Ladrón de Besos(Completa)

By ChrisRivera1116

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ALEXANDER : "Cuando estuve en la escuela, me divertía haciendo bromas. Pero la mejor broma, fue la de robarle... More

Soy todo un
Se Lo Buscó
Algo en tu Pestaña
Lo que No Esperaba
¡No estoy Celosa!
Besos Consentidos
Con otros ojos
Levántate
Llegó papá
Represalias
Derrumbe
El Baile de la Escarcha
Corazones Rotos
El Banco del Cerezo
Con el Paso del Tiempo
James
Natalia
La Cita
Bailes y Rudeza
Mancha
Tregua y Promesas
Posibilidades
Para que Funcione
Escapes
Odisea por la Campiña
Champagne
Flores y Nostalgia
¿Y este tipo?
Rescate y Salida
Cambio de Emociones
Decepciones y Disculpas
El Peso de la Indiferencia
¿Se conocen?
Sentimiento Reencontrados
Retribución
Despertar
Retos
La Luna sobre Paris
Encuentro Inesperado
Phillipe al Rescate
Invocación y Pasión
De Absoluciones y Amores
La Movida de Karen
Decisiones, Decisiones
Un Detalle Olvidado
Hablando Claro
Remontando el Futuro
Sorpresas, Sorpresas
La Sonrisa de Bertha Ellis
La Magia del Cerezo
Para que compartamos nuestra Felicidad
De Corazón
De Vestidos y Cambios
Las Despedidas
El Esperado Día
Uno que otro beso
La inspiración
Agradecimientos

La Tía Clara

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By ChrisRivera1116

Loryann

Cuando me miré al espejo, no lo voy a negar, me veía realmente hermosa. Como una estrella de cine. En realidad, Marie sabía de lo que hablaba, su técnica era muy buena y vislumbré que podría ayudarme en mi carrera de modelaje.

—Lory, gracias por confiar en mí —dijo Marie mientras tomamos jugo de fresas.

—¡Al contrario, Marie! ¡Yo debo agradecerte! —respondí sin dejar de mirarme.

Marie me aplicó un delineador que resaltó el almendrado de mis ojos y la sombra de brillantes les daba una apariencia hechizante. Con la base logró que mi piel se viera tersa y lisa. «¿A dónde fueron mis pecas?»; pensé. Mis labios se agrandaron por el labial de un rojo discreto y lucían más carnosos, más sexys.

Era otra chica la que me miraba desde el espejo que imitaba mis movimientos y torcí mi cabeza de lado a lado para apreciar la simetría. Luego hice unos gestos coquetos que me causaron risa y no pude evitar levantarme y caminar como en pasarela.

—¡Y aquí tenemos a la hermosa Loryann Shaw! —Comenzó a narrar Marie viéndome modelar —. En un divino conjunto de estudiante de secundaria, de camisa blanca sobria y faldita estrictamente a la altura de la rodilla.

Y con eso que dijo, no pude evitar estallar en risa. Tal y como se leía en el panfleto de reglamentos.

—¿Piensas quedarte a vivir con tu tía? —dijo Marie más tarde, mientras comíamos helado —. Sería maravilloso que nos graduáramos juntas.

La pregunta de Marie me hizo pensar. Se suponía que estaría con la tía Clara hasta el fin del año escolar y luego volvería con mis cuidadoras, «Alias carceleras», ya que los compromisos de mi madre no le daban tiempo para coincidir ambas en el mismo momento, en el mismo lugar.

Si quería verla, tenía que enfermarme de gravedad o tener un accidente. Y eso no estaba en mis planes; sin embargo, mi nueva amiga me había dado una idea que tal vez pudiese resultar. Por lo menos terminar toda la escuela que dirigía la tía Clara, mientras tomaba mis clases de modelaje.

Una vez en el auto de tía Clara, el silencio se hizo pesado entre las dos. Ella me lanzaba miradas furtivas a mi rostro maquillado. Por lo que me dediqué a estirar mi cuello en un gesto de dignidad, con la mirada ausente y una media sonrisa en mi boca. Pero al parecer eso fue reto para la tía.

—Pareces de veinticinco —dijo, aunque sonó casi como un gruñido.

—Creí que me veía como una linda muñeca de porcelana —comenté fingiendo estar distraída.

—De acuerdo — cedió —. En realidad, estás linda. Pero nada de usar maquillaje en el colegio.

—Sí tía — concedí para preparar el ambiente.

Otro silencio se asentó en el auto y mi tía se concentró en la carretera. Y el momento adecuado para charlar sobre mi idea llegó mientras esta frena frente al semáforo en rojo.

—Tía Clara — comencé a decir con calma. Creo que era el maquillaje. Me hacía sentir adulta y responsable —. ¿Qué tal si me quedo contigo hasta graduarme?

La tía Clara me miró de lleno y antes de que replicara añadí:

—Sé que debo volver con mamá en cuanto ella regrese, pero pensaba que, si me quedaba contigo podría hacer todo el año siguiente y graduarme con mis amigos y amigas.

—Solo tienes una amiga —respondió.

—Pero es que acabo de llegar al colegio —repliqué tranquilamente —. Dame tiempo y verás que tendré más.

—Loryann...

—Entiendo que debe ser un tanto pesado para ti. Pero sabes que no te daré problemas.

—Loryann...

—Solo asistiré a clases y a las de modelaje y casi ni me sentirás.

—Loryann...

Llegué a la desesperación, mi tía a veces era muy inflexible, así que recurrí a mi mejor recurso; ojos a punto de llorar, boca con un acentuado arco hacia abajo y las manos entrelazadas antes de decir:

—¡Por favor tía Clara! — Supliqué.

—¡Loryann! —gritó y la bocina del auto detrás del nuestro, sonó pues la luz había cambiado a verde.

La tía arrancó y permanecí callada con la mirada baja.

—Lory. Estoy encantada de que quieras quedarte conmigo —dijo al fin —. Hablaré con tu madre para ponernos de acuerdo.

Mi boca se abrió por la sorpresa. Cuando al fin llegamos me bajé del auto y corrí hacia ella para darle el más fuerte y sincero abrazo de gratitud que jamás había dado.

—Ahora entremos —dijo mi tía recogiendo una lágrima que se le quiso escapar —. Hay que removerte ese maquillaje.

—¿Maquillaje? —pregunté replicando —. Es una obra de arte.

—Tú eres la obra de arte, querida.

Hablamos un rato de cómo convenceríamos a mi madre de dejarme vivir en Madison, Alabama por el resto de mi periodo escolar y hasta ir a la universidad. Y comprendí, que era lógico que tía Clara quisiera que me quedara. Estaba sola; y aunque es una mujer muy bonita para su edad, su trabajo lo es todo para ella, igual que mi madre. Con la única salvedad que ella tiene largos períodos de vacaciones.

Esa noche, me fui a dormir con la sensación de que todo sería perfecto en ese año y medio que quedaba de secundaria.

Alexander.

En las siguientes semanas me sumergí en libros. Cálculos para medir la intensidad lumínica, velocidad de exposición, ángulos de visión, etcétera; pero nada de cámara. Me llevé una gran sorpresa al descubrir lo costosas que son. Pero como el tío dice: «Nunca será fácil alcanzar un sueño; lograrlo requerirá que sigas soñando».

—Mi sueño cuesta poco más de mil dólares —expliqué.

—La cámara no es tu sueño —replicó el tío sin dejar de acomodar libros. Luego me señaló añadiendo —: Es un deseo para alcanzar tu sueño, es la herramienta de este.

—Cierto. Como el martillo para el carpintero —secundé, viendo que buscaba en un anaquel —. ¿Qué buscas?

Casi lo tengo — me dijo sacando algo —. Ten. Comienza con esto.

¡Era una cámara!

Y así obtuve mi primera cámara.

Una Canon EOS Rebel T7 con lente de 18 a 55 milímetros. No era nueva, pero sí una buena. Cuando le pregunté al tío cómo es que tenía una cámara tan profesional, me dijo que la había adquirido con el propósito de tomar fotos de la librería y promocionar. Luego, no le encontró uso.

—La peor idea que tuve —dijo.

—No. La mejor, ya tengo mi cámara —respondí —. Solo me pregunto, porqué no me la habías dado antes.

—Quería ver qué tan interesado estabas.

—Ok.

Se imaginarán que llevé la cámara conmigo a todas partes y por supuesto que tomé fotos por todos lados. A cada cosa que veía, a personas, edificios y animales. Nota: No le tomen una foto demasiado cerca, a un lagarto monitor mascota; te babea la lente con la lengua.

Practiqué varias formas de tomar fotos y encontré que era muy reconfortante. Experimenté con los acercamientos y las perspectivas. Tomé nota del efecto de las diferentes velocidades de exposición y los ángulos de luz. Sentía una especie de satisfacción al ver mis capturas en la pantalla de la cámara.

Tomaba fotos de cosas inanimadas. Naturaleza, texturas, estructuras; y si tomaba fotos de personas era haciendo cosas naturales. Como a los niños corriendo bicicleta o las chicas cruzando la calle con sus libros en mano; o al tío examinando un libro con sus lentes bajos hasta la punta de su nariz.

Si se imaginan que la llevé al colegio, imaginan bien. Y esa fue una mala idea; todo mundo quería una foto. Me tomó un buen rato lograr apartarme y buscar algo más para fotografiar que no fuera grupos de chicos y chicas poniéndose cuernitos.

En el descanso de mediodía fui al huerto del colegio. Era increíble cómo podía tomar la foto de un simple tomate y hacer que se viera interesante. Cuando estaba tomando la foto de una papaya en alto para probar bien la lente, las vi.

Dos chicas tras el huerto, charlaban y una de ellas le tocaba la cara a la otra, de seguro maquillándola. Sentí curiosidad, me acerqué para verlas y una idea me cruzó por la mente. Miré por el visor y esperé el momento adecuado. Justo cuando una estiraba la mano para maquillar a la otra; la que era maquillada, volteó ligeramente la cabeza hacia mí con los ojos cerrados y disparé. Lástima que olvidé silenciar el ruido que hace la cámara imitando la exposición; y eso hizo que se dieran cuenta de mi presencia.

Ambas chicas corrieron hacia mí. Pero sabía que solo tendría que disculparme y de seguro querrían una copia.

—¿Me tomaste una foto? —preguntó la chica maquillada a medio hacer con cara de pocos amigos.

Solo asentí sonriendo al ver que la maquilladora era Marie.

—Hola Marie —dije con naturalidad.

—¿Lo conoces? —dijo la otra chica mirando a Marie.

—Sí. Es Alex —respondió Marie con toda naturalidad. — Hola Alex.

La desconocida estiró la mano y con un tono más amable me dijo:

—¿Puedo ver la foto?

Orgulloso de la foto que había tomado, se la mostré sin soltar la cámara. Su rostro se acercó al mío y pude percibir el suave aroma de su perfume. Permaneció en silencio observando muy analítica casi por un minuto y medio más o menos y cuando se despegó de mí, Marie ocupó su lugar.

—¡Wow! —exclamó Marie — Quedaste muy linda, Lory.

La chica de nombre Lory, cruzó los brazos y me miró nuevamente con algo de coraje.

—¿Podrías borrarla por favor?

Tanto a Marie, como a mí se nos cayó la mandíbula.

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