𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔�...

Autorstwa xElsyLight

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✭ ; ; can i mess you up ? ⋆⭒⋆⭒ ❝ No puedo controlar a la bestia, ni si quiera por ti. ❞ ──══... Więcej

✮ ; ; 𝘤𝘢𝘯 𝘪 𝘮𝘦𝘴𝘴 𝘺𝘰𝘶 𝘶𝘱 ?
☽ ; ; 𝖻𝗂𝗍𝖾 𝗆𝖾.
✭ ; ; 𝗽𝗿𝗲𝗳𝗮𝗰𝗲 : a perfect being.
𝗔𝗖𝗧 𝗢𝗡𝗘 : " conociéndonos"
✶ | a letter...
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Autorstwa xElsyLight

☽ | HERMOSOS Y ÚNICOS.


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Vanitas está agotado; entre el viaje y el camino hasta la casa de su amigo Dante que estaba en la quinta porra, tiene unas inmensas ganas de irse a dormir. El camino es angosto y lleno de piedras, hay árboles bastante coloridos alrededor del vecindario de su hogar y la gente es amable; algo que no suele verse mucho en su querida Suiza y que para nada es algo a lo que llegará a acostumbrarse. En Lucerna todo era mucho más hosco y seco, mucho más frío.

Dante le señala la casa y descubre que se sitúa en una bifurcación de dos calles. No se encuentra muy lejos de la estación y el joven de ojos claros piensa que eso es muy conveniente en caso de tener que regresar deprisa. Permanece dedicando largas miradas a su alrededor, asombrado de todo lo que puede encontrar. Es como otro mundo. 

Dante le abre las puertas y lo insta a regresar la atención.

—¡Bienvenido a mi humilde morada, Vanitas!

Al entrar, lo primero en lo que se fija el invitado es en un amplio recibidor que esta decorado por una alfombra de tonos vinos y que claramente le da la bienvenida. Se da a la entrada con un poco de timidez, mientras siente que a su espalda los ojos de su amigo se le clavan como agujas. Vanitas trata de pensar en si sus zapatos estaban sucios o no; se rinde y no se atreve a bajar la mirada a sus pies para comprobarlo. Sigue hacia adelante para seguir detallando la pequeña pero hogareña casa.

Hay una ajustada cocina que contiene lo esencial, y tras una sala de estar bastante amoldada de sillones y sofás de caoba, se encuentra con dos habitaciones. Una, la más alejada, esta cerca de la cocina y la otra que supone que es de invitados, más cercana a la puerta de la entrada.

—Esta habitación tiene su propio servicio incluido, para mayor comodidad para vos, Vanitas. El otro cuarto de servicio esta un poco más allá de la cocina. —Y mientras Dante reposa una de las maletas que cargaba de Vanitas sobre el suelo, añade—: Os dejo en vuestra privacidad para que acomodéis vuestras cosas.

Al escuchar como la puerta se cierra tras su espalda, el chico observa que la habitación a pesar de no ser la gran cosa es bastante espaciosa, aunque eso último no es importante para él porque no trae demasiadas cosas y piensa que en su estadía temporal es imposible que haga de esa habitación un nuevo hogar. Aun así, trata de acomodarla lo mejor posible.

Se dirige hacia el único escritorio enfrente de una curiosa ventana junto con dos doseles que dejan caer dos suaves cortinas de tonos violines. Abriendo una de sus maletas, acomoda sobre ella la única foto enmarcada que trae de su familia. La acaricia con sus dedos, suavemente, tratando de grabarse en su mente la imagen de su padre, su hermano pequeño y el felices; después la sitúa al fondo, para sacar el resto de sus cosas.

Se acomoda en la única cama al lado del escritorio, y comienza a sacar sus ropas dobladas para guardarlas en el armario empotrado justo al otro lado de la puerta. 

No es mucha ropa la que trae, por lo que acaba rápido. Después deja las maletas debajo de su camastro tras sacar los informes y cualquier detalle relacionado con la flor y con las características de la enfermedad de su familia para dejarlos sobre el escritorio. Mientras lo hace, se repite en la cabeza que hace esto por ellos y que no piensa rendirse hasta conseguirlo.

De repente unos golpes en la puerta concisos y fuertes lo distraen. Termina de acomodar los informes médicos y sale a abrir la puerta. Es Dante.

—¿Ocurre algo? —pregunta Vanitas, mientras descubre como su amigo se mueve algo inquieto. Su comportamiento le confunde.

—Bueno... —comienza a hablar mientras pasa una de sus manos tras su cuello, como darse aliento—. Hubo algunas cosas que no pude contaros por carta, y uno de esos asuntillos sin aclarar trata sobre que no vamos a vivir solos. Dispongo de un compañero de piso y espero que nos os cause problema... —No termina de hablar porque el timbre de la entrada suena y los asusta.

Dante le regala una sonrisa nerviosa para salir despedido hacia la puerta. Vanitas se obliga a seguirlo por detrás con una idea ya formada en la cabeza de lo que ocurre. No pasa desapercibido para el chico el curioso rubor naciente en sus pómulos.

Al estar de nuevo en la salida, Vanitas descubre que posiblemente es el compañero del que le hablaba Dante el que se presenta en la casa ahora mismo.

—¡Johann, que sorpresa! Pensaba que vendríais más tarde. —A su amigo le resulta imposible ocultar su tono colmado de nerviosísimo.

Observando al nuevo personaje en la entrada, comprende lo diferentes que pueden llegar a ser los habitantes de Francia. Este, a diferencia de Dante, posee un cabello gris, estático y brillante. Sus ojos son de un tono similar y es bastante alto. La forma en la que se mueve, le da a entender a Vanitas que se trata de una persona amigable pero también algo posesiva; lo último lo confirma al ver cómo coloca una de sus manos en el cuello del otro.

Ahora moviendo una de sus piernas, inquieto y al sentir sus ojos encima no sabe que hacer. Su mirada es fría y le sorprende no ver en ella la calidez con la que recibió a su amigo el calvo. Ahora se observan el uno al otro en un silencio bastante incómodo, hasta que Dante intercede por ellos.

—¡Este es Vanitas, de quién os he hablado antes! —El más alto se acerca con rapidez hacia el invitado de la casa, mostrando su gran diferencia de alturas.

El chico extranjero por un momento, se siente intimidado ante la nueva presencia pero sacudiendo su cabeza con ligereza, recupera aquella postura abierta y desafiante de siempre. Viene a por lo que viene, y no va a dejar que nadie se interponga en su camino. 

Sorpresivamente, el rostro del más alto termina por cambiar. Se vuelve dulce y amable y lo estrecha en sus brazos.

—¡Es un gusto conoceros al fin, mi querido Vanitas!

El mencionado le regala unas palmaditas en la espalda y finalmente le suelta. Lo deja en el suelo y muestra una sonrisa de oreja a oreja. Vanitas se pregunta si sufría cambios de humor constantes. Antes de decir cualquier cosa, vuelve a hablar el de cabellos grises.

—¡Bueno, ahora que os encontráis aquí, podemos enseñaros todo esto! ¡No veáis las ganas que teníamos de que llegases! —Sin esperar, sostiene una de las manos del más pequeño y se prepara para arrastrarlo hasta la calle. 

Sin embargo, antes de poder declinar la amable oferta, es Dante quien se adelanta a ello.

—¡Espera, tonto! ¡Vanitas es un hombre de aventuras solitarias, así que no hace falta que le acompañes, hombre! —Tras soltar aquellas escuetas palabras, el más alto lo suelta rápidamente para colocar una de sus manos bajo su barbilla. Mira extrañado y curioso a Vanitas.

—¿Es eso cierto? —Y este maldice a su viejo amigo por conocerle tanto.

Sin embargo, este dándole un último vistazo a su habitación y corriendo para cerrarla, decide aclarar la situación con una de sus perfectas falsas sonrisas.

—Si, eh..., No creo perderme, así que, os pido que no os preocupéis por mi persona. Quiero conocer los alrededores solo, y es un buen momento ahora que todavía permanece una buena luz. —Está próximo a la puerta y solo la voz de Dante lo detiene.

Sus dedos estan por rozar la salida.

—¿Estáis seguro, Vanitas? No quiero pensar que os hemos incomodado, porque...

—¡No, no, tranquilo, todo bien! Es solo... —Abre la puerta con suavidad sin borrar la sonrisa—. Quiero dar un vistazo simplemente, ¿esta bien? 

Sin esperar por su respuesta, sale del lugar mientras una detestable sensación agobiante aprisiona su pecho.



Mientras camina por las callejuelas del pueblo de Córcega, donde se encuentra, su mente divaga intentando recuperarse de la sensación que le carcome el pecho. A Vanitas no le gusta rodearse de gente más que de la esencial y desde un accidente que vivió de pequeño, las grandes muchedumbres suelen causarle bastante ansiedad.

—Mira que chico más guapo, Shirley. —Escucha el chico al pasar por el lado de unas jovencitas curiosas.

No pone en duda la atención que suele traer hacia el mundo por su color de cabello, que suele tirar a lo oscuro y al mismo tiempo no hacerlo, asemejándose en muchas ocasiones a un azul bastante más lóbrego de lo normal. También por su piel lechosa y bastante suave al tacto, pero sobre todo por sus llamativos y distintivos ojos. Los cuales odia, sin lugar a dudas.

Aquellos dos orbes azulados tan claros son la razón principal de que en Suiza muchas personas buscarán de su intención. Sin embargo, cerrado siempre en banda después de una relación bastante larga y que terminó desastrosamente, no aceptaba recibir ninguno de los sentimientos que le brindaban. Por supuesto, actualmente no tiene en mente nada por el estilo ya que lo único que le carcome la cabeza es encontrar una cura para su familia.

Realmente no tiene idea de cómo pasó, pero un día su padre cayó enfermo. No comía, vomitaba las migajas que conseguía este meterle en la boca y cada día su aspecto era más deplorable que antes; su hermano pequeño le siguió pronto. Pensó al principio que se trataría de alguna viruela, o de algo causado por la ingestión de comida, pero nada de sus soluciones daba resultado. Por ende, andaba más que preocupado; no de contagiarse, por supuesto, si no de perderles. Después de todo, eran las únicas personas que le quedaban y no quería ni imaginarse quedarse solo en aquel mundo vástago y cruel.

Vanitas muerde sus labios, vaciando su mente y obligándose a caminar sin descanso para liberarse por un momento de sus pesares. Todo le resulta atractivo a la vista, y aun estando mucha gente a las afueras ya sea paseando o cantando en su idioma natal, no puede sacarse los lamentos de su padre y los gritos adoloridos de su hermano de la cabeza.

Solo quiere salvarles, y de verdad esperaba que la idea de la vieja Alba diera resultado.



La noche se acometió deprisa, y el chico decidió pasar el resto de su tiempo descansando en un parque público de la zona central; estaba bastante habitado, aunque más que nada por críos con sus padres. Por alguna razón estar allí solo, simplemente distrayéndose con el sonido del aire golpeando contra las ramas de los árboles, o las incesantes risas contagiosas de los críos, le ayudó mejor de lo que pensaba a retomar un orden en su cabeza.

Sin embargo, a sabiendas de qué había estado prácticamente todo el día fuera, sabe que era tiempo de regresar. Dante y Johann andarían bastante preocupados por su seguridad.

No obstante, justo cuando deja el parque a sus espaldas, cerca de un restaurante de comida rápida, se fija en una sombra blanca que apareció ante su vista de la nada. Este mira a su alrededor, buscando a alguien que hubiese vislumbrado algo parecido pero ante una negativa en común, decide seguir aquella presencia misteriosa. No obstante, se empieza a retractar de la idea cuando lo recibe un amplio callejón oscuro.

Maldice en bajo al ver que se encuentra solo y sin protección. Solo lleva encima una daga regalada por su padre atada a la cintura. ¿Le serviría solo aquello? Nervioso ante la idea de lo que pudiera encontrar, esta a punto de devolverse... Pero se detiene cuando escucha con claridad un grito en la lejanía e indudablemente de una mujer joven. 

Sin pensarlo demasiado sale despedido en aquella dirección siguiendo sus convicciones naturales de médico. Después de todo, siempre se comprometió a salvar vidas.

Mientras corre, observa la extraña y misteriosa luna azul que se asoma por encima de su cabeza al perseguir las sombras del peligro. Siente que aquel suceso tan inusual le brinda de las fuerzas necesarias para seguir y no se detiene esta vez.

Sus pisadas suenan huecas en aquel callejón vacío y olvidado y aun sudando la gota gorda, prosigue su camino con la idea de que se tratase de una mujer con un pie torcido o algo semejante. Sin embargo, su corazón aletea nervioso, emocionado y asustado, y por alguna extraña razón, sabe que lo que va a encontrar le va a cambiar por completo su manera de ver la vida. ¿Está preparado entonces para un cambio tan drástico?

Respira agitadamente al llegar al final del camino; se encuentra solo y al frente de su posición, solo hay un edificio abandonado y oscuro. Envía vibras malas en todas sus direcciones y aun así, se insta a seguir adelante. La puerta de entrada está entreabierta y no siente ningún tipo de miedo al abrirla. Escucha el pequeño crujir que hace, y piensa en lo pequeña que es su daga. ¿Y se trataba de un animal salvaje suelto?

Al principio no encuentra nada que pueda infundirle algún tipo de temor; solo hay cajas sucias repartidas por todos lados y butacas que dan a entender que antes se trataba de una vieja iglesia. ¿Por qué la habrían dejado en tan mal estado?, se pregunta, mientras da unos cuantos pasos más y se encuentra con una puerta metálica. No tiene candado, se da cuenta cuando le da una repasada superficial y en vista de no tener a dónde más ir, la empuja hacia afuera empleando toda la fuerza que puede. Esta, tras varios intentos, termina por abrirse.

Cuando ya no hay nada más que impide su travesía, se pregunta seriamente qué está haciendo. ¿Acaso se cree un investigador privado? A duras penas puede defenderse con su daga, ¿qué espera hacer si se topa con algún asesino experimentado? Sacude su cabeza, ingresando al interior. Ya no puede echarse atrás. 

Al entrar no hay nada más que le robe su aliento y atención que la escena que se presenta ante sus ojos. Una terrible y tormentosa escena, por supuesto.

Hay un palco en el centro de la sala; una luz azul ilumina la estancia y le deja una perfecta visión de la mujer extendida en el atril, como cordero para el matadero. Traga grueso cuando descubre la misma silueta blanca saltar sobre su presa, y siente la bilis subir por su garganta cuando descubre que no se trata de ningún animal; de algo salvaje, sí, por supuesto, pero no de un animal descontrolado. Ni siquiera de una persona con funciones mentales deterioradas, es..., Es una especie de hombre, de piel morena clara y con unas largas uñas negras que alcanzan una longitud nunca antes vista por su persona.

Posee un cabello brillante y blanco, nada de este mundo, eso está claro, y lo peor de todo es la forma en la que chupa el cuello de la mujer de unos veintitantos, como si su vida dependiera de ello. Sin quererlo, suelta la daga que resuena con un grave sonido al tocar el suelo.

No duda de que aquella bestia inhumana no haya descubierto su presencia desde metros antes de encontrar la iglesia abandonaba, por eso no se preocupa de hacerse notar. Cuando ve cómo desgarra el cuello de la mujer que grita y sacude su cuerpo incontrolablemente, la sangre se escupe de su cuerpo con brutalidad y mancha y cubre todo aquello próximo a ella. Después, con una lentitud casi parsimoniosa, sus miradas se conectan como una sola y siente que todo se detiene de golpe. Sin duda alguna, jamás ha visto en toda su vida, unos ojos rojos tan hermosos y únicos.

Después de aquella visión tan irreal, nota cómo este le enseña unos colmillos extravagantes y de limites insospechados, y su figura grotesca se lanza sobre él. No le da ni tiempo para gritar.

✮ ; ; Dear, vampires

; ; gracias por la paciente espera por una nueva actualización. los quiero mucho y quiero que me dejen sus opiniones de esta nueva forma de escribir que he adaptado para esta historia. nos vemos muy pronto con nuevas actualizaciones.

; ; pd anterior* ; 

; ; por cierto, de esta historia, es la primera subida del año nuevo, ¡así que les deseo un feliz 2023 atrasado!

Se despide xElsyLight.

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