⟪ CAPÍTULO ONCE ⟫
Akila estaba sentada en una de las sillas de la sala de control mientras que Alec miraba por los monitores, había pasado dos horas desde que había pasado todo en su oficina y ahora se habían reunido con los demás. Miraba todas las pantallas que eran cámaras de seguridad que daban al exterior del instituto, esperando ver cualquier cosa.
—Alec, ¿qué estás haciendo? Puedes mirar esas pantallas todo lo que quieras, se necesita sangre de ángel para traspasar la salvaguarda y lo sabes. Ningún subterráneo puede entrar al instituto —musitó Jace, cruzándose de brazos al ponerse a un lado de Alec.
—No sin una invitación de un shadowhunter —menciona Akila, levantándose y caminando hasta quedar a un lado de Izzy—. Y no sé si mi cabecita falla, pero te recuerdo que Valentine es uno.
—Ella tiene razón. La copa no está segura aquí, tenemos que devolverle a la clave —dijo Alec.
—¿Devolverla a la clave? ¡No!. No después de lo que pasamos para conseguirla —niega Clary, exaltada.
—Mi hermano tiene razón. La copa es extremadamente importante.
—¿Estás de acuerdo conmigo? —pregunta un tanto sorprendido.
—Estoy llena de sorpresas.
—Esta copa es lo único que tengo para recuperar a mi madre —comenta Clary.
—Peli Peli, ellos tienen razón. —Akila se acerca a ella, abrazándola por los hombros—. Sé tu desesperación, pero esa copa nos tiene más cerca de Valentine que de tu madre.
—Él tiene a mi madre —recuerda.
—Lo sé —dice de forma calmada—. ¿Pero que harás cuando lo tengas cara a cara? Ese tipo no sabe negociar, solo quiere una cosa. La copa. ¡Y oh sorpresa! Tú tienes la copa.
—No sé ustedes, pero yo estoy de acuerdo con Clary —menciona Jace.
—Que raro —Akila blanquea sus ojos separándose de la pelirroja y acercándose a Alec—. Esto es una locura.
—Chicle, no podemos darle la copa a la clave, no ahora. La necesitamos, es nuestra única moneda de cambio —trata de convencerla.
Akila hace un gesto de cerrarse la boca mientras se encogía de hombros. Luego de varias insistencias por parte de la pelirroja Alec aceptó, llevando a una de las habitaciones para resguardar la copa.
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—Valentine es cada vez más fuerte y nosotros aquí, esperando a un lado. Sin poder hacer nada.
Toda la familia Lightwood estaba en la oficina del mayor de los hermanos en una reunión.
—¿Qué ocurre? —pregunta Isabelle.
—No me sorprende que Jace llegue tarde —menciona Robert.
—Se retrasará, seguro es por un buen motivo —Maryse excusó al rubio, salvándolo de un regaño.
—He solicitado una reunión con la clave para informarles que los Seelies apoyan a Valentine. —Robert comenzó a explicar—. Y la clave se negó.
—¿Qué quieres decir? ¿No quieren que vayas a Idris? —preguntó su hijo.
—Han habido rumores de que los shadowhunters locales interfirieron en asuntos con los subterráneos, pero ustedes dos no saben nada de eso, ¿verdad? —la mujer mira a ambos de forma inquisitiva. Los dos hermanos negaron—. Ya que todo esto ocurrió en New York bajo nuestro mando están preocupados por nuestra devoción al trabajo y a la causa, pero somos los Lightwood.
—Recuerden, el honor no está en el nombre, está en los actos —dice su padre, apoyando sus manos en la mesa mirándolos de forma fija—. La clave consignará a otra persona que vendrá a observarnos. Akila es supervisora, pero vendrá alguien que la ayudara a poder vigilar mejor el instituto.
—Ella tiene unos acuerdos distintos al nuestro Los egipcios hicieron un trato con los subterráneos, si Akila quiere acercarse a ellos la clave no dirá nada, pero recuerden que nosotros no tenemos ese acuerdo —les dice su madre.
—Esto es para indagar sobre Valentine y la información que tengamos ya que Akila no se ha reportado hace tres días con los de la clave y eso los tiene preocupado.
—Aunque en realidad esta nueva persona vendrá a examinar nuestro liderazgo, así que les pido que no hagan nada que pueda hacer que la clave pierda más nuestra confianza —dice Maryse con vos seria y imponente.
Ambos hermanos se miraron entre ellos. Debían de encontrar a Akila antes que el emisario ya que al parecer ella no tenía idea de lo que pasaba.
Ahora mismo Alec se encontraba caminando junto con su hermano menor Max, en la sala de control.
—¿Cuándo podrás devolverme mi estela? —preguntó el menor.
—Te lo quitaron porque casi quemas el instituto de Bombai —le recuerda.
—Alec, ¿quien era la mujer que estaba contigo en la mañana?
—¿Quien? —frenó de golpe.
—La que estaba comiendo un pastel de chocolate, por cierto me invitó uno cuando nos cruzamos en la cocina. Es tan hermosa —suspiró de forma ensoñadora logrando sacarle una sonrisa a su hermano mayor—. Ella será mi esposa cuando crezca.
Alec negó con la cabeza de forma risueña para después agacharse a su altura.—Max, va a venir alguien importante hoy. ¿Podrías evitar crear problemas por un par de días? Si lo haces, te devolveré tu estela.
La alarma sonó por todo el edificio. Las puertas de control se abrieron y Valentine apareció en medio de ellas. Alec colocó al pequeño detrás de él y sacó su arco, pero Valentine atrapó la flecha que acababa de disparar. En unos segundos Valentine sintió un arma filosa rozar su mejilla haciéndole un sutil corte. El hombre sacó su estela y lo pasó por una runa que tenía dibujada en su brazo.
—El truco del glamour es un poco anticuado, ¿no crees? —murmura Akila, bajando su katana de forma lenta y caminaba hasta quedar frente a la mujer.
Ya no era Valentine, ahora era una mujer rubia de ojos azules. Su semblante era serio y dura, cuando conectó miradas con la egipcia.
—El tiempo de reacción ha sido pésimo a no ser por tu ataque sorpresa —señala a Akila—. Típico de los egipcios, silenciosos.
—Que te puedo decir, esos entrenamientos no son para cualquiera —se encoge de hombros.
—Soy Lydia Branwell, emisaria de la clave —saluda estrechando su mano con Akila.
—Akila Zahra, supervisora de la clave.
Lydia ladea la cabeza un tanto sorprendida.—¿Akila Zahra? ¿Eres la...?
—Si, soy yo —la cortó de forma rápida cuando Alec se acercaba a ellas.
La recién llegada pasó de largo de Akila buscando a Maryse.
—Maryse, la clave ordena que Akila y yo tomemos control del instituto —la egipcia frenó en seco ante eso. Ella no tenía ni idea, sin embargo caminó hasta quedar a un lado de la pelinegra.
—Un momento, ¡nadie nos ha informado!
—De hecho no tienen porqué hacerlo —le dice Akila—. En todo caso a la primera que debían de informar es a mi —su frustración repentina era notoria.
Mierda. Ya tenía que dirigir un instituto en Egipto, que por cierto, no tenía ni idea de cómo las cosas iban por allá y ahora debía de encargarse del instituto de New York.
—Y como acabo de decir, es temporal —mencionó Lydia—. Aún no han decidido nada, pero teniendo a una Zahra aquí no dudo que nieguen la idea de que evaluemos este instituto con total libertad. ¿Dónde está Clary Fairchild? —los hermanos Lightwood quedaron en silencio al igual que Akila—. Espero que alguien aquí lo sepa.
—Está afuera, entrenando —responde la egipcia.
—¿Me estás diciendo que se está paseando por las calles de New York? —gira a mirar a Akila—. ¿La hija de Valentine?
—¿No es tu prima también? —preguntó Izzy, recargando su peso en su pierna derecha.
Akila abrió los ojos con sorpresa. Ella no tenía idea de eso.—Amo las reuniones familiares —aplaudió con falsa felicidad.
Alec negó con la cabeza mirándola, pero Akila no despegaba su mirada de Lydia.—Está con Jace.
—¿El mismo Jace Wayland que decidió liderar un asalto no autorizado contra los vampiros?. —Se alejó de las pantallas junto con Maryse detrás de ella—. He leído un informe.
—Jace puede ser un poco convencional, pero es uno de nuestros mejores cazadores. Clary está en buenas manos —defendió a su hijo adoptivo.
La rubia la miró.—Eso espero. Por el bien de ustedes y el de New York, espero que su jurisdicción esté bien protegida.
Akila notó como Alec se ponía más tenso de lo normal, acariciando su brazo lentamente para después hablarle.
—Tranquilo, lo solucionaré —murmura, apretando su mano—. Lydia, ven conmigo. Te mostraré algunas cosas —hace un gesto con la mano para que la rubia le siguiera no sin antes guiñarle un ojo al azabache.
Todo está interacción fue notada por las dos mujeres Lightwood, el roce del brazo, el apretón de mano y el guiño. Todo. Y fue justo por eso que ambas se sonrieron levemente.
Ojalá no sea tarde...
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Akila abrió la puerta que daba a la oficina de Alec invitando a la rubia a pasar y señalando el sillón de cuero para que se sentara allí.
Lydia miraba a Akila con atención, cada minúsculo movimiento lo observaba. Había oído de ella, en realidad aquí la pregunta es: ¿quien no ha oído de ella?. La gran heredera de la dinastía Zahra, futura gobernante de las siete regiones y directora de uno de los institutos más prestigiosos del mundo de las sombras. Fue una gran sorpresa para ella cuando se presentó, los de la clave no le habían mencionado quien era exactamente la supervisora encargada del instituto de New York.
Ella era una figura importante en el mundo de las sombras, ¿por qué estaría ahí simplemente supervisando? Había algo más, había una razón más por la que fue enviada ahí.
La egipcia silbaba por lo bajo buscando unas carpetas entre los estantes, sintiendo como su presión se bajó cuando vió su ropa interior blanco a un costado del escritorio de Alec, agachándose rápidamente y guardándolo en su bolsillo trasero.
—¿Quieres un caramelo de limón? —ofreció entre un carraspeo.
—No gracias —levantó la mano, viendo como la mujer asentía de forma lenta y volvía a buscar entre los estantes.
—He oído hablar mucho de ti, Lydia Branwell —comentó con tranquilidad. La egipcia se acercó hasta ella con cinco carpetas negras en sus manos—. Me alegro que estemos en esta misión juntas así se termina pronto y cada una regresa a casa.
—Los problemas y ataques de Valentine posiblemente atrasen eso —responde—. Cada vez son más intensos y menos discretos.
—Ten, estas son algunas pruebas que conseguí, también informes y fotografías —señala, sentándose también en el sillón.
Ella miró el ventanal que había en la oficina y tenían diseños de ángeles y una que otra forma abstracta, deleitándose por las decoraciones que habían en la oficina ya que ahora tuvo tiempo de obsérvalo con determinación. Sus pies comenzaban a moverse de forma inquieta mientras los minutos pasaban y Lydia seguía revisando las carpetas.
El sonido de su celular la hizo volver a tierra firme, haciendo notar el nombre de su padre en la pantalla.
—Disculpa —murmura, levantándose y alejándose para tener un poco de privacidad—.¿Pasó algo en el instituto?
—No, cariño... solamente quería...
—Entonces no entiendo el motivo de tu llamada, papá —lo corta. Se sentía pésimo al tratarlo así, pero cuando se enteró lo que su madre y él habían hecho sería muy difícil volver a hablarle de forma calmada.
Ella se sentía traicionada, usada.
—Akila, por favor. Déjame explicarte —murmura el hombre del otro lado del teléfono. Asim miraba la sala de entrenamiento desde un balcón, viendo a los nuevos shadowhunters entrenar mientras que su esposa entraba a la habitación
—¿Qué van a explicarme? ¿ah? ¿Cómo usaron a su hija y prácticamente la...—miró a un costado viendo como Lydia había dejado de prestarle atención a las carpetas y la observaba. Al parecer había hablado en un tono alto así que le dió una sonrisa de labios apretados para seguir hablando, pero ahora en árabe—...باعوا
"Vendieron"
Asim suspiró, apretándose el cien.—. هذا لم يحدث يا صغيرتي. لقد أسيء فهم الأمور ، لم أردنا أنا وأمك أن تشعر بهذا الشعور.
"Eso no pasó, pequeña. Las cosas se mal entendieron, tu madre y yo jamás quisimos que te sintieras así."
—. حسنًا ، هذا ما أشعر به يا أبي. حقيقة أنهم اتخذوا قرارًا كبيرًا كان من حقي أن أعرفهم يؤلمني في الغالب. لم أعد فتاة صغيرة تستطيع أمي أن تخبرني بما يجب أن تفعله. —su voz comenzaba a cortarse, sintiendo un nudo en su garganta.
"Pues así me siento, papá. El hecho de que tomaron una decisión tan grande que era mi derecho saberlo principalmente, me dolió. Ya no soy una niña chiquita a la que mamá puede decir que hacer."
Asim miró a su esposa y esta le hizo un gesto para que pusiera en voz alta la llamada.
—. عقيلة ، القرار قرارك أن تقبله أم لا ، لكنك تعلم أنه إذا لم يكن معك فسيكون مع شخص آخر. يمكنك أن تقرر ، ولكن ليس هو. —le informa la mujer, dándole una salida.
"Akila, es tu decisión aceptar o no, pero sabes que si no es contigo lo hará con otra persona. Tú puedes decidir, pero él no."
—. اسمحوا لي أن أفكر في الأمر أكثر من فضلك. فقط هذا. —pidió como única respuesta.
"Déjame pensarlo mejor, por favor. Solo eso."
Ambos padres se miraron entre ellos, sabiendo lo dolida que su hija se sentía. Y si, tal vez ambos fueron demasiado egoístas, pero no estaban obligándola a tomar esa decisión. Ella podía elegir.
—. جيد. نحن نحبك يا عزيزي. —dijo Kamilah, y Akila pudo escuchar un "Te amo" por parte de su padre a lo lejos.
"Está bien. Te amamos, cariño"
—على الرغم من كل شيء ، أفعل ذلك أيضًا. —dijo, girando un poco y comenzando a caminar nuevamente—. لا بد لي من إنهاء المكالمة ، أنا مشغول.
"A pesar de todo yo también lo hago" "Tengo que colgar, estoy ocupada"
Akila suspiró, volviendo a acercarse hasta Lydia y viéndola levantar con un semblante más tranquilo.
—Está todo perfecto, los informes bien escritos y concretos. Los de la clave estarán felices —mencionó—. Tal vez así los Lightwood se salven.
—¿De qué hablas? —la miró confundida.
—¿No lo sabes? Los de la clave comienzan a dudar del liderazgo de la familia Lightwood, desde que comenzó nuevamente lo de Valentine todo ha sido un desastre aquí y por eso te enviaron —explica brevemente—. Incluso hay rumores de que Alec ya no será director.
—¿Qué? —su sorpresa no fue escondida. Sabía lo importante que era para Alec el cargo de ser director, todo su esfuerzo y dedicatoria por el instituto.
El sonido de golpes en la puerta hizo que su conversación acabase ahí mismo. Akila gritó un "adelante" y seguidamente la puerta fue abierta y la alta y musculosa figura de Alec hizo acto de presencia solicitando hablar con Akila.
—Hay algo que tienes que ver —le dice, mostrándole su teléfono.
—¿Ese no es el restaurante donde llevaron a Clary? —pregunta, viendo como en la pantalla había un mensaje diciendo que ese lugar fue atacado—. Es el cuartel de los lobos...—dice más bajo sintiendo pena.
—¿De donde lo has sacado? —interrumpió Lydia logrando hacer saltar a Akila en su lugar por el susto de su repentina aparición.
—De su líder de la manada —contestó Alec.
—¿Conoces a Lucian Graymark? —frunció las cejas—. ¿Ex miembro del círculo?
—Es un conocido.
—No me sorprende de ti, Akila. Todos sabemos de los acuerdos que tienen los egipcios —masculló Lydia.
—Que te digo. Nosotros no juzgamos —canturreó sonriente.
Alec la miró.—Tenemos que ir para investigar. Tal vez esté relacionado con...
—Valentine —la rubia lo volvió a interrumpir—. Tengo que verlo en persona —empezó a caminar fuera de la oficina dejando al dúo atrás, ella giró a verlos—. ¿Vienen o no?
—Oh, claro que puedes acompañarnos —susurró Akila con un falso tono de amabilidad.
—Solo la aguantaremos un par de días —susurra Alec contra su cuello, logrando causarle escalofríos.
—¡Limón! —giró a encararlo—. Tú maldito gigante —lo golpeó en el pecho—. Tienes que tener más cuidado donde tiras mi ropa, la próxima alguien puede verlo.
—¿La próxima? ¿Quieres que se repita? —la rodea por la cintura de forma traviesa—. Quien te viera, diciendo que me odias para luego querer repetirlo.
Akila rodó los ojos con fastidio.—Mis bragas estaban a un lado de tu escritorio, no me sorprendería encontrar un trozo de mi camisa por ahí.
Lydia volvió a aparecer por el pasillo causando que ambos se separen. —Los estoy esperando.
—Ahora vamos —le responde Akila, comenzando a caminar, pero frenando en seco cuando sintió un movimiento detrás suyo, acercando su mano a su bolsillo trasero, tocándolo y sintiéndolo vacío—. ¿Pero qué...?—giró a ver a Alec.
—Para el recuerdo —dice sonriente, guardando las bragas blancas de Akila en su bolsillo—. Andando, sonrisitas.
Esta será una larga tarde.