-¡No lo puedo creer!
-Sip, eso pasó.
-¿Y qué tal estuvo?
-Demasiado bueno.
-¿Cuánto duro?
-Segundos.
-Eres demasiado rápida.
-¿Qué mas querías, 10 minutos pegados?
-Obvio.
-Ay Darla...
-Es mejor cuando es intenso y agresivo.
-Claro que no. Ese beso fue de los más dulces y tiernos que pude haber recibido.
Darla y yo estábamos conversando en el medio tiempo de las clases, nos daban 15 minutos para cambiar cursos, solo teníamos ese tiempo para conversar. Mis horarios eran muy distintos al de ella.
-Ajaaaa. ¿Y cuándo vuelven a salir?
-Hoy viene a recogerme al instituto.
-¿Lo puedo conocer?
-¡No! Va a creer que soy una desesperada, tenemos una semana saliendo y ya le voy a presentar a la familia entera.
-Ya pueees... -Hizo un puchero y parpadeó muy rápido.
-Está bien.
-Yei- Dio un pequeño brinco aplaudiendo como una niñita - ¿Y el otro ya sabe?
-¿Eduardo? No para nada, no pienso decirle nada.
-¿Por qué?
-No sería muy lindo de mi parte, ya me cansé de intentar demostrarle cosas a Eduardo, Daniel está en mi vida ahora, Eduardo ya es parte del pasado.
-Esa es mi chica.
¡RINNG!
-Te veo después, mi clase ya empezó.
-Adiós.
La verdad no tenía mucho de qué preocuparme, mi siguiente clase era dentro de 30 minutos, así que llevé mis cosas a la cafetería para terminar un par de tareas. Justo cuando estaba terminando de sacar mis libros sentí que había alguien detrás de mi.
-¿Miley?
-¿Sí?
-¿Podemos hablar?
-Claro, Eduardo.
-Vamos a la cafetería.
-Bueno.
Fuimos a la cafetería, lo bueno era que a esta hora siempre está desocupada. Nos sentamos juntos del lado más vacío para conversar más tranquilos.
-Dime que pasó.
-Miley, hay rumores muy extraños sobre ti y un chico mayor...
- ¿Qué clase de rumores?
-Que estas saliendo con un chico y eso.
¿Por qué rayos el instituto se entera de todo?
-Voy a ser sincera contigo, conocí a alguien, sí, estamos saliendo.
-¿Es el chico de la fiesta, cierto?
¿Qué?
-¿Cómo lo puedes recordar?
-Presentimiento.
-Sí claro.
-Te vi en el Parque de Diversiones el sábado pasado.
Sentí que mis mejillas empezaron a arder. El calor estaba subiendo de los pies a la cabeza.
-Sí salimos el sábado.
-Bueno, solo quería saber eso -Se empezó a parar para irse.
-¿Qué rayos? ¡Eduardo! -Me levante, le cogí la mano para detenerlo.
-¿Sí...? -Sentía su voz demasiado apagada. No quería mirarme.
-¿Eduardo qué pasa? -Puse mis manos en su cara, para que volteé a mirarme. Él la quito con suavidad y puso su mano en mi barbilla.
-¿Por qué estás haciendo esto?
-¿Qué cosa?
-Salir con él.
-No te entiendo.
-Ayer termine con Maddie, en la tarde.
-¿Por qué?
-Me... engañó.
-Lo siento mucho -lo abracé.
¿Pero, y que tiene que ver Daniel acá?
-No te quiero arruinar el momento, ¿pasas por mi casa en la tarde? Necesito hablar con alguien.
-Claro...
-Adios, Miley.
Me quedé ahí parada en medio de la cafetería, viendo como él se estaba yendo con la cabeza agachada. ¿Por qué me duele el pecho?