Capítulo 14

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NARRA ASHLEY.

Viernes

—Vete a casa, Ashley, no seas testaruda.

Hago un puchero.

—Daniel, ¿sabes lo aburrido que es estar en casa tooodo el día? —pregunto— ¡Es espantoso! Me la paso el día hablando con moscas. Lo único bueno es que puedo quedarme pintando todo el día —sonrío, recordando los dibujos que hice ayer—, pero la creatividad no está disponible las veinticuatro horas. Además, quiero divertirme aquí en el colegio, contigo.

—¿En el colegio? —Enarca una ceja.

Me encojo de hombros.

—Sabes que vengo a estudiar para no aburrirme.

—No tienes remedio —vira los ojos.

Sonrío ampliamente al ver que estoy a punto de convencerlo.

—Solo... Solo mantente alejada de los demás, no vayas por ahí esparciendo tu virus.

Chillo y salto sobre mi puesto. Engancho mi brazo con el suyo y nos adentramos al pasillo.

Lo primero que veo al entrar al salón es la cara de aburrimiento de Jayden. Tiene su mano en forma de puño sobre su cachete y mira la pared con el ceño fruncido.

Me suelto de Dan y voy hasta él en pasos ligeros.

—¡Ole! —Grito lo suficientemente fuerte para asustarle. Su cuerpo se sacude, para luego mirarme sorprendido. Pero es por unos segundos, porque vuelve a fruncir el entrecejo.

—¿Qué haces aquí? —Pregunta con voz pastosa.

—Ay, yo también me alegro de verte. —Me cruzo de brazos.

—Estás enferma, ¿qué haces aquí? —Repite.

Dejo la alegría de un lado para mirarle con fastidio.

—Tú también viniste enfermo hace unos días —le recuerdo.

—No me estaba muriendo como tú.

Me ofendo al instante.

—¿Has tomado los medicamentos? —Pregunta antes de que pueda decir algo.

—Ay, pues claro —aseguro con voz demasiado chillona.

Resopla.

—Es que se me ha olvidado cuál era para cada hora —confieso.

Niega con la cabeza.

—¿Y no tenías teléfono para preguntar?

—¿A ti? —Cuestiono, confusa.

—O a Google.

Caigo en cuenta.

Suelto una risita nerviosa.

—¿Desayunaste? —Cambia de tema.

Asiento.

—¿Algo saludable?

—Que sí.

—Vale.

Alguien pone su brazo sobre mi hombro antes de poder avanzar hacia Dan. Sonrío al ver el bonito rostro de Alek.

—Hola —sonríe de oreja a oreja.

Le devuelvo el saludo con una sonrisa de lado.

—¿Y Daniel?

Lo señalo con un gesto de cabeza.

—Pueden seguir hablando, bonitos, voy a discutir unas cositas por allá.

—Pero... —me callo al verlo ya a su lado.

A pesar de todoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum