Married in New York

By EduardaStyles28

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Una historia en donde los sueños van por encima de casarse con un extraño. More

Personajes.
Prólogo
La Gran Boda
De Regreso A New York
Casa Nueva
Central Park

Casados

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By EduardaStyles28

Larry Stylinson ¦Married in New York

Louis.

[….]

Dos semanas después.

Me había mudado oficialmente con Harry Styles, -también conocido como mi amado esposo- la noche en que él había regresado de su viaje a Londres, lo que también podría contar como el comienzo de mis noches de insomnio.

Al día siguiente, tal y como habíamos discutido, me acompañó de vuelta a la cafetería porque no confiaba en mí con las paredes de su recién adquirida propiedad.

Aunque conseguí que, después de una larga y convincente charla, aceptara que podía hacer un bonito trabajo de pintura, pero terminó pintando la mayor parte del lugar él mismo, agriando mi victoria. 

Me exasperó sin cesar y no tenía ni idea de qué hacer con él. 

También quería que desalojara mi apartamento en el East Village  inmediatamente, pero ignoré sus deseos y empaqué lentamente todo durante el asunto de la pintura.

Al diablo con las amenazas de Bryan. 

Sentado, solo, en medio de la cafetería, comiendo un sándwich que había preparado en la parte de atrás, esperaba a que los repartidores de IKEA me trajeran mi estantería.

Poco después, llegaron, pero antes que pudiera abordar ese proyecto, las sillas fueron entregadas. 

Cuando todo estaba dicho y hecho, la librería montada, las sillas donde yo creía que debían estar, habían pasado horas, y yo acababa de sentar el culo por primera vez.

Gemí y apoyé la cabeza contra la pared.

Pensé que cerrar los ojos sólo por unos  segundos no era una mala idea porque mi vista empezaba a volverse alarmantemente borrosa. 

Por supuesto, hacer eso sólo me recordó lo mucho que necesitaba más horas de sueño. 

Todas las mañanas, me vestía tranquilamente y, como si fuera un intruso, salía de puntillas de la pequeña mansión de mi esposo para llegar a la tienda.

Por la noche, yo optaba por desaparecer en mi habitación en cuanto entraba a su  apartamento.

Todos mis intentos de hablar con mi marido habían fracasado, uno tras otro, así que he dejado de hacerlo tras el cuarto intento.

Cuantas más preguntas hacía, más intentara hablar con él, más rápido me molestaba o más rápido se alejaba de mí.

La breve conversación que habíamos tenido en la terraza aquella primera noche, había  sido la más larga. 

Sin embargo… incluso después de que la pintura fue hecha, él había aparecido cada noche para recogerme de camino a su apartamento.

¿Era para comprobar la propiedad?  Decir que estaba confundido con mi marido habría sido totalmente cierto.

No tenía ni idea de qué pensar del hombre. 

Él había sido el que hizo la oferta de matrimonio, pero con la forma en que  actuaba, tan frío y distante en todo momento, uno pensaría que le había apuntado con una pistola invisible a la cabeza para que dijera “sí, acepto”. 

No veía que las cosas cambiaran pronto si no hacía nada al respecto de ello. 

Tampoco tenía idea de cómo íbamos a mantener esta farsa si teníamos que estar al lado del otro y hablar con la gente como una pareja casada. 

Si alguien nos había visto trabajando juntos en la cafetería, o incluso en la terraza esa primera noche, habrían pensado que estábamos en una interminable cita a  ciegas, obligados a aguantar cada minuto en lugar de hacer una rápida huida. 

Debí de estar a punto de quedarme dormido porque cuando oí un fuerte golpe, me levanté de un salto y me las arreglé para golpear el lado de mi muslo en el borde  de la mesa frente a mí.  

—¡Jesús! — presionando mi mano en mi pierna para aliviar el dolor, salté hacia la  puerta justo cuando otro fuerte golpeteo llenó la cafetería. 

Sintiéndome un poco somnoliento y tal vez un poco nervioso también, levanté el lado del periódico que protegía todo lo que ocurría en el interior de las miradas de los demás.

Mi ritmo cardíaco se redujo un poco cuando vi que era Harry Styles de pie al otro lado del cristal.

Levantando mi dedo para indicar que tardaría un minuto, volví a pegar el periódico en su sitio y dejé escapar un largo suspiro antes de empezar a abrir la puerta. 

Allá vamos, pensé. 

Cuando entró, cerré y bloqueé la puerta tras él. 

—¿Harry? — masajeando mi pierna con la palma de la mano izquierda, dejé que mis ojos recorrieran su cuerpo de la cabeza a los pies.

Si alguien me hubiera obligado a decir una cosa positiva de mi marido, sería que había nacido para llevar trajes.

Habría mentido si hubiera dicho que eso me molestaba.

El traje negro, la camisa blanca y la corbata negra que llevaba en ese momento hacían que sus ojos verdes como el bosuque resaltaran aun más, y me quedé mirándolo un poco más de lo  necesario o aceptable.  

—¿Qué haces aquí? 

—Esa es una gran pregunta. Yo me cuestiono lo mismo, porque no es como si viniera aquí todas las noches o algo así. Te llamé hace una hora. Tú no contestaste. 

—¿Qué? —pregunté, confundido.

Frotándome el puente de la nariz, traté de salir de mi estado de semi-sueño.

Si lo estaba mirando y notando cómo su traje acentuaba sus ojos intensos, cómo la barba incipiente quedaba tan increíblemente bien en él, debía de estar todavía en el país de los sueños.

En lugar de una respuesta, me hizo otra  pregunta, pareciendo exasperado conmigo. 

—¿Dónde está tu teléfono, Louis? 

Teniendo cuidado de no chocar con él, caminé alrededor de su cuerpo  perfectamente musculoso de nuevo a la barra y me incliné para tomar el teléfono,  que había dejado en uno de los estantes inferiores unas horas antes. 

—No lo he tocado desde que llegaron las sillas, y debo haberlo puesto en silencio por error, ¿Pasa algo?

Miré la pantalla y vi dos llamadas perdidas de Harry Styles y una de Sally. 

Sally iba a tener que esperar mientras yo me ocupaba de mi marido. 

—¿Estás bien? —preguntó con el ceño fruncido. 

Mirándolo, por fin empezaba a recomponerse, aunque todavía no lo tenía lo  suficientemente claro como para darme cuenta que había hecho una pregunta, así  que no respondí.

Me quedé mirándolo.

Durante varios largos segundos, pensé que él de alguna manera se las arreglaba para tener mejor aspecto al final del día, mientras que yo me veía peor a medida que avanzaba el día.

Ni un solo rizo estaba fuera de su cabeza bien peinada.

Cuanto más lo miraba, más se hundían sus cejas, lo que le añadía un extraño atractivo que no debería haber notado.

Tenía un aspecto increíble cuando fruncía el ceño, lo que ocurría a menudo, como podía atestiguar, y esa expresión empezaba a gustarme cada vez más.

No necesitaba el ceño fruncido para parecer intenso y melancólico, pero definitivamente funcionaba a su favor. 

—¿Louis? 

—¿Hmm? 

—¿Qué te pasa?

Aceptando el hecho que hacía tiempo que había perdido la cabeza, ya que no podía dejar de pensar en lo verdaderamente atractivo que era, opté por actuar como si nada estuviera mal y asentí.

Entonces me di cuenta que era la dirección equivocada para mi cabeza y rápidamente la sacudí en su lugar. 

Nervioso por haber sido atrapado, me paré detrás del mostrador para dejar un poco  de espacio entre nosotros.  

No pensaba lanzarme sobre él, pero aun así. 

—Me quedé dormido unos minutos, así que estoy un poco ido, eso es todo. ¿Por qué dijiste que llamaste de nuevo? 

—Iba a salir a cenar y te iba a preguntar si querías acompañarme. Ya comí. 

Bostecé.  

—Oh, no. ¿Era una cosa del trabajo? ¿Me perdí la primera cosa de trabajo? 

—Lo siento, si… — fingió tristeza, —No, sólo era yo. Pensé que podríamos repasar algunas cosas y tener una cena. 

Esa fue la primera vez que se ofreció voluntariamente a hablar y cenar.

—Repasar sobre las cosas… ¿cómo? 

—Lo haremos en otro momento. Asumo que has terminado aquí ya que estabas  durmiendo. 

El tipo no se movió. No sonrió. Ciertamente no se reía ni se veía feliz ni se veía…  algo más que melancólico y serio, en realidad. 

—No era mi intención quedarme dormido, sólo estaba tomando un descanso,  descansando mis ojos y supongo que me he quedado dormido un rato. 

Mirando alrededor de la tienda con desaprobación, negó.

—No es seguro que estés aquí solo por la noche, y mucho menos que te quedes dormido. ¿Y si no hubieras cerrado la puerta con llave? Cosa que olvidaste hacer antes, podría haber sido cualquiera atravesando esa puerta y encontrarte durmiendo. 

—Pero no me olvidé de cerrar la puerta. Sólo fue esa vez. He estado asegurándome que esté cerrada sea la hora que sea —contesté.

No quise admitir que por un breve momento, cuando escuché su fuerte golpe, me asusté un poco.  

Mi respuesta me valió otra mirada de desaprobación. 

—Veo que por fin tienes tus sillas —comentó, con la mirada fija en todo.

—Sí. La entrega se retrasó, pero finalmente las recibí hace unas horas. ¿Qué opinas? —le pregunté.

Incluso yo podía oír el tono de esperanza en mi voz.

Era el primero en ver el lugar lleno con los muebles y tan cerca del aspecto que tendría el día de la inauguración.

Estaba desesperado por escuchar de alguien que no era sólo mi imaginación y que realmente se veía bien. 

Nuestras miradas se cruzaron mientras yo contenía la respiración, esperando. 

—¿Sobre? —preguntó. 

Reprimí las ganas de gemir de asombro. 

No podía encontrar ningún defecto en el lugar; era imposible.

Se veía perfecto con la combinación de colores.

Elegante, chic, cómodo, acogedor, todo lo bueno.

Así que sonreí y lo intenté de nuevo.  

—Todo. Las sillas, las mesas, todo. 

Siguió mi mirada, pero sus duros rasgos permanecieron exactamente igual, sin una sola sonrisa a la vista.

—¿Está terminado? 

—Todavía no —dije lentamente, mi sonrisa se atenuó, —Estoy trabajando en ello, pero está bastante cerca ahora. 

Las once -odiaba que fuera un número impar- de mis mesas redondas de madera, estaban exactamente donde las quería, y había quedaban muy bien con el suelo y las paredes recién pintadas.

También había sacado los taburetes de acero negro y los cojines verde oscuro de la cocina, donde los tenía apilados.

Eran del mismo material que las sillas, y los había colocado  todos delante de la barra de café que tenía a lo largo de las ventanas delanteras.

Ya se veía increíble, pero aparentemente sólo para mis ojos. 

—No importa —dije, rompiendo el silencio en un esfuerzo por evitar escuchar los  pensamientos negativos de Harry.

Su lenguaje corporal rígido y su mirada de  desaprobación me estaban diciendo todo lo que no quería oír de todos modos.

—Lo siento, no tienes que lidiar con esto. Si necesitas estar en otro lugar, no me gustaría  retenerte, voy a estar aquí una hora más, creo, para poner algunas cosas. 

Abrió la boca para hablar, pero hablé antes que él. 

—Lo sé, iré a tu casa cuando termine aquí, no tienes que seguir viniendo aquí todos los días. Conozco el camino. 

Con las manos en los bolsillos, caminó hacia el gran arco que conectaba las dos secciones de la cafetería y giró hacia la parte de atrás, fuera de mi vista.

Habría apostado dinero a que negaba con la cabeza después de ver mi biblioteca  desparramada por el suelo, o si no era eso, probablemente estaba mirando la estantería con desaprobación.

La había montado muy bien por mi cuenta, pero no me había atrevido a levantarla y moverla.

Eso sería el trabajo del día siguiente, o del  siguiente.

Todo dependía de cómo se sintiera mi espalda. 

—¿Cómo piensas entrar exactamente? —preguntó, la voz apenas se elevó para que pudiera escucharlo. 

—¿Entrar en dónde?

—En mi apartamento, nuestro apartamento. 

Nuestro apartamento. Dios mío.

Exactamente, Cuando me iba a acostumbrar al hecho que ahora estaba viviendo con este hombre, y cómo, durante dos semanas  enteras, no se me había ni siquiera cruzado por la cabeza ¿cómo volvería a su pequeña  mansión?

Entonces desde que vino a la cafetería todas las noches a recogerme, no tenía ninguna razón para pensar en llaves. 

Para ser justos, nunca había actuado como si yo no fuera bienvenido en su casa. 

Claro, era brusco y exasperante a veces, pero aun así, cada noche, se ofreció a dar la  vuelta que había mencionado la primera noche y me preguntaba si había comido  algo.

Podría pensar que era muy dulce por su parte, pero eso era todo lo que decía.  

Sin embargo, sigue siendo dulce. 

—Intenté dejarte un juego de llaves esta mañana, pero cuando llamé a tu puerta,  ya te habías ido y tenía que irme a trabajar —explicó.

Sorprendido, no se me ocurrió nada que decir.

Entonces él reapareció en el arco y volvió a situarse frente a mí, esperando pacientemente una explicación. 

Me di cuenta y me estremecí.  

—Ah, ¿es por eso que vienes a recogerme todas las noches?— exhalé un suspiro y susurré, —Estaba pensando que no debería seguir disculpándome contigo, pero por  última vez, lo siento, espero que no hayas interrumpido tus planes y hayas venido aquí sólo porque yo no tengo llave. 

—No hace falta que te disculpes. Sólo pensé en la llave anoche, y no, no voy a  venir aquí todas las noches sólo porque no tienes llave. Hoy, ya estaba en el lado este, y al no poder contactar contigo, pensé en venir aquí y llevarte de vuelta. 

¿Y las demás noches? Quería preguntar, pero me callé la boca. 

—Todavía tengo problemas para dormir, no sé exactamente por qué, pero siempre me despierto a las cuatro o cinco, espero hasta las seis y luego me voy. En lugar de dar vueltas en la cama, intento hacer algo útil por aquí.

Me encontré con su mirada, sin palabras, sin explicaciones.

—Sé a qué hora te vas, Louis. 

En cuanto terminó la frase, empezó a quitarse la chaqueta del traje, y mi atención  cambió de nuevo. 

—¿Qué estás haciendo? 

—Asumo que la estantería no vivirá en el suelo y que quieres que se levante,  ¿correcto? — miró a su alrededor y luego señaló el lugar exacto donde mi enorme  máquina de café expreso, iba a instalarse alegremente en unos días, —¿Ahí? 

—Sí, eso es lo que… 

Se desabrochó los puños y mi mirada bajó para seguir sus movimientos.  ¿Otra vez esto?

Entonces empezó a subirse las mangas, y no pude recordar lo que había estado a punto de decir, lo que se estaba volviendo molesto, al menos, pero también sus dedos parecían realmente largos.

Además de tener rasgos fuertes, unos ojos increíblemente bellos, una cara muy agradable de ver y una mandíbula trabajada muy bien con esa personalidad melancólica que tenía, también tenía unas manos muy varoniles.

Eso debe haber sido bueno para él. 

Eran fácilmente el doble del tamaño de las mías.

Parecían fuertes.

Del tipo que te hacen mirar dos veces, si te gustan ese tipo de cosas.

Aparentemente así era. 

Mucho. 

Cielos, Louis. 

Me sacudí mentalmente, miré hacia otro lado, me aclaré la garganta y hablé.  

—Pensaba hacerlo mañana. No hace falta que te ensucies la ropa, Harry, puedo  hacerlo yo mismo. 

No era de esas personas que rechazan la ayuda en todo momento, pero recibir ayuda de Harry… no quería estar en deuda con él más de lo que ya estaba. 

Ignorándome, se dirigió hacia la estantería mientras seguía trabajando en esas mangas, por el amor de Dios.

Lo seguí con pasos rápidos, mis ojos, los traidores, robaban miradas a sus manos arremangando aquellas mangas.

Todavía llevaba su anillo, nunca se lo quitó. 

—Harry, puedo encargarme de ello, realmente no tienes que… 

—No tienes que encargarte de todo tú solo. Yo estoy aquí. Soy capaz de mover una estantería.

—Ya lo sé, por supuesto que lo eres, pero estoy diciendo que no tienes que hacerlo, estoy acostumbrado a manejar las cosas por mi cuenta, y eso es con lo que me siento cómodo. 

Las mangas se habían arremangado meticulosamente, así que levantó la cabeza  para darme una larga mirada.

Me callé. 

Bien. 

Si quería ensuciar su traje caro, era bienvenido a hacerlo. 

Después de regañarme con una simple mirada, comenzó a caminar alrededor de la estantería.

—Podría rayar el suelo —dijo mientras me miraba hacia arriba y luego hacia abajo. 

—No, no lo hará. Puse cuatro de esas cosas blandas debajo de las patas, para que no se raye. 

Eso hizo que me mirara.  

—Cosas —exclamó. 

No pude evitarlo: mis labios se curvaron lentamente y sonreí, mostrando mis dientes y todo.  

—Claro, suena ridículo cuando lo dices— si uno de nosotros no se relajaba con el otro, seguramente iba a cometer un asesinato antes de que terminaran los veinticuatro meses.

Como no creía que Harry se relajara o se hubiera relajado antes, parecía que yo iba a ser el afortunado ganador en este matrimonio. 

Iba a hacer todo lo posible para relajarme con él e ignorar el hecho de que era el tipo de hombre del que siempre me alejaba. 

Porque éramos completamente opuestos. 

Porque teníamos visiones muy diferentes de la vida. 

Porque, porque, porque… 

Era poco amable, irritable, arrogante y a veces distante. 

Me lanzó una rápida mirada nada impresionada y me dio la espalda. 

—Eso es porque es una palabra ridícula. 

Cuando ya no me miraba, respiré hondo y miré al cielo, aunque no podía verlo. 

—Tu traje va a ensuciarse —dije por última vez.

Cuando esos duros ojos se encontraron con los míos, levanté las manos.

—Bien. No digas que no te advertí. Oh, ¡espera!— antes que pudiera darme una respuesta sarcástica, salí corriendo de la  habitación, mientras gritaba por encima del hombro: —Dame un segundo y lo limpiaré primero. 

No dijo nada, así que supuse que estaba esperando a que volviera.

Tan pronto como tuve un paño de cocina mojado, me apresuré a volver sólo para ver que él ya tenía la estantería en pie. 

—No es gran cosa, pero quiero que conozcas a algunos de los socios de mi empresa—empezó mientras yo me apartaba con la toalla en la mano y él empezaba a empujar la estantería hacia su nuevo hogar, —Mañana hay una cena con dos de los socios y un cliente potencial, nada formal, sólo una simple comida, saben que nos hemos casado y me han pedido que te lleve conmigo. Sé que estás trabajando día y noche para abrir este lugar, así que si no puedes, no tienes que unirte a nosotros. Yo se los explicaré. 

Dejé la toalla sobre una de las mesas y aparté las dos sillas y otra mesa que le estorbaban a un lado.  

—No, iré. 

Dejó de empujar y ladeó la cabeza para mirarme desde el otro lado de la estantería.  

—¿Estás seguro? Como he dicho, no tienes que hacerlo. 

—Hicimos un trato de negocios, ¿verdad? Y tú sigues ayudándome cuando vienes aquí, tengo que hacer algo a cambio —respondí mientras agarraba el otro extremo de la estantería y empecé a ayudarle a darle la vuelta para que pudiéramos empujarla el resto del camino con la parte trasera hacia la pared.  

Una cena no era tan mala, siempre y cuando no nos congeláramos y él no me dejara hablar solo a mí, lo cual era mi problema.

—De acuerdo —dijo en tono cortante, y ambos empezamos a empujar. 

El único problema de salir a cenar con Harry y sus socios era que sólo podía imaginar a qué tipo de restaurante irían los socios de un bufete de abogados de alto nivel, y por desgracia, no tenía nada lo suficientemente bonito para ir a un lugar como ese.

Cada centavo que había ganado hasta este día, lo había guardado para la cafetería de mis sueños que abriría en Nueva York.

Ahora ese sueño se estaba haciendo realidad, y cuando estabas trabajando tan duro y humanamente posible para hacer eso, otras cosas por lo general sufrían, como mis elecciones de moda. 

—Así que, voy a ir. De acuerdo, detente. Sólo dame un segundo y moveré las mesas para que podamos pasar.

Mientras yo movía la mesa de la derecha, él se encargó de la de la izquierda. 

Luego apartamos las sillas, abriendo espacio suficiente para que pasara la gran  estantería. 

—¿Quieres que toque la pared? La cena es a las siete. 

—Sí, al ras de la pared. Estaré listo antes de eso. Sally se pasará por unas horas 
Mañana para ayudar, así que no debería ser un día muy largo como el de hoy. 

Con un pequeño gruñido mío, empezamos a empujar de nuevo hasta que estuvo en su lugar.

Después de poner las mesas y las sillas en su lugar original, nos detuvimos. 

Retrocedí hasta el arco para asegurarme que estaba centrada en la pared.

Me siguió y se puso en silencio a mi lado. 

—Gracias. Eso de ahí parece perfecto— lo miré y capté su pequeño asentimiento. 

—¿Sally? —preguntó, sus ojos aún evaluando la librería. 

—Mi empleada, la segunda y última. La contraté mientras estabas en Londres, ha  estado aquí unas cuantas veces para hablar de lo que vamos a hacer aquí, y empieza  oficialmente el día de la inauguración. 

—¿Quién es el primero? 

—Oh, ese sería Owen. Trabajamos brevemente juntos en un café antes, de ahí lo conozco, sus pasteles son increíbles, estará aquí a tiempo parcial, viene alrededor de las cuatro y media de la mañana y empieza a hornear antes que me una a él. Sally me ayudará en el mostrador. 

—¿Qué más hay que hacer hoy?— preguntó. 

Aunque la estantería estaba perfectamente colocada, las dos mesas delante de ella  no parecían estar bien donde estaban, volví sobre mis pasos para moverlas y que  estuvieran a los lados de la biblioteca en vez de adelante. 

Cuando levanté la vista, Harry ya estaba de pie frente a mí, agarrando el borde de  la mesa y ayudándome a levantarla.  

—¿Qué quieres decir con qué más? —pregunté mientras colocábamos la mesa  donde yo quería y luego movíamos las sillas. 

—¿Qué más hay que hacer? 

Fuimos a la otra mesa y repetimos nuestras acciones.  

—Tú no… 

—Si dices que no tengo que ayudar una vez más…

—De hecho, no iba a decir eso.

—De hecho lo ibas a hacer.

—Deberías escuchar  primero antes de acusar a alguien. Uno pensaría que, como abogado, lo sabrías— cuando me miró, le regalé una dulce sonrisa sin dientes. 

El no la devolvió, por supuesto.

No le gustaban los comentarios sarcásticos, había descubierto por mi cuenta, lo que probablemente era la razón por la que disfrutaba hacerlos en primer lugar. 

—Quiero subir esto— caminé detrás del mostrador y me puse directamente delante de donde quería que estuviera la estantería flotante, —He perforado los agujeros, y los soportes están asegurados y todo, pero es un estante de madera bastante grande, casi 60 centímetros creo, así que no podría levantarlo yo solo. 

Se unió a mí, y me moví a un lado para dejarle espacio.

Era un área lo suficientemente grande para que cuatro personas trabajaran cómodamente, pero aun así.

Después de mirar sus manos tanto, no podía confiar en mí mismo. 

—¿Perforaste esto? —preguntó, inspeccionando los soportes. 

Mis pies estaban empezando a matarme de nuevo, así que me apoyé en el mostrador y esperé a que empezaran sus comentarios de desaprobación.

Tenía algunas réplicas todavía.  

—Sí. Le pedí prestado un taladro al chico de las sillas y los hice rápidamente, adelante, dime lo mal que lo hice. Estoy preparado para ello. 

Suspiró y me miró por encima del hombro.  

—¿Dónde está el estante, Louis? 

Me enderecé y me puse en cuclillas.

Había mucho dolor en ese proceso.

—Aquí— saqué sólo un lado de la madera de debajo del mostrador para que pudiera verlo. 

Se aferró al otro lado y lo levantamos con un pequeño gruñido de mi parte, lo colocamos en el mostrador.

La maldita cosa era extremadamente pesada, por no hablar de lo cara que era, pero iba a quedar perfecta con las paredes de color verde oscuro. 

Hubo unos segundos de inspección en su lado y luego agarró su extremo de nuevo. 

—¿Listo? 

Solté un largo suspiro, asentí, agarré el borde con más fuerza. 

Hizo una pausa y me dirigió una nueva mirada que no pude interpretar. 

—A la de tres. ¿Estás listo?

Mi cansancio volvía con toda su fuerza, así que me limité a asentir de nuevo,  levantando la cabeza cuando dijo tres.

Estaba bastante seguro que él sostenía la mayor parte del peso porque mis brazos no me dolían tanto como esperaba, y en unos segundos, había deslizado el estante sobre los soportes y habíamos terminado. 

De cara a mí, estudió mi rostro.  

—¿Podemos irnos ya? 

De nuevo, asentí.

Salió a la zona abierta frente al mostrador. 

Entré a la cocina y agarré mis cosas de la gran isla. 

Saliendo de la cocina con un brazo en la chaqueta, me esforcé por meter el otro. 

Harry se estaba bajando las mangas.  

—No tienes nada más pesado que necesite ser movido, ¿verdad? 

Frunciendo el ceño y tratando de pensar mientras lo observaba, negué.  

—No. Eso fue lo último, creo. 

Entonces se puso de nuevo la chaqueta del traje y tenía el mismo aspecto que cuando había aparecido antes, sin la corbata. 

—Parece que estás a punto de colapsar. 

Ni siquiera me miraba, ¿cómo lo sabía? 

—Creo que puedo hacer que eso ocurra—sintiéndome un poco tonto después  de su comentario y por el hecho de que todavía estaba luchando con el otro brazo de la  chaqueta, me aclaré la garganta, —El colapso, quiero decir— se acercó y, con un  suspiro, me quitó la chaqueta, liberando mi brazo.

Luego me lo levantó y sentí que me sonrojaba al conseguir meter los dos brazos. 

—Gracias —murmuré en voz baja. 

—Llamaré a Raymond para que aparque delante— él miraba su teléfono, pero  entonces sus ojos se encontraron con los míos durante un breve segundo, —Tienes  peor aspecto que la semana pasada. 

Abrí la boca y decidí cerrarla.

Miré hacia abajo y me di cuenta que mis rodillas estaban cubiertas de polvo.

Buen toque, Louis. Muy buen toque.

Me quité el polvo suavemente, mientras pensaba que quién sabía qué otras sustancias tenía en la cara o qué aspecto tenía dicha cara.

Harry aparentemente sí lo sabía, y resultaba que tenía peor aspecto que la semana anterior.

No hay problema. Todos los maridos hacen comentarios así a sus esposos… Pensé.

Esencialmente, nos estábamos asentando en  la vida matrimonial.

Yo pensaba que él era la perfección masculina melancólica, y él pensaba que yo era… bueno, para ser honesto, estaba demasiado asustado para preguntar y escuchar su respuesta. 

Suspiré y levanté la vista para poder encontrar su mirada.  

—No puedo creer que esté diciendo esto, pero creo que estoy empezando a  considerar mantenerte como mi marido permanentemente, Harry. Me están gustando mucho estos cumplidos hasta ahora, pero te advierto, no puedes culparme cuando todas estas bonitas palabras empiecen a subirse a mi cabeza. 

Me pareció imaginar que sus labios se apretaban en un esfuerzo por contener una  sonrisa, aunque tal vez fuera un movimiento de labios.

Nunca lo sabría, pero entrecerré los ojos para asegurarme que veía bien.

Por otra parte, mi vista seguía un poco borrosa, así que había sido un truco de mis ojos. 

Cuando comentó en su tono de negocios, supe con certeza que no había sonrisas  de por medio.  

—¿Quiere que te mienta en su lugar? No estoy seguro de poder ser ese tipo para ti. 

—Oh, no. Sé que no eres ese tipo. Como dije, estoy contento con mi elección de marido ahora mismo, nos estamos asentando en la vida matrimonial. Cuando te pregunte si un día me veo feo en mis vaqueros, siempre contaré con que me des tu respuesta sincera. Estoy seguro que te será útil. 

—Si tienes todo lo que necesitas, podemos irnos. Raymond está esperando fuera—después de guardar su teléfono, se encontró con mis ojos. —No estás feo. 

Y justo cuando pensé que no estaba escuchando ni una palabra de lo que estaba  diciendo. 

Tomé mi bolso del mostrador donde lo había dejado mientras estaba luchando por  ponerme la chaqueta y luego seguí a Harry fuera. 

—Podría aumentar unos cuantos kilos, en realidad: diez, tal vez quince, los chocolates son excelentes para el alma y la felicidad, pero no suelen ser buenos para las caderas. Ya sabes cómo dice el refrán, ¿no? Un momento en los labios, para siempre en las caderas. 

Salió a la acera mientras yo apagaba las luces y ponía la alarma. 

—Si no puedes dejar el chocolate, tal vez puedas ejercitarte más. 

Después de cerrar todo, me giré hacia él y lo sorprendí mirando mi trasero.

Se me calentó la cara, pero por suerte, el aire frío impidió que fuera obvio.

Tratando de ignorar dónde había estado mirando cuando dijo sus últimas palabras, traté de jugar a la calma colocando mi mano en mi corazón y diciendo:

—Ves, ahora sólo tratas de malcriarme. Si sigues así, nunca querré dejarte cuando llegue el momento. 

Sus ojos se centraron en mi mano y supe, supe lo que iba a decir antes de que separara los labios.

—No llevas tu anillo. 

—Está en mi bolso. Es un anillo muy caro, Harry. No quiero que le pase nada mientras estoy trabajando. 

Me miró indiferente, se dio la vuelta y me dejó de pie en la acera.

Su anillo estaba puesto en su dedo. 

Nos estábamos acomodando a la vida de casados muy bien. 

Al menos eso creía yo. 

El número de veces que Harry Styles sonrió: cero.

⋆ ˚。⋆୨♡୧⋆ ˚。⋆

El sarcasmo que se manejan estos señoritos es fuerte jajaja

Hay mucha tensión ahí.

Baby, you are the love of my life.

Les ama, Natt.

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