BESOS CON SABOR A SAL© [TERMI...

By ValentinaB1483

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"UNA HISTORIA REAL". Porque las redflags a veces no son suficientes. Robin y yo, fuimos la sal del mar cuando... More

Parte Obligatoria de Leer
Explicación antes de leer
Frase del libro
2|"Compañeros y nada más"
3|"Detrás de sus ojos"
4|"Punto y aparte"
5|"Quieres ser"
6|"No se lo que somos"
7|"Lo malo de Sentir"
8|"Espinas y Rosas"
9|"Quiebres que van más allá"
10|"La chica perdida"
11| "Esquivando golpes"
12| "Cariño&Protección"
13|"El inicio del no amor"
14| La Cita de Dana
15| " Me quedo aquí"
16| Ocultos del mundo
17| El peso de ser nosotros
18| Sin Fecha de Vencimiento
Agradecimientos

1|"El moreno de ojos cafés"

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By ValentinaB1483

Mi nombre es Ema Devise, tengo 14 años de edad. Lo que más me apasiona es el deporte, la música, la escritura y el baile.

Había terminado mi difícil periodo de estudiante de básica, y todo lo que era mi vida en ese momento, se resumía a tener varios amigos, salir bastante, conocer a gente de la cual más adelante ni me acordaría, y hasta engancharme de alguien.

Si por jugarretas que todos sabemos que acaban mal, porque cuando somos jóvenes, nos creemos invencibles, vamos a donde hay peligro, nos juntamos con todo tipo de gente, y sobre todo no le damos importancia a los temas del amor.

Es por eso que en un punto termine por creerme la chica que podía vivir sin sentimientos, ya que pensaba que los chicos solo iban y venían, que podía tener a quien quisiera, cuando yo quisiera.

Aunque en aspectos era solo una forma de pensar.

Entonces incluso no creyendo en ello llega alguien especial, y se acaban las excusas, y deja de existir la diferencia entre quien juega mejor, o quien resiste más. Porque, aunque nos creamos fuertes como para no enamorarnos de aquella persona, con los días vamos cediendo igual.

Y una jugada de amor también puede terminar en daño, más si uno de los dos se termina por enamorar en el tiempo equivocado.

Cerré el libro y posada mirando el techo con la cabeza sobre la almohada, pensé en Robin Brown él chico de mi pasado.

Quien me enseño que el amor tiene dos caras, la bonita y de la cual todos hablan. Como lo es "el romance", "la alegría", "la ilusión", la etapa de los buenos momentos.

Y luego está la cara fea, la que nadie quiere admitir, pero siempre esta. Y son "las espinas", "lo que duele", "lo que lastima", yo lo describiría como "apego emocional" o la "dependencia de algo o alguien."

Pero como bien sabrán para que algo funcione siempre se juntan las dos cosas, lo bueno y lo malo, el yin yang, el blanco y el negro.

Ya saben el juego y como es... el que se enamora primero pierde la jugada.

Y quizás yo, perdí de inmediato, la primera vez que lo vi.

En mis momentos más difíciles siempre me las tuve que apañar sin amigos, porque pese a conocer a mucha gente, eso no significa que ellos estarán siempre, y menos que te van a resolver la vida, cuando en un punto todo vaya mal.

Y está bien porque son esas circunstancias las que nos ayudan a crecer, y a madurar.

Porque digamos que fuera del amor, y de los problemas también está la vida estudiantil, así que ser joven y estudiante no es fácil, es un sube y baja de emociones, que puede subir muy bien o bajar al vacío.

Cuando creía que a mis cortos y esforzados 14 años mi vida estaba en armonía, todo cambio.

Y aquí empezó la verdadera historia, exactamente con un nombre y un apellido "Robin Brown" el primer amor que me marcó el corazón, el mismo que me reparó y me hizo sentir todo y luego...

Ya sabrán, esto hay que comenzarlo bien, y ojalá sin dar tantos adelantos, aunque les aseguro que para mí contar todo lo que vivimos es como despojarme de mi vida y contárselo a mi mejor amiga, como escribir en un diario, así que ya que estamos en confianza estamos listos para empezar.

Fue todo justo en un proceso de cambio, de esos que llegan a destruirte. Fue la puerta en la cara, la bajada en picada, las primeras desilusiones y el tan inesperado primer dolor de corazón, el comienzo de la madures, los deseos de hacer todo como en la primera vez, las ganas locas de vivir al máximo, sintiendo que todo al otro día podía tener un fin.

Y sucedió en una vieja y deteriorada sala de estudio, donde aquellas paredes blancas revelaban en su pintura, que estaba todo listo para comenzar una nueva etapa escolar, donde como en cualquier escuela están las mesas y sillas de color madera, las mismas que fueron siendo partícipes de algo que se volvió rutina, algo que por más que sentía día tras día, trate de alguna forma evitar. seguido de un suelo desgastado de color madera oscura, que por los duros años ya podía plasmar los pasos de los que vinieron antes de mí, y porque no mencionar, las tan grandes ventanas que pese estar justo a la calle nunca permitieron observar hacia afuera.

Alguien me interrumpió de mi mar de pensamientos.

-Señorita! ¿le gustaría a usted empezar a presentarse? Para que así sus compañeros puedan conocerla, y saber que hacer.

¡Claro! como no, respondí.

Sabiendo que era obvio que no podían escoger a nadie más, todos eran unos descerebrados, y yo era la única cerca del profesor, la única que prestaba atención, por lo tanto, por cosas obvias debía ser la primera, en presentarme. Así que acudí a ello, guardando de inmediato el móvil que llevaba en mis manos en el bolsillo, poniéndome de pie, con el jumper negro más arriba de las rodillas, el cabello suelto, y aquel extraño polerón grande de color azul marino que siempre me acompaño.

Ahí estaba yo justo en el primer puesto mirando a todos sin saber nada de ellos, donde para alguien común la situación solo sería tener vergüenza, y para mí era la ansiedad, los nervios, y el miedo exagerado de hacer el ridículo, en mi primer día de clases.

Profesor: Shh!! guarden silencio, y tomen atención por favor su compañera se va a presentar.

-He... Buenos días, compañeros, mi nombre es Ema, Ema Devise, yo soy de Santiago y tengo 14 años.

Profesor: ¡Ema! que bien y por qué elegiste estudiar aquí?

-Escogí la secundaria de "LCS" porque me queda muy cerca de casa, y escuché que los profesores enseñaban muy bien. Sueño con ir a la Universidad, aunque aún no tengo muy claro que estudiar aun, y me gustaría que este año me fuera muy bien en todos los sentidos.

Profesor: Muy bien señorita Ema, así se hace ¿alguien más desea participar?

Me senté en mi puesto y nuevamente puse mis ojos en el celular, podía distraerme ya que era el primer día de clase, y como siempre no harían nada en particular.

-

Todos compartían sus asientos con alguien más, algunos cotilleaban, otros escuchaban música, y yo sólo estaba aburrida en mi lugar, sola y abrumada de que todos y cada uno de ellos, por el simple hecho de que no dejaran de hablar.

De pronto algo interrumpió la voz del profesor, quien concentrado explicaba el orden dentro de la sala y la importancia de la comunicación. Señalaba algunos de los chicos más desordenaos del curso cuando un golpe nuevamente interrumpió.

Y solo eso bastó para que toda la clase se quedará en silencio.

Algo que por fin mis oídos agradecían, ya que no hacían más que gritar, reír, hablar y estando sola y aburrida viéndole solo la cara al profesor, ya me tenía de muy mal humor.

-

 ¿Quién podía llegar tan tarde? Siendo ya las 8:15 de la mañana se podría decir que había llegado el típico alumno que rompe las reglas del primer día, llegando tarde e interrumpiendo lo que para todos era un día importante.

Todos estábamos esperando escuchar el primer reto del año. Quizás no era la única que pensaba que las cosas en último momento podían mejorar, nos podíamos ir a casa, algo se cancelaba, o al menos alguien importante llegaba, así que a penas el docente salió y cerró la puerta, mientras todos se pusieron a cotillear y a mirar la puerta, yo me quede con la duda de saber que era lo que realmente sucedería.

Las posibilidades eran infinitas.

Vale, entra y que no se repita más por favor, menciono el profesor en voz alta señalando la sala mientras la puerta se mantuvo entre abierta un par de segundos.

Y de repente alguien entro.

Contexto todo esto paso rápido, en la vida real las cosas increíbles suelen durar al menos de 1 a 10 segundos no más, y si me quede embobada al ver que el moreno típico de película, deportista, popular, había entrado a la sala, pero ese embobamiento me duro menos de lo que ustedes creen.

La puerta se abrió completamente, y el primero en entrar fue él Robin Brown, acompañado del profeso, como descripción gráfica de ese momento podría decir que todo ocurrió en cámara lenta, él era el típico roba miradas y llama la atención del salón, un chico moreno, no muy alto, con un excelente estado físico, y con mucha seguridad. Y es que sólo bastó que diera una sonrisa convincente tras el regaño del profesor, para que todos entendiéramos que era el típico popular que desde el momento uno trata de no quedar mal. Llega tarde, se viste deportivo, no sigue reglas del uniforme, tiene muchos amigos, y estando en confianza no deja de hablar. 

El chico guapo entro, he inmediatamente mi interés se perdió, al darme cuenta de la clase de persona que era, vamos que no todo puede ser perfecto, el tipo era guapo, se notaba que entrenaba, pero su actitud de ser el galán de revista, no le quedaba nada bien, más con la sonrisa típica de yo no hago nada no me convenció. 

Tenía una polera bastante apretada, unos pantalones de buzo que lo hacían lucir muy bien, tenía un bolso gigante que le colgaba de su hombro izquierdo, en el cual parecía llevar cosas de algún deporte, por lo que el venía de entrenar. Cada una de las chicas de la clase, estaba mirándolo y siendo coquetas con él, y como yo no suelo ser igual que el resto de las chicas, me auto declare de inmediato su "anti-amiga" es decir me digne a odiarlo por simplemente ser el guapo de la historia, y porque si todas lo querían yo no.

Y si ese era él, y esa había sido su tan esperada entrada al salón, debo admitir que para ser uno más del montón, su entrada no estuvo nada mal, y pese a que yo no iba con la intención de buscar algo con alguien, y que no quería perder mi tiempo mirando chicos guapos. Con él en frente fue inevitable, Robin Brown desde el momento uno, supo cómo hacerle para que yo perdiera el hecho de concentración.

El resto de la clase tomé atención, estuve alerta a cada una de las charlas que nos dieron, pero ahí justo a dos filas a mi costado estaba él. Distraerme de lo común de la jornada con él era inevitable, anotar, escuchar y leer, era mucho más complicado en su presencia. Ya que en momentos totalmente de atención me distraída por el simple hecho de mirarle, y por más que lo intentaba evitar, cuando me daba cuenta de lo que hacía me encontraba mirándole.

¿Qué me pasa?... ¡¡Ya déjale!! Ema Devise concéntrate por favor!!, déjate de mirar, si no es tan guapo tan poco.

- ¿Qué? pregunto el profesor.

¿Qué? dije yo, soltando una sonrisa, y dándome cuenta de lo inmadura que por culpa de él, estaba siendo.

¡¡Qué vergüenza!!

Para no parecer más rara respondí.

No pasa nada profesor, solo estaba pensando en voz alta.

Me obligaba a mí misma actuar normal, normal que, en medida, era tomar el celular, ver el libro, escribir en el cuaderno, y en cualquier pequeño instante de ocio echarle una mirada. Y es que no podía dejar de mirarle, y por más que lo intentaba volvía a fracasar.

¡¡Mis ojos en el libro, en el libro!!

Seguramente el profesor creyó que tenía a una loca en frente de él, pero es que evitarle era darle más importancia, y darle más importancia era confundirme.

 Estaba atrapada en una situación absurda por que recién le había conocido, y solo lo había mirado. Aun así, preferí la primera opción evitarlo, evitar roces, miraditas, cruce de palabras, comunicación, atención, etc. Por el sencillo hecho de evitar que él me gustara. ¿Serviría de algo? no lo sé...

Algo positivo de eso es que, en el primer día, por más que lo mire y controle en medida mis impulsos no razonables, no me noto. Y eso que participe en la clase, pero de seguro quede como "la sábelo todo", y con eso me gane el puesto número uno de ignorancia para él, por que en ningún momento de la mañana sus ojos se centraron en mí, tan poco dejo de hablar con sus nuevos amigos de su tan importante y extraordinaria vida, y como era obvio pese a que nos cruzamos en algún momento, jamás Robin Brown me miro, y para alguien que quiere pasar desapercibido o hacerse la difícil en esos momentos, eso estaba fenomenal.

Ema Devise era invisible para él.

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