— ¿Mami algún día voy a encontrar a mi Luna? — el niño miraba con intriga a su madre esperando la respuesta que tanto deseaba.
— Te voy a contar algo mi amor — la madre le sonrió he hizo una seña para que el niño se sentara en su regazo, los dos habían quedado mirando hacia el gran bosque iluminado por la hermosa luna.
>>Había un lobo que de tanto aullar a la Luna terminó perdidamente enamorado de ella. Todos se burlaban de él, ya que era un amor imposible, pero eso al lobo no lo desanimaba, porque él sabía lo que quería. Más bien buscaba la manera de llegar a ella. Por fin, de tanto pensar y de poco dormir, encontró la solución para reunirse con ella y así confesarle el profundo amor que sentía. El iluso enamorado, subió a la montaña más alta del mundo, jamás escalada por nadie. Demás está decirte, cuánto sufrió y cuán agotado llegó a la cúspide de esa montaña. Por fin estaba cerca de su amada, sólo un gran salto lo separaba, pero no había que negar que sintiera miedo, aunque su gran amor pudo más que el temor. Tragándose el miedo retrocedió algunos pasos y fue entonces cuando dio el más gran salto de su vida. Nadie sabe si el lobo llegó a su amada, pero todos sabemos que cuando escuchamos al lobo aullar a la Luna es porque está reclamando el amor de su amada.
El pequeño miró a la Luna con admiración, pero aún no entendía que tenía que ver.
— ¿Y que hay con eso mami? — miró a través de esos enormes ojos verdes a su amada madre, quien le sonreía con ternura y cariño.
— Que, así como aquel lobo hizo lo imposible para llegar a su amada, tú nunca pierdas las esperanzas de encontrar a tu mate — el niño miró una vez más la Luna y luego a su madre, se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.
— Gracias mami, nunca voy a dejar de luchar por encontrar a mi luna y el día que la encuentre, la amaré tanto como tú y mi papi se aman.