Laila Scamander Y Las Reliqui...

Oleh fanfics_and_fandom

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#7 «A matar a Voldemort» Las cacerías han comenzado en el mundo mágico. Laila Scamander junto con sus amigos... Lebih Banyak

Sinopsis + TRAILER 1
1: El camino de la Nostalgia
2: Tonks
3: Angustiosas horas
4: Por Ojoloco
5: Preparativos
6: Los Delacour
7: Scrimgeour...otra vez
8: Testamento
9: Una boda de ensueño
10: Escape
11: Fugitivos
12: R.A.B
13: El Relicario
14: Kreacher
15: Una terrible reunion
16: Inútil Ayuda
17: Primera Plana
18: La calma antes de la Tormenta
19: Ministerio
20: Obsesión
21: No se deben decir mentiras
22: Escape poco exitoso
23: Gregorovitch
24: No son vacaciones
25: Inesperados visitantes
26: Separación
27: Carroñeros
28: La vida en Londres
29: El Refugio
30: El Plan
32: Bola de Luz
33: Reencuentro
34: Una muy enojada Hermione
35: Lovegood
36: Las Reliquias de la Muerte
37: Emboscada
38: Pottervigilancia
39: Greyback
40: La Mansión Malfoy
41: Dobby, el elfo libre
TRAILER 2
42: Las Secuelas
43: Griphook y Ollivander
44: Un curioso trato
45: Padrinos
46: La horripilante poción multijugos

31: Avalon

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Estuvimos toda la noche hablando sobre lo que haríamos una vez llegáramos a Avalon. Morgana sería nuestro mapa y nos ayudaría a buscar en los lugares más secretos y ocultos en los que se pusiera esconder un horrocrux. Además de tal vez buscar una solución para el problema de la profecía, M decía que habían varios objetos mágicos ocultos y magia mucho más antigua que ella, de cuando la gente veneraba dioses incluso.

En la mañana les avisamos a Fleur y a Bill sobre nuestra pequeña excursión. Obviamente ambos tenían expresiones de preocupación en el rostro y nos obligaron a decirles hasta cada pequeño detalle de lo que nos íbamos a enfrentar. Parecieron un poco más tranquilos una vez les explicamos que solo era una isla, omitimos la parte en la que tal vez habrían mortifagos custodiándola. Ambos nos desearon suerte y con la bendición de los besos en la mejilla de Fleur fuimos a un lugar apartado de la casa, bajando hacia la playa ambos con nuestro bolsos que traían solo unas pequeñas cosas para sobrevivir uno o dos días.

— De todas formas no quería ir con ustedes—  Maulló Presidente Besos que nos había seguido hasta la playa, el sonido de las olas constantes, me dio una mirada desinteresada—. Cuando me transporte por Aparición no pude ir al baño por una semana.

— Al menos no vomitaste.— alze una ceja

—...nunca dije que no.— respondió después de unos segundos, puse los ojos en blanco.

— Bien reina del drama, trataré de conseguirte una bola de estambre de 600 años.

— Laila— el gato por primera vez pronunció mi nombre en un tono de total seriedad—. Ten cuidado.

— Volveré. Te lo prometo— asentí mientras tomaba la mano de Ron, lista para aparecerme siendo que ahora el brazo de Ron había sanado muy bien estas ultimas semanas—. Muy bien M. Llévanos a tu hogar.

— Veras...— Morgana apareció a mi lado haciendo una mueca, traía este día un vestido purpura—. No te puedes aparecer ahí. Es como en Hogwarts, hay reglas para que así nadie se pueda meter sin mí permiso, erran tiempos de guerra.

Fruncí el ceño confundida;

— ¿Entonces cómo llegaremos?

La mirada de Morgana paso de mi mano entrelazada con la de Ron al horizonte de las mareas, no me tarde mucho en entender el mensaje. Hice una mueca, odiaba la sensación de la ropa mojada pegada a la piel.

— ¿Sumergirnos?

Mis ojos brillaron naranjos como los de M a veces hacían. Una imagen se plasmó en mi, las olas del mar chocando suavemente contra una pedregosa costa, la espuma blanca bañando la arena tostada, un montón de barcos y naufragios hechos trizas a la deriva. La magia, antigua y poderosa palpitaba en el aire como una neblina que solo quería tocar y ver entre mis dedos.

Ron me vio con una mueca de miedo antes de ver el mar y las fuertes olas que chocaban contra la superficie.

— ¿No habla en serio o si?

Suspiré y fui la primera en caminar, arrastrando a mi amigo, Ron maldijo mientras me seguía, hice una mueca cuando el agua me mojo los pies, luego las piernas, el agua helada mordiéndome la piel. Cuando el nivel del mar estaba por abajo de mi pecho, las olas violentamente tratando de echarnos hacía atrás y luego arrastrarnos, vi a Ron, que estaba tiritando de frio por el agua, asentí y ambos al mismo tiempo nos sumergimos.

La imagen se plasmo de nuevo en mi mente, la espuma blanca arrasando en la arena, los navíos antiguos destruidos, espadas, armaduras y arcos yaciendo en el fondo del océano y luego un castillo y antorchas por todos lados. Sentí que mi cuerpo daba un giro de 180 grados, como si de repente el mar se pusiera de cabeza, burbujas arremolinándose a mi alrededor, aun cerraba los ojos con fuerza y aguantaba la respiración cuando entonces el agua se sintió de repente más liviana y un poco mas tibia. Abrí los ojos viendo que ya no estábamos tocando tierra al contrario de cuando nos sumergimos, en cambio estábamos a metros y metros arriba de la profundidad del mar y en realidad bastante sumergidos. Deje la mano de mi amigo pelirrojo y ambos comenzamos a nadar hacia la superficie. Lo primero que hice fue tomar una bocanada de aire, viendo que ya no era de día como nos habiamos ido, en realidad era ya tarde, el cielo de un color purpura, vi alrededor hasta que logre ver la costa a varios metros de distancia. Ron fue el primero en nadar, yo detrás de él hasta que logramos alcanzar la orilla. Ambos nos quedamos allí, tirados en la arena, temblando de frio pero cansados por haber tenido que nadar tantos metros, la espuma de las olas tocando nuestros pies.

Después de unos segundos sin embargo Ron gritó y se paro de un salto, yo ya había sacado mi varita cuando vi lo que lo había asustado; una calavera.

— Santa madre— él jadeó, apunto alrededor—. Mira los botes.

Efectivamente era igual que las imágenes que Morgana había puesto en mi mente, los barcos completamente destrozados, la madera podrida, solamente quedaban unas cuantas maderas de lo que imaginaba debieron haber sido majestuosos barcos, vi que lo único que no había desaparecido era un emblema de hierro que era de Camelot.

— Jamás pensé que volvería aquí— Morgana musitó apareciendo a mi lado, viendo con nostalgia su antiguo reino y hogar. Me levanté de la arena sintiendo mi cuerpo pesado comparado a lo ligero en el agua, saque mi varita y Ron la suya, ambos tirándonos aire caliente para secarnos con este además de ganar un poco de calor siendo que estábamos casi azules. Castiel mientras tanto salió de mi bolsillo y se sacudió las hojas cómo un perro.

— ¿A donde ahora?—preguntó mi amigo.

Apunte al camino de piedra y mas allá a las puntas de las torres de las que se veía el pequeño castillo comparado a Hogwarts.

— Hay que tener cuidado. Le Fay en su tiempo aquí pudo haber puesto trampas que yo no sepa— Morgana vio con una mueca mientras empezamos a caminar—. Que vergüenza quien tiene mi apellido.

— No te preocupes, una vez acabe con él yo seré la única con sangre Lefay.—la tranquilicé

El camino bastante pedregoso también estaba lleno de maleza y arena que luego se convertía en tierra, ya estaba anocheciendo cuando llevábamos mas de media hora caminando y el único ruido además de nuestras agitadas respiraciones y las ramas crujiendo bajo nuestros pies eran uno que otro bicho. Sin embargo cuando las moscas dejaron de zumbar y los grillos de croar me detuve extrañada. Ron se dio la vuelta para verme confundido.

— ¿Que sucede?

— Escucha— alze un dedo mientras que con la otra sacaba de nuevo la varita.

— No escucho nada.— él se encogió de hombros.

— Exacto, los bichos se detuvieron. Se están ocultando...¿pero de que?— pregunté con miedo, Morgana apareció a mi lado con una mueca un poco avergonzada y apunto hacia la derecha;

— De eso...

De entre las profundidades de las sombras de los arbustos un par de ojos azules brillaron como dos lámparas fluorescentes, no pude reconocer a la criatura y eso si que me dio miedo.

— ¿Que es eso?— le pregunte a Morgana mientras daba un paso hacia atrás, la bruja medieval a mi lado solo me dio una orden, el pánico en su voz;

— ¡Corran! ¡Corran y no vean hacia atrás!

Agarre a Ron de la mano dándole bruscamente la vuelta, comenzando a correr frenéticamente hacia el castillo que ya se podía divisar. Escuche un aullido grotesco detrás de mi, una luz verde empezó a empaparse desde atrás y un fuerte olor a azufre se filtró en mi nariz.

Llegamos a la fortaleza que era el castillo de Morgana, a unos metros de nosotros en la entrada se alzaba una especie de arco fino que era la entrada al dominio del castillo. Era un gran arco que daba la bienvenida, rápidamente corrimos hacia la entrada y prácticamente saltamos hacia el suelo de piedra del dominio del castillo, mi cuerpo sintió que había pasado una especie de barrera, como si hubiera atravesado algo. Los dos caímos al suelo de piedra y cuando me di la vuelta para apuntar con mi varita a lo que sea que nos estaba persiguiendo; ya no había nada.

Ron jadeante en el suelo agarrándose el corazón me vio incrédulo.

— ¿Que demonios fue eso?

Me di la vuelta para ver a Morgana pero ella había desaparecido sin ninguna explicación. Me encogí de hombros sin saber que responder mientras veía a mi alrededor.

El suelo de piedra en el que estábamos era un perfecto circulo y en este en el centro había un enorme árbol que reconocí como un árbol de olivo por los frutos en sus ramas y además del tronco grueso. Luego vi al horizonte, siguiendo hacia el norte; a la derecha estaba la entrada al castillo de Morgana, la puerta cerrada. Ron hizo ademán de ir a la entrada sin embargo yo fui hasta el árbol, no solo encontrando raro que hubiera un enorme árbol en el centro de un circulo de piedra si no que me atraía enormemente. Puse una mano en el tronco

— ¿Que hay aquí? Puedo sentir la magia— murmuré.

— Mis restos.— Morgana apareció de nuevo a mi lado viendo solemnemente el árbol—. Estan debajo.

— ¿Hablas en serio?— agrande los ojos sorprendida.

— ¿Que?— preguntó Ron confundido siendo que él no la podía ver ni hablar con ella—. ¿Que sucede?

— Morgana esta enterrada aquí. Bajo el árbol— apunte, me di la vuelta para ver a la bruja que solo yo veía—. ¿Podríamos hacerlo crecer? Quiero decir profanar tu tumba, sacar tus huesos, hacerte crecer un par de riñones, corazón, cerebro y musculos...

— ¿Hablas de crear un cuerpo?— Ron palidecio con asco.

— Digo, si la logramos separar de mi sin que las dos ya sabes...— cerré los ojos y saque la lengua, haciendo un gesto de muerta.

— ¿Conoces un hechizo que pueda creer órganos?!— mi amigo me grito como si estuviera diciendo la máxima locura y probablemente el tenía razón.

— Bueno... la señora Pomfrey hace crecer huesos, los huesos son un órgano.— trate de razonar.

— Es magia oscura la de crear un corazón, y hablo de oscura y muy antigua, más antigua que los que cualquier otra, cuando la gente sacrificaba animales o comían corazones.— Morgana me advirtió—. Ni siquiera yo sé mucho sobre eso.

— ¿Tendremos que hacer alguna de esas dos cosas?— pregunte.

— Creo que no.

— Me satisface. Deberíamos intentarlo. Voldemort consiguió un cuerpo hace tres años, tú deberías también. Es lo justo.

— ¿Entonces que? Desenterramos los huesos y los llevamos a la casa de mi hermano?— Ron me vio incrédulo.

— No, se que Fleur y Bill me aman más que a ti pero no creo que les agrade que lleve huesos humanos a su hogar— negué—. Una vez logre que este sea un lugar seguro de Lefay empezare a venir aquí para ayudar a hacer el cuerpo.

— Laila, sabes que te amo pero estás buscando horrocruxes no rehacer el cuerpo de tu amiga la muerta.

— Tienes razón— suspire—. Después de que encontremos los horrocruxes hare esto. Y lo haré sola. Ninguno de ustedes es tan poderoso ni genial como para hacer magia oscura y antigua.

Me reuní con el y cambia fuimos a la entrada del castillo donde habían puertas dobles de hierro y madera. Ambos nos vimos el uno al otro y yo lentamente puse mi mano en el enorme pomo de la puerta. Este brilló de un color naranja y luego toda la puerta antes de que se abriera con un chirrido. Ron y yo entramos con las varitas en alto, se notaba que esto estaba abandonado, las telarañas estaban por cualquier lado, Ron evito mirar a estas. No era tan lujoso como esperé que sería, lo que llamo mi atención fue sin duda una pintura que era un realista retrato de Morgana, traía una Corona en la cabeza y en el fondo del cuadro estaba un lugar el cual no reconocía. Lo más raro era que su retrato no se movía ni hablaba.

— Un minuto... yo ya estuve aquí, en un sueño— murmuré mientras avanzaba por el lúgubre pasillo, siguiendo el retrato de Morgana había docenas y docenas de otros retratos, cada persona, hombre y mujer estaban vestidos de épocas diferentes. Comencé a correr sintiendo que el pasillo era eterno, Ron detrás de mi hasta que por fin llegamos al ultimo; era yo.

Al igual que los otros mostraba solo mi parte superior, tenía una sonrisa de lado que no prometía nada bueno y estaba vestida con un pálido vestido azul,  detrás de mi se hallaba el castillo de Hogwarts. En mis sueños solo estaba pintándose la mitad de mi cara pero ahora en la vida real el retrato estaba casi terminado, la magia aún así seguía pintado los toques finales.

— ¿Que es esto?— pregunto mi amigo.

— Somos los de sangre Lefay. Decada tras décadas. ¿Desde cuando se lleva pintando esto?

— Desde que naciste— respondió Morgana con honestidad viendo también mi rostro en el óleo, yo incline la cabeza.

— Debo decir que es hermoso aunque claro ningún retrato podría hacerme justicia a mi— me puse una mano en el pecho con honestidad.

— Entonces el de la derecha...—Ron vio al penúltimo retrato donde descansaba la cruel cara del asesino de mi madre —. Es Alastair Lefay.

Sentí escalofríos al escuchar el nombre de alguien más, sobre todo ahora que estábamos en el castillo donde estuvo él. Tratando de enfocarme a lo que vinimos, me di la vuelta.

— Muy bien M. ¿Si fueras un mago oscuro donde ocultarías un Horrocrux?

— En mi habitación. Pero solo yo podía entrar.

Morgana era nuestra guía en este tenebroso castillo, ella me decía a mi lo que tenía que hacer y yo se lo decía a Ron que venía detrás de mi. No sé veía tan polvoroso y antiguo para un castillo de 500 años, signo de que Lefay estuvo aquí. Aún podía recordar en su oficina del ministerio como tenis un clóset lleno de mis cosas que había robado de mi casa.

Una vez llegamos a la puerta de la habitación de Morgana vi a Ron con duda;

— ¿Quieres separarte para cubrir más terreno?

— Por supuesto que no— él negó, su mirada paso por la puerta—. Se nota que quisieron entrar a la fuerza.

Me fijé con atención en la madera, habían varios arañazos, manchas de quemaduras y la madera bastante astillada. Ron tenía razón.

— Lefay trató de entrar, pero aunque tiene su sangre él no es Morgana— afirme lo obvio—. Haré el intento, técnicamente ella vive en mi.

Puse la mano en el pomo, no brilló como en la entrada ni nada mágico paso, simplemente se abrió con un chirrido, me di la vuelta para ver a Ron una ultima vez:

— Espérame aquí.

Era parecida a mis sueños, aunque claro en mi mente cuando tomábamos té con Morgana y chismoseábamos sobre lo que pasaba en Hogwarts en su habitación era distinto a la que estaba viendo ahora. Frente a mi su habitación estaba llena de telarañas, madera podrida y polvo, mucho polvo.

— Lefay no pudo haber ocultado el Horrocrux aquí, ni siquiera pudo pasar por la puerta. M tu tienes un poder de sentir los objetos oscuros, ¿crees que el Horrocrux este en el castillo?

— Hay muchos objetos oscuros en este castillo Anwyll, no sabría decirte.

— ¿Crees que la pluma del fénix haga algo?— pregunté esperanzada mientras con mi varita encendía el candelabro sobre mi para iluminar la habitación—. Digo el desiluminador es bastante genial, los cuentos de Bettle El Bardo son geniales y una snitch es muy entretenida. Y yo solo tengo la pluma de un Ave muy cool.

Me puse de rodillas para ver debajo de la cama pero solo habían telarañas y más polvo, buscando algo interesante pero no había nada que yo no supiera.

— Es un gran ingrediente para embrujo antiguos —ella medito—. Dumbledore te dio el ingrediente tal vez lo que nos falta es buscar la receta.

— No soy buena cocinera— admití mientras revolvía entre vestidos y cosas antiguas, aún así ningún Horrocrux se veía a la vista—. Uh brillante... esto me lo tengo que llevar.

Había abierto una caja llena de antiguas joyas de oro y plata, sobre todo oro, con cristales de distintos colores. Anillos con pedruscos gigantes, diamantes, collares, gargantillas, diademas y brazaletes, dignos de una reina. Me metí todo en los bolsillos y puse uno de los anillos en Castiel que le quedó como un cinturón.

— Si te gustó eso espera a esto...— Morgana apunto a una de las esquinas vacías de la habitación, apunte mi varita.

Revelio— frente a mi, apareció levitando una enorme corona de oro que se veía trenzado y trabajado cuando la tome pesaba bastante, en esta tenia incrustada joyas rojas, púrpuras y esmeraldas—. ¿La corona de Camelot? Pensé que los chicos malos la habían recuperado.

— No. La otra es una copia. Esta es la original— ella sonrió con orgullo, me vio con una sonrisa—. Vamos, póntela.

Fui frente al espejo que estaba al lado de la cama y con cuidado me puse la corona en la cabeza, bastante pesada para ser llevada todo el tiempo.

— Me queda genial... ¿Me la puedo llevar también?

— Claro. Todo lo que está aquí es tuyo— ella asintió.

— ¡Laila! ¿Encontraste algo?!— la voz de Ron me hizo reaccionar y salí rápidamente, el me vio con las cejas alzadas—. ¿De dónde...

— ¡Es mía por derecho y no la tengo que devolver!— dije rápidamente.

— ¡Por supuesto que no! ¿Estas loca? Quien demonios devolvería esa preciosidad?— silbó viendo la corona—. ¿Puedo tocarla ?

Reí y me quite la corona poniéndosela a él que que vio su reflejo en una de las ventanas del pasillo y se puso derecho viéndose con una tonta sonrisa. Le quité la corona de la cabeza después de su minuto de verse en el reflejo y me la puse de nuevo.

— No creo que haya puesto un Horrocrux aquí. Creo que sólo debemos irnos— opiné con pesadumbre mientras caminábamos por el corredor y cuando doblamos a la derecha vi una puerta que me atrajo inmediatamente como un imán. Al igual que la habitación de Morgana , la puerta estaba llena de quemaduras y golpes, la madera astillada pero sin sin abrir.

— ¿Que hay aquí?— preguntó Ron, Morgana a mi lado sonrió con orgullo.

— Botines de guerra.

— Regalos— asentí, le tomé la mano mientras abría la puerta con la otra y para mi sorpresa Ron pudo entrar conmigo. La habitación era más grande de lo que esperaba, había bastante oro y objetos que rebosaban en magia, podía sentir el poder que emanaba de cada una de ellas además de espadas y escudos oxidados, Ron miró uno y se puso a jugar con ellos.

Aun así había algo aún más poderoso que me llamaba la atención, estaba en una vitrina de cristal. Me acerqué y vi mejor que lo que resguardaba esas paredes de cristal era un pedazo de madera simple, parecía una rama de un árbol, pero yo sabía lo que era.

— ¿De quién es esta varita M?

— Creo que ya sabes la respuesta— ella sonrió.

— ¿Merlin?— me di la vuelta sorprendida.

— Bueno el dijo que no necesita una varita. Le dijeron "Ya no tienes tu varita" y el dijo "no necesito una" así que me la quede la varita del muy desgraciado— ella alzo las manos en el aire.

Pensé en llevármela, tal vez era mas poderosa que la mía, lo suficiente para que Harry pudiera empuñarla y separarme de Morgana sin matar a ninguna de las dos en el proceso. Sin embargo estábamos buscando horrocruxes, en cualquier momento la varita se me iba a romper o a perder.

— Yo creo que esto si podría ayudar— Morgana me leyó los pensamientos.

— Pero no ahora. Tu no te irás de este maravilloso cuerpo hasta que hallamos ganado la guerra— negué, me di la vuelta para ver a Ron que tenía un escudo en una mano y una espada en el otro, blandiendo como si estuviera peleando—. ¿Ron? ¡Ron!

Él se asusto y dejo caer la espada y escudo haciendo una estrepitoso sonido, lo vi con las cejas alzadas.

— Aquí no hay Horrocruxes— negué—. Hay que irnos.

Dejamos todo como estaba y salimos, la puerta sellándose con magia otra vez. Sin embargo cuando comenzamos a doblar hacia la izquierda el aire empezó a oler acido, frente a nosotros una nube verdosa en nuestra dirección se elevaba a gran velocidad.

— Uhm... ¿M?

— No mío. Debe ser de Alastair ¡Corran!

Agarre a Ron por el brazo empezando a correr en dirección contraria, la nube verdosa y apestosa pisándonos los talones. Cuando giramos ahora a la izquierda había una lengua de fuego que giraba hacia nosotros, abruptamente cambiamos de dirección y seguimos corriendo hasta  lastimosamente encontrar un pasillo sin salida. Enormes chorros de agua salían de la varita de Ron pero no tenían ningún efecto. Vi la ventana frente a nosotros.

— ¡Salta!

— ¡¿ESTAS LOCA?!

— ¿¡AHORA TE DAS CUENTA?!

Ambos saltamos por la ventana al mismo tiempo, cubriéndonos la cabeza para evitar el cristal. Grite como loca al igual que él mientras caíamos en picada. Con un hechizo pude ralentizar nuestro aterrizaje pero eso aún no evito que cayéramos en una piscina de lodo.

— Nunca hablaremos de lo que paso aquí— afirmé quitándome el lodo de los ojos, la corona al menos había caído a mi lado.

— Nunca hablaremos de lo que paso aquí— él asintió, quitandosr un poco de la boca, me vio curioso—. ¿Que hay de Merlín? En el anillo. Es lo obvio.

— No se si no lo has anotado pero él no es el mayor admirador de Morgana— sisee mientras trataba de salir del fango.

— ¡Pero según Historia de la Magia era un tipo bastante genial!

— Es un imbécil narcisista— Morgana siseó.

Suspire por fin saliendo del la piscina embarrada, y me vi el anillo en el dedo anular, más específicamente la piedra Blanca, Morgana apareció a mi lado.

— No es una buena idea.

— Nunca tenemos buenas ideas— hice una mueca me quite el anillo y lo puse en la palma de mi mano empezando a murmurar el conjuro que hizo que el anillo se calentara tanto que tuve que soltarlo y cayo en en la tierra lodosa, de la piedra blanca empezó a salir una bruma blanca, que pronto empezó a tomar la forma de un muchacho como un fantasma borroso, vio a su alrededor sorprendido y luego sus ojos se posaron en mi. Me vio como mi abuela Tina me veía al ver que me había comido todas las galletas de Navidad.

— ¿Estas en Avalon? ¿¡Acaso no escuchaste mi consejo, Laila Scamander?! 

— Estoy cubierta de lodo, apreciaría que no me gritaras. Vinea aqui pensando que podía aportar en la salvación del mundo mágico y también de la mía.—  suspiré tragando todo orgullo que tenía—. ¿Podrías tú... ayudarme a separar el alma de Morgana de mi? ¿Por favor?

Él me vio por un par de segundos, viéndome de arriba hacia abajo y luego notando a Ron a mi lado tan cubierto de lodo como yo;

— Es posible— el asintió.

— ¿Entonces podrías ayudarme?

— Tendría que hablar con el muchacho. Enseñarle, instruirlo, cualquier error podría acabar en tu muerte...— él empezó a analizar pero yo lo interrumpí antes de que se hiciera mas ideas;

— Pero separarme sin matar a Morgana.

Merlin se quedó callado, signo de que no le gustaba esa idea. Sacudió la cabeza;

— Entonces no hay trato.

— Por favor—  le supliqué—. Te lo ruego. 

— Morgana ya vivió su vida.— me vio curioso—. ¿De verdad quieres detener la tuya si es que ella no sale con vida?

— Si. Ella...— vi a lo más cercano que podía tener a una hermana mayor o una tia a mi lado que me veía conmovida— . Ella es mi familia también y yo cuido a mi familia. Por favor, no me gusta suplicar pero ella no es la misma que tu conociste. Todos merecemos segundas oportunidades. ¿Acaso tu nunca tuviste a alguien que sentiste como a un hermano?

Al escuchar esas últimas palabras algo cambio en su rostro, se suavizó levemente antes de desaparecer de nuevo en el anillo sin responder a mi pregunta.

Ron me vio desesperanzado y yo encogí los hombros pesadamente;

— Volvamos a casa.

Solamente tengo para decir:

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