¡¿Soy Rashta?!

By MurasakiFanfics

34.8K 4K 537

Historia de Reencarnación/Transmigración. Una joven comete suicidio luego de una serie de sucesos desafortuna... More

Prólogo: Un Final y Un Comienzo
Capítulo 1: El Plan
Capítulo 2: Tragedia Inesperada
Capítulo 3: Familia
Capítulo 4: Debutando Ante La Sociedad
Capítulo 5: Giro De Acontecimientos
Capítulo 6: Mi Decisión
Capítulo 7: No Hay Razón Para Arrepentirse
Capítulo 8: Ahora Soy La Amante
Capítulo 9: Planes En Marcha
Capítulo 10: Damas De Compañía
Capítulo 11: ¿Podemos Ser Amigas?
Capítulo 12: Conversación
Capítulo 13: El Príncipe Ha Llegado
Capítulo 15: Banquete De Año Nuevo (parte 1)
Capítulo 16: Banquete De Año Nuevo (parte 2)
Capítulo 17: La Calma Antes De La Tormenta
Capítulo 18: Mal Presentimiento

Capítulo 14: Amistad

925 136 11
By MurasakiFanfics

- ¡Emperatriz Navier! ¡Creo que encontré a mi familia!

Cuando esas palabras fueron pronunciadas por su adorada protegida, Navier no era consciente de que ese sería el inicio de sus problemas, mucho menos de su sufrimiento.

Queriendo honrar los deseos de Evely llevó su caso ante Sovieshu y, luego de una investigación de menos de una semana, se dictó la fecha de la audiencia real.

La primera impresión que tuvo de Lady Rashta, después de fijarse en su extraordinaria belleza, fue la de una dulce joven, respetuosa y de buenos modales pese a haber vivido en esclavitud, que amaba demasiado a su bebé y a quién consideraba su abuelo, llegando a mostrar su adoración por Evely aun cuando apenas se conocían.

Su buen humor al ver el emotivo reencuentro familiar se desvaneció por el repentino cambio en el comportamiento de Sovieshu, el que la terminó interrumpiendo de forma brusca. Navier no sabría explicar la amarga sensación que se instaló en la boca de su estómago; pero la falta de modales de su esposo la hizo sentir ofendida, cosa que intentó enmascarar bajo un semblante estoico.

El resto de la audiencia real se desarrolló sin contratiempos.

Al finalizar le otorgó su bendición al bebé de esa joven que la veía con ojos llenos de admiración. Se atrevió a sonreír ante tales honestos sentimientos y les deseo felicidad desde el fondo de su corazón.

Su sonrisa se desvaneció al presenciar la sonrisa que le dedicó Sovieshu a la confundida joven cuando esta se retiraba junto con su familia. El malestar regresó una vez más al escuchar los planes de Sovieshu sobre organizar un banquete en honor a Lady Rashta que sirviera a la vez como su fiesta de debutante. Teniendo que verlo hacer los preparativos durante una semana.

Más allá de la opresión que se generó en su pecho tuvo un mal presentimiento.

"Quizás... Estoy pensándolo demasiado." - trató de convencerse.



...



Ver a Lady Rashta llegar al palacio imperial acompañada de sus padres y su abuelo fue todo un espectáculo. Casi de inmediato las miradas se posaron en ella y fue repleta de alabanzas y preguntas que fueron recibidas y contestadas de forma humilde.

Llegada la hora del baile, Navier y Sovieshu bailaron juntos el primer baile siguiendo las costumbres, aunque pudo notar que la atención de su compañero estaba en otro lugar. Una vez la canción terminó, Sovieshu no tardó ni un segundo en dirigirse a donde Lady Rashta bailaba alegremente con su abuelo para pedirle acompañarlo a bailar la siguiente pieza. Por supuesto, para Navier debía ser comprensible al ser Lady Rashta la invitada de honor; pero la ansiosa emoción que desbordaba Sovieshu la hizo volver a experimentar el mismo malestar.

Navier recibió la orden, más bien el pedido, de bailar con el Vizconde Gilimt. Sería una falta de cortesía rehusarse así que accedió. Quiso pensar que para Sovieshu era lo mismo y que por pura educación invitó a Lady Rashta a bailar, era la invitada de honor, después de todo.

No supo en qué momento Sovieshu y Lady Rashta habían desaparecido.

Sin deseos de bailar con nadie más fue a donde sus damas de compañía para conversar.

- Tal parece que para el Emperador esa chica es muy agradable. - comentó la Condesa Elisa con expresión preocupada.

A Navier le llamó la atención su comentario. - ¿Para el Emperador?

- Organizó este banquete exclusivamente para ella y ha sido atento desde que llegó.

- Yo no veo nada malo con eso.

- ¡Usted no sea tan ingenua su majestad! - protestó Laura con irritabilidad. - Es obvio que hay algo entre ellos dos, ¡Ugh!

- ¿Es en serio? - Navier no estaba muy segura de esa afirmación. En especial después de ver la clara incomodidad de Lady Rashta cuando Sovieshu la invitó a bailar.

- La verdad es que nosotras solo se lo estamos contando porque nos preocupamos por usted, su majestad. - habló con calma la Condesa Eliza mientras le entregaba una copa de vino. - Sería un alivio si todos estos presentimientos fueran en vano.

- Ya veo.

Navier pensó profundamente que, incluso si las sospechas eran verdad, ella no podría hacer nada al respecto. El Emperador estaba en todo su derecho de tener una amante. Eso era algo que sabía y aceptó desde hace mucho tiempo.

- ¿Quiere que investiguemos algo sobre ella? - indagó Laura.

Esa no sería buena idea. Si el pasado de esclava de Lady Rashta salía a la luz sería el blanco de la lastima y/o burla de otros.

- No, pero aún así les agradezco. - respondió con una sonrisa. - Estoy segura que él solo ha sido atento con ella porque... - sus palabras se fueron apagando conforme Sovieshu se acercaba con una enorme sonrisa. Sintió un dolor punzante en el corazón. - Porque él es una persona muy compasiva.

Entendiendo que debían darle espacio la Condesa Elisa y Laura regresaron a la mesa de bocadillos.

Sovieshu tomó asiento junto a Navier con la mirada fija en el salón de baile. Su emoción y exaltación eran claramente visibles.

Navier examinó minuciosamente entre los invitados, solo para darse cuenta que Lady Rashta no se encontraba por ningún sitio. De hecho, su familia la estaba buscando, preguntando a otros invitados y mirando por los alrededores.

- Su majestad, ¿Sabe donde está Lady Rashta?

La pregunta que pretendía ser inocente borró la expresión jovial de Sovieshu, transformándola en una expresión fría y distante.

- Ah, ¿Qué te hace pensar que lo sé?

- Bailaron juntos antes de que ambos desaparecieran. Naturalmente asumí que sabrías donde se encuentra.

Sovieshu guardó silencio.

Navier empezó a contagiarse de la misma frialdad de su esposo y le miró con seriedad. Algo en los ojos de Sovieshu pareció llenarse de amargura, como si se hubiese dado cuenta de algo que lo molestó.

- ¿Su majestad?

- Suficiente. Debe haber otros temas más importantes para discutir.

- "Oh" - se llevó su copa a los labios para beber con calma. - "Ese tono es una advertencia."

Volvió a centrar su atención en la pista de baile, viendo el momento en que la Duquesa de Tuania llevaba consigo a quién parecía ser Lady Rashta, ocultando el rostro de la joven con su abanico y dirigiéndose en dirección de los baños.

"Significa que yo no puedo, de ninguna forma y bajo ningún pretexto, preguntar nada más al respecto."



...



Navier había terminado de arreglarse para dormir cuando sus damas de compañía la volvieron a interrogar.

- Su majestad. - la Condesa Elisa la llamó con cuidado. - ¿El Emperador le dijo algo?

- No. Él solo... - bajó la mirada con pesar. - No tenía mucho que decir al respecto.

Hubo un momento de silencio.

- Si él no dijo nada estoy segura que usted no se vería tan triste como lo está, su majestad. - la consoló la Condesa Elisa.

- Esta bien, majestad, cuéntenos. Así también nosotras estaremos preparadas para lo que sea. - la animó a hablar Laura con una sonrisa.

Navier no sabía que decir al respecto, por lo que respondió a duras penas. - Quería saber donde estaba Lady Rashta. Él se disgustó mucho cuando yo seguí preguntando.

- ¡¿QUÉ?! - rugió Laura.

La Condesa Eliza trató de calmarla; pero la furia de la joven se había desatado.

- ¡Su majestad! Eso es lo que mi padre solía hacer cuando empezó a tener una aventura, ¡No hay ninguna excusa! ¡Eso es lo que los hombres hacen cuando empiezan a engañar! ¡Y una de las señales de cuando se ponen a la defensiva es que alzan la voz! Si él realmente no está haciendo nada malo, ¿Por qué se molesta cuando le preguntan sobre eso?

- Ya, ya, tranquila. - volvió a tranquilizarla la condesa dándole palmaditas en la espalda. - Yo creo que es mejor que salgas afuera, tomes un poco de aire y vayas a dormir primero, Laura.

Aunque reacia al principio Laura terminó por aceptar, se despidió con un "buenas noches" y se retiró a sus habitaciones. Una vez ya a solas la Condesa Eliza dejó salir un suspiro para dirigirse a hablar con la Emperatriz.

Por supuesto, esa conversación no fue una sorpresa para Navier. Su madre le había aconsejado hace mucho tiempo al respecto. No importaba que hubiera una amante, ella sería la emperatriz sin importar qué. Eso no hacía que dejara de doler.

La Condesa Eliza se quedó a su lado, confortándola, hasta que fue momento de retirarse.

Navier se dejó caer sobre su amplia cama. El banquete fue estresante y agotador. No debería desperdiciar horas de sueño llenándose de pensamientos pesimistas cuando había tanto por hacer en la mañana.

Horas más tarde despertó de manera abrupta gracias a los toques desesperados en su puerta. Las voces de Laura y la Condesa Elisa, junto a algunos guardias, la alarmaron y le hicieron darse cuenta que algo malo acababa de pasar.

Decir que estaba sorprendida al enterarse del intento de secuestro de Lady Rashta y el casi asesinato del Vizconde Gilimt sería quedarse cortos. El pobre hombre había sido molido a golpes, sus ropas estaban ensangrentadas y sus nudillos lastimados, signo del intento por defenderse. La dulce joven, antes tan deslumbrante en la fiesta, ahora reposaba en la cama de su habitación designada con la pierna envuelta en vendajes, golpes visibles en todo el cuerpo y una fiebre muy alta, que pese a estar inconsciente llamaba entre sollozos y balbuceos el nombre de su hijo una y otra y otra vez.

La Vizcondesa Marsha y Lord Pix lloraban desconsoladamente, rezando por la salud de sus seres queridos.

Era una escena desgarradora.

Todo mal sentimiento que Navier pudo haber empezado a albergar en su corazón por Lady Rashta se desvaneció en un parpadeo.

Su indignación por aquel terrible crimen solo aumentó al descubrir la identidad de los bandidos. Nobles, ¿Cómo era posible? No la única en sentirse de ese modo, Sovieshu estaba hecho una furia y mandó a encarcelar a esos hombres de inmediato, decisión que Navier aprobó pese a que uno de esos tipos era el esposo de una de sus damas de compañía.

Cuando Sovieshu decidió que la Familia Iskua permaneciera en el palacio para asegurarse de su protección no se opuso, de hecho, estuvo de acuerdo. También lo estuvo al permitir que los Caballeros Transnacionales llevasen a cabo las investigaciones e interrogatorios iniciales.

Este era un asunto demasiado serio para ser ignorado.

Un par de días después de que Lady Rashta despertara, decidió visitarla.

- ¡Mi Emperatriz! - pronunció la joven con sorpresa a penas la vio ingresar a la habitación. Se esforzó por inclinar su cabeza y torso en un intento de reverencia, con su pequeño bebé en brazos.

A su lado Evely y Lord Pix, que cuidaban de la joven, la reverenciaron.

- No hace falta, Lady Rashta. - Navier no quería que sobre esforzara a su cuerpo. La principal razón por la que no vino a visitarla antes fue para que pudiese descansar. - Vine a ver como te encontrabas.

Con una amplia sonrisa la joven respondió. - Me hace muy feliz que se preocupe por mí, mi emperatriz. Me encuentro mejor gracias a los cuidados de sus majestades. - sus ojos rebozaron de emoción. - ¡En serio, muchas gracias, mi emperatriz!

Navier estaba entre sorprendida y alagada. El nivel de admiración que desprendía Lady Rashta hacia su persona era tan grande que se filtraba por cada uno de sus poros. Sabía que ella fue una de las que la reunió con su familia y brindó protección al dejarles quedar en el palacio; pero eso también lo hizo el emperador y Lady Rashta no mostraba ese mismo trato devoto hacía él, ¿Qué es lo que ella habría hecho para ganarse ese nivel de respeto por parte de la joven?

Si bien aún se sentía conflictuada por las acciones de Sovieshu, decidió separarlas de las de Lady Rashta, que era inocente en todo sentido. Hacía una persona que transmitía sentimientos tan puros hacia su persona como lo hacía esta joven, ¿Cómo podría sentir algo negativo?

- Sí, su majestad. No sabe cuanto les agradezco por cuidar de mi niña. - agregó Lord Pix ahogando un sollozo.

- Emperatriz. - Evely llegó al lado de su madrina. - No se como pagarle por hacer esto por mi familia. - se talló lo ojos limpiando sus lágrimas.

Navier no sabía como consolar a tantas personas emocionales. Solo pudo asegurarles que no le debían nada y prometer que haría lo mejor posible por brindarles la ayuda que necesitaban.

Fue de esa manera que pasó el tiempo y mientras la recuperación de Lady Rashta y el Vizconde Gilimt progresaba con éxito, la investigación sobre el atentado en el palacio se complicó, lo que había llenado a Navier de papeleo tras papeleo y su tiempo libre se redujo considerablemente, lo que la obligó a estar en su oficina la mayor parte del día. Ni siquiera pudo volver a visitar a la Familia Iskua para saber si se encontraban cómodos.

Tras un par de semanas al fin pudo tomarse un respiro y fue a su lugar especial en los jardines del palacio para relajarse, ¿Quién podría haber adivinado que ese mismo día y lugar se encontraría con Lady Rashta que había salido a pasear en compañía de su familia?

Para Navier, a quién se le consideraba una persona fría y seria, tener a alguien que la trataba con tanta naturalidad sin llegar a perderle el respeto era un sentimiento por completo nuevo, ¿Era esto lo que se sentía al tener una amiga?

Luego de eso se encontró con Lady Rashta en muchas otras ocasiones. Pudo confirmar lo agradable que era la presencia de la joven cuando la Condesa Eliza y Laura, que se mostraban un poco reacias a acercarse a ella en un inicio, terminaron por llevarse bien con Lady Rashta.

- Para mí, mi emperatriz es una preciada amiga. - fue la sincera confesión de Lady Rashta en una de sus muchas charlas.

Navier sonrió sin reservas al escucharla.

"Quizás tener una amiga no sea tan malo."



...



"Sí lo fue."

- ¡Su majestad!

- Es tal como nosotras estábamos sospechando, su majestad, ¡El Emperador va a convertir a Lady Rashta en su amante!

Navier se tomó unos segundos de pausa. - ¿Lo hará?

- Mientras usted estuvo todo el día lidiando con asuntos de estado el Emperador estuvo ocupado preparándola a ella para hacerla su amante. - Laura a penas si podía manejar su indignación.

Navier sabía acerca de las visitas frecuentes del Emperador a Lady Rashta. Los rumores nunca eran sutiles con este tipo de cosas. Aunque también sabía, por estos mismos rumores, que Lady Rashta parecía no disfrutar de estas visitas, huyendo del Emperador tanto como le fuera posible, perdiéndose por los pasillos del palacio y comentando cuan abrumada y temerosa se sentía ante la presencia del emperador. Eso le hizo pensar a Navier que no tenía nada que temer.

"Yo he estado preparándome para cuando Sovieshu decidiera convertirla a ella en su amante... Pero no me imaginé que Lady Rashta aceptaría."

El terrible malestar que había experimentado hace dos meses atrás regresó con más fuerza que nunca.

- ¿Cuándo se hará oficial? - preguntó intentando no perder su semblante.

La Condeza Eliza soltó un suspiro. - De acuerdo con los rumores, lo más pronto posible, creo que al finalizar esta semana.

Esos días los pasó sin poder concentrarse.

No sabía lo que le molestaba más. El que Sovieshu no le comunicara su decisión o el que, desde que se enteró, Rashta no había abandonado su habitación como si quisiera evitarla.

Por eso fue que, cuando se enteró que Rashta fue llevada donde el Barón Lant para firmar los papeles que la convertirían en la amante oficial del emperador, se apresuró a darle el encuentro. Tan solo quería hablar con ella y aclarar las cosas. Si era honesta, no sabía que es lo que exactamente pretendía. Lo que no había esperado era que Rashta se arrojaría al suelo nada más verla, rogando por su perdón y escapando antes de que pudiera decirle algo. Pese a su intento por llamarla o intentar alcanzarla no pudo evitar que la joven huyera desconsolada, viéndose obligada a retirarse al notar las miradas de los presentes sobre ella.

- ¿Por qué lloraría de esa manera?

- ¡Debe ser la culpa su majestad! Por haber traicionado su confianza. - teorizó Laura con enojo. - Fingir ser su amiga para apuñalarla por la espalda, ¡Que cruel!

- No creo que ese sea el caso, Laura. - expresó la Condesa Elisa.

- Tampoco lo creo. - estuvo de acuerdo Navier. - "Esas lágrimas eran genuinas."

Estuvo a punto de decir algo más cuando la puerta fue abierta de golpe.

- ¡Su majestad, El Emperador...!

El guardia que custodiaba la puerta trató de hacer la presentación; pero el andar rápido de Sovieshu y la mirada llena de furia le hizo entender que debía guardar silencio. Al igual que él las damas de compañía se tensaron y rápidamente se retiraron de la habitación para dejar a la pareja imperial a solas.

- ¿Majestad? - Navier estaba confundida por su comportamiento. - ¿Qué lo trae por aquí ha esta hora?

- ¡¿Por qué has cambiado tanto?!

- ¿Qué yo he cambiado?

- Me refiero a lo que pasó con Rashta.

Navier estaba todavía más confundida. Ella debería ser la enfadada, no él.

Frotándose la cien por un dolor de cabeza que amenazaba con llegar, respondió. - Ah, sí. Felicidades por volverla su amante. Si su majestad me lo hubiese comunicado podría haber ofrecido mis felicitaciones antes.

- ¡¿Es por eso que la insultaste?! ¡¿Porque la convertí en mi amante?!

Los ojos de la rubia mujer se abrieron de par en par. - Yo no la insulté.

- No intente negarlo emperatriz. Yo escuché lo que pasó en la tarde. - se jactó como si le vieran la cara de tonto. - Hay muchos testigos que afirman haber visto a Lady Rashta salir llorando luego de hablar con usted.

- Eso es un malentendi...

- ¡Si la hubieses dejado en paz yo no estaría aquí en primer lugar!

- Su majestad. - Navier se tornó más fría. - Le he dicho que eso es mentira.

Sovieshu la miró irritado. Era evidente que no le creía.

- No tengo motivos para insultarla o hacerla llorar, ¿Por qué lo haría?

- ¿Lo estás negando? Rashta es su rival en el amor, después de todo.

El ambiente se tornó pesado y sombrío.

"¿Rival en el amor?"

Un dolor casi asfixiante se instaló en su pecho.

Por alguna razón sus piernas se tornaron débiles y sintió un nudo en la garganta.

- Su amante no es mi rival en el amor. - sentenció con voz dura y cortante, estampando su mano contra la mesa de madera a la mitad de su habitación. - Usted no es mi amor, ¿Así que como ella podría ser mi rival? Lo que pase entre usted y su amante no es de mi incumbencia. - se giró dándole la espalda. - Me cansa siquiera pensar en eso. Así que no me involucre nunca más.

Ardiendo en furia, aunque con el ceño fruncido en una mueca de dolor, Sovieshu permaneció en silencio, quedándose de pie en medio de la habitación y viendo a Navier salir por la puerta con aire indignado.

Navier no llamó a sus damas de compañía. Deseaba estar sola.

Caminó hasta llegar a los jardines desplomándose al llegar a su silla especial, donde por fin dejó salir la maraña de sentimientos que estuvo reteniendo y los dejó fluir por medio de lágrimas.

"No se supone que una emperatriz llore por este tipo de cosas."

Pese a que esos eran sus sentimientos le fue casi imposible retener sus sollozos.

Sentía que lo había perdido todo.

Su esposo. Su amiga. Su reputación.

En ese momento de desesperación absoluta escuchó un sonido. Al principio no supo identificarlo, fueron solo segundos después que captó que se trataba del sonido de un aleteo.

"¿Un pájaro a estas horas?"

Levantando la cabeza sus ojos se ampliaron. Una lluvia de plumas doradas cayó sobre ella y, en medio de ellas, una hermosa ave de espectacular plumaje bajaba del cielo hasta su altura. En medio de su fascinación alzó el brazo por inercia, siendo gratamente sorprendida cuando aquel hermoso ser se posó con delicadeza, casi como si quisiera evitar lastimarla con sus garras.

Ese momento se sintió casi mágico.

Parpadeó varias veces para ajustar su visión que había quedado empañada, limpiando con su otra mano los rastros de lágrimas de su rostro.

- ¿Será la mascota de algún noble? - se preguntó curiosa acariciando a la hermosa ave que recibió las caricias gustosamente. Mirándola bien notó que tenía algo atado a su pata. - Oh, una nota.

Al desdoblar el papel pudo leer la siguiente línea: "Soy un invitado que llegará muy pronto al palacio. Estaré allí para la ceremonia de Año Nuevo. Y estoy escribiendo esta nota mientras estoy ebrio."

Navier no pudo evitar sonreír con diversión.

El ave pareció curiosa por su reacción e inclinó su cabeza para ver la nota en su mano.

- ¿También quieres saber lo que escribió tu dueño? - bromeó.

En respuesta el ave grazno.

Navier se rio un poco. - Quizás debería mandarle un regaño a tu dueño para que sea más responsable. Podrías haberte perdido en este enorme jardín.

Buscando entre las cosas, que de por si tenía guardadas en su silla, sacó una pluma, tinta y un nuevo papel para escribir: "Su ave vino hasta mí. Si ella puede encontrar el camino de vuelta, me sentiré aliviada, ya que eso significa que es mucho más inteligente que su ebrio dueño."

- Muy bien. Esa es mi respuesta. - satisfecha, acarició al ave nuevamente. - Oh, que linda.

Una vez ató la nueva nota en la pata del ave Navier la contempló, temiendo ser la última vez que la vería. El hermoso animal pareció entender su pesar y se inclinó hacia adelante para verla al rostro.

- Oh, ¿Lo notaste? ¿Qué estaba llorando? - le preguntó con ternura aun cuando sabía que no obtendría respuesta. - Te voy a contar algo. Este es mi lugar secreto. A veces vengo aquí para llorar cuando me siento mal. Pero es un secreto, ¿Entiendes?

En respuesta el ave palmeó su mejilla con su ala. Se sentía igual a una caricia.

Conmovida, Navier se inclinó para besar al ave en su cabeza, sin notar la exaltación de la misma. - ¿Estás tratando de hacerme sentir mejor? Que amable eres. - la abrazó con delicadeza. La tención en el cuerpo del ave se volvió aun más fuerte. - Gracias por venir a verme. Ahora estoy de muchísimo mejor animo gracias a ti.

Dándole espacio vio al ave alzar el vuelo.

- Espero que vengas a visitarme de nuevo. - con una sonrisa se despidió de aquel hermoso animal que se alejaba volando en la inmensidad de la noche. - ¡Ten cuidado! ¡Y no te pierdas!

Navier permaneció de pie en el lugar hasta que no pudo ver al ave más.

Percatándose de que comenzaba a soplar el viento decidió regresar a su habitación. El pesar que sentía hasta hace poco se había desvanecido y al recostarse se quedó dormida de inmediato. Solo tuvo sueños tranquilos.

Poco pudo haber sabido que no había sido la única persona en llorar esa noche. Una estando encerrada en un baño y la otra a los pies de la puerta del mismo. A diferencia de Navier, ninguno de los dos tuve dulces sueños.



...



Sovieshu se disculpó al día siguiente.

Si bien hubiera preferido a que lo hiciera el día anterior, de esa manera no habría llorado, estaba agradecida porque él reconociera su error... Al menos, así fue hasta que se enteró que la única razón por la que Sovieshu se estaba disculpando es porque Rashta aclaró el malentendido y había llorado por ocasionar una pelea entre la pareja.

"Nos hemos conocido desde niños y hemos sido esposos por años, ¿Cómo puede creerle más a ella que a mí?"

Muy a su pesar e ignorando su malestar aceptó sus disculpas.

Era lo que se esperaba de una emperatriz.

No pasó ni un minuto después de que Sovieshu se retirara para que unos toques en la puerta llamaran su atención.

- Adelante. - llamó y se sorprendió al ver a la persona del otro lado de la puerta. - ¿Evely?

- Su majestad. - sollozó la muchacha corriendo hacia ella para abrazarla.

- ¡Lady Evely! ¡Sus modales! - la corrigió la Condesa Elisa.

- Esta bien. - aseguró Navier acariciando la cabeza de su ahijada. - Evely, ¿Qué ocurre?

- Mi hermana. - pronunció con dolor. - ¡Ayude a mi hermana, por favor!

Tuvo un mal presentimiento al respecto.

Supo que había acertado al enterarse de la manera en que Rashta había sido manipulada y chantajeada por el emperador para convertirla en su amante. La Condesa Elisa y Laura estaban anonadadas, esta última sollozando y pidiendo perdón por dudar de Rashta.

- Te prometo encontrar la manera de solucionar esto. - le aseguró con firmeza.

Evely le agradeció repetidamente volviendo a abrazarla. Navier le devolvió el gesto, apretando la mandíbula con tanta fuerza que la sintió entumecida.

Todavía se encontraba incrédula. No obstante, la certeza de la posible verdad estaba calando en su cerebro poco a poco. Navier sabía que confrontar a Sovieshu podría traer consecuencias, aun así, no tenía otra manera de confirmar las palabras de su ahijada más que sacándolas de la boca de su esposo, por lo que fue a verlo a su oficina.

Cuando las palabras "Contrato" y "Chantaje" fueron dichas en voz alta empezaron los gritos.

Era como si Sovieshu no se diera cuenta de que lo que había hecho podía considerarse un crimen. A sus ojos, mientras Rashta hubiese aceptado ella estaba dando su consentimiento y no podía considerarse una extorsión. Sovieshu pensaba que la única razón por la que Navier estaba enfadada es porque se sentía celosa y eso solo los hizo discutir aún más.

Finalmente, cuando la discusión alcanzó un punto critico Sovieshu terminó el asunto con la siguiente frase. - Tu misma lo dijiste ayer, emperatriz. Lo que pase entre mi amante y yo no es de tu incumbencia. Así que no te involucres más.

Navier se quedó anonadada. Abandonó la oficina de Sovieshu no sin antes decir. - Si Lady Rashta resulta lastimada no será a causa mía. - lo miró con frialdad. - Si algo llega a sucederle será enteramente tu culpa y te aseguro que no te lo voy a perdonar.

Tras esa amenaza se fue con el alma pendiendo de un hilo.

¿Qué había pasado con su fiel amigo? ¿Aquel que cuando eran niños siempre aborreció está clase de actos deplorables?

"Ya no lo reconozco. No puedo reconocerlo más."



...



Pese a la promesa que le hizo a Evely no había mucho que Navier pudiera hacer para liberar a Rashta. Ella había firmado un contrato y dio su consentimiento, por lo que Navier no podía ir contra Sovieshu.

Le habría gustado poder charlar con ella; pero desde ese día en que se la encontró en los pasillos no volvió a verla. Gracias a Evely supo que Rashta prefirió quedarse encerrada en su habitación por vergüenza y temor de verla al sentir que había traicionado su confianza.

"Fue puesta en una difícil situación y forzada a tomar una decisión. Tuvo que poner el bienestar de su familia por sobre todo lo demás. Ella no quiso traicionarme. No debería de tener que sufrir en silencio."

En un intento por hacerle entender a la joven que no había rencores y que seguía viéndola como a su amiga decidió darle un regalo para recibirla como miembro de la familia imperial.

No recordaba haber visto a Rashta usando joyas o vestidos muy ostentosos, fuera de su baile de debutantes, así que no parecía tener un gusto por ellos. Haciendo memoria de conversaciones anteriores entre ambas, recordó cuando tocaron el tema del perro que Navier tuvo en su infancia y como Rashta había escuchado la historia con emoción, indicando cuanto le hubiese gustado tener una mascota como esa. Decidida, Navier contactó con un criador de perros para conseguir un cachorro y lo envió con un mensajero.

No obtuvo una respuesta por mucho que esperó. Pensó que quizás Rashta aun estaba demasiado avergonzada para verla en persona, por lo que decidió no presionarla, más tarde descubriría por boca de la propia Rashta que fue porque pensó que era un regalo del emperador, ya que no creyó que Navier la perdonaría por su "traición".

Cuando ambas volvieron a hablar quedó claro que la amistad que formaron durante todo ese tiempo no volvería a ser la misma. Era triste, muy triste; pero ambas eran lo suficientemente realistas para saber que, debido a sus actuales posiciones como la esposa y la amante, era mejor si no se relacionaban demasiado para evitar más malos entendidos.

Navier tuvo que ponerle una pausa indefinida a su primera relación de amistad, a parte de la que compartió con Sovieshu y a la cuál veía por completo perdida, lo que la hizo sentir más sola que nunca. Fue justo en ese momento en que, sin saberlo, otra nueva amistad surgiría con el inesperado regreso de la hermosa ave que contempló varias noches atrás.

Al recibirla en su balcón descubrió una respuesta a su anterior mensaje atada en su pata y mientras la Condesa Eliza y Laura hicieron más de un comentario halagador sobre el animal, Navier desenvolvió la hoja para leerla.

"Me gusta pensar que soy mucho más inteligente que un ave."

Divertida por la ocurrencia de esa persona y sin pensarlo demasiado, Navier decidió responder al mensaje. De esa forma y sin que se diese cuenta empezó a volverse un habito recibir y responder a las cartas de esa misteriosa persona. No es como si estuviese haciendo algo indebido para detenerse.

Su vida los últimos meses se sentía tan amarga y desoladora que cuando llegaba un nuevo mensaje junto a la hermosa ave, a la que terminó nombrando REINA, su corazón no hacía más que brincar de alegría, sintiéndose reconfortada.

- "Esa persona dijo que vendría para el banquete de año nuevo." - pensó con inesperada emoción cuando finalmente la fecha había llegado.

Siguiendo la tradición, fue a recibir a los invitados en compañía de Sovieshu. Desde su última discusión no habían vuelto a cruzar palabra y se evitaban lo más que podían, solo viéndose en asuntos oficiales, dejando incluso de comer juntos en esas raras dos ocasiones a la semana. Aun así debían fingir tener una buena relación a ojos de la sociedad y por eso recibieron a los invitados con fingidas sonrisas.

Allí fue donde conoció al famoso Príncipe Henry del Reino Occidental. Los rumores no se equivocaban en cuanto a su gran belleza y sus buenos modales. Lo primero que hizo el joven al conocerla fue arrodillarse ante ella y tomar su mano con suavidad, depositando un beso sobre sus nudillos que se sintió muy íntimo por alguna razón.

- Es un honor por fin conocerla, mi reina. - saludó con una gallarda sonrisa.

El corazón de Navier saltó.

El mensaje de la noche anterior llegó a su mente: "Mañana llegaré temprano al palacio imperial. Estoy ansioso por conocerla, ¿Puede adivinar quién soy?"

Relacionando ese mensaje con las palabras de "Por fin conocerla" y "Reina" que acababa de decir el Príncipe Henry hicieron que una creciente anticipación empezara a tomar fuerza en su pecho.

"Este hombre podría ser... ¿El dueño de Reina? ¿Podría ser... mi amigo por correspondencia?"

Pese a las tantas preguntas que tenía, debía seguir cumpliendo con su deber y recibir al resto de los invitados. Respondió cortésmente al saludo retirando su mano de la del joven con suavidad y retomó su habitual frialdad que la caracterizaba. Lejos de parecer intimidado, el Príncipe Henry le ofreció una intensa sonrisa y se dejó conducir a su habitación por la servidumbre.

Esa noche Navier esperaba que Reina apareciera para enviar un mensaje; pero no llegó, lo que la hizo sentir decepcionada.

Al día siguiente se encontró cara a cara con el Príncipe Henry cuando estaba saliendo de su oficina. El joven había tomado la iniciativa de buscarla para pedirle un tour por el palacio. Como era un pedido de parte de un integrante de la realeza y al ser una buena oportunidad para confirmar sus sospechas, aceptó sr su guía.

Durante su recorrido conversaron sobre ciertas cosas que la hicieron estar casi segura de que él era la persona con la cual había estado platicando por tanto tiempo.

Iba a preguntar al respecto cuando un alboroto llamó la atención de ambos.

Lo que sucedió a continuación fue todo un espectáculo. Desde la persecución del cachorro, la inesperada amistad entre el Príncipe Henry y Lady Darta, la incomodidad de Rashta hasta el desconcierto de Navier. Cuando finalmente se despidieron de los demás y ambos pudieron seguir con el recorrido, ella estaba tan abrumada que no preguntó sobre las cartas, concentrándose más en saber el origen de la amistad entre el príncipe y la comandante de la 6° División de Caballeros Transnacionales, lo que la llevó a enterarse de parte de la historia, siendo que respetó la decisión del joven de no entrar en muchos detalles.

De esa forma terminaron el recorrido entrada la tarde, teniendo que despedirse para regresar a sus respectivas habitaciones y arreglarse para esa noche. Navier se recordó a sí misma confirmar si el Príncipe Henry era su amigo por correspondencia la próxima vez que lo viera.

Usando un elegante vestido dorado se presentó de la mano junto a Sovieshu, que vestía un trajo a juego con ella, para dar inicio al Banquete De Año Nuevo.

Notó entre los invitados caras conocidas, entre ellas a Rashta, que conversaba con algunos nobles. A muy pocos metros de la joven la Familia Iskua se encontraba sentada en una mesa y recibían a una muy alterada Evely. Si esto se le hizo extraño la terminó por sorprender que su ahijada tuviera a Ian en brazos. No era muy común que los nobles trajeron a sus hijos más pequeños al banquete por temor a que no se comportaran correctamente, mucho menos traerían un bebé que en cualquier momento podía llorar. Parecía ser que Sovieshu le había tomado el suficiente afecto al hijo de su amante para permitirle traerlo con ella, era la única explicación que tenía, lo que hizo que a Navier le doliera el corazón.

"Sovieshu siempre quiso ser padre."

Apretando los labios intentó eliminar su malestar, ¿Quién habría pensado que solo estaba por incrementar?

- ¡RASHTA!

Navier abrió los ojos como platos cuando Sovieshu soltó a la mitad de las escaleras y bajarlas corriendo, yendo al encuentro de su amante mientras la llamaba por su nombre, siendo recibido por una Rashta que se lanzó sobre él y que envolvió sus brazos alrededor de su cuello para fundirse con Sovieshu en un abrazo.

Sintiéndose incapaz de seguir viendo esa escena Navier optó por apartar la mirada y se dirigió a tomar asiento en su lugar, intentando ignorar el dolor punzante en su corazón, oyendo los murmullos de los invitados que no les importaba lo que ella pudiera sentir al escucharlos.

Otro día más y otro día en que debía fingir que todo estaba bien.

¿Era tan malo solo... desear desaparecer de este lugar?

Cuando el anuncio para que el baile iniciara se dio, Navier se recostó contra su asiento cerrando los ojos, a sabiendas que Sovieshu no le pediría compartir el primer baile con él como siempre lo hicieron, ahorrándose el malestar de contemplar a la feliz pareja. Lo que ellos dos nunca podrían volver a ser.

"Estoy cansada."

Sus amargos pensamientos fueron cortados por una encantadora voz.

- ¡Aquí está mi reina! He estado buscándola por todo el salón.

Navier abrió los ojos descubriendo al Príncipe Henry arrodillado frente a ella y ofreciéndole una rosa roja. - ¿Es usted una buena bailarina, su majestad? - preguntó con una encantadora sonrisa.

La sorpresa de Navier fue tanta que no pudo ocultarla.

Al ser la emperatriz se suponía que nadie más que el emperador podía sacarla a bailar primero. Aceptar la invitación de otro hombre podría ocasionar rumores extraños.

Pero...

Aceptando la rosa, Navier asintió. - Me encantaría.

Tomando su mano ambos se dirigieron al medio del salón para comenzar a bailar. Muy pronto la amistosa charla que surgió entre sus elegantes movimientos la hicieron olvidar su tristeza, llenándose en su lugar con la certeza y el regocijo de por fin conocer en persona al amigo que había alegrado sus oscuros y tristes días con unas simples cartas y una hermosa ave.

Al final, no había sido tan malo estar en este lugar.

Continue Reading

You'll Also Like

90.8K 8.9K 65
👁️⃤ 𝘖𝘯𝘦-𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴, 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘴, 𝘏𝘦𝘢𝘥𝘤𝘢𝘯𝘰𝘯𝘴 𝘦 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴 con los personajes de la serie: «🇬 🇷 🇦 🇻 🇮 🇹 �...
381K 36.2K 61
La noticia de que Red Bull se arriesgo al contratar a una mujer para que reemplace a Sergio Pérez luego de su repentina salida del equipo, ronda por...
299K 25.8K 73
Agustina Ortiz,hermana menor de Valentina Ortiz es una Omega recién ingresante a la secundaria,ser Omega no es fácil menos a esta edad (historia crea...
133K 21.4K 50
Yoongi un alfa que nació en una familia de dinero, en la cual tenían esclavos. Esta historia se basa en el siglo XV donde la venta y compra de esclav...