Punto de no retorno.
Madison.
Mis muñecas arden bajo la fricción con la soga que me ata.
Tengo sed y hambre, no sé cuántas horas llevo encerrada aquí. A pesar de no ver a nadie cuando salí, en este lugar hay mucho eco y se escucha como si fuesen ruidos terroríficos.
Ethan se largó hace horas y al fin puedo dejar mis lágrimas salir, no me gusta esta situación y no me gusta estar aquí, la sangre que salía del roto de mi boca paro hace unos momentos, pero arde igual.
Mi cara también arde por los golpes que dio el hombre que me engendró porque ya no es más mi padre. El mínimo amor que sentía por él van en descenso con velocidad.
Como desearía tener un celular para llamar a Theo, me siento desprotegida y débil aquí. No tengo con qué defenderme y no me gusta.
La puerta se abre aumentando mis sollozos. Ethan pasa la puerta y camina a mi alrededor presumiendo la asquerosa erección que se esconde tras su pantalón.
—No puedo soltarte para cogerte, así que usaremos esa hermosa boquita que solo usas para decir sandeces. —Debe bromear, no puede hablar en serio.
Aprieta mi mentón obligándome a subir la cabeza, mi cara está bañada en lágrimas que aumentan ante sus palabras.
—Ethan, te lo suplico —susurro aumentando el ardor en mi rostro—. ¡Por favor!
Le ruego al ver que suelta la bragueta liberando su asquerosa erección.
—Tus súplicas solo me excitan más.
Mi barbilla tiembla y mi espiración se acelera presa de las lágrimas al sentir la punta de su pene deslizarse en mis labios.
Echo mi cabeza hacia atrás alejándome.
—¡Dios, por favor, detente! —Suplico haciéndolo sonreír—. Por favor, no me hagas esto.
Mi pecho se rompe con el llanto que me agobia, sujeta mi barbilla tan fuerte como puede obligándome a abrir la boca. Lo mete en mi boca generándome arcadas, lo mete y lo saca haciéndome sentir más sucia con cada movimiento.
—¡Por favor, basta! —Ignora mis pedidos haciéndome ahogar cuando lo mete completo en mi boca.
Lo muerdo haciendo que lo saque y que se queje de dolor, el vómito me invade y lo dejo salir. Se aparta preso de la ira y el asco.
—Maldita perra, no sirves ni para chuparla. —Suelta el golpe que resuena en mi cara haciendo sangrar mi nariz sacándome un grito.
Arregla su pantalón y suelta la soga que me ata, no me da tiempo a reaccionar. El golpe impacta en mis costillas arqueándome de dolor, caigo al piso y esto le produce risa.
Me golpea nuevamente privándome del aire, no me deja retomar el aliento y me toma del cabello arrastrándome fuera de la habitación.
—¡Basta! ¡Detente, por favor! —Suplico presa el dolor que abunda mi cuerpo y mi corazón.
Me mete a otra habitación completamente vacía, no hay ni siquiera un mueble y parece más una celda por las rejas que sirven de puerta.
Me suelta en el piso dando otra patada que me arquea al sentir el dolor en mis costillas nuevamente.
—La próxima espero estés más disponible, cariño. —Me obliga a besarlo y yo solo estoy sumergida en buscar el aire del que me privo con el golpe.
Me arrastro a una esquina de la habitación que ni siquiera cuenta con persianas, el vómito me invade otra vez, pero solo escupo la saliva. ¿Qué voy a vomitar si no tengo nada en el estómago?
Abrazo mi propio cuerpo cubriendo mis oídos de los ruidos qué hay y dejando las lágrimas salir, no creo que pueda recuperarme de esto y menos salir de esta celda.
Estoy condenada a estar aquí por el simple hecho de no querer seguir las reglas que me obligaban a ser el objeto para relucir ante la gente de Ethan.
Theo.
Catorce malditas horas han pasado, me estoy hartando de esto.
—Camila, estoy harto. —Me levanto de la silla, estamos todos en casa de los Longwell, incluidos Madelaine, Thiago y mi madre.
Thiago apenas supo, insistió que quería ayudar, jodió tanto hasta que mamá lo tuvo que traer.
—Debemos esperar, Theo. Él se comunicará con nosotros en algún momento y ahí rastrearemos la llamada. —Adam Longwell trata de calmarme.
No metimos a la policía en esto y nos estamos haciendo cargo nosotros mismos, pero no hay resultados y eso me altera.
Me levanto hastiado tratando de salir, pero siento un fuerte dolor en mi abdomen como si me hubiesen golpeado privándome del aire, debo apoyarme en la pared tratando de reponerme.
¿Qué diablos fue eso?
—¿Estás bien? —Mamá corre a socorrerme.
—Sí, solo necesito aire... —suspiro y me lleva devuelta a la silla impidiéndome salir.
Mi celular vibra dándonos la llamada que necesitamos, contesto rápido poniéndolo en altavoz.
—¿Ya estás en el aeropuerto? —Indaga el maldito de Ethan.
—No, no me iré de aquí hasta verla libre de tu maldito secuestro. —El dolor sigue presente en mi abdomen, no entiendo de donde proviene.
—Entonces me obligarás a golpearla aún más. —Escucho que está en un auto, la llamada no sirve para rastrear, ya que la laptop no da resultados que muestren su ubicación.
—Recuerda esto —hablo despacio para que me entienda—, cada mínimo golpe que ella tenga, tú lo recibirás multiplicado por diez.
—Está usando un teléfono desechable, no puedo rastrearlo. —Susurra el papá de Camila aumentando mi desespero.
—Theo Maxwell, te ordené salir de Londres. No te quiero aquí cuando nos casemos.
—Te vas a casar con la perra que te parió —respondo—. Más te vale no lastimarla porque te mataré yo mismo.
Cuelga la llamada para evitar rastreos, ya que se limitó el tiempo.
—Esto no sirve para una mierda —reniego—. Debieron hacerme caso, debimos secuestrar a los Fernsby así estaba parejo el tablero.
—Tranquilos, con el tiempo se acostumbran —Jacob calma la cara de asombrados de sus suegros—. A veces es medio sádico, pero es buena gente.
Todos guardan silencio.
—Estoy harto de estar aquí. —Me encamino a la salida, subo al Lamborghini saliendo de la propiedad.
Hay algo que no sale de mi cabeza. Ethan no tiene la inteligencia para algo como esto; se llevó los papeles, usa teléfonos desechables, corta la luz de todo un piso y se está moviendo bastante bien para no ser rastreado.
Hay alguien más detrás de esto.
Me estaciono en la antigua mansión Maxwell, ahora está abandonada, pero sigue teniendo todo en su lugar. Madison solía venir mucho aquí, la casa del árbol aún está intacta. Sonrío cuando mis ojos se empañan. Diablos.
¿Por qué siempre que estamos haciendo las pases y todo está bien sucede algo?
Tal vez estemos destinados a ser infelices.
Siento un ardor en mi garganta y tallo mis ojos frenando las lágrimas traicioneras que trataban de salir. No voy a parar hasta sacarla de donde esté y todo el que esté involucrado lo pagara caro.
Me tienta subir a la casa del árbol, pero no lo hago.
No estoy para eso ahora. ¿De qué me serviría recordarla como si estuviese muerta? Mejor me pongo a hacer algo de provecho.
Salgo de la mansión abandonada y marco el número de un hombre que conocí en el bar donde pelee aquella vez, aún tengo rastros de esos golpes, pero gracias a la buena cicatrización de mi piel casi no tengo comparados a como estaban.
Maximiliano Beckett, es el dueño del bar donde pelee y tiene hombres a su disposición. Justo lo que necesito ahora.
Al cuarto pitido me contestan.
—Aquí Maximilian, ¿allá quién?
—Theo Maxwell.
—Uhm —lo escucho asentir ante la mención de mi nombre, vio como pelee y se acercó a mí para ofrecerme ser uno de sus hombres, obviamente me negué y termine contándole mi historia con Madison como si fuésemos mejores amigos, es un buen tipo a pesar de su trabajo—. ¿Cómo estás, chico?
—Mal, de hecho —informo—. Necesitó de tus servicios.
—¿A quién quieres matar?
—No ese servicio, el otro —seré todo, pero no asesino, al menos no aun—. Necesito que rastrees a una persona, a Madison.
—¿Tu chica? ¿Qué pasó con ella? —Indaga.
—¿Recuerdas el rubio hijo de perra del que te hablé? —El odio latente en mi voz—. La secuestró, es una mierda cobarde y me exige irme de Londres. Obvio no lo haré y menos dejaré que la someta a ser su esposa y vivir ese martirio, necesito que tus hombres investiguen donde la tienen.
—Claro, yo me encargaré personalmente.
—¿Cuánto debo llevarte al bar? —No me importa si me cobra cien millones, los daré sin pensar.
—Será cortesía de la casa, para que veas que me caíste bien. Por lo que me contaste tu chica parece ser buena persona, te ayudaré.
—Gracias, me informas cualquier mínimo de detalle, por favor. —Es lo último que digo, colgando la llamada.
Necesito encontrarla antes de que le hagan algo que no tenga solución, no soportaría verla mal.
Este es el cap que iba a subir en la madruga, es uno cortito, pero crucial e importante.
Nos leemos❤️