Pecadores

By anndreaaramos

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Cuando en un internado estrictamente religioso de chicas entran todos los chicos del internado masculino, las... More

Bienvenida y advertencia.
Prólogo: Los milagrosos.
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
VIX
X
XI
XII
XIII
XIV
XVI
XVII
XVIII

XV

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By anndreaaramos


KAY.

Los próximos días en el Internado son tan tensos como aburridos. Todo lo que me proporcionaba diversión ya no me hace caso, y con eso me refiero a Liese. Desde el beso se ha pasado tres días evitándome por completo, ni siquiera hemos cruzado miradas, pero por una vez no me ha apetecido olerle el culo, así que he aprovechado para centrarme en idear un plan de escape, pues no hablaba en broma cuando le dije a Liese que mis días aquí dentro son contados.

Se me han ocurrido varias cosas: la primera, simplemente coger ciertas lanzas que tienen de decoración en los pasillos y atacar a diestro y siniestro, pero no es momento de formar una escena de Tarantino aquí, pues necesito llamar la menor atención posible; también pensé en saltar de una ventana abajo, pero está todo rodeado de guardias y no se si conseguiría salir ileso; y por último, he pensado en hacerme el muerto y que me saquen en un saco y después huir, pero nada me garantiza no asfixiarme o que me entierren vivo. Así que no tengo nada.

Estoy en el gran salón, sentando en un sillón rojo, con una libreta y un bolígrafo en la mano al que no paro de darle vueltas sobre mis dedos mientras lo observo fijamente, sacándole todo el jugo a mi cerebro para idear un plan genial, pero lo único que he logrado escribir en dos días está tachado y descartado.

Alumnos entran y salen, pero no hay rastro de Liese por ninguna parte, solo la he visto de refilón en el comedor y en los pasillos, y eso que vive enfrente de mí. Entonces, Franziska entra, con unas gafas opacas y sujetada a sus dos amigas, las cuales la guían para que no se choque con nada.

Cada vez que la miro siento una punzada de dolor y culpa en el pecho. Me siento tan culpable...Franziska era tan guapa, sus ojos eran increíbles, y ahora solo le quedan dos agujeros negros horribles, todo por mi culpa. Y es en este momento, mientras observo a Franziska sentarse con dificultad en un sillón igual que el mío, que recuerdo el motivo por el que le ocurrió todo.

¡El móvil! ¡El maldito móvil! Puedo usarlo para contactar con alguien de fuera y que me ayude a escapar, pero ¿a quién? No recuerdo el número de ningún conocido de confianza, pero quizás Dereck sí, así que me levanto con rapidez y troto hasta mi habitación, pero cuando abro la puerta mi amigo no está dentro. Doy una ojeada rápida y cierro de nuevo. Me doy media vuelta y lo busco en los vestuarios, en el comedor...Pero no hay rastro de él.

Lo intento por última vez en la zona de deportes y lo busco por la cancha de baloncesto, y efectivamente ahí está, con otros dos chicos, ambos bajitos y pelirrojos, diría que son hermanos por su gran parecido, y Dereck juega con ellos, pero los pobres hermanos no consiguen quitarle la pelota. Empiezo a caminar para acercarme a él, pero antes de que me vea, me fijo en como una melena negra enorme y ondulada ondea en el aire sobre una yegua del mismo color que la chica que lo monta, en una pista de tierra completamente vallada.

Liese mueve sus caderas al ritmo del galope del animal, viéndose elegante, segura y extremadamente sexy. El control que tiene sobre su yegua, la forma en la que su cuerpo se mueve al compás y como el pelo de ambas ondea en el aire me hace observar la escena con la boca abierta. Sigo observando para ver como Liese dirige a su yegua hacia un obstáculo de un metro de alto, quizás un poco más, y lo saltan sin ningún tipo de problema, ella lo hace ver fácil. Yo sé montar, pero lo básico, no he saltado en mi vida.

- ¡Sécate la baba, Kay!- me grita Dereck desde la cancha. Eso me saca de mi hipnosis y miro a mi amigo con una sonrisa de boca a boca. No se si Liese lo habrá escuchado, pues no cambia en nada su actitud, pero conociéndola, puede que simplemente se esté haciendo la loca. 

- ¡Y tú métete con los de tu tamaño! -le digo, refiriéndome claramente a que está jugando con dos chicos mucho más bajitos que él.

Dereck también se ríe. Les lanza la pelota a los pelirrojos, los cuales consiguen jugar por fin y mi amigo se acerca trotando hacia mi, sudando como un pollo.

- Tío, creo que tengo la manera. - le comento en voz baja.

- ¿La manera de qué?

- De marcharnos. – el arquea una ceja y espera a que continúe. -He pensado que podríamos usar el móvil de Franziska para hablar con alguien, pero bien sabes que yo no era de muchos amigos...Tú sí.

-Ósea, déjame entenderlo, ¿quieres que use el móvil por el que dejaron ciega a Franziska para contactar con alguien del exterior que nos ayude a escapar del Internado?

-¿Sí?- le respondo, temiendo que se niegue por completo.

-¡Eres un genio, Kay! ¿Qué puede fallar de tu increíble plan?

-¡Nada!- respondí con entusiasmo, orgulloso de mi plan genial.

-¡Todo! - no había captado la ironía en su tono hasta ahora. - Kay, un solo paso en falso y nos llevan a la horca.

-No nos pillarán. Además, ¿desde que cuándo eres tan prudente?

***

-Bien, todo listo.- dice Derek al segundo de colgar el teléfono. 

Observo como lo esconde bajo los libros de una cajonera de nuestra habitación. En ella estamos Dereck, los pelirrojos, Kirian y Mark, una chica rubia que no conozco (probablemente esté liada con Dereck a escondidas), y yo. Este es el maravilloso escuadrón suicida que hemos conseguido para escapar. Desearía con todas mis fuerzas que Liese estuviera aquí sentada, escuchando el plan y dispuesta a huir, pero soy consciente de lo difícil que es eso, por no decir imposible.

-Nos vamos mañana, al atardecer. - digo. - Descansad y no os olvidéis de ningún paso. Les recuerdo que si alguno se queda atrás no volveremos a por el. Da igual quien sea.- esto lo digo mirando a los pelirrojos, pues se que el cariño de un hermano puede llevarlos a ambos a la ruina. 

Todos asienten y se marchan, no sin antes de que la chica le de un beso en la mejilla a Dereck. ¡Lo sabía!.

-Bueno, tengo que hacer unas cosas.- le digo a Dereck mientras escondo mi colgante de la cruz debajo de la camiseta y me pongo una chaqueta negra, la del uniforme. 

-¿Ahora?- yo asiento, y el me mira acusante.- Esas cosas no serán hablar con Liese. - esta vez no respondo, solo me centro en colocarme un poco el pelo para que no parezca tan desordenado.- Tío, se que te mola, pero es una de ellos. Se los va a contar.

-Liese no me haría eso. 

-Haz lo que te de la gana, pero si nos quedamos ciegos o mancos será por tu culpa.- Dereck se encierra en el lavabo según termina de hablar. Yo hago oídos sordos y una vez estoy listo, salgo de mi habitación para buscar a Liese. Necesito intentarlo, decirle que se venga, al menos una vez.

Quiero tocar en su puerta, pero no puedo jugármela a que Saskia esté dentro, que es lo más probable a estas horas. Cuando voy a entrar de nuevo a mi habitación para abortar misión, unos pasos comienzan a escucharse por el pasillo, y por el aroma a frutas y algo dulce, se que se trata de la persona que estoy buscando. Oh, vamos, el destino me la ha puesto delante, ¡me está dando una señal para que le cuente el plan!

Ella frena en seco cuando me ve y me mira a los ojos, sorprendida. Lleva como tres días evitándome, pero esta vez sabe que no tiene escapatoria. Cuando hace un ademán de darse media vuelta por donde ha venido, troto unos pasos hacia ella y la agarro del antebrazo, frenándola y tiro de ella ligeramente para que se gire y encontrarme nuevamente con sus ojos. 

-Hola, Liese. Cuánto tiempo. -le digo con una media sonrisa. Por el movimiento de su garganta noto que traga saliva.

-No puedo hablar ahora. - me dice en voz casi inaudible. Me encanta verla tan nerviosa e inquieta por mi cercanía. Me gusta saber el poder físico que tengo sobre ella.

-Ya...Seguro que tienes mil cosas que hacer a las onde de la noche. - ella me mira enfadada y yo la suelto para apartarle unos mechones de pelo de su cara y ponerlos tras su oreja.-Una pena, porque yo sí que necesito hablar ahora.

-Aquí no.- ella señala su puerta con la cabeza y se a lo que se refiere: Saskia.

-Pf, la cena fue hace tres horas y ella nunca se queda fuera más tiempo. Estará ya en la fase profunda del sueño, al menos.- ella suspira y cierra los ojos unos segundos. Después me mira nuevamente, desafiante, y yo solo tengo ganas de besarla contra la pared.

-Tienes dos minutos.- ella se toca la muñeca con los dedos, simulando que está tocando un reloj, y tomo aire para comenzar a contarle el plan.

-Nos vamos mañana, al atardecer.- Liese abre los ojos de par en par, y noto como su expresión torna de enfadada a preocupada.- Está todo planeado, tenemos un grupo y gente de fuera que va a ayudarnos. Es tu última oportunidad para decidir si vienes o no.

-Kay, no lo hagas.- sus ojos se cristalizan. Por favor, si os atrapan...- le agarro la cara con mis manos y seco algunas lágrimas con mi pulgar. Se me encoge el corazón al verla así, tan vulnerable.- No cometas un error del que te puedes arrepentir toda tu vida.

-Oh, Liese...- le doy un suave beso en la frente y vuelvo a secarle otras lágrimas. La miro a los ojos, agachado levemente para estar a su altura- El mayor error que podría cometer mañana sería quedarme aquí.


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