โž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

230K 21.6K 24.8K

๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹ || โ La desdicha abunda mรกs que la felicidad. โž Su nombre procedรญa de una de las leyendas... More

โ€– ๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹
โ€– ๐๐‘๐„๐Œ๐ˆ๐Ž๐’ ๐ˆ
โ€– ๐๐‘๐„๐Œ๐ˆ๐Ž๐’ ๐ˆ๐ˆ
โ€– ๐€๐‚๐‹๐€๐‘๐€๐‚๐ˆ๐Ž๐๐„๐’
โ€– ๐๐„๐‘๐’๐Ž๐๐€๐‰๐„๐’
โ€– ๐†๐‘๐€ฬ๐…๐ˆ๐‚๐Ž๐’ ๐ˆ
โ€– ๐†๐‘๐€ฬ๐…๐ˆ๐‚๐Ž๐’ ๐ˆ๐ˆ
โ€– ๐“๐‘๐€ฬ๐ˆ๐‹๐„๐‘๐’
โ” Proemio
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ โ” ๐˜๐ ๐ ๐๐ซ๐š๐ฌ๐ข๐ฅ
โ” ๐ˆ: Hedeby
โ” ๐ˆ๐ˆ: Toda la vida por delante
โ” ๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Fiesta de despedida
โ” ๐ˆ๐•: Una guerrera
โ” ๐•: Caminos separados
โ” ๐•๐ˆ: La sangre solo se paga con mรกs sangre
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ: Entre la espada y la pared
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Algo pendiente
โ” ๐ˆ๐—: Memorias y anhelos
โ” ๐—: No lo tomes por costumbre
โ” ๐—๐ˆ: El funeral de una reina
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ: Ha sido un error no matarnos
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Un amor prohibido
โ” ๐—๐ˆ๐•: Tu destino estรก sellado
โ” ๐—๐•: Sesiรณn de entrenamiento
โ” ๐—๐•๐ˆ: Serรก tu perdiciรณn
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Solsticio de Invierno
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No es de tu incumbencia
โ” ๐—๐ˆ๐—: Limando asperezas
โ” ๐—๐—: ยฟQuรฉ habrรญas hecho en mi lugar?
โ” ๐—๐—๐ˆ: Pasiรณn desenfrenada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No me arrepiento de nada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: El temor de una madre
โ” ๐—๐—๐ˆ๐•: Tus deseos son รณrdenes
โ” ๐—๐—๐•: Como las llamas de una hoguera
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ: Mi juego, mis reglas
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El veneno de la serpiente
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟPor quรฉ eres tan bueno conmigo?
โ” ๐—๐—๐ˆ๐—: Un simple desliz
โ” ๐—๐—๐—: No te separes de mรญ
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ: Malos presagios
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No merezco tu ayuda
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Promesa inquebrantable
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Yo jamรกs te juzgarรญa
โ” ๐—๐—๐—๐•: Susurros del corazรณn
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Por amor a la fama y por amor a Odรญn
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ๐ˆ โ” ๐•๐š๐ฅ๐ก๐š๐ฅ๐ฅ๐š
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mรกs enemigos que aliados
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐—: Una velada festiva
โ” ๐—๐‹: Curiosos gustos los de tu hermano
โ” ๐—๐‹๐ˆ: Cicatrices
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ: Te conozco como la palma de mi mano
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Sangre inocente
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐•: No te conviene tenerme de enemiga
โ” ๐—๐‹๐•: Besos a medianoche
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ: Te lo prometo
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: El inicio de una sublevaciรณn
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Que los dioses se apiaden de ti
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐—: Golpes bajos
โ” ๐‹: Nos acompaรฑarรก toda la vida
โ” ๐‹๐ˆ: Una red de mentiras y engaรฑos
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ: No tienes nada contra mรญ
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: De disculpas y corazones rotos
โ” ๐‹๐ˆ๐•: Yo no habrรญa fallado
โ” ๐‹๐•: Dolor y pรฉrdida
โ” ๐‹๐•๐ˆ: No me interesa la paz
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: Un secreto a voces
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Yo ya no tengo dioses
โ” ๐‹๐ˆ๐—: Traiciรณn de hermanos
โ” ๐‹๐—: Me lo debes
โ” ๐‹๐—๐ˆ: Hogar, dulce hogar
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ: El principio del fin
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La cabaรฑa del bosque
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐•: Es tu vida
โ” ๐‹๐—๐•: Visitas inesperadas
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ: Ella no te harรก feliz
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El peso de los recuerdos
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No puedes matarme
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐—: Rumores de guerra
โ” ๐‹๐—๐—: Te he echado de menos
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ: Deseos frustrados
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Estรกs jugando con fuego
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mal de amores
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐•: Creรญa que รฉramos amigas
โ” ๐‹๐—๐—๐•: Brezo pรบrpura
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ: Ya no estรกs en Inglaterra
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Sentimientos que duelen
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟQuiรฉn dice que ganarรญas?
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐—: Planes y alianzas
โ” ๐‹๐—๐—๐—: No quiero perderle
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ: Corazones enjaulados
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Te quiero
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La boda secreta
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•: Brisingamen
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Un sabio me dijo una vez
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Amargas despedidas
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Te protegerรก
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐—: El canto de las valquirias
โ” ๐—๐‚: Estoy bien
โ” ๐—๐‚๐ˆ: Una decisiรณn arriesgada
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ: Tรบ harรญas lo mismo
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mensajes ocultos
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐•: Los nรบmeros no ganan batallas
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ: No quiero matarte
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ: Sangre, sudor y lรกgrimas
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Es mi destino
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐—: El fin de un reinado
โ” ๐‚: Habrรญa muerto a su lado
โ” ๐‚๐ˆ: El adiรณs
โ” ๐„๐ฉ๐ขฬ๐ฅ๐จ๐ ๐จ
โ€– ๐€๐๐„๐—๐Ž: ๐ˆ๐๐…๐Ž๐‘๐Œ๐€๐‚๐ˆ๐Žฬ๐ ๐˜ ๐†๐‹๐Ž๐’๐€๐‘๐ˆ๐Ž
โ€– ๐€๐†๐‘๐€๐ƒ๐„๐‚๐ˆ๐Œ๐ˆ๐„๐๐“๐Ž๐’
โ€– ๐Ž๐“๐‘๐€๐’ ๐‡๐ˆ๐’๐“๐Ž๐‘๐ˆ๐€๐’
โ€– ๐’๐„๐†๐”๐๐ƒ๐Ž ๐‹๐ˆ๐๐‘๐Ž

โ” ๐—๐‚๐•: Una รบltima noche

428 42 180
By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que no os arrepentiréis.

✹.✹.✹

─── CAPÍTULO XCV──

UNA ÚLTIMA NOCHE

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        KAIA AVISTÓ A LAGERTHA fuera de su tienda, sentada en una pequeña pendiente mientras contemplaba con detenimiento algo que sostenía en las manos. Inspiró profundamente, reparando en la expresión contrita que ensombrecía los rasgos faciales de la soberana, que permanecía ajena a su presencia. Una dolorosa punzada le atravesó el pecho, justo donde se encontraba su corazón, pero se recompuso enseguida. Se recordó a sí misma el motivo por el que estaba allí, la razón por la que había decidido ir a ver a Lagertha a pesar de estar distanciadas, e ignoró el desagradable nudo que se había aglutinado en su garganta, constriñéndole las cuerdas vocales. No estaba dispuesta a echarse atrás, no ahora que contaba con la determinación suficiente para hablar con ella.

La noche había caído sobre Midgard, apresándola entre sus oscuras fauces, pero las antorchas que había dispuestas a lo largo y ancho del campamento lo mantenían bien iluminado. Arrebujándose en la gruesa capa que llevaba sobre los hombros, La Imbatible avanzó hacia su compañera, sobre cuya figura incidía la luz de la luna.

Alertada por sus pisadas, Lagertha alzó el rostro hacia ella, posando sus iris azules en los grises de Kaia. Si estaba sorprendida por su presencia —y más a esas horas de la noche—, no lo demostró. En su lugar, observó en el más absoluto mutismo cómo su lugarteniente se acomodaba a su lado, aprovechando la verticalidad de aquella pequeña ladera. Ninguna dijo nada, alargando el aciago silencio que imperaba en esa zona del asentamiento, lo que impulsó a la rubia a volver a focalizar su atención en el colgante que reposaba en la palma de su mano derecha.

Kaia lo reconoció enseguida: era un collar del Mjölnir*, el Martillo de Thor. Conocía la historia de aquel colgante, dado que Lagertha se la había contado en más de una ocasión. Era lo único que conservaba de su padre, un humilde granjero que fue asesinado en un asalto a la aldea en la que residían. Su muerte, el cómo la reina describió la impotencia que sintió por no poder hacer nada para salvarle, fue lo que la urgió a iniciar su entrenamiento como escudera. Porque no quería volver a sentirse inútil e incapaz de proteger a los suyos.

—Mañana al fin descubriremos de qué parte están los dioses —pronunció Lagertha sin despegar la vista del collar. Había algo en su tono, en la manera en que arrastraba las palabras, que alarmó a Kaia—. Aunque para algunos está más que claro.

La castaña respiró hondo y exhaló despacio. Flexionó ligeramente las piernas y apoyó los codos en sus rodillas, juntando después las manos. Era cierto que había opiniones divididas en el campamento: unos ya daban por hecho que iban a perder aquella guerra, que el engrosamiento de las filas enemigas con las huestes francas suponía una ventaja insuperable, mientras que otros se mantenían firmes en su opinión de que, con una skjaldmö como Lagertha a la cabeza, los Æsir y los Vanir los ampararían. Ella, por otro lado, prefería no dar nada por sentado, puesto que sus largos años de experiencia le bastaban para saber que las nornas eran caprichosas a la hora de hilar el destino de los mortales.

—Nos hemos visto en situaciones peores y siempre hemos conseguido salir adelante —contrapuso Kaia con simpleza—. Si nos ceñimos a nuestro plan, la desventaja numérica no tiene por qué suponer nuestro fracaso. ¿O acaso no pudimos hacernos con el control de París? —le recordó, haciendo referencia a la astucia e inteligencia de Ragnar, que fingió su propia muerte para poder entrar en la ciudad amurallada.

Las comisuras de los labios de Lagertha temblaron, pero no llegaron a formar la sonrisa que pugnaba por asomar a su semblante. Dio vueltas a la réplica del Mjölnir, como si realmente estuviese intranquila.

—Pues yo sí creo que podemos fracasar —indicó, provocando que La Imbatible virara la cabeza en su dirección. Estaban conversando como siempre habían hecho, ignorando los dolorosos motivos por los que se habían peleado. Por un momento, la esperanza creció ácida en el corazón de la soberana, quien suponía que, por ser las horas previas a una nueva batalla, Kaia querría arreglar las cosas con ella—. De hecho, es bastante probable que muera mañana. Tengo una especie de presentimiento.

La más joven tragó saliva.

—No vas a morir mañana —rebatió, tajante.

En esa ocasión Lagertha sí sonrió.

—Hace un tiempo el adivino me dijo que un hijo de Ragnar me mataría —reveló, mirando a los ojos a su interlocutora, que se mantuvo inexpresiva—. ¿Y qué mejor oportunidad que esta? —Se encogió de hombros con naturalidad.

Kaia prefirió ahorrarse el detalle de que ella ya lo sospechaba, dado que Hilda divagó sobre ello al poco de que conquistaran Kattegat. Ella misma se lo preguntó a la anciana, temerosa como estaba de que los hijos de Aslaug quisieran tomarse la justicia por su mano por el asesinato de su madre. Y si encima el adivino lo había vaticinado, confirmando aquello que la völva había dejado en el aire, no cabía la menor duda de que aquel sería el final de Lagertha. Un final que pensaba posponer costara lo que costase.

—No vas a morir mañana —repitió, a lo que la rubia la observó con un inusual brillo rielando en sus pupilas—. No lo permitiré. Ni yo ni ninguna de las escuderas que portan tu emblema —aseguró con una convicción apabullante.

Pudo ver cómo las lágrimas se acumulaban en los orbes celestes de Lagertha, que volvió a sonreír, solo que ahora con una mezcla de emociones que hizo que a Kaia se le encogiera el corazón. En su cristalina mirada pudo discernir una pizca de renovada esperanza, además de agradecimiento. Incluso le pareció ver arrepentimiento. Un profundo arrepentimiento por cómo habían acabado las cosas entre ellas, por cómo habían pasado de ser inseparables a apenas dirigirse la palabra.

Lástima que a Lagertha le cegara el orgullo, que no mirase más allá de sus propios intereses y ambiciones. Porque, de lo contrario, habría sido ella la que hubiese tomado la iniciativa de ir a buscarla para hablar las cosas y tratar de enmendar el mal que había causado.

—Kaia, yo...

La susodicha alzó una mano para que guardara silencio.

—No. No quiero que digas nada —sentenció ella, tratando por todos los medios de que no se le quebrase la voz—. He tomado una decisión. —Apartó su mirada de Lagertha, incapaz de sostenérsela por más tiempo. Tenía la impresión de que si lo hacía, acabaría retractándose de lo que estaba a punto de decir—. Esta será la última vez que luche junto a ti en calidad de skjaldmö. En cuanto termine esta guerra, regresaré a Hedeby —declaró con toda la firmeza que fue capaz de reunir—. Quiero pasar los inviernos que me queden en Midgard tranquila, junto a mi hija y su esposo. Lo he hablado con Drasil y está dispuesta a venir conmigo, al igual que Ubbe.

Aquello fue como un jarro de agua fría para Lagertha, que palideció en el acto. Su expresión mudo a una perpleja, devastada incluso. Contempló a Kaia con un dolor lacerante en el pecho, como si no terminara de creerse lo que acababa de escuchar, y el mundo se le vino encima al percatarse de que su segunda al mando iba totalmente en serio, que en verdad planeaba abandonarla y volver al condado en el que había pasado la mayor parte de su vida.

Kaia se negó a devolverle la mirada. Estaba rígida, hasta el punto de que una palpable tensión se había adueñado de sus hombros y de la línea de su mandíbula. Sus manos continuaban entrelazadas, solo que ahora sus dedos pulgares jugueteaban nerviosamente entre sí. Para ella tampoco estaba siendo fácil, era más que evidente.

—Nada de lo que diga te hará cambiar de opinión, ¿verdad? —inquirió Lagertha en tono plano y monocorde. El rastro de las lágrimas saladas continuaba presente en sus ojos, que centelleaban con vigor a la luz de las antorchas.

Kaia volvió a tragar en seco. Había tardado en tomar aquella decisión, en reunir el valor suficiente para admitir que su relación con la gobernante de Kattegat había alcanzado un punto de no retorno, pero finalmente lo había hecho. Por su hija, quien siempre estaría por encima de todo y de todos, incluso de la mujer de la que estaba enamorada. Sentía que se lo debía a Drasil, por no haber podido protegerla e intervenir antes. Por haber estado tan ciega y no haber sabido reconocer las señales.

—Me temo que no —musitó.

Lagertha apretó los labios en una fina línea y asintió.

—¿Es lo que quieres entonces?

La castaña refrenó el temblor que se había apoderado de su labio inferior.

—Es lo que debo hacer —solventó, restableciendo el contacto visual con la reina.

Y ahí mismo, sin esperar a que Lagertha dijera nada más o intentara convencerla de que se quedase, se puso en pie y se alejó de ella. Y nuevamente lo hizo sin mirar atrás.

Eivør se terminó lo que le quedaba de hidromiel de un trago.

No podía dormir, de ahí que se hubiera acomodado en el escabel que había junto a la pequeña mesa con la que contaba su carpa y se hubiese servido un poco de mjöd para tratar de despejar su mente. Y es que su cabeza no paraba de bullir de actividad, dándole vueltas a lo que estaba a punto de acontecer, a la masacre que tendría lugar en apenas unas horas. Por más que hubiese procurado no pensar en ello y descansar, le había resultado imposible conciliar el sueño. Eran tantas las cosas que no le dejaban dormir —tantas incógnitas, tantos peligros y tantas posibilidades— que sentía que a ese paso iba a acabar volviéndose loca.

Suspiró, frustrada. Estuvo a punto de rellenar su vaso de cuerno cuando la lona que cubría la entrada y que, por tanto, hacía la función de puerta se movió, haciéndose a un lado. El aire se le quedó atascado en mitad de la garganta al ver cómo una enorme figura cruzaba el umbral y se detenía a un par de metros de ella, con su larga trenza dorada oscilando sobre su espalda y sus iris azules escrutándola con intensidad.

—¿Björn? —Eivør arqueó una ceja con confusión—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Ocurre algo? —quiso saber a la par que se ponía en pie. No eran horas para hacer visitas, y menos la noche previa a una batalla.

Para su desconcierto, el mencionado negó con la cabeza.

—No, tranquila. No sucede nada —contestó, alzando su mano hábil en un gesto conciliador—. Lamento presentarme a estas horas... Pero no podía dormir y necesitaba verte.

#

La muchacha compuso una mueca asombro al escucharlo, al conocer el motivo por el que estaba allí, en su tienda. Si algo caracterizaba a Björn era que siempre hablaba sin tapujos. Era muy directo, pero el hecho de que también usara esa transparencia para hacerle saber que quería estar con ella era algo a lo que todavía no estaba acostumbrada. Y es que nunca sabía cómo reaccionar a aquella declaración de intenciones.

—No creo ser una buena compañía ahora mismo —repuso Eivør, quien lucía unos pantalones oscuros y una camisa sencilla. No había ni rastro de sus característicos protectores de cuero—. Todos estamos nerviosos por lo de mañana. —Se abrazó a sí misma y se encogió de hombros. No tenía muy claro lo que pretendía con aquella inesperada visita, pero si ella se había quedado en su carpa era porque quería estar sola.

Björn inspiró por la nariz. Él también vestía de una forma mucho más casual, lejos de los incómodos petos que solía exhibir durante el día. Decía mucho de él que, incluso luciendo un mero jubón y unas calzas de piel, siguiera viéndose intimidante. No cabía la menor duda de que tenía alma de líder y que su sola presencia exudaba poder y autoridad.

—Lo sé. —El Ragnarsson hizo una breve pausa, pero no rompió en ningún momento el contacto visual con la escudera, que lo observaba expectante—. Sé que lo que ocurrirá mañana supondrá un antes y un después para nosotros, que existe la posibilidad de que muramos... Pero también sé que, si esta es mi última noche, quiero pasarla contigo —manifestó con una determinación que la dejó anonadada—. Por eso estoy aquí, Eivør. Porque no me imagino a nadie mejor que tú para pasar estas últimas horas.

La morena apretó los labios en una fina línea blanquecina.

El viaje a Tamdrup los había acercado nuevamente, haciendo que limaran asperezas y que dejasen atrás todo lo que se habían increpado en su última discusión, cuando se dio a conocer la noticia de su compromiso con la princesa sámi. Si bien no se habían sincerado completamente ni se habían dicho todo lo que debían —y querían— decirse, para ellos aquella conversación en torno al fuego había bastado para darse una tregua. Al fin y al cabo, estaban en el mismo bando y, como bien decía Björn, podían perecer en aquella última contienda. Aunque eso no significaba que Eivør no continuara teniendo sus reservas.

—Björn. —Quiso enronquecer la voz, pero esta apenas salió como un débil susurro de sus labios—. Estás casado con Snæfrid. Es con ella con quien deberías pasar esta noche, no conmigo. Tienes una alianza que mantener con el pueblo sámi —le recordó en su mejor tono neutral. No lo había dicho como un reproche, al contrario que días atrás, sino como un intento de que entrara en razón y admitiese de una vez por todas que lo suyo no llegaba a ninguna parte.

Piel de Hierro comprimió la mandíbula con fuerza.

—¿Crees que no lo sé, Eivør? ¿De verdad piensas que no sé que de mí depende nuestra alianza con el rey Svase? —La aludida se mantuvo firme en su sitio, impertérrita, aunque no pudo evitar estremecerse cuando Björn acortó la distancia que los separaba—. Por supuesto que soy consciente de ello, del enorme peso que hay sobre mis hombros. Pero Snæfrid jamás podrá ganarse mi corazón, ¿y sabes por qué? —prosiguió con vehemencia, cada vocablo más ardiente que el anterior—. Porque este pertenece a otra mujer.

Eivør contuvo el aliento ante eso último, ante la convicción que podía discernirse en sus fulgurantes pupilas. Quiso apartarse, retroceder para salvaguardar nuevamente una distancia prudencial con él, pero le resultó imposible. Su cuerpo no le obedecía, como si los dioses hubiesen tensado los hilos que la mantenían prisionera.

—No sabes lo que dices. —Fue lo único que pudo articular.

—Antes tal vez —concedió el caudillo vikingo—. Pero ahora... Ahora tengo muy claro lo que quiero. Y quiero estar contigo, Eiv. —A pesar de la diferencia de altura entre ambos, los ojos de Björn no se apartaban de los de la joven, cuyas pulsaciones se habían disparado a causa de aquella especie de confesión—. Yo... Maldita sea, pienso en ti a todas horas. Cuando estoy centrado en otra cosa me acuerdo de ti, como si fueras la dueña de mis pensamientos. He estado con muchas mujeres a lo largo de mi vida, pero esto... Esto es diferente. Tú eres diferente.

Las palabras del primogénito de Ragnar Lothbrok la estaban trastocando sobremanera, ocasionando que una vorágine de emociones de lo más contradictorias se desatara en su interior. Por primera vez en su vida, Eivør se sintió indefensa en el terreno romántico, totalmente vulnerable. Todas sus relaciones y aventuras habían sido algo esporádico y pasajero, de una noche o de un periodo corto de tiempo. Jamás había llegado a forjar lazos con sus amantes —a excepción de Astrid—, de ahí que estuviera tan confundida y tuviese tanto miedo. Porque lo tenía, y mucho.

—Para... —bisbiseó—. No lo digas.

Una sonrisa desvaída asomó al rostro del guerrero.

—Creo que estoy enamorado de ti —confesó finalmente, haciendo oídos sordos a sus súplicas. Necesitaba decírselo, que ella lo supiera—. Y me asusta tanto que tú no lo estés de mí que me siento ridículo. —Una risita nerviosa se escabulló de su garganta. Sus orbes celestes brillaban ahora con más vigor, al igual que los de Eivør—. La otra noche junto al fuego me di cuenta de ello. Del pánico que me produce la simple idea de perderte.

Una traicionera lágrima resbaló por la mejilla derecha de la skjaldmö, que volvía a sentirse como una niña pequeña; insegura y temerosa. A Björn le resultó imposible no verse reflejado en ella, en la fragilidad que expelía por cada poro de su piel. Ya se había desnudado frente a Eivør en otras ocasiones, pero aquella era la primera vez que lo hacía en el plano sentimental.

El hombre alzó una de sus robustas manos y la condujo hacia el semblante de la chica. Su dedo pulgar se deslizó por su pómulo con una gentileza desgarradora, siguiendo el trayecto inverso de la lágrima. Eivør cerró los ojos ante su cálido contacto.

—¿Quieres que me vaya? —consultó Björn.

La morena volvió a mirarle, aún con la visión borrosa a causa de las lágrimas. El corazón le latía desbocado bajo las costillas y su mente solo podía abarcar un único pensamiento. Un deseo que llevaba reprimiendo desde hacía mucho tiempo.

—No... No quiero que te vayas —indicó ella con voz estrangulada.

Aquello fue aliciente suficiente para que Björn acunara su rostro entre sus manos y la besara con parsimonia, disfrutando una vez más del dulce elixir de sus labios. Eivør lo correspondió de inmediato, posando sus propias manos en los antebrazos del Ragnarsson. Aquel beso mantuvo un ritmo lento y detallado hasta que la lengua de Björn se deslizó sobre la costura de su boca, instándola a que la abriera para él. Ella así lo hizo, ocasionando que una oleada de calor estallara en sus mejillas.

A ese primer beso le sucedieron muchos más, junto con una infinidad de caricias que les arrancaron más de un suspiro. Se desvistieron sin prisa, pero tampoco sin pausa, volviendo a explorar la anatomía del otro como si aquella fuese su primera vez juntos. Y cuando finalmente Eivør volvió a estar desnuda bajo él, con todo su cuerpo cosquilleando en anticipación a lo que iba a sobrevenir, todo lo demás dejó de importarle.

En aquel momento solo existían ellos dos, y pensaba disfrutarlo como si esa fuera su última noche sobre la faz de Midgard.

Björn deslizó sus falanges por las ruborizadas mejillas de Eivør, que permanecía recostada a su lado, con su cuerpo desnudo cubierto por una gruesa manta. Él se había acomodado de medio lado, cargando la mayor parte de su peso en su antebrazo izquierdo. Su mano derecha, en cambio, no dejaba de acariciar el semblante de la muchacha, con quien había vuelto a yacer después de mucho tiempo.

Por Odín, la había extrañado tanto que aún no se creía que volviera a estar junto a ella, compartiendo el mismo lecho. Y es que Eivør era especial, siempre lo había sido. Desde el primer instante en que la vio, aquella noche en el Gran Salón, antes de que partieran por primera vez hacia el mar Mediterráneo, supo que tendría un gran impacto en su vida. No sabía cómo, pero su corazón ya le avisó de que aquellos iris pardos serían su perdición. Y ahora que volvían a estar juntos, no pensaba dejarla escapar.

—¿En qué piensas? —le preguntó Eivør, cuyos rasgos todavía estaban algo acristalados por el sudor—. ¿Hay algo que te inquiete?

Piel de Hierro bajó su mano con deliberada lentitud, pasándola por su mandíbula, su cuello y finalmente sus clavículas. La escudera poseía un color de piel atípico para los escandinavos, aunque sus otros rasgos también lo eran. Su cabello era negro como las alas de un cuervo, sus ojos oscuros y su tez ligeramente bronceada, similar a la de las personas que habitaban en las tierras del sur. Y aquellas características claramente no las había heredado de Hilda, sino de su padre Hrólfr y su abuelo Lamont, a quienes recordaba vagamente de Hedeby y de algunas incursiones.

—Cuando todo esto acabe y ya no necesitemos más la ayuda de los sámis, pienso cancelar mi matrimonio con Snæfrid. —Eivør compuso una mueca de desconcierto al escucharlo, lo que le impulsó a seguir hablando—: El día que mi madre anunció que me iba a casar con la hija del rey Svase, me diste a entender que te consideraba una segunda opción. Y quiero demostrarte que para mí eres y siempre serás la primera —añadió con seriedad, como si quisiera demostrarle que estaba hablando en serio.

La morena apartó la vista de él y negó con la cabeza.

—No hagas promesas que no vas a cumplir —murmuró.

Ante su falta de confianza, Björn aprisionó la barbilla de Eivør y la empujó suavemente hacia arriba para que volviera a mirarle. Entendía que tuviese sus dudas y reticencias, pero estaba dispuesto a cambiar eso y demostrarle que no tenía nada que temer. Que él jamás le haría daño.

—Voy a hacerlo. Y si tengo que jurarlo por mi brazalete, lo haré —le aseguró—. Pero para ello necesito saber qué quieres tú, Eivør —señaló, volviendo a acariciar su mejilla.

La susodicha se mantuvo silente durante unos instantes que se le hicieron eternos, como si estuviera pensando su respuesta... O como si estuviera luchando contra sus propios demonios e inseguridades. La comprendía porque él era igual a la hora de expresar sus sentimientos y abrirse emocionalmente a los demás, de ahí que no quisiera presionarla ni forzarla a nada. Aunque aquella incertidumbre le ponía nervioso, no lo iba a negar.

Finalmente, tras unos segundos más de vacilación, Eivør habló:

—No voy a decirte que no puedo vivir sin ti, porque puedo —expuso ella, mirándolo fijamente a los ojos—. Pero no quiero.

El corazón del Ragnarsson arrancó a latir desenfrenadamente al oírlo y el aire volvió a abastecer sus pulmones. Sus orbes azules destellaron a la tenue luz de las lámparas de aceite y una sonrisa ilusionada tironeó de las comisuras de sus labios. Sonrisa que no demoró en ser secundada por Eivør, que cubrió su mano con la suya propia.

Una dicha indescriptible embargó a Björn, quien nunca antes había experimentado nada semejante. Y entonces... Entonces volvió a rebasar los escasos centímetros que los separaban para poder besar a la mujer de la que estaba enamorado.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

· ANOTACIONES ·

—En la mitología nórdica, Mjölnir es el martillo del dios Thor. Mjölnir es el arma más temible del arsenal de los dioses y es usado para eliminar a cualquiera que intente socavar la supremacía de los Æsir y los Vanir. Mjölnir poseía muchas características mágicas, como la de poder golpear tan fuerte como Thor quisiera, desde un leve toque hasta un terrible golpe que destruiría montañas. También se decía que el trueno y el rayo eran consecuencia del golpe del martillo y que este contaba con la capacidad de encogerse lo suficiente como para ser guardado en una túnica y luego agrandarse para ser empleado en combate. En ocasiones Mjölnir era utilizado como un arma arrojadiza, la cual, se decía, siempre encontraba el camino de vuelta a Thor, aunque generalmente era usado como un martillo de guerra normal.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis amados lectores!

Well, well, well... Ahora sí que se avecina la batalla final del primer libro. Con este capítulo concluimos la noche previa a la última contienda y yo no puedo estar más emocionada. Creo que ya lo he comentado en caps. anteriores, pero esta batalla abarcará tres capítulos llenos de tensión, drama y sufrimiento. El próximo ya vendrá cargadito de salseo y ufff... No os imagináis las ganas que tengo de leer vuestras reacciones *sonrisa perversa*.

Pero, como siempre digo, vayamos por partes uwu

Ay, la primera escena. Si no me ha roto el corazón mil veces no lo ha hecho ninguna =') Aunque, dejando a un lado lo mucho que nos duele que el Kagertha esté más hundido que el Titanic, ¿podemos pararnos un segundo a alabar a Kaia? Porque mejor madre no puede ser. Es que la amo demasiado :'3 Me encantó escribir la primera parte precisamente por eso, porque La Imbatible nunca decepciona en lo que a prioridades se refiere. Lagertha ya se puede poner las pilas, porque a este paso la va a perder para siempre :S

Y hablando del Kagertha... No es la primera vez que recibo comentarios que, si bien no son quejas directas, sí que me piden que haya más romance entre ellas. Yo soy la primera a la que le encantaría explotar al máximo su relación, pero, tal y como se están desarrollado las cosas, no puedo. Además, cuando en una historia meto a más de una pareja, me gusta que cada una sea diferente para que la trama no se vuelva aburrida ni repetitiva. Por no mencionar que aún quedan temporadas por escribir, así que paciencia, pls :') Todo llegará a su debido tiempo... Si es que tiene que llegar, claro.

Otra cosita que me gustaría recalcar es que me he tomado la libertad de divagar acerca de la vida y el destino del padre de Lagertha, ya que quería profundizar un poco más en las razones que la impulsaron a convertirse en escudera. Es bastante probable que en Fimbulvetr meta más detallitos del estilo acerca de los diferentes personajes canon ;)

Y ya pasando al Eivörn... ¡IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIH! ¡Me encantó tanto escribir esas dos últimas escenas que casi me muero del hype! ¿Qué os han parecido? ¿Os ha gustado la confesión de Björn? ¿Y la de Eivør? Ambos se han expresado a su manera y me encanta T_T Después de varios caps. llenos de tensión, discusiones y distanciamientos, por fin parece que el Eivörn vuelve a resurgir de las profundidades. Espero que a quienes los shippeáis os hayan gustado estas dos escenitas :3

Por cierto, en este capítulo por fin he dejado claro el tema del mestizaje de Eivør. A lo largo de Yggdrasil se ha descrito cómo es físicamente... Y, seamos sinceros, rasgos escandinavos no tiene, la verdad x'D Siempre me ha encantado el detalle de que en la época vikinga había mucha mezcla de culturas (más de lo que creemos) y quería que eso se viera reflejado en algunos de mis personajes originales. Ahora ya sabéis por qué el físico de nuestra sassy morena es como es ;)

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el cap. y que hayáis disfrutado de la lectura. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

Continue Reading

You'll Also Like

3.8K 788 9
โ”โ” ๐†๐‘๐„๐„๐Š ๐“๐‘๐€๐†๐„๐ƒ๐˜! โ no puedo controlar la tragedia, sรณlo mi miedo a ella โž en el que la hija ...
2.2M 226K 131
Dรณnde Jisung tiene personalidad y alma de niรฑo, y Minho solo es un estudiante malhumorado. โ โ”๐˜”๐˜ช๐˜ฏ๐˜ฉ๐˜ฐ ๐˜ฉ๐˜บ๐˜ถ๐˜ฏ๐˜จ, ยฟ๐˜ญ๐˜ฆ ๐˜จ๐˜ถ๐˜ด๐˜ต๐˜ข ๐˜ฎ๐˜ช๐˜ด ๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜ซ...
2.3K 443 10
Atsushi era un niรฑo muy tranquilo, vivรญa una vida totalmente tranquila junto a sus padres, quienes siempre estaban al pendiente de รฉl y sus necesidad...
65.3K 9.7K 47
Dos niรฑos fueron encontrados en Muelle de Loto, pero los separaron. 10 aรฑos despuรฉs se vuelven a encontrar. Pero ocurrirรกn cosas que ni ellos podrรกn...