AN ANGEL IS ABOVE MY HIPS | H...

By TessaBelrose

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By TessaBelrose

Al día siguiente.

Era jueves.

Y como cada día jueves, Sanzu iba a buscar a Hiromi con su uniforme de pandillero, ya que después de pasar la tarde con ella, se iba a la discoteca a las típicas y habituales reuniones de la Kanto, sin embargo, este jueves, fue la excepción.

Sanzu por esta vez decidió no ir a Minato con el uniforme puesto, sino más bien, vestido como comúnmente lo hacía de domingo a miércoles, e incluso, había vuelto a cubrirse la mitad inferior del rostro con la mascarilla negra que tanto odiaba Hiromi que usara.

"—¿Ya viste sus cicatrices? ¿No da algo de miedo?"

Recordó a las chismosas chicas uniformadas afuera de la escuela el día anterior.

"—Oigan, esperen... ¿Ese no es el delincuente con el que sale Hiromi?

¡¿Hiromi sale con un delincuente?!

—Claro, si hasta la han visto por Shibuya con él vistiendo un uniforme de pandillero.

—No pensaba que a alguien como ella le gustara tanto la mala vida."

Cada palabra había quedado marcada casi patente en el subconsciente de Sanzu.

—Tsk —chasqueó la lengua al sentirse ofendido, o más bien, insignificante; como si fuera muy poca cosa para esa pudiente pelinegra.

Guardó sus manos en sus bolsillos y caminó cabizbajo mirando solo sus pies.

Suspiró resignándose a la idea de olvidar lo que había escuchado de parte de esas huecas chicas, sin embargo, se le hizo algo imposible de lograr. Así que, como acostumbraba a hacer, solo se quedó de pie frente al frontis de la escuela, con la mente repleta de prejuicios hacia sí mismo, esperando escuchar el timbre de salida para ver por fin a su hermosa Hiromi.

Trono sus dedos ante el nerviosismo.

"Es el primer día que la vengo a buscar después de haberla besado, ¿Debí haber traído rosas?, pero, ¿Con qué dinero? Tendría que haberlas robado y de seguro esta vez si se enojará conmigo por hacerlo. Mm, ¿Cómo debería saludarla? ¿Con un beso o solo con un abrazo?, ¿Se sentirá muy incómoda si le tomo la mano enfrente de todas sus compañeras? Pensándolo bien no debería hacerlo, sus compañeras comenzarán a hablar y quizás ser la novia de un pandillero no sea algo bueno para la imagen de Hiromi, pero entonces, ¿Qué debería hacer?"

Se quedó pensando por unos segundos hasta que:

—Un momento —cayó en cuenta de sus palabras.

"¿Acabo de decir que Hiromi es mi novia?"

—¿Qué-

"Hiromi es mi ¿novia?... Bueno, la besé ¿no?"

Frotó su frente con su mano derecha.

"Eso la hace mi novia, ¿no es así? Pero, ¿Y si ella no lo cree así? Quizás piense que solo fue un beso, bueno... Unos cuantos besos. Además, ella también me besó a mi, fue recíproco..."

"—Solo uno más...

Bien, solo uno más"

El timbre de la salida escolar se escuchó en toda la calle interrumpiendo abruptamente el recuerdo de todos esos besos.

—Mierda —miró hacia el frente en donde las puertas de la escuela por fin eran abiertas y dejaban ver todas aquellas jovencitas de sociedad pulcramente uniformadas.

Tragó saliva, intentando mantener la compostura, tratando de no caer en la desesperación por aún no saber cómo saludarla.

—Oh carajo, ¿Qué hago? —se susurró para él mismo, girando la cara y parte del cuerpo a la vez que mordía su pulgar con ansiedad.

¡Haru! —escuchó esa melodiosa voz.

"Mierda"

Se volteó a verla; corría en su dirección y sonreía con los ojos cerrados mientras alzaba la mano saludándolo.

"Santo cielo, es preciosa"

—¡Hola Haru! —lo abrazó por el cuello haciendo que Sanzu en el instante correspondiera de igual forma el abrazo.

—Hiromi, hola —saludó algo sorprendido por el aprensivo agarre.

—Mm, ¿Cómo estás? —preguntó escondiendo su rostro en el pecho de él.

—Em, b-bien —titubeó. —¿Y tú?

Hiromi se separó de él para verlo aún manteniendo el abrazo.

"¿Por qué otra vez usa esa maldita mascarilla?", se preguntó.

—Muy bien, me entregaron algunas notas pendientes —respondió.

Sanzu achicó sus ojos como si sonriera con ellos y acarició sus hombros.

—De seguro te fue excelente, ¿no?

—Por supuesto —respondió ella completamente segura de sí misma. Hiromi desvío su vista al torso de Sanzu e inspeccionó la ropa que traía. —Oye.

—¿Si?

—¿Por qué hoy no viniste con el uniforme?

—¿Eh?

—Los jueves y viernes siempre lo usas.

—Mm —se encogió de hombros y apartó rápidamente la vista mientras arreglaba su mascarilla en la zona del tabique nasal. —Simplemente hoy no quería vestirlo.

—Mm que extraño, siempre lo ocupas jueves y viernes... Bueno, no es como si me gustara tu uniforme de pandillero... —dijo ella. —Además, estás usando otra vez esa mascarilla, sabes que la odio... —la voz de Hiromi desapareció de los oídos de Sanzu al darse cuenta como a unos metros, las mismas chicas de ayer los veían y cuchicheaban entre ellas.

¿Ya los viste?

¡Oh por Dios! ¡Si era cierto!

Ves, se los dije; Hiromi anda con un pandillero.

¿Cómo se lo habrá tomado su padre?

¿Pero qué dices? De seguro su padre ni enterado está.

¿Te imaginas a ese cenando con el señor Miura?

Las burlescas risotadas otra vez se hicieron presente.

—¿Haru? —le habló Hiromi al ver que no le estaba prestando atención, así que como pudo, hiló la vista de Sanzu en dirección a lo que veía y se topó con todas aquellas chicas murmuradoras.

—¿Mm? —alzó una ceja volviendo a posar la vista en Sanzu quien tenía una expresión algo pesimista y cabizbaja.

"Perras huecas" torció su boca en disgusto.

—Haruchiyo —volvió a hablarle con un tono algo más severo para que esta vez definitivamente la viera a los ojos.

—¿Sí? Dime —levantó las cejas todavía con esa expresión alicaída.

—Quítate esa maldita mascarilla.

—¿Mm? pero, ¿Para qué? —preguntó Sanzu.

Hiromi volteó los ojos, se puso de puntitas y lo volvió a abrazar por el cuello para así acercarse lo suficiente a su rostro y bajar con sus dientes la mascarilla.

—Para esto —dijo ella una vez la boca de Sanzu estuvo a simple vista; Y sencillamente, lo besó.

Sanzu abrió los ojos y miró en dirección a todas todas esas perras huecas quienes seguían chismoseando y murmurando cosas aún más sorprendidas.

Hiromi abrió un ojo y vió como Sanzu no le ponía atención a su boca así que tomó su nuca y lo apretó más contra ella para que le hiciera caso.

Haruchiyo la miró y observó cómo los párpados de Hiromi volvían a cerrarse, y ante toda esa mezcla de sensaciones, cedió.

Cerró los ojos y tomó las caderas de Hiromi para pegarla más a él haciendo que el beso se volviera todavía más intenso y para nada sutil.

Todo a vista y paciencia de ellas.

Y ya cuando el aire les faltaba a ambos, se separaron para verse a los ojos directamente.

Hiromi acarició sus cicatrices y habló:

—Mañana, vendrás con tu cabello tomado para que todas estas perras chismosas vean tus piercings-

—Hiromi... —la interrumpió.

—No he terminado —sentenció. —Usarás tu maldito uniforme como siempre lo haces, aunque a mi no me guste y lo odie por completo, y además, vendrás en la motocicleta que siempre me hablas.

—Hiromi... No creo que sea buena idea.

—Lo harás, Haruchiyo —ordenó mientras lo miraba con seguridad y amor.

—Hablarán de ti. Hablarán que sales con un jodido pandillero. , saliendo con un puto pandillero.

—Que lo hagan. Que hablen de mí —dijo ella. —Me da lo mismo, pero no pienso permitir que te sigan apuntando con el dedo como si fueras menos que nosotras. Porque no lo eres.

—Hiromi.

—No lo eres, Haruchiyo, ¿Me escuchas?

—Hiromi... —Sanzu levantó una de sus manos para colocar un mechón azabache detrás de la oreja de ella. Suspiró y se rindió ante la severidad de su voz. —Sí, te escuché.

—Bien. Vámonos, no quiero que sigas aquí por hoy...

Minato, Keio Girl's Senior High School.
Viernes, 16:43 p.m.

—Se supone que ya debería salir —Sanzu miró la hora en su móvil mientras movía su pie ansiosamente aún montado encima de su motocicleta apagada. —¿Qué sucede que aún no sale?

El pelirrosa obedeció a todo lo que su preciosa pelinegra le había dicho el día anterior.

"—Mañana, vendrás con tu cabello tomado para que todas estas perras chismosas vean tus piercings (...) Usarás tu maldito uniforme como siempre lo haces, aunque a mi no me guste y lo odie por completo, y además, vendrás en la motocicleta que siempre me hablas"

—Esto es una pésima idea, ¿Por qué tuve que hacerle caso? —frotó su frente. Suspiró y miró cómo salían lentamente las mismas chicas de los últimos dos días. —Carajo, otra vez —se dijo hastiado.

Las observó y cruzó sus brazos demostrando arrogancia y total indiferencia a lo que ellas pudieran decir.

"Si así lo quiere Hiromi, así será", pensó.

Ahora vino con su motocicleta, ¿Qué será después? ¡Por Dios! ¡Jaja!

¿En serio Hiromi se subirá a eso?

¡Hiromi ha perdido la cabeza! ¿Vieron como lo besó ayer delante de todas?

Perdió completamente el recato.

Es una lastima. Hiromi tenía absolutamente todo para tener un buen novio. Después que se aburra con él ningún chico decente querrá estar con ella.

¡Ih! ¿Y si Hiromi también es una pandillera?

¡Santo cielo! ¡¿Se la imaginan vistiéndose así?!

Las maliciosas risas cómplices entre ellas volvían a aparecer y por lo que dejaban ver, no cesarían hasta dejar en total vergüenza a aquel pelirrosa pandillero y a su chica.

—¡¿CÓMO QUE LO BESÓ?! —gritó Sora.

—¡Shh! —Hiromi tapó la escandalosa boca de Ozawa.

—Oh no, no me diga ¡Shh! —se quejó la menor quitando la mano de Hiromi. —Falto dos días a la escuela y usted se aloca.

Hiromi se rió de ella.

—¿Alocarme?

—¡Sí, alocarse! ¡Oh por Dios! —dijo con pánico mientras llevaba sus manos a la cara. —¡Su madre la matará y su padre lo matará a él!

—Exageras Sora —sonrió dulcemente la pelinegra.

—Hiromi-san, ¿Qué has hecho? —volvió a lamentarse dramáticamente a la vez suspiraba pesadamente.

Hiromi encogió los hombros sin quitar esa sonrisa tan luminosa.

—Lo siento, no pude resistirme, es muy guapo —dijo totalmente despreocupada.

—¿Resistirse? Debe ser una broma...

La pelinegra volvió a reírse mientras bajaban las escaleras hasta el primer piso.

—¿Qué te puedo decir Sora?

—Supongo que nada —suspiró y volvió a mirarla. —¿Ahora dónde irá?

—¿Mm? ¿Ahora?

—Sip.

—Saldré otra vez con Haruchiyo —apuntó la salida con completa calma.

Sora abrió la boca y sintió como su alma salía de su cuerpo.

—Usted realmente quiere morir... —dijo pensando en cómo se pondrían los padres de la pelinegra si se llegaran a enterar de su relación con ese pandillero.

—Tranquila, somos muy cuidadosos —tocó su propia mejilla mientras sacaba su lengua y le guiñaba el ojo.

—Bueno, mientras no lo bese delante de toda la escuela supongo que nadie andará de soplona.

Hiromi mejoró su postura y ladeó su cabeza.

—Hablando de eso...

—Ay no puede ser, realmente es una suicida —se acercó y dejó su cabeza recostada en el pecho de Hiromi. —Morirá.

—Debes dejar de leer tanta ficción Sora...

—Usted me dijo que dejara de leer mis novelas románticas.

—¿Y lo cambiaste por ficción y tragedia?

—No, la verdad es que sigo leyendo romance para adultos ¡Son adictivos!

—Dios...

Hiromi se rió un poco más de su pequeña amiga, mientras que la más pequeña gimoteaba con dramática angustia por pensar que Hiromi cavaba su propia tumba social al salir tan descuidadamente con ese delincuente pelirrosa.

Ambas caminaron hasta las afueras de la escuela donde Hiromi buscó con la mirada a su chico.

—Mm...

—Hiromi-san, no me diga que ese es su pandillero... —apuntó la menor al pelirrosa que estaba montado en una motocicleta a un costado de la calle.

La jovencita Miura solo desvió sus ojos a donde Sora apuntaba y abrió un poco la boca para soltar un suspiro asombrado. Pestañeó seguidamente para aclarar su vista y ver si lo que observaba era real. Tragó saliva y se le quedó viendo por unos segundos sin decir nada.

"Dios mío..."

Vestía su uniforme con tres botones abiertos dejando al descubierto un poco de piel de su pecho. Su mano estaba apoyada en el manillar de la motocicleta y su cabello estaba tomado, tal cual ella lo había pedido.

Los párpados de Hiromi pesaron. Su pecho ahogaba exhalaciones profundas, que a medida que sus hombros se relajaban, el aire salía por su boca. Sintió como sus labios se secaban, así que los humedeció con algo de saliva para después, involuntariamente, morder su labio inferior. Apretó la falda con sus sudorosas manos, esperando que todos estos escalofríos se fueran hasta tomar valor para dar aunque sea un solo paso sin que sus piernas flaquearan ante él y su imagen.

Sora posó los ojos en la pelinegra y solo ladeó la cabeza.

"Yo leo muchos libros para adultos, pero de seguro usted se está montando toda una película ¿no, Hiromi-san?", pensó graciosamente para ella misma.

—Hiromi-san —le habló, pero no tuvo respuesta. —Hiromi-san —tomó su brazo esta vez para que pusiera atención en ella.

—¿S-Sí?

—Tenía la boca abierta.

—No es cierto.

—Claro que sí —sonrió burlonamente Sora.

Hiromi se sonrojó y apartó la mirada hacia el lado, en donde pudo ver como el mismo grupo de perras huecas cuchicheaban, otra vez.

Se acercó lo suficiente para escuchar lo que hablaban.

—Es una lastima. Hiromi tenía absolutamente todo para tener un buen novio. Después que se aburra con él ningún chico decente querrá estar con ella.

—¡Ih! ¿Y si Hiromi también es una pandillera?

—¡Santo cielo! ¡¿Se la imaginan vistiéndose así?!

"¡¿Me están jodiendo?!", se quejó mentalmente mientras apretaba la mandíbula furiosa.

—Malditas perras estupidas —dejó salir.

Sora abrió los ojos al escucharla a la vez que las cuatro habladoras chicas se volteaban a verla.

Hiromi levantó su frente y con paso seguro avanzó hasta ellas para empujarlas y hacerlas a un lado, pasando por al medio de ellas.

—Permiso —las apartó con sus brazos.

—¡Ay! —se quejaron las cuatro a la vez.

La pelinegra se dejó ver ante Sanzu.

"Hiromi", sonrió al observarla caminar por en medio de esas huecas.

—¡Te has vuelto una grosera, Hiromi Miura! —gritó una.

—¡No mereces ser llamada una señorita! —le siguió otra.

—¡¿Es así como ahora te comportarás?! —y otra más.

La ojigris solo hizo oídos sordos a todos los insultos que podían llegar de esas básicas bocas hasta que otra de esas mismas chicas gritó:

—¡Te volverás igual de indecente y sórdida que ese pobre y miserable delincuente!

"Ay no", pensó Sora.

Hiromi detuvo su paso a su vez que conectaba sus ojos con los tristes de Sanzu antes que él por verguenza, apartara la mirada, como si fuese merecedor de ese trato.

La pelinegra apretó sus manos y se volteó para caminar en dirección a ese nefasto grupo de chicas de "sociedad".

—Hiromi —habló un tanto asustada la misma que le había gritado. —Solo bromeaba.

—Escuchame una cosa —se acercó lo suficiente a la chica para que temblara y para que todas las demás escucharan. —A mí dime lo que quieras, insultame, ofendeme, pero de él, no dirás nada —levantó el mentón para infundir superioridad. —Esa miserable boca tuya no dirá nada, ¿Bien?

—¿E-Es una amenaza? —alzó una ceja imitando vagamente seguridad.

—Tomalo como quieras, pero inténtalo otra vez y toda la escuela se enterará que tu familia está apunto de quebrar y que se volverán pobres, pobres, pobres.

La chica tragó saliva y bajó la mirada.

—Solo fue una broma inocente —dijo otra para defender a su amiga.

—¿Y tú qué? —se acercó a ella de igual forma. —Tu papi —usó un tono burlesco. —Engaña a tu mami con todo lo que se le cruce, y tu mami se queda de brazos cruzados solo porque no tiene donde caerse muerta —hizo un puchero como si realmente lo lamentara. —Já —dejó salir una mofa. Se giró a ver a las otra dos —¿Quieren que siga con ustedes?

—No Hiromi —se negaron las dos al unísono.

—Eso creí —puso una de sus manos en su cadera. —Ese que ven ahí es mi novio, y si las oigo hablar y cuchichear de él otra vez, lo pasarán mal.

—Sí, Hiromi.

—Manga de arpías. Tsk, que tengan un bonito día... En cualquier otro lugar que no sea este —dejó salir como último antes de voltearse y caminar, por fin, hasta su Haru.

Balanceo sus brazos y movió involuntariamente sus caderas en dirección a Sanzu.

—Hiromi...

—Hola Haru —se acercó a él para dar un beso marcado en ambas cicatrices. —¿Ésta es? —preguntó viendo la motocicleta.

—Sí... —respondió él. —Hiromi, ¿Qué pasó ahí? ¿Qué les dijiste?

—Algo que de seguro hará que no vuelvan a hablar mal de ti.

—Es inutil...

—Cállate, ¿sí? —pidió ella mientras llevaba sus manos a las mejillas de Sanzu.

Haruchiyo desvió su vista hacía el suelo sintiéndose inmerecedor de Hiromi.

—Mm...

—Oye —le habló Hiromi.

—¿Qué?

—¿Hoy no me besarás?

Sanzu levantó de inmediato su mirada hasta los ojos grises de Hiromi haciendo que ella sonriera coquetamente al instante que la miró.

—¿Eso quieres?

—Eso quiero... —deslizó su mano hasta la nuca de Sanzu para acercarlo y darle luz verde a que le diera un beso.

Sanzu la sujetó por las caderas y la acercó como pudo a él. Rozó sus labios y soltó un suspiro en ellos antes de deshacerse juntos en un beso tierno y lento el cual cada vez se volvió más profundo y codicioso, tal cual como era su amor.

mucho ojito con hablar mal
del novio de la pelinegra

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