Presa del placer.

By Syldae

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"La personalidad de un Alpha varía según su animal interior. Los caninos tienden a ser sociables y leales, a... More

Aviso importante.
I
II
III
IV
VI
VII

V

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By Syldae

Capítulo largo.
Sangre y palabras explícitas.


Autora POV.

Wei Wuxian podía sentir como las zonas que habían sido tocadas por el Cambiante ardían y cosquilleaban descontroladamente.

El contacto con su mano había sido frío y violento, una fuerza posesiva y a la vez protectora que había sacudido el interior del humano en un abrir y cerrar de ojos.

Su muñeca ardía ante la presión que había sido ejercida en ella apenas hacía unos minutos y su mejilla...
¿Por qué sentía cientos de hormigas corretear sobre ella?

Llegaba a ser tan molesto que quería frotarse esa zona hasta que aquella sensación fuera remplazada por el dolor de la continua fricción; prefería eso o que le hubiese golpeado, pues era el único sentimiento que conocía desde hacía años.

Sin embargo, lo único que pudo hacer fue mantener su mirada contra la del hombre que estaba sentado frente a él.

Wei Wuxian no supo en qué momento habían llegado a aquél despacho ni cuantos segundos había permanecido en silencio.

Solo sabía que el otro hombre le estaba hablando, pero el menor tenía tantos pensamientos en la cabeza que solo escuchaba murmullos y los latidos de su corazón.

Con la intención de calmar su mente hizo un breve recorrido por la sala, descubriendo que esta era más grande que todos los lugares en los que había pasado las noches durante los últimos años.

No solo era la amplitud del lugar lo que le provocaba inquietud al menor, también era el color blanco con tonalidades azuladas dando un aspecto tan puro y limpio que, de manera inconsciente, Wei WuXian se miró así mismo frunciendo levemente las cejas.

La decoración del despacho era breve, pero el humano sabía que cada cuadro y escultura no eran para nada sencillas ni baratas; habían dos estanterías llenas de libros y una mesa con un juego de té tradicional conjuntado con el sofá que seguramente costaba más que su deuda...

Un inapropiado pensamiento de robarlo apareció por su cabeza, y ante tal imagen se mordió sus labios conteniendo su risa.

—¿Y bien?

La voz determinada del Alpha sobresaltó al humano, provocando que lo mirase de nuevo.

—¿Qué?

Lan WangJi se apoyó sobre el respaldo de la silla y cruzó sus piernas al igual que sus manos, adoptando una pose relajada pero autoritaria.

Sabía que el menor estaba lo suficientemente asustado como para haber escuchado toda la propuesta que le había hecho, pero más allá de irritarse por tener que volver a explicarlo, su pantera casi ronroneó de placer al saber que había ganado más tiempo con su presencia.

Desde que el primer segundo que había recibido la llamada de la secretaria hasta que había vuelto a sentir su dulce aroma; su suave y cálida piel... Escuchar sus latidos irregulares junto con los pequeños jadeos de sorpresa; ver como las facciones de su delgado rostro se contraían por cada mínima reacción...

Tanto su pantera como él habían puesto toda su atención dedicada al humano, disfrutando cada segundo de reloj.

Tenerlo justo delante suya provocaba que su parte animal rasguñara las paredes invisibles de su cordura, siendo ahora controlada por la parte humana.

No era una batalla fácil, pues ningún cambiante había logrado dominar su parte animal cuando esta se obsesionaba con algo, pero Lan WangJi tenía que ir lento con aquél humano.

No tenía otra elección.

Quizás, si la hermosa criatura que se mordía los labios delante de él nerviosa hubiera sido un cambiante, quizás habría sido más sencillo para él y su pantera que se retorcía en su interior.

Pero ese no era el caso y cada paso que avanzaba el Alpha, ya había sido calculado en su mente para obtener el resultado que quería.

—Decía que... —Lan WangJi se levantó de la silla y rodeó lentamente la mesa.— Solo tienes dos opciones, pequeño. Podemos ir a la policía y explicar cómo te "encontraste" mi cartera o puedes hacer un trato conmigo.

Al terminar la frase, su cuerpo quedó frente al de Wei WuXian apoyado contra el borde de la mesa, cruzó sus brazos y esperó la respuesta sin apartar ni un segundo su mirada de los ojos del humano.

Sin embargo, ninguna palabra salió de la boca del menor.

—De alguna forma tienes que pagar tu deuda. —presionó un poco.

Y funcionó, pues al escuchar la palabra "deuda", Wei WuXian lo miró desafiante.

"Ahí está..." —gruñó su pantera.

—No. —contestó inmediatamente el menor.— No he cogido nada, lo prometo.

Wei WuXian empezó a sudar.

—No debí de robarla, lo siento. Estuvo mal, lo sé, pero la he devuelto. —miró ansioso la cartera que estaba encima de la mesa.— Puedes mirar dentro de ella, de verdad que no he tocado nada. Miré por encima las tarjetas y... ¡Y quizás he cogido 15 yuanes, pero yo no...!

Comenzó a hiperventilar ante la ansiedad de acumular otra deuda. Sus manos se movían casi temblorosas y sus ojos iban de un lado a otro.
No podía, simplemente no podía permitirlo.

—Lo siento, de verdad... —su cabeza daba mil vueltas ante los pensamientos.— No tengo 15 yuanes ahora pero, pero puedo conseguirlos en... Dame tres días... ¡No! Solo uno, de verdad... Yo...

Un ronco y profundo gruñido salió del interior del Cambiante, provocando que el humano jadease por última vez y se quedó totalmente quieto.

Para otra persona, aquél sonido gutural habría sido una clara amenaza e incluso una advertencia letal, pero para Wei WuXian fue algo a lo que se aferró sin pensarlo dos veces, logrando salir de aquél ataque de ansiedad.

No fue el sonido lo que comenzó a calmar el cuerpo del menor, el gruñido simplemente fue el bote salvavidas que necesitó para dejar de hundirse en la desesperación; sin embargo, fueron los ojos del felino los que ardieron en su interior apaciguando lentamente el miedo del humano.

"Felinos" remarcó Wei WuXian, esta era la segunda vez que los presenciaba de cerca y era gracioso pensar en cómo palabras tan completamente opuestas habían ocupado su cabeza en ambas situaciones.

"Peligro" y "seguridad".
"Letal" y "hermoso".
"Frío" y "cálido".

Aquél dorado en sus pupilas era la puesta de sol más bonita que había visto nunca, solo que en vez de ver como se apagaba lentamente en el cielo, esta mantenía la intensidad en sus ojos.

Ojos que solo lo miraban a él, un simple humano.

"Simple", su mente se rió de él, haciendo que volviera a la realidad.

—No tengo nada que ofrecerte. —dijo serio.— Y para ser sinceros, tú lo tienes todo.

Había pasado de ser un pobre gato asustadizo a uno que comenzaba a sacar las garras.

Un cambio que, aunque a la pantera le gustara la rivalidad, había sido algo psicológico y la parte animal lo había sentido en los matices agrios de su aroma.

—¿Por qué no puedes aceptar mis disculpas y dejarme en paz? ¡Sí, te robé! Pero ahí tienes tu maldita cartera intacta. —la señaló enfadado.— ¿Por qué...? ¿Por qué tiene que ser tan...?

Wei WuXian maldijo en silencio, su ira no era solo por la insistencia del hombre que lo miraba con "frialdad"; su estabilidad mental había tambaleado por unos instantes ante tantos sentimientos opuestos y era algo que no sabía controlar.

Además de la soledad, decepción y el dolor; hacía años que el humano no había sentido otras emociones y su mente no estaba preparada para todo lo que había ocurrido en apenas dos días.

Su mente era una montaña rusa de emociones; vulnerabilidad, ansia, ira, desesperación...

En cambio, Lan WangJi tenía sus sentimientos muy claros.

—Trabaja para mí.

—¿Perdón?

El Cambiante se acomodó en su posición y Wei WuXian no pudo evitar pensar en la elegancia con la que el cuerpo del hombre se movía hasta en los más mínimos detalles.

—Trabaja para mí durante tres meses. —esperó a ver la reacción del menor.

Incluso un mes sería más que suficiente para hacer que cayera en las garras de su pantera.
"Lo será". Afirmó esta con un leve gruñido.

—Si aceptas, te daré el dinero de la cartera como pago. —Lan WangJi cogió la cartera con una mano.— No sé cuánto dinero hay y si te lo doy, no podré decir si me has robado o no.

A Wei WuXian se le cortó la respiración.
Si había algo que daba más miedo que las deudas, sin duda alguna eran los ricos como él.

El humano apretó sus puños con fuerza.

—¿Y ya está? —su garganta estaba a punto de estallar.— ¿Tienes tanto dinero que simplemente lo vas a tirar? ¡No tienes ni idea de lo que cuesta...!

—No lo voy a tirar, te lo doy a ti.

Wei WuXian intentó no golpear el rostro perfecto del Cambiante.
No lo entendía, simplemente no podía.

Iba a darle todo el dinero que él jamás sería capaz de reunir en menos de cuatro años, una cantidad de dinero que no llegaba a ser ni la cuarta parte de la deuda que lo consumía en vida.

¿Toda esa cantidad en solo tres meses, como si no fuera nada? ¿Acaso se estaba riendo de él?

No podía creérselo, qué tan injusta podía ser la vida con unos y qué generosa lo era con otros...

—¡Piérdete! —gritó a la vez que abandonaba el despacho casi corriendo.

La pantera se movió con brusquedad en el interior del Cambiante, mostrándose violenta porque no había detenido al humano.

—Basta. —gruñó con la misma agresividad a la nada.

༄ ༄ ༄

Wei WuXian caminaba a trompicones por los callejones de la ciudad maldiciendo, murmullando y pateando las piedras que se encontraban por su camino, sin apartar la mirada del suelo.

"No sé cuánto dinero hay".

¿Qué tan rico tenías que ser para pronunciar esas palabras con tanta indiferencia?

El corazón del boxeador dolió de impotencia.

El dinero era lo único que movía a la gente en este asqueroso sistema capitalista y ese maldito y atractivo Cambiante... ¿Se lo iba a dar sin más?

Ni si quiera los médicos habían querido tratar a su madre por la mitad de la cantidad que tenía la cartera que había robado, y para ese hombre no significaba nada...

Volvió a maldecir entre susurros.

Al pensar en su madre, Wei WuXian sintió como su garganta se desgarraba y se le formaba un nudo en el estómago.

—¡Maldita sea! —golpeó con su puño la pared más cercana a él.

Ignorando el dolor, apoyó parte de su cuerpo sobre esta y cerró los ojos en un intento por calmar su respiración.

Y otra vez estaba solo. Él, el frío y el dolor.

Sin saber cuanto tiempo había permanecido con los ojos cerrados, cuando logró enfocar su vista ya era de noche y sin haber sentido nada, todo su cuerpo estaba empapado de la lluvia que caía con determinación.

Las gotas heladas se deslizaban de su cabello hasta su rostro y de este, se colaban por el interior de la ropa.

Wei WuXian estaba agotado tanto física como mentalmente, pues desde que había salido del edificio Gusu Lan su cerebro no había parado de producir preguntas sin respuesta y a veces, si la tenía, el menor se negaba a responderlas.

Entonces, sus piernas comenzaron a caminar por si solas hacia el único sitio al que iba a esas horas de la noche.

Al llegar al apartamento, ni si quiera se dio cuenta de que había ignorado al casero hasta que al intentar abrir la puerta de lo que era "su" habitación, estaba bloqueada.

—O me pagas o ya te estás buscando un rincón en la calle, niño. —el tono del hombre era una mezcla de asco y enfado.

—Solo una noche... —susurró en un hilo de voz, sin levantar la mirada.

—El dinero, ya. —alzó la voz molesto.

Wei WuXian no respondió.

—Largo. —apretó sus puños.— ¡¿Estás sordo?! ¡Fuera de mi puto apartamento!

El menor no se movió y entonces, el casero explotó.

Insultando a gritos caminó con brusquedad hacia Wei WuXian, lo agarró de la sudadera y lo empujó con tanta fuerza que lo tiró al suelo.

Esperando cualquier reacción, el hombre se enfadó aún más al ver como su "autoridad" no había afectado en absoluto al menor.

—Oye, viejo. —se oyeron risas de fondo.— La partida no se va a terminar sola.

—Ya voy, ya voy. —respondió mirando a su amigo.— Un segundo que saco la basura.

El segundo hombre miró a Wei WuXian que seguía agazapado en el suelo y se rió al escuchar el termino "basura", después volvió a entrar a la sala donde estaban sus compañeros bebiendo.

—Por dónde iba desgraciado... Ah, sí. —se acercó hacia el menor.— Como no te levantes o te arrastres fuera de mi local en menos de un minuto, no volverás a ver la luz del sol.

A la vez que hablaba, tiró del cabello del boxeador para verle la cara, la cual seguía tan inexpresiva como siempre.

—No me extraña que tus padres te abandonaran. —lo soltó con brusquedad.— Si yo hubiera sido tu madre te habría tirado al primer contenedor que hubiera visto.

—Cállate.

"Mierda".

—¿Oh? —el casero se inclinó hacia él.— Así que al niño no le gusta que hablen de su mamá.

Su tono burloso provocó que la sangre ardiera bajo la piel del menor.

—¿Qué pasa, te mordió la lengua el gato? —pensó en otra provocación mientras se encendía un cigarro.

Al oler el humo, Wei WuXian sintió una arcada.

—¿Cómo se llama tu madre, niño? Seguro que tiene que ser una prostituta de cojones. —se rió a la vez que cogía una calada.— ¿Por qué no me pasas su número? Te podría hacer todos los hermanos que quisieras.

El cuerpo del boxeador comenzó a temblar.

—Ay, no me digas que te vas a poner a llorar. —lo pateó con la pierna.— Seguro que tu madre está viviendo la vida a lo grande sin preocuparse de la escoria como tú.

Pateó más fuerte.

—Aunque si es como tú, no me extrañaría encontrarla en la calle colocada hasta arriba. —su risa hizo eco en el pasillo.— Quizás hasta sale en las noticias. "Prostituta muerta por sobredosis..." ¡Ahg!

Fue suficiente, todo lo que Wei WuXian había estado acumulando durante años explotó.

No dejó que terminara de pronunciar aquél "noticiero" tan desagradable y no iba a permitir que ni una sola palabra más saliera de su boca.

Esperó a que volviera a patearle el cuerpo para agarrar con fuerza la pierna y empujarla hacia el lado contrario, lo que provocó que el propietario perdiera el equilibrio y se cayera de espaldas, golpeándose la cabeza contra el suelo.

Rápidamente, el menor se colocó encima del pecho e inmovilizó con sus piernas los brazos del casero y sin pensarlo, comenzó a golpear su rostro con los puños cerrados.

El suelo comenzó a mancharse con las salpicaduras de sangre; sangre del rostro del hombre y de los nudillos del boxeador.

"No pelees más, Wei Ying".

El sonido de un hueso roto se mezcló con los gritos.

"Nada me duele más que verte así...".

—¡Ayuda! —agonizó el casero.

"Mi pequeño..."

—¡Ngh!

Wei WuXian soltó un quejido cuando sintió que lo agarraban con fuerza de los brazos y lo golpeaban hasta obligarle a ponerse de rodillas.

Los otros tres hombres que estaban esperando a su amigo para continuar la partida de póker, no dudaron en abalanzarse contra el menor cuando escucharon los gritos de fondo.

—¡Me ha roto la nariz! ¡Hijo de puta!

El casero se arrastró hacia atrás a la vez que se llevaba las manos a su rostro, tratando de detener la hemorragia nasal.

—¡Ahg! —jadeó el menor cuando le golpearon tres o cuatro veces en el estómago.

Eran cuatro contra uno. Dos le agarraban de los brazos, otro le tiraba del pelo y lo pateaba dándole tiempo al casero para que se pusiera de pié.

—¡Levántalo! ¡Voy a matarlo! —gritaba el hombre.

Limpiándose la sangre en la camisa, el propietario se arremango las mangas y caminó hacia Wei WuXian.

—¿Qué, tan fuerte y necesitas a tres personas para detenerme? —le escupió cuando sus rostros estaban a escasos centímetros.

—Serás hijo de puta... —se limpió la cara.— Te avisé, niñato. Hoy va a ser tu último día.

Una vez terminó la frase, lo único que se escuchó en el apartamento fueron los puñetazos, golpes y quejidos que empezaron a propinarle al boxeador.

La sangre ya formaba parte del suelo y de las camisas de todos los presentes, y aunque el mayor porcentaje de sangre era de Wei WuXian, los únicos quejidos que se oían eran del casero por cada golpe que lanzaba.

Tenía que golpear mucho más fuerte si de verdad quería escuchar al boxeador gritar y a Wei WuXian se le daba muy bien provocar.

—¿Quieres que te ayude? —dijo entre jadeos.— Con tu edad no serías capaz ni de matar a una rata.

El rostro del hombre cambió de color.

—¡¿Mi edad?! —usó tanta fuerza en el siguiente golpe que se tambaleó un poco.

—Hasta tu suegra golpea mejor. —le sonrió.

"Bingo". El menor había escuchado tantas discusiones de la pareja que sabía cual era el talón de Aquiles del casero y junto con otro insulto, este volvió a coger impulso para golpearlo.

Sin embargo, cuando estuvo a escasos centímetros de su rostro, Wei WuXian golpeó la pierna del hombre con su pie y al no poder controlar su fuerza, el propietario terminó golpeando a uno de los que le sujetaban el brazo.

Sin perder el tiempo, antes de que ambos hombres cayeran al suelo, el boxeador golpeó con su rodilla el estómago del otro señor que lo agarraba. Para que el impacto doliera más y conseguir algo de ventaja, Wei WuXian enganchó su brazo en el cuello del hombre, obligándole a agacharse a la vez que subía su rodilla para golpearle.

No estaba orgulloso, pero lo único que sabía hacer era pelear y si tenía que hacerlo, iba con todo.

Contra una o dos personas no habría tenido ningún problema, pero cuatro hombres era demasiado.

Quizás en mejores condiciones tanto físicas como mentales, los habría pateado sin esfuerzo, pero no era el caso y cuando logró a zafarse de ellos tan solo tuvo tiempo de coger una bocanada de aire antes de que estos volvieran a lanzarse contra él.

Un minuto.

Tres minutos.

Cinco... Seis... Ocho...


El sonido del teléfono sonando, las voces de fondo y la luz blanca que iluminaba hasta el más mínimo rincón, comenzaron a traer de vuelta al boxeador.

Estaba tumbado y no le hacía falta abrir los ojos para saber en qué lugar estaba.

"Genial, otra vez en comisaría."

De todos modos, cuando escuchó que golpeaban los barrotes hizo el esfuerzo de abrir el único ojo que le respondía, pues sentía todo su rostro hinchado después de la pelea que quién sabe hace cuanto había parado.

—Vamos, gánster. —la voz fue áspera.— Han pagado tu fianza, no puedo creer que haya venido en persona...

El policía continuó hablando consigo mismo mientras se alejaba de la celda preventiva.

"Han pagado tu fianza".

—¿Qué? ¡Ay! —se quejó al incorporarse de golpe.

Todo su cuerpo pesaba el doble y cada movimiento que intentaba hacer requería de un esfuerzo que el menor ya no tenía.
Sentía como su cabeza daba vueltas y su vista se nublaba de vez en cuando, no llegando nunca a enfocarse por más de cinco segundos.

Se arrimó al borde de la cama y por inercia, quiso llevarse la mano a su frente al sentir un fuerte bombeo de sangre doloroso, pero su mano se detuvo a mitad camino.
No había rastro del color de la piel normal, todo era rojo y morado.

Intentó cerrar el puño de la mano izquierda, le costó; después trató de cerrar la derecha, no se movió.

La misma mano que había usado para ganar el combate ilegal; la misma que evitó el accidente de coche...
Ya dedujo que algo iba mal, pero la adrenalina de la última pelea hizo que lo olvidase todo y los peores momentos venían ahora. Su cuerpo estaba frío, adolorido, rígido...

Podía sentir como la sangre se había secado en su piel y la ropa, notaba las heridas abiertas y las zonas hinchadas...

—Venga, venga. —volvió el policía.— No se cuál es tu relación con él, pero yo de ti no le haría esperar más.

"¿Él?".

Tratando de ignorar el dolor, Wei WuXian se levantó y siguió al policía tambaleándose.

Por un segundo, pudo verse en el reflejo de la ventana de la comisaría y tan rápido se vio, apartó su mirada.
Lo único que hizo fue taparse con las manos la parte de la sudadera que había sido partida en la pelea, pero nada más.

Continuó caminando despacio, al lado del policía que nunca había visto y entonces, los vio.

Ahí estaban esposados los cuatro hombres del apartamento, gritándose unos a otros mientras otro policía intentaba tomar sus declaraciones.

—Espera aquí. —le indicó el agente que fue a por los papeles de otra mesa.

Wei WuXian se quedó quieto.

No porque no era la oportunidad perfecta para correr hacia la salida de la comisaría y desaparecer entre los callejones o porque de repente se había convertido en alguien obediente.

Se quedó quieto porque no pudo apartar la mirada de los hombres.

No era que se hubiese quedado con ganas de más puñetazos, pero habían heridas en sus cuerpos que no recordaba haberles hecho.

Es más, estaba seguro de que era imposible de que en su estado actual, hubiera sido capaz de romperles el brazo a dos de ellos o de hacerles unos moretones tan grandes y fuertes que ocupaban la mitad de sus rostros.

—Firma estos dos papeles y puedes irte.

Wei WuXian permaneció inmóvil.

—¿Qué...?

El policía miró la dirección a la que el menor estaba mirando y entendió su pregunta.

—¿No te acuerdas? —se apoyó en la mesa.— Tienes suerte de que tu casera nos llamara, llegamos a tardar uno minutos más y habríamos encontrado cadáveres.

—Pero...

—Firma, firma. —insistió el policía.— Cuando antes lo hagas, él también se irá. No soporto su presencia y nunca lo había visto tan enfadado.

Wei WuXian no entendía de qué hablaba y aunque hubiera puesto toda su atención en las palabras, escuchaba más un agudo pitido que su propia respiración.
Eso y que no podía quitarse de la cabeza el brazo doblado del casero.

—Listo, venga. —cogió el papel firmado.— Fuera y que no te vuelva a ver.

Casi a empujones, el agente echó de la comisaría al menor, quien siguió mirando por encima del hombro a los hombres que ahora casi se estaban golpeando entre ellos y no fue hasta que escuchó el sonido de un mechero que lo vio.

Justo frente a él, apoyado contra un coche negro, estaba Lan WangJi.

Lo primero que se le pasó por la cabeza era que todo él, su postura, sus movimientos, sus ojos...
Era más animal que humano.

Entonces, el Cambiante tomó una profunda calada del cigarro y miró por primera vez al humano.

Sintió como a toda su pantera se le erizaba el pelo de la ira y sin querer ocultarlo, su rostro se volvió más frío y depredador.

—¿Por qué...? —susurró Wei WuXian.

Aunque débil, Lan WangJi lo escuchó a la perfección pero sabía que si respondía ahora mismo, su voz no sería humana.

Dio otra calada.

Ambos permanecieron mirándose en la lejanía, tan solo distanciados por las escaleras entre la comisaría y la carretera.

—Tu propuesta... —el menor apretó con fuerza la sudadera, no sabiendo muy bien lo que estaba a punto de decir.

—¿Sigues...? —no encontraba las palabras.

Para él, esa pregunta era una clara derrota contra su orgullo.

¿Qué mas podía perder después de esa noche?

—Trabajar para ti... —desvió su mirada hacia el suelo.

La última calada.

Los segundos se volvieron eternos bajo el frío de la noche.

Lan WanJi exhaló por última vez el humo del cigarro.
Lo tiró al suelo y lo apagó con sus zapatos.

Entonces, Wei WuXian vio como el Cambiante extendía su mano enguantada hacia él.

No había articulado ninguna palabra, pero ese gesto lo dijo todo.

Ahora solo tenía que responder.

Bajar las escaleras fue un infierno para él, pero todo el dolor desapareció cuando volvió a encontrarse a tan solo unos centímetros del Cambiante y de nuevo, ese aura territorial y autoritaria que desprendía lo abrazó como un cálido abrigo.

Wei WuXian podía sentir como su garganta se secaba ante la presencia del depredador, sobretodo cuando sus ojos dorados brillaban por sí solos en la oscuridad de la calle.

¿Podía irse una vez había llegado a ese punto?

¿Le dejaría?

Y si la respuesta era sí... ¿A dónde iba a ir?

No quería volver a dormir en las calles, porque si lo hacía, Wei WuXian sabía que no duraría ni medio año.

Sin embargo, antes de que su mente volviera a jugar con él, su mano se movió por si sola y aceptó la del Cambiante.

Lan WangJi tiró suavemente de ella, juntando levemente sus cuerpos.

Ahora que había tomado su mano, no la iba a dejar marchar.

Y por otro lado, Wei WuXian pensó en lo extraño que era que a pesar de siempre haber sentido nauseas con el olor del tabaco, le resultaba agradable el leve aroma de este que se había quedado impregnado en la ropa del Cambiante.


~~~~~~~~~~~~~~~

Cuánto echaba de menos escribir de nuevo T-T

¿Cómo a estado? ¿Estoy llevando bien la trama de cambiantes?

Tengo muchas ganas de escribir el siguiente desde la perspectiva de los pensamientos de Lan Zhan uwu

¡¡¡Ayyyy que ya empieza la acción!!!
Espero que os haya gustado, me alegra volver estar por aquí^^

¡Feliz año nuevo!

~¡Nos leemos!~

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