capítulo tres.
decisiones que llevan a otras.
CON LA PAREJA EN SU LUNA DE MIEL, LOS INMORTALES CULLEN HABÍAN RETOMADO SUS PLANES INDIVIDUALES. Emmett y Rosalie, de viaje por Asia, Esme renovaba las casas antiguas, Carlisle con sus actividades en el hospital, Alice y Andrew la primera con sus colecciones de ropa y el segundo que últimamente recibía visitas de sus antiguos compañeros inmortales, Issa y Jasper estaban de visita en Canadá con amistades de ambos.
Por Alice sabían que todo iba viento en popa, ambos disfrutaban de la felicidad. Habían pasado tres semanas de la boda, cuando la llamada alarmada de Alice los hizo regresar de inmediato. Las constantes llamadas de Carlisle al final fueron contestadas por Edward que no sabía ni que decir, según Bella parecía en shock.
Hablando Bella, contestó todas las preguntas de Carlisle. Cuando la humana reveló que algo se movió en su vientre, fue como si un interruptor activara de nuevo al chico Cullen. Con el chico Carlisle dejo salir lo que sabía, dejando claro que no podía dar un diagnóstico sin haberla visto antes. Issa entraba por la puerta cuando las palabras de Edward se escucharon en la estancia.
—Por favor Carlisle sácale lo que sea que este dentro de ella.—suplico su hermano.
Dichas palabras no creía que salían de él, como podía ser posible que dijera eso. Podía que no se llevara extremadamente bien con Bella pero sin su consentimiento eso no podía llevarse a cabo, sin importarle un comino la apoyaría en los que decidiera.
Tomar decisiones por otro no era algo que estaba bien, él no sabía que estaba sintiendo la humana, ella no lo había exteriorizado. Pensaba que ya había dejado esa mentalidad del siglo pasado, ella podía decidir qué quería para su cuerpo. El aborto tenía que decidirlo ella, no su esposo y ni su jodido padre.
La llamada de corto dejando a la familia sumida en el silencio, nadie sabía que decir. La situación era incómoda y extraña, los ojos se pasaron en los mayores.
—Issa vamos.—le indicó el patriarca de la familia, tenían que reunir toda la información posible.
—Sabes que eso no es imposible.—espetó la pelinegra, aunque guardándose información.—Después de todo es humana.
—Pero él es un vampiro, estamos muertos.
—Sabes al igual que yo, que nunca se ha estudiado a profundidad a nuestra especie. Lo damos todo por sentado.
—No te quito razón en que lo que dices.—contesto el rubio.
—Bueno vamos a trabajar, no hagamos conjeturas sin que ella esté presente.—terminó la conversación la chica Genovés.
[...]
Issa había salido antes de ir al aeropuerto, necesitaba unas cosas del pequeño supermercado del pueblo. Su teléfono comenzó a sonar por lo tanto avisando de una llamada entrante. El nombre de Bella resplandecía en la pantalla.
—¿Como se encuentra? Los estamos esperando.
—Issa, necesito tu ayuda.—su voz se escuchaba abatida.
—En lo que sea.—al terminar de decirlo, la chica le contó todo y ella la apoyaría en todo.
—También llame a Rosalie, las necesito a ambas.
—Cuenta con ello.
Finalizó la conversación y ella fue hacia la casa como si nada pasara, cada uno estaba sumido en sus pensamientos, miró en dirección de la rubia Hale y con sus miradas todo fue dicho. Ahora a esperar que aterrizara ese avión.
[...]
Ya las horas habían pasado, y el avión cada vez más se acercaba a Seattle. La familia aguardaba por la pareja, divisada a lo lejos. En el rostro de Bella se leía el miedo, pero no miedo a lo que posiblemente llevaba en su vientre sino a la reacción de su esposo a su futura decisión. Cuando estuvieron cerca, se dirigió a donde la esperaban Rosalie y Issa. Nadie sospechaba de algo.
Y poco le importaba a Issa si era así, ni siquiera si Jasper trataba de hacerle cambiar de opinión. Él mejor que nadie la conocía, sabiendo de sobra que sin importar qué , apoyaría a Bella.
La bomba pronto estallaría en la cara de Edward, lo que él quería no sería posible. La futura madre no lo iba a permitir, y tenía dos defensoras que tampoco. Alyssa podía entender el porqué de Rosalie, el de vivir la maternidad a través de Bella, aunque no quiera admitirlo no le era de relevancia si la madre moría en el intento. Por su parte Alyssa lo hacía, por la cuestión de que ella merecía quién la apoyara sin querer algo a cambio, de que pudiera cumplir sus metas y sus sueños. Sabía de la importancia que Bella le concedía a ser madre, y más si el bebé era de ella y Edward, fruto del inmenso amor.
No iba a permitir que su futuro sobrino o sobrina sufriera por culpa de su padre sin haber nacido, y sin haber descifrado lo que poseía Isabella en su vientre. Si algo la caracterizaba era lo justa que era, y tanto la madre como lo que llevaba en su vientre merecían la justicia de ser escuchados, de cumplir el deseo de la madre sabiendo esta el riesgo que estaba corriendo.
La familia subió desde el estacionamiento hacia la zona de llegada, para que la familia completa se reuniera y partieran al hogar familiar. En menos de veinte minutos los recién casados llegaron a ellos, ambos tenían diferentes expresiones. La humana se encaminó hacia donde la aguardaban la rubia Hale y la pelinegra Genovés, dejando a la familia confundida.
Confusión de la que no saldrían hasta llegar a su hogar.
Sin tomar la mínima importancia, todos sumidos en sus pensamientos partieron a su casa. Las tres horas de viaje desde Seattle hasta Forks se hicieron eternas, avistaron el letrero que le daba la bienvenida al pueblo y pronto el camino hacia su hogar. Ambas vampiresas custodiaron la subida de la frágil humana, despertando la curiosidad al ser una de ellas Rosalie Hale.
—¿Rosalie nos puedes explicar del por qué de tu ayuda hacia mi esposa?.—inquirió el lector de mentes.
—Pues no, no se me da la gana.
Issa a sabiendas de lo que haría el cobrizo extendió su protección a la rubia impidiendo la invasión mental en busca de información que planeaba el anterior mencionado.
—Alyssa, se lo que estás haciendo. Te exijo que lo retires. Ahora.
—Venga ya, pero quién coño te crees tú para exigirme algo a mí.—refutó la interpelada.—No eres más que un niñato caprichoso que cuando no se le da lo que quiere, se cree con el poder suficiente para ordenarles a todos. Que tú insignificante don no se te suba a la cabeza, en una parte es bueno en acción pero en el momento, insignificante en parte al no saber si tu oponente ya tiene todo planeado y sabe evadirlo. Ahora, quítate de en medio que me agotas la paciencia.—demandó la cubana.
El cobrizo sin nada más que refutar se apartó del camino de las tres mujeres, sabía que su accionar había sido erróneo.
—Edward ten cuidado de como te diriges, a mí esposa.—en un breve murmullo Jasper le dejo muy clara la amenaza.—Me parece que te lo estoy repitiendo muchas veces, cuando suceda atente a las consecuencias de tus decisiones.
El rubio siguió los pasos de su esposa, al igual que el resto de los presente. Ya todos en la sala, Carlisle no sabía como iniciar la tan aclamada conversación sobre lo que llevaba Bella dentro. Dejándose de misterios la chica Genovés volvió a tomar la palabra, para dejar claro la opinión de ella y de la humana, con la que ya había hablado anteriormente.
—Carlisle, Bella no está en contra de hacer estudios para el seguimiento del bebé pero si en contra de querer hacerle un aborto asistido. Tú y yo sabemos que no somos nadie para decidir su futuro, ni siquiera su esposo lo es. Ella ha decidido tenerlo y por lo tanto la resignación es lo que obtendrá todos los que querían que se lo extrajeran.—declaró con su voz alta, clara y firme.—Cada uno tiene prohibido acercarse a Bella con cualquier fin que lleve a la salida sin autorización de ella misma del feto de su vientre.—dejó caer la amenaza.—No queremos una confrontación familiar.
El cobrizo sentía su inexistente sangre hervir dentro de si.
—Hablas de que ella toma sus decisiones y ahora estás hablando por ella. Te dices y te contradices Alyssa.
—No habló por nadie sino que a diferencia de ella, no me importa expresar abiertamente mis decisiones. A ella le preocupan sus sentimientos, tus sentimientos.—respondió con calma la pelinegra.
Cada miembro tomó su decisión, estaban los que no las apoyaron y los que sí. Jasper estaba a su favor en eso, sin importar lo que ella decidiera la iba a apoyar. Después de todo eran un matrimonio de más de seis décadas, y el amor de ambos era profundo y podía sobrevivir a cada prueba que se le impusiera.
Las decisiones fueron tomadas, y habían un refrán que rezaba:
"Cada decisión conlleva a una acción."