La Flor del Príncipe Mestizo.

بواسطة SKDarkness_

31.1K 2.4K 176

المزيد

La Flor del Príncipe Mestizo
Capitulo 1 - Prólogo
Capitulo 2 - En el Expreso...
Capitulo 3 - Por fin, Hogwarts
Capitulo 4 - Profesor...
Capitulo 5: ¡Julie! ¿Lupin? Black...
Capitulo 6: ¡Julie! ¿Lupin? Black... (2)
Capitulo 7: Casi un beso...
Capitulo 8: Canuto y Sirius Black
Capitulo 9: El pueblo de Hosgmade y la historia que me contaron allí (I)
Capitulo 10: El pueblo de Hosgmade y la historia que me contaron allí (II)
Capitulo 11: La noche en el Gran Comedor y lo que sucedió en el baño
Capitulo 12: El tatuaje de Giselle
Capitulo 13: ¡Feliz Navidad!
Capitulo 14: La verdad del prófugo y su corazón
Capitulo 15: Adrien Lecuyer y ¿No?
Capitulo 16: Mundial de Quidditch...
Capitulo 17: Un peculiar Torneo que puede matarnos
Capitulo 18: Eres una persona buena a la que le han pasado cosas malas (I)
Capitulo 19: Eres una persona buena a la que le han pasado cosas malas (II)
Capitulo 20: Giselle
Capitulo 21: Todo se logra olvidar, ¿no?
Capitulo 23: Desenlaces
NOTA✔
|Adiós, Alan|

Capitulo 22: Comportamientos extraños

751 75 7
بواسطة SKDarkness_

Unas manos sacudieron sin mucha delicadeza mi hombro, y ví por encima de mi aun dormida mirada, a la figura que me llevaría a Hogwarts. Esta vista no duró mucho cuando de la nada, me entraron unas horribles ganas de vomitar. Las arcadas se repartían por mi garganta  cómo parásitos y mi boca se llenó de un aliento ácido. Pude notarlo.

Un cubo se presentó ante mí y sin dudarlo incliné mi cabeza. El espantoso líquido salió de mi boca dejándome un asqueroso sabor a jugos gástricos.

Mis parpados se embobaron unos segundos, y luego minutos. Otras manos diferentes a las que me despertaron me quitaron el cubo de mi regazo y me alcanzaron un pañuelo donde limpiarme el resto de vomito.

-Efectos segundarios de los primeros en que se toma el medicamento. Tuvimos que experimentar un poco, ninguno parecía servir para calamar las irregularidades de tu estado físico.

El doctor Williams me sonreía de forma leve, pero era obvio que intentaba no agobiarme. No creo que lo haya conseguido. Aún así, el alivio de haber sido él al que me encontré frente a mí al despertar, me tranquilizó. La figura que me despertó era la última que quería ver, aunque sabía que tarde o temprano tendría que verla.

-El señor Snape la espera fuera del edifico. Le pedí que esperase unos minutos para poder vestirla.

-Espere... ¿v-vestirme?

El sueño no conseguía abandonarme y de lo aturdida que estaba, las palabras adecuadas no lograban salir de mí.

-Bueno, si se siente capaz, usted misma podrá hacerlo. Encima del escritorio tiene la ropa, junto a ella se encuentra una bandeja con su desayuno.

Otra sonrisa y una caricia en mi brazo por parte del doctor Williams y este desapareció por la puerta.

Me tomé otro rato más para poder despertarme. Me era imposible, sin duda era de esas personas a las que se le pegan las sábanas incluso sin estar en la cama. Bostecé y estiré mis brazos, un intensó dolor se marcó en mi cuello y dejé a las dos partes de mi cuerpo suspendidas en el aire. La venda se había soltado un poco, tendría que pedirle a alguna enfermera que me la ajustara.

Por primera vez desde que me desperté, miré a mi alrededor. Nada había cambiado desde el día anterior, la habitación del Hospital San Mungo de Heridas y Enfermedades Mágicas seguía pareciéndome un lugar extrañamente calmado y demasiado tranquilo. Daba escalofríos...

Parpadeé un par de veces antes de levantarme y posar mis pies descalzos sobre el suelo. Mi piel estaba mucho más pálida de lo normal, supongo que estar días encerrada en una habitación sin ventanas y metida en una cama causaba ese efecto.

Suspiré y por fin quitándome el deseo de dormir de encima, me acerqué a una mesa pegada a una de las paredes de la habitación. Sobre una bandeja estaban unas cuantas tostadas, un pequeño cuenco con lo que parecía algún tipo de yogur y una botella de agua. Creo que también había un bote con cereales, pero yo solo me concentré en mordisquear una tostada que era observada atentamente por mi mirada. Me sentía tan perdida... Sentí ganas de gritar, vomitar, pegar, e incluso de apuñalar. Pero no de llorar. Ya no lloraría más...

Agarré el pantalón doblado al lado de la bandeja y lo lancé a la cama. Igual ocurrió con la camisa, la chaqueta y los zapatos. Luego de quitarme la ropa, empecé a colocarme la que me habían preparado. Al terminar, volví a mirar el desayuno casi sin tocar sobre la bandeja. Decidí terminarme la tostada que había mordió, sería un desperdicio dejar así... Mientras le daba los últimos mordiscos, agarré mi varita y la metí en el bolsillo del pantalón, pero era bastante molesto así que decidí recogerme el cabello con ella.

Fui hasta la puerta y la abrí, una enfermera me estaba esperando afuera.

-Perdone...

Otra vez... De verdad que había intentado susurrar, más que nada por no querer alzar la voz en aquel pasillo tan silencioso, pero mi voz sonó fuerte y cínica. Había pasado tiempo sin hablar, pero realmente aquello era extraño...

-¿Si?

-Se me ha soltado la venda, ¿podría recolocármela?

La mujer sin decir palabra se acercó a mí y puso sus manos en mi cuello. Ahora dolía menos que antes, pero seguía sintiendo algo molesto.

-Ya está. Será mejor que baje al vestíbulo, el doctor Williams la espera junto a su acompañante.

Un escalofría recorrió mi espalda. Mi acompañante será el profesor Snape...

De golpe, algo llegó a mi mente. Había recordado lo que mi mente había planeado hacer nada más llegar a Hogwarts, y es algo que seguramente haré. Han pasado casi cuatro meses y una parte de mi dolor está causado por él. No pararé de decirme que lo olvide, pero seguirán siendo meras palabras que me harán aferrarme a Severus Snape mucho más. Sé que es hora de pasar a la acción, pero aún así tengo una sensación peculiar que hace encoger a mi corazón. No es confortable ni inquietante, más bien es cómo un abrazo invisible, lo sientes pero no lo tienes en realidad.

Me encaminé al ascensor, pero el grito de una mujer llamó mi atención. Fui hacia un pasillo, y nada más posar un pie en la oscuridad de este, el grito se repitió. Me sentí atraída por él. Era agónico y desesperante. Era tan raro, me siento tan...

Volví a parpadear mientras mis oídos no dejaban de escuchar los gritos de aquella mujer. Estaba decidida a encaminarme por aquel pasillo para descubrir a la propietaria de los desesperados griteríos, pero la mano de la enfermera de antes me lo impidió y con una sonrisa más falsa que cualquiera que haya visto, me apartó del pasillo a oscuras.

-No puede pasar por aquí, señorita. La entrada es solo para pacientes de gravedad y doctores del centro. Lo siento.

Su voz se había vuelto monótona y un tono de suplica salió de ella. Creo que de verdad estaba deseando que la hiciera caso, pero tenía tantas ganas de caminar por el pasillo y llegar a la mujer de los chillidos. Nunca había escuchado una voz como esa, parecía que la estuvieran torturando.

No le dije nada a la enfermera y me encaminé al ascensor junto a ella. Dentro, un panel era sostenido por la pared y en él estaban escritos las plantas del hospital y sus funciones.          Durante el trayecto, me fijé en lo que había escrito al lado de número 13, la cifra que mostraba el ascensor antes de ascender cuando comenzamos a bajar. Supuse que era la planta en donde había estado durante estos días ingresada, y me sorprendió ver para que pacientes había sido creada. Mi corazón se estrujó y mi respiración pareció desaparecer. ¿Me había mentido en esa planta? ¿Junto a los locos? Las palabras Problemas Mentales relucían en el panel. Me fui tranquilizando al pensar que era por falta de espacio o por cualquier otra situación. Aún así, mi mente pareció haber despertado por completo al haber estado aterrada tan de repente y por tan poco tiempo, porque parecí recordar que hace nada más que unos días me había encontrado muerta.

Esa extraña sensación volvió a invadirme con más fuerza. ¿Qué era? Siento como si mi corazón estuviera envuelto en algo invisible y mi estomago se moviera haciéndome retorcerme sin estarlo en realidad. ¿Esta era la sensación de estar perdida? ¿La sensación de perderse en la propia vida? Parece como si yo, la verdadera Giselle, siguiera durmiendo. No me siento como yo misma...

Las puertas del ascensor se abrieron y la enfermera me dejó caminar hacia afuera sin supervisarme tras ver como el profesor Snape y el doctor Williams se acercaban a mí.

-Muchas gracias, Sophie.

La enfermera solo asintió y se fue junto a una de sus compañeras. No hable, saludé ni comenté. No me sentía capaz de hacerlo correctamente.

-Bueno, Giselle. El señor Snape será quien te acompañe a Hogwarts. He estado conversando con él y explicándole la función de los medicamentos para que se lo comunique a la enfermera de tu escuela. De todas formas, no sé si Dumbledore te habrá dicho acerca de que iré a revisar tu estado regularmente.

Asentí.

De verdad que quise contestarle con palabras, pero parecen haber huido de mi garganta.

-De acuerdo, esto es todo. Me alegro de haberlo conocido señor Snape.

El doctor estrechó la mano del profesor, y por primera vez lo miré a la cara. Creí que la suerte estaría de mi parte y sus ojos no se encontrarían con los míos, pero su color oscuro me invadió y yo aparté la mirada. Me sentí como la persona más cobarde del mundo...

-Adiós, Giselle. Nos veremos pronto.

Le eché una mirada a modo de despedida y el doctor Williams se alejó hasta una de las muchas puertas de la recepción.

No me enteré hasta dejar de sentir su presencia, que Snape ya se había encaminado hasta la salida. Me molestaría, pero no tenía suficientes animos para abarcar ese sentimiento.

Fui hasta la misma puerta por la que había desaparecido el profesor y me fijé en la cantidad de gente que apareció ante mí de repente.  Busqué con mi mirada a Snape, pero solo conseguí dañar mi mirada ante la presencia de tanta luz natural después de días en una habitación de hospital. Di unos pasos por la acera de la calle que catalogaba como muggle. Tras de mí se encontraba el Hospital San Mungo, camuflado como una tienda abandonada que lucía un escaparate polvoriento y con maniquíes sin ropa. Casi pierdo el equilibrio cuando alguien se choca con migo y aún así sigue de largo. Ni me molesté en recriminárselo, solo intentaba ver algún cuerpo cubierto por prendas únicamente negras y poder ir hacia él.

Unos brazos me agarraron de la cintura y me arrastraron hacia un callejón. No opuse resistencia, sabía que era Snape. La razón por la que mi cuerpo se tensó fue nada más y nada menos por el abrazo que recibí. Fue un extraño gesto por parte del profesor de pociones que había exigido que no hubiera ningún otro contacto entre nosotros diferente al de un profesor y su alumna. Un olor confortable se desprendió de su túnica y la tensión desapareció. No desapareció del todo, pero pude sentir el cuerpo del hombre sin transpirar.

Aquello solo duró unos segundos y Snape se separó.

Agarró mi brazo y sin ninguna palabra o mirada de por medio, nos aparecimos en Hogwarts, más concretamente, en su despacho.

No pude evitar marearme por el inminente cambio de escenario, pero logré mantenerme de pie. Me surgieron unas ganas de vomitar terribles...

Volteé mi mirada para ver al profesor, que de pie, me observaba. Sus ojos negros parecían atravesar los míos, que no se apartaron.

Me acerqué a él y seguí mirándolo.

-¿Qué cree que está mirando, Grenui?

No contesté. Esta vez no quería hacerlo, solo quería mirarlo. Pronto, cuando me encontrara sola, haría lo que había planeado. Después de eso sé que no miraría los ojos de Severus Snape de la misma forma.

-Usted me confunde.

Snape no habló. Y de verdad no sé porque dije las palabras que se atrevieron a salir de mi boca, pero ya no me importaba nada. Ese hombre parece acercarse a mí de aquella marera para luego alejarse a propósito. Parecía jugar conmigo.

-También me irrita, muchísimo.

Snape me ignoró y se sentó tras su escritorio.

-No he olvidado lo que me hizo el curso pasado.

El pocionista bufó de alguna manera singular y terminó por mirarme.

-Le he dicho que lo olvide Grenui, no es tan difícil. Yo lo he hecho.

Aquello fue el colmo. Me encaminé hacia él y golpeé el escritorio en frente suyo. La adrenalina junto a la ira subieron por mis venas tan rápido que aceleraron a mi corazón. Me había permitido entristecerme por lo sucedido con Snape, pero mi hermana pequeña ha muerto y yo también lo he estado. Ese hombre hipócrita frente a mí no se merece ni un minuto más de mi tristeza.  

-¡Es usted un imbécil! ¿Cree que por que tenga un corazón de piedra los demás lo tenemos? ¡No sabe las ganas que tengo de pegarle ahora mismo! ¡Y encima dice olvidar haberme besado! ¡A mí, su alumna...!

Con un empujón Snape me estampó contra una de las estanterías pegadas a la pared. Las pociones que reposaban en ella se balancearon, por suerte ninguna cayó al suelo.

Snape mis brazos y los posiciono a mis lados, aprisionándome. De verdad que quería destrozarlo, incluso sabiendo que no podía con él...

-¡No vuelva a hablarme así! ¡¿Entiende?!

Él sujetó con más fuerza mis brazos, al punto de llegar a dolerme.

-Aléjese...

El profesor Snape desistió, pero vio mi mueca de dolor y aflojó los brazos, sin soltarme.

-Haga como si nada hubiera pasado. ¿Es tanto pedir? Yo lo estoy intentando, hágalo usted, Grenui. No tengo tiempo para una cría.

Por fin me soltó y bajé mis brazos, acariciándolos junto a mi abdomen. No tenía marcas, pero un picor los recorría.

Me di la vuelta y corrí hacia las escaleras. No miré atrás, solo  subí hasta uno de los pasillos de las mazmorras y seguía corriendo.

No pensé en lo que decía, de verdad que no me detuve a pensarlo... Pero Snape logró asustarme de algún modo con sus palabras. Él nunca me había visto como una cría, yo sé que los profesores siempre me habían visto con algo más de madurez que a los demás alumnos, incluso él. Snape sabía que odiaba que me llamasen niña, se lo había dicho cuando fui llamada "pequeña" y "niñita" por la profesora Sprout en una misma frase.  

-Lo odio...

-¿Grenui?

Me di cuenta de que había dejado de correr y que ahora caminaba por un pasillo que no lograba reconocer. Paré y me giré.

Allí, de pie, se encontraba Alastor Moody. Con su ojo en movimiento me analizó y sonrió de una forma extrañamente peculiar. Un escalofrío recorrió mi espalda.

-Buenos días, profesor Moody.

Intenté no sonar brusca, y al parecer no lo conseguí.

-¿Qué le parece si me acompaña a mi despacho y me habla sobre esa persona a la que odia? Juro que seré una tumba.

La inminente curiosidad que mostró el hombre me preocupó.

-No se ofenda, profesor. Pero creo que debería ir a mi sala común y prepararme para las clases.

-Y yo creo que debería acompañarme. De todas formas falta un buen rato para que si quiera algún alumno se despierte. Aún es temprano, ¿qué me dice, Grenui?

Solo tuve la opción de pensármelo. Ojoloco era un auror muy reconocido en el mundo mágico, y no creo que fuera de esos que andan divulgando líos de adolescentes. Pero siendo auror supongo que tiene instinto, ¿y si digo algo, y él sospecha de Snape?

-Profesor Moody, no se preocupe. Solo estoy algo frustrada.

-¿Problemas amorosos? –insistió él.

-Algo así...

-Tenga cuidado con quien se junta, Grenui. No todas las personas son lo que uno piensa, recuerde.

Moody se acercó a mí y se inclinó. Parecía a punto de contarme un secreto. Me inquieté ante su aliento, parecía haber bebido algo muy fuerte. Sin duda no era alcohol,  pero olía como tal.

-¡SIMPRE ALERTA!

Di un salto ante su gritó. ¡¿En qué demonios pensaba?!

Moody rió ante mi expresión, pero luego s volvió serio. De su cinturón, sacó una botellita y miró dentro. Susurró:

-Vaya, ya se me ha acabado...

Su voz desapareció a medida que decía esas palabras, y con su lengua, se lamió los labios rápidamente y con un gesto que me pareció similar a un lagarto.

No se despidió de mí, solo se alejó por donde había venido y con el extraño andar que tenía a causa de una cojera.

Suspiré. Me empezaba a doler la cabeza. Sin duda había conseguido quitarme la ira que llevaba encima, pero sentía la necesidad de desahogar de alguna manera... violenta. Esto nunca me ha pasado, y supuse que era porque jamás me había enamorado. Estaba segura de que con las palabras de Snape, mi enamoramiento había bajado, pero no estaba segura. De verdad que ese hombre ha dejado una huella en mi corazón, ¿cómo podría deshacerme de él tan fácilmente? Si Snape me olvida no me extraña. Me lo acaba de decir, ¿qué haría él en una relación de cualquier tipo, con una "cría" como yo? Sé que no lo soy, pero a ojos de los demás aún me queda por madurar.

Volví a suspirar. Pegué una pequeña patada a la pared y me quedé quieta. No sé qué hacer. Mi plan para olvidarle era demasiado arriesgado, pues había magia de por medio. No puedo creer que incluso me lo haya planteado, ¡sería como borrar una parte de mi vida! Y ahora que lo pienso... ¿Qué necesidad hay de olvidarle? Puedo seguir teniendo el recuerdo del beso, de lo que me hizo sentir... Solo necesito superarlo.

-Aunque claro, diciéndolo así parece muy fácil pero...

Susurré para mí misma. No puedo creer que se me ocurran tan pocas opciones. Creo que por ahora dejaré de pensar en él, así al menos podré concentrarme en otras cosas.

Caminé por el pasillo hasta uno de los baños del castillo, estaba dispuesta a entrar hasta que de la puerta de al lado, un chico salió y se plantó frente a mí, estático.

Fue tan rápido y extraño lo que sucedió, que ni me molesté en sentirlo. Eso no impidió que Malfoy me siguiera besando. 

واصل القراءة

ستعجبك أيضاً

380K 41.7K 81
✮ « 🏁✺ °🏆 « . *🏎 ⊹ ⋆🚥 * ⭑ ° 🏎 𝙛1 𝙭 𝙘𝙖𝙥𝙧𝙞𝙥𝙚𝙧𝙨𝙨𝙤𝙣 ✨ 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙞𝙚𝙨 𝙩𝙤 𝙡𝙤𝙫𝙚𝙧𝙨 ¿Y si el mejor piloto de l...
512K 81.8K 34
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
142K 8.3K 16
El maldito NTR pocas veces hace justifica por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suc...
156K 9K 24
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...