NICE TO MEET YA || Eddie Mun...

By Gabrielle_Galo13

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Sueños tormentosos acerca de su pasado sacaron a Veronica Diop de su rutina en Nueva York. Si bien, llegó a H... More

NICE TO MEET YA
Capítulo 1. Hawkins
Capítulo 2. Alucinación
Capítulo 3. Encuentro inesperado
Capítulo 4. Eventos desafortunados
Capítulo 5. Cosas malas
Capítulo 6. La chica del bar
Capítulo 7. Los hechos
Capítulo 8. Pennhurst
Capítulo 9. El trance
Capítulo 10. Eddie el Desterrado
Capítulo 11. Arwen y Aragorn
Capítulo 12. Hidroportal
Capítulo 13. Oferta seductora
Capítulo 14. Once
Capítulo 15. Refuerzos
Capítulo 16. La despedida
Capítulo 17. Poder
Epílogo.

Capítulo Final.

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By Gabrielle_Galo13

Ronnie sintió un tirón en el torso, y de un momento a otro, también estaba en el aire sin tener control de su cuerpo. Vecna la hizo levitar hacia ellos.

Cuando las tuvo a las dos, Uno se dirigió a Ronnie. —Qué lástima, Nueve. Desperdiciaste tu potencial apoyando a los equivocados —le dijo, y acarició su mejilla con uno de sus dedos pegajosos.

Ronnie trató de alejarse de él, pero no podía mover ningún músculo de su cuerpo.

Luego miró a Once. —Antes de matarte, quiero que mires —comentó con sorna, y les dio la espalda para abrir una puerta hacia su mente. El mismo lugar lleno de sangre y enredaderas.

Sin embargo, antes de que Vecna hiciera otra cosa, Jane le habló: —Papa está muerto —comenzó jadeando, casi no podía respirar.

Vecna la volvió a ver.

—Sé lo que te hizo. Eras diferente, como yo o como Nueve. Y él te lastimó. Era un monstruo.

Él se acercó de nuevo a ellas. —Tienes razón. Nosotros somos diferentes al resto. Y sí, Papa me lastimó, pero no era un monstruo. Era solo un hombre común y corriente, por eso buscaba la grandeza en los demás —puntualizó, y luego se acercó al rostro de Ronnie—. La buscaba en todos nosotros, pero al final no pudo controlarnos, cambiarnos —le echó un vistazo a sus tatuajes—. ¿O no, Nueve?

La ojiazul lo miraba con odio, pero no le contestó.

—No tienes porqué hacer esto, aún puedes detenerte —suplicó Jane, con los ojos llorosos.

—Se acabó Once. Ya no hay nada que puedas hacer para detener esto. Hawkins arderá y caerá. Igual que el resto de este mundo inservible y sin sentido. Y yo estaré ahí, para recoger los pedazos. Si hubieran sido más inteligentes, estarían conmigo cuando eso sucediera, pero ahora —Uno enfocó en Max, inconsciente en el piso—... solo quiero que miren.

Él dio unos pasos en dirección a la pelirroja y con el otro brazo, la levantó en el aire. Ahora tenía a las tres chicas en su poder.

No obstante, algo pasó.

De pronto, Vecna gritó de dolor mientras se sacudía violentamente, por lo que las chicas cayeron al suelo.

—¡Es Kali! —gritó Ronnie. Inmediatamente, ayudó a Once a levantarse y tomó su mano firmemente—. ¡Ahora, Jane!

Once comenzó a sentir la energía de Ronnie en su cuerpo, y con su mano libre, paralizó a Vecna en el aire.

—Pase lo que pase, Jane, no me sueltes. No importa lo que escuches, no importa lo que veas. No me sueltes —ordenó Ronnie, con determinación.

A continuación, Once empezó a absorber más y más poder. Su respiración comenzó a volverse lenta y pesada. Estaba concentrado la energía.

Cuando estuvo lista, con un grito desgarrador, Jane lanzó a Vecna contra el muro del gimnasio.

Él trataba de no gritar, por lo que lanzaba gruñidos y jadeos. Como pudo, habló: —Tú y tus amigos creen que ganaron, ¿no? Pero esto...

—¡Silencio! —ordenó Jane.

Y luego, pasó.

Once concentró todo su poder en destruir a Vecna, mientras él gritaba y gritaba de dolor. Ronnie cayó al suelo, comenzó a sangrar por ambos orificios de la nariz, por los ojos y los oídos. Estaba siendo consumida por Once. Aún así, casi inconsciente, se aferró a la mano de Jane con sus últimas fuerzas. Vecna empezó a desintegrarse en pequeñas partículas con luz blanca, y ahí fue cuando Once supo que había funcionado. Uno estaba muriendo.

En un último impulso de energía, Once acabó con él. No quedó nada.

Y al mismo tiempo, el espacio a su alrededor comenzó a desintegrarse en un polvo espeso de color gris. Dejándola en la oscuridad de nuevo.

Once miró hacia abajo, sólo para darse cuenta que Ronnie seguía ahí con ella. Pero algo andaba mal.

La ojiazul sangraba por todos lados y, lo peor, era que no respiraba.

—¡RONNIE!








Todo había terminado, o eso creía Dottie. Estaba en el ático con Lucas y Max, la cual, acababa de despertar de su trance y había contado todo lo que alcanzó a ver. El plan había funcionado y Vecna estaba muerto.

Dottie suspiró aliviada. —Es increíble —masculló, mientras bajaba hasta el baño del primer piso para ver el estado de Ronnie.

Sin embargo, al entrar a la habitación, vio a la chica inmóvil en el agua y con sangre saliendo de sus orificios.

Soltó un grito bastante fuerte, que alertó a los chicos de arriba. —¡Ronnie!

Dottie alzó la cabeza de la ojiazul y le quitó los goggles, pero se asustó al ver sus ojos: las pupilas estaban completamente blancas, lo único que le daba color era la sangre que salía de sus lagrimales.

En ese momento, Max y Lucas llegaron corriendo para ver qué había pasado. Quedaron paralizados al ver la escena.

—¡Ayúdenme a sacarla! —exigió Dottie, todavía asustada.

La colocaron afuera del baño, donde el piso estaba seco, y se arrodillaron junto a ella. Max y Dottie comenzaron a buscar sus signos vitales.

—¡No tiene pulso! —chilló Max.

—¿Qué hacemos? —preguntó Lucas, con la voz temblorosa.

—¡Una ambulancia! —gritaron las dos chicas, al unísono.

Lucas se levantó de un salto y salió corriendo de la casa, para conseguir ayuda. Y al mismo tiempo, Dottie comenzó las maniobras de primeros auxilios, tratando de que volviera.

Después de unos segundos, funcionó. La ojiazul comenzó a sacar poca del agua que había ingerido, aunque apenas y abrió los ojos.

Las chicas jadearon aliviadas.

—Demonios, Ronnie —reprochó Max.

No obstante, la ojiazul volvió a quedarse muy quieta, había perdido la conciencia, de nuevo.

—¿Ronnie? —llamó Dottie, mirándola con preocupación.

De un momento a otro, Ronnie empezó a convulsionar violentamente y a sacar espuma por la boca.

Las chicas trataron de ayudarla, pero no podían hacer más que sujetar sus brazos y piernas. No tenían más conocimiento al respecto. Solo la sujetaron y rezaron para que la ayuda llegara pronto.

.

.

.






Dos semanas después.

Ronnie abrió los ojos.

Algo, que no la dejaba respirar, estaba obstruyendo su tráquea. Por lo que comenzó a asfixiarse.

Alguien en la habitación, que Ronnie no pudo identificar de quién provenía, gritó: —¡Enfermera! ¡Despertó! ¡Se está ahogando!

Y lo siguiente que pasó, fue que le estaban quitando un tubo de la boca. Fue una sensación horrible, le quedó ardiendo toda la garganta, e inmediatamente, comenzó a toser. Una enfermera le ayudó a acomodarse, pero eso sólo despertó un fuerte malestar en todo el cuerpo.

Ronnie jadeó de dolor.

—Tranquila, tranquila. Te daré algo para el dolor —consoló la enfermera, antes de tomar unos medicamentos a su derecha e inyectarlos en una manguera que estaba conectada a ella. Cuando terminó, caminó hacia la puerta—. Le avisaré al doctor enseguida, tienen unos minutos a solas.

En ese momento, fue cuando la ojiazul reparó en las otras personas en la habitación. A su izquierda, pegadas a la pared, estaban dos chicas, mirándola con entusiasmo.

Ronnie se tardó unos segundos en reconocerlas. —¿Nancy, Robin?

Ellas sonrieron ampliamente. Robin fue la primera en acercarse.

—Por fin despertaste, dormilona —bromeó—. Nos tenías preocupada, Ronnie. Creímos que...

—No importa —interrumpió Nancy, al ver la mirada de confusión de la ojiazul—. Lo importante es que ya despertaste. ¿Cómo te sientes?

Hablando con gran esfuerzo, Ronnie contestó: —Como si un tráiler me hubiera pasado encima.

—Creo que eso es normal —opinó Robin, sonriendo.

La ojiazul no recordaba lo que había pasado para llegar al hospital. Su mente estaba casi en blanco. —¿Qué me pasó? —quiso saber.

Nancy frunció los labios antes de responder. —Bueno... Once casi te consume, y eso ocasionó que tu cuerpo se sacudiera bastante en la piscina, por lo que tragaste mucha agua salada, y prácticamente, estabas ahogándote. Dottie te reanimó en el acto, pero empezaste a tener convulsiones por la cantidad de sodio que habías ingerido. Los paramédicos volvieron a reanimarte y te trajeron al hospital. Estuviste en coma dos semanas.

Ronnie no había entendido mucho, así que forzó a su mente a recordar. Pequeñas imágenes aparecían poco a poco: estaban en el Lago de los Amantes, en casa de Max, luego en Warzone, y al final, en el prado preparando armas para... ¡Vecna!

La ojiazul recordó el plan para derrotar a Uno, así como todo lo que había presenciado en la mente de Max.

—¿Funcionó? —preguntó Ronnie, con un atisbo de preocupación—. ¿Vecna está muerto?

Las chicas sonrieron ampliamente. —Está muerto —afirmó Nancy.

La ojiazul suspiró aliviada, al menos había valido la pena.

—Hay algo más —añadió Robin, ahora con un gesto solemne.

—¿Qué es? —inquirió. No le gustaba las expresiones de las chicas.

—Se trata de Kali —reveló Nancy. Y caminó hacia la derecha, donde había una cortina que dividía la habitación.

Al recorrerla, dejó ver a Kali con una máquina conectada a su boca que respiraba por ella. Ronnie intentó pararse, pero no pudo hacerlo.

—¿Qué le pasó? —preguntó, en un hilo de voz.

—Fue... demasiada energía la que utilizó para ayudarlas —contestó Robin, mirándola con pena.

—¿Va a despertar?

—Eso esperamos.

Y en ese instante, la puerta de la habitación se abrió de par en par, dejando ver a Once y a los demás detrás de ella.

Jane llegó a su lado y la envolvió en un delicado abrazo. —Creí que te había matado —musitó—. Lo siento, Ronnie. Lo siento tanto.

—Está bien, Jane —consoló la ojiazul—. Sabía que era una posibilidad, no tienes la culpa de nada, ¿de acuerdo?

Once asintió apenas, y luego se volvió para mirar a Kali, con tristeza.

—Despertará —comentó Steve, con seguridad—. Ella es fuerte. Dio una pelea increíble en el Otro Lado, claro que despertará.

Ronnie lo miró. —¿Qué les pasó a ustedes?

—Estuvimos a punto de morir —aseguró Robin, y señaló a Kali—. Si no fuera por esa chica, nos hubieran masacrado esas enredaderas asquerosas de Vecna.

—Y a nosotros los murciélagos —añadió Dustin—. Eddie y Funshine casi no lo logran.

El corazón de Ronnie saltó con fuerza al escuchar el nombre del castaño. —¿Eddie? ¿Está bien? ¿Dónde está?

—Tranquila, Arwen, tu Aragorn se encuentra bien, está escondido en el sótano de Dustin —aseguró Robin, con sorna. Y luego miró a los demás—. Por cierto, ¿Ya le avisaron que Ronnie despertó? —preguntó, y regresó la vista a la ojiazul—. Dios mío, ese chico llama cada hora para preguntar por ti, ya no lo soporto.

Dustin sacó la radio de su mochila. —La apagué porque una enfermera nos escuchó hablar —explicó, y la encendió de nuevo.

Al instante, se escucharon los gritos de Eddie: —...ta sea! ¡Dustin! ¡Dustin! ¿Ella está bien? ¡Dustin! Te juro que si no contestas en dos segundos saldré de tu sótano mugriento e iré hasta el hospital para ver a Ronnie quieras o no. ¡Dustin!

━━━━━━✧☠✧━━━━━━

Un mes después.

Ronnie metía su bolso con todas sus cosas en el maletero de su Camaro. Por fin, después de su larga y no planeada estancia de seis semanas en Hawkins, llegaba el día en que regresaba a Nueva York.

En la casa de Dustin, se habían reunido todos para despedirse de Ronnie y de Kali, quien, por cierto, había despertado del coma hacía no más de dos semanas. Ella y su grupo regresaban a Chicago.

Nancy y Robin se acercaron a la ojiazul. —Que tengas buen viaje, Ronnie —deseó Nancy.

—Y ya nos diste tu teléfono, así que si surge otro problema multidimensional, no dudes que te llamaremos —prometió Robin.

Ronnie se rió. —Será mejor que no lo hagan —bromeó. Y se despidieron con un corto abrazo.

Enseguida llegaron Dustin y Steve. —Gracias por tu apoyo, Ronnie —dijo el mayor, con sinceridad y le dio la mano.

Ésta vez, Ronnie sí la aceptó. —Fue un placer, Steve.

Dustin tenía los ojos cristalizados. —¿No quieres quedarte otra semana, chica superpoderosa?

La ojiazul sonrió de lado. —Sabes que no se puede, Dustin. Es peligroso.

El chico asintió, y abrazó a Ronnie fuertemente.

Y de esta manera, ella se fue despidiendo de todos: Max y Lucas le desearon buena suerte; Dottie le riñó una vez más por asustarla ese día de la bañera, antes de abrazarla como despedida; Mick le agradeció por todo lo que hizo; y Funshine y Axel le pidieron volverse a reunir de nuevo.

Así, hasta que llegó el turno de Kali.

—Tienes mi número y mi dirección en Nueva York —comenzó Ronnie—. No tienes excusa para no contactarme. ¿Entendido?

Kali rodó los ojos, pero sonrió. —De acuerdo, Ronnie —aceptó—. Aunque estos meses estarás bastante ocupada, ¿no? —le dijo con sorna.

La ojiazul se rió. —Cállate, tonta.

Kali, todavía con esa sonrisa sarcástica, envolvió los brazos alrededor de Ronnie. Abrazándola muy fuerte.

La ojiazul se giró hacia su auto, y se encontró con Eddie abrazando a Dustin, el cuál soltaba lágrimas silenciosas.

—Cuidarás a esas ovejitas por mí —le decía el castaño—. ¿Lo prometes?

—Lo prometo, Eddie.

El castaño por fin soltó a Dustin y llegó hasta Ronnie con una sonrisa.

—¿Estás lista para el mejor viaje de tu vida? —preguntó.

La ojiazul sonrió ampliamente, y se encogió de hombros. —Tal vez así me empiecen a gustar los viajes en carretera —respondió.

—Te gustarán, créeme —aseguró Eddie, y colocó una mano en su cintura, acercándola más a él, y puso la otra mano acariciando su mejilla, admirándola.

Ronnie puso sus labios sobre los de él, en un movimiento suave y lento, del que Eddie no pudo resistirse. La apretó aún más, disfrutando de ese pequeño momento.

Inmediatamente, los demás a su alrededor comenzaron a carraspear para molestarlos.

Eddie y Ronnie se separaron por fin, y con una sonrisa de triunfo, subieron al Camaro para iniciar su viaje a Nueva York.

No obstante, antes de salir de Hawkins, Eddie preguntó: —¿Podemos hacer una última parada?

—Claro —contestó Ronnie, y lo miró fugazmente—. ¿Qué tienes en mente?

━━━━━━✧☠✧━━━━━━

Un hombre caminaba lentamente por la acera de la calle, se detuvo en una esquina junto a un poste de luz, y puso su bolso en el suelo. Del mismo, sacó un letrero de una persona desaparecida y procedió a pegarlo en el poste con cinta.

—¿Señor Munson? —llamó Ronnie, detrás del hombre—. ¿Podemos hablar?

Él se giró para verla, con desconfianza. —No creo que tengamos nada de qué hablar —se negó—. Mi sobrino es inocente, y sigue desaparecido. Pegaré carteles hasta encontrarlo.

La ojiazul sonrió, se acercó hasta él y le quitó de las manos el cartel. —Mi nombre es Ronnie —anunció, y vio en la mirada del señor Munson un atisbo de reconocimiento.

—¿Ronnie? ¿La chica del bar? —inquirió, con sorpresa.

La ojiazul alzó las cejas. —¿En serio? ¿A cuántas personas les habló de mí?

El señor Munson quiso sonreír. —Ese chico nunca para de hablar.

Ronnie negó, con una sonrisa. —Venga conmigo, señor Munson, ésto le interesa.

Y juntos, caminaron hacia el auto oculto, estacionado muy cerca de ahí, en un callejón.

Antes de llegar, Ronnie observó detenidamente al hombre a su lado, y se le ocurrió una idea.

—Sea honesto, señor Munson. ¿Le gustan los viajes largos?





LISTO :3

El siguiente martes publicaré el epílogo y esta historia concluyó. <3

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