Pasi贸n & Poder

By LeyanetRP

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"Todo amor esconde un secreto" Y el de Aila y Maxwell es el m谩s oscuro de todos. More

Pr贸logo
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By LeyanetRP

                        AILA

Una semana, una maldita semana había pasado desde ese desagradable primer encuentro que había tenido con Maxwell y la verdad no me había dignado a hablar con él nuevamente, no había salido de mi habitación para nada y ya me estaba empezando a aburrir el estar encerrada solo para no verlo, pero seguía enojada con él, y no quería por ningún motivo estar en su presencia, por más que él hubiera insistido en hablar conmigo, lo cual debo decir que me sorprendió un poco, ya que yo pensaba que se iba a limitar a ignorarme y de hecho fue todo lo contario, había tocado a mi puerta muchas veces en esta semana, de las cuales yo jamás le abrí.

Poco después de lo ocurrido el me siguió hasta mi habitación e intentó que le abriera la puerta para conversar solos y con calma, lo cual no había conseguido, porque yo no tenía la mínima intención de hablarle, estuvo así por lo menos dos días seguidos y mi respuesta siguió siendo la misma, lo que al parecer lo cansó ya que hace como tres días que no me insiste en que salga y hable con él y eso me molestaba, si quería mi perdón debía insistir un poco más ¿no?.

Tal vez estaba siendo un poco/bastante infantil, pero era lo que me nacía hacer en esos momentos, no estaba preparada aun para verlo personalmente después de lo que había sucedido. 

Me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño, una ducha de agua caliente no me vendría mal, al llegar me deshice de toda mi ropa y me sumergí en la bañera llena de esencias aromáticas con exquisitos olores florales, dejé que el agua me cubriera completamente y sentí como mis músculos se relajaban,  tratando de deshacerme de toda la tensión que tenía acumulada en mi cuerpo.  

La verdad era que sí estaba siendo un poco caprichosa, a lo mejor debía comportarme como una persona más madura y hablar con él, al final de cuentas para eso había venido a Inglaterra en primer lugar.

Sí, eso haría, claro, después de que me bañara y comiera algo delicioso. 

Minutos después salí de la bañera y me dirigí a mi armario, saqué un short corto y apretado y una blusa negra corta y un poco suelta, la cual dejaba al descubierto mi ombligo y un lunar en forma de corazón que tenía en mi espalda baja, herencia de mi madre.

La verdad es que yo nunca me preocupaba demasiado por mi ropa o buscaba algún estilo demasiado extravagante como la mayoría de las adolescentes, no, ese no era mi caso en lo absoluto, yo siempre trataba de lucir lo más cómoda que pudiera, pero eso sí, luciendo siempre presentable.

Me acerqué a la cómoda y solté mi cabello rubio platino, el cuál heredé también de mi madre, me maquillé discretamente y salí de mi habitación, me dirigí a la cocina con paso calmo, al llegar le pedí a la cocinera que me preparara una ensalada de frutas, me senté en la cocina a esperar a que la terminara de preparar, pues no tenía ganas de esperarla en la sala o en mi habitación.

-Es bueno verla señorita Aila, no había salido de su habitación en mucho tiempo –dijo educadamente la cocinera.

-Por favor llámame solo Aila, y sí, digamos que estaba un poco enojada con el que puso los espermatozoides para mi nacimiento

Una suave risa se le escapó a la joven al oírme decir eso, la cual disimuló al instante con una pequeña tos, una suave sonrisa se apoderó de mis labios al ver cómo hacía un esfuerzo para contener la sonrisa que quería salírsele. 

-Sí, lo pudimos notar, el señor Maxwell también ha estado de muy mal humor

-A si, a lo mejor es porque le arruiné su polvo, lastima, pero bueno, ya lo superará –dije con rabia contenida.

-Tienes el mismo carácter del señor Maxwell, Aila

Sonreí ante su comentario, al menos me alegraba haber sacado algo de él, miré a la cocinera y ella también sonreía, vi cómo se disponía a picar manzanas para la ensalada y la detuve al instante.

-No, no le pongas manzanas –ella me miró expectante -Soy alérgica –le expliqué  

-¿En serio?, solo he conocido a alguien alérgico a las manzanas y es  el señor Maxwell

-¿Él también es alérgico? –La joven asintió suavemente - Bueno, supongo que tenemos más cosas en común de lo que creía

Ella me tendió la ensalada y yo empecé a comerla en lo que se disponía a servirme un vaso con agua, el ambiente estaba muy  relajado y eso hacía que me sintiera muy cómoda.

-Y dime. ¿Cuál es tu nombre?  –Pregunté con interés- Quiero saber cómo debo dirigirme a ti de ahora en lo adelante.

-Eso no sería apropiado señorita, su padre se podría enojar y despedirme 

-Él no se tiene que enterar, será nuestro secreto y llámame solo Aila, eso de señorita me hace sentir incómoda

-Está bien, me llamo Lillie

-Lindo nombre y ¿cuántos años tienes?, no pareces muy mayor

-Tengo 20 años

-Tenemos casi la misma edad, eres muy joven para trabajar

-Si bueno, mi familia necesita el dinero, así que no me quedó mucha opción –el tono triste que utilizó me hizo sentir mal por ella.

-Entiendo

No quise preguntarle nada más para no parecer demasiado entrometida u no incomodarla, así que me concentré en terminar de comer mi ensalada, el apetito me había disminuido un poco, pero aun así trataría de comérmelo todo, no quería hacerle un feo a Lillie y parecerle una niña mal educada y malcriada, sin embargo, una voz a mí espalda hizo que se me pusieran los pelos de punta y dejara mi ensalada a un lado. 

-Veo que ya se te pasó el berrinche

Su voz era aguda y un poco ronca, yo solo por mi parte sonreí y me giré hacia él, mala idea, mis ojos se perdieron en su cuerpo.

¡Dios mío!

¡Qué cuerpo tenía!

Sus músculos fuertes y su piel ni tan pálida ni tan bronceada, su cara era una obra de arte con sus rasgos  bien definidos, ojos oscuros y un poco rasgados, nariz perfecta y pómulos prominentes, por otro lado su pelo negro azabache caí elegantemente sobre su frente y se veía sumamente suave.

Por un momento me pregunté cómo se sentiría enredar mis manos en él, idea que descarté en el mismo instante que apareció.  

¿Cómo no me di cuenta de esto la primera vez que lo vi?

Bueno, a lo mejor porque estaba muy enojada como para inspeccionarlo tan descaradamente como lo estaba haciendo ahora. Trague en seco y lo miré a los ojos, trate de sonar lo más calmada que pudiera.

-Y yo veo que ya se fue esa mujer –solté sin pensar y tratando de mantener mis ojos alejados de su imponente cuerpo.

-¿Aún sigues enojada por eso? –su voz sonó fastidiada.

-¿Cómo quieres que esté?, no te acordaste de mi cumpleaños y para colmo preferiste estar con ella en vez de conmigo, ¿sabes cuantas horas estuve esperándote?  

-No pienso hablar de eso aquí Aila, te espero en mí despacho

Sin decir una palabra más dio media vuelta y desapareció, le lancé una última mirada a Lillie, la cual me dedicó una mirada comprensiva antes de seguir en lo suyo, me levanté y caminé en dirección por donde hacía unos segundos desapareció Maxwell. Al entrar a su despacho me senté en una silla muy apartada de su escritorio, él me miró con una ceja alzada.

-¿Por qué te sientas tan lejos de mí?, siéntate a mi lado, no voy a comerte –un deje de burla estaba presente en su voz.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escucharlo decir eso, lo miré y a pesar de ser un manojo de nervios traté de sonar lo más seria que pude, no me gustaba sentirme intimidada en presencia de nadie y por una extraña razón, Maxwell Jefferson había pasado a encabezar esa lista. 

-No gracias, no quiero estar cerca de ese escritorio dónde te encontré en pleno acto sexual, prefiero quedarme aquí

-¿Siempre eres tan directa?

-Sí y dime ya, ¿qué quieres decirme? –dije un poco impaciente. 

-Mira Aila, tú eres mi hija y llevo diecinueve años sin verte y…

Lo corté antes de que terminara de hablar.

-No verme y no mantener ningún contacto conmigo fue tu desición, así que no pongas eso de excusa

Su mirada molesta recayó en mí por una fracción de segundos antes de suspirar y desviarla.

-¿Podrías dejar de interrumpirme?

Su voz sonó fastidiada y por mucho que me una parte de mí quería seguir molestándolo, la otra estaba desesperada por largarse de allí, su presencia imponía y no me gustaba sentirme inferior frente a nadie, mucho menos si ese alguien era un hombre.

Así que asentí lentamente con mi cabeza, dándole a entender que podía continuar.

-Tú tienes razón Aila, viniste a Inglaterra para que nos conociéramos mejor y eso es lo que haremos

-¿Vas a dejar de trabajar y dedicarme un poco de tiempo? –pregunté curiosa.

-Bueno, por ahora solo voy a empezar por darte este regalo de cumpleaños, un poco atrasado, pero de todas maneras te lo daré, espero que te guste

Sacó una caja de abajo del escritorio y me la entregó, era muy grande, yo la cogí y la abrí cuidadosamente, me quedé sin palabras, era más de un regalo lo que había ahí adentro.

-¿Por qué hay tantos?

-Hay diecinueve en total, uno por cada cumpleaños que no estuve contigo, el último está esperándote en la puerta de la mansión

Me levanté del asiento y me dirigí a la ventana más próxima, la abrí y miré a través de ella, no pude evitar atragantarme con la saliva y abrir mis ojos de par en par, un hermoso Audi rojo estaba aparcado frente a la mansión, me quede sin palabras y me giré hacia Maxwell mirándolo sorprendida. 

Por su parte, él solo me entregó las llaves del auto y sonrió al ver mi expresión incrédula. 

-Es en serio, esta es tu manera de conocerme mejor ¿piensas comprar mi cariño o qué? –dije con un tono de voz un poco elevado.

-Sé que esto no compensa mi ausencia de todos estos años, pero quería tener al menos este detalle contigo

Lo miré fijamente a los ojos durante unos segundos, inspeccionando su rostro detalladamente, eso pareció incomodarle ya que apartó la vista y tosió falsamente volviendo a sentarse en la su silla.

¿En serio él pensaba que con darme estos regalos yo estaría contenta?

Yo no vine a Inglaterra por sus regalos y mucho menos por su dinero, yo vine para conocerlo y la verdad es que ahora me sentía bastante ofendida.

-Yo no quiero tus regalos, solo quiero conocerte y saber lo que es sentirse amada por su padre, no sé qué fue lo que te hizo pensar que darme todos estos regalos iba hacer que yo te perdonara, pero tengo que decirte que estás muy equivocado, yo no soy ese tipo de persona

-Ya tendremos tiempo para pasar tiempo juntos, por otro lado yo no quiero comprarte ni nada por el estilo, solo estoy teniendo un pequeño detalle con mi …–hizo una pequeña pausa- Mi hija, tómalos, son tuyos

Asentí lentamente, tomé los regalos y la llave del auto y me dirigí a la puerta de su despacho, la verdad es que no quería pasar ni un minuto más ahí, me hacía sentir sumamente incómoda estar cerca de él, sin embargo, no había terminado de salir cuando su voz me detuvo e hizo que me girara a mirarlo nuevamente.

-Oh y Aila, te espero en la cena, vienen unos amigos y quiero que los conozcas, así que arréglate bien –dijo mientras revisaba unos papeles que estaban sobre su escritorio.

-Está bien

Salí de ahí como un rayo, una sensación extraña estaba asentada en mí estómago, me dirigí a mi habitación para dejar los regalos en ella y luego acostarme un rato hasta la hora de la cena, la verdad es que  no me sentía para nada cómoda en su presencia, las cosas no estaban resultando para nada como lo había imaginado.

Y por una extraña razón tenía un mal presentimiento.

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