Ragen

By Jas_FR

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Entre los abismos de la oscuridad emergen las cadenas de la desesperación por escapar de aquél internado somb... More

Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
veintiuno
Veintidos
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Epílogo

Diecisiete

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By Jas_FR


—Te llevaré a tu castigo.

—No lo hagas, por favor. No deseas hacer esto.

—Sí que lo quiero —a diferencia de Ragen, él no sonríe con frecuencia, tiene una frialdad abrumadora e incluso si dice algo gracioso mantiene ese rostro serio pero parece relajarse cuando habla conmigo.

—Frank, ayúdame a salir de aquí.

—Ahora que Ragen te traicionó me buscas, adivina qué, no soy basurero para recoger las sobras de otro.

—Estás resentido porque en vez de coger contigo fui con él —frunció las cejas y apretó mis brazos—. Adivina qué, fue el mejor sexo de mi puta vida y lo repetiría a pesar de saber su traición pero a ti..., tendría que morir para estar con alguien cómo tú.

—Mi placer va antes que el de la puta a la que penetro, me gustan que rueguen y supliequen, Emett opina lo mismo.

—Así que todos los del quinto piso son los enmascarados.

—Privilegios que nadie posee.

Me cubrió con un saco, caminé junto con él sin saber a donde me llevaba, el olor a humedad me confirmó que aunque grite nadie del exterior escucharía mis súplicas, debería resignarme pero no quiero hacerlo, debo luchar sin importar el costo.

Mi vida no es un juego y no pienso dejar que ellos me traten como muñeca.

Frank me tiró contra el piso con rusticidad, al retirar el saco observé el lugar manchado de sangre y restos de carne humana, el suelo estaba resbaladizo imposibilitando mi escapatoria, él se marchó dejándome con otro de sus cómplices que ante mis ojos mostró con orgullo el látigo.
Aterrada es poco para describir lo que siento, jamás pensé ser flajelada de una manera tan cruel, no soy una criminal pero qué puedo esperar de asesinos sádicos.

El látigo se movió generando un sonido al aire y en un intento de cubrirme me giré dejando que mi espalda reciba el golpe, grité de dolor al sentir mi piel arder por el golpe.

La puerta se abrió, no fue difícil reconocerlo, es el único hasta ahora con aquel casco, corrí hacia él tambaleante y me sujeté de su cuello como si eso me salvaría de ser golpeada.

Esperaba que me aleje, incluso que me regañe, espera todo menos su abrazo en un intento de protegerme, acarició mí cabeza mientras la escondía en su cuello.

—Lo acepto, acepto decirte lo que sé pero por favor, por favor, sácame de aquí, no quiero pasar esto de nuevo, no quiero.

Se mantuvo callado pero no dejó de tocar mi cabello, sentí que por mi espalda corría un líquido, ese golpe me dejó una herida.

Quema y palpita.

—Déjanos solos —demandó, escuché que cerraron la puerta detrás de nosotros—. Ya puedes soltarme.

—Si lo hago no sé cuando podré volver a abrazarte.

—Te escucho.

—Mi padre dejó una caja fuerte, la contraseña está en un papel en algún lugar de la casa de mi tía, esa hoja está dentro de una caja de madera.

—¿Y la caja fuerte?

—En su empresa.

Puso sus manos sobre mis brazos para romper el abrazo, me hizo dar media vuelva, solté un gemido de dolor al sentirlo tocar la herida.

Incluso mi ropa se rompió.

—Hablaré con Verna, se sobrepasó.

Así que fue ella.

No midió su fuerza.

—Es su trabajo.

—Una vez cure tus heridas iremos en busca de los papeles, sería inútil si voy solo.

—Es imposible salir de este lugar.

—Para mi no lo es.

Sin esposas me subió a la parte superior del lugar, una puerta con varios candados separa aquél tétrico lugar de la cabaña rústica y acogedora, reunió a todos que incluso se mostraban más intimidantes.

—¿Qué carajo?, ¡ponte la máscara Ragen!

—Ella ya lo sabe —habló sin interés—. Aceptó colaborar.

—Debe morir, número siete.

—Vamos, tres, deja el papel de ejecutor. Es como nosotros.

—No, no es como nosotros —todos se quitaron sus máscaras, Verna se mostró altanera al hacer énfasis en que no somos iguales.

—Puede aprender.

—No, nosotros nacimos así, morirá —sentenció Orlan.

Me resguardé detrás de Ragen, todos estaban dispuestos a matarme si hacía un sólo movimiento en falso.

Pero con la protección del pelinegro quizá mi situación cambie.

—Conrad —el nombrado hizo un sonido afirmativo—. Llévala fuera hasta que hable con ellos.

No dijo nada y me sacó del lugar, me obligó a sentarme en las gradas de madera de la entrada, mis extremidades temblaban con genuino terror, él lo notó pero no dijo nada.

Creí que era mi amigo pero no sé cómo me vean ellos.

¿Soy una presa o un obstáculo?

Se quitó los guantes para luego encender un cigarrillo, la nieve no dejaba de caer y congelar mi cuerpo, necesitaba calor.

Minuciosamente miré sus manos hasta notar un tatuaje en el meñique de su mano izquierda, al notar que lo observaba habló.

—Todos tenemos uno, son nuestros números para que nadie pueda reemplazarnos. ¿Recuerdas los números de nuestras habitaciones? —afirmé con un movimiento sutil de mi cabeza—. Son los números conforme a nuestras llegadas.

—Frank es el número uno, Antoni el dos, Emett tres, tú el cuatro y... —no estaba seguro de los números posteriores—. Orlan cinco y...

—Verna es el cinco, Orlan seis y Ragen el número siete —corrigió—. Cada quien tiene su tatuaje en diferentes partes del cuerpo. Verna lo tiene en el pezón derecho, Orlan en un costado de su cadera, Frank en la mano al igual que yo. Emett en el dedo índice y Antoni en el antebrazo.

—¿Y Ragen?

—Deberías saberlo, tú te acostaste con él y le viste el cuerpo por completo —volví a negar—. Dios, para qué tienes los ojos si no es para admirar el cuerpo de alguien.

—¿Quién le hizo el tatuaje?

—Orlan, mi hermano.

Estuve boquiabierta hasta que pude digerir la información por completo.

No puede ser.

—Hermanos... pero nose parecen en nada.

—Adoptados obviamente, soy ruso y el coreano. Nuestra madre murió y terminamos aquí, eso debió decirte Shun, fue lo primero que averiguó.

Me ocultó una información tan importante.

¿Por qué?

¿Acaso no puedo confiar en nadie?

—Ella no me dijo nada.

—Quizá no son tan cercanas como aseguras.

—Habrá tenido sus motivos —encogió los hombros—. ¿Qué hacen específicamente?

—Personas son tiradas en este terreno para que nosotros les saquemos información y matemos, tras el muro que nos limita hay más bosque y posteriormente la carretera, unos hombres llegan a la muralla y liberan a las presas.

—Entonces el director Omar Bersoni es su jefe al igual que las hermanas.

—Si, y ellos trabajan para el gobierno, es un trabajo interesante porque nos ayuda a liberar el estrés, somos asesinos que necesitan matar, sin embargo, tenemos autocontrol.

—¿Matan personas inocentes?

—Nadie en este mundo es inocente, todos tienen un pecado, fuimos criados con la meta de matar, cada uno de nosotros tiene su rol en este lugar pero —se calló al momento de que una alarma sonó desde el interior de la cabaña, se puso su máscara y las gafas unas luces azules brillaron para luego apagarse—. Cuatro presas a doscientos, cuatrocientos y ciento noventa metros. No número cinco, no lo hice a propósito. Sí número tres, hazlo ahora.

Sus máscaras están conectadas y tal parece que Conrad es quien les indica y revisa el área donde deben ir, esa noche pude salvarme de su visión nocturna.

Cabe la posibilidad de que supiese desde el comienzo que estuve en el bosque.

De la casa salió Verna con unas enormes tijeras, Antoni parecía fuera de si con un aura aterradora, él es quien usa las cadenas y como si fuera un loco salió corriendo.
Ella le pasó arco y flechas a Conrad que me indicó seguirlo.

—Antoni, Verna y Emett son cazadores, Frank y Orlan torturadores, yo me encargo de la vigilancia. Ragen es el fundamental, rompe a las víctimas mentalmente y cura las heridas para evitar que mueran rápido, en ocasiones se nos permite tomar el rol de otros pero él mío y el de Ragen jamás.

—Porque nadie lo hace como ustedes.

—Exacto, ¿Quieres saber quién cortó y cocinó a Kenia?

—No.

—Igual te lo diré, fue mi hermano, los coreanos llevan en su sangre comer porquerías raras.

Tensó el arco y disparó sin piedad directo al cuello del sujeto.

Dos, te dejé un cuerpo a cien metros de donde te encuentras, debes llevarlo con Ragen.

—Antoni es una persona tan buena, no entiendo cómo puede ser salvaje, es un mentiroso, se hizo el tonto cuando pregunté por su tatuaje.

—Antoni y número dos no son las mismas personas, sufre de TID, trastorno de identidad disociativo. A diferencia de otros, recuerda las cosas que hace, cuando intercambian lugar el otro queda como espectador viendo una película, en ocasiones Antoni no recuerda pequeñas cosas pero con el paso de los días los hace.

—¿Cuál es el original? —pregunté mientras retornamos.

—Antoni, el sumiso y manipulable, cuando ve sangre suele salir su otro yo que actúa de forma errática, Ragen es el único que puede controlar ambos, a Frank aún le cuesta.

—Se podría decir que Ragen es cómo su psiquiatra.

—Si, también es médico, forense y otras cosas más, su intelecto es mayor, terminó la escuela a las catorce años y hasta ahora ya tiene una profesión, todo gracias a los contacto que tiene, siempre anda leyendo sobre medicina y psicología.

—¿Y tú?

—Soy un experto en tecnología, planeo vivir estafando a la gente o en algo donde manipule aparatos, esto —apuntó su casco—. Lo hice cuando tenía diez, las puertas con tarjeta las ayudé a crearlas y hacerlas más efectivas, incluso antes de que salieran al mercado nosotros ya contábamos con ese tipo de tecnología.

—Eres quien manipula cámaras.

—Eso también lo sabe Shun debido a un rumor que corrió hace años, todas tus escapadas las borré para que nadie lo sepa.

Debí suponerlo.

Todas las veces que no fui atrapada fue gracias a él.

—¿Quién mató a Sasha?

—No lo sé, en esa ocasión era mi día libre.

—Oh, vaya casualidad. ¿Quién fue el primer enmascarado que encontré en el bosque y me llevó a mi habitación?

—Yo —reveló Ragen mirándonos desde la cabaña.

No me sorprende.

Pero no....

No puede ser él.

El sujeto que lo hizo tenía una cicatriz, Ragen no tiene ni una sola marca.

—¿Cuál fue la decisión? —Conrad se dirigió a él.

—Frank la llevará.

—¡No! —grité—. Quiero que seas tú.

—Si salgo de aquí todos notarán mi ausencia.

—Dijiste que nada es imposible para ti.

—Jaina, él es el favorito de los líderes, será difícil cubrirlo, si esto llega a los oídos del director, ordenará tu ejecución —explicó el rubio.

—Si abres la boca cortaré tus pechos y se lo daré a Orlan para que los cocine y luego los comas —amenazó Verla que volvió acompañada de Antonia quien traía dos cuerpos en cada hombro y otro era arrastrado por sus cadenas—. Además, el padre de mi bebé no debe dejarme.

Automáticamente mi vista descendió a su vientre.

Miente.

—No estás embarazada, es muy pronto.

—Cierra la boca Conrad.

Ragen cogió mi brazo y llevó al interior del lugar, sus ojos inexpresivos me miraron minuciosamente.

Se dedicó a analizar cada mínimo movimiento pero no habló, empecé a ponerme ansiosa.
Quiero protestar por la decisión de salir con Frank de aquí pero sé que no puedo, no soy experimentada como ellos.

—Sólo lo diré una vez; si intentas escapar él te volará el cerebro.

—Después de lo que hizo me obligas a estar con él.

—Jaina, no te hará nada a menos que tu así lo quieras, acuéstate con él, no me importa lo que hagas, sólo trae esos papeles.

—Verna tiene razón, es inútil que sientas celos.

—El peor error que puedes hacer es tratar de darle celos a un narcisista —sus dedos tomaron mi mandíbula para levantarla y hacer contacto visual—. El éxtasis es la mayor emoción que tenemos, claro que deriva de matar.

—¿Asesinas incluso a inocentes?

—Unos se merecen la muerte más que otros. Ahora, dormirás y despertarás fuera de las murallas.

Se dio la vuelta y volvió con una inyección, levanté la manga de la camisa para facilitar las cosas.

Apreté los ojos cuando la aguja traspasó mi piel y dejó el líquido en mi interior, por un pequeño instante hicimos contacto visual que me hizo arder en absoluto deseo.

Después de probarlo quiero hacerlo, Ragen es cómo una droga pero trato de decirle a mi mente que desear esas cosas están mal, incluso sabiendo que es un asesino tengo ese impulso.
Remojo mis labios en un intento de decirle lo que no sale de mi boca, esboza una sonrisa y se acerca lo suficiente para rozar mis labios.

—Cuando digas la verdad volveré a besarte, mientras, vivirás con ese insaciable deseo. Nos vemos, sabandija.

Con lentitud me incorporé sobre el asiento, el auto avanza a una velocidad regular, por el retrovisor esos ojos negros me miraron.

Estamos fuera.

—Al fin despiertas.

—No sé si eso es bueno o malo.

—Llegando al pueblo compraremos ropa —bajé mi vista a mis prendas blancas—. De no hacerlo, se darían cuenta de que escapaste.

—¿Por qué trataste de violarme?

—Yo no traté tal cosa.

—¡Lo hiciste!

—Escucha, por lo general las chicas suelen decir eso para hacerse las difíciles cuando en realidad están dispuestas.

—Te dije que pares.

—¡Lo interpreté mal!, supongo que ese es mi fetiche, me gusta dominar y que las mujeres sean las difíciles.

—Sólo buscas una excusa.

—Cree lo que quieras, no comprendo qué le ves a Ragen, es como yo.

—No, ustedes no son iguales.

—Ah sí, él controla sus emociones mejor.

No puedo explicarlo pero tiene algo que me atrae, quizá deseo pero con una mezcla de miedo, afecto, incertidumbre y...

Detuvo el auto, no me opuse y entramos a una tienda de segunda mano, sin cámaras.

Debo pasar como una turista pero no lo lograré si visto de negro.

Busqué entre los pasillos unos pantalones oscuros y una camisa lila con mangas largas. Frank pagó y gracias a una sonrisa fingida la señora nos rebajó el precio.

Por su parte él vestía unos jeans con una chaqueta negra, me sujeta del brazo como si fuese mi pareja, la gente nos observaba curiosos pero evitaban pasar por nuestro lado. Pidió dos desayunos completos para reponer energía, a este punto mi estómago se niega a comer.

—Come o se enfriará —su voz sonó como un susurro amenazante.

—No tengo hambre —dije la verdad.

—Es una orden, soy capaz de estampar tu cabeza contra esa maldita mesa pero sólo llamaría la atención.

—Hazlo y podré ser libre.

—Te aseguro que volverás al internado donde te harán una lobotomía.

—Si te denuncio irás a prisión por el resto de tu vida o prefieres vivir tus últimos días en una celda subterránea hasta volverte loco. No me conoces y mucho menos sabes de lo que soy o no capaz.

Apretó la oreja de la taza hasta romperla, el lugar quedó en silencio, las personas, incluso yo lo miramos con miedo.

—Lengua larga pero acciones cortas, eso te define por completo, deja de parlotear y traga como lo hace un perro obediente.

El viaje hasta el hogar de mi tía nos llevará dos días más, lo ideal para trazar un plan de escape.

El maldito recorrido es el mismo que hice con mi tía antes de ser internada, partimos lo antes posible llevando comida necesaria, ninguno de los dos habló en el resto del camino, el ambiente tenso me obliga a permanecer en alerta constante.

Fue un viaje muy largo.

Con lentitud el paisaje de vasto bosque cubierto de nieve se cambió por la ruidosa cuidad llena de población. De reojo miré a Frank que para nada se veía cansado, giró el volante para luego estacionar en un hostal de mala fama, sé que muchos vienen a drogarse y tener sexo, mis antiguas amistades hacían constantes comentarios del sitio.
Al ingresar el olor a cigarrillo inundó mis fosas nasales, con mis manos traté de dispersar el humo, un hombre pasado de edad al vernos comenzó a erguirse de su silla y colocó sobre el mostrador un libro azul donde miles de nombres estaban escritos.

—Coloquen sus nombres —habló con voz áspera mientras se fumaba, con su mano tanteó bajo el mostrador en busca de la llave—. Habitación veinticinco.

—Disculpe, quiero una habitación aparte.

—¿No son pareja?

—No —respondí sin titubeos.

—No tengo más habitaciones —Frank se encargó de poner mi nombre, no deseaba estar cerca de él—. Sobre la cómoda encontrarán preservativos.

—¿Qué insinúa señor?

—Agradezco su consideración —la única vez que habla ni siquiera es para contradecir—. Mueve los pies, July.

Extrañada lo miré tratando de comprender porqué me llamó así, quizá sea una de las chicas con las cuales duerme.

La habitación no estaba del todo mal, al menos tenemos techo para la tormenta de nieve que azotará la cuidad en los próximos días.

—Nunca debes registrarte con tu verdadero nombre.

—Anotado —dije al girar el pomo del baño.

—Dormiré en el sofá y tú en la cama.

Suspiré sacando el estrés y rabia de mi cuerpo.

—Quiero saber tú historia.

—No.

—Si lo haces puedo considerar perdonarte, Frank.

Claramente no lo haré pero necesito indagar en él para buscar alguna debilidad, pasar tiempo con Ragen me hizo adoptar algunos aspectos de él.

Lo dudó pero finalmente accedió.

—Desde que tengo memoria estoy en el internado, mi padre fue severo pero no me quejo, aprendí a ser fuerte y asumir el rol de líder, eso es todo.

—¿Sólo eso?

—Si —acomodó las maletas en una esquina y sacó su móvil.

—¿Eres feliz siendo usado?

—Primero define qué es felicidad.

—Disfrutas matar.

—Si, todos lo hacemos.

—Incluso a inocentes.

—Ragen ya debió decirte; nadie es inocente en este mundo.

—¿Por qué lo... odias? —pregunto con cautela.

—Se cree perfecto cuando no lo es, que sea el número siete no significa que sea sorprende.

—El número siete es la perfección.

Soltó una risa sarcástica.

—Otra que también lo dice. Samuel es un sacerdote fanático de la biblia, claro que apoya aquello que le conviene, cree en Dios al igual que en Lucifer y considera a Ragen ambos seres, capaz de crear vida al igual que de quitarla, que cada cosa está planeada y que incluso su dominio sobre las personas es un tipo de milagro. ¿¡Dónde carajo quedo yo!?

Ahí está.

Esa insuficiencia puede ser un punto a mi favor, necesito escoger mis palabras para manipular tal y cómo lo hace Ragen.

—Según la biblia en el primer día se hizo la luz que alumbró la oscuridad absoluta, estoy segura que te dieron ese número por alguna razón en particular que tú sabes.

—Porque soy la oscuridad misma que traga a la luz, la misma que da esperanza y significa vida.

—Tú número indica que eres una persona la cual sacrificó una parte de sí mismo en el pasado. Denota fuerza, determinación y persistencia, eres alguien que tiene siempre en mente un objetivo específico.

—Tus palabras sacadas de google no funcionan.

—¡No busqué nada!

Era verdad.

Shun me platicó sobre el significado de cada número y dijo que en algún momento me serviría dicho conocimiento.

—Vamos.

—¿A dónde?

—Al banco.

No dije más y lo seguí, sujetaba mi brazo con mucha fuerza impuesta pero para los demás parecía algo inofensivo ya que no me resisto.

Estar rodeada de tanta gente normal se siente extraño, estuve meses con lunáticos, ni yo misma me puedo considerar normal.

Mi objetivo es el mismo, conseguir mi libertad.

Los guardias nos lanzaron miradas hostiles pero no dijeron nada, esperamos a que sea atendido pero debido a la cantidad de personas eso sería algo imposible.

—¿Podrías amarme de la misma forma en que lo amas? —su pregunta me sacó de lugar.

—Lo que me hiciste no puede ser olvidado.

—Mi oscuridad no te atrae como lo hace la suya.

Tiene razón.

Ragen es un enigma en todos los sentidos y eso me lleva a una atracción incapaz de definir con una palabra, no hay nadie como él y eso me gusta.

Quizá es porque puede tener un autocontrol que pocos tiene.

—Somos distintos pero algo me tiene atada a él.

—Será tu perdición, será el culpable de tu muerte.

—Eso no lo sabemos, no puedes asegurar un futuro que aún es incierto.

—No para él. Para un tipo cómo Ragen no existe persona capaz de hacerlo sentir afecto, él no daría su vida por ti, ni por nadie, en su mundo sólo existe él.

—¿Y tú serias capaz de dar tu vida por mi?

Sus labios se movieron tratando de dar una respuesta que nunca salió. No habla más de lo requerido pero sé que es propenso a perder el control, sus cejas dejarán de estar fruncidas.

Bajo la silla mis pies se movieron hacia adelante y atrás en un intento de distraerme mientras analizaba el  lugar, los enorme ventanales de vidrio me dejan ver la intensa nieve y debido a eso ya no hay personas transitando. Alcé la vista al primer piso donde el suelo es de cristal.

—Frank...

—¡Al suelo, ahora! —gritaron unos sujetos con pasamontañas que soltaron tiros al aire, mataron a los guardias y destruyeron las cámaras.

El pelinegro me obligó a obedecer, mientras los cinco ladrones apuntaban a los cajeros Frank y yo nos arrastramos con rapidez detrás de un escritorio.

—El dinero mujer —lo siguiente que escuché fueron seis disparos mezclados con los gritos de los demás rehenes—. ¡¡Obedece!!

La masacre no se detuvo y siguieron disparando sin piedad alguna, dispuesta a salir debajo del escrito para intentar escapar Frank sostuvo mi cintura, lo miré con pánico pero él parecía imperturbable.

—¡¡Respondan mierda!! —susurró con el móvil en su oreja—. Carajo Conrad, qué diablos están haciendo.

—Ellos no van a ayudar.

—Seguro ya están al tanto.

—Debemos salir.

—Ellos tienen armas, nosotros no, somos civiles inofensivos.

Me niego a creer que no podemos hacer nada más que ocultarnos como ratas.

Ragen ya tendría incluso hasta un plan z para escapar y detenerlos, en todos ellos estaría involucrado el asesinato.

Conseguí liberarme de Frank y me asomé para ver qué hacer, sólo quedaban dos hombres que para alguien que tiene experiencia matando no son nada.

Le susurré mi plan a Frank, no se opuso en absoluto y salimos con las manos en alto.

—¡Al suelo! —exclamó uno de ellos.

—En mi novia y acaba de sufrir un aborto, necesita un médico —la falta de preocupación en su voz hizo dudar a los sujetos, fue entonces que comencé a gemir y hacer muecas de dolor.

Cada ladrón se puso frente a nosotros, Frank aprovechó y se abalanzó a uno mientras que yo saqué un desodorante y encendedor para hacer un lanzallamas improvisado que hizo retroceder al sujeto.

Me direccioné a la puerta, aquella que me separaba de mi libertad pero al intentar abrirla un corriente eléctrica me lanzó al suelo, los cómplices salieron al ver qué sucedió, Frank corrió al primero piso donde a pesar de estar armado ellos eran más.

Permanecí boca arriba hasta que sentir tener el control de mi cuerpo, con las pocas fuerza subí las escaleras, los ladrones me daban la espalda, mis ojos se posaron en el pelinegro y luego se escuchó un fuerte estruendo seguido de vidrios cayendo desde lo más alto. Los disparos no se hicieron esperar, unos sujetos vestidos de negro similares a los uniformes de las fuerzas especiales fueron los que entraron desde los ventanales, comenzaron los disparos mientras que soltaban sus cuerdas, con mis brazos cubrí mi cabeza y la cantidad de polvo no me permitió ver que sucedió a detalle.

Unos brazos me alzaron y sacaron del  lugar, entré a un vehículo oscuro y el sujeto condujo con mucha velocidad.

Mi cuerpo temblaba sin control pero al menos salí ilesa.

—No entiendo cómo es que terminas en medio de todo —se quitó el casco y sonreí al verlo—. ¿Feliz de verme?

—Un poco, Ragen.

—No tenemos tiempo, iremos donde tú tía.

—¿Qué pasará con los ladrones?

—Ellos se encargarán de castigarlos.

—Dijiste que no podías salir.

—Cuando es una emergencia no existen restricciones —miré por el retrovisor y molesto pisó el acelerador—. Mierda.

—¿Qué pasa?

Giré mi rostro, un auto nos sigue a toda velocidad.

—La mafia irlandesa sigue resentida, no superan que haya matado a su líder, Frank y yo lo hicimos por órdenes superiores y ahora quieren venganza, ¿no te parece patético?

—¡Acelera, están cerca!

—No te alteres.

—¿Cómo puedes pedirme eso? —los vidrios fueron rotos por las balas disparadas, me agaché para resguardar mi vida.

—¿Sabes usar un arma? —negué—. Es como usar una pistola de silicona, aprietas y disparas.

Me entregó un arma pequeña, seguía caliente.

—Yo no...

—Es tu vida o la de ellos.

—Fallaré.

—No lo sabrás hasta que lo intentes.

—Ragen no puedo.

—¡¡Hazlo Jaina!! —exclamó girando en una curva.

Saqué mi brazo por la ventana, apunté las ruedas pero sólo logré darle a una, el camino estaba resbaloso por la nieve y, las llantas empezaron a chirriar con ferocidad.

Con sus maniobras logramos perderlos.

—Dime los horarios de tu tía.

—Tendremos tres horas para buscar, no te preocupes.

—Jaina.

—¿Sí?

—¿Alguna vez tuviste que enterrar un cadáver?

—No.

—Hoy aprenderás.

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