Té para tres (TERMINADA)

Od manuumooreno

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(Completa) Nuevos comienzos, dos palabras, 15 letras, miles de significados, tres personas y un solo deseo: e... Více

A D V E R T E N C I A
P E R S O N A J E S
001- Azafata
002- Colette con una t
003- Accidente de escalera
004- Tout Mon Amour
005- La malteada
006- Trato
007- Amor del Universo
008- ¿Bicicleta?
009- Té para tres
010- Vestido arruinado
011- Un primer beso
012- Mi pareja
013- Lavanda
A N U N C I O
014- Noches de McDonald's
015- Besos con sabor a duda
016- El malvado roedor
017- La primera navidad con Eli
018- El mundo es un lugar pequeño
019- Nadie la escogería
020- Nuestra pasión
021- El desastre
022- La reglas
023- Ataques de pánico
024- Todos tenemos dudas
025- Un girasol
026- Lirios
027- Lauren en la fiesta
028- Olivia en la fiesta pt.1
028- Olivia en la fiesta pt.2
029- Colette en la fiesta
030- Vomito
031- San Valentín con Eli
032- Lágrimas y caricias
033- Banda de Rock
034- Controladora y compulsiva
035- Besitos
036- Malteada de chocolate
036- Malteada de chocolate pt.2 (+16)
037- Me tienes miedo
038- ¡¿Besaste a quién?!
039- Esta es la historia de un chico...
040- Chica rubia
041- Las mentiras
042- Doctor Collins
043- La primera cita
A N U N C I O
044- Finanzas
045- Dibujando Estrellas
046- Desayuno con Antoine
047- Batman y Burbuja
048- Burbujas de jabón
048- Burbujas de jabón pt.2
049- Nuevo compañero de piso
050- ¡Noah!
051- La foto robada
051- Londres
053- Tu novio
054- El chico inglés
055- La presentación
056- La noche cambia
057- Es el momento correcto
057- Es el momento correcto pt. 2 (+16)
058- El pueblo
059- Una vieja historia
060- La historia de Eli
060- La historia de Eli parte 2
061- Daisy Murphy
062- Acción de gracias
063- Cántame al oído
063- Cántame al oído pt. 2 (+16)
064- Guerra de pintura
064- Guerra de pintura pt. 2 (+16)
065- La banda
065- La banda pt.2
066- Parte 1: Engaños
066- Parte 2: Mentirosa
N O T A F I N A L
Epílogo
A N U N C I O

Capítulo Especial TPT

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Od manuumooreno

Notita: Hola, hola. Hoy les traigo un especial porque Té para tres está cumpliendo dos años. Me hace muy feliz ver todo el amor y apoyo que le dan a esta historia ¡Muchas Gracias!. Esta historia siempre se quedará en mi corazón por ser la primera que vio la luz <3 Espero disfruten de este especial tanto como yo disfruté escribirlo.  Vamos a tener tres escenas diferentes de cada una de las parejas y éstas van a ser narradas por los chicos, dos de ellas están un poco subidas de tono jeje (Como a ustedes les gusta) A ver si adivinan que chicos nos cuentan cosas indecentes jeje. ¡Ahora si, a leer!

Michael

-Estoy aburrida- dijo Lauren tirada en el sofá.

-Pues ve a hacer algo divertido- respondí mirando por la ventana con un cigarrillo en la mano. Ahora fumaba menos que antes, pero de vez en cuando necesitaba tener un cigarrillo en la mano para reducir la presión constante que sentía en el pecho.

Lauren suspiró con pesadez y la miré. Ella estaba acostada boca abajo en el sofá con el rostro escondido entre los cojines, le gustaba acostarse allí a dibujar y a mi me encantaba que lo hiciera.

Usaba un vestido amarillo de flores que se le subía un poco más de lo debido mostrando sus largas y delgadas piernas que estaban decoradas de pequeñas pero infinitas pecas.

Me permití mirar por unos segundos, no lo podía negar, Lauren era atractiva. Hacía mucho tiempo que nadie me atraía... y ni hablemos del tiempo que había pasado sin nada de acción.

Pero rápidamente aparté la mirada, no era correcto verla de esa manera.

Solo eramos amigos, ya lo habíamos establecido así.

Lauren era lo mejor que me había pasado desde lo que había sucedido con Rachel. Y no quería arruinarlo. Era la primera amiga que tenía en mucho tiempo. Se sentía bien tener un poco de compañía luego de pasar tanto tiempo solo.

Lauren suspiró dramáticamente de nuevo. Ella era muy dramática, siempre llevaba las emociones al límite. O lo era todo o nada. No quería admitirlo pero eso me gustaba y me disgustaba en partes iguales.

Con Rachel todo siempre había sido todo muy... plano. Siempre se sintió como si estuviera en modo automático, en cambio con Lauren tenía que pararme a pensar y a disfrutar de cada cosa.

Pero no es que las esté comparando ni nada.

-Las chicas están en la escuela y no tengo amigos aquí, así que...

-Pues haz algo sola- dije yo mordiéndome el interior de la mejilla.

No quería que se fuera, pero tampoco podía retenerla aquí sí se sentía aburrida. A decir verdad, si ella no aparecía por el departamento, rara vez era capaz de no levantarme de la cama en todo el día. Muy en el fondo, cada día me despertaba esperando verla en la puerta de mi casa en pijama, el pelo revuelto y manchas de pintura por todas partes.

-Pero no quiero estar sola- dijo ella con pesar.

Yo tampoco quiero estar solo.

-Pues lamento ser tu última opción y ser aburrido- dije medio en broma. Ella frunció el ceño, al parecer no lo había entendido como una broma.

Por el rabillo del ojo noté que ella me miraba fijamente. Muchas veces me aterraba que lo hiciera, pues era tan observadora que incluso creía que tenía la capacidad de leer la mente, incluso mi alma. Siempre me sentía nervioso cuando ella me miraba, cosa que nunca me había pasado con nadie.

Con Lauren todo siempre fue diferente.

-No eres mi última opción- dijo ella levantándose lentamente del sofá- Disfruto pasar el tiempo contigo, por eso siempre estoy aquí... aunque parece que a ti no te agrada mucho que lo haga.

¿Cómo podía ella pensar eso? Me gustaba pasar el tiempo con ella, así solo fueran horas mirándola pintar. Últimamente la única razón por la que me levantaba en las mañanas era ella.

La miré inexpresivo, tratando de no mostrar nada de lo que estaba sintiendo por dentro. Si ella supiera como mi corazón saltaba cada vez que ella tocaba la puerta.

-Nunca he dicho eso...

-Pero no dices lo contrario- ella de pronto se encontraba junto a mi frente a la ventana. Estábamos a escasos centímetros pero aún no nos tocábamos.-¿Nunca escuchas nada de lo que digo, verdad?- preguntó ella.

Si ella supiera...

-La mayoría de veces ni siquiera entiendo todas las palabras que salen de tu boca por la velocidad en la que hablas- dije sin siquiera verla.

Lauren me pegó un amistoso golpe en el brazo. Por fin se había dado cuenta de que estaba jugando, aunque mi tono dijera todo lo contrario.

Me encantaba escucharla, ella hablaba demasiado y a mi no me gustaba hablar, prefería escuchar. Además, aunque Lauren no se lo creyera, todo lo que decía era sumamente interesante.

-Vamos, haz algo divertido conmigo- ella me tocó el brazo con suavidad y mi respiración se detuvo por un momento.

Se me ocurrían un par de cosas muy divertidas, la verdad.

Pocos días antes nos habíamos besado por primera vez dentro del auto mientras la lluvia pegaba contra las ventanas con fuerza. Yo ni siquiera recordaba la última vez que había besado a alguien antes de a ella, todos esos besos pasados se habían borrado de mi mente al tocar los labios de ella. Y no podía esperar a hacerlo de nuevo, pero en el fondo sabía que eso no podría volver a suceder.

-Por favor- rogó ella haciendo un puchero y tomando mi mano.

Incluso habían pasado pocas semanas desde que nos habíamos abrazado por primera vez y aún no me acostumbraba a que ella lo hiciera con tanta soltura y normalidad, el contacto físico era como respirar para ella. Y yo nunca había sido fan de los abrazos ni del contacto físico en general, pero ahora me daban ganas de tocarla todo el tiempo, aunque fuera un pequeño roce o un abrazo. También luchaba con las intensas ganas de levantarla del suelo y posar mis labios sobre ella.

Por fin la miré. Sus grandes ojos verdes con unas manchas de color marrón me miraban con pesar, sus labios rosados hacían un puchero y su largo cabello pelirrojo enmarcaba su piel palida llena de pecas.

Suspiré con pesadez. No podía decirle que no a ella.

-Bien- dije rodando los ojos.

Ella pegó un saltito y un gritito de alegría.

-Genial. Vamos afuera- dijo ella apartándose.

Me quedé quieto. No quería salir de mi departamento.

-No...

-Oh, vamos Michael. ¿Casi nunca sales de aquí, no es así?

Desvié la mirada de nuevo. Casi nunca salía... las pocas veces que lo había hecho había sido porque ella me lo había pedido, justo como ahora. Me había obligado a hacer la compra, a salir al parque... Lauren me ayudaba a salir de estas cuatro paredes.

-Quita esa cara larga y vayamos afuera.

-Lauren, no creo que...

De repente ella me arrancó el cigarrillo de la mano y lo lanzó por la ventana. Me giré a verla consternado.

Ella tenía una gran sonrisa en el rostro. No me pude contener cuando ella soltó una carcajada. Mis labios se arquearon hacia arriba fácilmente. Ella siempre me hacía reír.

-¿Qué diablos acabas de hacer?- pregunté mirándola.

-Ahora tenemos que ir a recogerlo- dijo ella caminando hacia la puerta- Vamos. No queremos ensuciar el planeta.

Lauren abrió la puerta y dio un paso fuera. Me estaba esperando... me demoré dos segundos en decidirme y seguirla.

Parecía que siempre me llevaba al límite, a hacer cosas que jamás habría imaginado hacer. Ella me incitaba a vivir.

Terminamos frente a un viejo teatro que proyectaba películas antiguas a pocas calles de nuestro edificio, ni siquiera sabía que existiera y llevaba viviendo en esa área por años.

-¿Esta es tu idea de diversión?- pregunté examinando los letreros. No había nada tan aburrido como el cine- ¿El cine?

-No hay nada mejor que ver una película en el cine con tus amigos, comentar juntos cada detalle durante la película y comer palomitas recién preparadas- respondió ella.

Me quedé callado.

-No puedo creerlo. ¿A Michael Collins no le gusta el cine?

Me encogí de hombros.

-No soy muy fan de ver películas.

-¿Eres un alíen o qué? ¿A qué clase de ser humano no le gusta ver películas?

-¿A mí?

Ella rodó los ojos y tomó mi mano.

-Pues eso cambiará hoy- dijo ella con una sonrisa.

Lauren me arrastró hasta la taquilla donde una mujer con una fea expresión de aburrimiento en el rostro vendía las entradas.

-Dos boletos para la próxima función, por favor- pidió amablemente la pelirroja.

-¿Qué película?- preguntó la mujer.

-La que empiece más pronto.

Para este punto Lauren no me había soltado la mano. Nuestros dedos estaban entrelazados, sus manos calentaban mis manos heladas. La mía cosquilleaba entre su suave mano.

-¿Importa si empezó hace 5 minutos?- la mirada de la mujer se alternaba entre ambos.

Lauren me dio una mirada y yo solo me encogí de hombros.

-No.

-Bien. Dos entradas para Alicia en el país de las maravillas versión animada- dijo la señora con una voz monótona entregándonos los boletos- ¿Algo más?

-Unas palomitas grandes y dos refrescos medianos- pidió Lauren- Ah y uno de esos chocolates.

La mujer nos pasó el pedido con una lentitud impresionante, nadie más estaba en la fila y no era que nosotros tuviéramos prisa, pero pudo haberse apurado un poco más.

Me soltó la mano para rebuscar la tarjeta en su bolsillo. No me moví ni un centímetro, ella aún estaba cerca.

Ambos sacamos las tarjetas para pagar. Luego de una pequeña discusión sobre quién debería pagar, Lauren terminó pagando.

-Prácticamente vivo en tu casa, me das comida y refugio todos los días, déjame pagar esto- pidió ella.

Refugio, así me sentía yo con su presencia.

Entramos a la sala cuando la película ya iba muy avanzada. Nunca había visto Alicia en el país de las maravillas pero suponía que nos habíamos perdido una buena parte.

Nuestros asientos estaban en la parte trasera y la sala estaba prácticamente vacía. Solo nos acompañaban una pareja mayor de mujeres que estaban en las primera filas. Los asientos eran pequeños y estrechos, dudaba que yo cupiera en uno de ellos.

Cuando ya estábamos sentados y por fin pude acomodarme a pesar de lo ridículamente incómodo que quedaba en aquellas sillitas, Lauren recostó su cabeza sobre mi hombro. Me quedé inmovil.

-¿Qué sucede?- preguntó ella.

-Nunca había visto Alicia en el país de las maravillas.

-Pues siempre hay una primera vez para todo- dijo ella con una sonrisa.

Lauren se acurrucó contra mí y yo inevitablemente le pasé el brazo por los hombros. No pude evitar inhalar su olor, su cabello olía a lavanda.

Su mano rozó la mía con suavidad. No lo pensé dos veces y la atrapé entre la mía.

A pesar de que tenía poco espacio para acomodarme, nunca me sentí tan agusto y cómodo.

-Estás helado- susurró ella- Déjame calentar tus manos.

En ese momento por fin entré en razón. Ella me gustaba... y no solo físicamente, me gustaba por dentro. Su sonrisa, la manera en la que hablaba, sus manos cuando pintaba... Me encantaría sostenerla de esta manera todos los días de mi vida.

Lo físico pasaba a un segundo plano cuando estaba con ella y eso era lo que más me aterraba, nunca antes había deseado algo prohibido con tanta intensidad.

Su sonrisa se agrandó conforme se fue acercando a mi. Me plantó un suave beso en la comisura de los labios, tan cerca del lugar prohibido y tan lejos de lo que realmente quería, pero más que suficiente para demostrar lo que sentía.

-Gracias por venir conmigo- susurró ella antes de volver a concentrarse en la película.

Mi corazón saltó de emoción. Nadie nunca me había hecho sentir como Lauren lo hacía

Hasta el día de hoy, nunca he visto Alicia en el país de las maravillas, pues ese día, observé a Lauren durante toda la película. 

Noah

-Bien hecho- dijo Olivia soltando mi mano luego de que la dejara suavemente sobre el suelo- Dame cinco.

Me quedé mirando la mano de Olivia unos segundos y solté una sonora carcajada.

-¿Qué es tan gracioso?- preguntó ella haciendo ese gesto de confusión en el que apretaba los labios y arrugaba la nariz.

Ella apartó la mano y yo seguí riendo. Olivia se cruzó de brazos y me regaló una mala mirada.

-¿Podrías dejar de burlarte de mí?- preguntó ella ahora molesta.

Yo seguía riendo.

-¡Noah!

Su mueca me parecía absurdamente adorable.

-Eres tan tierna- dije pinchándole la mejilla con el dedo índice.

-¡Oye!

-¿Crees que merezco solo chocar nuestras manos por lo que acabamos de hacer?- pregunté mientras me acercaba a ella de nuevo.

-Hicimos la rutina excelentemente, ¿Qué más quieres que te dé o que?

Olivia era muy ciega, nunca entendía nada de lo que sugería. Aunque para ser sincero, me gustaba tener que explicarle paso por paso. Llegué junto a ella y le puse solo una mano en la cintura.

-Se me ocurren un par de cosas...

Olivia pegó un salto hacia atrás con cara de horror. Yo me seguí riendo. Olivia siempre se escandalizaba con estas cosas hasta que estábamos en su habitación encerrados juntos, ahí no escuchaba ninguna queja.

-¡Estamos en la escuela, Noah!- chilló ella alejándose.

Estábamos terminando el último ensayo antes de la muestra del semestre. Cuando me la asignaron de pareja, no me gustó para nada, sabía que eso podría terminar muy mal. Pero por ahora, tenía todo controlado y nada había salido mal. Olivia y yo hacíamos buena pareja, obviamente.

-¿Y eso que?- pregunté sin soltarla.

-¡Podrían vernos!

Me volví a acercar a ella, no me importaba que nos vieran, ya podía gritarle al mundo que me gustaba Olivia. Así que quería gritarlo para que todos lo supieran.

Olivia seguía retrocediendo hasta que su espalda chocó contra la pared, tal y como lo quise, ahora la estaba acorralando contra la pared.

-Vamos, solo un besito. Uno pequeñito- dije yo intentando convencerla, quería mucho más que eso, pero por ahora me conformaría con ello.

Olivia negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

-Sabes que no me importa que me vean contigo- dije yo acercándome a su rostro-Ya no.

Era importante repetirselo, sé que por mi culpa y por ser un maldito estúpido de mierda le causé una inseguridad. Hubo un momento en el que ni siquiera se me acercaba en público porque sabía que no nos podían ver juntos. Ya no quería que volviera a pensar eso nunca jamás.

-Pero estamos en un espacio público, aún así no es correcto.

La miré a los ojos con intensidad, ella no pudo evitar apartar la mirada. Yo le intimidaba, pero eso no era lo que yo quería.

Yo quería su confianza.

-¿No puedo besarte?- pregunté yo con dulzura casi rozando sus labios- ¿No puedo besar a la chica que me gusta?

Ella tragó con fuerza. Ella creía que yo lo decía con simpleza y naturalidad, y no era del todo mentira, nunca se lo había dicho a nadie tan directamente porque no lo había sentido. Pero me había costado sacarlo de mi cabeza, pues al declarar esas palabras todo el plan estaba en riesgo.

Sabía que a ella se le dificultaba decirlo, pero no pretendía presionarla. Simplemente estaba siendo lo más honesto posible con ella, por ahora.

-Meredith podría volver y... vernos.

La mención de esa mujer hizo que un leve dolor se instalará en la boca del estómago.

-Me importa una mierda lo que ella piense o diga de nosotros- solté yo.

Olivia miró hacia la puerta cerrada del salón en el que nos encontrábamos. Ya era tarde, y probablemente éramos los últimos estudiantes en el edificio. Seguro que nadie entraría por esa puerta pronto.

-Déjame besarte, burbujita- pedí rozando mis labios sobre los de ella. La respiración de Olivia comenzó a acelerarse- Es lo mínimo que me merezco por no dejarte caer durante la rutina.

Olivia se mordió el labio inferior con fuerza alternando la vista entre mis ojos y la puerta.

-Solo un beso corto- dijo ella exhalando con fuerza. Mis manos estaban acariciando el espacio desnudo que quedaba entre las medias largas y la fina camiseta de tirantes que estaba usando.

Me encantaba como le quedaba su atuendo de ballet, incluso antes de volvernos amigos, no podía apartar mi mirada en cada clase de su cuerpo con mallas. Y cuando se ponía trusa... se veía simplemente preciosa.

-Uno cortito- susurré siguiéndole la corriente.

-Solo uno- dijo ella mordiéndose los labios con expectación.

Afiancé mi agarre en su cintura y ella puso sus manos temblorosas sobre mis hombros.

Y cuando procedí a acercarme a ella para juntar nuestros labios... La puerta del aula se abrió estrepitosamente y Olivia me empujó con fuerza y muy lejos de ella. Cosa que me sorprendió, vaya fuerza que tenía ese cuerpecito.

Al parecer alguien nos había escuchado o alguien nos había visto...

Entró Phil. Uno de los hombres que se encargaban de la limpieza en la escuela. Llevaba los auriculares puestos y ni siquiera se dio cuenta de nuestra presencia cuando se puso a trapear el piso con esmero.

Olivia y yo soltamos una fuerte carcajada.

-¡Phil!- le grité.

El hombre calvo por fin se dio cuenta de que estábamos allí y se giró para vernos.

-Oh, chicos, lo siento, no los vi.-dijo el amable señor con una sonrisa dibujada en el rostro.

Olivia se rió por lo bajo, evidentemente no nos vio ni nos escuchó.

-¿Seguían ensayando?

-En absoluto, ya nos íbamos- dije yo.

-Oh, está bien. A la próxima miraré las cámaras primero, así no los interrumpo en medio de un ensayo- dijo el hombre.

Olivia miró con rapidez a la esquina superior que el hombre estaba señalando. Sus mejillas se tiñeron de rojo, cualquiera nos pudo haber visto, y a mi no me importaba en lo absoluto.

-Gracias, Phil. Ya nos vamos- dijo Olivia tomando sus cosas con rapidez.

Olivia se apresuró a salir por la puerta, yo la seguí con tranquilidad. No tenía prisa, al fin y al cabo, tenía toda la vida para seguirla besando.

Olivia se detuvo frente a la puerta del vestuario de chicas y me dijo que nos reuniríamos en cuanto termináramos de cambiarnos, yo solo asentí, pero en realidad solo la seguí adentro. Y cuando la puerta se cerró tras de mí, la aseguré.

-Noah, no puedes entrar aquí.

-¿Quién dice que no?

-¿El letrero en la puerta?

-Me da igual- dije yo encogiéndome de hombros- Me cambiaré aquí contigo.

Olivia suspiró con pesadez pero no se opuso, ya sabía lo terco que era yo. Tiré mi bolsa de deporte al suelo y la alcancé rápidamente.

-¿Qué haces?- preguntó ella cuando la atraje a mi cuerpo y la rodeé con los brazos.

-Solo te abrazo- respondí contra su cuello.

Ella tragó con fuerza y se estremeció, aún así correspondió el abrazo. Pasó sus brazos por encima de mis hombros y yo la levanté por la cintura. Nos estábamos abrazando, nuestros pechos unidos. Era casi como si nuestros corazones se estuvieran conectando.

-Siento romper el momento- susurró después de unos minutos con una pequeña sonrisa en los labios- Pero necesito quitarme esto.

Sacudió los pies en el aire aún con las baletas puestas. Olivia era bailarina profesional, por lo que tenía que usar zapatillas de punta, unas zapatillas especiales para bailarinas que hacen que quedes parada sobre tus dedos. Cosas que dolían como el demonio.

La senté suavemente sobre la butaca y me arrodillé frente a ella. Tomé una de sus piernas con suavidad.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó ella intentando apartar su pie derecho.

-Te ayudo a quitarte esta cosa.

-Pero, Noah...

-Solo déjame ayudarte- le pedí con una sonrisa.

Deshice el lazo y aparté la zapatilla, hice lo mismo con el otro, aún así aún no podía ver sus pies, las medias delgadas que cubrían sus piernas me lo impedían. Ella me miraba confundida cuando la jalé de un brazo, haciendo que quedara de pie. Su ombligo descubierto quedó a la altura de mi cabeza. Posé las manos sobre su cadera suavemente y comencé a juguetear con el elástico de las medias. Las fui bajando de a poco, ella no me lo impidió en lo absoluto.

Cuando las terminé de sacar, quedó solo en bragas frente a mi. Aparté la mirada con el autocontrol temblando en la punta de mis dedos. Le di un pequeño empujón haciendo que volviera a caer sentada sobre la silla.

-Son feos- dijo ella mirando sus propios pies.

-Soy bailarín, no es que los míos sean muy lindos. Y aunque me cueste admitirlo, es la única parte de mi cuerpo que no es perfecta.

Eso le sacó una carcajada. Pero rápidamente hizo una mueca y evitó mirarme, le daba vergüenza. Así que ahí mismo, me quité los zapatos especiales para bailar. Ella no pudo apartar la mirada de mis pies.

También eran feos, horribles. Pero eso es con lo que debe cargar un bailarín.

Sabes que de verdad te gusta una persona cuando aprendes a querer y a apreciar sus imperfecciones también. Detrás de esos "pies horribles de bailarina" se escondía dos de las cualidades más admirables de Olivia, la dedicación y disciplina que sentía por su arte. Eso solo hizo que ella me gustara un poco más.

-Míralos- le dije a ella- pobres de ellos, que soportan nuestro peso todo el día mientras hacemos lo que amamos y aún así, los tratamos mal.

Olivia esbozó una pequeña sonrisa y estiró las piernas dejando sus pies a plena vista, aún así, no despegué la mirada de sus bellos ojos.

-No están tan mal- susurró ella sin dejar de mirarme a los ojos.

Le robé el beso que había estado esperando desde que el ensayo había comenzado. Ella me dejó hacerlo, esta vez no puso ninguna objeción. Su mano llegó a mi cabello y el beso subió de tono con rapidez. Como solo tenía una delgada camiseta puesta no me fue difícil dejar un camino de besos desde su boca hasta el centro de su pecho, justo sobre el corazón. Sus piernas temblaron.

Me aparté y la observé con los ojos brillantes y los labios y las mejillas enrojecidas. Tomé una de sus piernas y la puse sobre mi hombro.

-¿Noah...?- susurró ella cuando comencé a trazar un nuevo camino de besos desde su tobillo hasta la cara interior de su muslo.

Ya iba por la rodilla cuando ella misma subió la otra pierna sobre mis hombros.

Seguí subiendo mientras trazaba una ruta de besos húmedos por sus delgadas piernas. Me fue fácil deshacerme de la pequeña tela que se interpuso entre mis labios y su piel húmeda. Cuando la única prenda que me detenía para llegar a su punto más íntimo salió volando, Olivia soltó un jadeo.

-Vamos a bailar- susurré contra ella antes de hacer contacto directo con mi boca.

Parecía como si ya no se acordara que nos encontrábamos en la escuela, todos sus prejuicios y pudor se fueron cuando comencé a trazar patrones con la lengua.

Sus piernas se tensaron sobre mis hombros y sus manos llegaron a mi cabellera rubia.

Menos mal que en el vestuario no habían cámaras, no quería que nadie viera como ella disfrutó lo que sucedió allí.

Thomas

-Suerte- dijo Colette antes de darme un suave beso sobre los labios que me dejó mareado. Llevaba una hora y media sobre el escenario, y ya no aguantaba más, necesitaba tenerla ya entre mis brazos.

Estábamos en esa fase de la relación conocida como luna de miel, no podíamos mantenernos separados ni cinco minutos. La tomé de la cintura, la pegué de mi cuerpo y profundicé el beso.

-No la necesito, ya te tengo a ti- dije yo acariciando su mejilla- Voy a cantar rápido y vuelvo contigo.

-Más te vale- susurró ella contra mi oído.

Dejé a Colette tras bambalinas y subí al escenario con la guitarra entre las manos. Era nuestro primer concierto grande en Nueva York, esa vez cantamos para 5 mil personas.

Colette no solía ir a los conciertos de mi banda, no le gustaban las grandes masas de gente y tampoco los conciertos en general. Además decía que era irreal verme sobre el escenario, que prefería hacerlo cuando estaba fuera de él. Sin embargo, este era un concierto muy importante y por eso fue a verme.

Solo me quedaban por cantar las últimas dos canciones, Colette había estado mirándome durante todo el concierto y a pesar de que 5 mil personas también lo estuvieron haciendo, la mirada de ella era la más importante.

Las dos canciones pasaron con rapidez y me despedí del público. No quería desperdiciar ni un minuto más.

Lo bueno de tener una discográfica y un manager es que ya no teníamos que recoger todos los instrumentos al terminar como lo hicimos en un principio, siendo un artista reconocido simplemente te puedes ir al terminar el concierto.

Y yo quería irme rápido.

Colette me esperó justo en el lugar en el que la había dejado con una sonrisa en el rostro. Se me calentaba el corazón de solo mirarla, le pasé un brazo por los hombros justo después de quitarme la guitarra y entregársela a alguien.

-¿Podemos ir a tu camerino?- preguntó ella poniéndome una mano sobre el pecho con una sonrisa coqueta.

Si hubiera podido, hubiera corrido hasta el camerino pero no podíamos ser tan poco discretos. Traté de mantener la compostura y caminamos a paso apresurado hasta el camerino.

-Mierda- dije yo al abrir la puerta de mi camerino.

-¿Que...?- Colette ni siquiera pudo preguntar porque cerré de un portazo.

-Mi madre está adentro- dije yo.

-¡¿Qué?!- chilló Colette pasándose los dedos por el cabello- No puedo conocer a tu madre en este estado.

-¿Cómo?- pregunté yo mirando a los lados, no había nadie por el pasillo- ¿Así?

Me pegué a ella para demostrarle cómo me estaba sintiendo yo. Colette entrecerró los ojos y se pasó la lengua por el labio inferior. Amaba cuando hacía eso.

-Justo así- respondió ella contra mis labios.

Me aparté y la tomé de la mano. Caminé con desesperación hasta que encontré una puerta.

Entramos ahí con rapidez. Era un armario de limpieza.

Apenas terminé de cerrar la puerta con llave y ella se abalanzó sobre mí. Sus piernas se enredaron alrededor de mi cadera y mis manos se adhirieron a sus piernas cuando la apoyé contra la pared.

-¿Segura que no puedes esperar?- pregunté mientras ella metía las manos debajo de mi camiseta- Me dieron un cuarto de hotel.

No me malinterpreten, podía hacerlo allí en ese justo momento. Pero con mi madre a unas pocas habitaciones de distancia y con el hecho de que probablemente todos me estuvieran buscando como locos, me apetecía un poco menos.

Sin embargo, cedí cuando abrió la boca.

-Ese podemos usarlo también- dijo ella en un susurro mientras acariciaba mi espalda con los dedos fríos y callosos.

No respondí, no pude. Mi voz se perdió en el momento en el que mordió mi labio inferior con suavidad y apretó más las piernas alrededor de mis caderas.

Mis manos deshicieron el botón de sus shorts con lentitud. Y tal como había tocado la guitarra, ahora la estaba tocándola a ella, con suavidad y precisión.

-Te extrañé- susurró ella con los ojos cerrados y la cabeza pegada contra la pared.

El aire que expulsaba suavemente por la boca era como música para mis oídos.

Habíamos estado separados por tres meses. Apenas había vuelto el día anterior y ni siquiera habíamos podido estar solos, habían sido tres largos meses sin ella y sin sexo. Apenas firmamos con la disquera tuve que mudarme a Los Ángeles, fue precipitado.

La mayoría de nuestra relación formal había sido a larga distancia. Pero resulta que llevábamos la relación a larga distancia sorpresivamente bien, aún así, la extrañaba cada día.

Esto nos hacía falta. Por eso no podíamos esperar ni un minuto más.

Volvió a unir sus labios con los míos y se bajó de un salto. Sus shorts cayeron con ella. Sus hábiles manos no se demoraron en quitarme los míos. Dejaba besos en mi cuello cuando la levanté de nuevo y nuestros cuerpos se unieron, por fin toda la tensión que habíamos sentido durante los meses estando separados se esfumó. La apoyé contra un mueble lleno de suplementos de limpieza cuando mis brazos se comenzaron a cansar, y los rollos de papel fueron cayendo uno a uno mientras nuestros cuerpos se movían juntos.

Mis manos siguieron tocando su cuerpo imitando los movimientos que hacía en la guitarra. Tocando los trastes y rasgando las cuerdas con suavidad. Ella también, deslizando las manos por la longitud de la guitarra y apretando las cuerdas.

Nunca hacía mejor música que cuando estaba con ella.

La voz salía rasgada de mi garganta mientras mis caderas marcaban el ritmo y mis manos seguían tocando por todas partes.

Esta vez fue una canción apresurada y rápida, de esas en las que cada segundo cuenta, de esas en las que no es necesario palabras o notas demás, de esas que son especiales y recordadas.

Seguro que Colette tampoco olvidaría cuando lo hicimos en un armario de limpieza luego de mi concierto.

Esta canción cumplió su cometido, nos llenó de emoción y nos hizo extrañarnos un poco menos.

-También te extrañé, mi Colette con una t- dije mientras mis piernas comenzaban a temblar por el esfuerzo y las sensaciones producidas por Colette. Una escoba me cayó en la cabeza en el momento en el que ella llegaba al clímax.

Una carcajada vino acompañada de espasmos en el cuerpo de Colette.

No estuvimos mucho tiempo en el armario, solo el suficiente para dejar de extrañarnos.

Nos vestimos entre traperos, escobas, papel de baño y productos de limpieza. Salimos del armario como si nada hubiera pasado, como único recuerdo estaban nuestras mejillas enrojecidas y las sonrisas de tranquilidad sobre nuestros rostros. Colette conoció a mi madre justo después de eso.

-Máma, esta es mi novia, Colette.

-Un gusto, señora Young.

Amaba a esa chica con locura, y esperaba nunca dejar de hacerlo. 

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Y ahora quiero que me cuenten... me gusta té para tres porque  (ustedes responden)

Reacciones a este especial...

Gracias por leer mi historia, por apoyarla y amarla. Les agradezco infinitamente.

Con amor, 

-Manu <3

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