y arrodíllate. —le dije a Claudia. —¡Ahora!
—No le hagas daño. —dijo Billie al borde del llanto.
—¡Cállate! —grité apuntándola con la pistola. Su cuerpo se encogió y cayó de rodillas al suelo con la cabeza agachada.
Mi padre se dio cuenta de que estaba perdiendo los nervios otra vez, y es que la situación me superaba. Por fin todos me creían, por fin todo se había resuelto, pero esa mujer habló de una guerra y saber que Billie tenía algo que ver con todo esto tan sólo me afectó más.
El cuerpo comenzó a temblarme mientras apuntaba al amor de mi vida, hasta que mi padre se acercó y colocó su mano en la mía, bajando la pistola.
—Ya está. —me dijo. —Las tenemos.
Lo miré a los ojos y asentí, guardando la pistola.
Fue Joy la que le ató las manos a Billie, mi padre se encargó de Claudia y Austin de su caballo. Ambas se mantuvieron en silencio todo el camino, no dijeron ni una palabra. La diferencia entre ellas es que Claudia nos asesinaba a todos con esos ojos grises mientras que Billie no hacía nada más que llorar.
Y su llanto me importaba una mierda.
Cuando entramos de nuevo en El Pueblo y los demás vieron a quién teníamos arrestada, todos se levantaron de sus asientos y se acercaron. Alicia me pidió disculpas en casi mil idiomas, y Richard no paraba de repetirme que él intuyó algo, pero que no pudo creérselo hasta ahora.
Las encerramos en la casa de Alicia y Richard, en una habitación vigiladas por dos de los nuestros, y dos más patruyando los alrededores de la casa.
De ahí no saldrían.
Mi padre dio la señal para una reunión y cuando yo me dirigía hasta el salón paró mis pasos. Alicia, Richard, Joy, Austin y Judith nos miraban.
—Vamos a interrogarlas, Quinn. —me dijo. —Prefiero que no estés.
—Y eso por qué. —dije seria.
—Porque este tema te toca muy de cerca, y si tú estás delante a lo mejor Billie no lo cuenta todo. —contestó. —Por fin te creo, hija, y estoy muy arrepentido por haberte hecho creer que estás loca... Pero por favor, déjame esto a mi.
—Vamos contigo. —me dijo mi hermana junto a Judith. —Deja que se encarguen ellos de solucionar esto.
—Quiero verlo con mis propios ojos. —dije al borde del llanto. —Necesito... Tengo muchas preguntas.
—Lo se. —Judith se acercó y tomó mis manos. —Si me duele a mí no me imagino por lo que estás pasando tu. Tendrás todas las respuestas que necesitas, pero ahora tenemos que dejar esto en manos de Josh.
Terminé aceptando y me acompañaron durante toda la noche, que no pude dormir. Y cuando por la mañana mi padre entró en la casa con la cara pálida...
Me había imaginado muchas teorías, pero jamás pensé que la verdad me dolería tanto.
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Que sepáis que en el fondo no me gusta dejaros con la intriga porque ya quiero que os leáis toda la historia para comentarla jajdajfjsjf
Oz quiero