¿De donde viene nuestro odio...

Autorstwa pxuhttbx

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Un total malentendido que viene del pasado provoca una enemistad que no tiene razón ni lógica y que con el ti... Więcej

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18. [Parte 1.]
18. [Parte 2]
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25.
26.
27.
28. parte 1
28. Parte 2
28. Parte 3
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41.
42. Parte 1
42. Parte 2
43.
44.
45. Final

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Autorstwa pxuhttbx

-¡Detente!

Sesshomaru se acercó a una velocidad sobrenatural. Se posicionó detrás de ella y agarró sus manos que estaban llenas de tierra y las sacó de allí. Los ojos de Kagome eran aterradores, era una imagen difícil de digerir. La sangre corría por su cara de una manera sin igual y eso los alertó a todos.

La sacerdotisa lloraba dolorosamente y ese líquido rojo se deslizó por su cuello hasta colarse en el pecho y manchar su ropa. El demonio no sabía que hacer, era una situación muy delicada. Atrajo a la azabache a su cuerpo y la abrazó para intentar consolarla, pero su corazón se había destrozado.
El padre, InuYasha y sus amigos se acercaron a ellos curiosos y espantados por la situación tan horrible que ella estaba atravesando.

-Kagome, por favor reacciona -Murmuró cerca de su oído.

-¿Qué sucede? ¿Por qué sus ojos sangran? -La exterminadora estaba horrorizada y se atrevió a violar el espacio personal del hombre inmortal que abrazaba a su amiga-. ¡Tenemos que llevarla a la aldea!

-Señor Takemaru, será mejor que venga con nosotros. Le brindaremos una casa -Miroku se acercó a él, pero negó con su cabeza.

-¡¿A caso has perdido la cabeza?! -Sus ojos desorbitados y sus manos agarrando su propio cabello con fuerza, estaba muy afectado por lo que había visto-. ¡No iré a ningún lugar que esté esta.. mujer!

-Cuidado anciano, estás hablando de tu propia hija -InuYasha se acercó amenazante.

-¡No es mi hija! ¡No! ¡Está loca como su madre, seguro será cuestión de tiempo para que nos mate a todos!

Los presentes lo observaron con dolor. Estaban aliviados de que Kagome estuviera en un estado de shock para no escuchar lo que él decía. Al mismo tiempo, comprendieron que era mejor si él se alejaba. Era seguro que nunca iba a poder tratarla ni cuidarla como a una hija.

-Larguese de aquí.

-¡Sango! -Miroku la miró sorprendido.

-¿No escucha lo que está diciendo? Este hombre.. realmente cree que Kagome es peligrosa. Midoriko fue una buena mujer, simplemente que fue manipulada por demonios por que su alma estaba vulnerable. Si no es capaz de entenderlo ahora, nunca lo hará.

Takemaru se sintió humillado por las palabras de la joven mujer, su saliva se atravesó entonces decidió huir.
No estaba interesado en criar a una jovencita que podría matarlo y que se relacionaba con monstruos.
Desapareció en lo que quedaba del bosque.

Los llantos de la muchacha se detuvieron y había caído desmayada en los brazos de Sesshomaru. Su cuerpo simplemente se desvaneció. Era algo muy común en las sacerdotisas jovenes que usaban sus poderes muy seguido, pero en este caso a parte de haberse sobreesforzado también estaba sangrando.

El hombre peli-blanco se levantó con Kagome en brazos.

-¿A dónde la llevas? -InuYasha inquirió con desconfianza. Pero él no contesto, simplemente empezó a levitar.
El híbrido avanzó para detenerlo pero sus amigos lo tomaron de los brazos.

-Kagome.. ha sufrido mucho -Mencionó la castaña-. Incluso su relación con Sesshomaru se estropeó, quizás pueda recuperar su felicidad si logran hacer las pases.

-Sesshomaru es incapaz de amar -Se zafó de su agarre.

-Eso no lo sabemos. Tu padre era un demonio y logró amar a tu madre, que en paz descanse -Miroku lo soltó y después tomó asiento en un tronco que quedó por allí-. La señorita Kagome está muy enamorada de él, es probable que sólo necesiten algo de tiempo a solas.

Sango asintió dándole la razón, Kirara saltó de su hombro y se transformó para llevarlos de vuelta a la aldea. InuYasha decidió quedarse ahí solo por un rato.
Miró el lugar en donde Kagome esparció las cenizas de Kikyo y soltó un suspiro entristecido. El deseo de su prima no era tirar las cenizas de su protectora en la tierra, ella quería llevarla a descansar a un lugar hermoso y que pensaba que a Kikyo le gustara.

Se preguntaba si aún así, la sacerdotisa mayor podría descansar en paz.

El viento sopló fuerte de repente sacándolo de su trance y un remolino se formó muy cerca de él, de allí salió aquella mujer que había peleado con él en la montaña, la mujer del abanico.

-Creo que he llegado tarde -Se quejó haciendo una mueca-. ¡Oye tú!

-¿Qué es lo que quieres? -La miró de mala manera.

-La sacerdotisa a la que le pertenece esta sangre, ¿dónde está?

-¿Para qué quieres saberlo? -Se cruzó de brazos.

-Tengo algo importante para decirle -Sacó una pluma de su pelo. Ella era una deidad, probablemente sabía algo que ellos no.

-¿Puedo saber qué le dirás?

-Le daré una medicina.

Y se fue.

Ella viajó en la pluma gigante, siguiendo la energía de Sesshomaru. Sabía cuales eran sus planes, al inicio pensaba que realmente su destino era solamente casarse con él pero ahora ya no le daba tanta importancia. De alguna forma servía a Irasue, y ella la recompensaba. Descubrió que era mejor mantenerse libre.

En sus manos tenía la cura para evitar que la chica perdiera la vista para siempre, pero eso sólo haría efecto si aceptaba renunciar a sus poderes ya que era un medicamento que funcionaba en humanos que no tenían ningún tipo de poder. Irasue lo había conseguido con la excusa de que no quería que su hijo perdiera la cabeza por la muerte de la joven con poderes sagrados.

Los pies de Sesshomaru tocaron el suelo en cuanto llegó al misterioso lugar, una cueva bastante alejada que tenía un pozo de aguas cristalinas. Su agua la utilizaban los aldeanos e incluso algunos monstruos para curar las heridas.
Dejó a la sacerdotisa en el suelo con cuidado y con su único brazo empezó a desvestirla. Ella estaba repleta de golpes y cicatrices, a pesar de que no tenía una vida entera luchando las ocasiones en las que tuvo que hacerlo había salido gravemente herida.

Cuando la ropa ya no estorbaba, volvió a alzarla con cuidado y la lanzó al agua. Si sus heridas lograban curarse ella despertaría y saldría con vida de allí.
La observó detenidamente y se quitó la parte superior de su ropa para que ella tuviera algo que ponerse al salir. La ropa que ella usaba estaba rota y sucia, la de él no tanto.

El cuerpo de la chica se hundió por completo, oscurenciendo el agua que solía ser transparente. Eso llamó su atención, parecía que estaba desintoxicándose.

-Si no funciona, puedes darle esto. Pero tendrá que renunciar a sus poderes -Kagura apareció de repente. Él ni siquiera contestó ni la miró. La deidad dejó el frasquito sobre una de las rocas y luego de darle una ojeada a la chica en el agua, decidió irse.

Sé que aún no puedes perdonarme, pero no me dejes.

Sesshomaru apretó los labios ansioso y dio un paso adelante. El tiempo avanzó al paso de una tortuga y ella no daba indicios de que fuera a despertar, su paciencia estaba alcanzando el límite. Habían pasado exactamente 3 días.

Se agachó y tocó el agua, recibió una descarga de energía que le quemó un poco los dedos. ¿Qué pasaba con ella? Su única intención era que se curara un poco los ojos y las heridas que había recibido.
Entró al pozo sin importarle las descargas que estaba recibiendo, nadó hasta el fondo para alcanzar el cuerpo de la sacerdotisa, quién abrió sus ojos en cuanto lo sintió en su entorno. El veneno que los rodeaba comenzó a purificarse, y las propiedades curativas de ese pozo mágico volvieron ayudándole a ambos.

Ella lo vió acercarse como en cámara lenta. Su brazo izquierdo que había sido deshecho por la flecha que lanzó fue envuelto por burbujas para regenerarlo.
Soltó el aire que tenía guardado en sus pulmones, haciendo pequeñas burbujas. Sus ojos dolían muchísimo, era una ardor terrible y la imagen se iba volviendo distorsionada.

¿A caso lo último que veré.. serás tú?

De nuevo perdió el conocimiento y se dejó llevar por el agua, además de que había ingerido mucha.
Sesshomaru la tomó de la cintura ignorando lo que le ocurría a su brazo y subió a la superficie. Allí sin hacer mucho esfuerzó, salió primero por completo y luego jaló a Kagome.

-Mujer -La llamó mirándola atentamente. Ella continuaba con los ojos cerrados y con su afinado oído no podía escuchar su respiración, para ese momento el cosquilleo en su hombro terminó y su brazo izquierdo se había formado de nuevo. Lo observó y luego lo movió para acostumbrarse.

Lo primero que hizo con él, fue aplastar el pecho de la sacerdotisa sin mucha fuerza para que expulsara el agua y así fue. Tosió y al mismo tiempo escupió el agua que había tragado. Eso le generó alivio. Al final, abrió sus ojos y parpadeó varias veces. Podía ver, gracias al cielo podía ver muy bien.

Soltó un suspiro y se dio cuenta de que Sesshomaru seguía con ella, podía sentir su presencia.

-¿Por qué hace tanto.. frío? -Preguntó con un tono de voz bajo. No se había percatado de que estaba desnuda. Sesshomaru se levantó y tomó su ropa para luego colocarla sobre la chica.

-Tuve que desnudarte para asegurarme de que todas las heridas se curaran -Admitió como si nada-. Ahora puedo ver que estás bien.

Avergonzada, la azabache se levantó con esfuerzo y frotó la ropa en su cara para poder secarse y despabilarse. Sutilmente, percibió el aroma tan varonil que Sesshomaru tenía.

-Sí.. me siento mejor.. -Lo miró detenidamente. Su brazo estaba allí como si nunca lo hubiera lastimado con su flecha y su cuerpo no tenía una sola herida. Sólo estaba empapado tal y como ella.

-Estuviste tres días -Se agachó para quedar a su altura de nuevo. Ella estaba sentada sólo cubriéndose con ese haori.

-¿Te quedaste conmigo todo este tiempo? -Miró a su alrededor. Si estuviera sola probablemente tendría mucho miedo.

Sesshomaru estaba impresionado de como ella había despertado como si nada. Allá afuera parecía que había escupido su corazón del dolor. Pero ahora.. ella sólo estaba tranquila.
Kagome se levantó y le dió la espalda para poder vestirse apropiadamente.

-No podía abandonarte -Volvió a ponerse de pie, siguiendo los movimientos de la muchacha.

Ella no dijo nada más, sólo suspiró. Aún estaba herida, todo pasó tan rápido. Sanar sus heridas externas nunca sanaría el dolor que tenía en su interior.
Lo único que la hacía sentir bien en ese momento es que todos los problemas habían terminado, al menos los relacionados con Midoriko y Naraku. Ciertamente había sido demasiado difícil. Se sometió a demasiado esfuerzo.

-Gracias, aunque no tenias que-

Sesshomaru la tomó del brazo y la volteó, quizás se arrepentiría después pero tenía que hacerlo ahora. Tuvo mucho tiempo para negar lo que sentía por ella, para despreciarla y para burlarse pero eran todas mentiras. Ella nunca tuvo que pasar por el dolor que le ocasionó ser traicionada.
Una de sus manos agarró su cintura de manera posesiva y la otra su nuca, de esa manera acercó el rostro femenino al suyo y juntó sus labios sin pensarlo.

Kagome estaba demasiado sorprendida, pero eso hizo reaccionar a su cerebro. Recordó lo mucho que ella lo quería, lo que habría dado por estar junto a él. No sabía si podría ser capaz de perdonarlo, supuso que.. a pesar de todo seguía sintiendo lo mismo pero revuelto con resentimiento.

Cerró sus ojos y soltó unas pequeñas lágrimas.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que ser así?

Se separó de ella, sólo dejando escasos centímetros entre ambos rostros. Ella lloraba. Apenas y podía ver su rostro ya que ahí adentro era oscuro y sólo existía el reflejo del agua en la pared de piedra. La luz que existía dentro del pozo era justamente por ser mágico.

-No puedo perdonarte -Murmuró en medio del llanto-. Creí en ti.. creí que podíamos estar juntos.

-Por favor -Llevó sus manos al rostro de la chica y limpió sus lágrimas, ella abrió los ojos que ahora eran completamente azules. No había una pizca más de aquel color chocolate.

Kagome volvió a besarlo, esta vez con la intención de saber que era lo que él realmente sentía.. pero no pudo ver nada. Igualmente, se mantuvo sumida en ese beso. Era suave y realmente quería hacerlo.

Sesshomaru había sido un tonto, un imbécil. Desperdiciaron demasiado tiempo, pero aún seguía siendo joven. Tendría mucho tiempo para pasar con él.

-Cásate conmigo -Murmuró él. Kagome negó con su cabeza.

-Aún.. no te perdono -Se separó de él y juntó su ropa que prácticamente estaba rota y sucia-. Necesito un poco más de tiempo.

-Temo estar cerca de perderte otra vez -Confesó. Kagome lo miró de reojo pero continuó dándole la espalda.

-No te preocupes..

Después de eso, ambos salieron de la cueva. Kagome observó desde allí un hermoso paisaje nocturno, el mar a lo lejos y las olas brillantes. La luna se reflejaba enormemente sobre el agua, era bellísimo. Tenía preguntas sobre ese pozo al que Sesshomaru la llevó, nunca había escuchado de algo parecido. Pero mejor decidió que sería en otro momento, quería ir a la aldea y saber como estaban los aldeanos. También sus amigos y la pequeña Rin.

Sesshomaru la alzó y luego emprendió vuelo de nuevo. Estaba ligeramente decepcionado, pero estaba haciendo su esfuerzo por comprender lo que la sacerdotisa sentía. Era muy normal odiar a alguien que había hecho tantísimo daño, lo que le provocaba ansiedad era la idea de que tendría que esperar demasiado.

O podría ser, que ella esperara a que rogara por su perdón.

Já, que humana tan ingenua. El gran Sesshomaru nunca había rogado por amor antes, si ella no decidía perdonarlo entonces no pelearía.

Al llegar a la aldea, para su desgracia, el terror invadió el cuerpo humano que estaba en sus brazos.

Estaba todo detruido, absolutamente.. todo.

Kagome se bajó y corrió lo más rápido que pudo, se puso pálida y su preocupación crecía más y más. No había un sólo aldeano, ni siquiera sus amigos. Las casas destruidas y el templo también, como si hubiese pasado un tornado. Sesshomaru caminó detrás suyo olfateando el aire por si lograba detectar algún aroma conocido pero no había nada. ¿Qué rayos había pasado?

-¡InuYasha! -Gritó ella conforme avanzaba, no obtuvo respuesta entonces continuó haciendolo. Estaba poniéndose nerviosa y las lágrimas se asomaron por sus ojos.

Esa preciosa aldea, ahora era un ambiente oscuro y lleno de soledad. No había siquiera un alma vagando por ese lugar, no existía ningún animal que hiciera algún sonido. Incluso los siembros se echaron a perder, la casa de Sango y la suya estaban completamente destruidas.

Y la pequeñita con la que casi no pudo compartir..

No, no quería pensar en una posible muerte.

Pero no sentía nada, ninguna presencia. No había nada que le diera una respuesta.

-¿No puedes.. detectar ningún olor particular? -Se dirigió a Sesshomaru. Él negó con su cabeza.

-Es muy extraño..

-Esta tierra oscura.. -Se agachó y agarró un poco-. Esto parece el miasma que soltaba Naraku en la batalla, la tierra tomó el mismo color.

-Aún así, no puedo olerlo. No detecto su aroma.

Ambos se quedaron allí hasta encontrar alguna pista. En el proceso Kagome encontró sólo articulos como ropa o de las casas, de sus amigos no había ningún rastro. Ni siquiera algo que le dijera que Sango había peleado junto a los exterminaciones o alguna marca de la espada de InuYasha. No había dejado ni energía demoníaca.

Cerca de una de las casas que estaban más a las afueras, escuchó un maullido particular. Buscó entre los escombros, sacó los troncos y escarvó. Finalmente, encontrando a la gatita de pelaje color crema. A Kirara.

-¡Kirara! -Preocupada la tomo con mucho cuidado temiendo lastimarla más. Ella estaba muy mal, tenía muchas heridas abiertas pero la sintió aliviarse en cuanto la reconoció. Se levantó y fue hacia el demonio con una pequeña sonrisa de esperanza-. Sesshomaru.. Kirara está con vida.

-¿Crees que pueda ayudarte a encontrarlos?

-Sí, pero ella necesita descansar y que le curen esas heridas -Apretó sus labios.

-Iremos al palacio -Anunció llamando su atención-. Ahí podrás cuidar de la gata y te daré algo de ropa limpia.

No estaba muy segura al respecto, pero igualmente asintió. No sabía que Sesshomaru en efecto tenía un lugar en donde vivía, pensó que sólo vagaba por ahí matando por gusto y comiendo animales salvajes. Tomaría la oportunidad porque quizás estaría mejor en un palacio de un demonio poderoso que en una aldea que podría ser destruida también. Aún no tenía ningún tipo de conocimiento respecto a lo que había pasado y temía involucrar a gente inocente en eso.

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