Debería estar concentrada en el problema de la manada de alfas.
Pero con la lengua de Isaac recorriendo mis pliegues no ayuda mucha que digas.
—¡Dios Isaac!
Siento mis piernas sacudirse con cada carga eléctrica de placer. Me recuesto totalmente en la cama dejando que el siga arrodillado en el suelo con su cara pegada entre mis piernas.
Aleja un momento su boca solo para meter uno de sus dedos levantándolos hacia arriba en un movimiento que hace que quiera explotar, eso combinado con su lengua jugando con mi hinchado clítoris. Lo siento sonreír en mi piel al ver el evidente temblor en mis piernas.
—No pares idiota — ordeno volviendo a meter su rostro donde lo necesito.
El no dice nada, en cambio continua con mas entusiasmo en su trabajo.
Bendita su lengua.
—Calladita amor, recuerda que pueden escuchar — me dice deteniendo sus caricias con la lengua, pero sus dedos siguen trabajando en mí.
—Mmm joder, que se tapen los oídos ellos si quieren tu no pares
Solo escucho su pequeña risita antes de volverme sentir cerca de la gloria. Mis piernas quieren cerrarse ante las increíble sensación, pero él las obliga abrirse moviéndose su lengua de arriba abajo sobre mi clítoris.
No se cuanto tiempo estuve así pero solo se que me sentí liberada y tuve que morderme el labio con fuerza gruñendo de placer. Un par de segundos recuperándome el me ayuda a sentarme.
—Lo compruebo cada vez, eres tan deliciosa.