— Soy un tonto.— Mencióno Jimin mientras se amarraba los cordones de su zapatilla. El paraguas que había encontrado en el paradero de buses estaba un poco roto, pero al menos evitaría que se mojara demasiado. Era bien sabido que la lluvia de Corea era muy fuerte y helada, y Jimin pensaba que sería un milagro si no terminaba resfriado después de esto.
Para rematar, su teléfono se había apagado y su bolso se había quedado en el auto de su jefe.
— Todo es una porquería.— Dijo mientras sentía gotas de agua mojar su espalda. El paraguas no lo estaba tapando completamente, y cuando volvió a levantarse vio a lo lejos un hotel.
Se demoraría en llegar, pero era la mejor opción que tenía en estos momentos. Los buses ya no pasaban y no tenía para llamar a un taxi.