Lo poco que nos queda (#coron...

By gaby_Bonald

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"El chico que quería morir, la chica que deseaba vivir" Milo ha tenido una infancia difícil, y un intento de... More

Sinopsis
Premios
Personajes y lugar
Advertencia
La carta (Anexo)
Capítulo I La chica del cabello rosa
Capítulo II Un desconocido y una búsqueda inesperada
Capítulo III Si los recuerdos pudiesen borrarse
Capítulo IV Soy el puto tornado
Capítulo V El pacto
Capítulo VI Polvo de estrellas
Capítulo VII Esperanza
Capítulo VIII Rotos
Capítulo IX Tan rota como yo
Capítulo X La belleza del caos
Capítulo XI Hagamos una locura hoy
Capítulo XII Miedos
Capítulo XIII Un viaje inesperado
Capítulo XIV Imperfecciones
Capítulo XV Las estrellas sobre nosotros
Capítulo XVI Los colores del arcoíris
Capítulo XVII Adrenalina
Capítulo XVIII La tormenta antes de la calma
Capítulo XIX Una pequeña ayuda
Capítulo XX La lista de deseos
Capítulo XXII La boda
Capítulo XXIII Colapso
Capítulo XXIV Abismo
Capítulo XXV Decisiones
Capítulo XXVI Lluvia de estrellas
Capítulo XXVII El orden del caos
Capítulo XXVIII Una nueva oportunidad
Capítulo XXIX Libertad
Capítulo XXX Un beso bajo la lluvia
Capítulo XXXI Un día inesperado
Capíutlo XXXII El brownie perfecto y el peso del mundo en los hombros
Capítulo XXXIII Supernova
Capítulo XXXIV Destino
Capítulo XXXV Tal vez en otra vida
Capítulo XXXVI Lo poco que nos queda

Capítulo XXI El primero de la lista

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By gaby_Bonald

Capítulo XXI

El primero de la lista

Noa

Pasé el resto de la noche escribiéndome con Milo. Nos turnamos para agregar nuevas ideas a nuestra lista de deseos, que no dejaba de crecer.

Darme cuenta de que aún había tantas cosas por hacer, me llenó de una extraña sensación. Tal vez todo aquello hubiese comenzado con una broma o un simple juego, pero nos daba cierta esperanza a ambos, algo a lo que anhelar.

—¿Planes para este fin de semana? —pregunta Emma a mi lado en la cafetería del instituto.

Lo sopeso durante unos segundos, planes tenía muchos, llevarlos a cabo ya era otra cosa.

—Creo que quiero comenzar a tachar cosas de mi lista —replico con media sonrisa— ¿Qué mejor manera de pasar los días aburridos?

Emma se ríe, pero se apunta sin dudarlo un segundo. Eso es algo que admiro de ella, vive la vida al máximo, sin preocupaciones, ni inseguridades.

—Entonces será mejor que elijas una —recalca con una sonrisa.

—¿Que elija una qué? —interroga una suave voz a mi espalda.

Volteo y me encuentro con Anna. Su cabellera rubia cae en cascadas por sus hombros y sus ojos azules brillan cuando los clava en Emma.

—Hola, amor —saluda esta, plantándole un tierno beso en los labios—. Pensé que no te vería hasta la tarde.

Anna se acomoda en el banco junto a mi amiga y deja su bandeja de comida sobre la mesa.

—El profesor de literatura está enfermo y no consiguieron sustituto con tan poco tiempo de aviso, así que tengo un par de horas libres —explica, sorbiendo un poco de su bebida—. Ahora, ¿Piensan decirme de qué estaban hablando?

—De la lista de deseos de Noa y Milo —contesta Emma encogiéndose de hombros. Es obvio que ya se lo ha contado todo, son del tipo de parejas que no guardan secretos. Si soy honesta, siento un poco de envidia. Las dos se ven adorables juntas y el hecho de que haya total transparencia entre ellas, me hace sentir un poco hipócrita cuando pienso en Milo—. Estoy esperando a que elija la primera que quiere cumplir.

Anna abre los ojos, emocionada, y da un pequeño brinco en su silla. Contrario a lo que puedan creer, no es solo hermosa y popular, también es una increíble atleta. Su equipo de porristas acaba de clasificar para las nacionales y no puedo estar más orgullosa de ella.

—¿Puedo unirme? —pregunta casi enseguida— Honestamente, me ofende que aún no haya conocido al maravilloso Milo del que tanto hablas —agrega en mi dirección.

—Por supuesto que puedes unirte —exclamo sin rodeos—. Es la excusa perfecta para presentártelo.

Las chicas me miran con expectación, esperando que les diga cuál será el primer ítem de la lista que tacharemos, pero la verdad es que aún no estoy segura, creo que lo descubriremos sobre la marcha.

Terminamos el almuerzo y nos disponemos a irnos cuando la mano de Emma se aprieta contra mi pecho, deteniéndome en el acto. La observo confundida por un segundo hasta que sigo la dirección de su mirada y veo la figura de Tyler y Bryce caminando hacia nosotras. «No otra vez» suspiro para mi interior. Emma toma una postura defensiva casi en el acto, al igual que lo hace Anna. Odio que las dos tengan que involucrarse en mis asuntos con este idiota.

—¿Ahora pasaron a un trío? —se burla Bryce con el absoluto permiso de Tyler— Pensé que tenías un nuevo novio, Noa. ¿O es que ya se cansó de ti?

—Tanto interés en nosotras y, sin embargo, hace mucho que no te veo con ninguna chica —replica inmediatamente Emma— ¿También se cansaron de ti? ¿O es que los rumores que corren por los pasillos son ciertos y te estás pasando para el otro equipo?

Aquello da en la llaga. Bryce es orgulloso y el que tan solo le insinúen algo como eso lo hace enfurecer, confirmando para nosotras que tal vez aquellos rumores no son tan falsos como los hacen creer. Tyler sostiene a su amigo por el hombro, evidentemente intentando frenar cualquier acto que pudiese realizar.

—Noa ha dejado claro que ya no pertenece a nuestro grupo —dice este, en cambio, con una mirada tan calmada que me hace sospechar que hay algo más—. Sus preferencias en grupos sociales han cambiado. Al parecer ya no le basta codearse con los marginados de la escuela, también hace obras de caridad.

Estoy a punto de responder, pero me interrumpe, aún no ha terminado de decir lo que quiere.

—Milo Scott —pronuncia con un atisbo de desprecio en la voz—. Diecisiete años, originario de Denver. Hijo de una enfermera que apenas puede pagar la casucha donde viven. Padre muerto en un terrible accidente de coche —agrega con una mueca sarcástica de tristeza—, pero supongo que su DUI fue sacado de su expediente por sus antiguos colegas de la policía de Denver. Los mejores de los mejores defendiendo y protegiendo a los suyos.

No tengo idea de cómo se ha hecho con toda esa información, mucho menos con la del detalle del accidente, algo que Milo jamás había mencionado y que estoy casi segura, que desconoce por completo.

—Deja a Milo fuera de esto —amenazo con el corazón palpitando a mil por segundo.

Tyler y Bryce sonríen triunfantes, como si hubiesen logrado lo que querían. Intento controlarme, no quiero más problemas, mucho menos con Emma y Anna junto a mí, ellas no tienen por qué pagar por la estúpida rivalidad con Tyler.

—No sabía que hacías obras de caridad, ahora —vuelve a decir—. Primero asociándote con gente como esta —recalca señalando a Emma, que cierra las manos en puños—, y ahora bajando incluso más de categoría saliendo con un suicida sin un céntimo en el bolsillo. Qué bajo has caído, Noa King.

Siento los brazos de Anna sosteniendo a Emma a mi lado y lo agradezco, sé que sería capaz de romperle la cara a ese idiota sin pensárselo dos veces, pero esta no es su pelea.

—Milo no vendrá de una familia de dinero —digo lentamente, tratando de mantenerme lo más calmada posible—, pero es mil veces más hombre que tú. Y él sí sabe cómo darme un orgasmo.

Oh, aquello último le dolió, lo veo en su rostro cuando una mirada de rabia lo cruza al instante. Da un paso más hacia mí y le hago una seña a Emma para que no se mueva. Su rostro está a escasas pulgadas del mío y puedo oler su asqueroso aroma a tabaco.

—Cuidado con lo que dices —advierte—. Todos sabemos lo mucho que te encanta abrir las piernas para cualquiera. Eso era lo único en lo que eras buena. Todavía tengo ese video de la fiesta en casa de Bryce, que no se te olvide.

Mi pecho se ensancha enseguida, sé exactamente a lo que se refiere. El estúpido video que grabó mientras estaba borracha hace dos años. Era la primera fiesta a la que asistía, la primera vez que bebía alcohol y por desgracia, también la noche en la que perdí mi virginidad con él.

—Haz lo que quieras con ese video —proclamo encogiéndome de hombros—. Lo único que verán es a un ser asqueroso aprovechándose de alguien que estaba demasiado borracha como para mantenerse en pie. Creo que a eso lo llaman violación, según tengo entendido.

Tyler sonríe con petulancia. No puedo creer que en algún momento lo hubiese querido, que me hubiese importado alguien tan desagradable y malicioso como él.

—Las putas, siempre serán putas —dice con desprecio—. Me pregunto si a tu papá le gustará ver ese video de su querida hija por todas las redes sociales. Tendrás filas de hombres detrás de ti, a ver cuál te lo hace mejor que yo.

El fuerte sonido de mi mano contra su mejilla hace eco en el cerrado espacio, instando a que todos a nuestro alrededor volteen a vernos. Tyler mueve el rostro y escupe al suelo un pequeño hilo de sangre.

—Veamos qué piensa tu nueva conquista cuando vea cómo te gusta que te den duro.

Ahora es el turno de Emma y Anna de sostenerme a mí para evitar abalanzarme contra aquel imbécil. Tyler y Bryce se ríen a carcajadas al darse cuenta de que encontraron mi punto débil.

—No les hagas caso —murmura Anna a mi oído, pero todo lo que puedo escuchar es la estúpida risa de ellos.

—Vámonos, Noa —pide Emma a mi lado.

—Te lo dije —sisea Tyler—. Yo te hice y también puedo destruirte. Si no eres mía, no serás de nadie.

La repugnancia me embarga por completo y maldigo el momento en el que acepté salir con él la primera vez. Eso es lo curioso de los monstruos, de pequeños nos dicen que no existen, que son un simple producto de nuestra imaginación, que no hay ninguno acechando entre las sombras o debajo de la cama. Que solo son pesadillas, pero cuando crecemos, descubrimos que los monstruos están a nuestro alrededor, disfrazados con piel de oveja, ocultos detrás de sus elaboradas máscaras, esperando el momento propicio para atacar. Todos somos villanos en la historia de alguien, pero Tyler se estaba convirtiendo en mi némesis.

Emma vuelve a jalar de mí, pero logro escupirle en la cara a Tyler antes de alejarnos sin mirar atrás.

Una vez en el parking, dejo ir toda mi frustración con un largo y profundo grito de rabia. ¡Cómo lo odio!

—No dejes que se meta bajo tu piel —me dice Emma—. Eso es justo lo que quiere. No le gusta perder y sabe que ya no tiene control sobre ti. Solo quiere lastimarte.

Anna toma mi mano y me obliga a verla a los ojos. A pesar de ser una de esas chicas tiernas y adorables a simple vista, comparte parte del carácter volátil de Emma, aunque en dosis más bajas.

—Todos en el equipo de basquetbol están hablando sobre lo que pasó entre ustedes la otra vez —dice con voz calma—, y muchos te vieron con Milo aquí cuando te buscó. Ese fue un golpe duro para Tyler y su ego, el rumor se esparció como pólvora. Va a buscar cualquier excusa para hacerte daño, no permitas que te afecte. Podrá ser el más popular, pero todos saben la clase de persona que es, no debes dejar que gane el patético juego que intenta jugar.

Respiro profundamente e intento relajarme. Tienen razón, seguirle la corriente a Tyler es darle importancia, hacerle creer que sigue teniendo algún tipo de control sobre mí, y no pienso permitir eso.

—Gracias —murmuro un poco más calmada—. No sé qué haría sin ustedes.

Ambas sonríen orgullosas y Emma jala a Anna de la cintura hasta acercarla a su cuerpo besando su mejilla.

—Siempre nos tendrás a nosotras —asegura mi amiga—, y si algún día no estoy para ayudarte, Anna sabe cómo defenderse. ¿Verdad que sí, mi pequeña ratoncita?

Anna le da un codazo en las costillas.

—Sabes que odio ese apodo —recrimina frunciendo el ceño.

—Eres mi pequeño ratón de biblioteca, ¿Qué puedo decir?

Las tres reímos y la tensión se desvanece. Anna quiere estudiar literatura, es su sueño desde pequeña, siempre ha querido ser la nueva Brontë de la edad moderna, y tengo que admitir que escribe muy bien. He leído algunos de sus relatos cortos y no tengo duda de que logrará cumplir su sueño.

—Muy bien —exclama Anna separándose de Emma—. Es viernes y aún no terminan las clases, pero dado que estamos fuera, bien podríamos escaparnos por hoy.

Tanto Emma como yo levantamos las cejas en sorpresa.

—¿Quieres hacer novillos? —pregunta casi incrédula— Creo que no te he visto faltar a una sola clase desde que estamos juntas y ahora estás sugiriendo que nos escapemos a mitad de periodo. ¿Qué te hicieron y dónde está mi novia?

Anna rueda los ojos en respuesta.

—Ustedes son las que dijeron que íbamos a cumplir algo de la dichosa lista de deseos —nos recuerda— ¿A qué estamos esperando?

Aún es temprano cuando nos alejamos del instituto. Milo debía estar en clases ahora que su suspensión había acabado, así que nos dirigimos a mi casa. Mi padre está en el trabajo y Eva aún no ha llegado, por lo que estamos completamente solas.

—Vale, ¿Cuál es el plan? —pregunta Emma lanzándose en la cama a la vez que Anna hace lo mismo y se acurruca a su lado.

Yo sonrío y abro mi armario de par en par. Puede que no todas tengamos la misma talla o el mismo estilo, pero para mi fortuna, aún conservo varias prendas viejas de diversas tallas y modelos. Comienzo a rebuscar entre la masa de colores que hay en él hasta que consigo lo que estaba buscando. Me giro con una sonrisa en el rostro sosteniendo tres vestidos largos.

—Como dijo, Anna. Hoy es viernes —aclaro sin dejar de sonreír—. Nos colaremos en la boda de un extraño.

Anna salta de emoción y corre para escoger el vestido dorado en una de mis manos. Emma, en cambio, se queda mirando las otras dos opciones frente a ella.

—Odio el rojo —resopla, tomando el largo vestido negro de seda.

—Suerte para mí, el rojo me queda espectacular —replico observando el vestido en mi mano—. Ahora solo me queda encargarme de un pequeño detalle.

Dos horas después, estamos completamente vestidas de gala. Anna se encarga de darnos los últimos retoques de maquillaje y termina de arreglarnos el cabello en un simple, pero sofisticado moño.

—¿Y exactamente en qué boda nos colaremos? —inquiere Emma, quien luce espectacular en el largo vestido negro con escote en la espalda— ¿Tienes una lista de todas las bodas de este mes?

—Mucho mejor —contesto alzando un pequeño folleto blanco—. Tengo el boletín semanal del club de campo de papá. Parece que la señorita Elizabeth Stone celebrará su boda hoy con su prometido Elliot Spencer en el salón de fiestas del club.

Emma suspira y voltea los ojos, pero asiente. Anna solo me dedica una sonrisa cómplice a la vez que se contempla en el espejo.

—Luces hermosa —le dice Emma—. El dorado es tu color.

Anna sonríe y se acerca a ella para darle un beso en los labios, antes de parar abruptamente y decir que arruinará su maquillaje antes de llegar a la boda.

Decidimos dejar el coche de Emma en mi casa y viajamos las tres en el mío en dirección al instituto de Milo. Aún faltaba para el fin de las clases, pero el club de campo estaba un poco lejos, y si queríamos llegar a tiempo para la recepción, debíamos apurarnos.

Detengo el coche en el parking y comienzo a llamar a Milo al móvil, pero no contesta. Lo más seguro lo tiene en silencio porque está en alguna clase, pero nosotras ya estábamos listas y el único que faltaba era él. Sin pensarlo dos veces comienzo a tocar el claxon del auto tan fuerte y rápido como puedo, haciendo que diversas alarmas de los coches junto a nosotros se activen a la vez. Varios estudiantes se asoman por los grandes ventanales del edificio, pero no logro distinguirlo entre tantas caras. Sin dejar de tocar la bocina, saco mi cabeza por la ventanilla y comienzo a gritar.

—¡MILO! ¡MILO SCOTT!

Tanto Emma como Anna sacan la mitad de sus cuerpos por las ventanas del coche y se unen a mis gritos.

—¡MILO!

No estoy segura de por cuánto tiempo gritamos su nombre mientras sonaba la bocina, pero podía ver que habíamos captado la atención, no solo de los estudiantes, sino también de varios de los guardias de seguridad que comenzaban a acercarse a nosotros.

—Mierda —exclamo cuando los veo dirigirse hacia mi coche— ¡MILO!

Finalmente, veo una pequeña cabeza escondida bajo una capucha negra y lo distingo enseguida. El pobre no sabe qué hacer, todas las miradas parecen girarse en su dirección y estoy casi segura de que me matará por hacer aquel espectáculo, pero es ahora o nunca. Siempre he sido fan de las grandes entradas.

Lo veo desaparecer entre la multitud que sigue curioseando a través de las ventanas, al tiempo que dos de los guardias llegan a nosotras.

—¿Qué creen que están haciendo? —brama uno de ellos asomándose por mi puerta— ¿Son estudiantes de aquí?

—Es una emergencia, oficial —digo inmediatamente, en el tono más dramático que puedo—. Nuestra abuela acaba de sufrir un accidente y mi hermano no contesta su móvil. Tenemos que ir al hospital.

El hombre nos observa de pies a cabeza a las tres sin terminar de tragarse el cuento.

—Podría morir en cualquier momento —agrega Emma desde su puesto—, y las últimas palabras que nos dijo era que quería ver a su nieto.

—Es el favorito de la abuela —aclara Anna—. Jamás podríamos perdonarnos si no cumplimos su último deseo antes de morir.

Es obvio que no se cree nada de lo que estamos diciendo, pero al menos nos da el tiempo que necesitamos para que Milo aparezca por la puerta del edificio corriendo en nuestra dirección.

—¿Qué demonios? —pregunta apenas llega al coche.

—Es la abuela Sarah —replico enseguida, lanzándole una mirada de «cállate y sígueme la corriente»—. Tuvo un accidente y está a punto de morir, su último deseo es verte.

Milo frunce el ceño completamente confundido por lo que ocurre, pero capta mi indirecta.

—La abuela Sarah —dice asintiendo con la cabeza—. Claro, será mejor que nos apuremos.

Milo abre la puerta trasera del coche y sube.

—No puedes dejar las clases sin permiso de tus padres —exclama el oficial.

—Gracias por su preocupación —interrumpo—. Tenemos que llegar antes de que fallezca.

Dicho esto, presiono el acelerador y dejo el parking y el instituto atrás, junto con el guardia que sigue gritando algo que ninguno de nosotros logra entender.

—¿Alguien va a explicarme de qué se trata todo esto? —inquiere Milo una vez nos hemos alejado del lugar.

Anna le entrega una bolsa y sonríe.

—Así que tú eres el famoso Milo —replica extendiendo una de sus manos—. Soy Anna, la novia de Emma. Un placer conocerte finalmente.

—Mucho gusto —responde él, aún confundido, intercalando la mirada entre las tres, percatándose de nuestros atuendos—. Ahora en serio, ¿Me van a decir de qué se trata todo esto?

—¡Oh! Mi querido, Milo —pronuncia Emma con una sonrisa girándose en el asiento de copiloto para verlo a la cara —. Vamos a colarnos a una boda. Será mejor que te pongas tu traje.

El chico nos mira con la confusión pintada en su rostro a la vez que abre la bolsa que Anna le entregó. Adentro se encuentra uno de los trajes de mi padre. Viendo que son más o menos de la misma altura, estaba segura de que le quedaría a la perfección.

—¿Una boda? —repite contemplando el interior de la bolsa.

—Tachando el primer ítem de la lista —replico con una sonrisa de oreja a oreja—. Vamos, cámbiate o llegaremos tarde. No queremos perdernos las mejores partes.

Milo suspira sin apartar la mirada del traje frente a él. Cierra los ojos y sacude la cabeza sin dar crédito a lo que escucha, pero lo veo sonreír por el espejo retrovisor y sé con toda certeza que ya ha aceptado.

No sabemos cuánto tiempo estaremos en este mundo, ni si hoy es el último día que tengo con él, si me quedan meses o semanas, años, tal vez, eso sería pedir demasiado. Lo único que sé es que si alguno de los dos muere mañana, mi único deseo es un momento más con él.

Gracias por leer! 💕 si llegaste hasta aquí y te gustó el capítulo, deja tu voto y un comentario, no seas un lector fantasma más.

Noa está determinada a cumplir el primer ítem de la lista de deseos y parece que nadie va a detenerla. ¿Cómo crees que saldrá esto?

Y ¿en serio se puede ser tan 😤 como Tyler? ¿Un vídeo de Noa? Esperemos que jamás vea la luz.

No te olvides que hoy actualizan sus novelas Ricardo_Alvarez2 PattSeren soniakhernandez bclara19 y maidoarte si aún no las has leído, no te las puedes perder.

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