Giants - Jungkook

By _imsander

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Avery Alcott pasa de vivir una vida tranquila en Canadá a entrar a la universidad y vivir en una residencia e... More

prólogo
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Especial 1-Sol y Playa
Especial 2-Cosas de Hombres
Especial 3-Haylie y cita
Especial 4-Boda y Tests
Especial 5 - Veinte a que es niño
Especial 6- Arian y Adler
Agradecimientos
¿Regalito de fin de año?

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By _imsander

Jungkook se sentó en su sofá mientras yo dejaba los platos y cubiertos en la mesa. El ambiente estaba apagado, él estaba pensativo y yo preocupada. Había visto a Nury y él discutir en la entrada de la residencia cuando volvía de buscar un trabajo para dos, porque él se empeñó en trabajar conmigo.

—Nury trata de volverse cercano a mí —admitió echando agua a su vaso.

Traté de no mostrarme completamente sorprendida, algo complicado teniendo en cuenta que se llevaban como perros y gatos.

—Está dejando las drogas, organizando su vida...se lo pedí como condición para volver a ser considerado mi hermano.

Jungkook se llevó un pedazo de la pizza a su boca. Hice lo mismo sin dejar de ver su rostro algo ausente. Tenía la mirada en la nada.

—Me pidió perdón antes.

—¿Por qué?

—Por mirarte por la ventana mientras te cambiabas.

¿Que hacía qué? Me quedé petrificada. Miré mi tenedor imaginándome a Nury en la terraza mirando mi ventana. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No me agradó esa información.

—Entonces...

—Estamos—hizo un tanteo con la cabeza—progresando, supongo. Le presté dinero para el psicólogo al que asiste y me ha confirmado que el dinero fue destinado ahí. También sé que trata de centrarse en él y se ha alejado de todos los que pudo; sobretodo de Noah.

—Noah se quedará sola—susurré.

Aún no lo había superado completamente. Eran años de amistad, no desaparecían de pronto y aunque quisiera olvidarme y tratar ese tema como otro cualquiera no podía. Ella estuvo para mí, y yo nunca para ella. Jungkook cambió de tema en el instante en que vio mi rostro preocupado. Él era así, algo serio a veces, tal vez un poco impulsivo otras, pero era mi lugar seguro. No había un lugar mejor al que ir si me sentía perdida o tal vez sola; Jungkook se había vuelto mi rinconcito favorito. Con una pequeña sonrisa se me olvidaban las penas y qué decir de lo que podía llegar a olvidar en la cama...

—Estás pensando en algo sexual, ¿Cierto?

Me sonrojé negando y miré a la televisión fingiendo prestar atención al videoclip que me mostraba. Le escuché reír, pero estaba demasiado ocupada lamentando ser tan obvia que no me percaté de que en algún momento se levantó y me tiró una almohada a la cara.

—¿Sabes? Te conozco demasiado bien, Avery. No te esfuerces en ocultarme nada.

—Pensaba, pero no en eso—susurré.

—Avery.

Volví la vista a él. La tensión de nuestro alrededor no era sexual, para nada, era la sensación que tenías al estar en el lugar indicado en el momento preciso. Una calidez que no sabría definir, una satisfacción parecida a esas tardes de invierno con tu taza de chocolatada y la manta frente a la película más infantil que soportes.

—¿Por qué no vivimos en el mismo apartamento?

—¿En el mismo?

—Quiero ver tus cosas tiradas sobre las mías, discutir por quién se comió el yogur del otro y verte cada vez que vuelva. Sé que es parecido a lo que tenemos ahora, pero confío en que la sensación será diferente porque no será un: "tú apartamento" o "mí apartamento" sino un "nuestro" y eso siempre cambia algo. Podríamos pagar a medias, sé que no me dejarías encargarme de todo yo y-

—Jungkook.

—Enserio quiero levantarme en nuestra cama y-

—Jungkook.

Seguía hablando, había apretado el botón y no había forma de hacerlo callar. Parecía estar a punto de desesperarse y ni siquiera me había permitido aceptar la oferta. Me gustaba como sonaba el "nosotros", "nuestra casa" y "nuestra cama". También me parecía tentador ver mis cosas sobre las suyas o fotos de sus padres por el salón. Tal vez íbamos rápido, pero fluía sólo. Ninguno estaba apresurándose en nuestra relación, simplemente pensábamos de forma parecida. Nos necesitábamos, pero no de forma tóxica, éramos el apoyo y el lugar seguro del otro. Nuestras vidas comenzaban a tener un rumbo y la base la habíamos puesto juntos, por eso queríamos hacer los avances juntos también.

—Jungkook...

A la cuarta dejó de decir lo mucho que deseaba vivir junto a mí de forma oficial. Sonreí estrujando sus mejillas, no dudé en dejar un casto beso en sus labios.

—No me dejabas aceptar nada, estúpido.

Sus ojos se relajaron, incluso noté como su respiración iba cada vez más despacio. Besé de nuevo sus labios pensando en la suerte que había tenido al volver de Canadá.

—¿En la residencia? ¿O uno aparte?

Se lo estaba pensando. Los apartamentos de la residencia eran grandes, pero tal vez la habitación no soportaría dos escritorios, y ambos los usábamos bastante. Me gustaba ver a Pablo todos los días, más a Alice y el resto en la cafetería, pero tal vez nos vendría bien un apartamento aparte.

—Tú busca un trabajo para los dos, yo buscaré un apartamento cerca de aquí.

—Me parece perfecto.

Mientras recogía mi cocina escuché en el pasillo a Harper molestar a Jungkook. No dudé en dejar los platos que me quedaban en la pila y asomarme sacudiendo mis manos. Harper estaba burlándose de la maqueta de madera en la mano de Jungkook.

—¿Enserio?

—No es gracioso, Harper.

—¿Cómo que no?

—¿Qué os pasa?—pregunté apoyándome en el marco.

Jungkook escondió la madera al instante. Mi vista curiosa buscó algún ángulo para visualizar lo que estaba escondiendo. Harper rió mirándonos.

—Está haciendo figuritas de todos.

—Cierra la boca, Laech—maldijo entre dientes Jungkook.

Me pareció tierno, mucho.

—Yo también quiero hacer maquetas.

Ambos se quedaron mirándome sorprendidos. Entré a mi apartamento sin cerrar la puerta y volví con el móvil y las llaves en la mano. Pensaba entrar con Jungkook para que me enseñara a hacerlas.

—Enséñame—pedí frente a un semidesnudo Jungkook.

Daba igual la época del año, por su casa iba sin camiseta.

—Bueno, ya que estamos...

Harper también entró curioso por las maquetas. A pesar de burlarse mucho de Jeon por hacerlas, en el fondos admiraba ese arte desconocido para él. Me senté en el suelo con un vaso de agua mirando como Jungkook sacaba maderas y un montón de herramientas. También vino con un par de tiritas. Agarró mi mano después de sentarse a mi lado y me las pudo en la yema de los dedos.

—Parejita feliz, ¿Qué obsesión tenéis con esa canción ?

Se refería a la que sonaba, Giants.

—La tengo tatuada y la usé para declararme—Jungkook no quitaba la vista de su propósito de ponerme tiritas en los dedos—Así no te cortarás ni te clavarás astillas, eres bastante torpe en ese sentido.

No le faltaba razón. Asentí moviendo los dedos, me las había colocado de una forma bastante cómoda.

—¿Y yo?

—Tú no vas a tocar ni una madera, seguro la destrozas.

—¡Pero qué discriminación!

Sonreí agarrando una madera. Eran pequeños rectángulos lijados, incluso sin darles forma me gustaban. Jungkook dejó en la mesa la figura que estaba haciendo, sonreír al ver que parecía la ropa holgada de Harper.

—Esto es para cortar trozos grandes...

Parecía una clase de carpintería, yo prestaba atención fascinada por las técnicas que Jungkook nos mostraba. Parecía disfrutarlo, aunque no más que Harper. Hacer una maqueta de madera se me estaba haciendo tarea imposible. En lo que yo había conseguido hacer la forma del reloj antiguo, de esos de pared, Jungkook había hecho dos figuras y las había pintado; Harper había hecho la forma de un zapato, una deportiva específicamente, aunque podría ser eso o cualquier otra cosa.

—¿Me haces los números?—pregunté con timidez.

Eran demasiado pequeños para mi nefasta habilidad. Jungkook sonrió agarrando mi madera. Yo mientras tanto observaba sus figuras. Había hecho a Harper, a Suga y estaba terminando la que aparentaba ser yo. Los tres tenían los brazos hacia arriba, como si sujetaran algo.

—¿Vas a hacer que sujeten algo?—pregunté curiosa.

Asintió comentando que era muy buena deduciendo.

—Una pequeña casa.

—¿Tres sujetando la casa?

—Quiero esperar a ver si mi hermano será capaz de enderezar su vida para que sea el cuarto pilar.

—Eso es...

Me había quedado sin palabras. Que esos dos se llevaran bien parecía imposible, incluso Jungkook seguía dudando de que saliera bien...pero aún así tenía una pequeña esperanza de que su hermano volviera a formar parte de su familia. Nury tenía muchos defectos, pero tal vez... podría volverse lo que le falta a Jungkook: una familia. A pesar de que yo le guardaba algo de rencor por sus afiladas palabras, fue un buen amigo y quería recuperar esas largas conversaciones sobre libros. Sonreí mirando las manos de Jungkook trabajando, sabía que él también estaba deseando que su hermano volviera a ser un apoyo para él.

—¿Qué le habrá hecho cambiar a Nury de parecer?

Miré a Harper, esa pregunta seguramente era una que nos hacíamos todos. Por qué Nury decidió volver a ser cercano a Jungkook, ¿Por el dinero?

—Noah—soltó Jungkook sin contexto alguno.

Miré algo nerviosa su rostro, hacía bastante que no recordaba a Noah.

—Cuando se fue le pidió a Nury que siguiera tratando de hundirnos. Le hizo replantearse cual era el objetivo de eso. Luego se vio solo, completamente solo y no dudó en hablar con Pablo. Según el bocazas—sonreí al escuchar como se refería a Pablo—comenzó a alucinar con los buenos tiempos, por eso seguía...

Drogándose...

—En cualquier caso, Pablo le invitó a hablar conmigo, a tratar de solucionarlo. Así que, el hecho de que mi hermano esté mejorando...se lo debo a ese chismoso. Pablo era un genio.

Sonreí escuchando anécdotas de Harper, a ese chico le pasaba de todo.

Observé mi figurita con una sonrisa, no era lo mejor del mundo pero la había hecho yo. La había pintado durante una tarde entera y por fin estaba lista. Harper se había ido tras una llamada de Justin y Yael, Jungkook en cambio estuvo haciendo la casita que sujetarían las figuritas. Era ya de noche, estábamos pintando entre lámparas.

—Gracias—dijo Jungkook echándose hacia atrás y apoyándose en el sofá de detrás.

Me miró fijamente con una pequeña sonrisa.

—¿Por qué?

—Por todo. Por aparecer, por aceptarme y por seguir aquí.

—Gracias a ti.

Jungkook se levantó y se dirigió a su habitación dejándome confusa. Vino agitando un pequeño álbum de color verde que reconocí al instante. Era el trabajo que nos mandaron de las emociones hacía un tiempo y que no me dejó mirar. Al abrir me encontré una palabra: "Happiness". Miré de nuevo a Jungkook, nunca me dijo cual era su tema. Pasé la página encontrándome con una foto mía sonriendo viendo unas tortitas que seguramente me hizo él. Me llevé la mano a la boca, ¿Me había usado para su trabajo? Seguí mirando fotos sorprendiéndome de todas las que había. Los dos abrazados en el sofá, mirando una película, yo en pijama con una taza en las manos, Harper molestando a Jungkook,...
La última fue la que más vergüenza me dio. Era literalmente yo durmiendo, se me veía toda la espalda desnuda y la manta tapaba de mi cintura para abajo. ¿Le había entregado esto al profesor?

—No fue complicado de explicar—se acercó a mi oreja y susurró un claro: "Eres mi felicidad"que me dejó completamente petrificada.

Sonreí mirando el álbum, tenía frases debajo de las fotos. "Mañanas, tardes y noches, verla me provoca felicidad", "Da igual el momento, el lugar, o el tiempo que la vea, la sonrisa se me escapa con su presencia", "No hay un porqué, la felicidad aparece cada vez que se cruza con mi mirada", "La felicidad para mí es verla feliz a ella".

Una lágrima bajó por mi rostro, la sequedad rápidamente.

—No vuelvas a hacer esto—dije señalando la foto de la cama—Me da vergüenza.

Jungkook rió y me abrazó por el cuello tirándome hacia su pecho.

—Vas a ser mi musa, desnuda o vestida, quieras o no.

—¿Desnuda?

Sonrió asintiendo. Eso quería decir que tenía ya fotos mías así. Tragué en seco, no quería preguntar por las fotos. Jungkook amaba la fotografía, se la pasaba fotografiando el cielo, los árboles y al parecer a mí. No quería ni preguntar cuántas fotos tenía mías en su galería, sobre todo porque no quería admitir todas las que tengo yo. Tal vez mi dedo pulsaba mucho el circulito de fotografiar cuando cierto chico estaba cerca.

A diferencia de Jungkook, yo había conseguido un trabajo de medio tiempo. Él aún no se había metido en el negocio del amigo de Justin, según el castaño: "Cuando encuentre un piso comenzaré a trabajar". Por eso estaba yo sola reponiendo los productos de las estanterías. Era un supermercado que visitaban bastante los de alrededor. Estaba a dos calles de la universidad, y no sólo eso, pagaban bastante bien. Llevaba un par de días y ya conocía a bastantes clientes recurrentes.

Miré la fecha de vencimiento del yogurt y lo dejé en su sitio. Agarré la lata de tomate y la dejé en la estantería mientras movía los pies al ritmo de la leve música que había estado poniendo con un altavoz. El dueño me había permitido eso siempre y cuando no espantara a los clientes; y que yo supiera nadie había salido corriendo por mi gusto musical.

—¡Buenas tardes, niña!

Levanté la vista sobre la estantería viendo una cabellera de un tono naranja oscuro, debía ser la anciana.

—¡Buenas tardes, Señora Sander!

Me coloqué la ropa de trabajo y me dirigí a la caja. La señora miraba en el pasillo de especias muy concentrada. Mientras se decidía entre botes le eché un vistazo a mi móvil viendo la bandeja llena de mensajes de Jungkook. Abrí el chat encontrándome con fotos de un piso; me las había pasado hacía cinco minutos exactos. No tenía muebles apenas, pero parecía un apartamento interesante.

—Esto sería todo, joven.

Quité la vista de la pantalla y con una sonrisa comencé a pasar los productos.

—¿Interrumpí algo importante?

—Oh, para nada. Puede esperar—agarré una bolsa y comencé a meter las cajas de pasta y la botella de agua con las especias.

—¿El novio?

Sonreí asintiendo. Era una señora chismosa, le encantaban los cotilleos.

—Estamos buscando un apartamento—miré el resultado—Doce con sesenta.

Me pagó comentando lo que extrañaba la juventud. Incluso me contó una anécdota de cuando era más joven y ligaba con un marinero.

Me senté en la silla respondiendo a Jungkook, llevaba horas visitando apartamentos. Estaba ansioso por vivir conmigo, y yo tenía miedo de los cambios que aún no identificaba que habría.

—¡Buenas tardes!

Había cinco personas dentro, entre ellas un anciano que vi el día anterior. Vi como levantaba la mano tratando de alcanzar un producto. Un joven que rondaría los venti cinco dejó unas cervezas en el mostrador.

—Un segundo —dije dejando al joven en la caja.

Me acerqué al anciano y le ayuden con el producto. Me dio las gracias antes de que yo volviera a mi puesto. Pasé las latas por la máquina.

—¿Cómo se llama?

—Siete ochenta—dije refiriéndome al precio.

El chico rió negando con la cabeza. Señaló las latas.

—¿Me daría una bolsa?

Se la di algo avergonzada.

—Llámame Alcott—dije metiendo las monedas en la caja registradora.

—¿Desde cuando trabaja aquí? No os había visto.

—Un par de días.

Le di el ticket y sonreí esperando s que se fuera, pero parecía que el castaño de ojos verdes no se Lobería de su sitio.

—Espero volver a verla, Alcott.

—Tenga un buen día...

—Liam Hudson.

El chico salió sonriente mirando su bolsa por si se le olvidaba algo. Volví la vista a la mujer frente a mí, ella había venido desde mi primer día. Siempre compraba algo diferente, pero el hielo y el pan era habitual.

—¿Pretendiente?

Reí negando. No lo conocía de nada y la señora ya creía que estaba ligando con él.

—Liam es un buen chico, acaba de salir de la universidad—se me estaba haciendo incómoda la conversación—Soltero y listo para encontrar a su damisela.

Le entregué el ticket.

—Gracias por vendérmelo como el mejor hombre del mundo, pero ya tengo pareja.

—Esa excusa la usaba mucho a tu edad, aunque no lo parezca; eso atrae más a los hombres.

Esa mujer estaba loca. Negué con la cabeza y se lo repetí, tenía pareja y estaba agusto con ella.

Volví a casa exhausta, me dolía la espalda y tenía muchísimo sueño. Nada más cruzar la puerta me encontré con Pablo saliendo de su cabina.

—¿Qué tal el trabajo?

—Es llevadero, ¿A dónde ibas?

Movió unas llaves en su mano.

—Revisión de garaje.

—¿Jungkook entró?—pregunté comenzando a andar hacia el ascensor.

Negó despreocupado, eran las nueve y media, ¿Dónde andaría?

—Alice te buscaba, no se acostumbra a que trabajes.

—Ya lo hará, ¿Algún cotilleo?

Sonrió asintiendo.

—Yael y una pelirroja, los vi muy juntitos en el césped a medio día...aunque creo verla pelearse con Harper también.

—Oh, preguntaré luego—sonreí maliciosa.

Sabía que nos estaba ocultando algo. Sospechaba que era esa tal Fiona con la que tanto se escribía.

—Nury y Cameron volvieron a hablar, salieron a comer. El Jeon mayor se ve mucho mejor.

Nury realmente estaba cambiando. Tal vez los Jeon volverían a ser familia tras mucho tiempo.

—Eso es bueno—susurré viendo las puertas del ascensor abrirse frente a mí—Cuídate.

—Lo mismo digo Alcott.

Me tiré en mi sofá bocabajo, ni siquiera me había cambiado. Ese trabajo era agotador, si no fueran tantas personas sería muchísimo más fácil; pero no era el caso. Reponía alimentos todos los días, revisaba también las fechas de caducidad y hasta limpiaba con la fregona y la escoba; no sé qué haría la del turno anterior, pero debería de comenzar a moverse un poco. Se llamaba Paola, era una chica peculiar; se le ve de lejos que busca dinero pero no hace nada. El dueño me comentó que mientras vendiera y los clientes no se quejaran seguiría ejerciendo el trabajo. En las tardes venía más gente, había más que hacer porque ella no era muy útil y por eso quería un par de manos más; Jungkook se estaba tardando en aparecer por el negocio.

El agua de la ducha caía sobre mí mientras repasaba en mi mente el examen que tenía nada más llegar a clase. Escuchaba a Jungkook en la cocina de mi apartamento, entró en algún momento de mi viaje astral.

Ya cambiada a una ropa cómoda y de tonos oscuros, salí quejándome de esos mechones de mi nuca azules; se peinaban realmente mal, tenía que cuidarme mejor esa parte del pelo. Me la había teñido de nuevo hacía unos días y se veía el azul eléctrico perfectamente, pero se enredaba muchísimo en el peine.

—Come y deja de quejarte.

—Qué fácil es decirlo con ese pelo—murmuré sin quitar la vista del largo, suave y brillante pelo de Jungkook.

—Hoy vienes a ver el apartamento que te dije, creo que nos conviene.

Se sentó a mi lado mirando fijamente como me llevaba a la boca el desayuno.

—Si vienes a trabajar mañana.

Asintió con una sonrisa torcida. Me quedé observando su lunar de la nariz, me parecía adorable. Me pilló mirándolo, levantó una ceja esperando a que le dijera algo. Negué volviendo la vista a mi plato, sin duda había tenido mucha suerte de conocerlo. No podía adivinar qué estuviera haciendo si no lo hubiera conocido, ni siquiera sabría decir si Noah y yo seguiríamos siendo amigas. No cambiaría lo que tengo ahora por nada.

—Tienes cara de felicidad.

—Lo estoy—dije sonriendo con la vista en el tenedor.

Jungkook giró mi cabeza para estampar sus labios sobre los míos. Un dulce beso que me hizo sonreír como una estúpida.

—Te llevo, vamos.

Me terminé el desayuno y corrí a por mi mochila a la habitación. Entrelacé los dedos con los suyos y moví nuestros brazos mientras repasábamos el temario. Me senté en los escalones esperando a que sacara alguno de sus vehículos.

—Oh, buenos días, Avery.

Nury, un sonriente Nury. Repasé su figura reparando en su rostro, iluminado y completamente descansado. Incluso su tono de voz sonaba más limpio.

—Buenos días, Nury—respondí con una pequeña sonrisa.

—¿Esperas a mi hermano?

—Oh, sí —respondí algo nerviosa por su posible contestación.

—¿Puedes darle esto? Si no acelero llegaré tarde.

Me entregó un sobre bastante gordo. No pude preguntar, Cameron salió de la residencia tirándose casi encima de Nury. Me saludó antes de tirar de Nury hacia clase. Miré a los dos irse alternando con el sobre.

Cuando vi el Tesla salir no dudé en levantarme y acercarme a la puerta. Me senté moviendo el sobre frente a Jungkook.

—Nury me lo dio para ti.

Jungkook lo agarró con una sonrisa, una de orgullo. Lo metió en su mochila y arrancó el coche cantando la canción de la radio.

Dejé el lápiz sobre la mesa y sonreí mirando las hojas rellenas. Justo sonó el timbre, me levanté satisfecha a dejar el examen. Puse ambas manos sobre los hombros de Jungkook y apliqué fuerza tratando de hacerle un leve masaje.

—Sigue—murmuró con los ojos cerrados.

—¿Te salió bien?

—Sabes que sí—respondió moviendo su espalda junto a mis manos—¿Hiciste el trabajo?

—Sí, mientras dormías en mi sofá—dije despeinando su castaña cabellera.

Extrañaba su pelo azabache casi tanto como su longitud. ¿Por qué se cortó la cabellera?

Me volví a sentar en mi sitio sin quitar la vista de mi chico. Estaba con los ojos cerrados sobre sus brazos en la mesa. La ventana abierta movía ligeramente su cabellera. Saqué mi teléfono y me alejé lo suficiente para hacer una foto del momento. Sonreí mirando como el cielo azul contrastaba con su sudadera rosada clara. Era lo poco de color de su armario, y le estaba como anillo al dedo.

Mi galería estaba repleta de fotos del, ahora, castaño.

—¿Qué miras con esa sonrisa?

Jungkook me arrebató el móvil, traté de recuperarlo pero fue imposible; estaba viendo toda mi galería. Pasaba sus fotos sorprendiéndose seguramente por la cantidad de fotos. Me tapé el rostro de la vergüenza.

—Parece ser que alguien tiene una pequeña obsesión con su novio.

Besó el dorso de mi mano antes de acariciarla. Seguía mirando fotos con una pequeña sonrisa.

—Jeon, acérquese.

El profesor había entrado y parecía interesado en el trabajo de diez hojas que hizo Jungkook. Me devolvió el móvil antes de acercarse a la tarima con una mueca en el rostro. Miró las hojas que le señalaba el profesor. Me parecía asombrosa hasta su espalda.

Me monté en el coche escuchando las quejas de Jungkook; quería atropellar al profesor por decir que fotografiar cielos no era arte. Él amaba fotografiar paisajes, y al parecer el profesor no lo apreciaba.

—No mates a nadie...—me asomé a la ventanilla—¿A dónde estamos yendo?

—El apartamento Avery, te dije que vendrías sí o sí.

Aparcó frente a un edificio alto y blanco. Abrí la boca asombrada. Subimos hasta la cuarta planta, una señora parecía estar esperándonos en la puerta. Se saludaron de forma medianamente informal y nos invitó a entrar. El suelo era de madera grisácea y las paredes blancas. Observé cómo las enormes ventanas alumbraban las blancas habitaciones. Nada más entrar había un pequeño recibidor con un armario al frente empotrado, había tres salidas desde ahí, recto a un pasillo, a la derecha la cocina y a la izquierda una sala enorme que apenas tenía un sofá crema. El pasillo tenía un baño, una habitación pequeñita y una habitación amplia e iluminada.

—Este sería el cuarto, enfrente un pequeño despacho y el baño...

Jungkook sonreía en el marco de la puerta mientras miraba las vistas fascinada. Había un jardín en el edificio. También tenía una pequeña terraza parecida a la de la residencia.

—¿Y bien?—preguntó Jungkook.

—Es perfecto, ahora, ¿Cuánto cuesta esto?

Era bastante grande, en una zona cercana a la universidad y faltaban varios muebles; sería caro.

—Digamos que pagaré 2/3 si te encargas tú de comprar la comida.

La sonrisita traviesa de Jungkook me indicaba que no había forma de negociar.

—Hecho.

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