A pesar de todo

By Valeria_Vanegas

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Ashley está cursando su último año, lo que implica elegir una carrera para la universidad. ¿El problema? Ning... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20

Capítulo 13

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By Valeria_Vanegas

Narra Ashley.

Entierro el tenedor tan fuerte que ocasiono el molesto chirrido del plato debido al metal. Pero me da igual, porque me siento tan idiota en estos momentos por el drama que hice anteriormente.

Es que... ni siquiera sé por qué me importa tanto el hecho de que no me hable, o simplemente no se ría de uno de mis chistes. Es tan estúpido. Él no, yo. Bueno, él tampoco está lejos de esa palabra.

Me frustra, de verdad. Me frustra el hecho de que nunca platique conmigo, pero más me frustra tener sentimientos respecto a eso. ¡Lo conozco hace poco y ya estoy histérica por alguna razón!

Ya cansada de esta absurda batalla mental, revuelvo la lasaña una y otra vez. Tenía tantas ganas de comerla, maldita sea. Ahora por el enfado solo quiero seguir apuñalandola.

Jayden se levanta y lleva el plato hasta el lavaplatos, donde lo lava rápidamente. Evelyn intenta hacerlo mismo, pero al ser tan bajita, su hermano termina haciendo por ella. Parece que es el único ser humano que soporta.

—¿No vas a comer más? —Pregunta el moreno con la mirada en mi plato.

Me incorporo, pero no digo nada al respecto. Guardo mis sobras en la nevera junto con lo que quedó para Dan y Ellie.

—Muchas gracias por la comida. —Agradece la pequeña con una enorme sonrisa—. Estaba delicioso.

—No hay de qué. —Sonrío para ella de forma automática.

—¿Puedo seguir pintando?

—Claro

Y sale disparada hacia la sala.

Jayden se recuesta sobre la encimera con el ceño completamente fruncido. Desvío mi mirada sobre él y continúo lavando los trastes. Por alguna razón su cuerpo se sitúa junto al mío y me tenso de pies a cabeza. Por el rabillo del ojo observo que agarra uno de los trapos y empieza a secar los platos.

—Cocinas muy bien.

Asiento lentamente. ¿De qué va o qué?

—Mira —empieza con voz frustrada—, no me caes mal ni me aburres o me irritas, pero puedes notar que no soy de hablar mucho. No sé si debo seguir la conversación y ni mucho menos cómo. Con el paso del tiempo he notado que las personas solo hablan por cortesía y eso me fastidia. ¿Para qué me hables si solo es para no quedar mal? Es una estupidez. Así que, bueno, he desarrollado esa habilidad de no hablar. Se me dificulta tener charlas con personas que no conozco, más que nada porque me dan igual —confiesa—. Puedes notar que con las únicas personas que me llevo socialmente bien, son Alek y mi hermana. Y pues nada, lo siento, porque no mereces que te trate así sabiendo que me hablas porque te nace.

Trago con dificultad, porque, nuevamente, no me esperaba esta disculpa.

—Yo... —carraspeo—... Yo creo que debo disculparme. No debo obligarte a hablar solo porque yo quiero que hables, así que no te sientas obligado.

—No me siento obligado —asegura—, solo es un poco extraño.

Asiento.

—Solo avísame cuando no quieras hablar. Sé que a veces parezco cotorra.

—Claro —ríe nasalmente.

Por alguna razón, me quedo repitiendo ese sonido en mi mente una y otra vez. Y me excuso con el hecho de que nunca lo ha producido. Sonó tan suave y ronco, que quisiera escucharlo de nuevo.

El paladar me empieza a pedir azúcar, así que abro la alacena y saco la mantequilla de maní. Tomo una cuchara y la lleno totalmente.

Jayden me mira con una mueca de asco reprimida.

—Sabe bueno —digo con la boca llena.

—Lo dudo.

Acerco la cuchara a su boca, pero este se echa para atrás.

—Abre —insisto.

—¿Qué es? —Pregunta más que nada para confirmar.

—Mantequilla de maní

Arruga el ceño.

—¿Y te la comes así?

Asiento.

—O a veces con pan, o arepa.

—Pero... —meto la cuchara sin previo aviso a su boca.

Emocionada, espero atenta a su reacción.

La traga lentamente.

—Sabe bueno, ¿no?

Se encoge de hombros.

—Sabe mejor el arequipe.

Entrecierro los ojos.

—Los dos saben bien —analizo—. De hecho, empecé a comer esto porque lo confundí con el arequipe. Al final me terminó gustando.

—No está tan mal —confiesa—. Solo que a lo último asquea un poco.

Le doy la razón.

—Más que nada porque lo comes solo. ¿Quieres con pan?

Niega apenado.

—Debo irme ya.

—Oh, vale —sonrío.

Dejo la mantequilla en el mesón y voy hasta la sala.

Evelyn sonríe al vernos.

—Ya nos vamos —anuncia el moreno.

Hace un puchero.

—¿Te ayudo a recoger? —Se ofrece él.

Niego. Que lo haga, implica subir a mi habitación.

—¿Me los puedo llevar? —Pregunta la menor, señalando los dibujos.

—Claro

Los toma y se dirige a la salida.

Ella se despide con un abrazo y Jayden me da un asentimiento con la cabeza.

—Nos vemos. —Agita su pequeña mano.

Voy hasta la cocina y me como lo poco que queda que queda en la cuchara.

━━━✧♬✧━━━✧♬✧━━━

Jueves.

—No vayas a venir —estornudo—. No quiero contagiarte la gripe, Daniel. Sabes que si yo falto, tú me pasas los apuntes, pero, si tú lo haces, quedamos varados los dos.

—Vale —se resigna—, pero alimentate bien.

—Claro —me meto una cucharada de mantequilla de maní a la boca.

—¿Cómo es que te enfermaste? —Pregunta

Me encojo de hombros aunque no pueda verme.

—Ayer vino Jayden, pero dudo que la haya pegado solo por estornudar... ay, no.

Me toco la boca en un movimiento involuntario.

—Ay, no —repito—. ¡Comimos de la misma cuchara!

—¿Ah?

—Ya, déjalo, me enfermé por idiota.

Ríe.

—Recuperate pronto, come bien y duerme todo lo que puedas.

—Vale, papá.

—Está enferma —dice antes de colgar.

Qué chismoso es.

Me recuesto sobre la cama y mis ojos se van cerrando lentamente.

Me cubro la cara con la almohada intentando amortiguar el maldito sonido del timbre.

Maldita persona que esté tocando el timbre.

Y, por si no fuera poco, el tono de llamada del teléfono también inunda la paz que había en mi habitación. Lo tiro al piso, fastidiada.

¡Le dije a Daniel que no viniera!

Odio que me levanten cuando estoy dormida, carajo. Ya enfadada con el mundo, me levanto de la cama.

Abro la puerta de la casa con fuerza.

—Te dije que... —Cierro la boca y abro los ojos de par en par.

Mierda.

¿Qué hace él aquí?

Respiro profundamente y abro nuevamente puerta, ya que la había cerrado por la impresión.

—No te preocupes, ya bajó —Avisa el moreno por teléfono.

Carraspeo incómoda cuando cuelga.

—Te agradecería que me dejaras pasar, me estoy asando en este sol.

—Ah, sí

Abro la reja y pasa a un lado.

—¿Qué haces aquí? —pregunto retorciendo mis dedos.

Levanta unas bolsas que no había notado.

—¿Qué hay?

—Medicamentos —responde, yendo hacía la cocina.

¿Ha venido hasta aquí para traerme eso?

—¿Daniel te obligó o qué?

Detiene el paso.

—Sí, claro —responde en un tono para nada convincente—. ¿Tienes un poco de lo que me diste ayer? Daniel me dijo que te lo preparara.

Asiento y saco la panela de uno de los armarios de la cocina.

La mira por unos segundos para después arrastrar la mirada hacía mí.

—¿Cómo se hace eso?

Rio.

—Hierves el agua, después le echas la panela y esperas a que derrita —explico—. Por último, le agregas limón.

Asiente repetidas veces.

—¿Me prestas tu cocina?

Le miro con desconfianza.

—Solo no incendies la casa.

Vira los ojos con descaro.

Lo que me parece extraño es la razón por la que está aquí. ¿Dan le habrá obligado?

Subo hasta mi cuarto y le marco desde mi móvil.

—Hola —contesta después de tres tonos.

—¿Le has obligado a venir?

—¿A quién?

—A Jayden.

—No. Se ha ofrecido. Les conté que estabas enferma y no podía ir a cuidarte, así que se ofreció. Ni se lo pedí.

—¿No? —Pregunto, sorprendida.

Nop. Me pareció súper raro y todo. Hasta su amigo se sorprendió.

Va a saber qué bicho le picó.

—En fin, ¿qué hacen?

—Está abajo preparando una bebida caliente.

—Vale —resopla—. Llámame si te sientes incómoda o algo.

—Vale. Te quiero.

—Y yo.

Cuelgo para después mirarme en el espejo. Estoy fatal. Mi cabello está en un moño desordenado y nada más me cubre una camisa que va un poco arriba de mis rodillas.

Llego al primer piso dando saltitos.

Jayden olisquea el agua.

—¿Ya le has echado la panela?

Suelta un suave «Ujum» y asiente repetidas veces. Nuevamente, suena muy ronco.

—Deja pruebo —tomo una cuchara y saco un poco de la olla.

Hago una mueca.

—¿Cuánto le has echado?

Muestra la cantidad con sus largos y bonitos dedos.

—Es mucha —respondo atragantada. Dios, debo estar como un tomate—, por eso está tan dulce.

Tomo una olla más grande y la intercambio, agregando más agua.

Se cruza de brazos, mirándome. Su mirada parece enfadada.

—No te enojes, ya sabrás hacerla algún día.

Decide ignorar mi bromita y darme unas cuantas pastillas.

—Toma esta cada ocho horas, esta cada tres y chupa esta cuando quieras, te refresca la garganta —señala cada una.

Asiento, sabiendo que en diez minutos me olvidaré de cuál es cuál.

Agarro las dos y me sirvo un vaso de agua. Me trago las pastillas con una mueca.

—¿Ya almorzaste? —Pregunta.

Niego.

—¿y desayunaste? —Enarca una ceja.

Niego.

Suelta un largo suspiro.

—¿Y a base de qué te alimentas, si se puede saber?

—¿Mantequilla de maní? —Respondo con una sonrisita.

Me mira incrédulo.

—¿Cuántos años tienes? Ni mi hermana come así de mal.

—¿Daniel no ha venido y tú eres su suplente o qué? —Le miro, con el ceño fruncido—. Solo has venido a regañarme.

Me cruzo de brazos.

—Daniel me ha dicho que te obligue a comer —se encoge de hombros, como si no tuviera más alternativa.

—No voy a comer, no quiero volver a vomitar.

Toma una de mis ollas y la llena de agua.

—Pero... ¡¿Por qué no me escuchan?

—No tienes opinión en esto.

Mis cejas se hunden.

Pero qué se cree este.

Abro la boca para protestar, pero me da la espalda. Le toco el hombro con mi dedo índice. Solo obtengo una mirada de reojo.

—Deja de quejarte o te doy sopa quemada.

—Pues no me la voy a comer.

—Yo creo que sí.

Termino sentada en la mesa, frente a un plato y la cara enfadada.

Jayden tiene el puño sobre su pómulo y me mira con completo aburrimiento.

—Mi hermana de 6 años es menos berrinchuda que tú.

Me encojo de hombros.

—Me da igual.

No voy a comer para solo vomitar, sería un desperdicio.

Aún así, mis tripas gruñen en protesta. Tengo hambre, no lo niego, pero odio vomitar. Es lo más horroroso.

El moreno teclea su celular, inmerso.

¿Y si nada más le doy un sorbito? Es que, después de repetirle tantas veces que no quiero, el orgullo no me dejaría comer frente a él. Como está inmerso, le doy un sorbo rápido. Saboreo la sopa con miedo, pero este se evapora cuando la trago. Está riquísima. Sorprendida, doy otro sorbo.

Un fuerte y brillante flash me deja con la cucharada a mitad de camino. Parpadeo varias veces.

—¡Oye! —Chillo.

—Me pidieron evidencia.

—Borrala —exijo—. Debo haber salido con la boca abierta y un ojo torcido.

Estira su brazo con el teléfono en mano.

Entrecierro los ojos para ver mejor.

—¡Salí fatal! —Extiendo mi brazo para alcanzarlo, pero él es más rápido que yo..

—Solo la verá Daniel... —hace una pausa—... Y Alek.

Me levanto y voy hasta él, ya enfadada.

—Borrala.

Ladea la cabeza.

—Ya la vieron, lo...

Tomo el teléfono en su pequeña distracción y corro hacia la sala con él móvil en la mano. Con una sonrisita, borro la foto. Sin embargo, esta desaparece de golpe. ¡No puedo ser más idiota! En lugar de «Eliminar para todos», le presioné en «Eliminar para mí».

—¿Contenta?

—¡No!

Le entrego el teléfono para luego cruzarme de brazos. Se da cuenta de lo que ha pasado y una diminuta sonrisa se planta en sus labios.

—Siempre sonríes cuando me pasa algo malo —señalo.

—Es que tienes una suerte horrible.

—Más que nada cuando estoy contigo —murmuro.

Su ceño se frunce.

—Así que soy tu mala suerte —enarca una ceja, ofendido.

—Se puede decir así.

Me tiro sobre el sofá, cansada.

Los huesos me duelen y cada músculo me pesa; la cabeza me palpita de una manera dolorosa y lenta.

En un parpadeo, Jayden extiende la sopa hacía mí.

—Toma.

Cojo el plato, entusiasmada. Minutos después, está vacío.

Dejo el recipiente sobre la mesa.

—Ahí quedó más en la cocina, ¿vale? —Toma la mochila y la cuelga sobre su hombro.

Sonrío triste al ver que ya se va. De nuevo me quedaré sola.

—Deja de comer esa cosa y alimentate bien. Si necesitas algo... —se corta a sí mismo—... solo avisa.

Me levanto y voy hasta la puerta.

—Gracias —Digo cuando ya está fuera.

Pensé que seguiría de largo, pero da media vuelta. Con lentitud, levanta su mano derecha y la agita en el aire. Repito la acción con una sonrisa en el rostro.


━━━✧♬✧━━━✧♬✧━━━


N/A

AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY, LE LLEVÓ MEDICAMENTOS SIN QUE NADIE LO OBLIGARAAAAAAAAAAAAAA. SI ESO NO ES AMOR ENTONCES NO SÉ QUÉ ES.

Estoy mood fangirl porque ya empezaron las cosillas con doble sentido. Las miraditas, los sonrojos, las tocaditas. Prepárense para lo que viene.

En fin, ¿qué les pareció el capítulo? Las leo.

Hoy es jaluwin, ¿se piensan disfrazar? Yo sí, me disfracé de novia muerta. Ya celebré el sábado, pero hoy iré a pedir dulces.

Como siempre, les mando un besito desde lejitos <3.


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