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☽ | COLOR AZUL.

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—¿Por qué motivo me ha salido mal, maestro? —Una voz insegura pregunta con desconcierto.

El hombre adulto y de cabellos rubios, tan claros como la luz del sol, observa el destrozo causado por su pupilo; el cuerpo de su joven víctima, Amelia Ruth, se desangra en grandes cantidades y destrozando la escena que con tanto vigor habían preparado. Este sostiene entre sus dedos las rosas blancas teñidas de la sangre de la mujer, dañando por completo su simbolismo. En su rostro se forma una mueca, incapaz de seguir poniéndole atención al que creía su mejor alumno. Dejó escapar un largo suspiro, para a continuación, patear y alejar de su aprendiz el cuerpo de la mujer, y así, conseguir que este le mirase por primera vez en toda la noche. Este sostuvo su barbilla con delicadeza, para unirlas y decirle:

—Porque todavía no eres perfecto, Noé. Prometiste que lo serías y me fallas de nuevo —dijo, con un tono de voz que mostraba su clara decepción—. No estás preparado. Regresa a casa y recapacita por tus errores.

Se revolvió entre sus mantas, queriendo sacar aquel recuerdo del pasado que lo atormentaba. Lo consiguió por unos momentos, pero otra más le invadió.

—¡No, por favor! ¡Resiste un poco más! —Le suplicó al niño de cabellos negros, buscando que este permaneciese a su lado más tiempo. Pero era demasiado tarde: su cuerpo se desintegró en sus manos, y no fue capaz de hacer nada para quitarle su dolor.

Sus gritos desoladores rellenaron el vacío en su corazón, y aún así, no pudo alejar de su mente la agónica repulsión y desasosiego que sentía consigo. Incluso cuando su maestro le acarició la cabeza para decirle que había hecho un gran trabajo, él sólo tenía ganas de vomitar; quería devolverle todo aquello que su amigo humano, ahora muerto, le había dado en vida; pero era imposible. Se había ido, y esta vez para siempre.

¡Gilbert! —Este pronunció su nombre, mientras se incorporaba con rapidez del camastro de su habitación con la respiración agitada. Se había despertado por fin.

Sujetó el camisón que llevaba puesto con fuerza, tratando de no dejar que el sudor frío que se repartía por su cuerpo llegase a su corazón. Sostuvo entre sus dedos su cabello blanco, decepcionado de que el pasado aún lo persiguiera. Le dolían demasiado sus acciones pasadas, y el saber que pronto se repetirían, no ayudaban demasiado a que se tranquilizase.

Sus iris violetas temblaron con inquietud, repitiendo en su cabeza la misma frase de todos los días: "Solo son desagradables y horribles memorias." Él quería pensar que funcionaba, que fingir que aquel hecho de antaño se trataba, de alguna forma, de un tipo de broma o parte de una historia que no le concernía, le ayudaba a quitarse algo de la culpa que lo atormentaba. No era así, aunque pusiera todos sus esfuerzos en ello.

𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏? | vanoé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora