Alessandra Joseph.
- La Doctora Borís te llamará pronto ¿Quieres dejar un recado?.
- Gracias.-Colgué la llamada sin más que decir, el móvil recién estaba encendido entre mis manos temblorosas y ya estaba repleto de mensajes de Axel aquel conocido del que podía hablarle de mi suicidio y me acompañaria suicidándose conmigo por el simple hecho de que somos adolescentes; aquellos adolescentes que hacen todo en conjunto para no sentirse patéticos juntos.
Tal Vez estaba tan ocupada siendo más madre de esas niñas que mi propia hermana fuese capaz de ser. Pasaron horas de las cuales me quedé mirando el cielo tan oscuro donde solo podían brillar las estrellas más cercanas a la tierra, en aquella madrugada fría.Quizás yo era la que estaba fría, inunda de aquellos sentimientos que nunca supe si los tuve o solo fue algo parecido a ellos, como era posible que pudiera alejarme del mundo solo para sanarme y no por gusto.
El móvil interrumpió mi escrito.-
-Angel.-Su voz se emociono pero seguía escuchándose rota.-¿Estas bien?.-Joss había dejado de ser parte de mi vida apesar de que la mayoría de veces lo mencionara.-¿Solecito?
-Hola Joss.-Respondí sin poderle decir que lo quiero mas que a mi propia vida.
-Se que no es una opción, el móvil para hablar pero ¿Estas bien? A pasado una semana que no estás en casa.- Siempre estuve en casa, realmente nunca había salido de allí.
-¿En casa?.-Mustie con una risita de ironía. Nunca estuve en casa desde que papa falto.
-¿Mande?
-Estaré en la playa en unos días.-Corregí.
-De acuerdo, allí te miro.-Sonrío.
-Cuidate odioso.
-Tu odioso, angel.-Chillo.
-Lo que digas, nos vemos en unos dias.-Colgué la llamada y pude sentir como en mi rostro se pintó una sonrisa, el era esa razón por la cual estaba sonriendo como estúpida.
Maneje durante horas para llegar hasta llegar a casa de mi madre, habían gritos, risas y murmullos, asi que preferí ir a mi hogar. Aquel callejón llena de gente adulta, con el olor a café y a libros, aquel aroma de que siempre me daba una cosquilla en mi, talvez para ir y abrir cuantos más libros pudiera.
-Angel.-Grito tan pronto como se me acercaba.-Estas aqui.-Tomo mis manos y las beso.- Hace unas horas te escuche en el altavoz y ahora estas aqui.-Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Ahora no.- Por favor no me sueltes. No puedo quitarme de encima el que empecé a olvidar la voz de mi padre, olvidar aquella suavidad de sus manos pequeñas, de aquella sensación de añorar llegar pronto a casa, de olvidar lo que era sentir su bigote al jugar conmigo. Empecé a olvidar lo único bueno que tenia en mi vida.
-¿Puedo decirte algo sin que te de cringe?.-Me quede mirándolo por unos minutos y volvió a hablar.- Eres mi escritora favorita.-Beso mi cabeza para después abrazarme, era satisfactorio hundirme en su pecho con aroma a café y sentir allí quería permanecer hasta el final de mi vida.
-Te eche de menos.-Chille mientras le estrechaba más.-Pero ya no es el momento.-Mi voz se quebró.
-Siempre estare aqui, Solecito.-Acaricio mi cabello y me aleje de el.
-No necesitas decirlo.-Le mire sus ojos, sus ojos marrones que brillaban sin tener algún reflejo.
-Pero ya lo hice.-Me tomó del brazo y me abrazó de nuevo, sintiendo que ese concepto de "casa" no era alguna estructura, no era siquiera mi sangre sino simplemente era el.- Tengo algo para ti, sacó de su pantalón dos péndulos transparentes y una aguja para guardar sangre. Una vez me hablaste que querías hacer esto ¿Cierto?. Me había prestado atención en cada detalle que sentí que no era real, es la primera persona que me a escuchado en algo.
-Debo irme a casa.-Aun tenia el collar en mi mano, su sangre estaba goteando, pero aun asi no tenia que seguir allí por alguna razón.
Pensaba formalmente hacerme mierda nuevamente mis muñecas de nuevo, justo en ese momento de la noche donde no había nadie más que mi soledad, aquella soledad de la cual solo me a inspirado a escribir que estar muerto en vida y vivo eternamente en mis escritos rotos. -No puedo.-Chille.-Prometí no volverlo hacer aquel día que te volví a ver en aquel cementerio, en donde estabas tu cuidando de aquella niña que se fue contigo, que dejó de sentirse viva , dejó de tener color un mundo donde solo llovían pétalos de rosa, donde solo había brillos y unicornios se volvió un lugar frío, sin nada más que espinas.
Ahora puedo hablar de que después de tanto no me quiero suicidar, después de años ahora solo quiero huir de casa y poder construir mi propio hogar, ir buscando cada parte de mi en aquellos sueños de los cuales mi familia siempre a matado para hacerme "Fuerte". Es increíble caminar a altas horas de la noche con el alma rota, todos los días intentando darle más de una segunda oportunidad a la miserable vida que vives, a la cual si quiera sabes por que dios creyó que soportarías, pero realmente no puedes siquiera seguir respirando más.
He dibujado tantas veces estrellas alrededor de mis cicatrices, antes amaba cuando sangraban ahora no puedo describir lo que realmente siento cuando las toco, una parte de mi me da asco, me da asco rozar mi cuerpo marcado por toda aquella gente que me hizo daño, aquella gente que solo quería obligarme a dejar de ser tan débil. Tal Vez necesitaba un hada protectora para recibir un corazón de fantasía, tal vez cada vez mas me rompía con mis pensamientos repentinos. Siquiera se como escribir ya, no puedo expresar nada no por minimizar mis sentimientos como en todos estos años sino por que realmente no se lo que siento, pero lo que si sucede es que mis escritos suelen recordarme lo intensas que suelen ser mis emociones en momentos débiles, en aquellas emociones tan careciente dentro de casa. En el fondo sentía que era la última vez cada que salía de casa llorando, llorando mientras escribía sin razón.
No necesitaba morir, me lo repetía a diario. No puedes morir, no puedes siquiera morir por ellos, suena absurdo pero empezaba a sentirse cada vez más el egoísmo de querer hacer lo que ellos quisieran en mi vida, empezar a tomar sus opiniones como una orden para poder tenerlos a mi lado, pero no siempre iba a hacer así, sin pensarlo me olvide de mi, de mis sueños y de aquella niña de la cual tenía su padre, su padre siempre junto a ella igual que su madre pero ahora esta sin ambos, uno por haber muerto y otro por tener cosas importantes llamadas nietas.
Toda la noche a llovido, no e llegado a casa, tuve el impulso de salir corriendo con los ojos llorosos caminando sin destino, caminando y no pensando en nada. Aquel dolor en el pecho empezaba a aparecer más frecuentemente que prefería ignorarlo ya, no había nadie más en el camino, solo lluvia, yo y mis pensamientos destructivos hacia mi.
Solo aquel que pueda redactar un sentimiento con papel y lápiz tiene el don más maravilloso que pueda existir.- Papá y una vida perfecta donde era suficiente para mi familia sin escucharle que era débil, era débil por sentir.-Realmente solo quería eso.- Aún no existen palabras para definir que no puedo recordar nada de el, todo lo e olvidado. Por más despreciable que suene, olvide hasta cómo escribir su nombre sin tener aquella sensación de llorar. Demore horas en llegar a casa de mamá, no podía llegar tan temprano y sentirme sola aunque hubiese tanta gente allí. La música sonaba cada vez más nostálgica, cada vez hablando mas de mi y aquellos pensamientos matando mis esperanzas con una daga de la cual horas después podía lastimarme.
Por que no podía recordar nada.-Apretaba mis manos hasta sentir el ardor de si mismas.-¿Por que los mejores momentos de mi vida los olvide y los peores están en mis brazos?.-Mis lagrimas empezaron a dejarme de tener una vista clara.-¿Por que sentía que me asfixiaba conmigo misma si ni siquiera había tirado de la soga?.-Tuve que evitar no tallarme los ojos pero de golpe todos mis pensamientos se esfumaron, mi cabeza mantenía un dolor muy fuerte con aquellas gotas espesas de sangre que caían por toda mi cabeza, mi tabla estaba hecha pedazos, de tantas cosas que mi mente no pudo controlar si quiera esta caída, me puse de pie, pero aun así mantenía las manos en mi cabeza, toda empapada y con sangre, en mis manos mi tabla rota, con aquellos recuerdos conmigo.
-Mierda.-Mi cuerpo cada vez se debilitaba más, no podía sentir más que la sangre hirviendo en mi cabeza y sus pequeñas gotas rozando mis mejillas. Tan pronto como llegue a casa me metí a la ducha, mi cuerpo quedó empapado de sangre sin alguna razón o siquiera tampoco pude recordar que tan grave fue.-Mierda.-Abrí los ojos y mire todo lleno de sangre.-Mamá golpeaba cada vez más fuerte la puerta, sonaba tan fuerte que empezaba a perturbarme su impaciencia, o tal vez era mi propia impaciencia de no poder evitar dejar de sangrar, ella estaba lista en cuanto saliera del sanitario para bombardearme con sus preguntas sobre esto, quizás de por que llegue tan tarde a casa, tal vez solo para preguntar si ya saldría pronto.
Pero estaba asustada, la sangre empezaba a ser más espesa hasta que todos los sonidos escuchaban muy lejos, mis ojos se cerraron y mama grito tan fuerte que pude sentirlo pero no tener alguna respuesta de mi.- Aquella noche no supe más sobre mi. - Me di cuenta que ya me había perdido después de tantas veces.- Los sonidos eran muy imprecisos, la mayoría solo se escuchaban sollozos o como podían tocarme. -