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16 de febrero, 11:07 am
Solar Flare, Pétalos y dudas.
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¿Qué?
¿Ahora mi cerebro me llenará de recuerdos cursis para que no intente hacer nada estúpido?
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Aura. No. Esos zombis son los causantes de que Green se encuentre herida, y escondida ahora mismo. ¿Crees, querido cerebro, que seré compasiva aún después de todo lo que ellos han causado? Aura solo sigue órdenes... pero aun así... ¡Aun así-!
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—Prométemelo, Solar... por favor...
...
De acuerdo, cerebro. Tú ganas.
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Sin provisto, a mi vista, se enfocó en un punto, casi diminuto. Un punto negro y oscuro. No logré divisar con claridad de lo que se trataba, hasta que el punto, empezó a agrandarse más y más, a una velocidad extrema, casi imperceptible. Dándome cuenta cuando la bola de fuego me impactó directamente en la cara, que finalmente la había encontrado.
Aura...
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Abrí mis ojos instintivamente, no escuchaba nada más que zumbidos en mi cabeza. Me dolía el cuerpo y me ardía la cara. Me di cuenta poco después que estaba en el suelo del parque: Había caído en picada por unos minutos y me había estrellado con el suelo.
No pude ser consciente del peligro en el que me encontraba hasta después de unos pocos segundos.
Me revisé a profundidad con lo poco que alcanzaba a ver. Estaba llena de jugos verdes. Ósea, en resumen; Estaba sangrando. Muchísimo. Rápidamente, con mis pocas fuerzas, cubrí con unas ligeras y débiles llamas mis heridas, cerrándose a medias, y deteniendo el sangrado.
La caída había sido brutal.
El viento chocaba con mi cara. La mayoría de árboles a mi alrededor tenían daños o definitivamente estaban destruidos. Mis llamas habían desaparecido y no había indició de que volvieran en un rato.
Me encontraba sin energías y sentía una jaqueca insoportable.
Traté de incorporarme, pero fue en vano. Mis brazos, así de dañados, no lograban ni de chiste levantarme por sí solos. Por lo que entonces decidí quedarme ahí, tratando de recuperar mis fuerzas.
Escuché una estruendosa explosión muy cerca de mí. El zumbido de mis oídos se hizo mucho más grande, retumbando en la parte más inhóspita de mi tímpano. El impulso de la siguiente explosión, a pocos metros de mí, me lanzó bastante lejos, haciendo que me arrastrara una y otra vez con la tierra malograda y quemada.
Ella me estaba buscando.
Sentía que no daba para más. El dolor se apoderaba de mi cordura y no me dejaba pensar qué hacer a continuación. El sudor me corría por la cara, y no aguantaba las ganas de llorar por el sufrimiento.
Tenía que hacer algo, tenía que actuar rápidamente. Green estaba allí afuera y debía protegerla... pero el dolor era tan fuerte... La fatiga y el agotamiento me vencían. Y el calor que sentía hacía que me asfixiara poco a poco cada vez de forma más peligrosa.
Sentía partes de mi cuerpo totalmente rotas. Creía que no duraría más tiempo con vida.
Y entonces lo sentí.
Sentí como ella tomaba de mi cuello y me levantaba.
—Al fin te encontré.
Antes de que pudiera hacer nada. Antes de que pudiera reaccionar. Aura ya me había levantado del todo, y me había pegado a uno de los troncos de los árboles, mientras apretaba con fuerza mi cuello, dificultando con gravedad mi respiración.
Causando que, de un momento a otro, alucinara con luces de colores, brillos raros y destellos, extrañamente danzantes y... psicodélicos.
Aura tenía un opaco y grisáceo moretón en la mejilla, jugo verde brotaba de su mandíbula, y otro ojo igualmente opaco y grisáceo estaba completamente sangrío gracias a mi patada.
Y, al igual que sus heridas, sentía como todo lo que alcanzaba a ver mi vista se hacía cada vez más gris y menos claro de ver.
—Finalmente, te tengo.
Era mi fin.
No pude responderle, sentía como todos mis sentidos me abandonaban y se alejaban muy lejos para descansar. Solo oía el vago susurro de una voz femenina distante, distorsionada y apagada.
—Ésta vez no vas a escapar.
Quisiera haberle respondido. Si hubiera podido, hubiera rogado por mi vida. Hubiera rogado que por lo que más quisiera, no le hiciera daño a Peny y que nos dejara vivir. En cambio, lo que Aura recibió fue una respiración entrecortada y un intento de susurro seguido con unas ganas de toser que fueron en vano, y que solo me terminaban ahogando incluso más.
—¿Y sabes que haré después de que te mate?
Se quedó en seco, esperando una respuesta inmediata. Al no escuchar alguna de mi parte, Aura explotó en carcajadas, y apretó más mi cuello. Al sentir la presión, intenté forcejear con mis escasas fuerzas, retorciéndome como pude y solo logrando que me agotará aún más.
—Después iré por tu amiga.
El silencio pudo haber durado meses, años, incluso siglos. En cambio, solo duró unos segundos, unos tortuosos y condenados segundos.
—Iré por tu Green Shadow.
No.
—Primero, la buscaré dondequiera que la hayas escondido. Luego, la mataré lentamente, Solar Flare. Empezaré a golpearla hasta que su cara se llene de sangre y pida ayuda desesperadamente. Luego, mutilaré sus hojas hasta que ya no supliqué piedad y sus lágrimas se sequen. Luego, la tomaré del cuello, e igual que lo haré contigo, la apretaré hasta que deje de retorcerse, y también de respirar.
Aura estaba observándome con una mirada psicótica. Sus ojos se inyectaban de sangre y juraba que su cara se empezaba a derretir lentamente (Esto último solo siendo parte de mi imaginación).
—Es una pena que no podrás presenciarlo, girasol. Estarás muerta para entonces.
Explotó en risas psicópatas. Y luego, en un movimiento final, apretó mi cuello, con todas sus fuerzas.
...
Pero por más que apretó.
No pude desmayarme.
Aura me vio con cierto desconcierto. Su expresión entonces, cambió rápida y drásticamente. Su sonrisa había desaparecido. Sus manos comenzaron a sudar, y sus brazos comenzaron a temblar.
Su expresión cambió de una totalmente desquiciada, a una expresión de total terror y desesperación, aterrada por lo que ahora era mi persona.
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Irá.
Es la que controla a los seres vivos cuando los invade.
Esa, que hace que nos olvidemos de todo lo demás.
Esa, que nos manipula.
Esa que, de alguna forma, evitó que me desmayará.
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Mis sentidos se agudizaron, lo único que pude hacer fue observar a Aura, a su cara aterrada, y pensar en una sola cosa.
—Creo que necesitarás hacer algo más que un ahorcamiento para deshacerte de mí.
Aura chilló de pavor, tomó mi cuello con sus dos manos, y con todas sus fuerzas, intentó acabar con mi vida una vez más. Sus ojos se tornaron completamente negros, y gruñó de forma desquiciada mientras trataba de ahorcarme.
Sus manos se hacían cada vez más y más débiles, y cada vez, apretaba con mucha menos fuerza mi cuello.
Entonces, mis pensamientos, se tornaron en aquel parque, se concentraron en todo lo que estaba pasando en el mundo en esos instantes.
Se tornaron en las personas, en sus sonrisas, y en sus enojos.
El mundo era demasiado bello y caótico como para abandonarlo así nada más.
Sentía ganas de llorar, sentía ganas de reír, sentía ganas de gritar. Todo eso junto, lo sentía sin más y sin avisar.
Y luego, observé a Aura.
Sus ojos negruzcos. Sus orejas azules. Su forma de ser.
Sentía una chispa que se encendía con viveza y vesania en mí ser. Extendiéndose, cada vez más, hasta que el fuego consumía mi persona y lo convertía en una bestia naranja y roja, una bestia de venganza, una bestia de justicia, una bestia que siempre había querido salir, pero que nunca había tomado tanta fuerza como lo hizo en ese mismo instante.
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Ese momento, en el que Aura me veía con total cobardía y recelo.
...
Podía escucharla pedir 2 minutos de ventaja.
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Entonces, toda mi fuerza, toda mi irá, todo mi sentimiento de karma, se concentraba vivamente en mi puño derecho, encendiéndolo en brasas sofocantes y fervientes. Golpeando con el recuerdo de todas mis vivezas el vientre descubierto de Aura, lanzándole metros y metros lejos con el impulso de mi propia fuerza, destruyendo todo lo que estaba a su paso, e impulsando todo lo demás centímetros lejos de ella.
Destrucción total. Y luego, un silencio abrumador, pero también tranquilizante.
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Definitivamente, yo no iba a morir allí, Cesar. Tienes que saber que no yo era tan gentil para eso.