¡¿Soy Rashta?!

By MurasakiFanfics

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Historia de Reencarnación/Transmigración. Una joven comete suicidio luego de una serie de sucesos desafortuna... More

Prólogo: Un Final y Un Comienzo
Capítulo 1: El Plan
Capítulo 2: Tragedia Inesperada
Capítulo 3: Familia
Capítulo 4: Debutando Ante La Sociedad
Capítulo 5: Giro De Acontecimientos
Capítulo 6: Mi Decisión
Capítulo 7: No Hay Razón Para Arrepentirse
Capítulo 8: Ahora Soy La Amante
Capítulo 9: Planes En Marcha
Capítulo 10: Damas De Compañía
Capítulo 11: ¿Podemos Ser Amigas?
Capítulo 12: Conversación
Capítulo 13: El Príncipe Ha Llegado
Capítulo 14: Amistad
Capítulo 16: Banquete De Año Nuevo (parte 2)
Capítulo 17: La Calma Antes De La Tormenta
Capítulo 18: Mal Presentimiento

Capítulo 15: Banquete De Año Nuevo (parte 1)

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By MurasakiFanfics

Evely y yo no esperamos ni un segundo más desde que los Vizcondes Iskua descendieran del carruaje para abalanzarnos sobre ellos. No importó la falta de etiqueta, la pareja no dudo en corresponder a nuestro abrazo de inmediato.

- Hijas mías. - pronunció Gilimt con ternura.

- No saben lo mucho que las extrañamos. - Marsha acarició nuestros rostros con cariño.

- ¡Los extrañe mucho, papás! - sollozó Evely emocionada.

- Madre, padre, estamos muy felices de que por fin estén aquí. - añadí con una enorme sonrisa, al borde de las lágrimas, y es que en serio me hicieron falta.

- Lord Pix, no sabe cuánto le agradecemos por cuidar de las chicas, ¿Cómo ha estado? 

El anciano soltó una pequeña risa. - Mientras mis niñas estén bien, yo lo estaré.

"Pix, por favor, ten un poco más de consideración contigo mismo."

- ¿Y qué tal te has portado, Ian? - preguntó a modo de broma el vizconde, tomando al bebé de los brazos del anciano.

Ian balbuceo como si en verdad respondiera, alegrando a sus abuelos.

- ¿Cuánto tiempo se quedarán? - no pude evitar preguntar. Sabía que Sovieshu les envió una invitación para que asistieran al Banquete de Año Nuevo y que les ofreció alojamiento en el palacio por un par de semanas.

- Por desgracia debemos irnos una vez finalice. - contestó nuestro padre.

- ¿No pueden quedarse más tiempo? - Evely los miró con angustia.

- Lo siento, cariño. - nuestra madre posó su mano sobre la cabeza de mi hermanita. - Estamos muy ocupados. La próxima vez puede que nos quedemos más tiempo.

Sus respuestas fueron más que razonables. Eso no evitó que me entristeciera.

Durante este tiempo han estado tratando de volver a sacar adelante el título de la Familia Iskua, que se vio sumergido en la miseria en la búsqueda de sus herederas desaparecidas.

Utilizando el fondo de compensación del Imperio Oriental consiguieron eliminar todas sus deudas, reparar la infraestructura de la mansión y contratar a personal de servicio, pues antes solo contaban con una ama de llaves y un mayordomo. La pareja no se detuvo allí y comenzó a participar en los eventos sociales del Ducado de Bluvohan y del Reino Occidental, volviéndose miembros activos de la sociedad y formando alianzas y conexiones con otras familias nobles. Estos últimos puntos se les facilitó gracias a haberse vuelto famosos por la milagrosa aparición de sus hijas y las posiciones que ambas ocupaban en el Imperio Oriental, siendo la mayor la amante del emperador y la menor una aprendiz de mago bajo la protección de la emperatriz.

¡Y todo en poco más de un mes! Eran asombrosos.

- ¿Necesitan algo? Puedo ayudarlos a conseguirlo. Solo necesitan pedirlo. - les aseguré con firmeza.

Ambos me miraron entre sorprendidos y admirados.

- Ya has hecho lo suficiente por nosotros, Rashta. - mi padre acarició mi cabeza. - No necesitas seguir apoyándonos financieramente.

Desde el momento en que regresaron a Bluvohan estuve comunicándome con ellos por medio de cartas, en las cuales aproveché para mandarles muchas de mis joyas para que pudieran intercambiarlas por dinero. Al principio no quisieron aceptarlas hasta que los convencí alegando que era para restaurar el honor de nuestra familia. Con ese dinero lograron abrir pequeños negocios adicionales al principal.

- No. - me rehusé. - No me detendré si es por el bien de nuestra familia.

No basta decir que se conmovieron hasta las lágrimas. Evely se colgó de mi brazo en respuesta y yo respondí tomando su mano.

- Hija. - el Vizconde Gilimt me llamó con algo de duda. - Aunque lo dices seguido en tus cartas, ¿El Emperador te está tratando bien? ¿No te ha hecho daño a ti o a Ian?

Su pregunta hizo que la Vizcondesa Marsha, Evely y Pix prestaran atención.

- Por supuesto. Ha sido muy considerado conmigo y adora a Ian. - les relaté con sinceridad. No necesitaban preocuparse en vano. - Es verdad que en un principio me sentía nerviosa e incómoda, temerosa al estar con él; pero no es tan malo como creí. Me respeta y valora mis opiniones. Cuando ocurre algún malentendido basta con conversar para aclararlo todo. En verdad él... - sentí una extraña sensación en el pecho, muy... dolorosa. - No es una mala persona. Tan solo... Tiene defectos, como cualquiera. "Como yo."

Un poco sorprendida, la vizcondesa añadió. - Quieres decir que... ¿Lo amas?

Mis ojos se ampliaron ante la pregunta.

¿Amor?

Ya ni siquiera sé lo que es el amor. Una vez tomé el riesgo de amar y acabe siendo abandonada de la peor manera. De cualquier forma, ¿Siquiera eso que llegué a sentir por él era realmente amor o solo era una enorme necesidad de afecto que confundí con amor? No lo sé.

"Decir que podría amar a alguien, más aún a Sovieshu, uno de los personajes que más llegué a odiar en la novela y a quién recién estaba empezando a conocer. Eso era..."

Sonreí de manera encantadora. - Aprecio mucho a su majestad. Eso es todo.

"IMPOSIBLE."



...



Una vez llevé a los Vizcondes Iskua a sus habitaciones y Evely y Pix se fueron, yo me dirigí a la mía con mi bebé para prepararme. Dentro de unas horas se anunciaría el inicio del Banquete de Año Nuevo.

- Vizcondesa Verdi, ¿Está segura que desea acompañarme? - pregunté a la mujer que peinaba mis cabellos. - No la forzaré ni juzgaré si no quiere asistir a la fiesta.

Lebetti y Delice, que se encontraban arreglando la basta de mi vestido, nos observaron en silencio.

- Sé lo que enfrentaré al llegar al banquete. Tomé mi decisión de servirle pensando en eso, Lady Rashta. - tomó una profunda respiración. - Si huyo les daré más motivos para hablar de mi familia.

"Es una mujer inteligente. No hizo falta convencerla en lo absoluto."

- En estos casos es mejor fingir indiferencia. Si dejas ver que te afecta solo conseguirás que quieran atacarte. - habló con voz firme Minerva, o mejor dicho Beatriz, sentada en el sillón con Ian en brazos.

Sus palabras parecieron calar en la Vizcondesa Verdi.

Las mujeres siguieron con su tarea. Mi elegante vestido azul claro me quedaba como un guante y mi larga cabellera lucía más deslumbrante que nunca. Se necesitó poco maquillaje para acentuar mis rasgos naturales y me encontraba lista para salir.

Mis acompañantes también se encontraban listos. La Vizcondesa Verdi y Lebetti con unos fabulosos vestidos y al salir al pasillo Pix nos esperaba usando un elegante traje, regalo de parte del emperador.

- Cuídese mucho, señorita. - nos despidieron Minerva/Beatrice y Delice con una reverencia desde la puerta. 

- Muchas gracias. Cuiden de la habitación en nuestra ausencia.

Liderando el camino me dirigí al gran salón con Ian en brazos.

Mi pequeño estaba usando el enterizo más blanco que vi en mi vida. Recordé las palabras que aquel niño con el que hablé esta tarde en la biblioteca usó para describir a mi bebé. Ian parecía, en efecto, un ángel.

Una sensación de hundimiento se instaló en mi pecho al recordar la manera en la que Scherl se encogió de hombros cuando traté de acariciar su cabeza.

- "Si es lo que estoy pensando. Entonces yo..." - apreté los dientes con fuerza, llevando por instinto mi uña del dedo gordo a mi boca para morderla. - "Yo voy a..."

- ¿Lady Rashta?

Parpadee para ver a la Vizcondesa Verdi mirándome con preocupación.

- No es nada. - bajé mi mano de inmediato. - Recordé que en la fiesta me veré con alguien.

- ¿Estás hablando de Lord Farkas? - preguntó Pix.

- Escuché sobre él. - habló Lebetti. - Lady Darta dijo que era su jefe y que asistiría junto con sus compañeros al banquete. Fue quién te salvo la vida, ¿no?

Asentí con la cabeza.

- Por cierto, ¿Dónde se encuentra Lady Darta? - preguntó Pix con curiosidad. - No la veo desde la mañana.

Hice mi mejor esfuerzo para no palidecer ante la pregunta. 

- Dijo que tenía cosas que hacer antes del banquete. - contó la Vizcondesa Verdi. 

- Ya veo. - pronuncié soltando una risita que intentó encubrir mis nervios. No había forma en que pudiera explicarles mis sospechas sobre Darta sin parecer loca.

Al llegar a la entrada del gran salón sentí un extraño temor. De forma inconsciente retrocedí.

- Oye, ¿Qué te pasa? - preguntó Lebetti con su habitual brusquedad.

- Lo siento. Yo... - tragué un nudo en mi garganta. - No he estado en este lugar desde...

La comprensión se vislumbró en los rostros de mis acompañantes.

- Mi niña. - Pix me tomó del brazo. - Estaremos contigo en todo momento. El Emperador ha reforzado la seguridad. No necesitas preocuparte por nada que no sea divertirte. Tú más que nadie lo merece.

- Abuelo. - pronuncié con un hilo de voz, conmovida por sus sinceras palabras. - Muchas gracias.

Recibí miradas de apoyo y mi bebé sujetó uno de mis dedos, casi como diciendo que él también estaría conmigo, lo que me dio el valor suficiente para ingresar al gran salón.

Casi de inmediato me encontré con nuestros padres y Evely, luciendo como toda una dama y siendo acompañada por Cheriny. Debían de haberme estado esperando.

A diferencia de la vez anterior donde todos estaban sobre mí soltando pregunta tras pregunta, esta vez las personas se acercaron a mí con calma y educación, sin atiborrarme con preguntas demasiado fuertes. Parecían más interesados en saber lo bien que ha ido mi vida, soltando cumplidos hacia mi bebé y alabándome por mi gran fortaleza, espíritu noble e inteligencia. Esto último disparado por los rumores que decían verme estudiando con frecuencia en la biblioteca y por algunos comentarios míos que eran publicados de vez en cuando en los periódicos.

"Fue bueno hacerme amiga de Delice. Ella le cuenta todo lo que le digo a su hermano y él no duda en publicarlo como la verdad absoluta. Han pasado solo dos meses y mi reputación ante los plebeyos y la nobleza es formidable."

- Lady Rashta.

Una madura y elegante voz me llamó mientras veía a mis padres y hermana conversando con algunos invitados. Al girarme mis ojos se abrieron de par en par.

- Duquesa de Tuania.

- Ha pasado tiempo. - la mujer me ofreció una cálida sonrisa. - ¿Cómo has estado?

- Bi-Bien. He estado bien. Y usted, ¿Cómo ha...?

- Mi salud ha sido muy buena.

- Que bien.

Un silencio incómodo se instaló entre las dos.

¿Qué podía hacer? La primera y última vez que hablé con esta mujer ella me aconsejó para elegir sabiamente y me decidí a priorizar a mi hijo por sobre cualquier cosa, dispuesta a rechazar cualquier propuesta que me diera el emperador, decisión que ella aprobó, ¿Cómo podía darle cara ahora cuando acabé por convertirme en la amante de Sovieshu de todas formas?

- ¿Por qué te vez avergonzada?

- Lo siento mucho. Es que yo... - baje la cabeza sin poder verla a los ojos. - Aun cuando me dio todos esos consejos. Yo... No tengo excusas.

- No. No hay excusa para pensar en la seguridad de tus seres queridos antes que la tuya. - ante sus gentiles y firmes palabras la miré con asombro. - No soy tan ingenua como la mayoría de personas, Lady Rashta. Luego del desafortunado incidente en el palacio imperial debías de estar aterrorizada. Fue... inteligente de tu parte buscar protección en el Emperador.

- Duquesa de Tuania. - sollocé.

Ella me sonrió con gentileza. - Espero que disfrute de su velada, Lady Rashta.

- Lo mismo digo, Duquesa. - la reverencié viéndola alejarse.

No esperaba que ella lo dedujera por su cuenta. Ahora podía entender por qué dominaba el círculo social desde hace tantos años. Saber que tenía un aliado inesperado en la Duquesa de Tuania hizo que algunas de mis revoltosas emociones se tranquilizaran.

No duro demasiado.

- ¡Lady Rashtaaa! ¡Holaaa!

Luciendo un hermoso vestido de color verde en degradado, guantes negros hasta el antebrazo y el cabello recogido en un moño, Darta llegó colgada del brazo de un hombre que reconocí de inmediato.

- ¡Darta! ¿Dónde se supone que estabas? - la regañó Evely a mi lado con un mohín y las manos a la cintura. - ¿Y por qué usas tu cubre bocas? Es una fiesta.

Cuando la pareja llegó frente a nosotras Darta dejó el brazo de su acompañante para envolver el cuello de Evely con un brazo; mientras que con su otra mano frotaba su puño en su cabeza. - ¿Ni un "hola" o "que linda estás"? ¡Qué mal educada eres jovencita!

- ¡Auch! ¡Lo siento! ¡Darta, por favor, mi peinado! - se lamentaba la pobre adolescente intentando huir de las garras de la brusca mujer.

Las personas a su alrededor las observaban con los ojos abiertos, algunos murmurando entre si y otros entretenidos por el inusual espectáculo. Por su parte, nuestros padres y acompañantes sonreían divertidos.

Esa escena tan íntima hizo que otro sentimiento de hundimiento se instalara en mi pecho.

"Si supieran que son hermanas legítimas. Si los Vizcondes supieran que ella es su verdadera hija. Si tan solo ellos supieran de su parentesco... Entonces, ellos serían una familia perfecta."

- ¿Mi niña?

- N-No es nada. Abuelo, ¿Podrías sostener a Ian por mí un minuto? - tras entregarle a mi hijo caminé los pasos que nos separaban hasta el acompañante de Darta, haciendo una reverencia ante el hombre. - Es todo un placer volver a verlo, Lord Farkas.

- El placer es todo mío, Lady Rashta. - respondió devolviéndome la reverencia.

Me fijé en su aspecto. No fue su elegante traje, muy diferente a la armadura que siempre usaba, lo que me sorprendió. Lo que lo hizo fue el hecho que, aun en medio de un evento de tal magnitud,  siguiera utilizando su cubre bocas negro al igual que Darta. - ¿No es un poco incómodo llevar esa mascarilla siempre?

- Por el contrario. Me he acostumbrado tanto a ella que es incómodo para mí no llevarla puesta.

- ¿Es así desde su... otro trabajo?

- No. En ese entonces bastaba con una capucha.

Eso me confundió. - ¿Y por qué empezó a llevar la máscara entonces?

De haber parpadeado no habría sido testigo del momento en que los ojos de Lord Farkas, que siempre vislumbraron cansancio o diversión, se tornaron hostiles, bañados en una oscuridad que me hizo estremecerme de pies a cabeza y tener deseos de huir. Era casi como si quisiera despellejarme viva. Menos de un segundo después, su mirada volvió a la normalidad.

- Es una larga historia. No quisiera aburrirla.

- Ah, entiendo. - respondí con un nudo en la garganta, forzando una sonrisa y fingiendo no darme cuenta de que evadió mi pregunta.

Por primera vez desde que conocí a Lord Farkas me provocó lo que nunca esperé sentir por él.

MIEDO.

Volví a pensar en mis suposiciones de que Darta o Lord Farkas, o ambos, hubieran reencarnado en este mundo igual que yo. Desde un inicio Lord Farkas se ofreció a ayudarme sin peros ni condiciones. Ese nivel de desinterés, más aún cuando sus acciones iban en contra de la familia imperial, era demasiado sospechoso, incluso más que la misma Darta. No era descabellado pensar en que Lord Farkas tenía un propósito oculto detrás de sus acciones.

"¿Podría ser el responsable del ataque? Tiene suficiente poder para hacerlo. La pregunta aquí es, ¿Por qué?"

- Lord Farkas. Cuanto tiempo. - lo saludó el Vizconde Gilimt con un apretón de manos.

- No sabíamos que regresó al palacio. - la Vizcondesa Marsha parecía confundida.

- El Emperador fue muy amable en invitarnos a mis hombres y a mí a esta celebración. Se encuentra preocupado por el bienestar de Lady Rashta y su familia. Esta dispuesto a volver a trabajar conmigo.

Al mencionar esto los rostros de los vizcondes se volvieron tensos, con los ojos desorbitados y sus bocas semi abiertas. No podía culparlos. Tuve una reacción parecida al enterarme. Y es que, ¡Estamos hablando de Tonteshu! Si hay algo que aprecie más que su trono es su orgullo. Pensar que lo dejaría de lado solo para poder encontrar a mis atacantes era... inesperado.

Mi boca fue más rápida que mi mente. - Sovieshu hizo... Perdón, su majestad, ¿Él hizo eso por mí? - pregunté fingiendo incredulidad.

Evely y Lebetti me lanzaron una mirada intrigada.

Lord Farkas asintió. - Lo hizo. En verdad la aprecia muchísimo. - sus palabras me hicieron sentir algo culpable.

- ¿Todavía no encuentran a un posible responsable? - se aventuró a preguntar Pix.

Lord Farkas negó con la cabeza. - Tengo algunos indicios debido a un informante. Gracias a que el Emperador me ha dado permiso para volver a ser parte de eventos sociales será más sencillo continuar con la investigación.

Esta información pareció tranquilizar a mi familia.

"Informante. Debe referirse al Vizconde Lotteshu."

Desde el día en que pedí reunirme con él y lo chantajee para que reuniera información para mí no lo he vuelto a ver. Sé que le ha estado pasando información a Darta, que a su vez le pasa esa información a Lord Farkas y han hecho algunos progresos en la investigación, principalmente sobre la identidad de otros compradores de esas armas ilegales.

"Es posible que el Vizconde Lotteshu asista al segundo día del banquete justo como en la novela. Tendré que arreglármelas para poder hablar con él a solas y encomendarle otra tarea."

- Me gustaría seguir conversando; pero debo ir a ver a mis hombres. - nos comunicó Lord Farkas dando una reverencia. - Hasta pronto, caballeros, damas.

- Hasta pronto, Lord Farkas.

Darta le dio una última sacudida a los cabellos de Evely, ganándose un grito de protesta de su parte, para escapar entre risas y colgarse del brazo de Lord Farkas con una familiaridad increíble. - ¡Hasta pronto, Lady Rashta! Más tarde hablemos, ¿De acuerdo? - pese a su tono animado sus ojos parecían tristes.

Entendiendo que no podría huir para siempre, asentí.

Una vez la pareja se alejó hice que Pix me regresara a Ian. La única manera en que podría calmarme era sintiendo a mi hijo entre mis brazos.

- ¿Lady Darta siempre fue tan cercana a Lord Farkas? - preguntó Cheriny con un fuerte sonrojo.

- Demasiado cercanos diría yo. - estuvo de acuerdo Lebetti con los brazos cruzados.

Los Vizcondes Iskua hicieron un gesto de disgusto.

"Ahora lo recuerdo. Ellos estaban insinuando algo entre Lord Farkas y yo la última vez. Deben sentirse decepcionados de pensar que él podría estar interesado en otra mujer."

No pude evitar reprimir una risa ante las alocadas ideas de mi familia.

- Pues no sé qué le ve a Darta, ¡Es tan brusca e infantil! - se quejó Evely sobándose aún la cabeza con indicios de lágrimas en sus ojos. Su disgusto provenía más por la manía de Darta de molestarla que otra cosa.

- Es su jefe. Pero han trabajado juntos durante mucho tiempo y parecen ser amigos. - expliqué sin real interés por sumarme a la conversación.

- ¡Pues en mi opinión Lady Rashta es mejor! - habló Cheriny quizá con demasiado entusiasmo.

La Vizcondesa Verdi suspiró. - Muchacha, baja la voz.

- L-Lo siento. - se disculpó apenada.

- ¿Ha que te refieres con que es mejor? - preguntó Pix confundido.

- Abuelito, eres muy despistado. - se burló Evely.

Sin tener energía para prestarles atención y menos cuando hablaban de asuntos amorosos que me involucraban, miré a mi alrededor con el objetivo de distraerme. Fue entonces que capté algo de real interés para mí en la mesa de banquetes y sin pensarlo mucho me encaminé en su dirección.

Poco podía saber lo que mis acciones estaban por desatar.

- ¿Scherl? - al oír mi voz el pequeño pegó un brinco y se giró a mirarme asustado. - Jaja No era mi intención asustarte.

- No me asusté. - negó con un leve sonrojo en sus mejillas. - Buenas noches, Lady Rashta. - hizo una reverencia llevándose un puño al pecho.

Con una sonrisa le devolví la reverencia. - Buenas noches, Scherl, ¿Y tus padres? Pensaba saludarlos.

- Se encuentran socializando. No creo que vuelvan pronto. - respondió bajando la mirada para susurrar un "Es mejor así." que logré escuchar a duras penas en medio del bullicio.

Aquello me hizo fruncir el ceño, ¿Cómo podían ser tan irresponsables para dejar a un niño pequeño en medio de tantas personas? Puede que este lugar sea el palacio imperial y las personas aquí reunidas sean nobles respetables; pero uno nunca podía estar cien por ciento confiado.

- Mira, traje a Ian para que lo saludaras.

Scherl dejó su semblante triste para levantar la cabeza con ojos brillantes. Me incliné y él se paró en las puntas de sus pies para ver a Ian. Era la primera vez que lo veía despierto. Al ver una figura mucho más pequeña que las que siempre veía, Ian se mostró interesado y extendió una de sus manitas para palmear el rostro del niño, que lejos de molestarse sonrió.

Iba a preguntarle si se quedarían durante todo el tiempo en que durara el Banquete de Año Nuevo cuando pude notar como las facciones y cuerpo del pequeño volvieron a tensarse. Se giró sobre sí mismo para ver entre la multitud y solo entonces capté una voz que lo llamaba por su nombre.

- Oh no. - pronunció asustado.

- ¿Scherl?

- Tiene que irse, ¡Rápido! - me suplicó con ansiedad en su voz, comenzando a empujarme. - Por favor, Lady Rashta. A ellos no les cae bien.

- ¿A quiénes...?

- ¡Scherl! ¿Cuántas veces debo llamarte para que...?

Una mujer vistiendo un elegante vestido azul marino se abrió paso entre la multitud hacia nosotros. Me miraba fijamente, analizándome de pies a cabeza. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al percatarme de la hostilidad que su mirada reflejaba. Pronto, una sonrisa altanera se formó en sus labios. Se cruzó de brazos y llevándose una de sus enguantadas manos al rostro, habló.

- ¿Qué tenemos aquí? Lady Rashta, ¿Me equivoco? Eres toda una sensación entre los nobles y plebeyos. En los periódicos no dejan de alabarte. - pese a parecer que me estaba elogiando sus palabras expresaban burla. 

Intentando fingir ignorancia, sonreí. - Mucho gusto, ¿Lady...?

- Gran Duquesa, en realidad. - me corrigió con una sonrisa que no ocultaba su desagrado.

- Discúlpeme, Gran Duquesa. Es todo un honor conocerla. - debía tener cuidado. Ese título quería decir que estaba ligada a la familia imperial y ser descortés con ella podría traerme problemas.

- ¿Disfrutando de la fiesta? Me imagino que es la primera vez que asiste a una de este estilo. - su fanfarroneo no hizo más que disgustarme. - ¿Mi hijo no le ha causado molestias?

Mis ojos se desplazaron a Scherl. No me había percatado en como todo este tiempo permaneció con los ojos fijos en el suelo y el cuerpo más tieso que una estatua. Pude notar gotas de sudor en su frente y sus manos estaban cerradas en puños.

"Está aterrado."

- Por supuesto que no. Es un niño encantador. Me lo tope esta tarde en la biblioteca. Tiene un hijo increíble, Gran Duquesa. Debe estar muy orgullosa.

La hostilidad que la mujer estuvo mostrando fue reemplazada por una sonrisa triunfal y un brillo en su mirada. - Claro que lo estoy. He puesto todo mi empeño en estos años para prepararlo. - caminó hasta posicionarse al lado del niño y pasó una de sus manos por sus hombros. - Scherl es mi más grande orgullo.

Ella apretó el hombro del pequeño con su mano. El niño tomó aire de manera sutil y levantó la mirada del suelo para darme una sonrisa perfectamente ensayada... Perfectamente falsa.

La ira comenzó a burbujear dentro de mí.

- Hablando de hijos... - centró su atención en Ian. - Tienes un bebé encantador.

- Muchas gracias, Gran Duquesa.

- ¿Cuál es su nombre?

- Ian.

- ¿Solo Ian?

- Ian Iskua.

- No estoy hablando de tu apellido familiar. Me refiero al apellido de su padre.

La tensión en mi cuerpo se disparó al darme cuenta de sus intenciones al hacer esa pregunta. No fui la única al parecer si la reacción de Scherl de voltear a ver a su madre conmocionado quería decir algo.

- Iskua es el único apellido de mi hijo, Gran Duquesa. No tiene padre.

- ¡Es verdad! Olvidé que el hijo de la familia a la cual servías te embarazó y abandonó, ¡Que hombre más despiadado! A menos... que no fuera de ese modo. - al ver mi desconcierto, agregó. - ¿En verdad fue él quien se aprovechó de ti? Perdón si es descortés de mi parte asumir que esperabas que se casara contigo, ¿Me equivoco?, Embarazándote habría más chances de conseguir que pasara. - tuve que tragar saliva para deshacerme del enorme nudo que comenzaba a formarse en mi garganta y abracé a Ian contra mi pecho. La sonrisa de la mujer se amplió. - Como no lo conseguiste fuiste a por el emperador. Que inteligente.

- Mamá, basta. - suplicó Scherl, tirando del brazo de su madre.

- No te metas en conversaciones de adultos. - fue regañado con una fría mirada.

Aun con miedo el pequeño volvió a insistir. - Por favor, basta...

- ¡¿Qué te he dicho sobre no contestarme?! ¡Sigo siendo tu madre y no puedes faltarme el respeto!

Mis ojos se ampliaron.

Dejé de hablar cuando una fuerte cachetada hizo que volteara la cara hacia un lado. No pude reprimir el quejido ahogado de dolor. Sentía que mi rostro quemaba y la piel lastimada latía.

- ¡¿QUÉ MIERDA CREES QUE HACES?! ¡¿NO VEZ QUE YA ESTÁ DESFIGURADA?!

- ¡¿QUERÍAS QUE LA DEJARA SER TAN IRRESPETUOSA?! ¡SIGO SIENDO SU MADRE Y NO PUEDE FALTARME EL RESPETO!

Aquel terrible recuerdo azotó mi mente y destrozó mi corazón. Solo salí de mi aturdimiento al ver a la mujer levantar la mano con la clara intención de golpear a su hijo. Mi cuerpo se movió por inercia y extendí mi brazo para interceptar su ataque. Solté un quejido al sentir la fuerza de sus dedos sobre mi piel. Si a mí me había dolido tanto, ¿Un niño tan pequeño lo habría podido resistir? No, aquí la pregunta era, ¿Cuántas veces tuvo que resistirlo? Ver la expresión dolida del menor me indicó que no me equivoqué en mis sospechas. Scherl era igual que yo.

Intervenir para ayudarlo me podría traer más problemas y enemigos. No estaba en posición de permitirme que eso pasara. Pero... No podía quedarme de brazos cruzados. No cuando yo había tenido que soportar lo mismo por diecisiete años.

- ¡Ah! ¡Lady Rashta! ¿Qué...? - la mujer retrocedió anonadada.

- Lo lamento, Gran Duquesa. - replegué mi mano para envolverla alrededor de Ian. Mi piel empezó a enrojecerse; pero lo ignoré. - Scherl estaba preocupado porque hirieran mis sentimientos. Su hijo fue un caballero. No merece ser castigado por eso.

La mujer se mostró disgustada por un momento. Al ver a las personas que empezaban a rodearnos debió darse cuenta que la situación no estaba a su favor y sonrió.

- Entiendo. Tiene razón, Lady Rashta. Mi hijo no merece ser castigado por los errores de otros. - su mirada dejó en claro que se refería a mí. - Y por favor, no vuelva a dirigirse a mi hijo de manera tan informal, no está a su nivel para hacerlo.

Intentando que mi sonrisa no flaqueara accedí. - Entiendo. Disculpe la insolencia, Lord Scherl.

Los ojos del niño se humedecieron; pero se negaron a soltar lágrima alguna y solo asintió. Me destrozó el corazón verlo así y no pude evitar odiar a esa mujer. No solo nos insultó a Ian y a mí, también era evidente que maltrataba a su hijo. Era un ser humano despreciable.

- ¡Hermana!

De repente, Evely apareció entre la multitud seguida de la Vizcondesa Verdi y Cheriny. Al otro lado de la multitud, un hombre de elegante traje hizo lo mismo.

- Cariño, ¿Qué está pasando aquí? - preguntó el desconocido posicionándose al lado de la Gran Duquesa y rodeó su cintura con su brazo. Sus ojos se enfocaron en mí y frunció el ceño. - ¿Te está molestando?

- ¿Quién molesta a quién? Yo escuché perfectamente cuando esa mujer insultaba a mi hermana. - protestó Evely parándose delante de mí.

Al ver los rostros disgustados de la pareja me apresuré a tomarla del brazo. - No es necesario pelear. Vámonos.

- ¡Pero...!

- Pero nada Evely. - la corregí entregándole a Ian para poder inclinarme ante la pareja sujetando las puntas de mi vestido. - Lamento los modales de mi hermana. Nos estamos retirando, por favor, disfruten la noche.

- Al menos reconoces tu error. - se burló la mujer.

Cheriny tuvo que empujar a Evely para que no dijera nada y comenzara a caminar. La Vizcondesa Verdi se apresuró a seguirnos.

- Un momento, ¿Vizcondesa Verdi? ¿Qué hace usted aquí? - las firmes palabras del hombre hizo que las cuatro nos congeláramos en nuestros lugares. - ¿No debería estar pudriéndose en prisión o desterrada?

La Vizcondesa Verdi tembló visiblemente, negándose a dar la vuelta.

La situación se estaba saliendo de control y debía hacer algo cuanto antes.

- Evely, ve con mamá y papá. Te alcanzaré en un momento. - al verla a punto de protestar la miré a los ojos. - Confía en mí.

Aun sin gustarle la idea mi hermanita se alejó con mi hijo en brazos, seguida de Cheriny.

Más tranquila al mandarlos a un lugar seguro tomé mi lugar al lado de la Vizcondesa Verdi, enlacé mi brazo con el suyo y, tras darle una sonrisa confiada, nos hice girar a ambas para enfrentar a la pareja.

- La Vizcondesa Verdi es mi dama de compañía. Yo respondo por ella.

Los asistentes al banquete que nos rodeaban y desconocían este hecho se asombraron, murmurando entre sí, siendo informados por los que ya sabían de esto por los periódicos.

- ¿El Emperador permitió esto? La Familia Verdi cometió alta traición. Deberían haber sido sentenciados. - el hombre me miró de pies a cabeza con desagrado. Parecía ser de la misma calaña que su esposa. - Mi primo es demasiado indulgente con su amante.

- ¡El Emperador no es indulgente! - me apresuré a defender a Sovieshu. Puede que cometiera errores personales; sin embargo, su rol como emperador no debería ser cuestionado. Además, yo fui quién lo convenció de permitir que ella fuera mi dama de compañía, de resultar perjudicado sería mi culpa. - El Emperador ha investigado el caso y descubrió que la Familia Verdi fue chantajeada para ayudar en mi secuestro. Uno de sus hijos necesitaba asistencia médica urgente, no tenían muchas opciones y la desesperación orillo al Vizconde Verdi a actuar de ese modo.

- Me sorprende que los defiendas. - habló el hombre frunciendo el ceño. - Eres demasiado ingenua e inocente. El mundo te comerá viva.

- Gran Duque, no he perdonado todo. - mis palabras causaron impacto en los presentes, incluso en mi dama de compañía. - La Vizcondesa Verdi y sus hijos no estaban al tanto de las acciones del Vizconde Verdi. Sin mencionar que el Vizconde Verdi intentó protegerme cuando el resto de bandidos intentaron... intentaron... ¡Él me protegió y por eso casi lo mataron! - temblé, dejando que las lágrimas se deslizaran por mi rostro.

Los presentes me miraron abrumados. La Vizcondesa Verdi me sostuvo fuertemente del brazo, mirándome con impotencia. Ellos no tenían por qué saber que eso último era mentira. Mientras pudiera quitar culpa a la Familia Verdi sería más sencillo ponerlos de mi lado.

- Es por eso que el emperador no ha sido indulgente. Ha sido más que justo al no sentenciar a quienes no tienen culpa de nada, ¡Y yo...! A darles una segunda oportunidad. Todos merecen... Una segunda oportunidad.

La pareja amplió los ojos. Por alguna razón mis palabras parecieron abrumarlos, ¿Por qué ahora parecían tan demacrados? O, mejor dicho,... ¿Dolidos?

- Para algunas personas es demasiado tarde. - hablo el hombre con tono sombrío. - Y algún día se dará cuenta de su error.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

- ¡RASHTA!

Girándose sobre mis talones vi a Sovieshu viniendo hacia nosotros.

Sin esperar a que terminé de acercarse deshice mi agarre en la Vizcondesa Verdi para correr hacia él y colgarme de su cuello. - ¡Su majestad! - chillé sintiendo un alivio increíble. Por primera vez estaba feliz de verlo.

- Rashta, ¿Esperaste mucho? - preguntó tomándome por los hombros. Negué con la cabeza y él me sonrió con dulzura, abrazándome y, de manera sutil, susurró en mi oído. - No tengas miedo. Ya estoy aquí.

No me di cuenta hasta ese momento que estaba temblando. La discusión me afectó más de lo que pensaba.

- Gran Duque Rylan. - saludó Sovieshu. - Espero no estar interrumpiendo su conversación.

Desde mi refugio en sus brazos vi la sonrisa encantadora y la mirada afilada que Sovieshu le dirigía al hombre, ¿De verdad se había dado cuenta de la situación?

Con un ligero temblor la pareja hizo una reverencia.

- Para nada, Emperador. Solo estábamos compartiendo una agradable charla. Si nos disculpa. - y sin decir nada más el Gran Duque tomó a su mujer por la cintura y a su hijo de la mano para llevárselos.

Scherl se volteó para dedicarme una triste mirada antes de perderse en la multitud.

- ¡Muy bien! Todos vuelvan a sus asuntos. - ordenó Sovieshu con voz autoritaria y el círculo de personas se dispersó. Fue como si nada hubiese pasado. - ¿Estás bien? ¿Te han dicho algo desagradable? - me preguntó mientras me tomaba de las mejillas con cuidado. - Debí haber llegado antes. Mi primo y su esposa son personas insensibles. Si han cruzado los límites dímelo para poder encargarme de la situación.

- No, no, ... No es necesario, su majestad. - me apresuré a decir con una débil sonrisa. - Tenían curiosidad sobre mi vida, mi pasado y mis objetivos.

Esas palabras lo hicieron fruncir el ceño. Estaba claro que Sovieshu se hizo una idea de lo que pudo haber ocurrido.

- Scherl es encantador, ¿No lo cree? - intenté desviar la conversación.

- ¿Lord Scherl? ¿Lo conoces?

- Lo conocí hoy en la biblioteca, justo después de que usted se fuera. - reemplacé mi expresión afligida por una sonrisa sincera. - ¡Es un pequeño muy inteligente! ¡Y se parece mucho a usted!

- Por supuesto que se parece a mí. Somos familia. - habló con una sonrisa ante la comparativa. - Ha diferencia de sus padres es muy educado y pacífico, al menos siempre he escuchado eso. No obstante, tiene una personalidad demasiado débil y se deja maniobrar por sus padres con facilidad. - tras decir eso pude ver un destello de molestia en sus ojos.

- ¿Su majestad no puede hacer nada? Scherl se ve tan cansado y asustado. Me da mucha pena. 

- La educación que los nobles les dan a sus hijos suele ser muy estricta y severa. Por eso no puedo interferir en la crianza que cada familia aplica a sus hijos. El Gran Duque Rylan Roth de Winchester es miembro de la familia imperial y un noble de rango alto. No se puede hacer mucho... Rashta, ¿Qué ocurre?

No pude contestar. Las palabras murieron en mi boca.

"¡¿El Gran Duque de Winchester?! ¿No era ese el pariente de Sovieshu que enviaba regalos a los emperadores para tratar de ganarse su favor? ¿Aquel que si Sovieshu no tenía un heredero podía subir a su hijo al trono?"

Ahora entendía porque la pareja se mostró tan hostil ante mí. No era un tema desconocido entre los nobles la falta de herederos a la corona. Era una verdadera preocupación ya que implicaba que podría haber algún problema de infertilidad con la emperatriz. Ahora que el emperador tenía una amante que tuvo un bebé y por ende era fértil, las posibilidades de tener un heredero eran altas, lo que por obvias razones disgustaría a los familiares más próximos que tenían intenciones de tomar el trono.

"Si se supiera que el emperador era estéril, ¿Qué pasaría? ¿Podría llevarse una rebelión para hacerse con el poder? De ocurrir Sovieshu podría ser destituido o..."

Miré el rostro de Sovieshu. Sus ojos estaban llenos de preocupación y cariño hacia mí. Una terrible sensación de pánico se asentó en mi estómago junto a un mal presentimiento.

"Sería mejor tratar de evitar que eso ocurra."

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