No soy para ti - Elizabeth Ol...

By LizzieYourQueen

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Elizabeth, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia... More

Piso 10
Mirar, torcer y abrir
La rarita
Las chicas como tú.
Will
El verdadero poblema.
¿Tu cuarto o el mío?
El camión de helados.
Leah
No soy tu protectora.
No darle importancia a Williams.
Los suegros.
La bella princesa y la princesa derrotada.
Mi avestruz.
Que se ponga el saco a quién le quepa.
La vibora y el mito.
Protección.
De paso.
5 muertes + 5 errores = 1 arrepentimiento.
La semaforización.
Tres citas y un desplante.
¿Primera cita?
La presidenta.
Llego la pizza.
Te amo.
¡Ding!
El farmacéutico.
La caja azul de terciopelo.
La hacienda.
Hasta aquí llegamos.
Una llega y otra se va.
La cuenta está empatada.
Sonidos de dolor, sonidos de alivio.
Temas pendientes.
Las rubias se divierten mas.
Wiwi.
Por fin.
Uuu... uuu.
La verdadera razón.
El adios de la ballena.
Roro.
¿Coco o llena?
Todos los caminos conducen a la fiesta.
Que sea lo que Dios quiera.
La ultima caricia.
Libreta de calificaciones.
__ + E = x.
Familias que crecen.
A pocos pasos.
El futuro.
Extra: El solo de Maddie parte 1.
Extra: El solo de Maddie parte 2.
Extra: El solo de Maddie parte 3.
Nueva historia.

¿El último regaño?

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By LizzieYourQueen

En algún centro de estética de Los Ángeles.

— ¿Pueden creerlo? ¿Pueden creerlo? —Lizzie repetía la misma pregunta una y otra vez tratando de llamar la atención de alguna de las mujeres que estaban junto a ella—. ¿Pueden creerlo? —repitió esta vez con un tono de burla.

La empresaria tenía su cabeza empapelada en aluminio y la habían puesto bajo varios focos de color rojo que emitían calor. Lizzie tenía una revista en sus manos cuyas hojas estaban sufriendo la furia de una Olsen porque Lizzie las pasaba de un lado al otro sin importarle su contenido y mucho menos si su mano se quedaba con una página suelta.

Jarnett estaba a su lado con la revista People en sus manos y tenía su cabeza en las mismas condiciones que su hija, la mujer parecía no prestarle atención a las quejas de Lizzie y, por el contrario, se había quedado muy entusiasmada leyendo la noticia del nacimiento de la hija de Kim y Kanye.

Del otro lado de Lizzie, estaba Scarlett. La norteamericana era la otra mujer que la acompañaba en la misma fila de lámparas de calor, pero, al contrario de las mujeres Olsen, Scarlett solo tenía algunos mechones de cabello envueltos en aluminio y no estaba disfrutando de ningún chisme, sino que en una de sus manos tenía el contrato de compra y venta de la parte que pensaban adueñarse de Tiffany & Co y en otra un resaltador amarillo con el que resaltaba las partes más interesantes de lo que leía. Al parecer, la norteamericana estaba repasando punto por punto el escrito para que nada se les pasara por alto.

— ¡UGH!

Lizzie ahogó un grito de furia en la revista que tenía en sus manos, que para nada les movió un pelo a las dos personas que tenía a su lado, pero sí lo hizo con la rubia bailarina que tenía enfrente y que se estaba dejando esculpir sus uñas por una jovencita que estaba concentrada mientras trataba de dejar las uñas de Florence a la última moda sin que su tarea se viera afectada por lo que hablaban el resto de las mujeres que estaban en el salón, lo que era prácticamente imposible.

—Lizzie... —Florence intentó, pero Lizzie la interrumpió al sacar su cabeza de la revista.

— ¡Es que ni yo misma puedo creerlo! —afirmó—. Mi novia, la mujer que amo, la mujer con la cual voy a tener un hijo...

— ¡Alabado sea el Señor! —por un segundo Jarnett dejó de mirar la revista para hacer una plegaria hacia el cielo.

—...La mujer que me hace el amor de una manera increíble... —siguió Lizzie.

— ¡Alabado sea el rarón! —esta vez fue Scarlett la que dejó el contrato para elevar una oración por el miembro de _____

—...La mujer que me hace el ser más feliz de este planeta, logra que la deteste con tres estúpidas palabras: "es mi amiga", "es mi amiga" —terminó, haciéndole burla a la forma en que su novia se refería a Hailee.

—Lizzie... —Rosé le reprochó—. Tú no detestas a _____ —le recordó como si Lizzie no lo supiera.

—No, no la detesto —le dio la razón—, la amo con todo lo que pensé que nunca podría llegar amar a alguien —afirmó—, pero me desespera. _____ Williams me saca de quicio... ¡UGH! —ahogó otro grito en la revista.

—No le hagas caso, Flo —se metió Scarlett—. Lizzie solo está celosa porque alguien quiere quitarle su rarón y llenarlo de diamantes —opinó—. Cosa que yo no haría, a mí me gusta así en bruto, con todo su monstruoso tamaño resplandeciendo —agregó.

—Scarlett... —Lizzie había hecho un rollo con su revista—. Primero que nada, no estoy celosa y segundo, a ti no tiene por qué gustarte algo que no has visto y que no te pertenece, ¿de acuerdo? —su voz no temblaba.
Scarlett soltó una carcajada seca y corta mientras pasaba la página del contrato.

—Por favor, Liz, no sigas mintiendo que por más que trates, tu nariz no va a ser más grande que el pene de tu novia —la joven que le limaba las uñas a Florence erró un poco la forma circular que le estaba dando a la uña del dedo—. No estás celosa, estás MUY celosa, y no lo he visto en vivo y en directo, pero con lo que he visto alcanza para imaginarlo y soñarlo todas las noches —dijo muy segura.

—Scarlett...

—Además, por la forma en que caminas y por cómo te quejas al sentarte, hija mía... —Jarnett movía su cabeza de un lado hacia al otro—. ¿No les parece que esos zapatos quedarían mejor en un verde furioso? —les mostró una página de la revista a la que todas le prestaron atención menos Lizzie.

Lizzie miró a su madre—. ¿Qué pasa con mi forma de caminar y sentar, madre? —la empresaria había tratado de ser lo más discreta posible, pero al parecer había fallado.

—Bueno, cariño... —para Jarnett era obvio—. Digamos que sentarte despacito y diciendo: "ay, ay, ay, ay"... —la mujer imitó tan bien a su hija que hizo reír a Scarlett y a Florence y hasta a la joven de la manicura—... no es una buena forma de disimular el tamaño del pene de tu pareja —concluyó.

— ¡MAMÁ! —lo que menos quería era debatir el tamaño del miembro de _____ con su madre.

— ¿Es grande? —todas miraron a la metida joven que había frenado la tarea de limar las uñas de Florence para sacarse la curiosidad. Demás está decir que lo primero que recibió fue una mirada de fuego por parte de la empresaria.

—Ese no es tu proble—

—Grande no es la palabra —interrumpió Scarlett—. Es... es... GIGANTESCO. Es como si tuviera vida propia. Tendría que ser considerado como una de las maravilla del mundo —agregó señas a la explicación.

—Scarlett...

Jarnett soltó un resoplido y miró a la manicura—. Créame, señorita, que jamás en mis años de vida y con toda mi experiencia vi algo igual —Jarnett soltó un suspiro y agregó—. Impactante realmente...

—Mamá... —algo estaba por explotar y nadie se daba cuenta

—Entre Scar, los chicos del estudio y yo le hicimos un usuario en Twitter por si quieres seguirlo —contó Florence a la emocionada mujer que ya estaba tomando su celular—. El usuario es elgranrarón y tiene más de quince mil seguidores ya —explicó.

Jarnett soltó una carcajada mientras revisaba su cuenta de Twitter en su iPhone.

—Escuchen esto... —dijo la mujer—. Elgranrarón dice: "En Los Ángeles y buscando un lavadero de coches que me deje bañarme" —leyó con gracia.

—Scarlett... —Lizzie ya había visto a su amiga escribir el chiste en su celular.

El celular de su madre volvió a dar un aviso de notificación y esta vez a la carcajada de su madre se le unió la de Florence y la de la manicura que estaban mirando sus propios celulares.

—Elgranrarón dice: —esta vez leía Florence—. "Me detuvo la policía por exceso de equipaje, le dije que no traigo nada, que es solo mi peso, me dejaron seguir con la condición de que circulara por el carril de carga pesada" —cuatro mujeres estallaron de risa.

— ¡BASTA!

Las risas se acabaron así como empezaron. Lizzie había usado el cono que había hecho con la revista de megáfono para soltar su grito de silencio. Toda la peluquería sintió el grito, pero al ver que era nada más y nada menos que Elizabeth Olsen, nadie se animó a meterse.

—Lizzie...

— ¡Lizzie nada, mamá! ¡Lizzie nada! —se había enojado—. Estoy aquí hace dos horas tratando de que alguien me entienda, de que mi madre o mis dos mejores amigas, o inclusive una extraña —señaló a la manicura que corrió la cara rápido y siguió con la tarea que le tocaba— me ayuden a averiguar por qué mi archienemiga podría tener un masivo enamoramiento en mí novia, novia que, a propósito, me iba a pedir matrimonio el día que ustedes dos interrumpieron todo... —no solo la cara de Jarnett y de las otras dos chicas se desfiguró sino también la de la manicura que a esta altura iba a dejar a Florence sin uñas—. Y que ahora no quiere casarse porque tiene la loca idea de que ella no me merece y por eso le devolvió el anillo a la mujer cuya empresa es la que he querido apoderarme desde joven y que, de hecho, lo voy a hacer este lunes —afirmó sin dudarlo—. Y tendría que estar feliz, ¿cierto? —todas la miraron, pero sabían que no era que les estaba dando el pie para contestar sino más bien para que guardaran el mayor silencio posible.

Alguien abrió la boca y rodó los ojos en su dirección. La persona la cerró.

—Tendría que estar inmensamente feliz porque finalmente se va a concretar el famoso negocio por el cual nos mudamos a Nueva York y por el cual conocí a la estúpida de mi novia, ¿cierto? —otra vez la pausa—. ¡Pero nooo! —agitó su mano—. Noooooo —repitió, moviendo su dedo índice para los costados—. No puedo estar feliz porque ahora lo único que tengo en mi cabeza es la cara de decepción que puso _____ cuando se enteró de mis intenciones —esa cara la había perseguido desde que se separó de la pelinegra—. ¿Por qué diablos no me pude enamorar de alguien sin moral, de alguien sin escrúpulos? Alguien como... como... —la empresaria giraba las hojas de la revista con velocidad—. ¡Amanda Bynes! —les mostró la revista a todas y todas coincidieron en la elección—. ¿Por qué diablos no me enamore de alguien que lo único que le importa es el dinero o la ostentosidad, o el lujo? —siguió—. A Robbie no le hubiera importado que me adueñara de la joyería, ¿cierto?

—Probablemente ya hubieses abierto una cuenta corriente para él —agregó Scarlett.

— ¡Exacto! —Lizzie estuvo de acuerdo—. ¡A eso es lo que me refiero! O... o... o tal vez alguien como Boyd. Él hubiera sido perfecto. Probablemente fuera a visitarme todos los días para ver qué vendedora puede levantarse o qué negocio ilegal puede levantar...

—Probablemente lideraría el mercado de joyas falsas —opinó Jarnett, que no se guardó su poca simpatía por el muchacho.

— ¡Eso es lo que yo pienso! —Lizzie no podía estar más de acuerdo y se levantó de un salto para resaltar su punto. Caminaba de un lado al otro siendo seguida por la vista de su madre y de sus amigas—. ¡Pero nooooo! ¡Noooo! No —se puso un dedo en el pecho—. ¿Qué tuvo que hacer Elizabeth Olsen?

La empresaria soltó una enorme carcajada que hizo que Scarlett y Florence se miraran preocupadas.

—Yo, Elizabeth Olsen, tuve que venir a enamorarme de la mujer con el corazón más grande del planeta entero. Me enamoré de la persona con el alma más grande del mundo y con la moral más grande de la tierra... y no quiero chistes sobre otras cosas grandes que tiene —advirtió antes de que Scarlett tomara su celular o que hiciera algún comentario de los suyos—. Me tuve que enamorar de una mujer a la que no le importa el dinero, no le importan las apariencias, no le importan los negocios, ni el lujo, ni el status, ni nada que este puto mundo materialista ofrezca. _____ no miente, no estafa, no engaña, no hace nada malo —dijo furiosa—. _____ solo quiere que Hailee, su "amiga" —agregó las comillas con sus dedos—, no se ponga triste porque su malvada novia le va a quitar su pasión, la misma pasión que ella pone en sus tatuajes, tatuajes que le dan dinero, pero que a ella no le importa y que, además, su malvada novia la estaba obligando a dejar de hacerlos.

Lizzie se sacó todo lo que tenía adentro de un solo respiro. De tal forma que cuando terminó, le costó recuperar el ritmo normal de respiración.

En cuanto se desplomó sobre la silla, puso su cabeza entre sus manos mientras su madre acariciaba su espalda. El pequeño lugar donde estaban sentadas hizo un silencio absoluto, ni siquiera la manicura había podido seguir limando las uñas de Florence.

—Mami —Leah llegaba con su cabeza llena de pequeños rulos y un gran cobertor color bordó en su delantera, que evitaba que se manchara su ropa o que se llenara de cabellos propios o ajenos.

Cuando Lizzie escuchó la voz de su hija, levantó la cabeza con una sonrisa enorme, nadie se sorprendió del cambio de actitud. Al contrario, todas sabían lo que Leah causaba en Lizzie.

—Dime, tesoro —la empresaria la subió a sus piernas de inmediato.

La pequeña se acomodó en las piernas de Lizzie y torciendo su cabeza muy a lo _____, lo que hizo al corazón de Lizzie latir más fuerte, miró a su madre para luego preguntar: —. ¿Tú también... tú... tú... tú también te vas a hacel...?

—Hacer —la corrigió Lizzie como siempre.

La pequeña asintió rápidamente—. ¿Tú también te vas a hacer ondas como yo? —preguntó, enfocada en la cabeza envuelta de su madre.

Lizzie asintió—. No tantas como tú, pero alguna que otra sí —dijo sonriente—. Yo me voy a cambiar el color de cabello también. Voy a volver al que tenía antes —explicó.

La pequeña abrió grande los ojitos.

— ¿El que tenías antes? —Jarnett se rio por la cara pensativa de su nieta—. ¿Castaño?
—No.

— ¿Cómo? ¿Cómo el mío? —preguntó de vuelta la pequeña, señalando su cabeza.

Lizzie volvió a asentir—. Sí, cariño, como el tuyo. Vuelvo a ser rubia como tú —agregó.

La pequeña sonrió contenta—. Pero ya lo eres.

—Aún es un poco oscuro.

La niña asintió.

— ¿Tu clees... tu crees...? —se corrigió antes de que la corrigieran—. ¿Tú... crees que a mami _____ le va a gustal... gustar? —preguntó la pequeña, señalando su propio cabello primero y después la cabeza de su madre.

La empresaria giró sus ojos y mientras Scarlett chistaba por la pregunta, Jarnett sonreía. Leah siempre tan enamorada de su otra madre.

—Tesoro, a _____ le gusta todo lo que nosotras nos hagamos —le afirmó no muy segura de como su novia iba a tomar su nuevo cambio de look después de haber visto cómo reaccionó al oscuro de su cabello.

Leah soltó un suspiro dramático que hizo que las cinco mujeres presentes se derritieran. La pequeña se tiró sobre el pecho de Lizzie y la empresaria aprovechó para abrazarla y acariciarle la espalda.

Después de unos segundos, habló: —. ¿La tenemos bobita, cielto? —Lizzie dejó pasar el error en la palabra porque la risa le salió antes—. A mami _____ le gusta todo porque la tenemos bobita —completó la pequeña, creando más risas a su alrededor

—Esta hermosura lo tiene más claro que tú, hija —interrumpió Jarnett, acariciando la mejilla de su nieta.

—Mami... —Leah se reincorporó rápidamente, acordándose de por qué había salido del salón de niños para buscar a su madre—. Tengo un poco de hambre —se esforzó en decir.

Todas las adultas se miraron y giraron los ojos. Leah nunca decía que tenía hambre. Al igual que _____, los ruidos de su estómago la delataban y prácticamente había que forzarla para que comiera.

—Leah —Scarlett giró los ojos y le habló suave a la niña—, ¿de verdad tienes hambre o te mando Olivia? —preguntó, sabiendo que al igual que su otra madre, a la pequeña no se le daba muy bien la mentira.

—Eh, eh, eh... —Leah empezó a ponerse nerviosa tal cual _____ lo hacía—. Yo... yo tengo un poquito de hambrle y... Olivia... Olivia... a Olivia se le telminalon las galletas entonces... entonces ella me dijo que... que... pelo le plometí que no iba a decil que ella me mandaba —los nervios la hacían olvidarse de que tenía que corregir sus palabras.

— ¡Oh Dios! —Scarlett no necesitaba más—. En serio, Flo —la bailarina reía animada—. Esa niña va a ser una bola gigante —dijo—. No sé qué vamos a hacer con ella, nos va a terminar comiendo a todos —exageró.

—No seas mala, Scar —la calmó Florence.

—Leah, cariño —Casandra habló—. Dile a Olivia que en unos minutos terminamos aquí y nos vamos a comer lo que ustedes quieran —anunció.

La pequeña se bajó de su madre y corrió con una enorme sonrisa para el salón de niños.

— ¿Qué? —después de que se aseguró de que Leah estaba de vuelta sentada en su lugar, Lizzie se encontró con la mirada de su madre sobre ella.

—La niña lo tiene todo más claro que tú, Lizzie—afirmó la mujer—. Tienes embobada a _____ y lo sabes, no sé qué te preocupa tanto —dijo—. En vez de estar disfrutando con tu madre y amigas del sábado de chicas, llevas horas buscándole algún defecto a esa pobre chica cuando tú eres la celosa —justificó con razón Jarnett.

—No es cierto...

—Sí lo es —Jarnett la interrumpió sin dejar lugar a dudas—. Y déjame decirte algo, Lizzie, y ustedes dos que hoy tienen su primera cita también van a escuchar —Florence y Scarlett la miraron con atención—. Si _____ y tú piensan que por cada pelea que tengan o por cada mujer u hombre que se les insinúen lo mejor es alejarse de la otra, van por el camino equivocado —espetó—. No es así como funciona una pareja...

—_____ y yo no somos una pareja normal, mamá —eso todo el mundo lo sabía

Jarnett asintió—. Lo sé, hija mía —habló más suave esta vez—. Pero son una pareja al fin y al cabo, y tal cual lo dice su significado: las cosas se solucionan de a dos, se hablan de a dos, todo es de a dos. Tu padre y yo nos hemos manejado todo así siempre y nos ha dado muy buenos resultados así que en vez de estar refunfuñando por lo bajo y preocupándote demás, y arruinando el día en que por fin puedo sacarme de encima al pesado de tu padre—

—Creí que las cosas se hacían de a dos —dijo Lizzie burlonamente.

—Que ame a tu padre con todo mi corazón no quiere decir que no necesite un respiro de vez en cuando, Lizzie—aclaró Jarnett, que siguió con su revista como si nada.

—Aun así me preocupa la defensa constante de mi novia hacia esa tipa —Lizzie se cruzó de brazos.

— ¿Te preocupa que la perra de las joyas te la quite o no te gusta que _____ piense que estás destrozando la empresa de su amiga? —agregó Scarlett, ofuscando aún más a su socia.

— ¿Creen que Hailee esté detrás de _____? —preguntó Florence, evitando una nueva discusión entre Scarlett y Lizzie.

Lizzie giró los ojos—. Estoy segura de eso —afirmó—. La cara que tenía cuando la vio en el vestíbulo el día que fuimos a hablar con su padre, era la misma cara de estúpida que ponen todas las mujeres cuando miran a mi novia —agregó.

—Se la quería comer con condimento y todo —opinó la norteamericana—. Pero no te preocupes, Liz, con este contrato la tenemos agarrada de su brillante diamante —la cara que puso su socia no le gustó para nada—. ¿Lizzie? —la norteamericana le apuntó con el dedo—. No quiero ni pensar que vas a frenar esto por lo que dijo la rarita, ¿me escuchas? —se anticipó.

— ¿Lo estás pensando, Lizzie? —su madre también había visto la cara de su hija.

Lizzie sacudió la cabeza.

—No, no, claro que no —repitió—. No hay nada más que quiera que aplastar a esa engreída mujer —afirmó, tratando de no parecer insegura. La empresaria no supo por qué instintivamente se llevó las manos a su estómago en cuanto pensó en _____—. Es solo que extraño a _____ —confesó—. Tal vez no debí dejar que papá se la llevara a jugar al golf y debí insistir para que viniera con nosotras...

—No creo que a la rari le interese mucho el shopping, Liz, a no ser que quiera comprarse un nuevo freezer para poner más cadáveres o algo así —las teorías de Scarlett nunca se acababan.

—Además —Jarnett saltó—, ¿quién te dijo que se iban a jugar al golf? —Jarnett había tomado otra revista y la estaba ojeando desinteresadamente.

—Bueno, eso es lo que supongo que hace papá los sábados por la tarde con sus amigos cuando tú huyes de él —para Lizzie era eso o juntarse en el club a discutir sobre cosas que solo a los hombres les interesaba.

Jarnett soltó una carcajada que despertó la curiosidad de las tres chicas y más aún cuando la madura mujer siguió riendo y diciendo cosas por lo bajo.

—Mamá... —a Lizzie algo le daba mala espina—. Mamá, ¿qué hace papá los sábados por la tarde mientras tú estás aquí o de shopping? —preguntó curiosamente mientras erguía su espalda.

—Bueno, Lizzie...

En algún lugar de Los Ángeles.

— ¡Vamos, _____, anímate! —David le dio una palmada en la espalda a la chica tan fuerte que la pelinegra casi se traga el sorbete con el que estaba tomando su gaseosa.

— ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof! —no se tragó el sorbete, pero todo el líquido que tenía en la boca se fue por un conducto que no era el correcto.

—Bueno, ya, ya... tampoco te pegué tan fuerte —David se disculpaba, dándole palmadas más suaves para tratar de reanimarla.

—Además, David tiene razón, muchacha —uno de los cuatro amigos que acompañaban a David habló. Su nombre era Henry y era el único solterón del grupo—. Tienes que animarte —aconsejó—. ¡Mira! —señaló el lugar repleto de mujeres con poca ropa que pasaban sirviendo cerca de ellos o que bailaban en las tarimas, o en tubos—. Esto es el paraíso.

— ¡Salud! ¡Por el paraíso! —otro de los hombres, al que David le había presentado a _____ como Mario y que ya tenía a una de las chicas sentadas en su rodilla, levantó su cerveza para brindar y el resto lo imitó.

Al contrario de los otros cinco hombres animados, _____ no levantó su vaso, solo siguió mirando al piso. La tatuadora estaba sentada en su silla en posición de indio con ambos brazos apoyados en la mesa y así aprovechaba de tomar su gaseosa, acercando solo su cabeza al sorbete.

—David, nos dijiste que a la novia de tu hija le gustaban las mujeres —dijo Henry, mirando el poco entusiasmo de la chica por la belleza que la rodeaba.

—Y le gustan, pero antes de venir se peleó con mi Lizzie y eso la dejó toda afligida a la pobre. Es que cuando te agarran las mujeres Olsen, no te recuperas fácilmente —hablaban como si la chica no estuviera presente.

—Jovencita —otro de los hombres habló—, déjame decirte algo de las mujeres...

—Aquí vamos de nuevo —al parecer el tipo ya tenía cansado a sus amigos con sus consejos, porque todos giraron los ojos al mismo tiempo que bebieron de sus cervezas.

—Jovencita... —el hombre no le dio importancia a los comentarios de sus amigos—, las mujeres son como las olas, detrás de otra siempre viene una mejor —finalizó

David giró los ojos.

—Mario, eso lo dices porque tú te has divorciado cuatro veces ya y cada vez que lo haces, te buscas una más joven que la otra. ¿Cuántos años tenía la última? El otro día me pareció que la vi saliendo de la universidad —viejo verde el amigo de David.

—Y estoy a punto de cambiarla de nuevo —los ojos del hombre estaban sobre la mujer que bailaba sobre una tarima cerca de su mesa solo con una fina tanga roja en su trasero.

—Lizzie no es una ola —la voz de _____ por fin se hacía notar entre la música provocativa que sonaba y las risas del grupo. Sin embargo, cuando tuvo los cinco pares de ojos encima, se puso nerviosa de nuevo—. Lizzie... Lizzie es... es... Lizzie es todo el océano entero para mí. Lizzie es todos los mares del mundo y si encontraran agua en otros mundos, también eso sería para mí —finalizó segura de lo que estaba diciendo.

Cuatro hombres la miraban sorprendidos y uno orgulloso, obviamente este último era el padre de su novia.

— ¡Ay! —el más viejo de la mesa suspiró—. El amor joven, cuanto lo extraño —dijo sabiamente—. Daría lo que fuera para poder regresar el tiempo y poder revivir la primera vez que mi Lidia y yo hicimos el amor en mi Dodge en el autocine —recordó.

—Arthur, por favor, no empieces con—

— ¿Lidia es... es su mujer? —interrumpió _____.

El hombre miró a la pelinegra—. Era. Lidia era mi mujer. Murió hace ya varios años, pero mi Lidia era todo para mí. Después de ella nunca pude encontrar a otra que me amara de la misma forma en que ella lo hacía —agregó, apoyando los codos sobre la mesa y sintiéndose abatido.

—No, no, no, Arthur, te prohíbo que te pongas así. Necesitas otro baile. ¿Dónde se metió la pelirroja que tanto te gusta? —Mario chasqueaba sus dedos para tratar de hacer aparecer una bailarina.

—Eso es Lizzie para mí —dijo la pelinegra—. Lizzie es mi todo. Lizzie, Leah y mi bebé son mi todo —dijo antes de tomar un sorbo de su bebida para después volver a hablar—. Pero ahora Lizzie está... está... está enojada conmigo y....y... la mayoría del tiempo está enojada conmigo por mi culpa porque... porque yo no sé... yo no sé... yo no sé cómo comportarme para ella. ¡Soy una estúpida! —enfatizó esto último con un golpe en su frente.

— ¡Oh Dios! Mi mujer me dice exactamente lo mismo —acotó otro de los hombres que tenía una prominente barriga y una reluciente calva, y que, al igual que el viudo, estaba disfrutando de una sexy bailarina que se contorneara sobre sus piernas—. Cinthia siempre me dice: "Horacio, no sirves para nada, eres un inútil, ni siquiera sabes cómo tocar mis tetas" —el hombre imitó a su esposa.

—Eso es porque siempre que venimos aquí nunca nos dejan tocar —se quejó el más joven de los hombres que al igual que sus dos amigos, tenía un par de pechos bailando en su cara. Los únicos que no tenían mujeres en sus piernas eran David y _____.

—Y por eso es que dejo que ella se deleite con jardineros musculosos o entrenadores personales que la entretienen, no me molesta, yo no estoy para esos trotes ya —dijo el barrigón, mirando a _____ por el costado de la bailarina.

_____ lo miro con su ceño fruncido.

—Yo... yo no podría... no podría aguantar que Lizzie miré a otro u otra —el solo hecho de pensarlo la hacía apretar sus puños fuertes y le llenaba el pecho de rabia. _____ sacudió la cabeza para sacarse esos feos pensamientos y luego se encogió de hombros mientras seguía mirando a la mesa y a su gaseosa—. Yo... yo... golpee a unos de sus amigos... le di un fuerte golpe en la cara... creo que se llama Boyd o algo así. Lo golpee porque bailaba con ella y la miraba... la miraba con cara de baboso...

—Detesto a ese tipo —agregó David, levantando su mano para que _____ le chocara los cinco.

_____ asintió de acuerdo con el sentimiento y no dudó en hacer lo que la mano del hombre proponía.

—Y antes también había golpeado a...a... su ex novio —David sonrió y le dio una palmada de agradecimiento, recordando el golpe de _____ a Robbie y volvió a poner la palma abierta para recibir el choque de _____. La pelinegra, entusiasmada por la aprobación de su suegro, siguió—. Y antes había amenazado a uno de sus amigos... a Chris —levantó su mano para recibir el choque de David, pero nunca llegó.

— ¿Golpeaste a Chris? ¿Por qué? Ese muchacho es incapaz de hacerle daño a alguien —le dijo David, reprobando la actitud de _____

—Bueno, yo... yo... porque... porque... pensé que... bueno, eso no importa —Chris no le caía mal a David y en la cara del hombre _____ lo pudo ver así que salió del tema inmediatamente—. Lizzie dice que ella tiene muchos... muchos amigos y que me tengo que acostumbrar y esas cosas —_____ agitó la cabeza—. Yo no sé cómo... cómo lo voy a hacer... no sé cómo voy a aprender a comportarme para ella —soltó un suspiro abatido.

—Jovencita, si quieres mi consejo, ahí va... —otras vez todos sus amigos giraban los ojos—. No dejes que las mujeres dictaminen tu vida —dijo—. Si ellas quieren azul, tú dales rojo. Si quieren guerra, dales paz. Si quieren que las folles duro, hazles el amor suavemente. A mí siempre me funciona —dijo.

—No es cierto, Mario, no te funciona —lo corrigió Arthur—. Tu última mujer te dejó porque no sabías darle lo que ella quería. Se fue con el dueño de la inmobiliaria ese que le daba azul cuando ella quería, le daba guerra y se la follaba duro —todos los hombres rieron, el tipo se creía un experto en mujeres y para nada lo era—. Ahora contéstame una pregunta, _____ —miró a la pelinegra—, ¿amas a la señorita Olsen? —preguntó.

—La amo —los ojos de _____ se iluminaron con un brillo que se generaba en ella con solo pensar en Lizzie—. La amo mucho. La amo tanto que tengo miedo de no poder hacerla feliz —dijo con tanta pasión que hasta las bailarinas que estaban cerca se frenaron para mirarla.

—No seas tan dura contigo misma, _____ —la calmó David, ignorando a sus amigos—. Es difícil cumplirle todos los caprichos a mi hija, te lo dice alguien que lleva tratando con cuatro mujeres demandantes de por vida y tres de ellas llevan el apellido Olsen —Lizzie, Mary-Kate y Ashley obviamente.

— ¡Pero yo quiero hacerlo! —aseguró la pelinegra, golpeando la mesa y levantándose en su lugar de manera que en ese momento estaba en el medio de dos bailarinas que se contorneaban enfrente de los hombres—. Yo quiero... yo quiero... yo quiero darle todos sus caprichos. Es mi deber como su novia, como su futura mujer —dijo con su puño cerrado—. Si Lizzie quiere la luna, yo tengo que... tengo que conseguir los materiales, construir un cohete y traerle la luna. Si Lizzie quiere que luche con gigantes, gladiadores, monstruos o bestias, tengo que... tengo que encontrar la forma de meterme en las historias que ella le lee a Leah para hacerlo. Si Lizzie quiere que yo ... que yo no le rompa la cara nunca más a ninguno de sus amigos mientras ella baila o mientras le miran el trasero o... —cada cosa que pensaba le daba más rabia— o lo que sea, tengo que atarme o encadenarme a un tubo como ese —señaló el tubo de la bailarina—. Tengo que comportarme como ella quiere que lo haga —apuntó severamente.

David miró a la pelinegra con ternura—. Pues déjame decirte que estando cerca de Hailee Steinfield no vas a lograr que Lizzie no se enoje contigo —dijo el hombre, haciendo que _____ lo mirara pensativa.

La pelinegra torció la cabeza y miró al hombre con su boca abierta.

—Pero... pero... Hailee es mi amiga. Ella me ayudó mucho cuando... bueno, cuando Lizzie y yo estuvimos separadas. Me... Hailee me sacó del hospital el día del callejón... —recordó avergonzada una de las tantas peleas que había tenido durante el mes que Lizzie la dejó—. Y... y... ella me dijo que... ella me dijo que no bajara los brazos, que Lizzie iba a darme otra oportunidad y ella... ella me prestó la ropa para venir a Los Ángeles —la pelinegra levantó sus hombros—. Hailee es buena conmigo. Es mi amiga —concluyó—. ¿Por qué... por qué Hailee y Lizzie no se quieren? —para la tatuadora dos maravillosas personas como Lizzie y su amiga se tenían que querer, era un pecado sino lo hacían.

—Eso deberías charlarlo con mi hija, _____ —David no quería meterse donde no lo llamaban.

—Tal vez deberías ponerle la misma cara que tienes ahora a tu novia —dijo uno de los hombres cuando vio como dos de las dos bailarinas no le estaban prestando mucha atención al baile por mirar y escuchar a la pelinegra—. Estás volviendo loca a estas mujeres —agregó.

_____ levantó la vista y en cuanto cayó en cuenta de que una mujer de pechos desnudo estaba sonriéndole, la bajó de inmediato y se tapó los ojos con su mano. Esta vez su cara estaba completamente roja.

—Vamos jovencita, mirar un poco no te va a hacer mal —dijo uno de ellos.

_____ agitó la cabeza—. Lo siento, pero... son chicas muy lindas, pero yo solo quiero mirar a Lizzie—les dijo.

—Lo dice porque tú estás aquí, David—dijo Mario—. Aunque al otro chico... ¿cómo se llamaba?

—Robbie —dijo David de mala gana.

—Ese. Aunque a ese no le importaba que tú estuvieras, parece que a _____ sí —dijo.

David rio—. No, ella es así —sacudió la cabeza de la rubia—. Y por eso me cae tan bien —le pegó una palmada en la espalda de manera que la mano de _____ se movió de su cara—. Anda, muchacha, mira un poco, aunque sea espía por tus dedos, no vas a engañar a Lizzie por mirar —_____ torció al cabeza y abrió los dedos de la mano que tapaban sus ojos para enfocarse en la bailarina que tenía más cercana.

De repente, la chica bajó la mano y se quedó mirando fijamente el muslo de la mujer.

David y los demás se quedaron esperando la reacción.

—Ah, con que eres una chica de piernas...

—Hmh... —_____ carraspeó y miró a la chica que mientras bailaba, miraba a la pelinegra atentamente—. Disculpe, señorita... eh... usted... usted nunca... ¿usted nunca ha pensado en hacerse un tatuaje en su muslo? Tiene un lienzo perfecto —le dijo nerviosa.

La bailarina giró y empezó a sacudir su trasero enfrente del hombre.

—A decir verdad siempre he querido hacerme una chica calendario, una bailarina exótica como yo —dijo—. Pero nunca he tenido la oportunidad... —la stripper se fijó en _____ con más detalle—. ¿Eres tatuadora? —preguntó.

—La mejor del país —David saltó por ella y se dio vuelta para levantar su camisa y mostrar lo que Lisa había hecho en su espalda.

— ¿Eso lo hiciste tú? —le preguntó la chica, señalando el dibujo del hombre.

La pelinegra se había quedado mirando con detalle, pero asintió de todos modos—. Tal vez... tendría... debería repasar la oreja del oso —se dijo a sí misma.

—Por Dios, David, bájate la camisa que estás espantando a todas las chicas —dijo el soltero.

—Es increíble —la bailarina felicitó a una _____ pensativa que no se podía perdonar el error que había cometido en la oreja del animal—. ¿Crees que podrías hacerlo? Digo, en mi pierna como tú dijiste —ante la propuesta, la pelinegra volvió a mirar su futuro lienzo y asintió con su cara de idea. Podía imaginarse el tatuaje a la perfección.

—Oye.... —Henry llamó la atención de _____—. ¿Crees que a tu hija le va a agradar la idea de esta jovencita tatuando strippers?

—Bueno...

De vuelta en el centro comercial.

— ¡No puedo creerlo madre! ¡No puedo creerlo! ¡Esto es tú culpa! ¡Tú culpa y solo tuya! —tres de las mayores estaban sentadas en un McDonalds del lugar mientras las dos pequeñas jugaban en los laberintos y esas cosas.

Mientras esperaban que Scarlett llegara a la mesa con la comida, Lizzie seguía culpando a su madre de que su novia estuviera deleitándose de mujeres desnudas junto a su padre.

—Tu padre es el que lleva a tu futura esposa a las strippers y yo soy la culpable de todo —se defendió Jarnett.

Lizzie miró a su madre con furia y le mostró su mano—. ¿Ves un anillo aquí, madre? ¿Lo ves?

—No, pero...

— ¡Exacto! No hay anillo y si lo hubiera te puedo asegurar que se lo haría tragar apenas la viera por haber ido con papá —dijo enojada—. Además, sí es tu culpa. Es tu culpa porque se supone que no puedes dejar que papá vaya a esos lugares y mucho menos con mí novia, y además, no me quieres decir dónde demonios están para ir a buscarla —enfatizó.

Jarnett giró los ojos—. Por favor, Lizzie, como si yo supiera la dirección de todos los lugares en donde hay mujeres que bailan por dinero —aclaró—. Deja que _____ se divierta un poco.

— ¿Estás insinuando que conmigo se aburre? —nada la calmaba.

—No, para nada —aclaró—. Solo digo que a los hombres y en este caso a _____ también, les hace bien salir a fraternizar con sus amigos y hablar de cosas que a nosotras no nos interesan: como el tamaño del pecho de alguna mujer o la forma del trasero de otra. Y además, ver esas mujeres les ayuda a levantar algunas cosas —apuntó con su dedo al cielo—. No sé si me entiendes —Lizzie giró los ojos ante la poca sutileza de su madre.

—Escuchen esto... —Scarlett llegaba con una bandeja llena de comida—. Elgranrarón dice: "Estoy ¡BOOM! hacia arriba. De esta no me baja nadie" Oh Dios, Melissa es genial... —las tres tuvieron que aguantar la carcajada antes de que Lizzie les tirara la bandeja por la cabeza.

— ¡COMIDA! —Olivia y Leah llegaron a aliviar tensiones.

— ¿Me trajiste la hamburguesa doble? —preguntó la pequeña, sentándose en la mesa.

—Sí —contestó su madre; Scarlett.

— ¿Con las papás y gaseosa grande?

—También —respondió Scarlett mientras Florence se encargaba de limpiar con una toallita húmeda las manitos de la pequeña y de Leah—. Y también los condimentos que pediste, niña glotona —se burló Scarlett.

— ¡Oye! La hermana—

—Sí, sí, sí, ya sé que la hermana Ana dice que estás en crecimiento —la interrumpió Scarlett—. Vamos a ver que dice la hermana Ana cuando vea crecer el resumen de mi tarjeta por culpa de todas las cosas que te compraste hoy —la norteamericana señaló una mesa que estaba llena de bolsas de compras.

Lejos de intimidarse, Olivia se cruzó de brazos y miró sus uñas—. Tú dijiste que podía comprarse lo que me gustara —le recordó.

—Sí, pero nunca pensé que te gustaran tantos pares de zapatos...

—Scar, deja a la niña tranquila que la mitad de bolsas que están ahí son tuyas —apuntó Florence.

Olivia le sacó la lengua a su madre y se dedicó a comer.

— ¿Estás bien, mamá? —Leah estaba sentada sobre su abuela mientras con su bracito estirado esperaba a que Lizzie terminara de ponerle su insulina.

Lizzie le sonrió—. Siempre estoy bien cuando estoy contigo, tesoro —dijo, besando el lugar donde había pinchado.

Leah se acercó a su madre y besó su mejilla—. Yo también extlaño... extraño a mami _____ —la pequeña le había adivinado el sentimiento.

—Lizzie... —Florence la llamó—, estoy segura de que _____ no tiene ni una sola bailarina cerca, tranquila —la calmó.

—Ojala Florence, ojalá —con un último suspiro, empezó con su ensalada.

En el bar de strippers.

En una abrir y cerrar de ojos, la pelinegra estaba rodeada de mujeres que trabajaban en el local. Una por una de las chicas que habían decidido tatuarse con _____, pasaban por ella para contarle lo que querían y en donde lo querían. Los cinco hombres que la habían acompañado miraban con sus codos apoyados sobre la mesa como _____ tomaba medidas con una regla que le habían prestado y cómo explicaba emocionada lo que quería hacerle a cada uno de sus lienzos mientras las bailarinas la miraban y le prestaban atención emocionadas.

—Que sea la última vez que la traes con nosotros, David—le advirtió uno de sus amigos más ofuscados por la falta de atención de las strippers.

—No te preocupes, que por el mensaje que acabo de recibir de Jarnett no creo que Lizzie quiera que salga conmigo nunca más... —la carcajada de Arthur lo agarró por sorpresa.

— ¿De qué te ríes? ¿Te parece gracioso que nos hayan dejado plantados mujeres a las que les pagamos por estar sobre nosotros? —preguntó Mario.

Arthur siguió riendo y señaló a la pelinegra—. Pensar que hace una hora las miraba entre sus dedos y ahora las tiene agarradas por el trasero —miraron como _____ dibujaba sobre un papel blanco usando como mesa el trasero de una de las mujeres.

—Idiota —murmuraron todos—. ¡Ah! —suspiraron todos.

—La juventud —agregó Arthur.

Más tarde en la casa de los señores Olsen.

David y _____ entraron a la casa con toda la intención de cada uno ir en busca de su mujer. David porque quería aprovechar el momento en que su amigo estaba levantado sin necesidad de la pastillita y _____ porque quería hablar inmediatamente con su novia. Lástima que Scarlett tenía otros planes.

— ¡RARI! Menos mal que llegaste —parecía que la norteamericana la estaba esperando porque en cuanto la vio entrar, la tomó y la llevó al cuarto de invitados que estaba usando de habitación.

—Scarlett, necesito... quiero... Lizzie... —_____ quería decirle que necesitaba ir a ver a Lizzie urgentemente.

—Sí, sí, sí. Entiendo que el rarón debe estar desesperado por Lizzie, pero lo mío es urgente —Scarlett entró a la habitación y dejó que _____ se sentara en la cama.

La pelinegra torció su cabeza y frunció su ceño.

—No es por... no es eso... quiero hablar con ella porque...

— ¡RARI! —Scarlett la calló—. Sé que tú y Lizzie tienen sus rariproblemas y necesitan sus raricharlas, pero ahora mismo yo necesito un rariconsejo porque si no voy a morirme y tú vas poder cumplir tu sueño de llevarme a uno de tus freezers ocultos —apenas vio que _____ iba a abrir su boca, volvió a hablar—. ¡No te atreves a negarlo! Sé que tarde o temprano voy a descubrir que eres una psicópata y asesina serial, y nadie me lo va a sacar de la cabeza. Ahora... —yendo al grano, Scarlett empezó a sacar cosas de las bolsas que había comprado mientras _____ balanceaba sus pies desde su asiento.

La norteamericana tomó un vestido negro muy corto, pero con mangas largas en una mano y un vestido azul corto también, pero con mangas cortas en otro.

—Para mi cita con Flo esta noche, ¿debo usar este o este? —con cada palabra mostró un vestido.

_____ torció su cabeza y se enfocó en las dos prendas por un rato—. ¿Tienes... tú... tú... tienes una cita con Florence? —Scarlett giró los ojos.

— ¡RARI! —la regañó—. No te estás concentrando —dijo—. ¿Este o este? —estaba realmente desesperada.

_____ se volvió a enfocar en la ropa.

—Eh, yo... eh...

Scarlett volvió a girar los ojos.

—Ya sé —dijo para después rápidamente sacarse el vestido de día que tenía puesto y quedarse solo con su pequeña tanga enfrente de la pelinegra.

_____ no tuvo tiempo ni de taparse los ojos cuando Scarlett ya tenía puesto el vestido negro.

—Ahora sí, ¿cuál vestido te la pone más dura? —las erecciones de _____ eran como un rarirometro para la norteamericana—. ¿Este... —giró sobre sí misma, mostrando el elegante vestido negro— o... —está vez _____ sí alcanzó a taparse los ojos antes de que Scarlett se quitara ese vestido y se pusiera el azul— este...? ¡RARI! ¡ABRE LOS OJOS, POR EL AMOR DE DIOS! —el grito de Scarlett hizo que _____ se despabilara—. ¿Cuál te gusta más? —preguntó de nuevo la norteamericana.

—Eh... —_____ aún no caía—. ¿El negro? —respondió preguntando.

— ¡Perfecto! ¡Lo mismo opino yo! —concluyó Scarlett, volviendo a desnudarse pero esta vez se quedó así.

_____ se levantó de la cama con sus ojos tapados y atinó a caminar hacia la salida.

— ¿A dónde vas, rari? Todavía no terminamos —la frenó y la volvió a sentar en su lugar.

— ¿Podrías ponerte... podrías ponerte...? —por más que los pechos de Scarlett sean muy lindos, a _____ la incomodaban—. Tus pechos son... son bonitos, pero...

— ¡Deja de interrumpirme, rari! —Scarlett quería pasar a lo siguiente. _____ agachó su cabeza, evitando mirar directamente al pecho de la mujer y esperó a que Scarlett hablara—. Bien, esto es lo que tengo pensado decirle a Florence esta noche...

Más tarde en el jardín.

— ¡_____! —Leah fue la primera que vio salir a la rubia al jardín y salió corriendo hacia ella.

_____ pensó que Leah se iba a tirar sobre ella, pero la niña se frenó muy cerca—. ¿Te gusta mi cabello? —le preguntó, sacudiendo sus pequeños rizos—. Me hice... me hice ondas con volumen —explicó recordando lo que le había dicho el peluquero.

La tatuadora se agachó al nivel de la pequeña—. Estás... estás hermosa, Lee —le dijo.

—También... también tengo un vestido nuevo —la pequeña empezó a girar en su lugar tal cual lo había hecho Scarlett hace un rato atrás— y zapatos nuevos —se frenó y mostró sus pequeños zapatitos negros de hebilla.

_____ sonrió y tomó la manito de la pequeña.

—A ver como modelo da una vueltita —dijo, haciendo girar a la pequeña.

—Por fin apareciste —las risas de ambas fueron interrumpidas por el frío tono de Lizzie—. Papá llegó hace rato y ya está con mamá vaya a saber haciendo qué cosa —giró los ojos sin querer pensar dónde y exactamente qué estaban haciendo sus padres.

—Lo siento... lo... —petrificada se quedó _____ cuando se incorporó para enfrentar a su novia.

— ¡MAMI! —Olivia le gritaba a Florence desde la piscina—. TENÍAS RAZÓN. _____ SE QUEDÓ COMO ESTÚPIDA MIRANDO A LIZZIE —explicó la niña.

Scarlett salía al jardín y tomaba la mano de Leah.

—Ven, pequeña, no quiero que se te pegue lo raro —ambas se fueron con Florence y Olivia a la piscina.

—Lizzie... estás... estás...

La rubia se tuvo que morder el labio para evitar que la sonrisa se le saliera. La reacción de _____ era monumental.

— ¿Dónde estabas? —le preguntó con su mejor cara.

_____ se concentró en los ojos de Lizzie.

— ¿Avestrucito? —preguntó, sintiendo la necesidad de esconderse en el cuello de su novia.

Lizzie levantó sus cejas—. Nada de avestrucito ni de nada —dijo—. Contéstame la pregunta —insistió.

_____ agachó la cabeza y con una de sus manos se rascó el cuello.

—Tu papá... y... tu papá y sus amigos me llevaron a un lugar de esos... de esos en los que las chicas bailan como baila Florence, pero... pero con poca ropa —era un decir porque en realidad estaban casi desnudas—. Y cuando llegamos... cuando... Scarlett me... me... —_____ no sabía cómo explicar lo que había pasado en ese momento, fue todo muy rápido—. Tiene una cita con Florence—dijo, mirando a Lizzie con una sonrisa y esperando a que la empresaria le respondiera con otra, pero no fue el caso.

Lizzie seguía con la misma mirada dura de antes. La pelinegra volvió a agachar la cabeza.

— ¿Eran lindas? —de pronto preguntó, haciendo que _____ la mirara confundida.

— ¿Lindas? —preguntó la pelinegra.

—Las chicas que bailaban. ¿Eran lindas? —preguntó de nuevo.

_____ torció su cabeza y abrió la boca, tratando de recordar a las mujeres con las que había estado hablando sobre tatuajes, pero lo único que se le venía a la mente eran las ideas que tenía para cada una.

—Había una muy alta que... era morocha creo... y quiere... quiere toda una rama de rosas con flores marchitas y con muchas, pero muchas espinas. Quiere que vaya desde aquí —se tocó debajo de su axila—, hasta aquí —llegó a su muslo derecho muy entusiasmada, tenía muchas ganas de empezar con ese dibujo—. Me llamó la atención lo de las flores marchitas... y otra que... otra quería un búho... —puso cara de nada—. He hecho muchos y nunca... nunca me gustó hacerlos... lo quiere justo arriba del pecho porque...

— ¡WILLIAMS! —definitivamente volver al "Williams" no era nada bueno—. ¡ERES DESESPERANTE!

La actual rubia dio media vuelta y regresó a la piscina con sus amigas, dejando a la pelinegra sola con sus pensamientos. _____ no entendía que Lizzie lo único que quería era que la pelinegra le prestara atención a ella y solo ella. Lizzie quería que _____ le dijera que ninguna de las chicas era bonita y que no había mujer como ella. Lo que menos necesitaba Lizzie era que _____ le hablara con pasión acerca de otras mujeres.

Lizzie llegó justo cuando Scarlett le estaba explicando a su hija que esta noche se tenía que quedar con Lizzie y _____.

— ¡YAY, PIJAMADA! —festejó Olivia, abrazando a Leah.

—Se supone que nos tienes que extrañar y llorar para que no nos vayamos —dijo Scarlett mientras veía de lado como _____ se sentaba cabizbaja en una de las reposeras y miraba de reojo a Lizzie. Menos mal que Leah no demoró en subirse a ella para darle un poco de cariño.

— ¡Un segundo! —parece que Olivia había reaccionado—. Va a haber comida, ¿cierto? —le preguntó a Lizzie.

Scarlett giró los ojos.

—Por supuesto que va a... —el sonido de alguien llamando a la puerta de entrada la interrumpió.

— ¡YO VOY! —Jarnett salía de la casa en la piscina toda despeinada y arreglándose la ropa—. ¡YO VOY! —insistió la mujer que pasó a las chicas y entró a la casa corriendo.

— ¡MAMÁ! —reaccionó Lizzie para después ver salir a su padre en casi el mismo estado—. ¡PAPÁ! —otro grito más—.¡OH POR DIOS! —era el día en que Lizzie se la pasaría agarrándose la cabeza.

—Bien ahí, viejito —lo felicitó Scarlett.

David se tiró en una de las reposeras y solo sonrió.

— ¿Qué estaban haciendo los abuelitos, mami? —preguntó Leah a _____.

La pelinegra abrió los ojos enormemente.

—Bueno... eh... bueno... eh... cuando... cuando dos personas sienten cosas...

— ¡_____! —la frenó Lizzie—. NO VAMOS A TENER LA CHARLA CON NUESTRA HIJA AHORA —la rubia se escondió detrás de Leah.

— ¿Están hablando de la charla que explica cómo se hacen los bebés? —Olivia preguntó—. Porque yo aún no me creo lo que nos contó la hermana Ana acerca de la cigüeña —agregó.

— ¡RARI! ¿VES LO QUE EMPEZASTE? —todo el mundo la regañaba.

Antes de que Lizzie pudiera hablar para salvar la situación, Jarnett volvió al jardín.

—_____, Lizzie, necesito que vengan conmigo de inmediato y SOLAS —la pelinegra y Lizzie se miraron y sin alguna demora siguieron a la señora Olsen hacia la casa.

La primera que entró después de Jarnett fue Lizzie.

— ¿Hermana Ana? —se había encontrado con la monja—. ¿Jane? ¿Margaret? —estaba todo el mundo en la sala de la casa de los Olsen aparentemente—. ¿Qué demonios hacen aquí...? ¡Oh Dios mío!

No pudo terminar la pregunta porque una pequeña de casi tres años muy parecida a su novia la miraba con sus enormes ojos cafés, la cabeza torcida y con un conejo en su brazo.

— ¡_____!

Tenía la sensación de que ese no iba a ser el último regaño del día.

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