"Quería aclarar todas las mentiras y dejar que saliera la verdad. Tengo odio a través de mi sistema"
- Aileen Wuornos
En total silencio bajé las gradas, extrañamente la puerta estaba mal cerrada, nos consideran inofensivas y por ello no nos controlan, eso dijo Sasha.
Tuve cuidado con las cámaras y llegué hasta las rejas, no vi a ningún francotirador, intenté abrir las puertas pero todas estaban cerradas y cuando perdí la esperanza una se abrió con un chirrido espantoso, una ventana sin rejas estaba entre abierta y da justo a ese bosque.
Sería una oportunidad de dejar ste lugar pero, ¿a dónde ir?
Nadie espera por mí.
Con cuidado pasé y la brisa fría congeló mis huesos, me aferré a la manta que traje tratando de tener el calor suficiente para no coger un resfrío, seguí caminando a pasos cortos e inseguros por el espeso bosque, la luna apenas se asoma entre las densas nubes, dejando solo destellos de luz que iluminan el camino irregular.
Una brisa helada sopla entre los troncos, enviando escalofríos pr mi columna y con cada paso me sumergí más en la negrura inquietante, el silencio opresivo era roto por el crujido de ramas y hojas secas que pisaba.
—Debería seguir la reglas pero...
A medida que me adentraba más la sensación de ser observada se volvía insoportable. Creí ver una sombra que se movía entre los árboles y jugaba con mi visión periférica, giré la cabeza en un intento de descubrir la fuente de la presencia acechante, pero solo encontré la absoluta oscuridad.
Mis pasos se volvieron vacilantes, y el miedo empezó a apoderarse de mi, no puedo detenerme e ignorando los latidos descontrolados de mi corazón continúe.
Escuché el crujir de unas ramas seguido de respiraciones agitadas y desordenadas que se acercaban a gran velocidad, internamente luchaba contra la paranoia que amenazaba con apoderarse de mi mente.
—¿Ho— intenté hablar pero fui callada.
Una mano tapó mi boca y me apretó contra su cuerpo evitando que escape, intenté soltarme pero la mano restante me inmovilizó, momentáneamente soltó mis brazos y pareció buscar algo en sus bolsillos.
Cada milímetro de mi ser tembló al sentir un cuchillo en mi garganta, presionando contra mi piel y con firmeza rosando la zona.
Quedé paralizada.
¿Así es como termina todo?
De haber sabido hubiese seguido el consejo de Sasha.
—¿Dónde está? —preguntó una voz inhumana.
—Lo perdimos —un susurro que parecía lejano llegó a mis oídos, estaba equivocada, están cerca.
¡¡Muy cerca!!
—¡Busca!
Las personas pasaron a metros de nosotros.
El sujeto que me mantiene cautiva comenzó a moverse y también tuve que hacerlo, su agarre es firme al igual que sus movimientos, un pequeño descuido y el cuchillo cortará mi piel, la presión que ejerce con su brazo sobre mi cuerpo es tan fuerte que empezó a doler.
Si hago el mínimo ruido quizá me mate.
Existe una solución.
Podría intentar golpear sus testículos y correr de vuelta al edificio.
—Ni lo pienses porque no funcionará —susurró en mi oído, su voz distorsionada y siniestra erizó mi piel y por un instante me olvidé de respirar—. No harás ruido alguno, ¿entendido?
Asentí.
En la mano que sujeta el cuchillo divisé por escasos segundos una cicatriz en forma de "X" ubicada en toda la mano.
—Los idiotas que desobedecen las reglas sin antes prevenir los riegos mueren en segundos —dijo susurrante.
Todo se volvió oscuro, como si de un mal sueño se tratase desperté en la cama, la calidez de las sábanas me indicaban que siguiera durmiendo.
Me senté de golpe al hacer memoria de lo acontecido, no sabía cómo había llegado a mi habitación y sobre todo sobrevivido a ese lunático.
Su voz aún resuena en mi mente como una advertencia silenciosa.
—¿Qué te pasa?, estás pálida.
—Sasha, anoche salí de la habitación y un hombre me amenazó poniendo un cuchillo en mi garganta.
Arrugó las cejas confundida.
—No saliste anoche, cerré la puerta y ninguna de las dos pudo salir.
—Incluso te hablé pero estabas dormida.
—Quedé dormida al rededor de las una porque estaba haciendo una oración, seguro fue una pesadilla.
Revisé los zapatos y no tenían rastro de tierra, cómo si nunca salí de aquí.
Mi mente no dejó de rememorar ese evento, las hermanas al notar mi preocupación me brindaron calmantes.
Tuve que dejarlo pasar, por mi propio bien.
Nos llevaron a hacer manualidades con botellas, logré despejar mi mente sin embargo el reloj resonante del comedor me indicó que otra vez lo vería.
Hicimos lo mismo que ayer pero extrañamente ninguno de esos siete chicos vestidos de negro estaban. Es un alivio, mi miedo me llevó a la conclusión de que el sujeto lunático de ayer es el mismo chico que me sonrió burlón.
—Estás distraída —dijo la morena.
—¿Por qué no vinieron esos siete chicos?
—No me digas que te enamoraste —bromeó Sasha.
—Es curiosidad.
—¡No te metas con ellos! —habló exaltada—. Hazme caso.
—¿Por qué?, dame una razón, tus vagas respuestas incrementa mi curiosidad.
—Deberías aprender a identificar el peligro.
—¿Por qué visten de negro?
—No sé —mintió.
—Si lo sabes.
—¡Son los problemáticos!, ¿felíz?
—Dame detalles.
Pasó su mano por su rostro.
—Las chicas problemáticas son confinadas al quinto piso en aislamiento, deben usar uniforme azul en honor a la armonía y libertad que deben obtener —miré a donde apuntó y efectivamente, diez chicas vestían así—. Es lo mismo para los chicos con la excepción del negro, este color representa el mal, el pecado y lo indeseable.
—Es muy prejuicioso.
—Eso nos dijeron las hermanas.
—Pero por qué un significado tan negativo.
—Ese color también lo relacionan con el prestigio y autoridad. Los problemáticos fueron enviados a este lugar por sus malos actos con el prójimo, las suposiciones dicen que incluso las hermanas dudan que ellos puedan purificarse y llegar a usar el blanco como nosotras, sus almas están corrompidas.
—Ven conmigo, tesoro —la hermana Teresa dijo con amabilidad.
Me asusté con su repentina aparición.
Sasha tembló con sólo verla pero la siguió sin protestar.
Terminé de comer, me levanté pero accidentalmente choqué con una masa musculosa y alta, alcé la vista, sus ojos oscuros me miraban fijamente.
Al ver el color de su uniforme retrocedí, negro.
—Lo siento.
—Descuida, cuore —dijo con una voz seductora.
—¿Qué?
—Parece que desconoces el romántico idioma del amor, el italiano.
—¿Qué significa cuore?
—Cuore... —se acercó, por un instante su voz me sonó familiar—. Corazón.
—Si, romántico.
Giré sobre mis talones y salí del comedor.
Recosté la espalda contra la pared recuperando el aire que ese chico me robó.
¿Acaso todos tienen que dar miedo?
Seguí vagando por los pasillos de paredes crema hasta llegar a la biblioteca, poco a poco voy conociendo y memorizando dónde está cada lugar.
La bibliotecaria es una hermana joven, me saludó y dejó que entrara, no pueden faltar los guardias merodeando, habían algunos chicos inofensivos sentados leyendo, pasé mis dedos sobre los libros buscando alguno interesante.
Todos son de autoayuda, superación y religiosos, cogí uno y me senté empezando a leer, estuve durante bastante tiempo hasta que mi vista se cansó, una voz en mi interior pedía que mirase detrás mío, justo en el pasillo de los libros católicos, lo hice pero supe que fue un error.
El chico de sonrisa sarcástica hablaba con otro al que no pude ver su rostro, parecía molesto pero lo más sorprendente es su altura, ambos son bestias gigantes aunque el de cabello rojo es centímetros más bajo.
El chico en cuestión posee una apariencia llamativa y cautivadora, su cabello pelirrojo, de tonalidades cobrizas y doradas, destaca sobre su piel clara.
Todos parecen tener piel de leche.
A simple vista su complexión musculosa muestra el resultado de su entrenamiento, cada movimiento suyo parece enérgico y lleno de poder, lo que le otorga una presencia imponente.
El pelinegro como si supiera que lo espiaba cruzó su mirada con la mía y esa sensación extraña recorrió mi espalda nuevamente.
Siento que mi cuerpo lo conoce.
—Ojalá Sasha me hiciera compañía - dije entre dientes.
Me levanté y antes de salir me detuvieron.
—Niña, debes dejar las cosas en su lugar —comentó la mujer.
—No entiendo.
Apuntó a la mesa donde estuve hace segundos.
—Deja el libro en su lugar —ordenó.
Mierda.
No me haga volver, no quiero.
—Todo lo que se usa se devuelve a su lugar —su comentario me hizo sentir obligada.
Cada paso es lento y dudoso, tragué grueso y tomé el libro con lentitud, pero cuando volví a mirar donde él, ambos ya no estaban.
Fue satisfactorio pero me hizo dudar si fue una alucinación, Sasha asegura que jamás salí y la única respuesta que encontré es que fue un mal sueño.
Puedo considerar estar loca.
Al salir a lo lejos la divisé, tenía una expresión de terror y caminaba como un zombie, la tomé del brazo y al reconocerme me abrazó con demasiada fuerza.
—¿Qué te dijo la hermana?
—Ella...
—¿Quién?
—Mi novia —dijo en un sollozo.
Algo anda mal.
—Habla Sasha.
—Atacó a una enfermera y la tendrán por dos semanas más en el quinto piso.
No supe qué decir ante la situación, está fuera de nuestras manos.
—Lo lamento.
—Sólo lo hizo para poder verme y en lugar de pensar en Kenia yo...
—Tú qué.
—Hice tantas cosas mal pero cuando se ama a dos personas piensas que nada saldrá mal.
—¿Estás con dos chicas?
Sacudió la cabeza.
—Un chico, los quiero a ambos pero si no escojo los perderé —apretó mis brazos inquieta—. No quiero meterme en problemas por tu culpa, no busques ni preguntes por ellos.
—Eso qué tiene que ver con tu triángulo amoroso.
—La hermana Teresa me pidió que te aconseje tener amistades buenas, de lo contrario terminarás como Kenia.
—Pero qué hizo ella.
—Discutió con mi amante al enterarse que teníamos una relación.
—¿Es uno de los siete? —cubrió mi boca.
—Jamás, es uno inofensivo pero ella se confundió y amenazó al equivocado.
Si los pillaron debieron castigarla a ella también.
—Tranquila, no generaré problemas.
Ella se quedó seria mirando a un lugar, seguí su mirada y detrás de mi estaba el pelinegro de la biblioteca observando junto a su amigo.
—¿Quienes son ellos? —inquirí soltándome con brusquedad.
—¡Te dije que no preguntes por ellos!, aquí todo se sabe y no hay nada que hagamos sin que las hermanas lo sepan.
—¿Cómo tienes una novia sin que ellas sepan?
—Eres de las pocas personas a las que se lo dije, por idiota te conté, si te metes en problemas yo también lo estaré.
No puedo entender sus cambios de humor, quizá es bipolar.
—Hace poco fui ingresada en este lugar de mierda y sólo obtengo más preguntas que respuestas.
—En su momento fui cómo tú pero me callé y ahora soy cómo ellos, sólo obedezco sin reprochar.
—¡No somos ganado!
—¡Por Dios, Jaina! —me empujó haciendo que retroceda, los guardias se pusieron alerta listos para separarnos.
—Sasha, no soy tu enemiga.
—Jaina, ellos son peligrosos.