Un Villano Amor | Tsukkiyama...

By Lili_Elio

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Una trágica novela verídica no tiene su final tras la muerte del escribano. Yamaguchi transmigra al cuerpo de... More

Pᴀʀᴛᴇ I
1˦ Dᴇsᴘᴇʀᴛᴀɴᴅᴏ ᴇɴ ᴇʟ Cᴜᴇʀᴘᴏ ᴅᴇ ᴜɴ Vɪʟʟᴀɴᴏ Sᴇᴄᴜɴᴅᴀʀɪᴏ
2˦ Eʟ Vɪʟʟᴀɴᴏ ɴᴏ Fᴜɴᴄɪᴏɴᴀ ᴘᴀʀᴀ sᴇʀ Bᴜᴇɴᴏ
3˦ Lᴜᴄɪᴇ́ʀɴᴀɢᴀs ʏ Cᴀᴍᴇʟɪᴀs ᴘᴀʀᴀ Aᴄᴇʀᴄᴀʀɴᴏs
4˦ Mᴀʟᴀ Sᴜᴇʀᴛᴇ ʏ ᴇʟ Rᴇʏ ᴅᴇ ʟᴀs Dᴇsɢʀᴀᴄɪᴀs
5˦ Pᴀɢᴀ ᴇʟ Jᴜsᴛᴏ ᴘᴏʀ ᴇʟ Vᴀ́ɴᴅᴀʟᴏ I
6˦ Pᴀɢᴀ ᴇʟ Jᴜsᴛᴏ ᴘᴏʀ ᴇʟ Vᴀ́ɴᴅᴀʟᴏ II
7˦ Cɪᴄᴀᴛʀɪᴄᴇs ᴅᴇ Hᴏɴᴏʀ
8˦ Uɴ Iɴᴠɪᴛᴀᴅᴏ Dᴇsᴇᴀᴅᴏ ʏ ɴᴏ Dᴇsᴇᴀᴅᴏ
9˦ Eʟ Aᴅᴏʟᴇsᴄᴇɴᴛᴇ ᴇs ᴜɴ Rᴇʙᴇʟᴅᴇ, Cᴇʟᴏsᴏ ʏ Rᴇᴄᴇʟᴏsᴏ
11˦ Lᴀ Vɪʟʟᴀ Iᴍᴘᴇʀɪᴀʟ II
Esᴘᴇᴄɪᴀʟ ɪ: Gʀᴀᴄɪᴀs Pᴏʀ Exɪsᴛɪʀ
12˦ Exᴀᴍᴇɴ ᴅᴇ Iɴɢʀᴇsᴏ Esᴄʀɪʙᴀɴᴏ
13˦ Eʟ Dᴇsᴛɪɴᴏ Iʀʀᴇᴍᴇᴅɪᴀʙʟᴇ I
14˦ Eʟ Dᴇsᴛɪɴᴏ Iʀʀᴇᴍᴇᴅɪᴀʙʟᴇ II
Pᴀʀᴛᴇ II
1˦ Pʀɪᴍᴇʀ Aᴍᴀɴᴛᴇ ᴅᴇʟ Hᴀʀᴇᴍ: Eʟ Gᴜᴇʀʀᴇʀᴏ
2˦ Esᴄᴜᴅʀɪɴ̃ᴀɴᴅᴏ ᴇʟ Pᴀsᴀᴅᴏ
Pᴇʀғɪʟ ᴅᴇ Pᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇs
3˦ Cʜɪsᴍᴇs ᴅᴇ ʟᴀ Rᴇᴀʟᴇᴢᴀ

10˦ Lᴀ Vɪʟʟᴀ Iᴍᴘᴇʀɪᴀʟ I

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By Lili_Elio

「╥─ ᭄✾ྀ─╥」

Tsukishima tiró como pudo a Yamaguchi para evitar más escándalos frente a los miembros del clan. Reconocía los riesgos y el peligro de actuar con imprudencia a ellos y no quería agravar más el asunto.

Yamaguchi quedó firme de su agarre; ese niño no se volvería a escabullir y actuar a sus espaldas.

—Yamaguchi-san. Puedo explicarlo.

—¡No! No a cualquier excusa que darás. Me has mentido. ¡Y me has ofendido! No hay nada que justifique que hayas traicionado mi palabra de esta manera.

Tsukishima se resguardo las palabras, sin hallar alguna que apague o calme a su mayor.

—Fue muy peligroso... aparecerte ahí.

—¿Y eso te preocupa ahora? No debiste nunca entrar ahí en primer lugar. No entiendo porqué lo hiciste. ¿Qué hice mal contigo?

Yamaguchi suspira rendido, optando por regresar a la casa y no pelear más afuera.

Mientras el escribano se marchaba, Tsukishima titubeo si seguirle, sintiéndose inmerecedor de regresar al hogar; aun así Yamaguchi le llamó.

—Vamos. Seguiremos teniendo esta conversación luego de tratarte. —el asunto de las heridas no había que pasarlas oír alto.

De regreso al hogar, Hinata les esperaba. Su sonrisa se desmoronó junto con las malas caras con las que regresaban los dos chicos.

Supo que las cosas no salieron como esperaban y no se inmutó por soltar una palabra y aguantarse las ansias de saber qué pasó.

Yamaguchi fue directo a su habitación, sacando el ungüento que se había llevado y algunos vendajes para reforzar el cuidado. Tsukishima le siguió el paso y entró sin titubeo.

—Cierra la puerta. —le ordenó en seco al menor y obedeció.

El escribano procuró sus heridas meticulosamente, siendo muy agudo en la vista.

—¿Me ocultas más? A ver, afloja tu túnica.

Tsukishima era un mar de nervios que le obedecía y exhibió las marcas bajo su ropa. El silencio tenso fue agotador y solo esperaba a que terminara y desaparecer.

—Aun así... sigo esperando una explicacion. ¿Cómo terminaste haciendo esto? ¿Desde cuando?

—Nunca trabajé en el muelle. Sabía que iba a oponerse a si que, ¿para que contarte?

—¡Ja! —aquella actitud estaba colmando su paciencia. —En serio no puedo entenderte. Tsukki, ¿qué es lo que quieres? No quise ser alguien que te retuviera hacer lo que querías pero... Entiendes que hay un peligro. ¿Entonces?

Tsukishima respondió con más calma, buscando ser honesto.

—Yo... No lo sé. Pero igual te vas a ir y yo me quedo aquí. Nunca planeaste llevarme a la Villa, ¿verdad? Cuando no pude escribir, tú...

No terminó de hablar, pero fue suficiente para Yamaguchi entender ese abandono o rechazo de su parte.

«Esta bien... fue todo un malentendido. No parece odiarme, ni atenta nada contra mí pero...no me confiesa la razón de su rebelión. Y llevarlo a la Villa Imperial conmigo... no lo hubiera pensado como posibilidad. ¿Sería demasiado apego?»

Tsukishima le observó, dependiendo de una respuesta del mayor y este andaba hundido en mis pensamientos y la mirada distraída. Cuando Yamaguchi se topó con los ojos dorados, dio un leve respingo y sentó cabeza; agradeciendo que no fuera el tipo de mirada que lee sus pensamientos.

—Pues, con esto, sin duda tienes que ir a la Villa Imperial. Listo, ya puedes vestirte.

Se levantó a prisa para abandonar la habitación, dejando el asunto mas aclarado y los planes más difusos.

Tan pronto salió, Hinata fue a verle ahogado en ansias.

—Yamaguchi-san. —en tono bajo.— ¿Todo esta bien?

Yamaguchi no iba hablar en medio del pasillo, asi que lo tomó del antebrazo para explicarle mejor las cosas mientras retomaba el estudio.

—Necesito estar cómodo. Tengo mucho que pensar.

—¿Sobre... Tsukishima? ¿O los registros de la Villa?

—Olvidé por completo ir por esos libros esta tarde. —confesó con los párpados muy abiertos. —No puedo ir por ellos hoy. Hinata, Tsukishima se metió en algunos problemas y no me gustaría dejarlo aquí. Pienso en llevarlo conmigo a la Villa. De hecho... tal vez podríamos irnos tan pronto al amanecer, y podemos hallar los registros allá.

—¿Irnos mañana? ¡Oh! Yo estaré preparado.—dijo en mejor humor. —No tengo mucho que llevar. Pero, ¿y ustedes? ¿Qué hay de esta casa?

—Mm... llevaremos lo valioso o necesario. No podemos hacer mucho.

—Yamaguchi-san... ¿por que decidió esto tan pronto? ¿Tan grave es el problema? ¿Hay peligro?

Supo que debía disimular más su ansiedad frente a Hinata. No era su asunto a si que no merecía que lo arrastrara a ese problema y afectarle. Entonces, cambió de cara y se mostró más animado para enmascarar el asunto.

—¿Peligro? Exageras mucho. No, pero Tsukishima no se ha estado comportando bien y es un problema dejarle solo de golpe, asi que quiero vigilarlo más de cerca.

—Ahh, claro. —sonrió el pelirrojo más calmado. —Así se preocupara menos.

«No pero... quisiera que fuese así.»

Hinata y Tsukishima se acostaron temprano para despertar bien a la mañana, Yamaguchi se desveló en la misma habitación para organizar sus ideas y reflexionar lo sucedido. Para ello, mantenía una especie de diario para tener en claro los cambios, los sucesos y lo que sentía.

«No pienso que he sido un mal amigo o cuidador como para que me odie o conspire contra mí. Hasta ahora, no... Me he esforzado por proteger de todo camino o acto que sé que le incentivaría llevarlo a mal.»

Recostó su mejilla sobre sus nudillos, desviando la mirada hacia el menor profundamente dormido. Era menos fácil de creer que, luego de sacarle sonrisas, darle tantos cuidados y consentimientos, se convertiría en alguien tan despiadado en el futuro.

«A si que... Si lo tengo de cerca, no podría odiarme. Yo tampoco podría hacerlo... Aunque se hiciera adulto y nos separemos.»

En aquella mala postura sentada, cabeceó mientras escribía hasta dormirse.

La misma mala postura le provocó un dolor que lo despertó tiempo después. Su vista estaba nublada al despertar y quedó desorientado de lo que sucedía.

No era el único despierto a si que pestañeó deprisa para enfocar a la persona en frente.

La silueta era Tsukishima, pero era más mayor de lo que recordaba. Caminaba hacia él con lenta y degustada amargura en aquella habitación saqueada y rota apropósito. Su ropa estaba manchaba de sangre y arrastraba el filo de una espada que solo había visto en samurais o gente como el clan Bokuto.

—¿Tsukishima? —le llamó y encontró su voz mas madura y ronca, como si hubiera crecido o hubiera transmigrado de nuevo a otro cuerpo.

«Es un sueño. ¿No? Esto no puede volver a repetirse.»

Pero la realidad lo percibía en cada sentido suyo, incluso un sabor a cobre y sal que sofocaba su boca.

Mientras su mirada recorría aquellos amenazantes pasos de Tsukishima, se descubrió a sí mismo desmembrado desde los muslos. Ahí despertó su dolor, uno que nunca había experimentado. 

Segun creía, soñar con un dolor que nunca se ha vivido hacia que no se sintiera nada en el sueño. Sin embargo experimento un dolor despedasante y nuevo, sumado con el horror que le provocaba su propio su estado. Se arrastró hacia atrás con la poca fuerza de sus brazos, pero el filo de la espada le alcanzó, presionando uno de sus hombros.

—Ahh, Yamaguchi-senpai. Así ya no tienes que huir de mí. ¿Entiendes?

El mismo filo de la espalda terminó clavándose en la piel, a la vez que el joven Tsukishima sacudía su hombro para despertarlo.

—Yamaguchi-san, Yamaguchi-san.

El escribano despertó de golpe y con asombro, el rubio le miraba igual de atónito e inquieto por su apariencia.

«Cielos... era evidente que era una pesadilla. Pero que realista... no hacía falta ser tan gráfico», le sermoneaba a su cerebro mientras se estrujaba los ojos.

—Ya desperté... Dormí muy mal. 

Tsukishima aún permanecía sorprendido.

—¿Qué pasa?

Hinata también estaba despierto y al verlo, puso una cara extraña y aguantó el aire para contener la risa.

—Pero, ¿por qué me miran así?

—Es que... su cara...—dijo apenas Tsukishima.

Yamaguchi se palpo las mejillas y miró sobre su escritorio. Durmió sobre su diario y algunas letras de tinta le dejaron la cara manchada. 

—¡Ush! ¡No puede ser!

Se levantó deprisa para lavarse, sacar esa tinta era una lío difícil.

Todos prepararon lo necesario para emprender el viaje y abandonar la casa por un tiempo. Hubo recuerdos y pertenencias que a Yamaguchi le dolió abandonar.

—Ojalá pudiera regresar o que venga alguien a cuidar las camelias.

Comentó para sí, aunque sabía que Tsukishima le observaba esperando para partir.

—Aun puede quedarme...

—Ni hablar. Vamos.

Los tres caminaron largo tiempo, dejando el pequeño pueblo. No habían desayunado por lo temprano que era, y la caminata les habría el apetito.

—¡Me voy a desmayar! ¿Hay algo para comer?—preguntó Hinata.

—Traje algo para comer, pero si lo comemos ahora, nos dará hambre de nuevo después. Aguantemos un poco.

Por suerte, de paso se detuvo un mercader en una carreta con cargamento de trigo. Al ver los tres varones tan jóvenes, tuvo que preguntarles su destino.

—¡Oigan! ¿Hacia dónde van?

Su aparición fue un alivio y favor. Los hombros de Yamaguchi estaban enrojecidos por el peso de su equipaje. El mercader no iba a la Villa Imperial, pero les adelantaba un gran paso.

Yamaguchi le pidió a Hinata que fuera cómodo al frente con el mercader, quien parecía disfrutar el exaltado cotorreo del pelirrojo sobre las comidas que probó en el pueblo. Tsukishima subió tras la carreta con el escribano, manteniéndose callado en el camino.

Yamaguchi estaba hundido entre sus notas. Después de dormir sobre su diario, la mitad de lo que había escrito, se estropeó.

«Que desastre... tal vez era mejor así. Creo que escribí cosas muy sentimentales. Este asunto de Tsukishima me dió muy mal.»

Echó la cabeza hacia atrás y cerró el libro.

«Aun me tiene mal todo esto.»

En cambio, vio a Tsukishima bastante tranquilo. No parecía dolerle en lo absoluto los golpes, siquiera la bofetada en la mejilla, aunque se le marcará un poco.

—¿Aun te duele?

—¿Mm?

—La mejilla.

—No. Yamaguchi-san jamás lo haría con esa intención.

Soltó un suspiro en desacuerdo a su pensar.

—Que no lo haga con esa intención, no significa que no pueda lastimarte, por eso quería saber.

El calor le hacía odiar tener el cabello largo. Le disgustaba que se pegará al sudor de su cuello, así que deslizó todo el cabello a un lado para que la parte más sudorosa de su cuello, se refrescará.

Tsukishima notó este gesto.

Con la misma intención de buscar frescura, el escribano había dejado que el cuello de su ropa se abriera con el viento. A Tsukishima le hacía recordar a los hombres que trabajaban en el campo, sin pudor a mostrar la piel con tal de sofocar el calor.

—¿Le preocupa lastimarme?

Yamaguchi extendió su brazo alrededor del cuello de Tsukishima y recostando su mejilla sobre los cabellos del rubio, con un apego afectivo.

—¿Y esa pregunta? Mira cómo me he preocupado cuando otros te lastiman. ¡Ni pensar si un día fuese yo mismo!

«Aunque... Es porque imagino las consecuencias que me tocaría enfrentar si te lastimo.»

Con Yamaguchi aún vagando en sus ideas, Tsukishima quedaba pasmado con aquella confesión.

—Yo igual...

Lo dijo tan bajo que apenas y Yamaguchi le entendió.

—¿Mm?

Al conectar mirada, Tsukishima se sofocó ante la cercanía y rompió aquel apego con brusquedad.

—Que no es igual.

Yamaguchi arqueó su ceja y este tuvo que explicarse mejor.

—No es igual porque eres la mano que me da de comer. A los demás yo no les importo.

«¿Eh? Entonces... si es consciente de lo que hago.», Yamaguchi endulzó su mirada con gratitud.

—¿Qué quieres decir? Si soy yo, ¿podrías perdonarme?

Tsukishima asintió sin mirarle. No era una persona muy expresiva en sus emociones dulces, eso contrastaba de Yamaguchi; quien podría reaccionar muy empalagoso si mostrabas un poco de cariño.

—¡Lo sabía! —exclamó Yamaguchi.

Tsukishima premerditó la reacción del mayor, así que extendió su mano contra el otro para evitar ser besado o abrazado.

—Sabía que no podrías ser un corazón impío. Ay, Tsukki. ¡Eres tan buen niño!

—Yamaguchi-san, ya entendí. Por favor...hace calor. ¡Y esta muy sudado!

Demasiada expresión afectiva, era demasiada irritabilidad para el menor.

El tono de aquella charla llamó la atención de Hinata, quien se le vio más calmado de no ver más tensión entre ellos y conocer el tipo de cercanía que naturalmente tenían antes de su aparición.

Al final, el mercader les dejó a mitad de camino y partió por otro rumbo. Entonces los tres viajeros terminaron el camino a pie, llegando a la Villa Imperial al anochecer.

A pesar de haber caído la noche, se notaba la viveza de aquellas agitadas tierras. Los mercados aún estaban abiertos y las lámparas iluminaban las calles. Eso sí, a diferencia del día, el ambiente de noche era más para espacios adultos.

—¡Woah! ¡Que hermoso todo! Y me da hambre, huele a cerdo, salsa picante... Mmm ¿y cereza?

Hinata se sintió confundido con los aromas, este último olor dulce noto que provenía de unas casas de té, donde se presentaban hermosas mujeres de compañía. Tsukishima solo echó un vistazo fugas antes que el escribano le cubriera los ojos, al igual que a Hinata.

—No puedo ver donde camino. —reclamó el rubio.

—¡Yamaguchi-san! Solo quería ver un poco desde acá. 

—Entiendo las tentaciones, pero recién llegamos y debemos usar bien el dinero. Mejor... vayamos por algo para hospedarnos y comer.

Lo que conocía Yamaguchi de la Villa Imperial era solo de lo que Ushijima le contaba, en especial de como tener cuidado. Este sabía donde se había hospedado Ushijima cuando fue solo a la Villa asi que busco el lugar. Hinata se había embellecido demasiado con la apariencia de otros lugares muy bien decorados, pero el escribano buscaba algo más sencillo y económico.

—¡Yamaguchi-san! ¿Dime, donde nos quedaremos? ¡Estoy ansioso!

—Es aquí. 

—¿Ah? Oh...

Su rostro cambió bastante juzgando la apariencia.

—Si es bueno y económico, podremos beber y comer bastante.

—Ahhh, entiendo. Es buen negocio.

Así Hinata se dejó consentir fácil. Por otro lado, no era una idea divertida para Tsukishima. Comenzaba a sentirse como una carga que estarían llevando a todos lados. Además, no tenía mucho afán de ver a Yamaguchi embriagarse.

Es una versión... que complicaba mucho a Tsukishima.

ɴᴏᴛᴀ
Al fin. ¡Diez capítulos!

Se acerca 1 año de la publicación de este fic.
Y _okkotsu_ nos trajo una idea para celebrar. ¡Un cap especial!

Y hay varias ideas...comenten el que quieren. El que más votos tenga, ¡saldrá el 13!

El escribano se resfría
⤷Yamaguchi siempre es quien tiene los cuidados del hogar y el trabajo para comprar lo necesario. Si se enferma, ¿cómo resolvería Tsukishima en cuidarlo?

Días sin el villano escoria
⤷Tsukishima se marcha unos días a cumplir con un deber y Yamaguchi se queda solo por primera vez sin su compañía. Uno pensaría que se sentiría más relajado de no tener a su futuro asesino cerca. Si está solo ¿Lo extrañará?

Husmeando el diario del escribano
⤷ Los escritos de Yamaguchi, sus miedos y las ideas que teme que ocurrirán en el futuro, caen en manos de Tsukishima. ¿Qué sucede si el menor descubre sus secretos?

Gracias por existir
⤷Yamaguchi consiguió encontrar un día para celebrar los años de vida de Tsukishima, pero el rubio no sabe cuándo cumple su maestro ni qué obsequiarle. ¿Qué podría hacer para el escribano?

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