El secreto de los Miller [Par...

By zaamorcito

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Los Miller... Nadie se imagina cual es su secreto Es uno grande, oscuro perverso, ese que no te deja dormir... More

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Reglas de la corporación (E.V.I.L)
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24 (final)
Epílogo
Esotérico
Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2

Capitulo 22 (Extra +18 de Diego y Pamela)

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By zaamorcito

Diego.






Tomo su cuello y la traigo a mí para besarla con deseo, desesperación y fiereza, me pongo duro cuando su lengua danza con la mía a un ritmo salvaje y tentador, este beso está lleno de morbo, tal y como me gusta, nunca he sido un hombre que solo piensa en sexo, de hecho he estado con pocas mujeres en mi vida pero con Padme todo es distinto, ella es tan inocente que quiero corromperla, ella despertó en mí algo que nunca pensé sentir y ese fue amor y acompañado de ese amor desató la lujuria.

Tomo una fresa con chocolate y se la llevo a la boca, ella muerde y me da una mirada lasciva que hace que mi miembro palpite por las ganas que le tengo. Tomo otra fresa y esta vez la paso por su cuello, el chocolate deja rastro por su piel así que paso mi lengua por donde pasé la fresa hace unos segundos, ella gime mientras lamo y chupo su cuello y el lóbulo de la oreja.

Luego devoro su boca porque quiero tentarla, quiero que ella sienta lo mismo que yo, quiero que se moje para mí.

La llevo cargada a la cama hasta recostarla pero en un movimiento la subo a mi regazo, mientras la beso toco su trasero y su espalda, luego coloco mis manos en sus muslos, voy subiendo mi mano poco a poco por ellos, su piel arde.

Cuando ella siente mi miembro erecto justo debajo de su entrepierna mueve sus caderas para sentirlo, el deseo que estoy sintiendo me vuelve loco es que esta mujer me fascina, ya quiero que gima mi nombre que diga que es mía y que me pida que la folle a cada rato.

Sus manos se pasean por mi torso, palpando lo duro que está mi pecho. Siempre deseé este momento pero no se lo proponía porque estaba esperando el momento que ella me deseara y me lo pidiera para ahí hacerla mía.

—Te deseo...—gime.

Le doy besos húmedos por el cuello y me tomo un momento para apreciar ese olor tan embriagador que la caracteriza, es... Un perfume de vainilla mezclado con la fragancia de su shampoo de coco. También la beso por la clavícula y succiono su piel, me encanta dejar marcas por todo el cuerpo, chupo suavemente el lóbulo de su oreja y lo muerdo.

Con mis manos bajo los tirantes de la bata de dormir y sus pequeños senos quedaron expuestos solo para mí, se me seca la boca cuando los veo, de pronto siento la necesidad de metérmelos a la boca, me llevo uno y con mi lengua rodeo el pezón erecto, lo succiono y lo beso.

La tomo por la espalda y la acuesto, de inmediato ella abre las piernas para que tenga acceso a su entrepierna. Le termino de quitar la bata de dormir y todo su cuerpo queda completamente al descubierto.

—No tienes ni la más mínima idea de todo lo que quiero hacerte en este maldito momento.

Ella sonríe pícara y responde:

— ¿Y por qué no lo haces?

Niego con la cabeza y suelto una risa ronca.

—No me tientes—le advierto,—puede ser tan placentero como doloroso.

Me toma del cuello para susurrarme al oído:

—Quiero correr el riesgo.

Al oír eso bajo hasta su abdomen y succiono su piel, el moretón de inmediato aparece y eso me pone mucho más duro, le doy un pequeño beso justo en el vientre y Padme se estremece debajo de mí.

Le bajo las bragas bruscamente pasa así poder tener acceso a su mojada entrepierna, mientras muevo mis dedos dentro de ella gime y me mira fijamente a los ojos mientras lo hago, está muy lista para que la folle.

—Más... Por favor, dame más —me suplica entre jadeos.

Mi miembro duro palpita y exige que calme el deseo que estoy sintiendo pero antes de hacerlo tengo que advertirle a Padme.

—Padme, me gusta el sexo duro, salvaje, me encanta dejar marcas por todo el cuerpo y... Me gusta ser brusco y una vez que lo hagas solo le dejaras prendido y voy a querer tenerte las veinticuatro horas de día follando.

—Diego... Contigo no me importa si es sexo duro o suave yo solo quiero hacerlo contigo.

Me desabotono el pantalón y me lo bajo con un poco de dificultad pero lo hago, después me quito los bóxers y mi erección queda a la vista, Padme se relame los labios y su mirada es de deseo puro e intenso.

—Quiero tocar.

Me masajea con delicadeza el miembro y yo ya no puedo más con esta lenta tortura, necesito follarla ahora.

Gracias al cielo tengo un condón en mi bolsillo, no es que siempre lo llevo para follarme a cualquier chica solo que sabía que estaría con Padme y ella es una tortura para mí.

Rompo el envoltorio con los dientes y me coloco el condón en tiempo récord.

Aparto los mechones rebeldes de cabello de su cara y la beso.

—Te... Te amo, Padme.

—Y... Yo a ti, rarito.









Pamela.






No sé cómo pasamos de preparar un pastel a pedirle a Diego que me folle, pero bueno... Es lo que quiero.

Diego está encima de mí, torturándome con semejante vista, quería ser yo quién le colocara ese condón pero no lo hice por miedo a no hacerlo bien.

Ya no resisto, lo necesito dentro de mí y que me folle duro, muy duro.

Me estremezco esperando a que Diego me embista. Aparta mechones rebeldes de cabello de mi cara y me besa.

—Te... Te amo, Padme.

—Y... Yo a ti, rarito.

Su miembro es muy grande, las venas se marcan en él y su glande palpita, aprieto las piernas para tratar de calmar lo que mi cuerpo exige.

—Ábrete—me ordena,—si quiere que todo esto—señala su miembro,—entre ahí.

Lo obedezco.

En un instante Diego me embiste sin contemplaciones.

Suelto un grito porque me duele un poco pero me gusta sentir que estoy llena porque en una sola embestida ya tengo todo su miembro dentro de mí.

Mueve sus caderas a un ritmo salvaje, eso hace que el placer aumente y me gusta, me siento en el paraíso.

Me coloca una mano en el cuello y me aprieta fuerte.

— ¿Te gusta?—me pregunta lascivo.

—Sí... No pares.

Coloco mis manos en su espalda y clavo mis uñas en ella, me encanta cada embestida, cada beso, mordida y rasguño que le da a mi piel.

—Di que eres mía.

Escuchar su voz en mi oído hace que me estremezca.

Atrapa mi labio inferior en sus dientes y me muerde con fuerza provocando que sangre.

—Soy tuya... Diego.

Diego se clava más en mi entrepierna empapada y en un movimiento brusco me sube a su regazo. El cambio de posición me da un pequeño ardor en mi intimidad.

—Duele—le digo.

—Lo sé—me acaricia el rostro,—pero el dolor es parte del placer, Padme.

Me da besos por todo el rostro y luego de unos segundos Diego me ordena que me comience a mover y lo hago. Me muevo de arriba abajo, al principio fueron movimientos lentos pero luego fueron rápidos y salvajes.

—Eres mía, solo mía—y con esas palabras llego al orgasmo, grito y le clavo las uñas en sus hombros y él también se corre.

Me levanto un poco y me tumbo en la cama, él también se tumba a mi lado y nos quedamos mirándonos fijamente por unos segundos mientras nuestras respiraciones vuelven a la normalidad.

¿Me arrepiento de esto? No, no me arrepiento de nada porque lo que acaba de pasar aquí me ha encantado y lo volvería a hacer mil veces más.

Tengo sueño, maldición, estoy agotada, solo quiero cerrar los ojos y dormir.

Veo a Diego, tiene el cabello enmarañado y pegado a la frente, también tiene gotitas de sudor.

—Contigo todo es especial, Padme.

Siento mis mejillas arder porque aunque acabamos de tener sexo no significa que se me haya ido toda la vergüenza.

—Eso del sexo duro no me parece tan mala idea—digo sin pensar.

Oh... Mierda ¿Yo dije eso?

Sí, lo dijiste.

Y me encantó decirlo, ¿Para que negarlo? Aunque me de vergüenza tengo que aprender a tener esta clases de conversaciones después del sexo con mi pareja porque es lo más normal del mundo ¿O no es así?

— ¿Quieres que siga follándote sin gentileza?

Asiento. Sí... Tengo sueño pero también quiero más sexo.

— ¿Lista para la mejor follada de tú vida?—me pregunta.

—Sí, rarito.

Y esa noche bajo la luz de la luna colándose por la ventana y las llamas de la chimenea iluminando nuestros cuerpos desnudos me entregué a Diego en cuerpo y alma.













Nota de la autora:




¡Vayan a misa porque este capítulo no es de Dios Jajaja!

Y si me conocen en persona les digo que... ¡ESTA NO SOY YO, YO NO ESCRIBÍ ESTE EXTRA! ¡ME HACKEARON WATTPAD! Jajaja.

No mentira, este extra si lo escribí yo y salió de lo más oscuro de mi ser pero... Shh es un secreto jajaja.

Les regalo este extra porque ando de buen humor, he regresado de un viaje a la playa que me ha desestresado y me ha ayudado a tener ideas más claras para mi historia así que denme muchos votos, síganme y recomienden mi historia a sus amigxs, conocidxs o familiares lectores.

Lxs amo un montón.






La dama de negro.

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