De una boda y otros desastres...

Per andreawoon

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Antonella Lombardi sabe con seguridad tres cosas. Uno, es la principal heredera del imperio de su difunto pa... Més

Prólogo.
Personajes
1.- Los corazones rotos piden venganza.
2.- Un propósito, una mentira.
3.- El dolor es una daga mortal.
4.- Una historia para llegar a la cima.
5.- Los sentimientos no ameritan disculpas.
6.- Te tengo
7.- Fingir no es un deber.
8.- Lo que merece.
9.-Un indicio de verdad
10.- Quiebre
11.- Una difícil elección
12.- Cara.
13.- Un café de inesperado.
14.- Eres suficiente.
15.- Danza y algo más.
17.- Lo que no deseo
18.- Un desastre
19.- Querer de más.
20.- Dos corazones, un desastre.
21.- El hombre que si existe.
22.- Formar parte.
23.- Estoy aquí
24.- Un flechazo a un frío corazón
25.- No dar oportunidad
26.- Deseos pasados y futuros
27.- Volver a ser
28.- Siempre iré contigo
29.- Una noche que acaba con todo
30.- Pérdida sin culpa.
31.- Un detonante que no ves.
32.- Tomar el riesgo.
33.- La mejor versión para ofrecer.
34.- Esperar por ti
35.- Dos corazones, dos almas, una promesa.
36.- Un corazón que aún espera
37.- ¿Aún espera por mi?
38.- El sitio donde soy feliz.
40.- ¿Te hará feliz?
40.- Nunca es suficiente
41.- Decisiones correctas.
42.- Dejar el pasado
43.- El amor que te permite volar.
EPÍLOGO
Extra
Agradecimientos Y Anuncios
Bella Lombardi Libro #4 saga Lombardi

16.- Siete es mejor que nada

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Per andreawoon

ANTONELLA.

Algo estalla en mi pecho cuando sus labios se posan sobre los míos, una revolución que nunca antes he experimentado. Sus labios son suaves, permanece quieto por un par de segundos antes de moverlos. Es un movimiento sincrónico que lo único que causa, es que la sensación de bienestar incremente de una manera exponencial, de una forma en la que nunca lo creí posible.

Sus manos se aferran a mi cintura, me elevo en puntillas para conseguir estar más cerca de él si eso es posible, enrosco las manos alrededor de su cuello y profundizo el contacto. La sensación me envuelve en una ola de sentimientos tan desconocidos, pero que a la vez me resultan familiares.

Siento el latir de mi corazón con fuerza contra mi pecho, una sensación de exorbitante bienestar. Disfruto del sabor de sus labios, de la manera en la que me estoy sintiendo justo ahora.

Santo cielo, sabe taaan bien. Reconozco el toque de licor que hemos bebido, sus manos se aferran alrededor de mi cintura como si no quisiera darme oportunidad de escapar, y en realidad, no quiero hacerlo.

Solo nos apartamos cuando la respiración nos falta. Retrocedo un paso, o lo intento, porque Massimo sigue con la mano aferrada a mi cintura.

—No vas a huir, cara —dice y una sonrisa encantadora se filtra en sus labios.

Parpadeo, mi mente parece haber anulado toda reacción porque solo soy capaz de enfocar sus ojos, solo puedo perderme en la intensidad de la mirada azulada que no me permite esconderme. Con Massimo nunca he tenido que fingir, nunca me he preocupado por ser alguien más, por aparentar o impresionar.

—No planeo huir —susurro tratando de verme tan valiente como deseo —pero dijiste que no querías causar problemas.

Solo en ese punto la duda cruza por su semblante, sus labios se separan con la intención de decir algo, pero termina pegándolos de nuevo en una fina línea.

—Aún sigo deseando no causar problemas.

Asiento lentamente, su mano se desliza hasta llegar a su costado, liberándome. Pese a eso, no me aparto, no deseo hacerlo.

Hace poco menos de un mes, no me hubiese imaginado besando a otro hombre que no fuese Leo. Hace poco menos de un mes, me veía como una mujer felizmente casada con el amor de su vida.

Ahora, estoy aquí, en la terraza de un bar y un chico al que apenas conozco de casi cuatro semanas, me ha besado.

Y no estoy enojada por eso.

—Siempre me ha importado la opinión de la gente, siempre he intentado mantener una apariencia perfecta delante todo el mundo —mis ojos se encuentran con los suyos, le sostengo la mirada a pesar de que siento la fragilidad envolverme —pero ya no más, Massimo.

—¿Qué quieres decir?

—Que no me importa causar problemas, quiero sentirme bien. Quiero...quiero sentirme como la Antonella que fui antes de la muerte de mis padres, quiero reír, quiero salir y disfrutar sin tener que preocuparme por la imagen que puedo estar dando. Sé tomar mis decisiones, y estoy segura de que cualquiera que sea...será aceptada por las personas que me importan.

—¿Esas decisiones me involucran? —ladea la cabeza. Sus ojos buscan en los míos algo que desconozco, tal vez un indicio de que estoy mintiendo.

—Depende de si tú quieres que te involucren —me encojo de hombros —o querrás seguir deseando "no causar problemas".

Silencio.

Esa es la respuesta que obtengo.

Doy un paso hacia atrás, y luego otro. Cuando intento apartarme más, Massimo avanza.

—No creo que debas involucrarme.

—Entonces... ¿me besas solo porque sí? —inquiero con molestia —porque...

—Me iré en una semana —cierra los ojos al decir eso, su frente se arruga y aprieta los labios, como si fuese algo que en realidad no desea decir.

—¿Te irás? ¿A dónde? —mi voz brota en un susurro suave, tan lento y cauteloso.

—Voy a mudarme, no sé cuanto tiempo tenga que estar alejado antes de poder volver, pero...quiero disfrutar de los últimos siete días que voy a tener contigo. Quise alejarme antes para evitar problemas y para no tener que enfrentarme a una despedida que sé que tengo que hacer, pero me lo has complicado, cara.

Quiero disfrutar los últimos siete días que voy a tener contigo.

—Así que luego de esta semana... ¿no sabes cuándo volverás?

—No sé si pueda volver en realidad —admite —es complicado.

—Siete días es mejor que nada.

—Anto...

—¿No lo crees?

No luce convencido, no lo está en lo absoluto así que ahora soy yo quien da el paso al frente, y envuelve sus brazos alrededor de su cuello.

Soy yo quien se acerca, quien se coloca a milímetros de su boca y luego...lo besa.

No pone resistencia, sus brazos me envuelven, me apegan a mí y nuestros labios se encuentran por segunda vez en un contacto que se siente demoledor. En uno que parece revelar todos y cada uno de los sentimientos que queremos ocultar.

Sus labios producen en mí sensaciones a las cuales puedo volverme adicta, sensaciones que no quiero dejar de sentir. Me pega a su cuerpo y deseo no estar en una terraza, deseo que estemos en un sitio mejor, en uno en donde no tengamos que cortar el contacto, en uno donde podamos prolongarlo tanto como ambos deseemos.

Se aparta con lentitud, sus manos recorren mi espalda hasta que llegan a los costados de mi rostro, y lo acuna. Sus labios se posan en mi frente, permanecen en la zona un par de segundos antes de apartarse de nuevo.

Me encuentro con su mirada, con ese mar que ahora parece estar agitado por algo, pero sonríe, sonríe mientras dice:

—Siete es mejor que nada.

JAMES.

Soy un maldito egoísta.

Me digo eso mientras dejo a Antonella en su casa, me lo repito cuando vuelvo a mi hogar, me lo repito toda la maldita noche...y me lo repito ahora...mientras le entrego la copia del artículo a Cora.

—Vaya, vaya —dice con una sonrisa —esto es mejor de lo que pensamos.

Donna a mi lado sonríe con entusiasmo.

—Aunque me hubiese gustado un poco más de drama —arruga la nariz —tal vez una conversación...

—No tengo nada de eso —miento —esa es toda la información que Donna y yo pudimos obtener.

—Bueno, supongo que será suficiente —dice Enzo dejando las copias a un lado —esta es en verdad una historia. ¿Aún tenemos la fotografía de Antonella Lombardi en la iglesia? Podemos combinarla —señala la que Donna le tomó a Leo en el club.

—¿Combinar la foto?

—Sí, ambas en la portada —sonríe más —ustedes dos nos han dado la historia que nos llevará a superar las ventas de todo el año —casi grita.

Ruedo los ojos, realmente pensé que me sentiría mejor. Pensé que estaría celebrando, que estarían tan feliz por obtener lo que quise desde el inicio.

—Y ustedes...ustedes pueden estar completamente seguros de que ahora tienen su merecido ascenso —Cora se incorpora —pasarán con Recursos Humanos para hacer los trámites correspondientes.

Donna chilla a mi costado, yo sonrío con falsedad.

—Bien.

—¿Bien? ¿Solo bien? —Enzo arquea la ceja —¿qué ocurre contigo, James? Creí que estarías mucho más emocionado.

—Oh, es que ya no podrá seguir fingiendo ser Massimo —se burla Donna —no te pongas triste, James, te librarás de esa carga.

Carga. Ser Massimo Santori es una carga, pero no lo es tener todo lo que he obtenido fingiendo ser él.

—Tengan la noche libre, el artículo se publicará en dos días.

—¿Dos días? —casi grito —¿no era una semana?

—Por favor, la historia va a venderse como pan caliente. No esperaremos una semana —Cora sacude las manos como si esa fuese una idea impensable —será en dos días así que tengan su noche libre, celebren, y prepárense para recibir a sus nuevos puestos.

Salgo de la oficina con rapidez, joder, joder. Dos días no serían suficientes para prepararme, para tomar la valentía y afrontar lo que sea que ocurrirá.

Mi celular no deja de vibrar y sé que son mensajes de Lucas, mi mejor amigo, sobre la "tremenda actuación", que tuvo que hacer ayer.

No tuve demasiado tiempo para explicarle, pero casi le supliqué para que me llamase Massimo, y no James.

Pero ahora, darle explicaciones es el menor de mis problemas. Porque mi plan de tener siete días con Antonella y luego desaparecer, se ha ido por la borda.

—Hey, ¿A dónde con tanta prisa? —Donna entra a la oficina —creí que querrías celebrar.

—Tengo asuntos que resolver —informo sin mirarla —no tengo planes de celebrar.

—Oh, vamos, James —resopla y me observa tomar mis cosas con prisa —dos días o siete, ¿qué diferencia hay? El artículo se publicaría de cualquier forma. Lo sabías desde el inicio.

No respondo. Donna no es alguien a quien me preocupara darle respuestas.

Tomo la computadora y el par de hojas sueltas que hay es el escritorio, pero cuando giro, choco contra la esquina del mueble y la agenda cae.

—Eres un desastre cuando estás apresurado —Donna se inclina para recogerla y cuando lo hace, cuando la toma, ve las únicas notas que no debió de ver.

Es demasiado rápida para impedir que le quite la libreta de las manos, y cuando sus ojos se encuentran con los míos, suelto una maldición.

—¡Les mentiste! —le arrebato la libreta de las manos —James... ¡eso es información de primera fuente!

—¡Calla! —exclamo —el artículo ya está, fue aprobado y les di lo que ellos querían. Esto no sirve.

—Claro que sirve, James —dice con molestia —cambia todo el artículo porque ahí...ahí dicen la razón.

—Ya tienen su razón —espeto —tu idea de crear la historia, el romance, el engaño...ya está, Donna. Esto no sirve, no tiene importancia.

—¿Desde cuando eres un periodista imparcial? —me detengo antes de poder salir —¿Desde cuando publicas solo lo que te conviene?

Giro, aferro la libreta contra mi pecho y sonrío.

—No es algo que a ti te importe.

—Me importa cuando involucra mi ascenso —exclama con molestia —trabajamos en esta historia juntos.

—No —la detengo antes de que pueda continuar —fui yo quien trabajó en esta historia, fui yo quien está fingiendo ser un maldito maestro de danza, fui yo quien trajo toda esta maldita información.

Me siento furioso, pero sé que no tiene absolutamente nada que ver con Donna. Tiene que ver conmigo, con lo que estoy haciendo, con lo que hice.

—No lo hiciste solo —dice mirándome enfurecida.

—¿Qué más da? Es todo, Donna. Ya tienen el maldito artículo, no me importa nada más.

Me marcho después de eso, me marcho quitándole la oportunidad de responder, me marcho deseando poder encontrar una solución que evite todo el maldito desastre que está a punto de explotar. 

_____________________________________________________________________

¡Chan, chan, chan! 

¡Prepárense que viene lo bueno!

Continua llegint

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