Giants - Jungkook

De _imsander

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Avery Alcott pasa de vivir una vida tranquila en Canadá a entrar a la universidad y vivir en una residencia e... Mais

prólogo
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Especial 1-Sol y Playa
Especial 2-Cosas de Hombres
Especial 3-Haylie y cita
Especial 5 - Veinte a que es niño
Especial 6- Arian y Adler
Agradecimientos
¿Regalito de fin de año?

Especial 4-Boda y Tests

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De _imsander

(JUNGKOOK'S POV)

A pesar de haber ensayado ese día durante una semana, aún me sorprendí cuando vi a Avery acercarse de la mano de su padre. Desprendía una luz radiante, estaba preciosa. Mi hermano me sonreía ampliamente sin quitar ojo de como la novia se acercaba al altar. Me acordaba de todas las quejas en casa por culpa de que Alice quería un vestido que la aplastaba haciéndola parecer una barbie, al final pudo cambiarlo y llevar un vestido a su gusto...se veía hermosa. No atendí nada de lo que decían, mi mirada estaba en su hermosa sonrisa; aún no creía que estuviera casándome, menos con ella. Me había salvado, literalmente. Mi vida que iba cuesta abajo dio un vuelco por su llegada, y hasta me había llevado sobre un altar. Mis padres también estarían sorprendidos si pudieran presenciar ese momento. El anillo que acababa de poner en el dedo de Avery se veía precioso, precioso en ella. Ahora sí podía decir que era mía...

La besé frente a su padre, familiares, amigos...incluso Pablo estaba presente en la boda. No me corté en absoluto, un beso profundo que necesitaba para canalizar todo lo que estaba sintiendo.

—¡Vivan los novios!

Apoyé mi frente sobre la de Avery, aún no me creía que fuera real. Los años pasaban y seguía completamente engatusado por ella.

—¡Mi mejor amigo se ha casado!

Sin duda, un día de estos Harper acabaría bajo tierra... Iba por todo el lugar gritando eso, como si realmente fuese algo inefable.

—¡Vivan los novios!

Haylie hizo muchísimas fotos, prácticamente se dedicó a eso toda la boda. Nos hicimos cercanos después de que Avery le entregara mi número. Me mandaba fotos de sus sesiones o películas, incluso venía de visita de vez en cuando, muy de vez en cuando.

Levanté del suelo a Avery y la saqué del lugar riendo por sus comentarios de que el vestido debía pesar más que ella. La fiesta posterior fue un caos, todos querían bailar con mi mujer y yo no quería despegarme ni un centímetro de ella. Tuvo que venir su padre a alejarme durante cinco minutos para que bailara con sus amigos y familiares. Me dio una larga charla, una que sorprendentemente me gustó escuchar. Hablaba de los planes a futuro, la casa, niños...Me gustó imaginarlo.

—Me estás diciendo que esta casa es nuestra.

Asentí abrazando por la cintura a mi, ahora, esposa. Llevaba años ahorrando para eso, una casita de dos pisos ligeramente a las afueras de la ciudad, en un barrio tranquilo de un pueblo bastante grande. Estábamos a veinte minutos de la ciudad, a media hora de la casa de Alice y Liv, y de Harper y Yael; y a media hora de nuestros trabajos. Como era de esperarse, mi mujer se echó a llorar en pleno jardín. Llevaba meses decorando el interior junto a la única persona que sabía de esa sorpresa, Nury. Era acogedora por fuera, aparentaba ser una cabaña por el marrón madera de fuera. Avery no había pasado del jardín, uno que tenía un banquito bajo un árbol. Incité a Avery a que anduviera hacia los cuatro escalones de la casa. Abrió la puerta corriendo asombrada por la sala. Nada más entrar, había unas escaleras a la derecha que subían al primer piso, y a la izquierda estaba el salón, el comedor y la cocina abierta. Por dentro era algo más moderna, aunque seguía siendo acogedora. Avery, literalmente, corrió alrededor del sofá observando la pequeña chinenea, la mesa del comedor y la cocina con una isla relativamente pequeña, como la que teníamos en la residencia. También había un servicio, un aseo más bien.

—Esto es...

—Deja las palabras para el piso de arriba.

—Jungkook...esto es...

—Estamos casados, aunque suene raro. Creí conveniente una casa, una con hipoteca.

Rió subiendo las escaleras. No paraba de decir dónde iba a colocar fotos nuestras, parecerá un Museo más que nuestra casa. Arriba había tres habitaciones y un baño grande. Una de ellas estaba ya amueblada, era la habitación principal con la cama matrimonial. La segunda tenía simplemente un par de escritorios empotrados contra la pared y la tercera estaba completamente vacía.

—¿Y esta?

—Quién sabe.

Quería una familia con ella, no podía esperar ni siquiera a ver a un pequeño mini yo o una mini Avery correr por los pasillos.

—¿Cuánto costó esto?

—¿Por qué siempre preguntas por el dinero?

—Porque sin dinero no se puede vivir, ahora dímelo.

—Llevo ahorrando desde que recuperé mi Tesla hace una década. Te juro que no estoy ni estamos arruinados. Además tu padre quiso contribuir también, así que cualquier queja a tu padre.

—Bam amará el jardín.

—Sobre todo el trasero.

—¿Jardín trasero? Empiezo a pensar que vendiste el coche.

Sonreí bajando las escaleras tras de ella. No, no había vendido ni mi coche ni el suyo. Aunque ganas de gastarme más dinero en la casa no me faltaban.

—Avery, despídete de la casa.

—¿De esta?

Asentí buscando en mi bolsillo los billetes.

—Tenemos pendiente una luna de miel, mi vida.

—Ahora enserio, ¿De dónde salió la pasta?

—¡Oh, vamos! Somos exitosos en el trabajo, tenía ahorrado casi 100.000 a mis dieciocho. ¡Tengo un Tesla, Avery! Creo que no es tan sospechoso.

—Bueno...¿Y dónde vamos a ir?

—Grecia. Porque estaba más barato—abrí la puerta invitándola a salir—no me mires así, somos de dinero, pero no millonarios.

El viaje fue interesante, sobre todo la habitación. Estuvimos más ahí dentro que de paseo, pero igualmente caminamos bastante. Avery hizo una recopilación de vídeos sobre el viaje, y yo un álbum completo de nuestra boda y luna de miel. Aún no procesaba que la mujer a mi lado dormida en el coche era mi mujer, por ley. Estábamos frente a nuestra casa, Avery realmente estaba exhausta tras el viaje. Durmió el avión completo y qué decir en la vuelta en coche. Agradecí al taxi por traernos y le pedí ayuda para meter las maletas. En mis brazos estaba dormida Avery, tras de mí venía el hombre con dos maletas en cada mano. Abrí la puerta y le pedí que las dejara en nuestro salón. Le pagué de más por las molestias y subí al piso de arriba. Me era raro estar por esa casa, a pesar de que la había decorado tiempo antes. No asimilaba que era mía, nuestra. Dejé a Avery sobre la cama, le quité las zapatillas sin despertarla. Se veía adorable, demasiado. Me cambié de ropa en el baño y me tiré a su lado, el colchón era la cosa más cómoda que había probado nunca. Avery no tardó en rodar y acomodarse contra mi pecho. Nuestra primera noche en esa cama.

Avery me despertó, y no de una forma bonita y cariñosa. Me golpeó el rostro con su manos y luego me dio una patada.

—No lo hice a propósito...

Abrí la nevera sin responder, me había dolido. Sus brazos me rodearon en un abrazo cálido, no pude evitar esbozar una sonrisa al volver a escuchar una disculpa. Avery siempre era cariñosa y cálida conmigo, qué más podía pedir de ella.

La nevera estaba prácticamente vacía, sólo unos huevos, un par de botellas de agua, leche y un zumo. Lo poco que pude pedir a Nury que trajera antes de nuestra vuelta de vacaciones.

—¿Me haces el desayuno?—pregunté al aire.

—¿Me perdonas si lo hago?

—Sí.

Como un rayo, comenzó a preparar todo para hacerme un par de huevos rotos. Me senté en el sofá observando el aura de la casa. Al ver la figura de Avery en la cocina sentí una sensación familiar, como si en cualquier momento iba a parecer nuestro hijo pidiendo un desayuno. Me recosté en el sofá miramdo algunos mensajes de mi teléfono. En breves, mi querido amigo Harper iba a acercarse para dejarnos al lindo Bam. Bufé recordando las cajas y las maletas en un lado del sofá, nos esperaba un largo trabajo.

—Aquí tienes.

—Gracias, linda.

—¿Pasa algo?

Señalé las cajas.

—No tengo fuerzas para eso.

Rió sentándose a mi lado. Apoyó su cabeza en mi hombro, yo simplemente pinché un pedazo del huevo y me lo llevé a la boca.

—Me gusta la casa, es acogedora. Tiene un aura...

—Familiar—completé imaginándome al niño o niña por el salón.

¿Sería raro que le pudiera un hijo ahora? Mejor esperaba...unos meses. Veníamos de una boda, una luna de miel y una mudanza aún no terminada...

—¿En qué piensas? Se te ha arrugado la frente.

—Deja de mirarme tanto, y hazte tu desayuno.

—Diji di mirirmi tanti y hizti ti disiyini—murmuró levantándose del sofá.

Se veía linda cuando se enfadaba así. Mientras se hacía su desayuno, los ladridos fuera de nuestra casa me avisaron de que Harper y Bam habían llegado. Abrí la puerta recibiendo a nuestro, para nada pequeño, compañero. Casi me tiró al tratar de subirse sobre mí. Había estado una semana sin vernos, y al parecer la nueva casa le tenía loco porque no paraba de dar vueltas miramdo todo.

—Sano y salvo—Harper sonrió como siempre llevándose la mano al cuello, no pude evitar soltar una risita al ver la marca de su cuello que apostaría la casa que le hizo Yael— ¿Cómo os va, recién casados?

Sonreí. Bam corrió a la cocina tras escuchar a Avery maldecir.

—Perfectamente, ¿De paso o te quedas?

—¿Me estás echando?

Entró despeinando mi cabeza. Avery se sorprendió al ver al castaño entrar. Primero vi un leve sonrojo, estaba con una camiseta manchada, una coleta baja que le dejaba media cabellera fuera que caía por su rostro.

—La casa es acogedora sin duda.

Se tiró en el sofá y disfrutó de su comodidad. Lo había traído del piso, prácticamente todos los muebles que compramos los llevé a la casa; sobre todo ese maravilloso sofá.

—Os queda una buena mudanza aún.

Me senté bufando a su lado. Miré las cajas con desilusión, no tenía energías ni para imaginarme a Avery colocando libros por las estanterías.

—Alice me dijo que en unos días se pasaría.

—¿Sí!

Avery se sentó en el suelo frente a la mesita del salón para desayunar. Se veía adorable sentada en el suelo, normalmente pensaría en algo más sexual pero su cabellera despeinada y esa sonrisita por las bromas de Harper me lo impedían por completo.

—¡Bam!

El perro se le estaba subiendo encima a mi chica para robarle el desayuno. Sin duda, Harper lo ha malcriado...

Pasaron unas cuantas semanas, incluso nuestro jardín tenía otro color. Cuando Liv pasó por aquí comenzó a plantar en nuestro jardín junto a Justin y Alice, nadie sabía de su pasión por la jardinería. Desde entonces Avery salía ilusionada a regar de vez en cuando.

—No puedes gastarte tanto en estas cosas, Avery.

—¡Pero si tú te gastas el dinero en marcos y en imprimir fotos!

Aspiré aire tratando de controlar mis emociones, no quería levantarle mucho la voz.

—A ver, Avery—agarré el ticket de la compra y se lo señalé—Dieciocho en galletas es impensable, ¿Sabes cuánto puedes comprar con eso?

—Pero-

—No necesitábamos bistec, tenemos filetes de lomo y albóndigas en la nevera. Y que yo sepa, cuatro cajas de helados son excesivas para dos personas. ¿Qué te ocurre?

—Ve a comprar tú.

Bufé mirando como se iba de la cocina hacia el segundo piso. Últimamente estaba gastando mucho dinero en cosas innecesarias. En general no era un problema, no estábamos en números rojos o pillados de dinero; pero yo trataba de ahorrar para viajes y cosas semejantes y así se me hacía imposible.

Ordené toda la compra sintiéndome fatal por haber discutido con ella. Odiaba tener conflictos tan estúpidos con ella, pero le daban arrebatos incomprensibles. Hace una semana se compró un montón de maquillaje, y ella ni siquiera lo usa. Y luego se la pasó conprando productos para limpiar, a pesar de que ya teníamos. Se aburría, su próxima rodación no era hasta un mes debido a las vacaiones por casarse y en sí las que tenía. Yo tenía cortas sesiones de fotos en las mañanas o tardes, a veces me iba a tomar algo con los chicos en casa de Harper. Pero ella solía estar en casa, Alice y Liv venían de vez en cuando, incluso paseaba a Bam; pero debía estar estresada por no poder hacer nada. Se había leído una tonelada de libros y al parecer comprar era su nuevo entretenimiento.

—Perdón.

Levanté la vista del móvil viendo a Avery con lágrimas en sus ojos. ¿Por qué tan sensible?

—¿Te pasa algo?

Abrí los brazos permitiendo que se subiera sobre mí y me abrazara. Rompió en llanto sin responderme. Acaricié su espalda preocupado. Pasaron los minutos y no cesaba, me estaba alarmando.

—Avery...me estás preocupando.

—P-perdón...

—Ya...no pasa nada...no llores.

Enredé mis dedos en su cabellera oscura, lentamente se calmó hasta llegar a ese irritante hipo de después de llorar.

—¿Qué te ocurre?—pregunté en un tono calmado.

—No lo sé—susurró.

—Necesitas hacer algo, estás mucho en casa...

—¿Cómo qué?

—¿Te vienes al gimnasio conmigo?

La escuché reír. Pensé que se negaría pero accedió abrazándome con más fuerza.

—Me hice un test de embarazo.

Me tensé, completamente rígido. La idea de que estuviera embarazada era un sueño echo realidad. No había hablado ese tema con ella, no aún. Las vacaciones, la luna de miel, la mudanza y estos días sensibles de su parte no me lo permitieron.

—¿Embarazo?

—Como andaba sensible y me encontraba baja de energía pensé que tal vez...

Sin palabras.

—Dio negativo, las dos veces.

Por fin pude respirar. A pesar de realmente querer un niño o niña por la casa, la tensión había salido por mi bica de un suspiro. Me recosté en el sofá aún abrazando a Avery, sentía un extraño alivio. Estaba frustrado mentalmente pero mi cuerpo lo agradecía.

—Tampoco estás en tus días—susurré.

Si mal no recordaba, la ruvo hacía dos semanas y no se le solía adelantar.

—Perdón.

—No te disculpes, ya lo hemos arreglado. Cada dos días irás al gimnasio conmigo. Ahora, lávate la cara y baja a ver una película conmigo.

—¿Marvel?

—Obviamente.

Esperando a que Avery apareciera de nuevo por el salón le mandé unos mensajes a mi mejor amigo. Tenía serias emociones encontradas. No sabía si estaba aliviado o frustrado por el tema del embrazo falso de Avery. Harper lo denominó: "el temor de ser padre". A pesar de querer serlo me aterraba interiormente no hacerlo como es debido. Tenía sentido, al menos me lo había vendido bastante bien. Teníamos ventiocho años, tal vez demasiado pronto.

—¿Estás bien? No es peopio de ti ensemismarte.

Cierto, no solía quedarme pensando mirando a la nada.

—Ven—abracé su cintura antes de poner la película evitando la pregunta.

—Lo del embarazo...

Estaba jugando con sus dedos.

—¿Te asustaste?

—Esas cosas siempre asustan—una respuesta neutra, ni insinuaba que quería o que no.

—Es verdad...

No volvió a sacar el tema en meses y yo tampoco, la expresión que puso ese día me hizo dudar; tal vez era demasiado pronto.

Avery y el gimnasio al principio eran enemigos puros, tuve que insistir en que me acompañara durante un mes. Los primeros días siempre eran duros, las agujetas, el dolor...entendía por qué quería quedarse en casa y no volver a tocar el centro deportivo; normalmente te motiva la pasión o los objetivos...pero ella sólo iba porque se aburría. Después fue obteniendo ritmo, al cabo de medio año el gimnasio y ella eran mejores amigos; cuando se estresaba se iba, cuando estaba muy enérgica también, incluso sin mí. Parecía gustarle más que a mí, y eso era mucho decir. Yo estaba conforme con eso, quiero decir, las curvas y los musculos de mi chica eran aún más interesantes. También comenzamos a comer más sano, algo que en nuestra época de universidad parecía imposible; ella vivía de ramen instantáneo. Por eso me extrañaba que algo le hubiera sentado mal.

—¿Tendiste?—pregunté colocándome bien la mochila.

Tenía un trabajo pendiente y debía irme cuanto antes. Avery llevaba en el baño alrededor de cuarenta minutos y ya me estaba preocupando. Llamé un par de veces esperando a que contestara.

—¿Estás bien?

—Jungkook...

Sonó a súplica, y no sólo eso, estaba llorando. Abrí la puerta apresurado encontrándolo tirada en el suelo al lado del váter.  Me arrodillé buscando alguna pista de lo ocurrido, peeo sólo encontré cuatro cajas de test de embarazo. Miré las cajas y su rostro durante un minuto; no era lo que estaba pensando...

—¿Te hiciste cuatro?

Asintió limpiándose las lágrimas e intensificando su llanto. Señaló el lavabo. Me elevé lo suficiente para ver los cuatro test ahí, los agarré temblando y vi en los cuatro la razón por la que estaba llorando.

—Positivo.

Miré asombrado los cuatro test, como si fueran una obra divina. La felicidad recorría mi cuerpo llenándome poco a poco.

—Lo siento...

Embarazada...de mí...

—Estás embarazada...

—Lo siento yo...

—¡Estás embarazada!

—¿No estás decepcionado o-?

La estreché entre mis brazos, sentía las lágrimas salir de mis ojos de felicidad ¿Decepcionado? Decepcionado estaba de no haber entrado antes. Me hundí en su cuello hasta que paré de soltar lágrimas.

—¡Estás enbarazada! ¿Cómo voy a estar decepcionado?¡Padre! ¡Voy a ser padre!

—Creí que...

—¿No quieres?

Se quedó petrificada. Fue ahí donde se me derrumbó el mundo.

—Sí quiero—susurró.

Dios, casi me da un paro cardiaco. Solté un suspiro de alivio enorme. Realmente se me estaba comprimiendo el pecho.

—Pensé que tú no querías...

—¿Por qué no iba a querer?

Acaricié su rostro, estaba húmedo y rojo por la lloradera anterior. Besé su frente cariñosamente buscando calmar el pequeño hipo que aún tenía. Me abrazó con fuerza pegando el rostro a mi pecho.

—Pensé que no lo querrías...

—La próxima vez, antes de llorar sola en una esquina...hablemos.

Asintió sin despegarse de mí.

Padre...¡Padre!

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