── magnet !

By H0NIN1-

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hyun + min + jeong ⚝ hay almas que son como imanes, están destinadas a encontrarse, sin importar el tiempo y... More

¡ intro !
¡ uno !
¡ dos !
¡ tres !
¡ cuatro !
¡ cinco !
¡ seis !
¡ siete !
¡ ocho !
¡ nueve !
¡ diez !
¡ once !
¡ doce !
¡ trece !
¡ catorce !
¡ quince !
¡ dieciséis !
¡ diecisiete !
¡ dieciocho !
¡ diecinueve !
¡ veinte !
¡ veintiuno !
¡ epílogo !

¡ final !

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By H0NIN1-

Las cosas no habían sido nada fáciles.

Tan pronto los padres de Jeongin se enteraron de que su hijo había escapado, habían llenado su teléfono con mensajes amenazantes, diciendo que llamarían a la policía por haber secuestrado a su hijo menor de edad. Por supuesto que lo ignoraron, aunque el peliblanco se sintió mal por eso, sabía que había hecho lo correcto, no seguiría soportando los maltratos de su padre.

Con Hyunjin había pasado igual, la historia se volvía a repetir para Eunbi, sólo que esta vez era su hijo favorito, su heredero, el que había huido de casa, no estaba sorprendida, porque Soobin ya lo había hecho, pero sí estaba decepcionada y ni hablar de su padre, quien había enfurecido al enterarse.

Los padres de Minho no tuvieron la misma razón, sólo le escribieron diciéndole que ya no podía arrepentirse de su decisión.

Justo como Hyunjin les había dicho, se habían quedado en casa de su hermano, un lindo departamento en la ciudad de Seúl, era lo suficientemente grande para los cuatro, pero aun así Minho sabía que no podía aprovecharse de la buena hospitalidad de Soobin. Así que decidió buscar un empleo, primero fueron trabajos de tiempo parcial, luego fue por algo más serio que le diera más dinero, porque sólo podía pensar en sacar adelante a los menores.

El pelirrosa también había conseguido un empleo, y le daba bastante tiempo para continuar con sus estudios, Jeongin por su parte quiso continuar con sus estudios y por supuesto que lo apoyaron, especialmente porque el de ojitos zorrunos se veía muy emocionado por entrar en la escuela culinaria.

Su relación se fortaleció bastante en ese tiempo, Soobin los apoyaba en todo ya que podía ver el amor en los ojos de cada uno de ellos. Y aunque hubieron momentos difíciles, siempre pudieron salir adelante.

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, ya habían pasado cinco años desde que escaparon de la triste realidad, cinco años desde que se mudaron a la ciudad de Seúl para vivir su amor.

Cinco años.

Minho no podía creerlo, estaba orgulloso de todo lo que había logrado en ese tiempo, tenía un trabajo estable que le generaba buenos ingresos, y al segundo año ya había podido alquilar un apartamento no muy lejos de donde Soobin vivía, le había agradecido inmensamente por haberlos recibido y cuidado en todo momento, era realmente un buen hermano mayor.

El apartamento era acogedor y tenía dos habitaciones, un baño y una hermosa cocina que Jeongin amó la primera vez que la vió, era un lindo lugar, además era suyo, por fin tenían algo que pudieran llamar propio.

Poco a poco las cosas iban mejorando para ellos.

¡ ☁︎ !

Lee llegó a la cafetería donde había invitado a Hyunjin y abrió la puerta, sonando la pequeña campana y siendo recibido por una cálida sonrisa del rubio, cuando llegó a su mesa plantó un pequeño beso en sus labios para después sentarse y tomar el menú.

— Tengo una hora de descanso, así que aprovechemos a comer.

Hwang asintió con una sonrisa, sabía que su mayor trabajaba mucho, por eso no lo veían tanto como les gustaría, pero todo lo hacía por ellos, sólo para darles lo mejor de lo mejor.

— Buenas tardes, ¿puedo tomar su orden? —una pequeña y dulce voz hizo que ambos chicos giraran a ver al bonito pelinegro que los miraba con una sonrisa en sus labios.

Hyunjin miró a Jeongin vestido con su lindo uniforme y tuvo que controlar el impulso de besarlo, ¿cómo podía ser tan tierno?

— Podrías traernos dos tartas de durazno y dos malteadas de...

Yang lo interrumpió.— Una de vainilla y otra de chocolate, lo tengo —dijo sin siquiera anotarlo, sabía los gustos de sus novios, así que no necesitó que le dijeran nada más.

Cuando se giró y fue en busca del pedido, Minho quiso golpear ese traserito tan mal, esos pantalones le quedaban jodidamente bien. El más alto lo miró con una ceja alzada, haciendo que se ruborizara.

— Recuerda, Nini está trabajando —recordó, golpeando su pierna bajo la mesa.

Ambos mayores comenzaron hablar de temas triviales, del trabajo, de los estudios, la relación de Soobin, hasta que el tierno meserito llegó hasta ellos con su orden.

Jeongin dejó lo que ordenaron en la mesa y se retiró para atender las demás mesas; el pelimorado notó como algunos chicos miraban de más a Yang, quien les daba una sonrisa amable, y no pudo evitar sus celos.

Minho nunca se consideró una persona celosa, pero después de que se mudaron a Seúl, no podía evitar sentirse molesto cuando algún chico o chica se acercaba a Jeongin o a Hyunjin. El azabache llamaba mucho la atención de los chicos, con su complexión delicada y pequeña, hasta su personalidad alegre y carismática; y al rubio le llovían las chicas, por ser tan educado, encantador y confiado, sin mencionar que en los últimos años había crecido algunos centímetros más y su cuerpo estaba más trabajado. El mayor por su parte también recibía muchas propuestas tanto de chicas como de chicos, pero su corazón ya le pertenecía a dos personas.

Terminaron de comer y vieron como Jeongin corría hacia ellos hasta sentarse al lado de Hyunjin, casi encima de su regazo. Tomó la mano de Minho que estaba sobre la mesa y la acarició, sonriéndole dulcemente.

— ¿Ya se van? Es mi hora libre —habló, formando un pucherito que Hwang no tardó en besar. El menor se sonrojó y ocultó su rostro en sus manos.

— Eres tan adorable —musitó Hyunjin, apartando las manos de su rostro y comenzando a besar repetidamente su mejilla.

Lee sólo pudo mirarlos. Como amaba a esos dos.

— Yo quiero decirles algo antes de volver al trabajo.

Ambos menores lo miraron con atención, Minho aclaró su garganta y comenzó a jugar distraídamente con el brazalete que Hyunjin les había obsequiado hacía cinco años en el campamento.

— Quiero invitarlos a un lugar —soltó algo nervioso, habían tenido muchas citas, pero esa en particular era muy especial para el pelimorado—. El sábado en la noche.

— ¡Por supuesto, hyung! Será tan divertido, extraño pasar tiempo juntos, ¿quién diría que ser un adulto responsable sería tan difícil? —soltó Jeongin, inflando sus mejillas.

— Aún eres un bebé —le dijo Minho apretando su mejilla.

— ¿Y a dónde nos llevarás? —pregunto esta vez Hwang.

El mayor negó divertido.— Es una sorpresa.

¡ ☁︎ !

Minho había preparado todo para que ese fuera un día especial, de una manera tenían que celebrar por todos esos años que habían pasado juntos. Él aún no podía creerlo, cada día que pasaba amaba más a esos dos chicos. Sonrió con nostalgia al recordar los viejos tiempos, desde que se conocieron en el jardín de niños hasta que se volvieron a reencontrar en la universidad, todo había sido obra del destino. Y estaba muy agradecido, no sabía que hubiera sido de él si no tuviera a Jeongin y Hyunjin en su vida.

— ¿A dónde crees que nos llevará? —preguntó Hyunjin, sentado en el sofá esperando a que el mayor pasara por ellos.

— ¡Al parque de diversiones! —dijo el otro emocionado, terminando de retocar su maquillaje.

El rubio sonrió con dulzura.— Fuimos al parque de diversiones ayer —le recordó.

— Pero sólo estuvo veinte minutos porque tuvo que trabajar —se quejó con una pucherito.

El trabajo de Minho era muy exigente, y le preocupaba que enfermara por las largas horas de trabajo que tenía, que apenas le daban tiempo de comer. Sabía que el mayor lo hacía por ellos, él sólo quería darles lo mejor, y aunque ellos le dijeran que no era necesario ya que también tenían empleos y podían ayudarlo con los gastos, su hyung era demasiado terco para aceptar su ayuda.

— Tal vez nos lleve a cenar.

Jeongin frunció el ceño ante la idea, la última vez no había salido bien, especialmente porque se habían puesto muy cariñosos, lo que les resultó incómodo a las personas del restaurante. Al final tuvieron que irse de allí y terminaron su cita en el parque, estaba mejor así, no todos entendían su relación, pero aun así no iban a dejar que eso les afectara, podían hacer otras cosas juntos.

— Sabes que me importa poco lo que opine la gente de nuestra relación, pero es tan molesto que te señalen y hablen porquería a nuestras narices, soy muy paciente, pero no toleraré que me falten el respeto.

Hyunjin acarició los hombros del más bajo y lo atrajo a su cuerpo.— Te entiendo, pero superaremos esto, lo hemos estado haciendo bien todos estos años, no dejemos que cosas como estas arruinen nuestra felicidad —dijo dulcemente en el oído del pelinegro, éste asintió y sonrió.

Pasaron alrededor de treinta minutos cuando Lee llegó por ellos, por lo que salieron del departamento y entraron al auto del mayor saludándolo con un beso en la mejilla.

El viaje fue silencioso, los menores hablaban en la parte trasera del auto, Minho los escuchaba hablar y de vez en cuando intervenía en la conversación, estaba muy nervioso.

Cuando llegaron a su destino, el pelimorado aparcó su auto y bajó de este, abriendo la puerta como todo un caballero para que los contrarios bajaran, Jeongin sonrió sonrojado, mientras que Hyunjin negaba divertido.

— La próxima yo te abriré la puerta —le dijo el rubio, seguido de un guiño coqueto.

Yang miró el lugar fascinado, sus mejillas se pusieron rosadas y miró al mayor con sus ojitos muy abiertos. Los había llevado a una cabaña, una hermosa y acogedora cabaña al lado del río, al menor le vinieron muchos recuerdos a la cabeza.

— Eres todo un romántico, Min —soltó Hyunjin viendo el lugar con una sonrisa—. Esto me trae buenos recuerdos —suspiró nostálgico.

Minho tomó sus manos y los dirigió adentro de la cabaña, estos se sorprendieron al ver la decoración, había un camino de rosas que llegaba hasta la cama, había adorables polaroids de ellos adornando las paredes y una botella de champaña con tres copas en la pequeña mesa junto con algunos dulces. Lee se sentía orgulloso de su trabajo, y más porque los menores parecían estar encantados con todo.

— Esto es tan bonito —susurró el azabache con pequeñas lagrimas en sus ojos. Se giró hasta su hyung y lo abrazó fuertemente.

— Quería demostrarles cuánto los amo.

Minho les indicó que tomaran asiento mientras él abría la botella de champaña y les servía a cada uno una copa; remojó sus labios y les miró.

— No fue fácil, pero al fin llegamos hasta aquí —comenzó a decir, notando como Jeongin y Hyunjin lo miraban atento—. Sé que he estado ausente últimamente, pero créanme que tenía una buena razón para hacerlo, ustedes son mi prioridad, lo saben, hago todo porque quiero cuidarlos, consentirlos, sólo quiero que sean felices —hizo una pausa.

» Me siento muy feliz de tenerlos a mi lado, sus sonrisas sanan todas mis heridas —sentía sus ojos picar, estaba demasiado sensible—. Ustedes le dan sentido a mi vida, son lo más importante para mí. Los amo y quiero que lo nuestro dure para siempre —Hwang lo abrazó y Minho se permitió llorar, habían pasado por mucho, merecían ser felices.

» Los quiero a ustedes, solo a ustedes —sollozo en los brazos ajenos. El rubio besó su cabeza y acarició sus cabellos—. Con ustedes me siento tan feliz, a salvo.

Jeongin sorbió su nariz y se unió al abrazo haciendo que los tres cayeran a la cama, Lee rió sin importar tener el peso de los dos chicos sobre él, adoraba mucho a sus pequeños, cada día se enamoraba más de ellos.

— Los amo, los amo tanto —dijo Yang con un hilo de voz—. Y los amaré para siempre, por el resto de mi vida.

Hyunjin se apartó un poco, viendo como sus novios le sonreían con sus ojitos hinchados. Peino los cabellos rebeldes del menor y lo acercó lo suficiente para besarlo, Jeongin correspondió el beso pasando sus manos por el pecho del más alto. El pelimorado, quien estaba mirando todo, no tardó en juntar sus labios también.

Había pasado tiempo desde la última vez que estuvieron juntos, y sus cuerpos imploraban unirse. Poco a poco la ropa fue desapareciendo de sus cuerpos, sus pieles comenzaron a rozar y los chasquidos de sus labios resonaron por toda la cabaña, sería una noche inolvidable para los tres, se habían jurado amor eterno, y sólo esas cuatro paredes eran testigo de como sus cuerpos se juntaban, demostrando cuánto se amaban sin importar los prejuicios de la gente, ahogándose en la calidez de cada uno, era difícil para ellos contenerse en ese momento, reclamando sus cuerpos, obsesionándose con ellos cada vez más.

Porque lo único que importaba era lo que sus corazones sentían.

Minho no se arrepentía de nada, habían sido los mejores años de su vida, había madurado mucho, incluso tenía un futuro planeado, nada podía ser más perfecto.

Amaba con locura a Jeongin y a Hyunjin, y sabía que ellos lo amaban de la misma manera, no dejaría que las cicatrices del pasado interfirieran con su vida, seguiría adelante, siguiendo siempre a su corazón.

Porque sabía que estaban destinados a estar juntos.

Como un imán se atraían. Sin importar qué, ellos siempre terminarían juntos.

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