No soy para ti - Elizabeth Ol...

By LizzieYourQueen

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Elizabeth, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia... More

Piso 10
Mirar, torcer y abrir
La rarita
Las chicas como tú.
Will
El verdadero poblema.
¿Tu cuarto o el mío?
El camión de helados.
Leah
No soy tu protectora.
No darle importancia a Williams.
Los suegros.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Mi avestruz.
Que se ponga el saco a quién le quepa.
La vibora y el mito.
Protección.
De paso.
5 muertes + 5 errores = 1 arrepentimiento.
La semaforización.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La presidenta.
Llego la pizza.
Te amo.
¡Ding!
El farmacéutico.
La caja azul de terciopelo.
La hacienda.
Hasta aquí llegamos.
Una llega y otra se va.
La cuenta está empatada.
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
¿El último regaño?
Las rubias se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu.
La verdadera razón.
El adios de la ballena.
Roro.
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta.
Que sea lo que Dios quiera.
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
Familias que crecen.
A pocos pasos.
El futuro.
Extra: El solo de Maddie parte 1.
Extra: El solo de Maddie parte 2.
Extra: El solo de Maddie parte 3.
Nueva historia.

__ + E = x.

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By LizzieYourQueen

Pocos días después.

A metros de distancia del estudio de tatuajes de _____.

— ¿PUEDES APRESURARTE, RUBIA CU—? —la bebé en sus brazos la detuvo—. ¿TRASERO GRANDE OLSEN? —Scarlett había sido la primera en abandonar su lindo auto para ir a la tienda de tatuajes.

Sacó a su sobrina del coche de seguridad del asiento de atrás y empezó a caminar, pero se tuvo que regresar cuando fue a decirle un comentario gracioso a su socia acerca de las horrendos zapatos que estaba usando una mujer que justo cruzaba la calle frente a ella y se dio cuenta, justo en ese momento, que estaba caminado sola.

Scarlett caminó con furia y con Alex tambaleándose en sus brazos hasta el auto nuevamente para encontrarse con Lizzie revisándose en el espejo por decimonovena vez en lo que iba del pequeño trayecto que habían recorrido desde la oficina hasta la tienda de tatuajes.

—Dame un segundo —pidió Lizzie, sacando el maquillaje de su bolso para darse un retoque.

Scarlett suspiró y apoyó su frente en la ventanilla de Lizzie para luego besar la cabeza de Alex. La pequeña chupaba ansiosa su sonajero sin importarle cuanto se demoraba su madre. Scarlett pensaba quedarse en calma y tener paciencia hasta que vio cómo su socia sacaba el peine de su bolso.

—Lizzie, por el amor de Dios. Por vigésima vez, te ves todo lo hermosa que alguien tan cul... de trasero grande como tú puede verse. La rarita va a estar babeando por ti aunque uses una bolsa de papas y te maquilles como una pu... como una mujer de la calle, que, por cierto, es lo que pareces ahora... —de un manotazo le sacó el rímel de las manos a su amiga.

— ¡Oye! —a Lizzie no le gustó para nada—. Scarlett Johansson, devuélveme eso ya mismo —nadie le quitaba nada de las manos a Elizabeth Olsen.

Bueno, eso era antes, porque ahora estaba segura de que si tuviera el libro de todas las respuestas de la vida en sus manos y alguna de sus tres hijas o _____ se lo quitaban de un manotazo, a ella no le importaría. La risa de Alex hizo que su ceño fruncido desapareciera en menos de dos milésimas de segundos. La risa de la bebé era tan hermosa como la de ella. Tenía la piel pálida y los ojos de color verde, pero su cabello y nariz eran de _____.

Scarlett no hizo más que reírse mientras miraba la falsa amenaza de su amiga.

—Por Dios, Liz, desde que eres madre y estás enamorada de la portadora del gran martillo, has perdido toda tu maldad —la norteamericana se reía, pero en realidad estaba muy orgullosa de su amiga. Scarlett alzó a Alex para enfrentarla—. ¿No es cierto, pequeña culoncita? ¿No es cierto que desde que tu mamá está loquita por el rarón de tu otra mamá está hecha una blandita? —la voz de la norteamericana era lo más ridículo del mundo y ni hablar de la cara de babosa que ponía Scarlett cuando Alex le soltaba un millón de balbuceos por segundo.

Lizzie solo giró los ojos y volvió a recuperar de un manotazo lo que le habían quitado, aprovechando que su hija mantenía distraída a su socia.

—Mira quién habla, señorita tengo que salir corriendo de una reunión de negocios porque Florence quiere un picnic improvisado en el parque o empiecen la fiesta sin mí porque mi hija quiere que cocinemos juntas —era el turno de Lizzie de reír y de Scarlett de girar los ojos. Si había una competencia de dominadas claramente Lizzie y Scarlett eran ganadoras.

—Como sea —le restó importancia y volvió a posicionar a su sobrina sobre sus caderas—. ¿Nos podemos ir ya? Quiero ver a mis otras sobrinas —sentenció, apoyándose en el auto y dándole la espalda a Lizzie.
—Dime cómo me veo y dime la verdad porque necesito que _____ me vea y se me tire encima, así que respira y dime que me veo deseable —nuevamente se miraba en el espejo al mismo tiempo que se acomodaba el cabello para después acomodarse el escote de su ajustado vestido.

Scarlett suspiró y miró a su sobrina, que la estaba mirando a ella como diciendo "no me dejes en las manos de esta loca". Un nuevo suspiro de la norteamericana le dio el impulso que necesitaba para caminar hasta el lado del conductor y abrir la puerta para sentarse.

—Lizzie...

—Me veo horrible, ¿cierto? Mejor llévame al departamento y me cambio el vestido por uno más escotado. Estoy segura de que con un vistazo a este cuerpo convenzo a _____ para que no se vaya a Londres y... —la rubia atinó a abrir la puerta para cambiar de lado con la norteamericana, pero Scarlett se apuró y la agarró del brazo—. ¿Qué haces? —Lizzie la miró sorprendida, pero recibió gustosa a su hija en sus brazos—. Vamos a llegar tar...

—Lizzie—la rubia sintió el tono de conversación seria y cerró la boca para darle paso a lo que sea que Scarlett le fuera a decir—. Mira... —suspiro—. Primero, ese vestido es el más escotado que tienes, tus pechos podrían hacerse pasar perfectamente como la bola que uso Miley Cyrus para filmar Wrecking Ball. Y segundo, tú... tú, bueno, tú y yo sabemos muy bien que si entras a ese estudio con cualquier ropa que sea, con cualquier estúpido peinado, le mueves el trasero a la rari un poco, le rozas la pierna o tan solo si quiera la miras, la tienes a tus pies para hacerte lo que tú quieras. Tan solo con un abrir y cerrar los ojos tienes a mi rarón en tus manos y...

—A mí rarón, querrás decir —aclaró Lizzie. Scarlett giró los ojos—. Además, Scarlett ... —Scarlett levantó la mano, dándole a entender a Lizzie que para ella era muy difícil hablar de estas cosas y una vez que empezaba necesitaba que la dejaran terminar. Lizzie asintió, dándole permiso.

—Pero no tiene que ser así, Lizzie. Tú tienes que cuidarla, tienes que ser la persona que tome mejores decisiones. Tienes que ir tranquila sobre ella, ¿entiendes? —Scarlett hizo una pausa para acariciar la cabeza de su sobrina—. Mira, Liz, la rari y tú han pasado por muchas cosas en poco tiempo. Quiero decir, de un día para otro pasaste de ser la bruja perra fría a la que nada más que el dinero y el poder le importaba a ser la mujer que daría todo lo que tiene por otra mujer y por sus tres hijas. En pocos meses pasaron de no tener hijos a tener dos y en casi dos años ya tienen tres, y sin contar las docenas de peleas y celos y terceros que han pasado —resumió todo de manera perfecta para después suspirar y recostarse sobre el auto—. Lo que quiero decirte es que no tires por la borda todo lo que han crecido tú y ella en este "alejamiento". Si ella se tiene que ir a Londres, tienes que dejarla ir —pasó por alto el puchero que hizo su socia y siguió hablando—. Y sé que no soy yo si digo esto, pero no me parece que el sexo sea una buena forma de empezar de nuevo, Liz —agregó—. Yo he visto a la rari sufrir en este último tiempo, te he visto a ti sufrir más que nunca y no quiero que pase de nuevo. Por eso te pido que vayan tranquilas —terminó.

Sintió la mano de Lizzie sobre su hombro, agradeciendo sus palabras—. Me gusta que seas su amiga, Scar, me gusta que te preocupes por ella —se sinceró Lizzie.

Scarlett levantó sus hombros—. No creas que aún no tengo miedo que todo esto sea una trampa para matarme y robarme mis hermosos pechos para luego encerrarme en algunos de sus freezers —le aclaró—. Pero sí, le he agarrado cariño a ese espécimen llamado rarita y su lindo y enorme rarón— ¿Qué? —Lizzie la volvía a mirar con furia.

—No creas que me voy a olvidar de la vez que salió de tu oficina toda... —miró a su hija— toda "entusiasmada" —por no decir excitada.

Scarlett soltó una sorpresiva carcajada—. ¿Por eso le diste la cachetada? —preguntó entre risas.

— ¿Y tú qué harías si Florence sale de mí oficina toda excitada? —le preguntó, indignada.

Scarlett sacudió la cabeza aun riendo—. Pobre, rari, siempre se las liga de arriba —era cierto.

— ¿De arriba? ¿Qué quieres decir? —Lizzie no entendía.

Scarlett sacudió la cabeza—. Lizzie, esa tarde en mi oficina _____ encontró la revista en donde sale tu entrevista con esas fotos un poco reveladoras que luego nos hizo ganar una demanda millonaria por incumplimiento de contrato —reveló la furiosa pelea que Lizzie había tenido con los dueños de la revista People por mostrar las fotos privadas de Lizzie en la playa privada a la que salía en la casa de sus padres en Los Ángeles.

Lizzie tenía la boca tan abierta que se dio cuenta de cerrarla cuando su hija metió toda su manito adentro de ella. La rubia le sonrió a Alex y dejándole un besito sobre su manito, trató de hablar—. _____ estaba... estaba...

—Sí. Con un poco más de suerte hubiera entrado a la oficina para agarrarla con las manos en la masota —Lizzie giró los ojos ante el aumentativo usado por su amiga—. Pero no, solo estaba "entusiasmada". Por supuesto que no se lo dejé pasar tan fácilmente y por supuesto que después de todo lo que bromee con ella, tú le tuviste que pegar una cachetada —concluyó Scarlett, divertida.

—Oh por Dios —Lizzie caía en la cuenta una vez más de los efectos negativos de sus celos—. Tienes razón... —la rubia le pasó su hija de nuevo a su amiga y se quitó el vestido, sacando una camiseta blanca del asiento de atrás y poniéndosela rápidamente, luego entró en una especie de conjunto naranja y rápidamente bajaron ambas del coche—. Tienes razón. Soy una nueva Lizzie y tengo que demostrarle a _____ que la amo y que ya estamos listas para estar juntas de nuevo —ajustó el conjunto mientras cruzaban la calle que las separaban del negocio—. Además, la tengo que ayudar para que apruebe matemáticas, sé lo importante que es para ella —Scarlett asentía con Alex en sus brazos mientras Lizzie tapaba aún más lo que ella consideraba sus armas mortales.

—Hablando de eso... —estaban a diez pasos de la puerta cuando Scarlett recordó algo—. ¿Pudieron hablar con el colegio por Maddie? —preguntó, interesada.

Lizzie miró a su amiga con una sonrisa—. Scarlett, por más que _____ y mis hijas me hayan ablandado aún sigo siendo una Olsen, no voy a dejar que expulsen a mi hija por un simple zapatazo a la maestra —aclaró Lizzie, empujando la puerta.

—Bueno, aunque decirle "vieja llena" también debe haber afectado —comentó Scarlett.

Lizzie subió sus hombros mientras ambas entraban al local—. Eso no afectó tanto como las tres madres que fueron a quejarse porque Maddie le quería enseñar su wiwi a sus hijas. ¡No te atrevas a reírte ni a darle dinero, Scar! —ya estaba viendo como su amiga estaba por soltar la carcajada.

—Es que... es que... —Alex temblaba en los brazos de la norteamericana por culpa de la risa que aguantaba la mujer y por incomodidad, la pequeña pedía los brazos de su madre que no tardó en agarrarla—. Me mata esa niña, Liz, me mata —sin Alex en sus brazos podía reír tranquila—. Maddie es... es... —de repente, Scarlett frunció el ceño y Lizzie se dio vuelta para ver que había causado esa reacción en su socia.

No tardó en encontrar a su hija mayor sentada en un sillóy cruzada de brazos con una cara de perros que imitaba a la de los peores días de Lizzie.

— ¿Leah? —Lizzie le volvió a dar a Alex a Maddie y caminó sin dudar hasta su hija mayor—. Lee, ¿qué pasa? —antes de arrodillarse, miró a todo el salón y no vio nada anormal salvo porque ni Maddie ni _____ estaban allí—. ¿Dónde e.stán tu hermana y tu madre? —preguntó la rubia, acariciando a su pequeña

— ¡No las sopol... soporto, mamá! ¡No las sopol—rto! —la casi perfecta pronunciación de Leah se veía arruinada por los nervios de la pequeña.

Lizzie y Scarlett se miraron preocupadas. Si bien Leah y Maddie tenían días en que se llevaban muy bien y otros no tanto, la pequeña rubia nunca había mostrado tanto disgusto por su hermana del medio y mucho menos por _____. _____ y Leah se adoraban.

—Leah, no hables así de tu hermana y mucho menos de tu madre —la regañó Lizzie—. Sé que Maddie es un poco traviesa —Lizzie giró los ojos cuando sintió la risa de Scarlett ante la palabra "poco"—, pero no es para que no la soportes y...

—No hablo de Maddie, mamá, ni de mami _____ —la interrumpió Leah—. Hablo de las otras. Son las otras a las que no sopolto —Lizzie la vio tan angustiada que ni siquiera la corrigió y, en vez de eso, volvió a mirar el estudio para solo encontrar a cada tatuador en su puesto y a Melissa hablando con alguien por su celular—. Justo cuando... justo cuando mamá se iba a ponel a estudiar y yo... y yo había conseguido que Maddie se sentara para empezar a enseñal—rle los colores... justo en ese momento llegaron a molestal y si Maddie no se pone a estudiar va a seguir con que el sol es "ojo", la mesa es "ojo", el cielo es "ojo" y todo va a sel—ser "ojo", mamá —sentenció aún más enojada y especificando la dificultad de su hermana en aprender otros colores que no sean el color rojo.

Lizzie y Scarlett suprimieron una risa—. Tranquila, tigre —la calmó su tía—. Me haces acordar tanto a tu madre —viejas épocas.

—Lee, tienes que calmarte —ahora era la voz de madre la que intervenía—. ¿De quienes hablas? ¿Quiénes te robaron tu precioso tiempo con tu madre y con tu hermana? —la rubia apostaba todo su dinero en que algún cliente improvisado había captado la atención de _____ y por ende la de Maddie también. Además, en la oficina de la pelinegra estaban toda su colección de ballenas y otros animales inflables.

— ¡Ellas! —el ruido y la señal del dedo de Leah apuntado hacia la oficina de _____ hicieron que Lizzie y Scarlett se dieran vuelta para ver salir una multitud de porristas que rodeaban a _____ y a Maddie, que muy sonriente se regocijaba en los brazos de su madre tratando de llamar la atención de todas las jóvenes muchachas. Demás está decir que la pequeña pelinegra venía solo con sus enormes bóxers puestos. Esta vez el motivo elegido era Winnie Pooh.

—Rápido, Liz —Scarlett tomó la iniciativa—. Quítate la camisa —cambio de consejo.

— ¿Qué? —Lizzie no lo podía creer—. ¿Y qué pasó con lo de ir con tranquilidad y todo eso? —la rubia hervía de celos y más si cada una de las porristas rodeaba a su pronto por ser de vuelta novia, acariciándola y otras cosas.

— ¡Eso fue antes de que la rarita tuviera muchos gloriosos y jóvenes pechos alrededor! —para Scarlett estaba claro—. ¡Quítate la camisa y muestra un poco de esos viejos y arrugados pechos! —lejos de ofenderse, la rubia siguió la instrucción al pie de la letra mientras los murmullos y las risas adolescentes se extendían.

— ¡Listo! ¿Cómo estoy? —preguntó Lizzie.

— ¿No tienes más de ese maquillaje de callejera? —una vuelta de 180 grados para Scarlett.

—No seas idiota, Scarlett, estás mocosas no tienen nada para competir conmigo —la confianza no la había perdido.

—Pues tú dirás eso, pero la rubia esa la tiene bastante clara... —Scarlett señaló a una joven que estaba muy entretenida en su tarea de entusiasmar a _____.

Los celos de Lizzie empezaban a aflorar y su respiración crecía con dificultad.

Los tacones de Lizzie retumbaron en el gran estudio con precisión. Leah y Scarlett eran sus escoltas. Alex no contaba porque la pequeña estaba más interesaba en como dormía Roro en una esquina del estudio que en otra cosa.

—Hmh —una aclarada de garganta iba a ser suficiente. Y lo fue. La marea de porristas se abrió, dejando en el medio expuestas a las dos pelinegras.

Lizzie y Scarlett giraron los ojos al mismo tiempo cuando vieron las dos cabezas torcerse con su respectivo abrimiento de boca al mismo tiempo.

— ¡Máaa! —Maddie fue la primera en ceder con culpa ante el encanto de Lizzie. _____ la bajó y la pequeña corrió como pudo hasta su madre. Madre que no tardó en alzarla—. ¡Má! Icas bailan... ppoong—ppoong. ¡Bien!

Maddie aplaudía mientras le explicaba a su madre con sus palabras el motivo de la presencia de las porristas en ese lugar. Las bailarinas de la preparatoria a donde _____ asistía para terminar sus estudios, habían ido a mostrarle a _____ su rutina con pompones y música. Maddie y _____ fueron espectadoras de lujo.

— ¡Roro graaa! ¡Leah graaaa! —claramente sabía que tanto Leah como el cachorro no apreciaban la presencia de las animadoras en el lugar, y pronto supo, con la mirada severa de su madre sobre ella, que a Lizzie tampoco le agradaba. La pequeña hizo silencio y escondió su cabeza en el hombro de Lizzie al mejor estilo _____ Williams.

Lizzie sintió a Scarlett decir: "de tal rari tal raroncita", pero en lugar de prestarle atención volvió a mirar fijamente a _____. La pelinegra seguía quieta en su lugar mientras cada una de las animadoras, quizás asustadas por la presencia de la famosa Elizabeth Olsen, huían despavoridas del estudio, dejando un simple adiós de recuerdo. La única que se quedó fue la rubia toquetona.

—Lizzie... —fue _____ la primera en caminar hacia la morena—. Hola... —la pelinegra sonrió ampliamente, ajena a lo pasaba por la cabeza de su rubia—. Estás... estás... ya estoy lista para la clase —anunció.

— ¡No es cierto, mamá! ¡No estudió nada! —una enojada Leah era una Leah acusadora.

La cara colorada de _____ la delató de inmediato, pero pasó desapercibida porque la rubia estaba demasiado ocupada batallando con su mirada contra la porrista—. Es que... es que... yo... quise, pero... —_____ no sabía cómo salir airosa de la situación.

Por suerte, una decidida Lizzie la salvó. La rubia hizo sonar sus tacones con una Maddie acurrucada sobre ella y llegó hasta la joven que la miraba desafiante. Tenía todas sus armas listas, no pensaba perder a _____ y menos perderla en manos de esa estúpida niñita.

—Mira, idio... —sus malas intenciones se silenciaron en el mismo momento en que sintió los labios de _____ sobre su mejilla y volteó a mirar a la pelinegra.

—Hola —saludó nuevamente y más decidida—, te estaba... te estaba esperando. Te espere todo el día —dijo _____, casi sin titubear.

Lizzie parpadeó varias veces. Esa que estaba mirándola era la _____ nueva, esa era la _____ que se estaba esforzando por ellas, esa era la _____ a la cual ella le tenía que demostrar que las cosas habían cambiado. La misma _____ que la miraba con todo ese amor con el que nunca nadie jamás la miró, era la misma _____ que esperaba algo de ella. Lizzie sonrió instantáneamente. Y casi una milésima de segundos después, alzó su mano para acariciar la mejilla de la tatuadora.

—Hola —contestó el saludo—. Yo también estuve esperando todo el día este momento —confesó, perdiéndose en la mirada de la otra.

—Hmh —esta vez era la porrista joven quien carraspeaba. Lizzie centró su atención de nuevo en ella.

—Disculpa —era hora de demostrar—. ¿Cómo te llamas? —preguntó como cualquier persona que pregunta el nombre de su peor enemigo.

—Foxie —contestó de igual manera.

—Lindo nombre —fue el comentario sarcástico de Scarlett.

Antes de que la porrista pudiera sacar sus garras y pelear con la norteamericana, Lizzie se adelantó.

—oxie, encantada de conocerte. Supongo que tú sabrás que yo soy Elizabeth Olsen, la madre de estás tres preciosuras —besó la cabecita de Maddie, que a esta altura ya estaba apretada a Lizzie.

—Y también eres la EX novia de _____ —resaltó bien el ex.

Lizzie se hubiera sentido ofendida sino hubiera visto el rostro enojado de la pelinegra. Para sorpresa de todos, la rubia solo rio ante el comentario.

—Créeme que si hay algo que _____ y yo NO somos es EX —resaltó, no perdiéndose la cara de la pelinegra—. Y aunque me encantaría quedarme contigo y charlar sobre nuestros... ¿cuántos campeonatos fueron, Scarlett?

—Cuatro —contestó con orgullo Scarlett.

—Sobre nuestros cuatro campeonatos nacionales de porristas, me temo que esta señorita —tomó la mano de la pelinegra— y yo tenemos cosas qué hacer —aclaró—. Puedes venir en otro momento a enseñarnos tu rutina. Scarlett y yo estaremos encantadas de ayudarlas —agregó.

La joven rubia esquivó la mirada de Lizzie y se dirigió directamente a _____.

—_____, te dije que yo podía ayudarte en matemáticas —Lizzie sentía sus dientes rechinar y si no hubiera sido por la manito de Maddie agarrando su oreja ni por la manito de Leah agarrando su pierna, ya le hubiera saltado a la yugular a la niña esa.

_____ agitó su cabeza rápidamente—. Yo... Lizzie es... Lizzie es mi maestra de apoyo...

—Porque apoyar es su especialidad —Scarlett no pudo evitar el comentario y la muy inocente de _____ asentía a la par.

—Bueno, Roxie...

—Foxie —la corrigió la muy ingenua.

Lizzie solo sonrió—. Espero que te vaya bien —era hora de que alguien se retirara.

Foxie miró a _____ agitarle su mano en señal de despedida y con la derrota reconocida, giró su cabeza y caminó agitando sus caderas lo más que pudo.

—Que buen trasero tiene —Scarlett miró con oportunidad mientras Lizzie y _____ seguían enfocadas en ellas. Ningún trasero valía la pena teniéndose mutuamente.

Scarlett lo percibió de inmediato y entregándole a Alex a _____, tomó la mano de Leah y con su mano libre fue en busca de su raroncita.

—Bueno, creo que estás dos señoritas y yo nos tenemos que ir —obviamente la norteamericana y Florence se habían ofrecido de niñeras por el rato que tardara la clase.

— ¡No! ¡Máaa! —Maddie se negó rotundamente y se colgó aún más a su rubia madre. Necesitaba el cariño de Lizzie más que nunca.

Lizzie le dio a entender con una mirada a su socia que Maddie necesitaba un tiempo.

—Maddie, cariño —era hora de las caricias—. ¿No tienes ganas de ir con tu tía Scar? —Maddie y Scarlett juntas eran todo un combo—. ¿No tienes ganas de ir a ver a Olivia y a la tía Florence? —Lizzie sentía la cabeza de su pequeña sacudirse en su cuello de forma negativa.

Leah soltó un fuerte bufido de superioridad y caminó hasta la oficina de su madre mientras que Scarlett se acercó a su socia y acarició la espalda de su sobrina.

—Vamos, mini rari, Olivia me hizo levantarme bien temprano para armar el castillo inflable de las princesas y para armarle el tobogán porque sabía que ustedes iban —demás está decir que la pequeña Olivia tenía todo lo que quería.

—No —Maddie se volvió a negar—. Olivia mala —tampoco está demás decir que la relación de Maddie con Olivia no era muy buena que digamos.

— ¿Por qué... por qué no se queda con nosotras? —_____ no podía ver a ninguna de sus hijas sufrir.

Lizzie apretó los labios y miró a la pelinegra. Alex era muy pequeña para irse con Scarlett, por eso se iba a quedar con ellas, pero si también lo hacía Maddie, Lizzie sabía que no iban a usar bien el tiempo que tenían ni para estudiar, ni para otras cosas. De todas maneras, miró lo abarrotada que estaba su hija a ella y no pudo evitarlo, la pequeña pelinegra se tenía que quedar con ellas. Estaba necesitada de cariño.

—De acuerdo... —decidió la rubia y la cara triste de Scarlett se hizo notar, de verdad le gustaba pasar tiempo con su mini rari—. Pero...

— ¡Bueno, me voy! —Leah salió de la oficina con una enorme ballena inflable de color negro cuya cola estaba atada a una correa de perro—. ¡Vamos, Roro! —sin dudarlo, el somnoliento perro salió del rincón donde dormía para seguir a la pequeña rubia muy alegremente.

Maddie levantó la cabeza rápidamente y la torció para mirar a su hermana y seguirla en cada movimiento. Las mujeres mayores seguían la vista de la pelinegra tratando de no reírse.

— ¿Maddie no va? —preguntó Leah, haciéndose la inocente para después levantar los hombros—. Bueno, como sea, los... nos vemos después. Vamos tía Scar —sin pestañear y siguiendo su acto, agarró la mano de Scarlett—. Chao, má, chao, mami —saludó.

La norteamericana se encogió de hombros, mirando a las mayores y le siguió la corriente a Leah, nada había que perder.

Los ojos de Maddie fueron desde su hermana hasta Roro, y desde Scarlett hasta su ballena preferida. Finalmente se posaron en Lizzie. La rubia soltó una risa nasal cuando vio la confusión en la cara de su hija del medio. Su mente contó hasta tres en silencio. Uno, dos y...

— ¡Scaaaarrrrrr! —no se sabía qué era más grande, si la sonrisa de Scarlett o la inteligencia de Leah.

La norteamericana se regresó rápidamente para agarrar a su pequeña sobrina y comérsela a besos.

— ¡Má, chao, amo! —Maddie saludaba a Lizzie mientras que _____ felicitaba a Leah—. ¡Mi, chao, amo! ¡Ale amo! —era el turno de su otra madre y de su otra hermana.

—Scarlett, no le des helado esta noche, todavía no se recupera de la indigestión del cumpleaños de Leah, ¿de acuerdo? —era la última instrucción que daba la empresaria.

Scarlett miró en complicidad a Maddie.

—De acuerdo, no hay helado para mi raroncita, ¿cierto mini rari? —la sonrisa pícara de Maddie y el hecho de que se tapara su pequeña boquita le dieron indicios a Lizzie de que algo no andaba bien.

Maddie agitó su cabeza—. Sí, no helado... un... creto —luego de la confesión del secreto vino la risa y la cara colorada de la norteamericana.

— ¡SCARLETT! —Lizzie no iba a tolerar otra noche sin dormir por culpa de las desobediencias de su socia y de su hija.

—Oye, no me grites a mí, rubia de trasero grande, que bien que la rarita mayor sabía el secreto y no hizo nada. Al contrario, comparte los helados con nosotras —Lizzie giró tan rápido la cabeza que no se perdió la cara nerviosa y de color rojo de su a punto de volver a ser novia.

Su ceja se levantó enseguida.

—_____...

—Yo... yo... yo... —volvía el tartamudeo—. Me parece que... creo que Alex necesita que la cambie —atinó a huir, pero Lizzie no se lo iba a dejar tan fácil.

—No tan rápido, pelinegra tramposa —el "tlamposa" de Leah se escuchó como eco—. Te vas a quedar aquí repasando las reglas sobre lo que no debe hacer Maddie con Scarlett y cuando termines te vas a unir a nosotras, ¿de acuerdo? —miró a _____—. ¿De acuerdo? —esta vez le toco a Scarlett. Ambas asintieron sin chistar, la ceja levantada era prácticamente un ultimátum.

Lizzie besó a sus dos hijas más grandes y luego agarró a Alex para después caminar hacia la oficina de la pelinegra mientras escuchaba como Scarlett y _____ recitaban una por una las reglas que ella misma había elaborado. Que fácil era todo cuando su ceja se levantaba.

Minutos más tarde.

Lizzie terminaba de balbucearle incoherencias a su pequeña mientras la cambiaba en el sofá de la pelinegra cuando escuchó la puerta cerrarse detrás de ella seguido de unos pasos cada vez más cercanos que le hicieron vibrar todo el cuerpo. Controló su respiración como pudo cuando sintió la mano de la pelinegra en su cintura.

—Ya... ya está —anunció _____ en voz baja—. No me acordaba... no nos acordábamos... no encontrábamos la ropa de Maddie, pero después de rogarle... Leah... Lee nos ayudó y ya la vestimos —anunció su tarea cumplida.

Lizzie asintió como pudo y levantó a Alex para dársela a la pelinegra. A _____ se le hacía más fácil hacerla dormir y además así Lizzie aprovechada para hablar.

Su psicóloga quería que ella fuera totalmente sincera con _____ y lo iba a hacer, no iba a dejar nada adentro. Elizabeth Olsen iba a salir esa tarde de ese estudio sin nada guardado en su interior.

—_____... —su voz era suave y logró la atención de la rubia al instante mientras la tatuadora acunaba a su hija—, sé que no puedes decirle que no a las niñas, pero yo necesito; mejor dicho, quiero que esto lo hagamos juntas. Quiero que ellas sepan que las dos estamos del mismo lado. No puedo ser siempre quien las regaña mientras tú eres permisiva. Tenemos que ser mamás las dos —dijo, tomando la manito ya relajada que colgaba de Alex—. Créeme que a mí me cuesta tanto como a ti, sobre todo con Maddie, pero yo necesito que tú me apoyes, no que me contradigas en las reglas y esas cosas, ¿de acuerdo? —meses atrás esto hubiera sido una absoluta discusión, ahora Lizzie solo quería una aprobación.

_____ frenó el vaivén de sus brazos para mirar a Lizzie—. Pero... pero... la cara de Maddie y... y Leah y... ¿qué lo hagamos juntas? —finalmente su mente había procesado lo importante. Lizzie estaba dejando implícita la pareja y eso a _____... le gustaba—. Pensé que... pensé que...

— ¿Pensaste que yo iba a tomar todas las decisiones aquí? —era lógico que lo hiciera. Y de hecho, _____ asintió—. Pues no, son nuestras tres hijas, lo tenemos que hacer juntas, ¿cierto? —Lizzie no quería nada más que un sí.

La tatuadora miró a una dormida Alex en sus brazos y luego a Lizzie—. ¿Juntas como mamás? —todavía no entendía. Lizzie asintió—. ¿También tengo que regañarlas? —Lizzie volvió a asentir.

—También puedes decirme cuando piensas que regaño demasiado —se apresuró la rubia en decir. Ella misma había reconocido su a veces excesiva rigurosidad.

_____ sonrió de inmediato y antes de contestar, caminó hasta la cuna improvisada que tenía en el estudio para Alex—. De acuerdo... digo que tienes... tienes razón. Juntas me gusta —había muchas confesiones en esas palabras y Lizzie lo sabía.

Se quedaron de pie mirándose una a la otra a pocos centímetros de distancias, tan solo faltaba un poquito y podrían continuar donde lamentablemente lo dejaron hace un año atrás. Sin embargo, las palabras de Scarlett retumbaron fuerte en la cabeza de Lizzie.

"Tienes que cuidarla".

— ¿Empezamos? —no se perdió la cara de decepción de _____ cuando se alejó de la pelinegra en busca de sus libros.

Mientras _____ tomaba su lugar en el escritorio, Lizzie se ponía más cómoda. Se puso la camisa al mismo tiempo que desajustaba el conjunto naranja.

—Estuve viendo tus exámenes y tienes un problema fundamental: las ecuaciones —si _____ aprendía eso, el resto era pan comido—. Y creo que lo que principalmente tienes que saber es que... ¡_____! —la empresaria estaba segura de que no tenía un pizarrón en sus pechos, así que _____ no podía estar mirando otra cosa que su delantera.

—Lo siento. Yo lo... lo siento... lo siento —más colorada disco pare—. No pude, no quise, sí quise, pero no pude, sí pude pero quiero... ¡no puedo evitarlo! —nunca podía mentir—. Son tan... son tan... —su vista volvía a los pechos de Lizzie.

— ¡_____! —Lizzie no podía evitar sentirse tremendamente alagada, pero a la vez avergonzada así como también confiada y feliz de ver esas reacciones en la otra chica

—Lo siento —se disculpó por última vez al mismo tiempo que agachó la vista hacia los papeles que Lizzie había puesto enfrente.

Lizzie sonrió—. De acuerdo. ¿Seguimos? —_____ asintió y la rubia volvió a su tarea de profesora—. Bien... como decía, tu mayor problema son las ecuaciones y por eso yo creo que...

— ¿Has estado con alguien? —la pregunta de la tatuadora la dejó abriendo y cerrando la boca como nunca.

— ¿Qué... qué...? ¿QUÉ DIJISTE? ¿Qué tiene que ver eso con las ecuaciones? ¿Por qué me estás preguntando eso? ¿Qué tiene que ver eso con...? ¿Por qué lo preguntas? —no sabía qué dirección tomar.

La pelinegra solo levantó los hombros—. Solo que... tú eres muy hermosa y Scarlett dice que todos te miran, y yo te vi en esa revista como todo el mundo seguramente te ha visto... y seguro que alguien... ¿me quieres contestar? —preguntó.

Lizzie aguantó como pudo para que su labio no se curvara del regocijo.

—_____, estamos aquí para que salgas bien y esa es mi principal preocupación, ¿sí? ¿Puedes enfocarte aunque sea un rato? —todo iba dicho en voz dulce. La pelinegra asintió, pero no escondió su tristeza—. Y no. Para que te quedes tranquila, no he estado con nadie —concluyó, tomando las hojas nuevamente y tratando de no mirar la reacción de la tatuadora—. Cómo te decía, he preparado una serie de ejercicios que vas a tener que hacer para practicar. La dificultad va a ir aumentando a medida que res... —se frenó—. ¿Y tú? —cambió el rumbo

_____ frunció el ceño y torció su cabeza—. ¿Y yo? ¿Yo qué? —no entendía a qué se refería Lizzie. ¿Hablaba de las ecuaciones, de los ejercicios? ¿Ella qué?

— ¿Has estado con alguien? —completó la empresaria. Si ella había contestado era justo preguntar lo mismo, ¿cierto?

A la tatuadora le costó unos segundos caer en la pregunta, pero le bastó solo uno para empezar a agitar su cabeza fuertemente. Si aún no podía sacarse el aroma del perfume de la piel de Lizzie de sus fosas nasales, ¿cómo pretendía la rubia que ella siquiera pudiera mirar a otra mujer?

Lizzie iba a dejarlo pasar, pero la voz de _____ volvió a interrumpirla.

—No creo que podría estar... digo... no creo que podría estar con nadie —la empresaria se había dado cuenta de cómo la pelinegra había logrado en este tiempo expresarse un poco más—. Aún... creo que... todavía sigo soñando y sintiendo como se siente estar dentro de ti, eres tan apretada y caliente...

— ¡_____! —tampoco era para largarse todo de entrada—. Hace calor aquí, ¿no? ¿Por qué no enciendes el aire? —de repente la habitación era más pequeña y sofocante—. Tal vez tenga que desabrigar un poco a Alex —eso le dio el perfecto pie para relajar sus piernas un poco. Se levantó y giró para estirarse—. ¡_____! —en cuanto giró la cabeza, vio a la pelinegra mirando su trasero como si fuera un pan dulce de chocolate navideño.

El deseo viajaba por los ojos de _____ para saltar a los de Lizzie.

— Perdón... perdón... perdón... no quise... sí quise... quiero decir... es que es... es perfecto, es todo redondito y con la curva perfecta y... perfecto y... y yo quiero... quiero tocarlo todo y...

— ¡_____! ¡Dios mío! —caminó rápido hasta su bebé e hizo de todo para parecer ocupada.

Se demoró acomodando y mirando a su hija, disimuló cantando varias canciones de cuna remixadas con la primera melodía que le aparecía en la cabeza al mismo tiempo y hasta intentó despertarla sin querer para tener una barrera entre ellas. ¿Cómo demonios quería Scarlett que se aguantara cuando la pelinegra no hacía más que provocarla? Respiró hondo y decidió retomar su tarea. Cuando volvió al escritorio, la pelinegra estaba de cabeza en los ejercicios, eso la iba mantener distraída.

Una hora después, Lizzie podía ver la cabeza de su chica trabajar completamente, realmente le costaban las matemáticas o estaba muy distraída porque _____ no pegaba una con los resultados. Ejercicio tras ejercicio y sus correcciones se volvían más y más rojas, eran peor que la libreta de conducta de Maddie.

La mano levantada de la pelinegra le indicó una consulta—. ¿Qué pasa? ¿Tienes alguna duda?

_____ asintió—. Quiero saber si... quiero saber si... quiero saber si me extrañas —soltó finalmente y dejando por no sé qué número de vez a Lizzie sin palabras y gesticulando como tonta—. Y realmente no... no entiendo nada de lo que estoy haciendo —agregó.

La respiración de Lizzie pasó por diferentes estados hasta que la rubia la pudo normalizar.

—_____, cariño —amaba poder decirle así nuevamente—. Por supuesto que te extraño. No ha pasado un día sin que te extrañe —la consigna era sacarse todo de adentro, ¿cierto? —. Pero hay cosas que tenemos que hablar. ¿No entiendes nada dijiste? —la cara de boba por la felicidad de _____ pasó automáticamente a ser una cara de culpa absoluta.

—Es muy... ¿en serio me extrañas? Esto es muy difícil —lo último era ambiguo, pero Lizzie sabía que la pelinegra se refería a las ecuaciones.

Lizzie le sonrió y caminó hasta su lado del escritorio.

—Hazme un lugar —iba a tener que tomar una decisión drástica y aún más drástica cuando vio que el regazo de _____ no estaba precisamente plano—. _____, cariño, quiero que escuches bien lo que te voy a decir —el trasero de Lizzie se reposó en el apoya brazos de la silla de la pelinegra—. Te extraño tanto que me duele cada segundo que no te tengo cerca. Te extraño tanto que cada segundo que no te veo confirmo que mi amor por ti es aún más grande de que lo yo creía, te extraño tanto que no puedo dejar de mirar a Alex a cada rato no solo porque amo a mi hija sino porque tiene tu misma nariz y el color de cabello —podía ver como el pecho de la pelinegra subía y bajaba con dificultad—. _____, yo te amo como jamás alguien podría amar a alguien —la boca de la pelinegra la buscó de inmediato y tuvo que ser bastante rápida para esquivarla, ofreciéndole un dedo para que besara en su lugar—. Pero... —delineó la cara triste de su chica—, primero es lo primero —dijo—. Dijiste que querías terminar de estudiar por ti, por nosotras, y yo te voy a ayudar como tú me ayudaste a mí —le dio un golpecito en la nariz—. Tal vez y solo tal vez y después de dejar a Alex en su habitación, tal vez podamos charlar tú —apretó el pecho de la pelinegra con su dedo—, yo —fue el turno de su propio pecho— y él —fue el turno del pene de _____.

La combinación de frustración, excitación y desesperación abundó en el rostro de la tatuadora—. Pero esto es muy... muy difícil —tiró de la cintura de Lizzie y logró sentarla sobre ella. Ahora sí el cuello de la rubia estaba a disposición. La empresaria soltó un enorme y largo suspiro cuando recuperó a su avestrucito.

—_____... —emocionada, besó la cabeza de la pelinegra al mismo tiempo que acariciaba su espalda

—No entiendo nada. Soy una burra —alegó.

—No eres burra. Yo te voy a ayudar —agregó Lizzie —. Solo tienes que... tenemos que buscar algo que... —levantó la cabeza justo para mirar uno de los muros llenos de cuadros con tatuajes épicos que tenía la pelinegra— tenemos que buscar algo que... —los tatuajes— algo que te entusiasme —lo dijo más como una revelación que como una duda.

Ya había encontrado la respuesta. Besó de nuevo la cabeza de _____ y se levantó, omitiendo la alegría que sentía por el gruñido de queja de _____.

—No te quejes —la reprendió en broma—. Tengo una idea —agarró un ahoja—. Mira, hagamos de cuentas que viene una chica, o mejor un chico —ni en ejemplos quería una chica cerca de su pelinegra — y te pide un tatuaje en su brazo —ahora sí la pelinegra miraba atenta la hoja sobre la que escribía Lizzie—. Le mides el brazo y en total tiene cincuenta centímetros de ancho, pero el muchacho no quiere que sea más grande que esta área —Lizzie dibujó un rectángulo enorme y puso en la base el número 50—. Supongamos que todo esta área mide 2 metros cuadrados entonces cuanto tiene que medir este lado —señaló el lado del rectángulo— para que no sea más grande que lo que quiere el chico —Lizzie podía ver los ojos de la pelinegra iluminándose—. Supongamos que el chico quiere un hermoso tribal de esos que tú haces con los ojos cerrados —cuando _____ le quitó el lápiz y puso todos los datos en una perfecta ecuación, Lizzie no pudo evitar sonreír.

—Eso es... es fácil —dijo _____ mientras sacaba cálculos—. Solo puedo hacérselo de casi dos centímetros de largo y un poco más porque si no se va a pasar y el chico no va a estar contento y se va a quedar sin su tatuaje— ¿Qué?

—_____, acabas de resolver una ecuación —la empresaria soltó una risa cuando vio como _____ intercalaba su mirada con ella y con el papel.

—Resolví... yo resolví una...

—Sip, mira. Esa es la incógnita X, esa es la constante y ese es B. Y eso quiere decir que usted, señorita _____ Williams, resolvió de forma perfecta una ecuación —la adoración con la que la miraba la pelinegra absorbió todas sus palabras—. _____...

—Te amo —era un día de sorpresas y la pelinegra se adelantaba a las palabras que estuvieron a segundos de salir de su boca.

Lizzie las recibió agitando su cabeza de forma negativa y haciendo que _____ la mirara confundida.

— ¿No quieres... tú no quieres que te ame? —la tristeza era el soporte de esas palabras.

La empresaria soltó una risa aguada por lágrimas sorpresivas—. ¿Cómo dices eso? —le pegó en el brazo en forma de juego—. Amo que me ames, pero se suponía que yo tenía que decírtelo antes. Se suponía que era mi turno de cuidarte y de demostrarte todo lo que yo te amo. No se vale que ahora tú me mires con esa carita y me lo digas, porque me haces quedar como la idiota que no hizo nada por recuperar a la mujer de su vida —lo dijo todo sin respirar y dejando caer más lágrimas.

_____ la miraba con alegría y seguía la caída de las pequeñas gotas con su vista hasta que lograba atraparlas entre sus dedos.

—Lizzie, el día que... el día que nos separamos me prometí a mí misma que... me prometí a mí misma que no iba a parar hasta ser la mujer que te mereces, la mamá que mis hijas merecen. Al minuto me di cuenta que... me di cuenta que no puedo hacerlo sin tenerte conmigo. Solo no puedo —dijo con una mano en cada mejilla de Lizzie—. No quiero... yo no puedo... no quiero ni puedo amar a nadie más. Mi corazón es tuyo y sé... sé que... yo sé que el tuyo me pertenece. Nos amamos, ¿cierto? —a la rubia le hizo gracia la pregunta.

—Sí, mi _____, sí. Nos amamos —afirmó con alegría—. Nos amamos mucho —agregó—. Quiero que sepas que... yo ya no soy la misma egoísta y egocéntrica de antes... —Lizzie hablaba y _____ asentía, creyéndole—. Yo ahora soy parte de ti. Soy parte de esto, soy parte de nuestra felicidad. Quiero tenerte para siempre... dime que te voy a tener para siempre, por favor —ahora era Lizzie la que ponía ambas manos en las mejillas de _____.

La tatuadora sonrió y con mucha delicadeza agarró ambas manos de Lizzie y las besos para después, con cuidado, correr a la rubia y sentarla en su escritorio—. Tú eres... la mujer más hermosa de todo el... ¿qué es más grande que el planeta? —preguntó.

Lizzie soltó una carcajada—. El universo.

_____ sonrió y siguió—. Eres la mujer más hermosa y perfecta de todo el universo... tú eres mi momento de felicidad, Elizabeth Olsen, y me voy a aferrar a ti pase lo que pase —fueron las últimas palabras que se escucharon porque lo siguiente fue el tan ansiado beso que se debían.

_____ mordió el labio de Lizzie al mismo tiempo que apretaba su trasero, haciendo que la rubia gimiera por ese gesto y por el bulto de la pelinegra volviéndola loca con el roce. Si no frenaban ya mismo, iban a traumar a su pequeña Alex de por vida.

—_____... —por suerte el celular de Lizzie sonó antes y la pelinegra no hubiera frenado sino hubiera reconocido el sonido que Lizzie tenía para las llamadas de Scarlett.

Lizzie corrió entre excitada y preocupada, Scarlett no hubiera llamado sino hubiera pasado algo con sus hijas.

Miró a _____ preocupada y atendió.

—Hola, Scar. ¿Qué paso con mis hijas? Dime que no les pasa nada, por favor...

—Lizzie, yo... Liz, amiga... Lizzie, es mi madre...

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