Un corazón que latía desenfrenado y emitía un ruido igual o mas fuerte que cualquier fuego artificial en ese momento.
Un corazón que entre miles, conectó con el latir de otro corazón, casi de inmediato.
Ambas miradas se perdieron una dentro de la otra, haciendo que todo su entorno desapareciera por completo.
Dos sonrisas momentáneas se plasmaron en sus rostros.
Lilibeth sintió como le temblaba el alma, al mismo tiempo que sus ojos grababan cada detalle de lo que veían, allí a unos cuantos metros de distancia.
Ahí estaba él.
Un ser extraordinariamente bello, para los parámetros de ella, que solían ser así, impulsivos y de carácter exquisito.
Su anatomía, esbelta y fornida, de semblante fuerte y firme, muy bien trabajado.
Un espectáculo para la vista.
Pero en lo que mas reparó Lilibeth, fue en sus hermoso ojos claros, que a la distancia y aunque era de noche, brillaban igual que dos estrellas.
Él tenia las manos en los bolsillos, estaba parado muy concentrado mirando hacia donde estaba Lilibeth, quien ya no daba más de la intriga y aunque suene grosero...del deseo.