ABRIL
ABRIL
—¿Me llevas en coche? — dije vistiéndome.
—¿Eso es un sí?
—Es un no tengo como ir. Pero sabes que sí te perdono, no puedo enfadarme contigo, aunque te lo mereces.
—Sé que me he pasado, no te lo hago más.
—A Martina le has gustado — dije entre risas.
—¿No te molesta?
—¿Tú te has molestado al saber lo que Jordi siente por mí?
—No.
—Lo mismo te digo.
—Me ducho y te llevo.
Estaba preparando un maletín con el maquillaje cuando un número que no tenía agregado me llamó.
—Abril, soy Martina.
—¿Qué pasa?
—¿Estás bien? Te vi muy mal cuando te fuiste.
—Ah ¿eso? Mi novio y sus excusas, bueno te dejo que me voy a trabajar. Gracias por llamarme.
—Ya nos veremos — me dijo antes de colgarme.
Yo seguía organizando el maletín hasta que Darío salió del baño.
—¿Con quién hablabas? — dijo sacando ropa del armario.
—Con Martina, que me ha llamado para preguntarme como estaba.
—¡Pero si os acabáis de ver!
—Me ha visto mala cara cuando nos hemos ido.
—¿Tienes todo listo? — y yo asentí —. Venga, vamos.
—¿Qué te pasa? — dije al verlo con una cara rara.
—No le hagas mucho caso a Sandra. A las buenas es muy buena, pero es la persona más cuentista que conozco.
En menos de lo esperado ya estábamos camino a mi trabajo. Cuando me bajé del coche no vi a nadie, estarían dentro. Así que entré directamente.
Cuando entré estaban todas en peluquería.
—¿Abril González? — y yo asentí —. Puede ir dejando los maquillajes allí, en ese camerino. A las 15:30 tienen que estar las dos listas, con este maquillaje — dijo dándome un boceto.
Camerino de Sandra y Erika. Al fin iba a salir de dudas.
Estaba sacando el maquillaje, cuando vi entrar a Sandra seguida de Erika.
—Perdón por lo de esta mañana — me dijo Erika entrando.
—No le pidas perdón, boba. Es mi amiga — le dijo Sandra —. ¿A qué sí, Abril?
Amigas, sobre todo eso.
—¿No es la novia de tu ex? — preguntó Erika.
—Sí, pero eso no quita que seamos amigas. ¿A qué no? — dijo mirándome.
Sandra trama algo, no puede ser tan buena.
—Muchas gracias por recomendarme, y sí Erika, somos amigas.
Haya pasado lo que haya pasado, mis gracias son sinceras. Pero no sé por qué había dicho que éramos amigas.
—Es que lo que haya pasado con Darío no quita que maquilles genial. Sin rencores.
Darío me lo dijo, a las buenas era muy buena.
—¿Cómo sabes cómo maquillo?
—Mi hermana me ha enseñado fotos del maquillaje que le hiciste para una boda.
—¿Por qué habíais venido a mi casa esta mañana? — dije cambiando de tema.
—Porque en un mes Erika se casa y quiere que la pintes — dijo Sandra —. Y ella no se atrevía a ir sola.
—No quería ponerte en ese aprieto — me dijo Erika.
—¿Qué aprieto? Si es trabajo para mí.
—¿Ves? Te he dicho que no le va a importar — dijo Sandra.
—Lo único, que sería en Canarias.
Espero que por alguna casualidad Jordi no esté en Canarias en esa fecha. O que no se conozcan.
—No importa, Erika. Me muevo a donde haga falta. Bueno, vamos a empezar, ¿quién quiere ir primero?
—Yo misma — dijo Sandra.
Empecé a maquillarla mientras Erika miraba. Tras un rato maquillando a Sandra, empecé con Erika. Aun me quedaba tiempo.
—Se acaba de adelantar la pasarela, en 30 minutos tenéis que estar en vestuario — nos dijo una de la agencia entrando al camerino.
—5 minutos y termino. Está casi.
—Sin prisas Abril, te queda media hora — me dijo Sandra.
Mi móvil empezó a sonar, no sabía quién era. Solo se me ocurría preguntarle a Sandra.
—Sandra, ¿quién llama?
—Darío, ¿le contesto?
Y sin yo decirle nada, contestó.
—Soy Sandra. Abril está ocupada.
—Ahora te llamo cariño — dije quitándole mi móvil a Sandra.
—Sandra, te dije que miraras quien era, no que contestaras — le dije yo.
—Perdón.
¿Sandra me acababa de pedir perdón?
—¿Quién eres tú? ¿Dónde está Sandra? — le dije entre risas.
—La Sandra que tú conocías se ha quedado en el psicólogo.
¿Esto es en serio?
—¿Vas al psicólogo? ¿Desde cuándo?
—Desde que viniste a mi casa a decirle a Ruth y a Víctor que estabas embarazada. Mi hermana les contó a mis padres mi reacción y me obligaron a ir.
—Bueno, Erika, ya estás — dije cambiando de tema.
Las dos salieron del camerino y yo me quedé limpiando las brochas y guardando el maquillaje. Una vez terminé, llamé a Darío.
—Darío, ¿para qué me habías llamado?
—Para ver como ibas con Sandra.
—Ya puedes venir a buscarme, ya he acabado — dije sin sacarme las últimas palabras de Sandra de la cabeza.
—Abril, ¿qué pasa?
—Sandra me acaba de decir que va al psicólogo — dije sin creérmelo.
JORDI
—Bueno, ¿qué hacemos? — dije yo ignorando lo que acababa de pasar.
—Yo me subo a pintar y os dejo solos — dijo Luna entre risas.
—Anda tira — le dijo su madre.
—¿Quieres estar a solas conmigo? — dije sorprendido.
—Sí, pero no por lo que tu piensas — dijo Bea entre risas.
—¿Entonces? ¿Qué pasa?
—Me han llamado del trabajo.
—¿Y qué te han dicho?
—Que si había pensado ya en una respuesta. Sobre lo de Los Ángeles.
—¿No tenías hasta el lunes para pensártelo?
—Sí, pero de aquí al lunes cambió de opinión.
—¿Qué les has contestado?
—Que cuenten conmigo — dijo bajando la mirada.
—Bea, ¡te vas a Los Ángeles! Estoy muy orgulloso de ti. Has pensado en ti, pensé que no lo harías.
—Pero he hablado con mi madre para que se quede con Luna. No te puedo dejar a cargo de ella tres meses. ¿Te vas a enfadar?
—No, tú sabes lo que es mejor para ella.
—No es por ti.
—Bea, no pasa nada. Vendré a verla de todos modos. ¿Para esto te querías quedar a solas conmigo?
—Sí, quería decírtelo y necesito que me ayudes a contárselo a Luna.
—No te preocupes, se lo va a tomar bien — dije calmándola.
—No seas muy directo, por favor.
Bea se levantó del sofá y fue a por Luna, que bajó dando saltitos con un papel en la mano.
Genial, estaba de buen humor.
—Toma, papi. Para tu casa — dijo dándome un dibujo.
Lo miré y lo dejé en la mesa.
—Papi, ¿no te ha gustado el dibujo?
—Claro que si — dije antes de darle un beso en la frente.
—Cariño, siéntate. Tenemos que hablar contigo — Luna le hizo caso a su madre y se sentó a mi lado, y Bea a su lado.
—Dime, mami.
—Sabes que soy actriz.
—Sí mami, desde que yo nací, ¿por?
Bea se quedó callada, así que decidí hablar yo.
—A tu madre le ha salido una nueva grabación — dije yo.
—¡Qué guay!
—Pero no es aquí en Canarias — volví a decir.
—¿Y dónde?
—En Los Ángeles, cariño — dijo Bea abrazándola.
—¿Eso dónde está? — dijo sin entender nada.
—Lejos mi vida, muy lejos — y Bea se puso a llorar.
—Mami, no llores que lloro — dijo abrazándola.
Yo sin decir nada, las abracé a las dos.
—Se va solo tres meses, luego vuelve a estar contigo — dije yo.
—¿Por qué lloras? — dijo Luna secándole las lágrimas a su madre.
—Porque voy a estar tres meses lejos de ti.
—Bea, la puedes ver por videollamada.
—Claro mami. No llores.
—¿No te molesta que me vaya?
—No.
—¿Ni un poquito?
—No, sé que es tu trabajo. A parte, papi me cuida muy bien.
Bea me miró y yo la miré.
—¿Qué pasa? — dijo Luna mirándonos —. ¿Mami? ¿Papi?
¿Cómo se le dice a una niña de cinco años que no te vas a quedar con ella?
—Luna, cariño. Te quedas con la abuela.
—Pero yo vendré a verte — le dije abrazándola.
—Papi, ¿por qué no te quedas conmigo?
—En abril me vuelvo a Barcelona, cariño. Pero no pienses nada malo de mí.
—No, sé que aunque vivas lejos de mí te voy a importar.
—Eso ni lo dudes. Siempre me vas a importar.
—¿Al final no te mudas con nosotras? — me preguntó Luna.
—Si me mudo, pero solo seis meses.
—¿¡Solo!? Si seis meses es mucho.
—Cariño, ¿qué le has dicho antes a papi?
—Nada.
—¿Qué estabas jugando a las espías? — y Luna asintió con la cabeza —. ¿De qué te has enterado esta vez?
—Bea, no la regañes.
—Que papi estaba llorando.
—Te he dicho que no me gusta que juegues a eso. Y no me has hecho caso.
—No, me dijiste que no te gustaba que te espiara y a ti no te he espiado.
—No está bien espiar a la gente. Y menos a tu padre.
—No pasa nada. No me molesta.
—A papi no le molesta.
—Pero está mal — dijo Bea.
—Vale, no lo hago más — dijo Luna.
—Siempre me dejas como la mala — me susurró Bea.
No sabía que decirle y simplemente sonreí.
Empecé apensar y pensar, haciendo cuentas pensé que Eva era mi hija o que Erika me pusolos cuernos y no sabía que prefería, la verdad.