Némesis.
Madison.
Tres días después.
Entro a la comisaría donde tienen a Michael y Ethan, a mi lado vienen Theo, Olive, Adam, mi madre y algunos oficiales que están encargados de la seguridad.
Ya informaron la fecha para el juicio, movimos algunas influencias para que sea lo más pronto posible y lo harán en cuatro días. No hace falta buscar pruebas, ya están, así que no hay excusa para no hacerlo.
—Quiero hablar un momento con mi padre. —Le pido al oficial en jefe. La mirada de mis abogados, mi madre y Theo recae en mí, todos con cara de sorpresa.
—Señorita, no creo que sea lo mejor, usted fue víctima de ellos y no sabemos cómo pueden reaccionar en su contra.
—Para eso están ustedes, si quieren hacerme algo solo entren y evítenlo. —De verdad quiero hablar con Michael, a pesar de todo es mi padre y me duele lo que me hizo.
Theo me toma de la mano apartándome de los demás.
—¿Estás segura de esto?
—Lo estoy.
—No me interpondré, es tu decisión y lo respeto, pero iré con los oficiales y esperaré en la puerta mientras hablas con ellos —trato de refutar—. Y no acepto un no por respuesta.
—Bien, pero vamos antes de que me arrepienta. —Seguimos a los oficiales a un tipo cuarto de interrogatorio, pensé que iríamos al área de visitas común, pero no.
Esperamos unos minutos y a través del cristal veo como entran a la habitación esposados. Los latidos de mi corazón aumentan y mis manos empiezan a helarse. No los había visto desde que los entregamos a la policía.
Es un ciclo que debo cerrar y por eso estoy aquí.
Ethan luce terrible, aún le quedan algunas marcas en la cara que lo hacen lucir peor, no solo esas, sino que tiene nuevas y se sienta raro en la silla, como si le costara por el dolor que siente en el cuerpo. Siento una leve paz al ver su dolor y no me siento culpable, es normal después de lo que me hizo.
Mi padre, por otro lado, está como jamás lo vi, la molestia es clara en su rostro. Tiene ropa sucia y la barba de su cara es mucho más larga, tiene golpes en el rostro que no le propinamos nosotros, imagino que entre él y Ethan se golpearon mutuamente.
—Ya puede pasar, están esposados, pero aún pueden atentar en su contra. —Insiste el oficial.
—Lo tengo claro, descuide, estoy entrando bajo mi propio riesgo.
Respiro hondo soltando la mano de Theo y entro a la habitación. La vista de ambos se centra en mí, la ira en la cara de mi padre se disipa mientras la de Ethan aumenta.
—Maddie —habla Michael sonriendo—, sabía que vendrías a verme, hija —se lo que hace, trata de hablarme así para que tenga compasión.
—Te agradecería que no te refieras a mi bajo ese seudónimo. —Me siento frente a ambos, solo nos separa la distancia de lado a lado de la mesa.
—¿Vienes en busca de más, zorra? —Habla Ethan, muevo mi cabeza enfocando mis ojos en él.
—Cállate, ahora estoy hablando con el dueño del circo —tensa la mandíbula—. Solo te haré una pregunta, ¿por qué, Michael? ¿Por qué hacerme vivir ese maldito infierno?
Guarda silencio, su temple de acero se mantiene, su cara es fría y neutral sin mostrar emoción.
—¿Eres tan poca cosa que debiste atentar en contra de tu propia hija? —Inquiero—. ¿Cuál era la necesidad?
—Siempre fuiste más un estorbo que una hija —es franco y no mide la magnitud de sus palabras—. Nunca cumpliste con lo que necesitaba, siempre con tus mierdas del patinaje, con tus rebeldías, nunca fuiste suficiente para mí ni para nadie.
Mis ojos se empeñan y lucho por contenerme.
—Siempre me esforcé por ser lo que tú querías sin importar si eso acababa con mis sueños, te puse a ti por encima de mí y renuncié a todo porque te amaba y admiraba y a ti te valió mierda. Siempre fui la perfecta Madison Blake. Recatada, silenciosa, inteligente, sumisa, capaz de renunciar a todo por ti y ni siquiera así fui suficiente para ti. —Lágrimas rebeldes escapan deslizándose por mis mejillas.
—Ese fue el problema, tú eres el problema —pone las manos sobre la mesa, las esposas lastiman sus muñecas—. Esa inteligencia que presumes me jodía siempre, el hecho de que te salieras de mis manos queriendo ser libre de hacer tus malditos malabarismos en el hielo. Dices haber renunciado a todo, pero no renunciaste a eso, no renunciaste a tus pensamientos y no pude meterte el chip en la cabeza que te haga entender que debías ser igual a mí, sin sueños, sin nada, solo una puta fábrica de dinero.
—¿Eso es lo que tanto te jode? —Pregunto tratando de limpiar mis mejillas, en vano porque salen más lágrimas—. ¿Te jode que yo si tuviera sueños y no solo quisiera ser una maldita fábrica generadora de dinero que ni siquiera los nietos de tus nietos gastarán? Pues déjame informarte que yo si tengo metas, sueños, cosas por cumplir más que ser esto —lo señalo—, un maldito cuerpo, una mente que solo sirve para destruir lo que le rodea.
—Ay, por favor, cállate. —Se mete Ethan.
—¡No! —Golpeo la mesa con mis palmas—. ¡Aquí te callas tu pedazo de mierda! ¡Toda mi maldita vida fui lo que ustedes quisieron, desde que tengo quince malditos años tuve que reducirme a ser tu novia y meterme en la cabeza que de ahí no pasaría, que solo sería eso y nada más, solo la esposa de un incapaz de mierda!
Michael se levanta, las esposas tintinean cuando me toma del cuello.
—¿Qué te hizo cambiar tanto? Si estábamos a nada de volverte lo que queríamos y de que seas a mi imagen y semejanza, ¿qué te cambió?
Sonrío bajo su agarre y me aprieta más fuerte.
—Mi némesis, dicen que «A veces nuestro némesis también suele ser nuestra salvación» —Lo miro directo a los ojos y su agarre toma más fuerza—. Ese a quien tú metiste en mi cabeza como enemigo, como una némesis, ese me salvo. Theo Maxwell poco a poco me fue sacando de tus garras dejando salir a la mujer que se escondía en mí.
Los oficiales abren la puerta y Theo lo toma por la camisa liberándome de su agarre, el golpe impacta en su rostro sacándole un quejido. Me levanto de la silla y viene directo a mí revisando que esté bien.
—Se refundirán en una cárcel y solo podrán ver mi éxito a través de una televisión —me miran con rabia mientras los levantan de las sillas—. Mientras ustedes se pudren en una cárcel, yo me convertiré en la soberana del patinaje, en la mejor empresaria que pudo manejar Maxwell Blake Industries y en la mujer a la que ustedes temen tanto que debieron secuestrar e intentaron matar.
—Recuerda mis palabras, Madison Blake —habla Ethan—. Amaré tanto que tengas hijos, porque tu karma recaerá en ellos.
—Para eso deberás matarme primero Ethan, y mi muerte no será bajo tu mano. —Las palabras de Theo son lo último que escuchan antes de que se los lleven.
Los oficiales salen dejándonos solos y la máscara de dureza se desvanece de mi rostro. Lo abrazo llorando contra su pecho. Él es mi padre, el hombre que se supone debería ser mi héroe, quien queme el mundo por mí, quien me proteja de todos.
En vez de protegerme se convirtió en quien me genera el sufrimiento.
—No quiero ir al juicio, no soportaría verlo otra vez. —Digo pegada a su pecho.
—Debes ir, nena, si estuviese en mis manos lo evitaría, pero de ti depende que paguen en una cárcel —pega su frente a la mía—. De tu declaración dependerá que los condenen a más de veinte años en una cárcel.
—Lo sé, pero... —mi voz se corta.
—Si no quieres ir no te obligaré, pero solo los juzgarán por el asesinato de esas cuatro personas y tu secuestro quedará impune.
—Entonces iré. —Lo abrazo y acaricia mi cabello, toma una de mis manos y nota lo frías que están.
Salimos de la habitación de interrogatorios y mamá me envuelve entre sus brazos, no hay nada como sentirla a mi lado y saber que al fin puedo contar con ella al cien por ciento, sin que se limite por culpa de Michael Blake.
Día del juicio.
Hace dos horas que empezó este juicio y yo ya quiero largarme de aquí.
No sé de donde diablos Michael sacó con que defenderse, pero nos está dando batalla. A los Fernsby los hundió hasta el cuello sin importarle nada, recalcando una vez más que no tiene palabra y que solo se importa el mismo.
—Esto es insólito —contrarresta Olive—. ¿Cómo es posible que aun teniendo todas las pruebas para condenarlo me exijan más?
—Entenderá que estos papeles pueden ser falsos, no tienen más pruebas. —Inquiere el juez, hasta parece un maldito vendido.
—También hay testigos —aporta Adam—. Tenemos a la esposa del acusado y como prueba del secuestro tenemos a Madison Blake, víctima de estos dos seres.
—Eso es algo estúpido, de seguro una mujer molesta por alguna infidelidad que encontró la forma de vengarse de su esposo. —Contrarresta el abogado de Michael.
—Su señoría, llamo a mi primer testigo, Madelaine Harper —la llama con su apellido de soltera. Un oficial va por mamá al cuarto de testigos, a mí me permitieron estar aquí gracias a que Maximilian nos ayudó moviendo sus contactos, si no también estuviese en ese cuarto, ya que soy testigo.
Mamá entra, escoltada por dos oficiales, pasa a la silla de testigos y Olive es quien le hace las preguntas luego de jurar sobre la biblia decir la verdad. Entre pregunta y pregunta empiezan a salir y a confirmarse más y más pruebas que al abogado de Michael se le hace difícil contrarrestar.
Mamá baja de la silla de testigos, Michael no tiene testigo y los Fernsby tampoco, así que siguen con los testigos de la defensa, o sea, nosotros.
—Quisiera llamar a mi último testigo, su señoría —pide Olive. El juez da su autorización.
—Su señoría, llamo a mi último testigo, Madison Blake Harper. —Me llama y debo levantarme.
Me pongo de pie y dos oficiales caminan detrás de mí mientras me dirijo a la silla de testigos. Juro sobre la biblia decir la verdad y empiezan las preguntas.
—Señorita, Blake —empieza Olive—. ¿Quién fue la persona que la raptó de su departamento y en qué circunstancias?
—Ethan Fernsby, una noche subí a mi departamento y el señor Fernsby había cortado la luz en todo ese piso —empiezo—. Cuando fui al interruptor, aprovechó la oportunidad, me cubrió la boca y la nariz con un paño empapado de alguna sustancia que me dejo sedada por completo.
—¿Podrías describir sus días secuestrada?
Oh, Dios, aquí vienen las lágrimas.
—Es lo peor que puede suceder en la vida de una persona, que te priven de tu libertad... tener que estar encerrada y sola en un lugar desconocido —saco todo—, el abuso sexual que sufrí por parte de Ethan Fernsby es algo que ni siquiera aun con la terapia he logrado procesar del todo...
—Se le ve bastante bien para estar pasando tantos traumas. —El abogado de los Fernsby empieza a atacarme.
—¿Qué esperaba? ¿Que viniera llorando a mares? ¿Destruida sin poder hablar? —inquiero—. Llevo más de un mes y medio tomando terapia, pero tengo videos donde incluso al hablar de este tema mi respiración se cortaba a causa del llanto en las primeras sesiones de terapia. También tengo antecedentes médicos que muestran los daños que género en mi cuerpo su defendido a causa de los golpes que me propinó porque no sé si sabía, pero me partió una costilla y me disparo en una pierna, eso sin contar los múltiples golpes en mi cara y las patadas en mi abdomen.
—No parece una víctima de abuso sexual.
Río con ironía, este tipo es peor que ellos.
—¿Cómo luce una víctima de abuso sexual según usted? —Le pregunto—. Su defendido me obligó a realizarle sexo oral y días después se masturbó frente a mí echando su semen mi hombro. —Admito con la vergüenza, y las ganas de llorar carcomiéndome por dentro, la ira en los ojos de mi novio me hace sentir más avergonzada a pesar de que sé que su ira no es conmigo sino con Ethan.
Todas las personas se mantienen en silencio, uno bastante incómodo.
El abogado vuelve a su asiento. Ethan me mira sonriendo, la ira me cala en los huesos.
—Continué, por favor. —Pide el juez.
—Cuando Ethan me obligó a llamar a mi actual pareja para decirle que dejara a sus padres en paz, yo aproveche y entre líneas le dije dónde estaba las copias de los papeles que ustedes hoy tienen en sus manos —continuo—. Él se dio cuenta de lo que le dije a Theo Maxwell así que corto la llamada y me golpeó una y otra vez con su pie, las marcas de las botas se marcharon semanas después, podrán imaginarse lo fuerte que fueron. No sé qué sucedió en ese periodo de tiempo, porque me desmayé por la pérdida de sangre y luego desperté en el hospital con un dolor en todo el cuerpo.
—¿Por qué cree usted que mi defendido llamó al señor Maxwell? —Se levanta el abogado de Ethan—. Es obvio que tenían secuestrado a sus padres y por eso él secuestró a la señorita Blake.
Qué hijo de perra.
—Objeción su señoría, no permitiré esta acusación contra mis defendidos —se levanta Adam. —Si el acusado llamo para que dejaran a sus padres fue porque pensó que los tenían secuestrados, cosa qué pasó después de su atentado contra mi defendida. Además, no hay ninguna prueba de que estuviesen secuestrados como lo quieren hacer ver, no tienen golpes, marcas de ataduras o algún indicio.
Termino de testificar y vuelvo a mi asiento, mientras testificaba una que otra lágrima salió de mis ojos por más que trate de contenerlas. La vergüenza me abunda nuevamente cuando estoy al lado de Theo, yo jamás le mencioné lo de que Ethan echo su asquerosidad en mi hombro y eso es algo tan degradante y repugnante.
Toma mi mano haciendo que lo mire.
—No debes sentir vergüenza, ya te dije que ellos son los que deben sentirse avergonzados, no tú. —Besa mi dorso y hace que mis ojos se cristalicen.
—No me gusta que todos sepan lo que me hizo pasar, me incomoda.
—Te entiendo, pero conmigo no debes sentir vergüenza —susurra para que el juicio continúe—. Yo te amo y nada cambiará eso.
Sabe leerme tan bien que no hace falta que le diga cómo me siento, él siempre sabe qué decir en el momento adecuado y esa es una de las cosas que amo.
El juicio continúa y al fin el jurado se reúne con el juez para dar un veredicto. Tarda más o menos media hora donde nosotros esperamos ansiosos mientras aquel que algún día fue mi padre me observa cargado de ira.
Los Fernsby tratan de hablar con su hijo, pero no los dejan acercarse, cada uno es culpable de sus crímenes, así que por reglamento no pueden tener contacto.
Mis mejores amigos están aquí, también mis suegros y cuñado. Las familias de las personas que murieron en aquella casa de campo por culpa de mi padre también están aquí esperando que al fin se haga justicia.
El jurado al fin sale y el juez vuelve a su silla. Da un último vistazo a los papeles frente a él y empieza a hablar.
—En vista de las pruebas presentadas y la declaración de los testigos, hemos tomado una decisión —todos esperamos ansiosos—. Ethan Fernsby es condenado a veinte años por secuestro, violación e intento de asesinato. Michael Blake es condenado a treinta años por asesinato y secuestro. Martha Fernsby al igual que Thomas Fernsby pagarán una condena de quince años por encubrimiento de asesinato y falsificación de documentos.
Toda la audiencia se levanta con gritos de felicidad mientras que yo me quedo helada en la silla, creo que estoy en shock.
—Maddie —Theo se levanta y me toma de los hombros moviéndome—. ¡Ganamos, ganaste el caso! —Dice feliz.
—¿Ganamos? —Pregunto sin asimilarlo.
—Ganamos. —Me confirma asintiendo y me levanto de la silla dando pequeños saltos de felicidad.
Me abraza levantándome del piso, mis suegros, cuñado, mejores amigos, madre y abogados se unen y nos abrazamos entre todos.
—Ahora sí, no me queda duda de que tienes los cojones para dirigir Maxwell Blake Industries —mi suegro extiende su mano—. Felicidades, CEO.
Muevo su mano y lo acerco dándole un abrazo.
—Gracias, presidente. —Le confirmo su nuevo cargo, solo está debajo de mí, fuera de eso todos los demás deberán obedecerlo.
Todos giramos con los gritos que pega Ethan.
—¡Nos veremos otra vez, perra! —Grita sin poder borrar mi sonrisa que solo lo molesta más—. ¡Y tú, bastardo, te arrancaré la piel!
—En veinte años nos vemos, cariño. —Le digo.
Michael pasa en silencio frente a nosotros, al igual que los Fernsby. Los oficiales se encargan de sacarlos del lugar para llevarlos a su nuevo destino. Un peso menos sobre mí.
Me aparto de los demás yendo con las familias de las víctimas.
—Buenas tardes —hablo para llamar su atención, se giran y todos los ojos se centran en mí—. No sé si mi presencia les incomode, solo quería decirles que lamento tanto sus pérdidas por culpa de mi padre.
Una señora de al menos sesenta años se acerca a mí, se ve adinerada, pero no tanto como para andar nadando en dinero. Tal vez sueno clasista, pero no soy, solo estoy diciendo lo que veo.
—Muchas gracias por tu ayuda, no tenemos nada contra ti ni contra tu madre —toma mis manos entre la suyas—. De verdad muchas gracias, chiquilla.
—Gracias a ustedes por no guardarme ningún rencor, espero ahora puedan estar en paz al saber que los culpables están pagando.
Se acerca dándome un abrazo, los demás hacen lo mismo. Son personas muy amables y agradables, me alegra que ya puedan tener su conciencia tranquila. Salimos del juzgado y vamos todos a la mansión Maxwell a celebrar, así es, mi suegro ofreció su casa para la fiesta.
Definitivamente, no se equivocaba la frase de...
«A veces nuestro némesis también suele ser nuestra salvación».
¡Al fin se hizo justicia, fiesta en mi casa!
Ahora si estamos en la etapa final, quedan solo como cinco capítulos. No estoy lista para cerrar esto😭.
Gracias por los 2k votos.
Los amodoro❤️