Sasuke se conocía bien. Sabía que podría molestarlo y hasta qué punto podría soportarlo antes de que la línea de lo racional desapareciera.
Pero Naruto, a su lado, parecía no saberlo. Sentado junto a él, no dejaba de sonreírle a un pequeño bicho que se había subido a la silla. Sasuke lo sabía. Se levantaría sin despedirse, llevándose a su rubio amigo consigo. Lo arrastraría, sin importarle lo que los demás pensaran. Su familia le enseñó a no inclinarse ante los demás. Él seguiría esa regla.
Sasuke intentó no golpear la mano desconocida que acariciaba el cabello de Naruto con fuerza, mientras este fingía estar molesto y reía. Aunque estuvieran en el mismo lugar, apenas tenían tiempo juntos. Ambos estaban ocupados trabajando, y lo poco que les quedaba terminaba en una noche viendo películas a medias, cayendo dormidos en el sofá que Naruto adoraba.
Mordió su mejilla y no le importó que el chico perezoso notara su molestia. Era mejor que lo supiera, tal vez así los dejaría solos. Si no estuviera tan pegado a Naruto, ni siquiera le prestaría atención, pero ahí estaba, buscando más atención de la que merecía. Por eso odiaba a todos los que se acercaban a él como si fueran insectos.
—¿Puedo verte después? —preguntó el bicho emocionado.
—Sí.
—No.
Sasuke volteó hacia la mirada interrogante de Naruto, pero no respondió. Ya había dicho lo que pensaba, aunque no lo tomaran en cuenta. Naruto solo golpeó su pierna y continuó despidiéndose del bicho, al que si no se iba, terminaría usando un poco de insecticida.
—¿Desde cuándo respondes por mí?
—Desde que pareces olvidar que ya tienes planes. ¿Recuerdas?
Naruto pareció no entender, mientras se levantaban y salían de la biblioteca—. Sé que tengo que ir a casa para la cena, pero eso es hoy. ¡Y quiero tener una cita!
No quiero que la tengas, quiso decirle, pero se abstuvo y solo bufó para enfadarlo más. Era imposible que él tuviera a alguien, y además no quería que lo tuviera, porque en ese momento no tendrían forma de verse. No, gracias. Él lo evitaría, porque era su mejor amigo.
Cuando subieron al auto, Naruto siguió hablando sobre el bicho que revoloteaba a su alrededor. Detalles que Sasuke no veía, porque no encontraba nada interesante que complementara a su rubio amigo. Si no era lo suficientemente perfecto.
Como yo, respondió esa vocecita en su cabeza. Apretó el volante con fuerza. No quería que nadie estuviera a su lado hasta que llegara el momento correcto.
—No podrás.
—¿De qué hablas? ¡Ah! No, no, no otra vez, Sasuke. ¡Ni siquiera la señora Mikoto podría prohibirme tener pareja!
Permaneció en silencio mientras escuchaba las quejas de Naruto. Si hablabla con su madre, habría una gran posibilidad de ser apoyado y tal vez así lo escucharía.
—¡Mis amores! ¡Naru! —escuchó cuando la puerta se abrió. Una cálida y afectuosa bienvenida dada por su madre. Ella no dudó en abrazarlo y hacerlos pasar. Parecía brillar con la presencia de ambos allí, así que se apartó un poco, saludando a su padre y hermano, quienes estaban arreglando la mesa.
Saludó a su padre con un gesto y su hermano no dudó en darle unas palmadas en la espalda. Parecía feliz de verlo de vuelta, aunque su felicidad creció aún más cuando vio quién estaba detrás de él.
Quería llamarlo también “bicho”, pero no podía compararlo con su hermano. Los conocía desde niños, no podía quejarse de su cercanía. Sasuke apartó la mirada hacia la mesa, donde Mikoto le sonrió y señaló hacia la cocina.
—¿Y? ¿Cómo es vivir con Naru?
—Es como si su prioridad fuera comer ramen —respondió Sasuke, y Mikoto rió, acostumbrada a sus comentarios. Ella era quien mejor conocía a Naruto y sabía que él no mentiría.
—Entonces, todo está perfecto. No me preocupé por nada, solo necesitan acostumbrarse el uno al otro, ¡y listo! Yo hice lo mismo con tu padre.
Sasuke asintió, conocía esa historia de memoria. Su madre solía contar cómo fue un desafío hacer que su padre dejara de ser tan reservado, pero aún así lo amaba. Después de todo, ahí estaban ellos en el mundo—. Podré soportarlo —dijo.
—Oh, no. Mi querido Naru será quien juzgue eso. No siempre tienes la respuesta a todo, hijo. Es mejor que preguntes antes de asumir algo. ¿Entiendes?”
Él asintió, aunque no entendió realmente. Apenas había mencionado algo sobre su convivencia, pero ella parecía saber algo que él no. Mikoto sonrió, tomó una bandeja y se dirigió hacia la mesa, donde su padre, con su expresión seria, prestaba atención a cada palabra del rubio, mientras su hermano asentía y respondía con entusiasmo. Su madre no se quedó atrás y acarició su mejilla. Sonrió. Eran simples interacciones que siempre habían existido entre ellos. No quería cambiar eso por nada.
Naruto lo miró. Su corazón se aceleró al verlo sonreír. ¿Arritmia? Pensó, pero incluso intentando controlar su respiración, no logró calmarla. Observó cómo Naruto sonreía hacia su madre, quien parecía irradiar felicidad. No pudo evitar sonreír al verlos. ¿Realmente Naruto quería pasar tiempo con alguien más? Porque él adoraba la escena frente a sus ojos y no deseaba que desapareciera tan fácilmente.
Cuando terminó la cena, su madre casi lo arrastró hasta su antigua habitación, según sus palabras. “No has terminado de empacar tus cosas, y mamá no puede hacerlo todo". Naruto casilo mata con la mirada al escucharla, y no dudó en negarse. Lo tomó del brazo y lo llevó al interior de la habitación, mientras rápidamente agarraba algunos libros y los ordenaba.
Sasuke tomó uno de los libros y no pudo evitar sonreír cuando una fotografía cayó entre las páginas. La tomó entre sus dedos y la observó. En ella, eran tan pequeños, ambos, y aunque la imagen era vergonzosa al compartir un baño, su madre parecía apreciarla mucho. Sacó su teléfono móvil, capturó la imagen y carraspeó para llamar la atención de Naruto.
—Creo que encontré algo aquí —dijo, mientras Naruto volteaba para verlo. Se acercó, tratando de tomar el teléfono móvil, pero no logró hacerlo. Solo pudo ver cómo la sonrisa de Sasuke crecía—. ¿Quieres que lo comparta con tus amigos?
—Eres un pervertido —respondió Naruto mientras trataba de alcanzar el teléfono móvil. Sasuke solo podía sonreír ante cada uno de sus esfuerzos, pero la sonrisa no duró mucho cuando Naruto encontró su punto débil. Rodeó sus brazos alrededor de su cuello, acercando su rostro hasta casi rozar sus labios. Sasuke fue consciente de la cálida respiración sobre sus labios y no pudo evitar sonreír mientras Naruto lo empujaba hacia la cama.
Naruto quería jugar ese juego, y Sasuke también podía hacerlo. Al estar sobre él, Sasuke no dudó en buscar sus puntos más débiles para escuchar su risa, y lo logró. Una fuerte carcajada salió de Naruto, quien retorcía debajo de él. Escuchó cómo suplicaba que parara, pero él no lo haría. Él había iniciado todo, y también debía terminarlo. Naruto tembló bajo su toque, mientras se colocaba entre sus piernas.
Y pasaron solo segundos. solo segundos.
Fue consciente de su agitada respiración, de aquel brillo que surgió en su mirada. Se acercó. Los pequeños lunares, y las peculiares marcas de nacimiento que terminó por delinear con la yema de sus dedos.
—Chicos, su madre quiere saber si se quedarán —Fugaku guardó silencio por segundos, intercalando la mirada entre ambos—. Tomaré eso como un sí —cerró la puerta.
Se apartó rápidamente mientras Naruto se arrastraba hasta el borde de la cama, soltando un largo bostezo y mencionando que iría a ayudar a su madre con las tareas. Incluso con el sonrojo aún en sus mejillas, el rubio salió de la habitación mientras él quedaba hecho un caos y la arritmia volvía.
¿Qué intentó hacer? Se preguntó a sí mismo mientras se levantaba de la cama. No podía negar que había disfrutado cada segundo de ese momento con Naruto, pero también sabía que las cosas no podían avanzar tan rápidamente. Se pasó una mano por el cabello y suspiró.